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Capítulo 16 ***


Pov Darick

Hace una hora se quedó dormida, no dejo de mirarla mientras acaricio suavemente sus mejillas y beso su hombro desnudo, solo puedo suspirar ante todo lo que viene, siempre he sido difícil de entender, pero con ella no, ella me hace querer ser diferente.

Me hace bajar mis muros, unos muy altos que yo mismo construí con el fin de alejar a todos y vamos, ¿qué más se puede esperar de alguien como yo? Un monstruo, uno muy oscuro y malvado con sus propios demonios, con miedo a que ella sepa de eso, a que ella me vea como soy, ni siquiera debería estar aquí, ni mucho menos haber hecho lo que hice.

Si alguien se entera de esto, de lo que hicimos la meto en problemas, para un hombre es normal estar con una mujer no pasa nada, pero en su caso, el hecho de estar aquí desnuda a mi lado solo hace que la ponga en riesgo, esta sociedad machista solo acepta que las mujeres estén con alguien ya casadas.

Fuera de eso las ven con repudio ni hablar si se trata de la mismísima heredera al trono, sin mencionar que no me cuide, por un lado, un vampiro no puede embarazar, pero yo no soy solo un vampiro, esa es una ventaja de ser un heredero al trono somos un poco de todo.

Siento como se voltea quedando frente a mí y me abraza con fuerza, como pidiendo que me quede, pidiendo todo de mí, algo que quiero hacer, pero no sé si podré ser capaz de dar, ella merece algo más, pero soy un egoísta y la quiero solo para mí, no soportaría saber que otro la mire, la bese o peor aún que la tenga en sus brazos como yo la tuve y la tengo ahora.

Esto para mí también fue mi primera vez, qué bueno, ya he estado con otras mujeres, pero nunca para hacer el amor, solo sexo casual. Con todas me he cuidado menos con ella, también estaba nervioso, tenía miedo de lastimarla, de estar orillándola a hacer algo que no quisiera y con todo mi pesar le propuse detenerme, pero no quiso solo me beso, dijo que me amaba afirmando querer todo conmigo, al igual que yo quiero todo con ella.

Su padre, por otro lado, fue claro conmigo en el despacho.

Estamos los dos sentados, uno frente al otro, él solo me sirve un trago de whisky que aceptó sin dudar, solo espero que no me pide alejarme porque no lo conseguirá jamás a menos que sea ella quien me lo pida y con todo mi dolor lo haría.

— Dejemos todo claro, ¿Qué quieres realmente? —bebe un sorbo de su vaso.

— Todo, todo lo que ella pueda ofrecerme y todo lo que yo pueda darle, ella es lo más importante para mí, solo quiero su bienestar. —le declaro mis intenciones.

— ¿Y dónde dejas a Mara? Ella está dolida y eso es mucho más peligroso que cualquier arma, ¿Dónde dejas a tus padres?, ¿ellos saben por qué rompiste el compromiso? O mejor aún, ¿Mara lo sabe? —sus preguntas me dejan helado más de lo que ya soy.

— Mara... bueno a ella le hablé sinceramente, le dije que no la amaba y si le fui sincero le dije que a quien amo es a su hija Mei, sobre mis padres también lo saben, sobre su seguridad, yo voy a protegerla siempre se lo juro. —le digo sinceramente.

— ¿Y qué han dicho tus padres al respecto? —hay si me pone en aprietos.

— Mi padre está bien por mí, respeta mis decisiones y me apoya, solo es cuestión de acordar una fecha y hacerlo oficial, bueno si usted está de acuerdo. —le soy sincero omitiendo un pequeño detalle... Mi madre.

— ¿Y tu madre? Que tal ella, hasta donde sé, ella es difícil. —mierda.

— Si lo es, ella está molesta, no aprueba nada de esto, pero eso no me va a detener para estar con la mujer que amo. —le respondo con simpleza.

— Entiendo que digas que la amas, ¿pero realmente la amas? Esto no es fácil, ella no lo es, es indomable, rebelde, es un espíritu libre, qué si te ama, se nota fácilmente.

