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Capitulo 6


Estaba esperando, nervioso. Tenía la cena lista y había inventado muchas excusas para justificar la estancia de Joy en nuestro hogar, aunque ninguna parecía ser lo suficientemente buena y mis padres aún no llegaban.

Lo primero que se me ocurrió fue contar parte de la versión real. Que la había encontrado perdida en el bosque y que ella no recordaba donde vivía, aunque fuera demasiado trágico. Pero entonces caí en la cuenta de que, en tal caso, debería recurrir a la policía y eso me hizo desecharlo por completo.

Se me ocurrió también, decir que Joy era mi novia, que la traía a vivir conmigo y que no había creído necesario presentárselas hasta entonces, sin embargo, mis padres tan conservadores como yo, me habrían preguntado "¿cuándo es la boda?" Sacudí la cabeza ante la imagen mental de la escena. ¿Qué podría decirles entonces?

- lo cierto padre es que… Joy es mi gatita que se ha transformado en humana… - no, claro que no. ya podía verlos escupiendo el té en mi rostro y ahogarse de la risa.

– ¡Ahg! ¡Que complicado! – me quejé en voz alta revolviendo mi cabello en una clara muestra de desesperación. No se me ocurría algo creíble y aceptable como para traer una chica a casa, al menos a vivir. Al final, después de varias excusas, se me ocurrió una que esperaba sirviera, y como si mis padres hubieran estado esperando a que yo encontrara la respuesta, entraron en el mismo momento en que la hallé.

– ¡Wow!… ¿qué es ese rico olor? – escuché decir a Ana desde la entrada.

– ¿Contrataste una empleada? – le preguntó Carlos . No es que nosotros no tuviéramos empleadas, pero ellas venían a ciertas horas y no estaban permanentes en nuestra casa, además la mayor parte del tiempo solo se encargaban del aseo, Ana siempre insistió en que como madre y esposa ella debía encargarse de la comida y lo agradecía, su comida era la mejor.

– ¿Parezco una empleada? – Les pregunté al llegar a su lado.

– ¡Freddy! ¿Has cocinado tú? – preguntó mi madre insegura mientras Carlos le ayudaba a quitarse el abrigo y hacía lo mismo con el suyo, colgándolos en el perchero cercano a la puerta de entrada.

– Me ofendes madre – respondí haciéndome el dolido.

– Lo siento cariño pero es que es extraño que tú hagas la cena.

– Lo sé pero…

– ¿Qué hiciste ahora? – preguntó mi padre alarmado. Puse cara de pocos amigos.

– ¿Por qué llegaste a esa conclusión?

– Bueno, la última vez que cocinaste fue cuando chocaste el auto.

– Papá… en ese entonces estaba recién aprendiendo a conducir – me defendí –no hay accidente esta vez.

Eso pareció ser suficiente porque solo se encogió de hombros y no preguntó más.

– Bien, probemos esa cena entonces –dijo y nos dirigimos al comedor.

Corrí la silla de mi padre a la cabeza de la mesa y luego la de mi madre a su lado, en cuyo caso me quedé esperando hasta que se sentara. Les serví el té y la comida y disfrutaron un momento en silencio, dándose algunas miradas que solo ellos entendían. Yo los observaba con admiración. A simple vista se les notaba aquel amor que sentían el uno por el otro y aquella complicidad que solo se obtiene después de años de confianza.

– ¿Entonces qué es esta vez? – insistió mi padre. Él no podía creer que hubiera solo buenas intenciones detrás de una cena, al menos no de una hecha por mí.

– Vamos.… ¿por qué tiene que haber una razón?

– ¿Entonces no la hay? – Me miró escéptico.

– Bueno…

– Vamos Freddy, sin tantos rodeos –Carlos no se había tragado ni una palabra mía, me conocía demasiado.

–Está bien –dije soltando un suspiro y comencé a contarles la "verdad", lo era al menos a medias –. Verán, hay un nuevo programa de intercambio en el instituto y solo recientemente se está llevando a cabo… – los miré y Carlos me indicó con la mano que prosiguiera – bueno, esto debía contárselos hacen unos meses atrás pero lo había olvidado por completo – improvisé.

