Una Amistad Mágica
Finalmente, después de tantos años se encontró cara a cara con el chico, el salvador del mundo mágico, el niño que vivió. Harry Potter.
-“Hola ¿puedo ayudarte?”- Preguntó el niño frente a Leonel.
El chico rubio estaba nervioso, nunca pensó en realidad lo que le diría una vez que estuvieran frente a frente. Contuvo el aliento recuperó el sentido y sonrió.
-“Hola soy Leonel, Leo para los amigos, soy el nuevo repartidor de periódicos asignado a ésta zona”- dijo sonando amigable.
Harry frunció el entrecejo, con la mirada entrecerrada dio a entender lo que pasaba por su cabeza «¿Porqué me está diciendo esto?»
Viendo esta reacción Leo habló en consecuencia. -“Lo siento, quería presentarme con las personas en mi nuevo trabajo”- sonrió tímidamente.
Harry sonrió por condescendencia y dijo -“Un gusto, soy Harry”- intentando ser cortés.
-“Pues mucho gusto Harry”- sonrió Leo mostrando alegría que contagió al niño flacuchento.
-“Mira se que es mucho pedir viendo que nos acabamos de conocer pero ¿podrías hacerme un favor?"–
Harry se sintió incómodo, ya había pasado por algo similar antes y no había salido bien.
-“Quisiera un poco de agua, he estado repartiendo el periódico durante un rato y estoy sediento”- dijo suplicante el rubio.
Harry asintió y regresó adentro cerrando la puerta tras de sí.
Leo suspiró temblorosamente, eso salió bien, el primer contacto fue bueno sólo faltaba crear el vínculo. Entonces un regaño sonó tras la puerta, la voz chillante de una mujer regañó a Harry por no informar que pasaba en la puerta y un momento después la puerta se abrió de golpe mostrando a una mujer. Era rubia con manos huesudas, cara de caballo y un cuello muy largo y delgado, parecía una jirafa o algo así. Por un momento el nombre de la jirafa de Madagascar vino a su cabeza, Melman. Aunque más bien sería Mel-woman ya que era mujer.
-“Y tú qué quieres”- dijo la voz trinante y chillona de la señora.
El chillido descolocó al chico un poco pero con una buena actitud su plan podría funcionar de mejor manera.
El chico hizo algo que definitivamente no esperarías de alguien de su edad. Colocó su pie derecho delante de él, de puntilla, dobló la rodilla de la pierna izquierda, puso su mano derecha en su corazón y la izquierda en su espalda, se inclinó en reverencia mientras mantenía su mirada en la señora y dijo -“Me presento mi nombre es Leonel, Soy el nuevo repartidor, les traigo el periódico ésta mañana, un placer conocerla, estoy a su servicio”- todo mientras mantuvo la mirada en ella demostrando que le tenía respeto pero que no era inferior a ella.
La señora Dursley quedó impresionada por la actitud del chico, era educado y respetuoso, además era de buen ver.
De repente una voz tonante invadió el tranquilo aire de Prived drive. -“¿Petunia, Dónde está mi maldito periódico, O es que acaso el repartidor volvió a retrasarse?”- Gritó el señor Dursley desde dentro de la casa.
-“¡No querido, el repartidor está en la puerta!”- respondió la señora encogiéndose un poco por el tono de voz.
De repente unos pasos pesados sonaron dentro de la casa y se estaban acercando. Por un momento la imagen de un vaso de agua perturbado por los pesados pisotones de un tiranosaurio rex pasaron por la memoria del rubio y tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para intentar no reírse de la imagen. Aunque tuvo que luchar aún más contra ese deseo cuando, de repente el señor Dursley apareció en la puerta con su rechoncha cabeza asomando sobre el hombro de la señora Petunia.
—“Oh, director Dursley, vaya sorpresa”- dijo el muchacho viéndose sorprendido.
Vernon se quedó aturdido un momento, ¿Conocía a este chico? Podría tratarse de alguno de los hijos de sus empleados tenía tantos bajo su dirección que realmente no tenía idea.
-“¿Quién eres?”- preguntó el gordo.
-“Mi nombre es Leonel, soy su nuevo repartidor, un placer”- haciendo una inclinación.
Vernon no entendía que quería este chico pero pensándolo bien llegó una conclusión apresurada y hablo -“¿Y qué quieres, una propina? ¡no te entregaré nada te has retrasado!”— aulló con su voz tonante.
—“Oh no Por supuesto que no, simplemente me estaba presentando ya que seré su repartidor por los próximos dos meses”— dijo entregando el periódico en manos del señor Dursley.
—“Aunque me parezca apropiado que los jóvenes se dediquen a trabajar en vez de andar de vagabundos y perdiendo el tiempo, Es triste que tus padres te obliguen a hacer eso ¿O es que acaso los despedí?”- preguntó un extraño tono de burla.