— Yo también, y entiendo sus dudas, si fuera padre, quisiera lo mejor para mi hija. Pero debe entender que solo nosotros podemos decidir.

— Lo sé, solo cuídala muy bien, porque si llegas a lastimarla, aunque sea en lo más mínimo te destruyo, como bien dijiste es mi hija... Ella es mi más grande logro, mi adoración. —me mira determinado.

— Se lo juro. —Le prometo seguro de mí mismo.

La remuevo un poco para despertarla, cosa que logró.

— Mmm... cinco minutos más, por favor. —se voltea dejando su espalda totalmente descubierta, provocando que otra cosa sea la que se levante.

— Vamos mi vida, tengo que irme, no podemos dejar que nos vean así. —le recuerdo besando su espalda hasta llegar al inicio de sus glúteos, los cuales muerdo suavemente.

— Je, je, je, si sigues así, no creo que salgas de aquí. —se voltea dejando sus senos a la vista, unos que no dudo en probar nuevamente, haciendo que cierre sus ojos.

— ¿¡Ves!? —Ahora el que ríe soy yo, dejo sus senos y la beso con intensidad, subiendo sobre ella, abriendo sus piernas con mi rodilla.

— Es imposible resistirme a ti, pero de verdad debo irme, sin contar que no considero que sea buena idea volver a hacer el amor. —eso hace que se sonroje totalmente llenándome de dudas.

— ¿Por qué no es buena idea... hacer... él... amor? —dice cada vez más bajito, casi inaudible, solo sonrió de lado, despejando todas mis dudas, o casi todas.

— Porque podría lastimarte y no quiero eso, quiero que estés bien, pero dime algo y sé sincera, ¿estás arrepentida de lo que pasó?, ¿estás bien? —pregunto un poco alarmado.

— Claro que no, ¿por qué piensas eso? Espera, ¿tú lo estás? —veo como se pone triste.

Mierda, mierda y más mierda.

— ¡No claro que no mi vida! Yo te amo y esto solo fue una manera de demostrártelo, pero escucha bien, el hecho de hacer el amor no tiene nada que ver con amarte, me refiero a que sí, pero no. —ya la cagué, me siento a su lado y ella hace lo mismo tapándose con la sabana.

— ¡No entiendo nada de lo que dices! —me confiesa mientras se arregla un poco el cabello y mira hacia el suelo, por mi parte busco su barbilla y le doy un beso casco.

— Yo te amo, quiero que nunca dudes de eso... y jamás me arrepentiría de algo contigo, jamás, solo que hay quienes piensan que hacer el amor es como pedir una prueba, no quiero que pienses eso porque no lo fue, solo nos dejamos llevar, nada más, yo no lo hice para probar nada ¿ok? —le explico lo mejor que puedo.

— Entiendo y si estoy bien, solo quiero que te quedes... pero sé que no se puede. —se sube arriba de mí, dejando caer la sábana totalmente, besando mi cuello.

— Mei... para... nena... Ahh... nena enserio no quiero te puedo lastimar. —de igual manera no me escucha y sigue besándome.

— Estoy bien, un poco adolorida pero bien. —sin reparo alguno ataca mi boca dejándome sin palabras, a la vez que con su mano juega con mi miembro, la empieza a pasar de arriba abajo.

— Mei... nena. —con ayuda de mi mano la levanto un poco, con la otra me introduzco dentro de ella lentamente, aguardando a que se adapte a mi tamaño y grosor, por otro lado, la ayudo a moverse contra mí sujetándola de sus glúteos apretandolos.

Nos dejamos llevar por el deseo nuevamente y entre besos y gemidos nos entregamos en el placer absoluto. Paso mi lengua por su pezón derecho, mordiéndolo y aferrándome a él como si fuera un niño pequeño, mientras ella se aferra con fuerza de mi espalda y se mueve sin reparo.