– ¡¿Te vas de intercambio?! –Preguntó Ana con horror – ¿no dijiste que harías el instituto aquí? ¡Dijiste que solo te irías cuando entraras a la universidad!… – parecía que mi madre estaba a punto de colapsar pero me dispuse a evitarlo cuando vi sus ojos comenzar a humedecerse.

– Mamá tranquila, no me voy a ningún lado.

– ¿Ah no? – preguntó sorbiéndose la nariz ¿de verdad era más madura que yo?

– No.

– Bueno, en ese caso ¿qué pasa con ese programa? – preguntó con animo de nuevo. Vaya paciencia que debía tener mi padre con esos cambios de humor.

–Bien, hace dos meses el director me preguntó, así como a varios otros, si podría disponer de mi casa para tenerla en cuenta cuando algún estudiante llegara… – volví a mirarlos pero no hablaron, entonces seguí –yo le dije que no había problema pero entonces no pensé que alguien quisiera venir a de intercambio. ¡Ahora resulta que una chica viene a quedarse y han escogido nuestra casa! –dije lo ultimo lo más rápido que pude y cerré los ojos esperando la reprimenda. Hubo silencio por unos segundos.

– ¿Y eso es todo?

– ¿Eso es todo? – repetí sin comprender, abriendo los ojos otra vez.

– Freddy cariño – habló mi madre –la casa es lo suficientemente grande como para que viva una persona más aquí… o varias. –mi boca tocó el piso, y yo que me había preocupado tanto. – ¿y cuando vendrá?

Tenía que ser un poco coherente. No podía decirle que ya estaba instalada en nuestra casa, pero no podía dejar pasar más tiempo y seguir escondiendo a Joy.

– Ehm… mañana –solté sin más y la cara de Ana se volvió en una mezcla de molestia y preocupación.

– Freddy, eso es muy irresponsable de tu parte – me regañó –, debiste haber avisado antes, ya es de noche, ¿a qué hora voy a organizar su cuarto? ¡No podré decorarlo a tiempo! – debía admitirlo, era mi madre… ¡pero parecía una loca! movía sus brazos en todas direcciones y gritaba cosas sobre el cuarto de la chica. Estaba totalmente irritada y por alguna razón me recordó a Chica, aunque claro ella era loca por la ropa y mamá por la decoración, bueno, no por nada ese era su trabajo.

– Papá, has algo… – le susurré para que mi madre no escuchara.

– Querida – le dijo suavemente y posó su mano en la de ella –no te preocupes, ya tendrás tiempo de decorar su habitación, a demás, ¿no crees que es mejor si eliges las cosas después, junto a la chica? – Ana por fin se tranquilizó.

–Oh… tienes razón ¿qué haría sin ti? – dijo dándole un abrazo y un beso en la mejilla. Carlos solo sonrió y se dejó querer.

Yo lo miraba sorprendido, en verdad tenía mucha paciencia y sabía como tratarla y qué decirle. Creo que yo jamás lograría algo así, tendría que gustarme demasiado alguien, pero eso no alcanzaría para soportar todos los años que Carlos llevaba, creo que debería estar muy enamorado. De verdad nunca entendería como mi padre se fijó en mamá, eran tan diferentes, pero al menos estaba seguro de algo, ellos eran el complemento perfecto. Como si hubiera estado escuchando mis pensamientos y aún bajo los brazos de Ana. Carlos me guiñó un ojo.

Bien, todo estaba arreglado. La cena fue un éxito y para la llegada de Bella solo tendría que hacer algunas maletas con la ropa que habíamos comprado y ponerla en una de las habitaciones, total mis padres no estarían en casa al momento de la supuesta llegada de la chica y eso sería suficiente para que creyeran que venía de un viaje.

