3 • Volver.
Maratón; 1
Capítulo 3
Rachel POVs.
Los libros y todas sus palabras no captan ni un mínimo de mi atención, estoy tan distraída observando por la ventana pensando en todo lo que puede ocurrir. Miles de escenarios formándose en mi cabeza, pero sólo un nombre repitiéndose en eco.
Gael.
¿Quién era Gael?, ¿por qué lo pienso tanto?
Cierro el libro frustrada apegándolo contra mi pecho, cerrando los ojos suspirando algo agotada, al ser las tres de la mañana.
—De esta forma no podré ni distinguir los números en unos días... —susurré para mi misma, acariciando el collar, mordiendo mi labio inferior confundida por ese extraño sentimiento que abarcaba mi pecho.— ¿Quién es Gael? —vuelvo a preguntarme, es obvio que no recibiré la respuesta que espero.
La biblioteca está sola en estos momentos, mi hermana está descansando en su respectiva habitación con Connor haciendo guardias por sus pesadillas de dos días.
La solución vendría en los libros que se convirtieron en otro idioma siendo inaccesibles cuando más los necesitaba por mi bloqueo al leer.
—No estás sola... —ahí está la misma voz, se siente como una leve brisa acariciando mi piel y luego desaparece, relamo mis labios dejando las cosas sobre el escritorio cerrando los ojos; necesito concentrarme esta vez.
Nada, no sirve de nada seguir intentando forzar mi mente a funcionar cuando sé perfectamente que esta con miles de pensamientos.
El silencio se hace incómodo, la temperatura en la biblioteca baja como si hubiesen puesto el aire acondicionado, pero no, esto sobrepasa el frío de dicho aparato.
Mi cuerpo tiembla sin cesar, respirar es difícil, el pecho me duele.
"Gael fue el culpable.
Tú no debías caer.
Eras el ángel.
No un demonio.
Tú procreaste a los destructores de nuestro mundo.
Finges ser alguien que no eres.
Gael, Gael."
—¡BASTA! —grito sujetándome la cabeza, las voces vienen de distintas partes en la biblioteca, específicamente donde la luz de las lámparas no llega.— ¡Deténganse! —ordenó, pero no funciona, ahora las luces empiezan a fallar y mi cabeza duele.
Se están burlando, puedo escuchar sus risas macabras.
"Fuiste tú, caída.
Tú diste la vida de tu hermana.
No mereces ser un ángel.
Vamos a perseguirte por siempre"
—¡ALTO DIJE! —paran de repetir lo mismo y las luces vuelven a la normalidad, el impulso que ha salido de mis manos tiro dos estantes de libros, todo es un caos, pero ya no escucho las voces.
Mi respiración es errática, miró el libro sobre mi regazo, la temperatura vuelve a la normalidad, pero lo que me sorprende es que todas las páginas están quemadas, no queda nada del único libro que iba a poder ayudarnos.
—¡Joder! —lanzó la tapa de este viéndolo convertirse en cenizas, todo se perdió.
La única solución podría ser pedirle ayuda a Hazel, recuperar mis recuerdos y encontrar la forma de entender por qué esas sombras o entidades me persiguen desde que regrese del parque.
Especialmente entender quién demonios es Gael.
—¿Rachel? —las puertas rechinan al abrirse, Noah tiene todo su cabello despeinado y los ojos achinados, estaba durmiendo. — ¿estás bien? Escuche estruendos desde la sala.
Apago ese lado de mi cabeza que me exige responder con altanería asintiendo hacía el castaño, me bajo de la mesa acercándome a él.
—Falle en el hechizo que quería hacer. —respondí sin dudar de mi palabra, las mentiras empezaban a ser fáciles para mí entonces.— ¿estabas durmiendo en la sala?
Su expresión preocupada cambió a una confundida, asintió y reí.
—Oh tontito, se suponía que debías ir a dormir en la habitación.
—No pensaba dejarte sola, Rach. —toma mi mano apretándola suavemente, besa mis mejillas y luego mis labios, le sonrío dulcemente olvidando el desastre qué hay detrás de mí y todo lo sucedido hace unos minutos atrás.
—Vamos a dormir, ya mañana me encargaré de ordenar todo esto.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo por la mención de volver, sacudí mi cabeza mentalmente y rodeé su cuello.
