1 • Oscuridad.
Capítulo 1
Oscuridad.
—•—
5 años de edad.
Rachel's POV
—Realmente es lo que aparenta ser, un conejo del mal. —mamá señaló el pequeño animal felpudo del cual yo me aferraba ahora mismo.
—No, no te lo vas a llevar a esa máquina del terror. —ni de broma permitiría que ella le hiciera daño a Santian, mi peluche favorito.
—Hija, tengo que lavarlo y no hay más discusión con este tema. —dijo ella extendiendo su mano hacía mí.— no voy a hacerle daño.
Lo pensé, Santian había sido un regalo de mi mejor amigo pálido, ese chico de ojos llamativos, siempre me hacía reír mucho cuando me sentía triste.
¿Dónde estará ahora mismo?
¿En su país encantado?
—Ash, pequeña. —mamá volvió a llamarme y salí de ese trance, tras dedicarle una mirada ella entendió que no cedería tan rápidamente, por lo que la vi colocarse a mi altura y dejar un beso en mi mejilla.— te prometo que no le haré daño, sólo se tomará un baño, ¿sí?, podrás tenerlo después de cenar.
Eso sí que era una buena oferta.
Emocionada ante sus palabras le entregué el peluche sin pensar, Santian volvería conmigo en la noche y eso era bueno.
—Confió en ti, mamá. —le sonreí y corrí a la cocina cuando escuché a papá decir algo acerca de unas galletas.
Mamá me llevaría al parque en la tarde, quizás sí me acercaba un poco al bosque podría verlo de nuevo, aunque siempre me sonreía y alejaba a esos hombres de aspecto espeluznante que intentaban hacerme daño.
Concentrada en mi nuevo dibujo de un lindo paisaje suspire agotada, mamá me llamó desde alguna parte de la casa en planta baja, así que me puse mis zapatos favoritos alegre de ir al parque.
—Aquí estoy, mamá. —la abracé tal cual como mis brazos me lo permitían y ella sonrió con cariño asintiendo para colocarme un abrigo.
¿Va a hacer frío?
Creo que sí, porque ella me terminó de colocar unos guantes y un gorro suaves.
—Ashley, no corras, cariño. —estaba tan emocionada de llegar a los columpios que igual seguí corriendo, pero con cuidado, no me quería caer. —Ash, dame la mano. —obedecí a mamá tomando su mano notando que al fin habíamos llegado al parque segundos después, corrí a los columpios subiéndome en uno para después disfrutar de esa pequeña brisa que sentía cuando me balanceaba.
Cerré los ojos sonriendo volviendo a empujarme con mis propios pies, y entonces una niña apareció en mi mente, era igual a mí, lloraba algo asustada mientras una señora de capucha espeluznante se esconde detrás de un perro grande.
Siento mucho miedo cuando la veo sonreír de esa forma, ¿por qué nadie ayuda a la niña?, ella se gira y al ver su rostro mi corazón duele contra mi pecho, esa niña soy yo.
—¡Ashley! —me duele mucho la rodilla, me caí del columpio, sé que mamá me toma en brazos y me acurruca mientras yo lloró en silencio aferrándome a ella.
Me duele mucho la rodilla, quiero decírselo a mamá, pero cuando levanto la vista, veo a mi amigo cómo si quisiera acercarse, el bosque no está lejos, él se ve triste.
Quiero correr a saludarlo pero mamá se aleja de los columpios y él desaparece.
10 años.
Sé que está en el bosque haciendo ejercicio como de costumbre, mi amigo de la infancia es muy aburrido cuando dice que el ejercicio es lo mejor del mundo.
No me balanceo más en el columpio riéndome al verlo casi caer del árbol al que había intentado subir.
—¿Ash?
—Aquí, mamá. —le respondo aún desde el columpio, vuelvo mi vista al bosque para saber sí él está ahí, pero no, creo que se cayó de su objetivo, quisiera saludarlo, pero me lo prohibió hasta que cumpliese dieciocho.
Es muy tonto al pensar así, dijo que cuando llegará a esa edad ya entendería muchas cosas que aún no entiendo.
Cierro mis ojos dejándome llevar por mis propios impulsos en el columpio y ahí aparece esa niña igual a mí, ella se ríe con un niño que se ve algo más grande, pero cuando la notó ver por la ventana, tiembla ante lo que ve, empieza a llorar lanzándose a los brazos del niño y no puedo escuchar nada pero si ver algo espeluznante intentar acercarse a ellos dos.
Abro mis ojos rápidamente cuando siento ese gran impulso al balancearme y me detengo, no quiero estar más aquí.
Corro hasta donde mamá pidiéndole que vayamos a casa y ella accede, no miró hacía atrás esta vez, sólo tomó la mano de mamá y ambas nos vamos.
14 años.