— Oh... Darick... yo... ya no... Ahh. —le agarro el cabello con fuerza echando su cabeza para atrás, chupando con fuerza en su cuello, sé que dejara marca, pero no me importa, la empujo haciendo que caiga en la cama, yo aprovecho para pasar sus piernas sobre mis hombros.

— Ahora mando yo... —me empiezo a mover sin reparo, olvidando las delicadezas, con una mano aprieto suavemente su cuello y con la otra tocó su clítoris, volviéndola loca de placer, siento como poco a poco se va tensando cada vez más dejándose llevar totalmente, yo me acerco a besarla apasionadamente ella como siempre trata de seguir mi paso arañando mi espalda excitándome más.

— Darick... Ahh... más... dame más... ahh... mierda... No pares... Ahhh. —realmente cuando estamos así, olvidamos todo, unos movimientos más y llegamos a nuestro glorioso clímax. Ya jadeantes, solo nos reímos, yo salgo dentro de ella y bajo sus piernas recostandome en su pecho escuchando como sus latidos van a galope.

— ¡Eres maravillosa Mei! —la miro y solo se tapa la cara con ambas manos— Apuesto todo a que te sonrojaste. —levantó la cara para confirmar lo que he dicho.

— ¡Eres malo! Lo haces a propósito. —se excusa evadiendo mi mirada, yo solo la acorralo debajo de mí y la miro toda desnuda, con su sexo, sus senos y su cuello enrojecidos— ¡No me mires así! —me pide tratando de cubrir su cuerpo.

— ¡No sabía que te diera pena tu cuerpo! ¡Es hermoso, solo lo admiro! —Sé que no lo hace, solo le da pena, nunca nadie la había visto así, solo yo y eso llena mi ego como no tiene idea.

— Sabes que no me da pena... solo que tú eres... el primero. —se muerde el labio.

— Je, je, je... y no sabes cómo lo disfruto, pero tú y yo debemos bañarnos otra vez. —le digo levantándome, tendiéndole la mano, llevándola al baño, luego de una ducha llena de besos y risas, salimos y nos vestimos, dejándola en su cuarto para ir al mío.

(...)

Ya de día solo bajo al comedor a desayunar, encontrando a todos con cara de resaca, los únicos que no son los niños obviamente, Dally por su embarazo, su majestad el rey Wolfgang, Mei y yo, que por cierto luce hermosa con ese conjunto lila de cuello de tortuga sin mangas con una falda dejando a la vista sus gruesas y firmes piernas, que solo de verlas recuerdo como las besaba y lamia mientras ella gemía, mandando corrientes a mí entrepierna, solo me toca moverme en mi puesto para disimular la erección que una pequeña de ojos morados me provoca.

Y es que desde que la vi con cinco años no he podido sacar sus ojos de mi cabeza, ni hablar de su carácter, siempre retándome, siempre creyéndose más que yo, la verdad es que, si por ella yo soy lo que sea, ella manda, solo que en la cama la prefiero gimiendo debajo de mí, claro que no me molestaría ceder solo para saber hasta dónde es capaz de llegar.

— ¡Por favor, niños, no griten! —la Reina Parisa les dice a los chicos que estaban comenzando una pequeña guerra de comida, distrayéndome de mis pensamientos, haciendo que note como mi querido suegro me mira con la ceja alzada porque seguramente noto de la manera tan obscena en que miraba a Mei.

— ¡Sí, niños hagan caso, a nuestra madre le duele la cabeza! —grita Mei haciéndonos reír a Dally, su padre y a mí.

— ¡Mei cállate! Serás mi prima, pero cállate. —Ese el Luke el que habla sosteniendo su cabeza.

— Solo porque yo quiero, no porque tú me ordenas, soy una princesa, yo no tengo por qué hacerte caso. —le saca la lengua y le lanza un pedazo de pan.

Terminan el desayuno entre bromas, risas y juegos, ya al final nos dividimos y quedamos de vernos en la oficina.

— Mei debemos ir a comprar algo. —le informo antes de que suba a su auto, solo asiente.

