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Capítulo 14 ***

No sé cuánto tiempo ha pasado, solo que me duele todo, intento abrir los ojos, pero la luz de la habitación no me deja, intento moverme y tampoco puedo, no puedo moverme, eso hace que me desespere más.

Cálmate, así no logras nada.

Me calmo y trato poco a poco de adaptarme a la luz, logrando ver que estoy en una habitación de lo que creo es una clínica porque tengo una vía y suena ese aparato del demonio a cada rato doliéndome más la cabeza intento levantarme, pero siento punzadas en mi espalda y abdomen haciendo que recuerde que paso, en eso entra mi hermano mayor Volkodlak junto a mis padres, se nota que los tres no han dormido nada.

— ¡Está despierta, llamaré al doctor!! —sale corriendo mientras padres se acercan a mí llenándome de abrazos y besos, dejándome más que sorprendida.

— ¡Por los dioses, pensé que te perdíamos! Apenas supimos del accidente casi nos da algo... No sabía qué hacer... tu padre empezó una búsqueda con tus amigos... pero ellos limpiaron muy bien tu rastro... sin contar que Hankis... —mi madre se queda callada de repente alertándome.

— ¿Hankis qué? —pregunto muy preocupada intentando levantarme, pero no me dejan.

— ¡Él está muerto, hija! Lamentablemente, no sobrevivió al accidente. —empiezo a llorar, él siempre me acompañaba a todos lados, era mi gran y primer amigo, ahora ya no está y es mi culpa.

— ¿Qué más pasó? —pregunto totalmente alterada.

— Mejor descansa, no es el momento. —En eso llega el doctor y empieza con sus preguntas rutinarias, supongo después de todo es la primera vez que estoy en el doctor.

Al irse, entran los chicos junto con Dhalleeah, me traen regalos, yo solo tengo hambre.

— ¡Ok! Antes de que digan algo, quiero comida, luego todo lo que quieran. —les menciona a todos haciendo que sonrían.

— ¡Aquí hay sopa hermana! —me ofrece Volkodlak.

— Ahhhh..., ya que dame eso. —pero al intentar levantarme no puedo, me quejo por el dolor.

— Déjame ayudarte. —se me acerca Fil y me ayuda a sentarme junto con mi madre, al hacerlo empiezo a comer con la mirada de todos sobre mí.

— Chicos, ¿Qué les he dicho de quedarse mirando mientras cómo? —le señalo con el envase vacío.

— ¡Es que eso fue superrápido! ¿Cómo comes tan rápido? —habla mi padre Wolfgang.

— ¡Herencia lobuna! —decimos mi madre y yo al mismo tiempo.

— ¿Qué?, ¿no te has visto tú cuando comes? Serás el rey, pero... ja, ja, ja eres... —mi madre se está burlando de mi padre.

— ¡Pero así me amas! —le dice con cara de autosuficiencia.

— ¡Por desgracia! —mi madre lo mira de reojo revisando sus uñas.

— ¿Eso qué quiere decir? —le pregunta alarmado.

— ¡Quiere decir que tengo más hambre! —intervengo antes de quién sabe qué pase.

— ¡Vamos! Así me sigues diciendo... lo que sea que ibas a decir. —sin más salen dejándonos a los siete aquí conmigo.

— ¡Nos diste un susto horrible, Mei todos estábamos muy preocupados por ti! —me abraza Dhalleeah, pero me quejo del dolor. — ¡ay, lo siento! —se aleja rápidamente de mí.

— ¡Está bien!, solo qué demostraciones afectivas por los momentos no.

— ¿El doctor no le mando medicamentos? —pregunta Luke a mi hermano.

— No, eso no le hace efecto, además todavía hay plata en su sistema, lo que provoca dolor, mareos y mucha debilidad. —les explica a todos.

— Bueno, lo mejor será que te recuestes. —esta vez es Ciro el que habla.

— Si deja te ayudo. —se ofrece Oceanidouss.

En eso suena un teléfono alertándonos a todos.

— ¡Es mio disculpen, debo contestar! —dice Darick saliendo de la habitación.

Al final mis padres regresan con más comida, una que es solo sopas o cremas, al parecer no puedo comer nada más por los momentos. Todos nos quedamos hablando cosas triviales hasta que me da sueño y me quedo dormida, sin saber de más nada.

(...)

Despierto nuevamente, pero antes de decir algo escucho a mis padres hablar bajito, creo que no quieren ''despertarme''

— Tenemos que decirle la verdad, ya viste lo que paso, si Darick no la encuentra estuviera muerta Wolfgang.