"eres un genio" – dijo mi conciencia

– Lo sé – le respondí alegre, mientras sacudía mis manos en actitud de "trabajo hecho". Sí… demasiado raro, pero sí que estaba de buen humor incluso como para hablarme a mí mismo. Sin embargo mi humor fue opacado por el cansancio y el sueño así que en cuanto terminó la cena, me despedí de mis padres y subí a mi habitación para ir a dormir. Abrí la puerta y prendí la luz, sorprendiéndome cuando recordé que Joy se encontraba durmiendo en mi cama. Tomé mi pijama - que no ocupaba hacía bastante rato porque generalmente dormía solo en paños menores, pero esta noche no podría hacerlo así - y me dirigí al baño, ya que no podía correr el riesgo de que mi gatita se despertara justo cuando me estaba cambiando. Luego me lavé los dientes y me dirigí a la cama. Al principio dudé si debía o no dormirme junto a ella, me quedé mirándola un buen rato pero decidí que si me acostaba lo más lejos para no tocarla, no importaría, así que lo hice así. Pronto el agotamiento del día de compras hizo de las suyas y ya no supe nada más.

Desperté al sentir un dulce aroma. Un aire que iba y venía rápidamente golpeaba mi rostro.

– Joy… – dije a penas, sabiendo que se trataba de mi gatita que como casi todos los días me despertaba antes de que sonara la alarma. Esta era una de sus formas de hacerlo; olfateando mi rostro.

Abrí un ojo lentamente mientras me restregaba el otro con el puño.

– ¡Ahhh! – Grité cuando logré enfocar bien la vista, después de encontrarme con unos ojos de gato pero en un rostro humano; caí de la cama por la impresión y Joy salió corriendo asustada al otro lado de la habitación – ¡rayos! –. Exclamé sobándome la espalda por el golpe.

– ¿Estás bien? – me preguntó Joy llegando una vez más a mi lado con rostro de preocupación.

– Sí, solo… creo que será difícil acostumbrarme a verte como humana, más cuando tienes las mismas costumbres que de gatita. – le expliqué poniéndome de pie. Ella no dijo nada.

– Bien gatita, espérame aquí – le pedí, escogiendo ropa del closet y dirigiéndome al baño – salgo en unos minutos. Ella solo asintió y quedó sentada en la cama.

Me bañé lo más rápido que pude para ir a vigilar a mi gatita, no es que no confiara en ella, solo que los gatos nunca han sido precisamente obedientes.

Salí vestido (con jeans, mis convers de cuero negras y una camiseta blanca) pero con el pelo goteando, ni siquiera con la toalla me lo sequé para ir rápido donde Joy. Miré hacia donde estaba cuando entré al baño, y allí mismo había quedado. Me miraba sonriendo con cara de inocente, algo no andaba bien. Amplié mi vista ya que solo me había fijado en que ella estuviera allí y ahí estaba la respuesta. Mi almohada estaba toda arañada y las plumas esparcidas por toda la pieza.

– ¡Joy! – Grité y ella se escondió bajo el cobertor de la cama – oh… no pequeña, de esta no te escapas – le advertí acercándome a la cama quitando las tapas de un tirón. – ¡mira lo que hiciste, Joy! – le indiqué el desastre y me crucé de brazos.

Ella miraba el lugar como si estuviera tan sorprendida como yo por lo ocurrido, casi preguntándose que habría pasado. Luego levantó su vista hacia mí con cuidado y me miró con esos ojos grandes y brillantes, mientras hacía un tentador puchero.

– ¡Oh... Por favor! No pongas esa cara de gato con botas… – le exigí, mejor dicho, casi le rogué porque no podría resistirme si seguía con eso. Pero era una tramposa y como si se hubiera dado cuenta de mi debilidad, acentuó su expresión exponiendo aun más su labio inferior y poniendo esos ojitos de ruego.

Me di cuenta que mi expresión se relajó pero no pude hacer nada para evitarlo.

– Ok, ok. Solo… no lo vuelvas a hacer ¿está bien?

– Está bien – dijo y sonrió.

– Bien señorita – le dije serio otra vez –, pero eso no quiere decir lo dejaré pasar así como así. Está estrictamente prohibido rasguñar las almohadas, las cortinas o cualquier cosa de esta casa. ¿Queda entendido?

– Pero yo solo quería afilar mis garritas – dijo mirando sus uñas retráctiles.

– Mm… entiendo, pero tendrás que hacerlo rasguñando algún árbol. – fue lo único que se me ocurrió de momento.

– Oh, está bien. – Se encogió de hombros.

De pronto alguien golpeó la puerta. Me quedé estático.

– ¿Freddy? – era la voz de mi madre. – ¿Estás bien?