—¿Cómo dices? —sé que no ha sido un sueño, yo misma he intentado hablar con esa chica que siempre veo al cerrar los ojos después de encontrar un libro que me ha ayudado con mi ignorancia en varios temas.— ¿quién era ella, madre? —la pelirroja no me mira, pero sé qué hay algo que me ocultan.
Papá y mamá tienen días actuando extraño.
Y no me agrada en ningún sentido.
—Ashley...
Me duele la cabeza y su voz se vuelve algo lejana, Barbara, así se llama ella, está lejos de mí, hay un lago en medio de las dos, pero ella no me ve aún, sólo escuchó una voz masculina decir, "hermana"
Pero todo se vuelve borroso.
No entiendo nada.
•••
—Ella, ella es tu hermana gemela, Ashley. —ni siquiera respiro cuando escucho a Colin decírmelo, no sé si pueda llamarlo papá cuando no es así, nunca ha sido así.
—¿Dónde están ellos? —con ese ellos, ya me refiero a mis padres biológicos, ambos se miran, lo deduzco por eso que no dicen con palabras.
Es complicado de decirlo.
—En otro país, Drew y Danessa, así se llaman, Drew es mi hermano mayor, él me pidió que te protegiera de cualquier peligro durante este tiempo, pero no sabíamos que verías a Barbara en algún momento. Ashley, pequeña, Hazel, tu tía es la única que puede mostrarte todo lo que ocurrió en...
—Realmente, lo vi todo. —interrumpo su discurso sin mirarlo.— Barbara pensó en mí, y cuando cerré los ojos muchas imágenes aparecieron, sé también que Ashley no es mi verdadero nombre, ¿no? —mamá, Colette, sonríe con tristeza pero me da la razón.
—No, tu verdadero nombre es Rachel.
Cuando dejó la casa escuchó los gritos de mis padres, pero no quiero volver, necesito aire, no quiero hacer nada de lo que me arrepienta.
El parque. Ese al cual había dejado de ir desde que tenía diez años.
•~•
Actualidad.
—¡Noooo! —me despierto exaltada con el cabello todo mojado por culpa del sudor, no puedo dejar que esos recuerdos me atormenten, no de nuevo.
—¿Rachel? —Noah me sigue cuando salgo de la cama mientras yo busco torpemente un vaso de agua en la nevera.— nena, ¿qué ocurrió?
No le respondo, ni siquiera puedo hablar.
Tengo un nudo en la garganta que no me deja formular ningún tipo de palabra.
—¿Fue esa pesadilla? —asentí sin verlo bebiéndome el agua fría de una sola vez, él rodea mis hombros con cuidado sin necesidad de decir más, lo abrazo ocultando mi rostro en su cuello.— tranquila, nena. —susurra con suavidad acurrucándome entre sus brazos.
Ojalá Noah hubiese sido mi destinado, pero no era así lamentablemente, sólo éramos una especie de pareja/amigos que se daban ese cariño mutuo en su soledad.
Y jamás podríamos enamorarnos.
—No quiero pensar de nuevo en el pasado. —confieso separándome un poco de él, quien me mira atentamente subiéndome sobre la isla de la cocina para después rodear mi cintura al acomodarse entre mis piernas.
Es increíble que ni siquiera pueda sobrepasarlo en altura de esta forma, apenas y puedo igualarlo hasta el cuello.
—¿Y qué quieres hacer? —me encogí de hombros ante su pregunta, la verdad es que no lo sabía.
—Barbara, ella no sabe nada aún de eso. Quiero que sea feliz con su vida actual pero el tiempo ya ha pasado y no sabe nada por completo de lo que ocurrió.
—Colín y Colette tampoco lo recuerdan, preciosa, Hazel bloqueó sus recuerdos así como hizo con los tuyos. —lo vi hacer una mueca de disgusto por eso, pero no podíamos negarlo, mi tía nos había arrebatado eso de cierta forma.— no está bien, ¿sí?, pero primero debes lograr saber que era eso que tanto te aflige para poder dejarlo fluir.
—Es que no solamente es recordar, Noah, porque sí hablamos de eso, sólo me veo en el parque de noche, luego todo es nada, siempre despierto, pero sé que esa mujer de capucha, esa que me ha estado persiguiendo toda mi vida tiene algo que ver ahí.
—¿Estás segura?
—Mhm. —no hay manera que no sea así.— no somos los únicos con un pasado similar, tontito. —bromeó para aligerar el ambiente tenso en que nos hemos quedado besando su mejilla.
Él me regala una sonrisa ladina pero no dice nada durante unos segundos.
—Igual seguiré protegiéndote, aunque no podamos amarnos nunca, aquí estaré contigo. Por ahora disfrutemos de esta locura entre nosotros. —me siguió el juego en lo último empezando a hacerme cosquillas de las cuales obviamente me carcajeaba con ganas.
—¡Noah!, no más cosquillas. —seguía riéndome ante sus acciones hasta que me soltó y recuperé el aire que había perdido, él me robó un beso y señaló la habitación con calma. —No tengo sueño aún, te alcanzo en unos minutos.