— Lo sé, todo este tiempo protegiéndola para que al final... Esto es mi culpa Parisa, no debimos alejarla, soy el culpable de lo que paso, nunca me lo perdonaré.

— ¿Ahora si me pueden decir que pasa? —les pregunto llamando su atención.

— Hija, debes descansar, después hablamos con calma. —mi madre tratando de siempre evadir.

— ¡No! ¿Descansar? No puedo me duele todo, me apuñalaron dos veces, con cuchillos y me inyectaron plata pura, no me digan que espere, merezco una explicación y ahora. —les digo mientras me levanto a duras penas, mis heridas me duelen por el esfuerzo.

— ¡Está bien! Tienes razón. —Mi padre ahora es el que habla.

— Esto empezó hace años, cuando me case con tu madre, hubo muchos que no estuvieron de acuerdo con la nueva generación de híbridos, además nosotros abrimos una brecha para todas esas relaciones "prohibidas" por así decirlo, apenas nos casamos, empezamos a recibir amenazas y más cuando tu madre salió embarazada, tanto así se llegaron a secuestrarla y casi pierde a tu hermano, sin contar que cuando nació él no fue el heredero.

Todo se puso peor cuando tu madre lo lograba quedar embarazada, todos nos señalaban, tuvimos que esperar hasta 10 años para poder tenerte a ti, eso desató una guerra, donde yo tuve que mandarte lejos con unas monjas en rusia junto a tu madre y tu hermano, los Vutteterra siempre han sido buenos aliados.

Tu tío Oleander, me ayudo en todo lo posible junto con el rey D'arcy, de allí nuestra amistad y solidaridad, si te obligamos a casarte fue para protegerte, confiábamos que con los Dreare estarías bien, pero como alma rebelde igual a mí te opusiste. —no puede evitar sonreír y tocar mi mejilla con cariño— Al terminar la guerra tu madre, hermano y tú pudieron regresar, solo que todos te veían o siguen viendo como una amenaza, te temen porque no saben que tan grande puede llegar a ser tu poder, eres la primera de la clase híbrida.

— Pero hay más híbridos. —lo interrumpo

— ¡Sí! Pero ninguno de sangre pura son un heredero, mi fuerza y magia es mayor, incluso más que mi padre y de tu madre también es la más poderosa al ser la melliza de su hermano, el Rey Oleander. —mi padre sigue con su explicación

— Seremos hadas, pero somos muy fuertes, somos aliados de los Elfos, el Clan Dreare, además controlamos la naturaleza y los elementos, como ya sabes. —esta vez es mi madre la que habla.

— Pensé que lo habíamos acabado a todos, pero no, nos equivocamos, ahora todos están en peligro. —culmina mi padre sentándose.

— Y también los ayudan las brujas. —menciono recordando que trato de hechizarme— Hay algo que no entiendo esa bruja trato de anular mi poder, pero no pudo, dijo que tenía una contra muy poderosa.

— Eso fue gracias, Nastiurna y Ehlrion los padres de Oceanidouss, Dhalleeah y el mismo Oceanidouss, como buenos hechiceros te pusieron una contra muy poderosa que siempre te va a proteger, al no poder dar contigo en su hechizo de seguimiento, ahora entiendo por qué, esa bruja debió tapar su rastro. —mi madre explica nuevamente.

— ¿Entonces cómo dieron conmigo? —les pregunto a ambos— Esperen ¿Cuánto tiempo llevo aquí? —se miran entre ambos— ¿Qué pasa?

— ¡Estás aquí desde hace una semana! Y te encontró Darick junto con Filarion, estabas tan mal... estabas en un charco de sangre y casi no tenías pulso... lo peor fue... tuviste dos paros, uno respiratorio de camino acá y el otro fue, un para cardiaco en quirófano. —mi madre no deja de llorar, mi padre solo la abraza.

Estoy en shock.

— ¡Pero yo no sufro del corazón! —les digo apenas audible.

— ¡Sí, pero había mucha plata dentro de ti... tanta que te dejó inconsciente toda una semana! Y casi te aparta de nosotros... Perdóname, hija, yo nunca debí presionarte tanto para que fueras perfecta, solo quería que no te lastimaran justo como paso. —mi madre no deja de llorar y se lanza abrazarme lastimándome, a pesar del dolor le abrazo de vuelta.

— ¡Claro que te perdono mami, si lo que más quiero es que estemos bien y juntos! —le saco la mano a mi padre para que se nos una en el abrazo, cosa que hace rápidamente, solo nos separamos cuando me quejo no aguantando más el dolor.

— ¡Llamaré al doctor! —señala mi madre muy preocupada.

