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Capítulo 30

Esa noche, Naruto recordó el ultimo día que convivio con Jiraiya.

-"Este mundo está lleno de tristezas, envidias, dolores y egoísmo. La gente pierde sus esperanzas y piensan que la felicidad no existe, por eso no quiero que mis hijos sufran eso. Los he creado, para buscar la felicidad de mis muchachos, guíen los y enséñenles lo hermoso de la vida"- Fugaku sonrió, sus ojos negros perdían poco a poco ese brillo tan hermoso.

Sus tres creaciones, empezaron a derramar lágrimas, no podían hacer nada, solo verlo morir y aceptar la realidad.

-"Deidara, Naruto, Gaara... no lloren, no se ven bien llorando, no me arrepiento de nada, por lo menos pase mis últimos momentos con las personas que más amo, solo disfruten los recuerdos que hemos vivido, aprécienlo en sus corazones" -

.-"¡No es justo!, ¡odio verlo así, Fugaku-sama!, ¿Por qué hizo esta estupidez?, ¡Sacrificar su inmortalidad por esa persona que ni siquiera lo amaba!".- sus lágrimas no se detenían, él odiaba llorar, no le gustaba, su carácter siempre se basaba en explotar muchas veces, pero esta vez, no había ninguna chispa que lo hiciera reír.

.-"Deidara, tu no lo entiendes, pero cuando te enamores, vas hacer todo lo posible para ver a esa persona feliz, a pesar de que tu sacrifiques tu vida, no te importara, ya que lo darías todo por ella".-

-"¡No, no lo acepto! ¡Nunca pienso enamorarme! - Deidara salió corriendo, no quería estar más en esa habitación.

"Yo tampoco pienso enamorarme", fue lo que pensó, pero ni siquiera logró cumplir esa promesa. No logró detener sus sentimientos, ni su corazón ahora estaba pagando las consecuencias, sentía lo que era el dolor, sentía que su vida se estaba quebrando, su cuerpo ya no soportaba.

Nunca se arrepintió porque así podía ver a la persona que más amaba sonriendo a pesar de que en el futuro esa sonrisa le podía pertenecer a otra persona.

-"¿Algún día nosotros podemos ser felices? – Pregunto Deidara entre lágrimas, escondido en un rincón de la sala.

-"Tal vez, pero por ahora nos corresponde cumplir la promesa de Fugaku"- contesto Gaara luego miro hacia el rubio con una pequeña sonrisa – Tu ya has hecho suficiente, así que descansa –

Naruto abrió sus ojos lentamente con el sonido de la maquina acompañándole - No quiero descansar - susurro, sus lágrimas resbalaron de sus mejillas y cuando quiso apartarlas se dio cuenta que tenía extraños cables insertados en sus venas, también algo que cubría su boca que le permitía respirar, pero sabia que nada de eso funcionaba debido a su condición.

Retiro los extraños cables y quito el aparato. Sus pies tocaron el frío piso, no podía quedarse más tiempo, menos si estaba a punto de morir, si Sasuke lo viera muerto, sería un sufrimiento tan grande, no quería verlo llorar, por eso no podía verlo, ni despedirse -Lo siento – las lágrimas formaron un camino en sus mejillas hasta aterrizar en el suelo.

Camino a tropezones hasta la puerta, tomo la manija y salió de la habitación.

Los pasillos estaban vacíos, no había nadie que lo detuviera. Empezó a caminar hasta la salida mientras sentía como la sangre escurría de sus labios.

"Lo siento, Sasuke... es solo que no puedo dejar que me veas así" pensó y cuando empujo la puerta sus manos empezaron a desaparecer. Naruto se llenó de pánico y empezó a rogar en su mente "Por favor, Fugaku, dame más fuerzas para llegar, por favor" como si su suplica fuera escuchada, sus manos volvieron a tomar forma y pudo salir del hospital.

Las frías calles de Tokio estaban decoradas con luces navideñas, la gente pasaba a su lado con una sonrisa en su rostro, ignorando su existencia.

Como un fantasma deambulo hasta llegar a la entrada del parque.

La sangre mancho el verde pasto y se arrodillo ante un lugar donde la gente no podía verlo.

Sintió como alguien lo tomaba de la mano y al ver de quien se trataba, no pudo evitar sonreír.