—“Lo dudo mucho, mi padre trabajó con usted unas cuantas semanas, fue durante el proyecto de remodelación de sus oficinas.”—
—“Que mala situación, al parecer, no le fue tan bien siendo obrero de construcción”— canturrió Vernon.
—“Pues, no era obrero, era el jefe del proyecto.”—
—“¿Jefe del proyecto?”— Preguntó el señor Dursley extrañado.
—“Así es, además no hago esto porque me estén obligando o algo parecido, simplemente quiero un poco de dinero para cuando vayamos de vacaciones”— Dijo sonriendo mostrando una hermosa hilera de perlas blancas, luego dirigiendo su mirada al pequeño niño que había estado parado en la puerta sosteniendo un vaso de agua en silencio. —“Te lo agradezco amigo, estaba muriendo de sed, créeme te compensaré por esto”– Dijo tomando el vaso de agua y bebiendo lo completo de dos tragos.
Los señores Dursley vieron a Harry con molestia, Pero antes de que empezara una diatriba acerca de lo que sea que haya hecho mal Leonel intervino.
—“¿Te parece si vienes a mi fiesta de cumpleaños el mes que entra? Es el primero de septiembre justo el día que empezaré a estudiar en McCallister, será después de la escuela así que...¿qué dices, vendrás?”— Preguntó sin preocuparse por las reacciones de los adultos en el lugar.
Harry sonrió emocionado con la perspectiva de una fiesta de cumpleaños ya que ni siquiera era invitado a su propio cumpleaños, pero cuando estuvo a punto de responder se cohibió ante la presencia de sus tíos que le tenían prohibido abrir la boca. Quiero pensar que si Harry Potter quisiera convertirse en un monje budista e hiciera un voto de silencio, le sería sumamente fácil acostumbrarse a la idea de no tener que hablar nunca más por el resto de su vida.
—“No te preocupes, No tienes que llevar regalos, recibo suficientes de mis padres todos los años”— Despidió Leonel sabiendo que esa sería una traba para el pequeño huérfano mágico.
Vernon bufó burlonamente ante ese último comentario y añadió —“es difícil de creer viendo la situación penosa en la que estás”— refiriéndose a que era un repartidor, un vil y miserable repartidor de periódicos.
—“¿Penosa?”—
—“Oh, por favor, si tienen que enviarte al colegio McCallister quiere decir que su situación es promedio en el mejor de los casos”— se burló.
—“Ah, eso, pues en realidad fue decisión mía a estudiar ahí, no es como si mis padres no pudieran enviarme a internados en el extranjero como en Francia, Suecia o Estados Unidos, simplemente decidí ir al colegio McCallister para ahorrar un poco y tener el dinero suficiente para el viaje del próximo año, el viaje será costoso pues planeamos viajar a todos los continentes del mundo, haremos una gira mundial de 2 meses así que será un poco caro”— declaró el chico dejando atónitos a todos en la puerta.
—Baj, falacias! Esas deben ser imaginaciones tuyas, nadie que pueda costearse un viaje alrededor del mundo, y que además, pueda enviar a su hijo a estudiar en un internado extranjero, dejaría que su hijo anduviera mendigando peniques como un repartidor de periódicos, y menos inscribirlo en un colegio popular como el McCallister, deja de fantasear muchacho”— regañó Vernon, quien desaprobaba rabiosamente la imaginación.
—“Claro que mis padres pueden costear el viaje, pero cuando dije que estaba trabajando para el viaje, es porque quiero pagarlo yo mismo”— respondió con tranquilidad haciendo que un pequeño suspiro ahogado de sorpresa sonara en el aire.
—“¿Costearlo, tú sólo?”— Dijo Vernon con incredulidad mientras su rostro enrojecía por la creciente rabia en el fondo de su cabeza justo por debajo de la sensación de sentirse ofendido de alguna manera por las palabras del chico.
—“He estado ahorrando los últimos años todas mis mesadas y mis regalos de cumpleaños, aparte del dinero que he hecho trabajando para mis vecinos, desde pequeño fue mi sueño poder viajar por el mundo y finalmente tengo suficiente, ahora estoy juntando solo un poco más para tener algo de dinero de bolsillo y algo extra mientras encuentro algo bonito que comprar, ya saben, recuerdos y esas cosas"— explicó el muchacho sin notar, o talvez sí, la molestia en la cara de los Dursleys o la de asombro en la de Harry que ya tenía un buen rato boquiabierto, si seguía así de seguro terminaría tragando una mosca.
—“Patrañas!... ¡No has dicho más que patrañas!”— Gruñó molesto el señor Dursley.
