Capitulo 2
Una hora después aún daba vueltas como loco en mi habitación intentando buscar una respuesta lógica a que mi gata se hubiera transformado en una humana, pero la respuesta nunca llegó.
Joy que seguía acostada en la cama, solo me miraba con curiosidad y movía su cabeza hacia los lados como lo hacía cuando era mi gatita.
– ¿que haré contigo? – le pregunté a Joy sin saber que hacer. ¿Cómo iba a explicarles a mis padres que mi gata se había transformado en humana? ¿Dónde se iba a quedar a dormir? ¿Cómo se quedaría en mi casa sin que mis padres se enteraran de que tenía viviendo a una mujer conmigo?
Ella solo puso una carita de frustración porque seguro tampoco tenía idea.
– Pensé que me quería con usted, como humana… – dijo de pronto.
– Claro que sí… – aseguré rápidamente – es solo que no estoy seguro de como voy a hacerme cargo de ti en esa condición – la indiqué a ella–. Además, necesitaremos conseguirte algo de ropa – le dije cuando recordé que estaba desnuda y algo así solo pudo olvidárseme tratando de encontrar una explicación a lo ocurrido.
– Pero amo… – me sorprendí cuando la escuché llamarme así y la miré con ojos como plato – no necesito ropa, la mayoría del tiempo solo ocupaba mi collar – dijo poniéndose de pie y casi me da un infarto verla allí completamente desnuda, con un cuerpo de muerte, tan marcado y curvilíneo. Otra vez lo pensé, era realmente hermosa.
– ¡Joy tápate por favor! – le dije tapándome los ojos y dándome vuelta rápidamente, no queriendo aprovecharme de su inocencia cuando comprendí que ella no sabía por qué era tan importante utilizar ropa.
– ¿por qué ahora no quiere verme? – escuché una nota de tristeza en su voz.
– ¡solo metete otra ves en la cama Joy!
– Ya está –dijo desganada y entonces volteé un poco inseguro, pero me había echo caso. Estaba sentada en la cama y el cubre cama la tapaba hasta los hombros.
Me acerqué a ella y le tomé el mentón.
– escúchame Joy, hay cosas que hacen los humanos, que son muy diferentes a los gatos. Por eso debes hacerme caso en todo lo que yo te diga... si es que quieres quedarte conmigo porque o sino, no podré hacerme cargo de ti. – agregué solo para asustarla.
– ¡no! – Dijo rápidamente –haré todo lo que me ordenes, pero no me dejes solita – rogó – ¿y si el lobo malo quiere comerme otra vez? – eso era lo más tierno que había escuchado, parecía una niñita pequeña asustada por el lobo del cuento de caperucita.
– tranquila Joy, el lobo no te hará nada, yo te seguiré cuidando, pero ya sabes… debes portarte muy bien – le expliqué como lo haría con una niña de 5 años.
– ¡miau sii! – chilló feliz y me abrazó. Sentí mi cara arder completamente al tenerla tan cerca, así que me levanté para poder aclarar mis pensamientos.
– Veamos… – analicé la situación –primero debo conseguirte algo de ropa –dije sonrojado mirándola de reojo. – segundo, tendrás que ir conmigo al instituto, no puedo dejarte aquí. Si mis padres te encuentran sola… no sé que van a pensar. Tercero… tenemos que buscar una excusa para que puedas estar conmigo en la escuela y tal ves una para que vivas conmigo y no tener que ocultarte de mis padres, aunque ellos rara vez suben a este piso (el tercero), tal ves no sea necesario.
– Amo… –dijo dudosa.
– ¿qué pasa Joy?
– tengo hambre…
– oh claro – reaccioné –enseguida te traigo algo. – Me dirigí a la puerta – ah y Joy…
– ¿qué amo?
– Solo dime Freddy y no me trates de usted – le pedí sonriendo.
– está bien… amo Freddy, me sonrió de vuelta. – esto sería más difícil de lo que imaginaba.
– Ahora solo quédate ahí y no te muevas… – ella asintió con la cabeza y yo bajé a la cocina para buscar algo que darle. Me imaginaba que ya no podía alimentarse con su comida de gato así que le preparé unas tostadas con margarina, unos ricos panqueques y también un tazón de leche tibia.
Antes de subir con la bandeja de comida, pasé por el cuarto de lavado a ver si es que allí había ropa limpia de mi madre. Sé que no era lo mejor pero no podía tener a Joy desnuda hasta que fuera a comprarle ropa luego del instituto.
Había ropa tendida y entre ella encontré un vestido negro de tirantes que fue el elegido para que Joy lo utilizara. Tuve también que tomar valor para poder sacar ropa interior, no sabía si le quedaría bien, al menos mi madre era delgada, pero era necesario. Solo esperaba que amigito 7w7 no planeara ponerse nada de esto hoy.
Cuando tuve todo listo, subí rápidamente las escaleras, siempre con cuidado para no votar la comida y se la llevé a Joy.
– listo –le avisé.
– ñaammm –dijo contenta, relamiéndose los labios. Pero miró extraño cuando dejé la bandeja encima de la cama – ¿qué es eso? No se parece a mi comida. –dijo olfateando el aire.
– es comida de humano Joy.
–ohh… – abrió su boca formando una muy definida "O" 7w7 – bien – aceptó. Entonces acercó la bandeja a ella, miró un momento la comida, y luego comenzó a alimentarse… de una manera muy particular.
Se agachó lo suficiente como para que su nariz estuviera pegada a la bandeja y sin utilizar las manos, comenzó a comer las tostadas. Luego se acercó a la leche y tomó dando lengüetazos.
Yo no hacía más que mirarla sorprendido, pero entonces reaccioné que si tenía que comer en el instituto, seguro actuaría como ahora y eso no sería bueno con todos los estudiantes mirando.
– ehmm… Joy.
– ¿miau? – dijo sin sacar su cabeza de la comida.
– ¿puedes dejar de comer un momento?
– Sí amo –respondió y me miró. Su rostro estaba completamente sucio, lleno de migas, y manjar por los panqueques, también tenía leche en la parte superior del labio.
Me quedé contemplándola maravillado y me perdí en sus ojos.
– ¿amo Freddy? – me llamó preocupada.
– ah… si... –reaccioné.
– ¿ya puedo comer?
– ehm Joy, claro que puedes, pero… no de esa manera.
– ¿de qué manera? – ella no lo entendía; intenté explicarle.
– verás… dije tomando una servilleta de género y limpiándole el rostro con mucho cuidado. – los humanos comemos de forma diferente. Utilizamos cubiertos –señalé los que le había dejado en la bandeja. Y no llevamos nuestra boca a ellos, traemos el alimento a nuestra boca, así. – Dije tomando una tostada y metiéndola en mi boca –después, si queda algún rastro de comida en nuestra cara, la limpiamos, así. –entonces tomé la servilleta y limpié mi boca de la manera correcta. Le mostré también como debía beber de la taza.
Joy solo me observaba.
– ahora inténtalo tú.
Ella lo intentó. Aunque se notaba la poca practica porque no podía cortar los panqueques con el cuchillo, entonces se frustro y sacó sus uñas y los cortó con ellas enojada.
– ¡Joy no!… – dije quitándole el plato rápidamente.
– Es que no puedo –dijo frustrada.
– tranquila, aprenderás con el tiempo, yo puedo cortar la comida por ti si se te hace difícil.
Ella me miró con un brillo en sus ojos, casi con adoración.
– gracias amo :D!
– bien pero ya te dije… no me llames amo, solo Freddy.
– es que tú eres mi amo… amo. –dijo como si fuera de lo más obvio.
– Joy… – le advertí.
– está bien… Freddy. –me dijo como si le hubiera costado hacerlo.
– Eso está mejor – la felicité y acaricié su cabeza como cuando era gatita. Ella comenzó a ronronear y cerró sus ojitos a gusto.
Me avergoncé por eso y saqué mi mano rápidamente. Creo que era la fuerza de la costumbre pero a ella no parecía molestarle. Era como si siguiera con sus instintos felinos.
Al pensar eso me percaté de lo que había ocurrido antes cuando Joy cortó la comida con sus uñas.
– Joy, dame tu mano. – ella la estiró. Comencé a revisarla. Joy no tenía uñas. – ¿cómo es que has cortado antes si no tienes uñas? – le pregunté extrañado.
– Si tengo… –dijo con naturalidad. Entonces sus uñas crecieron repentinamente.
La verdad me asusté. Una cosa era que se hubiera transformado en humana (y eso ya era demasiado raro), pero aparte de eso, también tenía sus cualidades felinas.
No entendía nada. Solo me sumí en mis pensamientos intentando descifrar lo que estaba pasando, pero simplemente no podía.
– ¡estaba delicioso! – me exalté cuando escuché la expresión de Joy que me sacó del ensimismamiento. Ella había terminado de comer y había dejado el plato completamente limpio.
– qué bueno que te haya gustado… pero joy, no se lame el plato.
– oh… lo siento.
– no te preocupes, aunque creo que deberé estar más atento cuando comes para evitar que hagas alguna cosa incorrecta.
Ya había comido así que debía bañarse y vestirse, entonces la mandé.
– Pero no me gusta el agua – pataleó haciendo pucheros.
– Vamos, ya no eres una gatita, los humanos se bañan más seguido.
– pero…
– nada de peros señorita, dijiste que me harías caso.
– Está bien – aceptó desganada.
– Ahora tápate con las sabanas y ve… – le indiqué el baño de mi habitación.
Ella se envolvió en las sabanas y se dispuso a bajar de la cama, pero cuando puso los pies en el suelo se dio de bruces contra el piso.
– ¡Joy! – Grité preocupado y me acerqué para ayudarla– ¿estás bien?
– Si… – dijo a penas.
– Al parecer no estás acostumbrada a caminar en dos pies – me reí bajito. – Ven, te ayudaré – le dije ofreciendo mi mano. Ella la tomó y le ayudé a levantarse, sujetándola por la cintura cuando estuvo a punto de caer otra vez.
Luego de unos segundos en pie y cuando logró equilibrarse, la solté. Y entonces caminó por su cuenta.
– wow… así es como caminan los humanos… que entretenido –dijo dando saltitos.
Después de dar vueltas un rato en la habitación, parecía como si lo hubiera echo así toda su vida. Tenía mucha gracia al andar una vez que se acostumbró a ello y era muy ágil en verdad, tanto que sus pisadas eran casi imperceptibles.
– vamos, ya tendrás harto que caminar, ahora ve a bañarte.
– sip – dijo feliz.
Joy se dirigió al baño y entró. Pero se quedó parada en la puerta mirando hacia adentro.
– ¿qué ocurre?
– mm… no sé como bañarme. Tú siempre lo hacías por mí. ¿Me ayudarás?
– Ehh… yo... – dije nervioso. Claro que la bañaba, pero era una gatita, ahora una mujer… no era lo mismo – está bien –le dije y entré junto a ella más que nada para indicarle lo que debía hacer.
Llené el jacuzzi de agua tibia y espuma para el baño.
– ya está Joy… quítate las sabanas, metete ahí y recuéstate dentro, avísame cuando lo hayas echo. – me di vuelta y esperé.
– Listo – dijo ella. Me di vuelta para ver solo su rostro, la sabana en el piso y su cuerpo que estaba tapado gracias a la espuma.
Me acerqué a ella y le mostré lo que debía utilizar para lavarse el cuerpo y el cabello. Ahora que me daba cuenta… iba a tener que comprar productos para mujer, porque mi champú y lo demás, era especial de hombre y tenía un olor muy masculino como para que Joy los utilizara.
Lo pensé mejor y me dirigí al cuarto de mi madre, ella ya se había levantado al igual que mi padre, seguramente estarían desayunando ahora mismo. Entonces fui al baño y saqué los productos que Ana utilizaba y se los llevé a Joy.
Le indiqué el nombre de cada cosa y como debía utilizarlos, aunque por esta ves y ha pedido de ella, yo me encargué de lavar su cabello.
Parecía que Joy lo disfrutaba porque una vez más se puso a ronronear. Me causó mucha gracia y fascinación, hasta yo disfruté de eso, parecía un momento tan íntimo, como con una persona con la que tienes mucha confianza.
Cuando terminó, le di una toalla para que se secara y le pasé la ropa y el vestido, le dije como debía ponérselos indicándole en mi cuerpo, porque perdería toda cordura si me acercaba a ella y tenía que vestirla además.
Salí del cuarto de baño, dándole la privacidad que correspondía y una vez estuvo lista salió vestida por fin.
Se veía hermosa en el negro que resaltaba aún más su pálida piel, por fin podía dedicarme a observarla detenidamente sin sentirme como un pervertido.
– ¿está bien así? – me preguntó dándose una vuelta, mirándose, como cuando volteaba para atrapar su cola.
– Perfecta – fue todo lo que pude decir y la admiré un momento más – ahora Joy, siéntate y espérame, es mi turno de asearme. No salgas de la habitación.
– Está bien – me dijo contenta.
Me apresuré a bañarme, como nunca antes. No quería dejar a Joy sola ni un instante, me sentía ansioso por estar cerca de ella. Supongo que era porque debía vigilarla de que no hiciera algo que la delatara. Aunque no creí que alguien llegara a pensar si quiera en que Joy había sido una gata antes, pero la mirarían como bicho raro si se comportaba como una.
Terminé el baño y me dirigí a mi habitación solo con una toalla envuelta en la cintura. Saqué ropa del closet y me iba a cambiar cuando me fijé que Joy estaba observándome.
– mm… Joy ¿podrías voltearte? No es correcto que mires a las personas mientras se cambian ropa.
– Claro – me dijo obediente y luego volteó –aunque no sé por qué no quieres que te vea, no es como si no lo hubiera echo antes –dijo tranquilamente y su respuesta me descolocó.
Ella tenía razón, ahora que lo pensaba, me había desnudado y vestido frente a mi gatita miles de veces. Pero es que no era lo mismo ahora, creo.
– tal ves, pero en adelante no debes hacerlo ¿está bien?
– sip.
Terminé de vestirme y le hice esperar en la habitación hasta que mis padres se hubieran ido y luego me acompañó mientras era mi turno de desayunar. Ella daba vueltas a mi alrededor y olfateaba todo
– Muy bien Joy– le dije ya listo. – ¿lista para tu primer día de escuela?
– ¡siiip miauuu!– respondió ella muy animada… aunque no creí que supiera a lo que debía enfrentarse realmente.
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