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🔮Capítulo Doce🔮

—Reina Alicia —me llamaban

Se me hizo extraño que me llamaran Alicia y yo voltease ya que no es mi nombre.

—¿Qué sucede? —respondí con formalidad.

—Este muchacho intentó robar un caballo de los establos.

Al voltearme ví a Sebastián.

—Ama, ya ha dormido cuatro horas y su madre llegó —al abrir los ojos noté que todo había sido un sueño, que se sintió muy real.

—¿Mi madre? —era hora de que regresara.

Me incorporé apresurada y baje a la cocina.

—Hija —susurró culpable y al entrar más a la habitación vi a Eleanor.

—Se que aquí está Sebastián, entrégalo.

—¿Qué? No está aquí, ayer se fue por un alboroto que hubo con otro hechicero.

—Cornellia no intentes mentir —habló amenazante.

—¡No dejaré que nos separen! —la idea de que se lo llevarán de mi lado me asustaba y me hacía sentir vacía.

—Solo es un singapura, puedes encontrar a otro que no sea un ladrón de unicornios. Están en extinción y es un delito grave.

—¿Existen? —estaba sorprendida sólo pensé que era un mito su existencia.

—¡Claro que existen! —solo que están bajo protección.

Ladrón de caballos, ladrón de unicornios ¿será una coincidencia?

No está aquí, lo siento Eleanor.

—Querida, no quieras mentirme.

Las cosas se pusieron tensas, Eleanor no me quitaba la vista de enésima y parecía que quería matarme con su mirada.

—Entrégalo de una vez no tengo todo el día.

—No está aquí —luego de decir eso le di un cierre a la conversación yéndome a mi cuarto.

Al llegar realmente el no estaba.

Eleanor apareció detrás de mi —no sé cómo es que no está aquí, pero no escapará por siempre.

Mire a mi madre confundida y asustada.

Eleanor se fue advirtiéndome con la mirada.

—Madre, el se fue.

—La convencí para que no me traicionase de nuevo con ella.

—Cornelia —suspiró, para luego bajar a la cocina.

Desaparece por días y sólo me regala un suspiro... esta extraña.

Cerré la puerta de mi cuarto y lo busqué por cada rincón posible, luego corrí al baño y lo llamé por la ventana, pero nada, no apareció.

Cómo si se tratase de una familia normal mi madre me llamó para la cena y comimos fingiendo sonrisas y alegría.

Lave los platos, me despedí y subí a mi cuarto.

Tome un libro de hechicería nivel tres, debía mejorar mis habilidades para poder proteger a mis seres queridos.

Cuando los ojos comenzaron a sentirse pesados, deje el libro en mi mesa de luz, me recosté y me tapé.

—Reina Alicia —me llamaban

Se me hizo extraño que me llamaran Alicia y yo voltease ya que no es mi nombre.

—¿Qué sucede? —respondí con formalidad.

—Este muchacho intentó robar un caballo de los establos.

Al voltearme ví a Sebastián.

—Oh ama —se acercó a mi sonriente

—¡Guardias! —llamó asustada la mucama al ver la proximidad del muchacho.

—No —alcé la mano deteniendo la orden.

Aquel chico besó mi mano y se arrodilló.

—La condena por robar es la decapitación.—advertí.

—Su majestad, por favor perdone mi vida y le pagaré con mis servicios eternamente, mi ama.

De forma abrupta el despertador me saco de mi sueño.

¿Por que se siente tan real? ¿Acaso? No... ¿será una de mis vidas pasadas?

—Cornellia ¿Irás a la escuela?—mi madre golpeó a la puerta.

—¡Si!

Me incorporé me arreglé con un chasquido y baje.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que la magia no se usa para cotidianidades?

—Es una forma de practicar —murmuré.

—Es una forma de desperdiciar energía.

—No voy a ponerme a explicar, así como vos no te pusiste a ayudarme con mis recuerdos.

Tome un vaso térmico y pase mi café, tome unas tostadas y salí.

Realmente no tenía ganas de seguir escuchando a mi madre, ella me traicionó y aún así quiere controlar mi vida.

¿Dónde estará Sebastián? ¿Estará bien?...

Sin evitarlo nuestro beso pasó por mi mente y automáticamente sentí como mis mejillas se acaloraban... lo extraño.

Llegué al colegio y Dylan tenía un aura oscura a su alrededor.

—¿Te encuentras bien?

—Por juntarme con sucias hechiceras —indirecta para mi—recibí una advertencia.

—¿Te lastimaron?

—Se me pegará tu olor, mejor vete.

Me reserve mi furia, calle y me fui al aula.

Ahora ¿qué hice? ¿Por qué tanta enemistad entre los hechiceros y su especie?

Me senté a esperar la llegada de la profesora.

—¡Córrete idiota! —se escuchó desde afuera.

—¿Por qué no te corres tu perro sarnoso? —ese era Dylan.

Me levante apresurada y salí al pasillo.

—¿Me tienes miedo gatito?

Esperen...¿Perro sarnoso? .... ¿Gatito?... será que ese chico también es una criatura Mágica ¿sino cómo sabe de Dylan?

Ambos empezaron a pelear, aquel chico extraño mordió el brazo de Dylan y se pudieron ver sus grandes colmillos, el brazo de Dylan comenzó a sangrar, pero, con su otro puño comenzó a golpearle el rostro, de un segundo a otro Dylan lo tenía del cuello y lo estaba asfixiando.

—¡Suéltalo! —grité asustada —Vas a matarlo, ¡Suéltalo!

Lo único que podía ver en el rostro de Dylan era odio, soledad y furia.

Me acerqué sigilosamente y me agaché a su lado.

—Suéltalo —susurré lo más calmada que pude.

El levantó su codo y golpeó muy fuerte mi rostro.

—¡Estas loco! —mis ojos se llenaron de lágrimas, me dió  justo en la nariz.

El reloj dejó de soñar con su tic toc y supe que alguien había detenido el tiempo.

Eleanor apareció delante mío más feliz que nunca.

—Señor Dylan usted ha matado a otra criatura mágica, llegó el momento de que venga conmigo.

El soltó a aquel cuerpo e intentó escapar.

Eleanor estiró su brazo y una serpiente lo recorrió hasta bajar y alcanzarlo.

—Adiós Cornelia, pronto nos veremos.

Sin darme tiempo de quedar en shock corrí hasta el cuerpo sin vida de aquel chico.

Intente utilizar sobre él todos los conjuros mágicos medicinales que conocía, pero era demasiado tarde.

Una vida había sido quitada frente a mis ojos y no pude hacer nada para salvarlo.

Ya no quería estar en la escuela, me dolía mi nariz y estaba impotente por ser inservible.

—¿Qué haces aquí hija? —mi madre volteó a verme —¿Qué te sucedió? —corrió hacia mi.

—Dylan, me golpeó y mato a alguien. Eleanor se lo llevó ¡No pude hacer nada!

—Déjame ayudarte con esa herida —ella puso su mano sobre mi nariz y rápidamente sentí el alivio en la zona.

—Gracias...

—Ve a descansar e intenta olvidar lo que viste hoy, ahora Dylan ya no estará más a tu alrededor así que no volverá a dañarte.

Sin replicar, ni responder subí a mi cuarto.

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