Por seguridad nos vamos en autos separados, solo que, con la orden de ir al mundo humano, no sin antes una parada para disfrazarnos y pasar desapercibidos, cuando bajo del auto me percato que Oss y Dally nos siguen.

— Yo los invite, espero no te moleste. —me dice Mei besando mis labios.

— Jamás me molestaría algo de ti, mucho menos que nuestros amigos nos acompañen. —la abrazo por la cintura.

— ¿Vamos al centro comercial? —pregunta Oss— Solo que desde aquí vamos todos en el mismo auto, si no te molesta maneja tu Darick todavía tengo resaca, los guardias Mei a discreción. —Asentimos, él me entrega las llaves y partimos.

Una vez en el centro comercial, las chicas se van por las tiendas de ropa mientras Oss y yo nos vamos a la farmacia, donde Oss solo va por unos analgésicos, de mi parte voy por condones y una pastilla de emergencia para Mei.

— ¡Mierda alguien se divirtió anoche!... Espera ¿Qué? —Oss descuadra toda su cara.

— ¡Bueno, sí!... Solo que como vez se nos pasaron algunas cosas. —hago referencia a la pastilla.

— Mmm, pero... yo sé que no debo meterme... pero ¿realmente vas en serio? Tú siempre vas de aventura en aventura y Mei no es una chica para eso. —me advierte, yo solo suspiro y sonrió.

— Es muy en serio, me enamoré por primera vez y sobre mis intenciones, pues, son las mismas que las tuyas casarme con ella, solo que nos dejamos llevar. —le confieso.

— Cuídala, cuídala mucho vale su peso en oro y más, sin contar que si no la cuidas yo mismo te acabo, de verdad eres mi amigo, pero ella es una chica dulce y bueno, no merece que nadie la dañe. —noto su sinceridad.

— Aunque no creas, agradezco que le tengas tanto cariño, y no te preocupes en mis planes, no está dañarla sino amarla. —en eso vamos a la caja, pagamos nuestras cosas, y buscamos a las chicas.

— ¡Mei, ven! —la jalo un poco aparte y le doy la pastilla con un poco de agua.

— ¿Para qué es esto? —me pregunta un poco dudosa, pero igual se la toma.

— Es una pastilla de emergencia... considero que debemos ver a una doctora, no me malentiendas, claro que me gustaría tener hijos contigo, solo que por ahora no es el momento, primero hay que casarnos. —solo me mira con ese brillo que me encanta, haciendo que la bese.

— ¡Si está bien! Pero no pienso que la doctora del reino me atienda sin hacer escándalo, además, yo opino que es mejor comprar eso en la farmacia, los anticonceptivos no necesitan prescripción médica.

— ¡No sabía que supiera de eso! —le confieso sorprendido.

— Por supuesto sería virgen, no tonta —sonríe— además si es por control yo me los hago mensualmente y estoy muy bien, sin contar que la plata ya salió totalmente de mi organismo, gracias a la sangre que me diste.

— Bien es ese caso ¿Qué prefieres? —le pregunto con interés atrayéndola hacia mí.

— Mmm supongo que inyecciones. —Nos besamos frente a todos sin ocultar lo que sentimos.

En eso los chicos se nos acercan, pues nos habíamos adelantado para hablar, luego de comer helado vamos de regreso haciendo el mismo proceso que de venida, no sin antes pasar por la farmacia, otra vez comprando la inyección sin que los chicos se dieran cuenta para comodidad de Mei, lo que menos quiero es que se incomode.

Apenas vamos llegando y recibo una llamada de mi padre pidiendo que vaya al palacio, lo cual hago, una vez allí me dirijo a su despacho encontrando a mi madre junto a él.

— ¡Buenos días! Padre, madre —me inclino ante ellos— Supongo que sí están los dos es importante.

— Supones muy bien y, ya que rompiste tu compromiso con Mara, te dignas a decirnos ¿Qué rayos pasa? —Esa es mi madre con sus estrictas reglas y sin fin de preguntas.