— Eso no sirve, ya los escuchaste, la plata no deja hacer mucho, solo pueden estabilizarla, limpiar la herida y cocerla esperando, no se habrá, pero no se cura, la plata actúa como veneno, te ataca y ataca todo lo que te damos para sacarla de ti. —explica mi padre deteniendo a mi madre.

— ¡Debe ser un hechizo!, hablaré con Dhalleeah ella puede encontrar algo. —dice mi madre buscando su teléfono y retirándose de la habitación.

— ¿Qué hora es? —les pregunto, pues, se ve muy oscuro.

— Son las diez de la noche, cariño. —me responde mi padre, en eso abren la puerta entrando un Darick apenado con flores en mano.

— ¡Buenas noches! Disculpen la hora, sus majestades, es que estuve trabajando todo el día. —se me hace tierno verlo así.

— No te preocupes entiendo, ¿ya dieron con ellos? —le pregunta papá.

— ¡No! Cubrieron su rastro con magia negra, mis hombres solo pudieron llegar hasta la frontera humana, igual la de los chicos, de ahí en adelante no hay nada. —le explica, en eso llega mi madre.

— Dhalleeah dijo que tú trajiste algo. —señala mi madre una vez cuelga el teléfono.

— ¡Sí! Estuvo investigando junto a los padres de Oceanidouss y se les ocurrió que como los medicamentos ni lo natural le hace efecto, que tratáramos con sangre humana, y aquí está. —señala sacando un pequeño compartimiento que no había notado con varias bolsas de sangre, dándome un hambre atroz.

— ¡Bueno, probemos! —dice mi padre pasándome una bolsa, que cojo y empiezo a tomar, sintiéndome mejor poco a poco disminuyendo mi dolor.

— ¿Y bien?, ¿si funciona Mei? —me pregunta esta vez Darick preocupado notablemente.

— ¡Sí! La verdad sí. —les digo aliviándolos a todos.

— La verdad te ves mejor. —dice mi padre, a lo cual mi madre golpea en el brazo.

— ¿Me veo mal? —pregunto preocupada.

— ¡No, claro que no, si te ves bien, bonita como siempre! —trata de explicar Darick.

— Siempre ha sido malo para mentirme, solo pásame un espejo. —lo duda un momento y me pasa su teléfono con la aplicación de la cámara abierta, al mirarme me sorprendo, estoy horrible, tengo ojeras, estoy pálida, sin contar que tengo varios cortes en mi pómulo derecho, el labio partido y la ceja también.

Solo bajo el teléfono y trato de analizar todo, no es por los golpes ni lo mal que me veo, sé quién soy y como soy, lo que tengo es que básicamente morí solo porque otras personas creen que no merezco vivir, lo peor es que van a quererlo hacer otra vez y no solo a mí o a mi familia sino a todos los híbridos.

— ¿Estás bien? ¿Podemos hacer algo? —dice mi madre.

— No... si estoy bien es solo que esto apenas empieza. —le entrego el teléfono a Darick a cambio él me da las rosas que traía para mí, animándome un poco.

— ¡Gracias! —le sonrió un poco cabizbaja.

— ¡Saben, me acabo de acordar que tengo que hacer unas cosas... vamos amor! —mi madre agarra a mi padre del brazo.

— ¿Qué?, ¿a dónde? —Mi padre siempre en la luna.

— ¡Vamos, vamos! —lo saca del cuarto, no sin antes guiñarme el ojo.

Darick se rasca la nuca, notablemente nervioso.

— Bueno... Yo... Lo siento. —dice totalmente nervioso.

— ¡Esto no es tu culpa! Es de ellos. —le agarro la mano acariciándosela.

— No Mei si lo es... en parte lo es. —separa nuestras manos separándose de mí— Si yo no fuera tan orgulloso, no te fuera ignorado ese día y no te hubieras ido como te fuiste, quizás... ni a ti, ni a Hankis les hubiera pasado nada, pero no, yo solo quise negar que tienes razón, yo no te merezco, yo solo te hago daño...

— Para, para... no puedes decir eso, no quiero escuchar eso... esto no fue ni será nunca tu culpa... deja de echarte la culpa de algo que no es, además el pasado es eso pasado, él hubiera no existe y lo sabes. —me siento en la camilla y le estiro mi mano, la agarra dudoso.

— Solo quiero que estés bien, no sabes lo que sentí al enterarme de que te habían secuestrado y ni de hablar al encontrarte en tan mal estado... mi mundo se calló por completo, quería acabar con todo y todos. —noto como trata de ocultar que llora.

— Pero estoy bien ahora, estoy aquí contigo. —le limpio sus lágrimas como él ha hecho conmigo anteriormente y lo beso— Aquí estoy, aquí y no me pienso ir nunca.

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