—¿Te dije que te veías apetitoso así?
—No sé si tomarme eso como un cumplido o alejar mi cuello de tu rostro. —se burló divertido y yo rodé los ojos sonriendo.— vamos a dormir. —me levanta de la cadera empezando a cargarme caminando hasta la que es nuestra habitación por los momentos.
La presencia de la biblioteca es más palpable, puedo sentir su ira, más no ver nada.
Tendré que hacer otra runa más fuerte, necesito evitar que estas cosas sigan interviniendo en mi vida.
Al llegar a la habitación recojo mi cabello rápidamente, Noah va a la cocina por un csm de agua y antes que llegue el sueño me invade de una manera increíble, me dejo llevar por la oscuridad de la noche bostezando y no sé nada más de mí, ni nadie más.
Portland tiene las respuestas que necesito.
•••
—¿Qué tanto estas rebuscando en la maleta? —pregunta Noah confundido, me giro a mirarlo sonriente sacándole la lengua en un gesto infantil.— ¿Nena?
—Tu camisa azul. —respondo al no encontrarla, concentrada en mi tarea.
Quizás la guarde en las gavetas o en el armario.
—Preciosa.
—¿Eh?
—La tienes puesta.
—No puede ser que olvidara eso, ¡cielos!
Me siento en el suelo acomodando la maleta de nuevo con todas las prendas que llevábamos hasta que una bolsa transparente cayó de uno de mis vestidos.
—¿Qué es esto? —dentro de ella permanecía una pequeña tela, pero sabía que tenía algo adentro.
—Iré a revisar que todo esté en orden. —le escuche decir al castaño, pero para entonces ya yo tenía toda mi atención en la tela que estaba cubriendo aquel objeto.
Querida Rachel;
Hace mucho tiempo que esperábamos tu regreso, nos costó encontrarte, pero lo logramos, la luna llena fue una perfecta distracción para los perros que te protegen, indudablemente, sé que contaremos con tus magníficas habilidades para acabar con el clan.
Un pequeño obsequio de nuestra parte.
Himonik
—¿Eh? ¿Cómo es posible que entienda el latín? —hablé en voz baja para mi misma, guarde la carta en el bolsillo de mi pantalón deportivo antes de abrir por completo esa pequeña tela, me quedé muda cuando la amatista empezó a brillar con fuerza, las delicadas garras que rodeaban la piedra eran preciosas y se veían delicadas.
Todo en ella me hipnotizaba.
Era como si este collar ya lo hubiese visto mucho antes.
Gael.
—¿Por qué soy útil para ustedes? ¿Quién es H?
—Rachel, hermana, ¿estás lis... ¿Rachel?
—¡Barbara! —un escalofrío recorrió toda mi espalda al sólo mencionar su nombre, ella me miró confundida y antes que pudiese mirar el collar lo oculté tras mi espalda.— si, sólo terminaba de empacar. —la piedra estaba empezando a arder en la palma de mi mano.
Era como si la cercanía de mi hermana no fuese tolerada.
Qué extraño.
—Eh, sí, yo... —ella ocultó sus manos detrás de su espalda sonriendo nerviosa asintiendo— nos vemos afuera, entonces. —y sin darme más tiempo salió corriendo de mi habitación dejándome confundida y algo preocupada.
Cerré mis ojos presionando el collar contra mi pecho recordando el nombre que me perseguía.
—Oh Gael... —murmuré.
Las luces se apagan, todo cambia, la temperatura baja y siento mi cuerpo congelarse, las celdas de este castillo son incómodas, muero de hambre, y cuando él se asoma siento mi garganta arder por la sed que provoca.
Sabe perfectamente que lo necesito, que no puedo seguir encadenada, pero se niega a liberarme.
No me tiene miedo, siempre esta sonriendo interesado y curioso de saber cuánto tiempo puedo resistir, su sangre sigue llamándome. Puedo escucharlo caminar lentamente por los fríos pasillos.
Es imposible no notar su presencia en segundos.
—Sí has venido a seguir experimentando cuánto autocontrol puedo tener, estás perdiendo tu tiempo...
—No he venido a eso. —me interrumpe y su tono de voz eriza mi piel. —suficiente tengo con tu desfachatez al jugar con el libro que te dije que no tocarás. —no lo miró, prefiero evitarlo, pero él se agacha y levanta mi mentón con su mano. — ¿por qué sigues resistiéndote a tu destino?
