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Cap 38

Y aqui la parte que nadie estaba esperando, limones por doquier!!! Me he tardado un poco en juntarlos pero ha habido otros problemas de por medio, como ya habeis leido.

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Narra Fran

Solo me queda un día de celo, espero no fastidiar lo que le tengo preparado. Ahora Mark ha salido para comprar algo, aunque siendo domingo no creo que haya muchas tiendas abiertas. Pero esto me da la excusa perfecta para prepararle algo para comer y tener una tarde especial. Hoy se lo voy a pedir, no tiene que pasar de hoy.

Narrador normal

Mark conducía por todas las calles que conocía en las que hubiera alguna tienda para comprar, era domingo sí pero supuso que al ser semana de celo estas estarían abiertas incluso días festivos. Al final pudo encontrar una pequeña tienda en la que compró la cena y comida para el día siguiente. A la vuelta esperaba que Fran siguiera en la cama durmiendo, tal y como lo había dejado antes de irse. No obstante se encontró como ya estaba la comida preparada y él esperándolo sentado en una silla, para no perder la costumbre de la semana, vestía una camiseta de tirantes y sus calzoncillos.

Mark: em, Fran, por qué has hecho esto?

Fran: quería preparar algo especial para ti, y se me ocurrió hacer la comida, es simple pero espero que te guste.

Los dos empezaron a comer en la sala, Mark se sentaba en el sitio que su abuelo usaba, siempre decía que ese lugar estaba reservado al dueño del hogar y como ahora era Mark, le correspondía a él ocupar el asiento. Fran se sentó lo más cerca posible de él, quería estar muy cerca de su creador, se lo diría en cualquier momento, solo había que esperar.

Fran: oye Mark, tú me dijiste que ya lo tienes decidido después de haberlo meditado, por eso y aunque ya se la respuesta quiero pedirte si te...

Mark: -seco- sí.

Fran: vaya sequedad, le has quitado todo lo bonito del momento.

El lobo se llevó los platos de la mesa y se sentó en ella enfrente del gran lobo blanco, este estaba muy confundido por lo que acababa de hacer mas no se imaginaba lo que le pediría a continuación.

Mark: yo... quiero que me hagas tuyo.

Fran: -emocionado- lo dices enserio?

Mark: cuando no he dicho algo enserio.

Fran abrazó a su pareja, que raro le sonaba eso acerca del hombre que lo creo. Se besaron apasionadamente, Mark dejo ver en ese momento lo extremadamente sumiso que podía llegar a ser, normalmente se le veía como alguien amable, cariñoso y eso pero solía tener carácter y en ocasiones le gustaba mandar. Ahora no mostraba ningún síntoma de que se respetaran las reglas del "juego" por el que habían jugado por una semana.

Fran: acabo de descubrir que eres muy sumiso para estas cosas.

Mark: c-cállate, soy así porque me gusta; quiero ver tu lado salvaje.

Fran: quieres ver enserio de lo que soy capaz?

Mark: tengo que repetírtelo? Sabes lo que quiero, y sé que tú también quieres.

Siguieron besándose mientras Fran llevaba a Mark a la habitación para depositarlo en la cama cuidadosamente, como si se fuera a romper. Las ropas de ambos estorbaban, Fran decidió hacer lo más divertido y se volvió salvaje por un momento, rompiendo su ropa con un zarpazo.

Mark: oye! Casi me desgarras la piel.

Fran: pero no lo hice, te ves tan dulce así. Cualquiera podría violarte.

Mark: para eso te tengo a ti, para evitar que otros me violen –entrelaza sus dedos con los de su novio- y para que cumplas mis deseos cuando te los pida.

Fran: sus deseos son como órdenes para mí.

Mark: entonces te volverás mi macho?

Fran: si, cuantas veces quieras, seré tu macho las veces que me pidas.

Ahora besaba el cuello y bajaba repartiendo besos por todo el delicado cuerpo. Se paró en su vientre, hizo lo mismo con su pantalón como antes con la camiseta. Esta vez fue más cauto y evitó que se enfadara su novio nuevamente.

Fran: y este pequeño de aquí?

Mark: te lo presento? Aunque prefiero hacerle una visita al tuyo.

El gran lobo paso de saludar al "amiguito" de Mark, tal y como le había dicho, prefería ser él quien saludara al suyo y al instante se puso con ello.

Fran: cómo es que eres tan bueno ahí?

Mark: no lo sé, que te hace pensar eso?

Fran: cada lamida que me das me haces sentir como si fuera el dueño del mundo.

Mark: entonces cuando te tenga conmigo yo como me tendría que sentir, eh?

Fran: te haré sentirte como el señor del universo.

Tras haber sido preparado Fran comenzó a entrar en Mark lentamente, además de ser su primera vez, tenía que ser cuidadoso debido al tamaño de su pene.

Mark: ah!

Fran: te duele?

Mark: es grande y aparte de eso es mi primera vez.

Fran: supongo que es un sí.

Dejó de intentarlo por unos minutos, transcurrido ese plazo Fran volvió siendo aún más cuidadoso. Mark sentía como el intruso se deslizaba por su interior hasta que estuvo al completo dentro.

Fran: cómo se siente?

Mark: bien supongo, como sabemos es grande y le ha costado entrar.

Fran: pero quien es tu macho?

Mark: -como un tomate- t-tú.

Fran: voy a empezar a moverme, lo hare lentamente tranquilo.

Tal y como le dijo empezó con un lento vaivén, suaves estocadas que estaban dando al pasivo un inmenso placer. Por toda la habitación se podían escuchar los gemidos de los dos, Mark el que más. Sus gemidos eran intensos y provocaba querer escuchar más a Fran, de vez en cuando lo callaba con sus besos, al acercarse a su cara para eso pudo notar como dos lágrimas se deslizaban por su cara.

Fran: estas llorando?

Mark: n-no, solo e-es un poco por el dolor p-pero también es por la f-felicidad que me estás haciendo sentir.

Fran: te amo cachorrito.

Mark: y to a ti, grandullón.

Transcurridos varios minutos ya no podían aguantarse más.

Fran: M-Mark creo que me voy a...

Mark: solo hazlo!

No hubo tiempo a terminar la frase cuando el chico sintió un cálido líquido verterse en su interior. Al sentir eso Mark también se corrió en el pecho de Fran, el cual abrazó a su pareja y lo tumbó en la cama.

Fran: te amo.

Mark: yo te amo más.

Arropados por las sábanas se quedaron dormidos cara a cara, Fran abrazando a Mark con sus grandes brazos. Antes de dormirse, el gran lobo blanco se acercó al cuello del contrario y lo mordió levemente.

Fran: -deja de morderlo- mío, solo mío.

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