-¿Eres idiota o qué? -dijo Kurama con una voz fría, pero a pesar de eso, sus ojos delataban lo que estaba sufriendo. Su mano que lo sujetaba estaba firmemente agarrada, como si tuviera miedo de soltarlo.

-¿¡Por qué siempre, tienes que ser grosero con Naruto?! - la voz energética de Kushina lo hizo sonreír aún más – Naruto ¿Dónde quieres que te llevemos? -

- ¿Cómo es que están aquí? -

Kushina sonrió - Somos tus guardianes, te estaremos protegiendo, si tu mueres, también morimos junto a ti - pequeñas lágrimas resbalaron de sus mejillas - ¡Naruto! - lo abrazó -¡Si pudiera darte mi vida, lo haría! -

.-¡Lo siento tanto! - Naruto correspondió el abrazo. Los guardianes estaban sujetos a su alma, se encargaban de guiarlo y ayudarlo en lo que podían, pensar que ellos morirían también lo hacia entristecer.

-¡Tonto, no te preocupes por nosotros! Tu siempre serás nuestra razón de vivir – Kushina escondió su rostro en el pecho del rubio, como guardián no podía ofrecer su inmortalidad ya que estaba sujeto con la del sabio.

Kurama miró hacia la luna - No, nos queda tiempo –

-Tienes razón – Kushina se separó y observo los ojos apagados del sabio - ¿A dónde quieres ir? Estos guardianes te llevaran -

Naruto señalo hacia el parque.

Kushina y Kurama entendieron.

El parque estaba lleno de gente que celebraba el fin de año. Los niños corrían con sus luces de bengala en la mano y sus risas eran como una melodía.

A Naruto le encanto escucharlos, lamentablemente el deseo de tener un niño no se iba a cumplir en esta vida.

-Hay mucha gente – dijo Kushina.

Naruto señalo hacia un rincón, donde la luz de los faroles no llegaba.

Kurama asintió y lo llevo entre sus brazos.

-Naruto – susurro Kurama

-¿Si? -

- Gracias por haberme salvado ese día y fue un orgullo ser tu guardián, quiero que sepas que nunca me arrepentí de este trabajo –

Kushina tomo su mano -Lo mismo pienso –

Naruto sintió como sus ojos se volvían borrosos, pero esta vez no eran lágrimas.

La mancha ya había tapado sus ojos.

********

-¿¡Cómo que no está en su habitación!?-

Las enfermeras se pusieron nerviosas -¡Lo sentimos mucho, señor! Lo hemos buscado por todo el hospital, pero no hay rastros de él -

Sasuke sintió como su mundo se derrumbaba- Naruto - su voz sonó tan quebrada, no podía quedarse a llorar como un idiota, sabiendo que el amor de su vida estaba afuera, muriendo - ¡Naruto! - gritó, como si tan solo llamarlo pudiera volver a sus brazos.

-¡Señor tranquilícese! ¡Ya hemos llamado a la policía! -

-¡Qué estupidez! ¡No me quedare aquí, esperando como un idiota! – sin mirar atrás, salió rápidamente del hospital. Los taxis estaban llenos por lo que opto buscar al rubio a pie.

Busco por todos los lugares donde antes habían estado, desde el departamento hasta la cafetería.

-¡¿Han visto a un chico de cabellos amarillos y ojos azules?! -pregunto a un grupo de personas que salían de la plaza.

-No lo hemos visto –

-Lo siento, no lo he visto –

-La policía se encarga de buscar a las personas, mejor llámeles –

La respuesta de la gente no ayudaba en nada.

Se detuvo por un momento para pensar con claridad, hasta que el sonido del teléfono lo interrumpió.

El nombre de Kakashi resplandecía en la pantalla y con esperanza de que supiera donde estaba Naruto, contesto.

-¡Kakashi! ¿De casualidad...? - antes de que terminara de preguntar, fue interrumpido por el Hatake.

-¡Sasuke! ¡El libro se esta desvaneciendo! –

El azabache abrió los ojos con sorpresa, mientras que las lágrimas resbalaron de sus mejillas -¿Qué quieres decir? -

-¡Se que es una locura, pero esta brillando y sus hojas se están cayendo! – después de decir eso, no recibió respuesta -¿Sasuke? -

Sasuke dejo el teléfono tirado en las recurrentes calles de Tokio. 



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