Mark y Carlos hablaban acerca del hijo de este último y su mal comportamiento, el padre le mostró lo desesperado que estaba por encontrar una solución y le pidió que le ayudara con el problema.

Mark: bien, lo hare.

Carlos: gracias, Mark, no sabes el gran favor que me estás haciendo.

Mark: bah, no es para tanto además, es mi trabajo como profesor –mira el reloj- me tengo que ir si quiero poner mi plan en marcha, hay que hablar con los demás profesores para esto.

Carlos: no sabes cuánto te agradezco lo que haces por mí.

El padre se marchó de nuevo al trabajo y Mark se dirigió a la sala de profesores para empezar a poner en práctica su plan.

Director: Mark! Justo estábamos hablando de ti.

Mark: tengo un pequeño problema con un alumno y quiero solucionarlo. Pero necesito que para mi clase yo sea el profesor de educación física.

Helena: y que tienes en mente cerebrito?

Mark: utilizar el servicio militar y con muy estrictos ejercicios. Eso pondrá firmes a más de uno, estoy seguro.

Director: bien, pero con una condición.

Mark: me arrepentiré de esto, cuál es?

Director: que me hagas un oral.

Las profesoras del lugar se empezaron a reír mientras que el lobo tenía un leve sonrojo en la cara.

Mark: se da cuenta de que no aceptare?

Director: ya lo sé, por eso te lo estoy pidiendo.

Mark: tengo dignidad, si no es esta opción me da igual, tengo alguna que otra en la manga.

Director: sabía que te negarías, por eso te concedo tu deseo.

Mark: no sabe cuánto me va a ayudar.

Director: date prisa que tu clase es ahora.

Mark: Ya? – mira la hora- Cierto, gracias.

Los chicos se encontraban en el polideportivo de la universidad esperando al profesor de gimnasia.

Samuel: es raro que venga tarde.

Lucia: hola chicos, hola chico nuevo, me llamo lucia.

Oscar: yo Oscar.

Camila: ya viene el profe.

Mark: -toca su silbato- Firmes!

Los chicos se pusieron de pie en una línea, Samuel estaba acostumbrado asique puso una mirada seria que casi nadie pudo mantener.

Mark: -camina delante de ellos- desde comienzo de este curso ha habido algunos estudiantes rebeldes que parecen haber corregido ese comportamiento; otros por el contrario no. Para asegurarme de que respeten y dejen de lado ese estado y se conviertan en alguien de provecho he pedido que sea yo vuestro nuevo profesor de educación física.

Casi todos sintieron terror, sabían lo que les estaba por venir.

Mark: ahora quiero que me hagan diez flexiones.

Samuel: pero prof...

Mark: he oído cinco más? Sí que sean quince.

Oscar: no puede...

Mark: y otras cinco; cada vez que hablen sin mi permiso subiré cinco flexiones más. Ahora háganlas!

Samuel: te avisé.

Oscar: y yo que culpa tengo?

Camila: es tu culpa por haberle tirado las dos bolas de papel y haberle dicho eso.

Mark: quince extra!

Al terminar las flexiones muchos de ellos no se mantenían en pie.

Mark: acaso conocen el servicio militar? Yo tampoco, pero he tenido que apañármelas como uno para salir de muchas situaciones difíciles. No os convertiré en soldados pero corregiré vuestra intolerable conducta, por lo menos espero que cierto perro aprenda.

Oscar estaba aterrorizado, esa universidad era mucho peor que hacer el servicio militar.

Mark: parece que esto sí sabe, almirante.

Samuel: no por nada he llegado a ser reconocido como tal.

Mark: descanso de cinco minutos.

Cada uno fue al baño para refrescarse con agua y al regresar se sentaron en el suelo para recuperar fuerzas.

Oscar: en donde me ha metido mi padre.

Lucia: dices algo Oscar?

Oscar: no me gusta esta universidad, parece una cárcel.

Samuel: el servicio militar es una buena forma de corregir conductas rebeldes. La tuya por así decirlo, en caso de seguir como has estado hasta ahora los castigos para todos serán peores. Aunque tal vez te los ponga solo a ti.

Oscar: me da igual, estoy en una universidad, no en un cuartel del ejército.

Nuevamente el profesor les llamó para formar, pero Oscar seguía tirado en el suelo.

Mark: acaso no piensa formar?

Oscar: no eres un general, tampoco un instructor y no estoy en un cuartel!

Mark: veo que a pesar de todo no piensa cambiar este carácter. Tienen quince minutos libre.

Cada uno empezó a hacer lo que les apetecía y Oscar estaba a punto de irse con sus nuevos compañeros cuando fue detenido por Mark.

Mark: salvo tú Oscar.

Oscar: me estas jodiendo?

Mark: tienes una conducta que de poco te servirá en la vida y tengo que corregirla.

Oscar: pues métase su conducta por donde le guste!

Mark: como quiera –le apunta con su reloj y dispara- ahora veamos si quiere o no.

La clase terminó y los alumnos fueron a tomar un poco de café pues era la hora del descanso. Al poco tiempo del cambio de clase Oscar despertó luego de que el efecto del sedante finalizara.

Oscar: d-dónde estoy?

Mark: estas en mi despacho atado.

Oscar: que? Como ha...

Mark: bien te voy a dejar las cosas claras. No voy a tolerar una conducta igual a la tuya nuevamente en ninguna de mis clases, si vuelves a presentarla tendré que sedarte por el resto de la clase y figurará como si no hubieras asistido.

Oscar: y con qué lo hará?

Mark: tengo medios para eso. Como sedarte no será suficiente, te he puesto un collar de descargas eléctricas, si no lo haces por las buenas ni por las malas lo harás por obligación.

Oscar: tú no eres profesor, eres un torturador!

Mark: los rebeldes usan toda su desobediencia para salirse con la suya, yo uso todas mis armas para salirme con la mía. Te dejare una semana para que hagas y corrijas tu comportamiento por las buenas o las malas; transcurrido ese plazo usaré el collar, te parece?

Oscar: que se lo ha creído.

Mark: -muy serio- te parece?

Oscar: sí.

Mark: mejor. Recoja sus cosas y márchese a clase, pronto empezaran y debe de estar puntual.

Una vez desatado el perro hizo lo que le pidió su profesor y se fue a la clase, nada más entrar pudo escuchar el timbre sonar dando inicio a las clases nuevamente.

Samuel: te sedó eh?

Oscar: cómo es eso?

Camila: en su reloj tiene un potente sedante que hace que te duermas en cuanto la aguja te toca. Las primeas veces solo quedábamos cinco o seis despiertos porque los demás se burlaban todo el rato, luego aprendieron a respetar y a obedecer y ahora no hay necesidad de usarlo. Bueno, hasta que has llegado tú.

Lucia: tienes que aprender a respetar, tú no sabes nada de la vida y con esa actitud de "yo hago lo que quiero" no llegaras a ninguna parte. Te lo digo por experiencia.

El husky prestó atención sin rechistar en las siguientes clases, Mark se impresionó por que hubiera funcionado el sermón que le dio, esperaba que siguiera con lo mismo pero no fue así.