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Acompañada de Piplup, recorría el mundo. Siempre tenía a su fiel compañero cerca y fuera de su Pokéball, para que fuera su cómplice de experiencias y aventuras.

Así era, Dawn comenzaba su viaje Pokémon por todo lo alto. Aún no tenía ningún objetivo. Ser maestra Pokémon, tal vez criadora o dedicarse a los concursos. No sabía, solo quería dejar el tiempo pasar. De vez en cuando, tenía algún que otro combate para ganar experiencia, pero no tomaba eso como un hobby serio.

Sin embargo, era una chica muy curiosa y en su camino se plantó una vez algo que cambiaría su vida para siempre.

Un camino oscuro, perdida en un laberinto interminable de ruinas extrañas, todo parecía salido de una película de terror. Pasos perdidos y a Piplup haciéndose el valiente y a la vez aterrado sosteniendo su tobillo a cada paso.

Varios Pokémon fantasma aparecieron. Un pequeño pingüinito de agua no podía hacerles mucha resistencia. Dawn se vio en el deber de protegerlo, por lo que lo tomó en brazos y salió huyendo. Fue atacada en más de una oportunidad, pero en ningún momento soltó queja alguna.

Corrió hasta que escuchó un fuerte ruido tras de sí y los fantasmas dejaron de perseguirla. Llena de rasguños y suciedad, volvió a dejar a su Pokémon en el suelo con una cordial sonrisa. En ese momento, una luz extraña se dio a conocer frente a ella.

Piplup estaba aterrado, pero ella contaba con otro Pokémon si las cosas se ponían fuertes, solo que no quería que sus amigos se vieran lastimados, no estaba preparada para curarlos.

De repente, frente a ella una sombra se levantó en un charco de oscuridad para hacer emerger de este al más temido de los Pokémon si de paz mental hablamos, Darkrai.

Imponente, fuerte y oscuro. La chica se quedó inmóvil por unos segundos, pero luego se le acercó. Su Pokémon compañero se quedó atrás por el miedo, pero ella siguió avanzando en pasos lentos.

Darkrai no se movió, solo se quedó observándola. Cuando estuvieron frente a frente, ella sonrió.

-Gracias por salvarme de los fantasmas.- Darkrai se notaba sorprendido.- Sí, sé que fuiste tú. De alguna forma lo sé y quiero agradecerte.

El Pokémon de las sombras y las pesadillas se le quedó mirando fijamente. Desde siempre ocurría que los humanos corrían ante su presencia. Huían de algo que ni él sabía qué era, pero les espantaba. Sin embargo, esta chica no lo hacía. Ella estaba justo frente a él, sonriendo y con una luz en la mirada que encendía su más profunda penumbra.

¿Quién era ella?

Miró al Piplup, luego otra vez a ella. Una leve cortada en su pierna. No podría hacer nada. Él estaba hecho para destruir y provocar caos en la mente de la gente.

-Oye...- su voz volvió a sonar haciendo que él cruzara sus miradas una vez más.- ¿sabes cómo salir de aquí?

Asintió levemente y se dio lo vuelta en silencio. Dawn tomó a su compañero entre sus brazos y siguió al sombrío Pokémon entre las ruinas de aquel lugar. No perdía su sonrisa y eso fue algo que no ignoró el guía de sus pasos.

Vio la luz y su sonrisa se amplió. Tras unos saltos de alegría, se volteó a él para agradecerle. Tomó sus manos sin miedo alguno, y su animada mirada atrapó su corazón.

-Gracias por haberme ayudado. Eres muy bueno.

"Bueno". Era la primera vez que alguien decía que Darkrai era bueno. Y eso lo hizo dudar de si era cierto cada insulto que había recibido durante toda su oscura existencia.

-Darkrai...- dijo por fin, ella lo miró confundida.

-¿Telepatía...?- su asombro era evidente.- ¿Te llamas... Darkrai...?- él asintió y su mirada se quedó en sus manos aún siendo tomadas por las de ella.

-Mi nombre es Dawn. Es un placer conocerte, y otra vez gracias por sacarme de allí y defenderme de esos Pokémon.

Darkrai la miró a los ojos, su voz lo conmovía de una forma extraña. Esa chica humana era una extraña, pero por alguna razón, no quería que se viera envuelta en nada peligroso otra vez.

-¿Te irás?- preguntó con seriedad.

-Sí, seguiré mi viaje por el mundo. Aún no me decido qué ser. Quiero pensar que lo podré descubrir si sigo adelante.- la determinación de su mirada era envidiable.

"Me gustaría acompañarte, así podría protegerte."

Eran las palabras que su corazón suplicaba soltar, pero su mente no las proyectó.

-Ten cuidado... No te metas en líos otra vez...- que amable le resultaba que él dijera eso siendo quien la ayudó a salir de ese lugar.

-Me pasa mucho, jajajajaja...

Su melodiosa risa hizo que sus sombras se estremecieran.

-Pero, me gustaría tener a alguien tan bueno como tú para protegerme si eso vuelve a ocurrir.- se acercó a él suave y sin dejar de sonreír.

Darkrai estaba confuso. ¿Qué haría esa chica? Se acercaba cada vez más. ¿Iría a atacarlo? No se atrevía a hacerle daño a ella, pero ya sus manos temblaban queriendo formar una esfera de pesadillas. Cerró los ojos y esperó lo peor.

Ese beso lo sacó de su miedo. Nunca había dejado a un humano acercarse tanto. Por como lo despreciaban, creyó que no perderían oportunidad para lastimarlo, pero no fue así. Ella no lo hizo. Ella le dejó un tierno beso.

A pesar de estar llena de polvo y algunos rasguños, se veía hermosa a los ojos de él. Allí, alejándose mientras movía su mano en señal de despedida.

Darkrai volvió a incorporarse a un círculo sombrío en el suelo desapareciendo de la vista de la joven. Lo que ella no imaginaba era que tenía a partir de ese momento una compañía que excluía a sus Pokémon. Una compañía que se mantendría muy cerca de ella.

Tan cerca como su sombra...

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