—Te esperaré ahí, para dormir, ¿sí? —asentí a sus palabras bajándome de la isla con cuidado.— cualquier cosa que necesites, sólo llama. —le sonreí para tranquilizarlo y él poco convencido igual se adentró a la habitación.
La cena había sido más bromas y risas que cosas románticas, además no podía sacarme de la cabeza la imagen de ese castillo y esa sensación de familiaridad.
Cerré mis ojos pasando mis manos por mi cabello peinándome un poco concentrándome en la nada, ese hombre de capucha, capa, realmente, me era familiar.
Y no podía evitar ese calor de mi pecho cuando estuve cerca.
—Es una lástima que no recuerde nada. —me quejé en voz baja abriendo la nevera para buscar algo de jugo, seguramente en estos momentos mi hermana estaría disfrutando de su noche con mi cuñado.
Bien guardado que se lo tenía Noah con lo de la proposición que le ayudó a hacer al castaño, sonreí imaginando la situación y acaricié mi collar.
Me lo quité con cuidado observándolo, el lobo y la copa de vino que cruzaban al lobo eran interesantes, destellaba de cierta manera cuando mis dedos rozaban al lobo el cual estaba aullando.
—¿Rachel? —Noah me llamó dudoso y saliendo de mi trance me coloqué nuevamente el collar entrando a la habitación obligando a mi mente para que dejara ir lo que me atormentaba.
Quizás debía dejar de pensar en esas cosas.
•••
—Buenos días, señorita Rachel. —el hombre que estaba asignado para buscar los comunicados de cualquier emergencia me saludó con nerviosismo.
Enarque una ceja confundida devolviéndole el saludo.
—Señor Hobbs, ya le he dicho que puede decirme sólo Rachel. —le sonreí ladinamente y él asintió rebuscando algo en el bolsillo de su bolso de cuero.—¿Connor? —mencioné y él negó tendiéndome una carta.
¿Mamá?
Apenas me entrego la carta salió de la cocina apresurado dejándome con esa sensación de amargura.
Abrí el sobre rasgándolo un poco, cuando saqué el papel, no pude hacer más nada que temblar, la taza de café que estaba tomando se resbaló de mis manos, no quería ceder a cerrar los ojos.
Pero me fue inevitable, el hombre de la capa, el castillo, consejo, el consejo.
—¡Rachel despierta! —Noah me removió más que antes pero salí de su agarre negando, necesitaba llegar a Barbara cuanto antes.
—¿Dónde está Connor? —los hombres señalaron una cabaña alejada y simplemente corrí todo lo que pude, no pensaba ni siquiera quería ver más nada.
Entre a la cabaña ignorando los llamados de Noah detrás de mí, sabía que me había seguido, pero no me importo, toque repetidamente la puerta de esa habitación llamándola.
Sangre, era mucha sangre la que aparecía en mis visiones.
—¡Barbara!
Tardaba demasiado, mi desesperación estaba llegando a su límite para estos momentos.
—¡Tenemos que volver a Portland ya! —la carta pasó de mis manos a las suyas cuando abrió la puerta, no quería pensarlo pero no era una opción.
Nunca lo había sido.
—Italia ya no es seguro. ¿No es así?
—No, Italia ya no es seguro. —asegure pensando en lo mismo que ella.
—No es un juego, es la muerte.
•••
—¿Cómo dices? —Barbara toma asiento en la mesa junto a la ventana mientras Connor acariciaba su cabello dejando un beso en su frente, él miró a Noah quién permanecía aún en el marco de la puerta de la casa.
—Debemos volver a Portland, eso es lo que estaba tratando de decirles. —repetí mirando al prometido de mi hermana, la seriedad del asunto ni siquiera era de dudar.
Además, mi melliza podría pasar por algo que la marcaría, claramente obra del consejo.
Suspire pasándome las manos por el rostro pensando en otra cosa de momento, no era necesario buscar más futuros.
—¿Cuándo se supone que debemos irnos?
—Antes que se acabe la semana lunar. —explicó Noah y se lo agradecí con la mirada cuando se acercó a mi dándome un vaso con agua.
—¿Ustedes están seguras de que quieren hacerlo? —Connor nos miró a ambas, pero más que todo sabía que lo decía por mi melliza, nos miramos.
—No tenemos opción. —dijo ella con cansancio.
—Volveré en un momento, creo que necesito un poco de aire. —murmuré levantándome abrumada de la silla de madera, cuando vi a Noah acercarse le pedí que se quedara quieto con una mirada.— estaré bien, sólo necesito aire.
La noche ya estaba por llegar, era tarde, una la cual estuvimos aprovechando entre libros para buscar una solución a lo que podríamos enfrentarnos y luego hablar con los chicos.
Tome un abrigo sin ver de quién era y salí de la cabaña disfrutando de esa pequeña corriente de aire que me daba en el rostro.
******
Bueno, aliens, nos leemos pronto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro