Capítulo 26
—Sebastián, tienes que entender que no podemos estar juntos, lo que hiciste el otro día estuvo mal.
—¿Por eso estuviste así todo este tiempo?
—Eres mi compañero mágico y así se quedará —ignore su pregunta.
—Pude aguantarme esto antes, pero ese día, cuando había que romper el hechizo tu aceptaste que te besara y ahí cambio todo. Ya no puedo aguantarlo, no si volví a sentirte tan cerca de mi como antes.
—Deja de decir tonterías.
La música comenzó y Lion vino a buscarme.
—Veo que tu compañero no sabe comportarse y que no quiere compartir a su ama —río y colocó su mano en mi cintura.
—Si
—Dicen que los gatos son muy celosos y veo que es verdad —comenzamos a bailar el vals.
—Muy cierto —reí estaba decidida a olvidar mis sentimientos, ignorarlos.
La respiración de Lion chocando contra mi oído me ponía nerviosa. Intente librarme de él una vez que la primera canción termino, pero me detuvo.
—¿Estas bien?
—Si, es solo que tu cercanía me pone nerviosa.
—Es bueno que no estés acostumbrada a estar cerca de otros hombres, me encanta —susurro lo último en mi oído.
Es verdad, con el único que recuerdo estar así de cerca era con Sebastián. Y supongo que en algún tiempo fue con ese Dylan.
Esa regla volvió a mi mente al recordad lo que nos había pasado.
—¿Podríamos bailar otra pieza?
—Claro —sonreí.
Lion es de buena familia, quizás sea feliz junto a él. No lo amo, pero quizás pueda llegar a hacerlo.
Al terminar la canción Lion bajo un poco la mano que antes descansaba en mi cintura. Lo mire confundida y él acercó su rostro.
Se detuvo antes de besarme, esperando a que yo terminara de cortar la distancia que nos separaba. Y lo hice.
—Cornelia, ¿te gustaría que intentemos formar una relación?
—Me gusta otro, pero si. Si aún sabiendo eso aceptas yo prometo hacer lo posible para llegar a amarte.
De esto se trataban estos bailes ¿no? Buscar a alguien y formar una pareja o casarse, yo solo sigo las reglas.
Pude ver el rostro de Sebastian palidecer.
Lo ignore, no podía dejarme llevar nuevamente, no podía permitir que me borraran los recuerdos de él. Nunca.
Y si esta es la forma de proteger nuestras memorias, pues soportaremos un poco. El tiempo cura todo dicen.
El baile termino y algunas habitaciones parecían nido de amor, en el mundo mágico se creo que un chico o una chica no es tuya hasta que duelen juntos y si aceptaron casarse prácticamente era obligatorio.
Subimos hasta mi cuarto y me detuve en la puerta.
—¿Entraremos?
—No —afirme.
—¿Qué?
—No estoy lista para esto. Lo siento.
—¿Entonces me iré así como así?
—¿Podrías?
—Claro que puedo, no estés asustada. —el beso mis labios y se despidió.
Cuando no pude verlo mas entré a mi habitación.
—Si tu no lo hacías irse, él hubiese muerto aquí.
—¡Sebastián! ¡Por Dios! Me asustaste —puse mi mano derecha en mi pecho.
—Los vi Cornelia, los vi besarse y los escuché. Te escuché.
—Sebastián, las reglas se hicieron para algo.
—Para romperse.
—No, exactamente para eso no —prendí la luz.
—Ambos sabemos que es lo que sientes —me encerró contra la pared y apago la luz.
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