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Cap 16

Los dos caminaban ojo avizor por si la multitud volvía a seguirlos, Fran apenas podía entender la actitud del contrario, que había de malo en que la gente pudiera verlos?

Fran: oye, me apetece ir al parque.

Mark: que te apetece qué?

Fran: ir al parque, a ti no?

Mark: tenemos que irnos a casa y tú estás pensando en ir al parque?

Fran: porque no? Ven vamos, será divertido.

Rápidamente el mayor tiro del brazo de Mark haciendo que casi fuera arrastrado hasta llegar al parque, por suerte para ellos no estaba muy lleno de gente y la falta de luz natural hizo que fuera algo más fácil de esconder.

Fran: hace una noche esplendida, no crees?

Mark: si, hacía tiempo que no disfrutaba de una noche así. Lo bueno de haber venido ahora es que la gente se está yendo a casa, no nos incordiaran mucho.

Fran: me prestas 10$?

Mark: está bien, para que los quieres?

Fran: sorpresa...

Mark: hum?

El gran lobo se levantó del banco y se fue a un puesto de helados que había cerca de ellos, pidió dos helados, uno de fresas y nata; el otro de chocolate y regresó al banco con una sonrisa de oreja a oreja.

Mark: sabes que si te comes los dos helados te puede dar dolor de tripa?

Fran: me suena, pero no me voy a comer los dos.

Mark: entonces para que...

Fran: el otro es para ti.

Mark se quedó sorprendido y tomo el helado en sus manos para comenzar a comérselo.

Fran: esta rico?

Mark: si, apenas recordaba un sabor idéntico, bueno, no es que no coma helados pero llevo bastante tiempo sin hacerlo.

Fran: que bueno que compré dos entonces.

Ambos terminaron su helado y Mark se quedó mirando el cielo estrellado, pese a estar despejado, la contaminación lumínica impedía ver con más claridad las estrellas, al joven lobo le dio igual y comenzó a buscar alguna que otra constelación, si podía distinguirla claro.

Fran hizo lo mismo pero únicamente se quedó mirando sin pensar en nada en concreto.

Fran: mira, una estrella fugaz!

Mark: Fran, eso no es una estrella fugaz, es un avión.

Fran: vaya, mira, eso sí es una estrella fugaz!

Mark: eso es un helicóptero, dios Fran, no es que no puedas verla pero no vamos a ver una y que nos dé tiempo a avisar al otro de.., mira, eso sí es una estrella fugaz!

Fran: donde, donde!

Mark: te la has perdido, ves, no da tiempo de avisar. Oye, tienes manchado de chocolate.

Fran: ah sí? Donde?

Mark: aquí.

Fran: ya?

Mark: no, espera.

El lobo se acercó al contrario y lamio el lugar donde estaba manchado, justo sobre el labio inferior. Fran se quedó muy sorprendido por ello y al instante bajo un poco su cabeza para poder darle un simple y corto beso.

Mark: parece que tu helado estaba muy bueno también.

Fran: si, igual que el tuyo.

Mark: que tal te queda la ropa?

Fran: me siento muy cómodo con ella puesta, los calzoncillos son más cómodos para, esa parte, que los que tenía y los pantalones son más suaves de lo que pensaba. Que harás con los calzoncillos que te he destrozado?

Mark: volveré a coserlos y a ver qué tal quedan, si no para la basura, no servirían ni para trapos para el polvo.

Fran: siento haber roto tu ropa interior.

Mark: bah, no te preocupes por eso, creo que elegiste los que más odio para eso, con razón no me di cuenta de que me los habías cogido.

Fran: jeje, me gustaría ver las estrellas con más facilidad.

Mark: tengo una idea, vamos a casa rápido.

Ambos regresaron cuidadosa y rápidamente a la casa pero no entraron en ella, subieron al coche del menor y se marcharon aún más a las afueras.

Mark: ya estamos, mira, ahora si se ven más.

Fran: -Sorpendido- wow! –Emocionado- Se ven muchas, hay muchísimas!

El grandullón estaba impresionado por la cantidad de estrellas en el cielo y de la facilidad que tenía para poder verlas, comenzó a contarlas pero se perdía cada minuto ante la incapacidad de seguir contando la ingente cantidad de ellas. Mark se quedó en el coche descansando los ojos un rato, Fran pudo ver no una ni dos, sino cuatro estrellas fugaces.

Fran: Mark! He visto cuatro estrellas fugaces!

Mark: sip, puede que ahora sí llegues a ver estrellas fugaces de verdad; sabes? Dicen que cuando ves una estrella fugaz puedes pedirle un deseo y con suerte se cumplirá.

Fran: enserio?

Mark: no lo sé, es algo que se dice, pero siempre lo hago para poder asegurarme de que, si se cumple, me lleve una alegría.

Fran: y que pides?

Mark: secreto, si se dice lo que has pedido entonces no se cumplirá.

Fran: mira, otra!

Mark: pues pide un deseo.

Fran: deseo...

Mark: pero no en voz alta!

Fran: deseo...deseo... ya está.

Mark: bien, volvamos, aún no hemos cenado y empieza a refrescar.

Regresaron a casa, Fran no podía evitar mirar por la ventana del coche para poder observar las estrellas, cada vez se dejaban ver menos pues se acercaban a la ciudad y la luz artificial impedía que se vieran bien, al final solo podía verse la luna creciente y alguna que otra estrella cercana fácil de observar. Mark guardó el coche en el garaje pero se estuvo mirando la luna un buen rato, lo mismo hizo Fran, que no entendía que, a pesar de no haber estrellas, se quedara mirando el cielo.

Mark: hace una noche preciosa, no crees?

Fran: eh?

Mark: noches así necesito más a menudo, ya casi olvidaba lo que era quedarse mirando al cielo nocturno.

Fran: crees que podamos repetir algún otro día?

Mark: claro, no me parece mala idea.

Entraron en la casa después de haber contemplado, suficientemente, la luna. En las noticias se mostraban todo tipo de sucesos sin embargo cuando llegó la previsión del tiempo, muchos espectadores habían mandado fotos sobre el cielo estrellado.

Fran: parece que no somos los únicos que les encanta mirar las estrellas.

Mark: a muchos les gusta, pero debido a su rutina y caótica vida no tienen tiempo para ello, otro factor es donde vives, si vives en ciudades grandes no te será posible ver las estrellas, mientras que si vives en ciudades pequeñas, como en la que vivimos, te alejas un poco y puedes disfrutar del cielo.

Fran: entiendo, ojala volvamos a estar tan tranquilos como esta noche.

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