En un acto desesperado hice que Joy entrara en el armario, pero estaba repleto con sus cosas y las mías. "mala idea" pensé.

– Escuché unos gritos hace unos momentos. – continuó Ana. Sabía bien que no se iría a menos que le abriera la puerta.

– Entra al baño – le susurré a Joy – ¡ya voy mamá! – Grité hacia la puerta del pasillo – guarda silencio – le volví a pedir a mi gatita y cerré la puerta del baño para abrir la otra. – ¿qué pasa mamá? – le pregunté acomodándome la camiseta como si me hubiera estado vistiendo recién y por eso la demora para abrir.

– Es que te oí gritar, como si retaras a alguien.

– Ah eso – miré hacia adentro y mi mente hizo clic; puse cara de enojado y llevé a cabo mi idea –. Claro que retaba a alguien –, dije abriendo completamente mi puerta – ¡mira lo que hizo Joy, mamá! – acusé sabiendo que ella pensaría en Joy aún como una gatita.

– Oh, por Dios – dijo mirando el desastre – ¿y donde está ahora?

– Ha escapado, pero le cerré la ventana – dije al fijarme que así se encontraba – no dejaré que vuelva a casa, ha hecho demasiadas travesuras y esto ha sido el colmo.

– Pero cariño, es solo un animalito indefenso. – mi madre tenía corazón de abuelita y aunque yo tampoco habría echado a mi mascota por esa razón, debía llevar a cabo mi plan si quería explicar por qué mi gatita ya no se paseaba por la casa como antes.

– Lo siento, pero lo he decidido.

– Bueno, entiendo… pero al menos déjala en un hogar de mascotas, tal vez te arrepientas y luego quieras recuperarla.

– Está bien mamá, si vuelve la llevaré.

– Eso está mejor – se alegró, luego besó mi frente – ya debo irme, recibe bien a la chica de intercambio por nosotros, ¡nos vemos! – y dicho esto salió rápidamente hacia la planta baja. Ya iba retrasada.

Después de eso fui al baño y mi gatita me miraba con sus ojitos húmedos y un puchero involuntario. No fue necesario que me dijera nada, lo había entendido. Ella escuchó lo que había dicho a Ana y pensó que era de verdad.

– Tranquila pequeña –la abracé – nada de eso es cierto, te quiero mucho – le dije acariciando su cabello – jamás dejaría que te fueras de mi lado.

De una manera extraña la necesitaba, no sé como pero el solo hecho de pensar en que se fuera de casa me oprimía el pecho. Cuando lo entendió por fin y su semblante mejoró, escogí su ropa del día, (lo que incluía llevar ropa deportiva para ella y para mí en la mochila) y dejé que se bañara solita esta vez, cuando salió por fin se había vestido bien, con unos jeans ajustados y una camiseta de mangas cortas con mucho estilo, me sentí orgulloso de mi gatita que aprendía tan rápido. Luego bajamos a desayunar.

El día en el instituto no me hizo ninguna gracia. Los chicos seguían por Joy igual de babosos que el día anterior. Intentaban a como de lugar acercársele pero yo estaba para impedírselos, haciendo sus oportunidades muy escasas.

En las clases que tenía con Cami las cosas no iban mejor. Me miraba con desprecio y yo seguía sintiendo extrañas puntadas en el pecho; la herida aun no estaba curada y sería ilógico que lo estuviera en tan poco tiempo. Sin embargo las cosas no habían sido tan difíciles como el día en que la descubrí engañándome porque Joy había absorbido todo mi tiempo y pensamientos como para darle demasiada importancia a lo demás.

Por otra parte, mi pobre gatita pasó vergüenza cuando le preguntaron en clases de biología sobre la fotosíntesis y ella dijo sin intención de bromear – ¿Qué es eso? ¿Se come? – Todos se pusieron a reír y aunque Joy no comprendía por qué, se hundió en su asiento apenada. El profesor la reprendió diciéndole que si quería dárselas de graciosa podía ir a trabajar a un circo y dicho esto volvió a escribir en la pizarra, indignado. Vi a Joy a punto de preguntar otra vez pero alcancé a taparle la boca y ella como reacción, me mordió. Estuve a punto de quejarme pero me aguanté para no atraer más la atención aunque un par de alumnos se dieron cuenta y rieron nuevamente en silencio. Joy, al notar lo que había hecho, me miró con sus ojos llenos de culpa y tomó mi mano rápidamente, no entendí lo que pretendía hasta que sacó su pequeña lengua para empezar a lamer los puntitos de sangre que habían dejado sus afilados colmillos en la palma de mi mano, pero la aparté rápidamente, no iba a permitir que se humillara de esa manera, aunque tal vez ella no lo viera así y fuera solo una forma de pedir disculpas.

