Capítulo 3
Cada noche tenía que aguantarme a un cliente o a veces eran dos... Es lo que odio de este trabajo, si es que se le puede llamar así. Y lo peor es que cada día, amanecía con muchos moretones y los tenía que ocultar con maquillaje. Bueno, no desaparecían del todo, pero algo es algo.
Tenía que soportar los cotilleos de las personas a mí alrededor cuando salía a la calle. Me tengo que vestir con prendas muy cortas y ajustadas al cuerpo y eso no me gusta, pero el contrato decía que así tocaba vestirse.
Estoy con un vestido rojo muy corto y unos tacones altos de color negro. Y por supuesto, llevo conmigo mi amuleto que no combina tanto con mi atuendo, pero no me importa. Hace poco había llegado para trabajar y ya un hombre me manoseaba, no sin antes que me pagara. Y así continuaba con mi atormentante trabajo. La verdad no me agrada ni un poquito esto, pero no hay de otra. Cada día veía a muchos hombres diferentes a los que me querían hacer cualquier cosa, nunca me gustó ese placer, como lo llaman.
Admito que a veces imagino que me encuentro con ese extraño hombre de aquel día, en el que llegue a la discoteca y que me rescate de esta injusticia. Él es el único personaje al que me ha interesado, desde mi corta edad.
Podría decirse que me he enamorado de él... Pero ¡Qué va!, solo lo vi una vez.
Tengo 16 años... Es muy aterrador que una menor esté haciendo esto, pero hay gente tan retorcida que no le importa sacrificar a menores de edad para tener un buen dinero en sus manos. Además, tuve que madurar muy rápido para mi edad, mi pensamiento es de una mujer y no de una adolescente.
Por otra parte, a comparación de mis compañeras, soy la única menor aquí y la menos bonita. A diferencia de ellas, que tienen un cuerpo de diosa... Tengo lo mío, pero no como ellas. Y es horrible compararme, pero es la verdad y no lo puedo evitar. Por esa razón hay muchos clientes que esperaban a una chica mejor y terminan maltratándome. Pero no entremos en detalles.
Cuando acabé con ese hombre, ya estaba demasiado agotada. Estaba perdida en mis pensamientos mientras observaba a Azurita, ese color azul que tantas esperanzas me da, para poder salir algún día de todo esto y observar el cielo oscuro, con sus estrellas, y el mar. De repente, entra un chico que captó rápidamente mi atención. Era alto, con un color de ojos tan azules, como el cielo claro y su cabello rubio, se hacía en ondas.
Se acerca a mí y ya sé que debo empezar mi labor... Me coge del brazo sin decir una palabra y me lleva a un hotel cercano.
Cuando ya estamos en la habitación, empieza a besarme. Es la primera vez que no sentía asco. Me sentía bien, disfrutaba de eso... Me preguntaba cuál era su nombre, cuando de repente dice:
– Me llamo Nathan... – no agregó nada más y prosiguió, pero en mi mente estaba una pregunta...
"¿Cómo me respondió si ni siquiera abrí la boca para preguntar?"
Estaba perpleja. Además odio este trabajo, lo odio más que nada en el mundo, pero ese chico... Tenía algo. Fue un cliente muy cariñoso pero...
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