—No te besaré —me sentía atrapada

—Entonces yo lo haré— sonrió con picardía y me miró fijo a los ojos.

—No, no lo creo —sonreí.

Cuando el se acercó, con intenciones de besarme, me escabullí por debajo de sus brazos y salí corriendo.

—¡Hey, vuelve!— comenzó a correr detrás mío.

Mientras corría miré hacia atrás para ver a qué distancia estaba Dylan, pero choque con alguien y cai sentada al suelo.

—¡Eleonor! —el miedo invadió mi cuerpo.

—Deja de buscar Cornelia —me miró enojada —Serás tu la que pierda.

—¡No! No dejaré de buscar Eleonor — con la vista mire a mis alrededores para ver si Dylan estaba.

—¿Qué buscas? — levantó su voz.

—Nada— respondí casa instantáneamente.

—Tu madre vino a mi— Levantó una de sus cejas y yo tragué fuerte.

—Ah, yo no quise lastimarla— me excusé.

—¿Piensas que eso me importa? Dijo que encontraste a Dylan — bajo la vista —¿Lo recuerdas?

—No, aún no lo recuerdo. Pero lo haré.

—No, no lo harás si quieres que todos sigan con vida.

—¿Por qué dices eso? ¿Qué es lo que es tan malo?— pregunte indignada.

—¿Conoces a este chico? — luego de un movimiento de manos apareció Sebastián encadenado.

—¡No!— respondí intentando sonar segura.

—Mentirosa— golpeó mi rostro.

—No le hagas daño —me incorpore del suelo.

—Oh cariño, ten por seguro que lo haré. — río con maldad.

—¡No te dejare! —mis ojos se cristalizaron.

—Ama —susurro con tristeza Sebastián.

Con discreción, mientras Eleanor me gritaba furiosa por desafiarla,  libere sus cadenas y el lo disimuló.

Cuando Sebastián hizo un movimiento para escapar Eleanor lo tomo del cuello y aquellas cadenas cayeron al suelo.

—¡Dejalo!— Grité.

Los quejidos de dolor de Sebastián resonaban en mi cabeza, sentí mi cuerpo arder de furia.

—¿Co-Como es posible?— tartamudeo Eleonor.

Mi visión era roja y tenía grandes ganas de matar a todo el que se me cruzará.

Eleanor soltó a Sebastián y escapó.

—Ama, estoy bien. Tranquilícese por favor.

—Cornee— gritó Dylan mientras se acercaba corriendo.

El me abrazo y contuvo mis brazos que querían despedazarlo.

—Tranquila— susurro en mi oído.

Lo recuerdo, yo mate a alguien, lo mate.

Podía ver mi reflejo en los claros ojos de Dylan, yo era un monstruo.

Mis ojos eran rojos, tenía colmillos y de veía la violencia en mi rostro.

—Tranquila —volvió a susurrar Dylan.

Gruñí.

—Ama —Sebastian tocó mi rostro eh intente morderlo.

—Estoy bien —volvió a hablar y con dificultad beso mi frente.

Lentamente un sentimiento de seguridad y tranquilidad invadió mi interior y logré calmarme.

Dylan lentamente desajustó su abrazo y me dió movilidad.

—Yo lo mate, yo mate a alguien —susurré.

—Mi reina, eso salvó su vida —me excusó Sebastián.

—Me siento fuera de tema — habló molesto Dylan.

—Luego le explicó señor Dylan.

—Quiero ir a casa — estaba en shock yo mate a alguien, le rompí el cuello. —Rompí su cuello Sebastián, lo mate.

Dylan apretó la mandíbula y me soltó.

—No, ella realmente necesitaba hacerlo— intento explicarle a Dylan.

—Necesito hacer algo— Dylan se excusó y se fué.