Exceptuando los percances, las clases pasaron normal y como hoy era miércoles solo tuvimos una clase después de almuerzo y luego quedábamos libres. En mi caso me correspondía quedarme para la academia de basquetbol, igual que a Bonnie y a Foxy. Joy por su parte tendría sus entrenamientos con Chica y Mangle

Nos dirigimos con Joy al gimnasio y esperamos a que las chicas llegaran y se quedaran a cargo de ella. Por mi parte tuve que hacerme cargo del equipo ya que el entrenador tuvo que salir. Así que tomando el control, mandé a todo el mundo a lanzar canastas y luego hicimos un partido.

Chica POV

Al terminar las clases del día Mangle y yo, que teníamos historia juntas, esperamos a nuestros respectivos novios para dirigimos juntos al gimnasio donde nos encontraríamos con Freddy y Joy. Allí Freddy que era como un hermano para mí, iba a entrenar con su equipo de basquetbol. Sí, era el capitán y además era tan bueno que el profesor lo dejaba a cargo de los entrenamientos la mayoría del tiempo.

Mientras los chicos practicaban, quedamos de acuerdo en que Meg y yo entrenaríamos a Joy para la competencia contra Cami, quien había engañado a Freddy, la muy... pero prometimos que no se quedaría así y ahora nos prepararíamos para la venganza.

Joy por su parte nos había parecido un amor, se veía muy tierna y todo, pero se notaba que tenía su carácter, no fue necesario que la conociéramos bien para que decidiéramos aliarnos en contra de Cami. nosotras porque ya odiábamos a la alienigena y ella… no lo sé, parecía que tenía cierta cercanía con Freddy que la hacía saltar a defenderlo sin pensar, porque realmente esa chica no había dudado ni un segundo en aceptar los estúpidos retos que impuso Cami. Pero no podía creer que detrás de eso hubiera solo una amistad, yo decía que ellos se traían algo más, tal ves se gustaban o incluso tenían una relación en secreto, sino Freddy con lo sentimental que es, hubiera estado ahora mismo llorando encerrado en su cuarto por el rompimiento con Cami y sin embargo le vemos sonriendo y más encima, llegando en compañía de una linda chica un día después. Pero ya averiguaría que se traían entre manos.

Una vez que llegamos al gimnasio los chicos se pusieron a entrenar inmediatamente y nosotras, luego de cambiarnos, nos fuimos a la cancha del lado para comenzar con la "práctica chaerleader".

– Muy bien Joy– inició Meg–, primero quiero preguntarte si tú sabes algo sobre piruetas de porristas. – Ella solo negó con la cabeza.

– ¡¿Nada de nada?! – pregunté yo con preocupación y ella volvió a negar.

– Esto será más difícil de lo que creí – dijo Mangle– qué más da ¡a entrenar se ha dicho!

Una vez que terminamos de correr y con músculos calientes nos pusimos a elongar siguiendo los ejemplos  Uno de los ejercicios consistía en agachamos hasta tocar la punta de nuestros pies. Un silbido sonó por lo bajo.

– ¡concéntrate Foxy! – lo retó Freddy desde la otra cancha.

– ¡Oh vamos!, no te hagas el mojigato – reclamó el aludido – dime que no miraste a Joy haciendo ese ejercicio – los demás compañeros rieron y Freddy se puso todo rojo.

– ¡quince vueltas alrededor de la cancha Foxy! – Él realmente se tomaba enserio el puesto de capitán o Foxy lo había dejado en vergüenza y se estaba desquitando.

– Pero…

– ¡Ahora! – Entonces el tonto se puso a correr– ¡que esto les sirva de ejemplo! – Gritó al resto del equipo – en un partido real una distracción así podría significar la pérdida, ¡que esto no vuelva a ocurrir! – los demás asintieron y siguieron Corriendo

– Muy bien Joy, no tenemos tiempo para comenzar desde cero, tendrás que arriesgarte… – declare.

– Lo haré – aseguró ésta sin vacilar.

– Muy bien, yo me muevo, ustedes me siguen.

Así lo hicimos. realize un montón de ejercicios que tuvieron que imitar.

– tienes buena elasticidad Joy. – comentó Mangle. Y tenía toda la razón. Joy hizo todo lo que le enseñamos y aunque algún ejercicio le costaba un poco más q otro, logró realizarlos todos. Nuestro entrenamiento terminó cuando los chicos acabaron con el suyo.

Freddy POV

Estaba en el camerino después de bañarme, cambiándome de ropa. Sinceramente, estaba pensando en Joy. Debía admitirlo, Foxy tenía razón, hoy sí la había mirado ¡no pude evitarlo!, durante todo el entrenamiento la espié cada vez que pude. Es que ella robaba mi atención, era increíble en todos los sentidos, tierna, hermosa…

– ¡Freddy! – me gritaron en el oído.

– ¡Qué! – Grité de vuelta como reacción – Ahg eres tú Foxy ¿qué crees que haces? – Dije molesto, sobando mi oído – ¿por qué no me hablaste como la gente normal?

– Lo hice… pero no reaccionabas, estabas como ido, mirando a la nada…

– Ah… lo siento. Estaba concentrado, tengo algunas cosas en mi cabeza…

– ¿Piojos? – Me interrumpió.

– ¡No! – Lo miré preguntándome si era idiota o se hacía – Me refería a que estaba pensando algunas cosas, es todo.

– Bien, y yo solo venía a decirte que me las pagarás.

– ¿Y eso por qué? – no había apostado nada con él últimamente, que yo recordara.

– ¡Oh vamos! No te hagas el tonto. Ambos sabemos que sí estabas mirando a Joy – rayos, me había pillado – así que me castigaste por algo que tú también hiciste. – me golpeó el pecho con su dedo índice.

– No sé de qué hablas. – lo evadí.

– no te hagas el desentendido Freddy. No soy tonto, yo creo que a ti te gusta Joy y no puedes negar que la observabas.

– Pero…

– Pero descuida… no te delataré. Sin embargo, me debes una.

– Bien… – dije a regañadientes. No aceptaba que me gustaba Joy, es mi gatita, sería demasiado raro, pero sí que lo había castigado injustamente así que debía disculparme de alguna manera.

Una vez listos, salimos de los camerinos y nos dirigimos a los autos para irnos a casa.

– Bien chicos, nos vemos mañana. Dije para marcharme lo más pronto a casa y preparar todo para que pareciera que Joy recién estaba llegando de viaje.

– ¡Espera Freddy! –me detuvo Chica mientras yo abría la puerta del copiloto para joy.

– Iremos a tu casa hoy.

– Ahh… si? – Pregunté nervioso. Ellos acostumbraban a ir sin invitación. En cualquier otro momento no habría tenido problema, pero hoy… no podían estar en casa para cuando llegaran mis padres o arruinarían todo mi plan.

– Sí, es que traje unos videos que quiero mostrarle a Joy sobre rutinas de porristas, hoy solo hicimos algunos ejercicios pero será bueno que aprenda como se mueven, como bailan y todo eso… ya sabes.

– Eeh si… – dije lentamente, estaba pensando en algo para excusarme, cosa nada común. – verás, mejor otro día, hoy estoy cansado por el entrenamiento y Joy también ¿cierto? – le pregunté a mi gatita esperando que me siguiera en esto, pero claro, ella no tenía como saber lo que debía hacer.

– La verdad estoy muy bien – sonrió. Me golpeé mentalmente.

– ¿Ya lo ves?

Rayos. No me quedaba de otra. No tenía buenas excusas para ellos, nada creíble.

– Chica… déjalo para otro día. Creo que el galán lo que quiere es estar a solas con Joy.

– ¡Foxy! – gruñí sintiendo el calor subir por mi rostro.

– Oh Freddy, lo hubieras dicho. – saltó Mangle– ya me parecía extraño que dieras excusas para que no fuéramos a tu casa. – Bonnie solo reía.

