🔮 Capítulo Veinte 🔮
Nos dirigimos al salón donde iban a ser las clases de "Etiqueta" y Sebastián no dejaba de llamar la atención, insistiendo para que lo dejase hablar.
—Huelo algo hermano —un hombre lobo comenzó a mover su nariz cerca de nosotros.
—Ese olor, si, es familiar.
Mire molesta a Sebastián y él apartó la vista.
—Es ese ladronzuelo —grito uno de ellos acercándose a mi.
Podía ver el Aura llena de violencia acercarse con rapidez.
—No hagas esto —Hable para detenerlo —Dime cómo podemos resolverlo sin dañarte.
—¿Dañarme? ¿Tu a mi? ¿Quién te crees bruja asquerosa?
—Wow, Neithan veo que la clase de modales no te sirven, ademas no soy bruja, soy hechicera. Por favor Neith dime que es lo que mi compañero te robó y te lo devolveré.
—¿Cómo sabes mi nombre? —estaba perplejo.
—Se el nombre de toda tu familia —suspire —Ahora dime que es lo que te robó.
—El colgante de oro de mi bisabuela —estaba curioso más que molesto.
—De acuerdo —chasquee mis dedos y en mi mano apareció ese collar —Ahora no vuelvas a molestarnos, si no, robare tu vida —le sonreí amable y le devolví aquel objeto.
Él comenzó a sudar y con su mano temblorosa tomó el colgante.
—Muy valientes que se hacen —Suspire —Les muestras seguridad y ya están con la cola entre las patas.
La profesora llego dándole inicio a las cuatro hermosas clases de etiqueta de hoy.
Sebastián tuvo que adoptar su forma humana ya que él debía apartarme el asiento, ayudarme a acomodarme y demás.Más que un compañero era mi sirviente y no me agradaba.
Nos explicaron con que tenedor se come cada comida y el por qué un caballero debe ser tan atento con las damas.
¡Débiles! Nos hacen ver débiles, dependiente y auto insuficiente. No me agrada nada esta clase.
Llego la hora del almuerzo y me teletransporte al comedor así evitaría la gran muchedumbre de personas corriendo hacia un mismo lugar.
—¿Te sientes bien? —Sebastián estaba tirado sobre la mesa, parecía dormido pero algo era raro.
—¿Oye? —volví a hablar —Sebastián, no me agradan estos juegos —me cruce de brazos —oh Joaquín que lindos músculos —hable tierna
Sebastian se incorporó rápidamente y me miró malhumorado al ver que lo engañe.
~Las clases de la tarde quedan suspendidas, por favor vuelvan a sus cuartos hasta nuevo aviso~
—¿Oíste? —suspire
—¡Hey! —Joaquin apareció —Déjame que te enseñe los alrededores.
~¿me dirás a quienes les robaste ?~
Sebastián negó
—De acuerdo —le sonreí a Joaquín —Primero deja que me ocupe de este gato desobediente.
Al chasquear los dedos lleve a Sebastián al cuarto y trabe la puerta.
—Eres dura con tu compañero —Joaquín río.
—Está vez se lo merece.
Joaquín me tomó la mano y me guió hasta fuera de la institución.
—¿Dónde vamos?
—Te mostrare el pequeño pueblo qué hay cerca de aquí tiene unas bellas tiendas.
Pasamos las próximas tres horas mirando las bellas estructuras de piedra y las bellas tiendas de ropa que había en aquel lugar.
Iba distraída admirando cada rincón de allí, un auto paso y salpico en un gran charco de lodo. Joaquín al verlo se puso frente a mí para que no cayera sobre mi.
Estaba excesivamente cerca.
—¿Qué haces? —lo alejé.
—Te cubro para que no te ensucien —El se volteo y tenia la espalda llena de lodo.
—No era necesario —chasquee los dedos y lo limpie.
—¿Hay algo que no puedas hacer con magia? —Sonrió mientras se miraba la ropa.
—Si, revivir a los muertos.
—Oh, ya está oscureciendo, deberíamos volver.
Asentí.
Cuando llegamos a la institución el sol ya se había ocultado por completo, nos despedimos en el pasillo y fui a mi cuarto.
Entre y Sebastián me aprisiono contra la pared.
—¿Qué haces? —me quejé, había golpeado mi espalda.
Él me miro con el ceño fruncido, me olfateo y me besó inesperadamente.
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