Capítulo 22:
Sebastian se había quedado mudo, nuevamente. Se incorporó de la cama y me miró.
—Déjame anotarlo —suspiró.
Sin dejar perder un segundo de tiempo, aparecí una libreta junto con un bolígrafo para él.
Él hizo una mueca de desagrado y tomó aquel bolígrafo.
La lista era larga, concisa. Apellidos muy importantes había en ella.
—Sebastian—suspiré —¿Por qué lo hiciste? —me senté a su lado expectante.
—No se —susurró —mi madre estaba enferma y necesitaba el dinero —confesó.
—¿Por qué no me pediste ayuda? ¿Sabes que puedes contar conmigo?
—Por que no quería involucrar a nadie, ademas estaba Dylan. No quería molestaros.
—Me molesta saber que tuviste dificultades y no fuiste capaz de confiar en mi, en pedirme ayuda.
*Es hora del desayuno*-el alto parlante irrumpió en aquel tenso momento.
Me levanté leyendo aquella lista y pensando en la madre de Sebastian.
—¿Ella se recuperó? —al fin pregunté.
—No —susurró —. Mi madre murió —su voz se quebró.
—Lo siento mucho —me acerqué a él y lo abracé.
Bajamos juntos para tomar el desayuno y, como cualquier alumno, hice la fila para agarrar la comida.
Sebastian, en forma gatuna se acurrucó triste entre mis brazos.
Luego de unos minutos de fila tomé lo que iba a ser mi desayuno y me dirigí a una de las mesas.
Sebastian adopto su forma humana y se sentó en frente mio.
A veces se ve tan distante y pensativo. Me pregunto, ¿Por cuántas cosas habrá pasado él? Estará feliz en estos momentos estando con migo, soy un poco dura y terca, lo reconozco, pero, en estos momentos siento que el fue mi salvación cuando no conocía a nadie el vino a mi mente y el me cuido en muchas ocasiones, se sacrificó en varias cosas por mi y yo creo que si fui muy dura. No quiero que el se aparte de mi, ni por un segundo me agrada esa idea.Pero esta prohibido ¿No?, después de todo por eso es que no tengo memoria alguna de esos años. Al menos eso me dijo él.
Ademas están esas memorias de mi vida pasada junto él. Y ahora que lo pienso ¿Ese era Sebastian? ¿El actual él? o ¿También era su yo pasado?
El timbre de inicio de clases me sacó de mis pensamientos.
—¿Vamos? —él me preguntó adoptado nuevamente su forma animal.
Salto a mis brazos y lo abracé, contenta de sentir su presencia cerca de mi.
—Nunca me dejes — susurré mientras me dirigía al gran salón.
—Nunca lo haría —susurró en respuesta.
Entramos y la instructora de baile estaba impaciente por la llegada del resto de la clase.
—Buenos días Cornellia, es un honor tenerte en mi clase.
—Buenos días —sonreí con amabilidad.
—Chicos, bienvenidos a las que serán sus clases de baile. Pronto tendremos un Baile de sociedad Mágica y no quiero que ninguno de ustedes haga el ridículo.
Había leído sobre ello, Bailes de sociedad mágica, es donde las familias presentan a sus hijos para encontrar un buen partido. Una buena esposa o esposo, alguien con quien su hija o hijo estará para el resto de la eternidad. Un baile donde las familias exhiben a sus hijos como monos y los obligan a casarse sin importar los sentimientos de los mismos.
—Señorita, ¿piensa escuchar?
—Si, lo siento.
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