— Mi padre ya lo sabe, pero igual lo diré... Me pienso casar con Mei Woodenclaw. —les digo orgulloso y feliz.

— ¡De ninguna manera, tú jamás te vas a casar con ella, primero muerta y soy inmortal! —grita levantándose de golpe— ¡Escúchame muy bien Darick tú y ella no se van a casar!, ¿has entendido?

— La que no entiende eres tú, yo solo les estoy informando, no pidiendo su permiso madre, ya no soy un niño. —le digo tratando de no perder la calma.

— Yo no le veo nada de malo a que se quiera casar con ella, es más, estoy feliz por ambos, ella es extraordinaria y si no me equivoco tus cambios son por ella. —dice mi padre ganándose una mirada de odio de mi madre.

— ¡Cállate cínico! Tú no debería decir nada. —sin más se va tirando la puerta, dejándome confundido.

— ¿Por qué dice eso? —le pregunto a mi padre.

— Ella y Parisa eran amigas hasta que se dio cuenta de que no la amaba a ella, a tu madre, sino a Parisa, de allí empezó una enemistad más de tu madre que de Parisa, es mi culpa... yo... nos separe... antes de que tú nacieras, antes que comprometernos todos éramos amigos, Wolfgang, Parisa, tu madre y yo, siempre juntos de un lugar a otro, hasta que Azeman tu madre empezó a mostrar interés en mí, solo que yo no le ponía atención, yo solo tenía ojos para Parisa al igual que Wolfgang.

¿Sabes? Ella me quería, creo que más de lo que admitía, solo que yo cometí algunas cosas mal... Un día vi como Wolfgang y Parisa se besaban, solo que jamás pensé que él la había besado, yo solo supuse que lo había elegido y me emborraché como nunca, tu madre fue a buscarme, la vi como un consuelo.

Terminamos juntos en la cama, por mi honor y el de ella nos casamos, antes de la boda, me enteré de que ellos no se hablaban, porque Parisa estaba muy molesta por lo de beso, pero yo ya había hecho las cosas diferentes, yo me case y al final él logró enamorarla, aquí todos ya estamos con su vida hecha menos tu madre nunca me ha perdonado amarla. —me confiesa nostálgico.

— ¿Amarla? Espera, ¿todavía...? —me interrumpe.

— Sí, no hay día que no reflexione en ella, sé que eres mi hijo y no debería contarte esto, pero aprende de mí, no pierdas a la mujer que amas por idiota, así que cásate. Si la amas, grítalo a todos, no sabes lo que duele, saberla en brazos de otro, que sea feliz con otro, que no eres tú. —se limpia una lágrima, yo solo lo abrazo.

Trato de comprender y analizar, ahora entiendo muchas cosas, el carácter de mamá y porque siempre fue tan fría conmigo y mis hermanos, siempre las peleas es que no se aman, debe ser horrible estar así. Tiene razón, no puedo imaginar todo lo que mi padre sufre, pero aun así ha sido un gran padre y un gran Rey.

Haciendo caso a sus consejos, apenas salí del despacho de mi padre, fui directo a una joyería y le compré un anillo de oro con diamantes incrustados rodeando un rubí, haciendo la forma de una flor, le voy a pedir que sea mi novia, nunca se lo pedí a nadie, quiero qué ella lo sea, sé que vamos mucho más rápido que eso, pero no quiero saltarme nada.

Vamos de regreso a la oficina donde seguro está, pero apenas voy llegando, veo como Mara está allí y le grita algo que no escucho, apenas me bajo del auto, veo como Mei solo niega y está sorprendida rápidamente, Mara le pega una fuerte cachetada a Mei haciendo que retroceda unos pasos, pues, no se esperaba el golpe, yo me acerco rápidamente, pero no lo suficiente para que Mei se le vaya encima tirándola al piso mientras la golpea fuertemente, haciendo que todos salgan de la casa y tratemos de separarlas.


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Chicos la reina Azeman la madre de darick.

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