Miraba a Bella avergonzado, luego a los chicos, y otra vez a Joy¿Cómo podían pensar eso? Esperen… si ellos querían creer eso, al menos me serviría para que no me siguieran por hoy. Perfecto, debía seguirles el juego.

– Mangle... – hice una expresión de angustia y una señal para que se callara, de forma que creyera que si seguía hablando, arruinaría los planes que según ellos tendría con Joy, de los cuáles ella no sabía nada.

Todos hicieron un gesto silencioso de "ahh ya entendí". Yo rodé los ojos dándole más dramatismo al asunto. Joy me miró con cara de no entender nada, lo que resultó perfecto porque hacía las expresiones justas para la ocasión.

– Chicas, yo creo que mejor lo dejan para mañana – interrumpió Bonnie –. Yo sí los veo bastante cansados.

– Ehh… sí... bueno, tal vez tengas razón – siguió Chica. Así que todos se despidieron y marcharon, chismoseando sobre mis intenciones con Joy, supongo...

Así me dejaron marchar y subiendo al auto solté un "eso estuvo cerca".

Mi gatita y yo tuvimos que viajar una vez más a Lima antes de ir a casa porque el día anterior olvidé comprar las maletas de su "viaje". No podía dejar pasar ningún detalle si quería hacer creíble toda la historia.

Volvimos a casa lo suficientemente temprano como para preparar todo, así que saqué las maletas del automóvil y entramos rápidamente en la casa. Por poco me voy de espalda… mis padres estaban de pie en el hall, con unas enormes sonrisas en sus rostros y tras ellos un gran letrero rosa colgado, con la palabra "Bienvenida" escrita en letras negras.

– ¿Papá? ¿Qué… qué hacen aquí? – pregunté nervioso.

– ¿El cartel no te dice nada? – se burló.

Ana.estiró sus brazos y se dirigió hacia Joy que se encontraba a mi lado sin decir una palabra, le dio un gran abrazo y explicó:

– Hijo, ¿cómo crees que íbamos a dejar que tú solo atendieras a la nueva integrante de este hogar? – ¿Qué? ¿Acaso no confían en mí como buen anfitrión? – Bienvenida a nuestro humilde hogar, soy Ana, la madre de Freddy-

– Gracias, mi nombre es… Quesi…Joy . – le respondía con una tímida sonrisa.

– ¿Pero no deberían estar trabajando?

– Sí, pero tu madre se ha tomado la tarde libre y yo he cambiado el turno en el hospital por hoy. De todas maneras no tenía muchos pacientes este día. Bienvenida – dice esta vez dirigiéndose a Joy y caminando hacia ella para darle un delicado abrazo – espero que disfrutes tu estadía aquí, siéntete como en casa.

– Lo haré.

– Bien, qué tal si le muestras la habitación a Joy, seguro está cansada por el viaje – dijo Carlos – deja que te ayude con esas maletas.

– ¡No! – Casi grité, si las tomaba notaría de inmediato que estaban vacías – quiero decir… no es necesario, no están pesadas, yo las subiré.

– Está bien, ve y muéstrale su habitación, ayúdale a acomodarse y en cuanto se instale, bajen a cenar.

– Seguro.

Ellos se dirigieron hacia la cocina y nosotros subimos a la habitación que le correspondería a Joy. Le expliqué que desde ese momento ya no dormiría conmigo y que debía portarse bien. Pasé luego a mi cuarto que estaba justo en frente y puse su ropa en las maletas por si fuera necesario mientras le repasaba a mi gatita las posibles preguntas que mis padres le harían en la hora de la comida.

A la hora de la cena todo salió de maravilla, mis padres no preguntaron tantas cosas como creí pues al parecer no quisieron agobiar a la nueva integrante, ya que venía de un viaje agotador. Joy intentó comer lo mejor posible frente a mis padres, sabía que cualquier acto impulsivo podría arruinar todo el plan así que puso toda su fuerza de voluntad en controlarse y mantenerse tranquila.

Después de la cena habíamos pasado lo peor, ahora solo quedaba una parte quizás más ardua pero no tan difícil como traerla a casa, ayudarla a adaptarse al mundo humano, a mi mundo.

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