El plateado de sus ojos me congela, no quiero seguir mirándolo pero me inevitable no caer en esa mirada, el calabazo es un juego de niños a diferencia de la frialdad de su mirada, su pálida piel resalta con ellos al igual que sus labios rosados.
Es perfecto.
—Dime, ¿por qué...
—¡Gael! —mi respiración estaba agitada, tenía una mano sobre mi pecho y mi corazón parecía querer abandonarme, intenté mantener el control pero ahora recordar únicamente su mirada me tenía peor que antes.
El collar brillaba, pero no recordaba nada antes de caer en la oscuridad, desperté recordando sólo ese color peculiar de sus ojos, plateado.
—¿Rachel?
—Noah. —respondí ignorando mi estado, me levante del suelo sonriéndole como si nada hubiese ocurrido guardando el collar en el otro bolsillo de mi pantalón mientras suspiraba.— casi me resbalaba al cerrar la maleta. —explique mintiendo.
El castaño dudó en creerme, pero preferí simplemente no hablar más, salí de la habitación arrastrando la maleta pensativa.
Algo tenía que ver aquel nombre con mi posible pasado, necesitaba mis recuerdos de vuelta y no pensaba rendirme hasta obtenerlos.
Mi tía tendría que jugar perfectamente sus cartas esta vez, porque no iba a ser sencillo quitarme aquella idea de la cabeza.
—¿Rachel?
—Barb. —nos sonreímos y Noah apareció detrás de mí rodeando mi cintura, beso mi mejilla sin darse cuenta de mi melliza, tomándome de la nuca antes de besarme pero con intensidad.
—Nena, por favor no te escapes de mí... —pidió en voz baja separándose de mis labios, me sonroje por aquel tono posesivo, más no dije nada.— ¿estás bien?
—Lo estoy, cariño. —respondí acariciando su cabello suavemente, dejando otro casto beso en sus labios.— no pienso irme de tu lado, tontito.
—Este... ¿Chicos? —interrumpió Barb incómoda y algo sonrojada.— existe una habitación, ¿saben? —se burla ahora divertida haciéndome rodar los ojos contagiándome de su humor.— en fin, ¿me permitirías un momento con mi hermana?
—Por supuesto Barb, iré a guardar las cosas. —asentí sonriéndole y me despedí de él con otro beso, aquellas runas que había puesto en la mañana funcionaban a la perfección pues ya no me sentía sofocada al siquiera corresponder un solo beso de parte de Noah.
—¿Escuchaste lo que te dije? —preguntó mi hermana y negué.
—Sólo pensaba, lo siento.
—No pasa nada, Rach.
—¿Qué sucedió? —pregunte interesada en esa expresión intranquila suya.
—Tenemos un problema, Portland no puede esperar más.
—Pero si ni siquiera hemos abandonado las cabañas aún.
—Eso lo sé, por favor escúchame.
¡Tiene que ser una broma!
—Recibí una llamada, hoy en la mañana, mamá quiere tratar un tema delicado con nosotras, dice que es de suma importancia que no usemos ninguno de nuestros poderes hasta que lleguemos allá.
—Pero las runas...
—Sí, lo sé, ella mencionó que tía Hazel pudo detectar a alguien que nos está siguiendo tras esa esencia, necesitamos cubrir nuestro rastro por lo menos unas horas.
—Barbara, sabes perfectamente que es imposible cubrir nuestro rastro, apenas puedo lograrlo por una hora.
—Pero será el tiempo suficiente, Rachel. Connor va a ayudarnos con la manada vecina, ayer hablo con su alfa, necesitamos aterrizar cuanto antes.
—¿De qué estamos hablando?
—Nuestros hermanos, eso pasa.
Me quedé en silencio.
Barbara llegó en poco tiempo y cuando nos conocimos por fin, ella me reveló detalles sobre nuestra familia, incluía los tratos y todo lo que había pasado antes de llegar a Italia.
Como nuestros progenitores se hicieron la vista gorda, recordando el dolor incesante en mi pecho cuando ella lloraba en las noches y yo no podía consolarla del todo por ese dolor que me traspasaba.
Pero quizás era momento de demostrar todos estos años de lejanía para todos.
******
Los amo♥
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