Leonel parecía querer encararlo pero simplemente hundió los hombros puso el periódico en la mano de la señora Dursley y se dió la vuelta sin dar una segunda mirada a los Dursleys aunque si se detuvo para hablar con Harry. —“La invitación es oficial, te espero el primero de septiembre en la villa Lionheart en la localidad de Blindley Heath en la parroquia civil de Godstone de Surrey heath.”—
La mención del apellido de la familia Lionheart llamó la atención tanto de Vernon como de Petunia. Conocían ese apellido, los Lionheart eran básicamente Nobleza en la zona.
—Espera ¿la villa de los Lionheart... Y tú de dónde conoces a los Lionheart?”— Preguntó Petunia sin hacer la conexión.
—“Pues de casa, son mis padres”— sonrió el muchacho viendo con orgullo que los Dursleys picaron el anzuelo.
—“Pero el hijo de los Lionheart se llama Tonny o algo así”— dijo Vernon sin conectar los puntos tampoco.
—“En realidad, creo que no me presenté adecuadamente...”— El chico hizo otra reverencia diciendo fuerte y claro —“...mi nombre es Sir Thomas Leonel Lionheart II, Barón de Blindley Heath”— ésta vez mostrándose sublime como su madre y padre le habían enseñado para conocer a gente de un estatus superior, básicamente realeza, dando a entender que a pesar de no tener un estatus tan elevado seguía perteneciendo a una familia noble. Talvez era un poco retrógrado pero aún en éstos tiempos era importante.
La boca de todos igualó la de Harry, la reverencia, el porte y la elegancia con la que se presentó te hacía creer que por un momento no estabas viendo a un niño de 10 años sinó una especie de príncipe de la familia real.
Leo continuó —“mis padres me llaman Tommy o junior, puede ser que de ahí Venga la confusión.”
Vernon no pudo refutar, no encontraba cómo, y eso lo frustraba, miró al chico y dijo lo primero que se le vino a la mente —“¿... Sir? Te crees acaso una clase de noble?”— Dijo incluso sabiendo que la familia Lionheart era exactamente eso.
—“No usaría el título de nobleza para nada que no fuera estrictamente protocolario, pero sí, si soy un noble... De hecho uno ungido por su majestad la Reina Isabel segunda, como caballero de la orden de la rosa blanca, básicamente un título de confianza en el que la Reina reconoce a nuestra familia como personas de rectitud, por lo que se nos permite asistir a reuniones y eventos públicos en que la Reina se encuentre presente, pudiendo estar en sus cercanías, solo por detrás de la guardia real. Aquí tengo unas fotos”— dijo el chico sacando su billetera y mostrando que efectivamente a la Reina parada frente a los tres miembros de la familia Lionheart y colocando su espada en el hombro de Leonel. En otra, Leonel aparecía besando la mano de su magestad y finalmente una foto familiar junto a la familia de la Reina.
De pronto la rabia de Vernon se convirtió en envidia y rápidamente en codicia. Sonrió amigablemente, aunque a leguas notarías sus intenciones, y dijo —“Lamento la confusión, no sabía que era el hijo de lord Lionheart, ¿No deseas entrar? Puedo ofrecerte un jugo de naranja o una gaseosa.”— Ofreció el regordete Vernon.
Petunia, conociendo a su esposo entendió de inmediato las intenciones que tenía y la verdad estaba de acuerdo en que sería muy conveniente que su familia empezara a codearse con una familia noble que conocía a la reina en persona. Definitivamente tenían que hacer que Dudley se volviera su mejor amigo. Pero sus pensamientos codiciosos se vieron interrumpidos por el muchacho frente a ella.
—“Oh, muchas gracias, pero no gracias, Harry ya me regaló un vaso de agua...”—
Cuando los Dursleys iban a regañarlo por haber ofrecido algo tan simple como un vaso de agua alguien tan importante fueron detenidos por la voz del rubio.
—“...En verdad muchas gracias por eso amigo, realmente estaba sediento”— dijo sosteniendo la mano de Harry entre las suyas y agitándola firmemente —“recordaré este favor, y la casa Lionheart siempre recuerda los favores”— dijo sonriendo y guiñándole el ojo. Soltó su mano y comenzó a irse.
Vernon y Petunia intentaron hacer algo para que se quedara, pero estaban en blanco.
Leo sabiendo que había logrado su objetivo quiso dejar en claro quien era quien estaba a cargo de la situación. Se dió la vuelta y sonrió —“Nos vemos mañana amigo y la propuesta del cumpleaños sigue en pie”— tomando su bicicleta y yéndose calle abajo dejando a los habitantes del número 4 de Prived drive sin habla.
En la noche Leo regresó a casa y sus padres lo recibieron con abrazos y un beso.
—“¿Cómo te fue en tu primer día de trabajo?”— preguntó Thomas que a pesar de haber pasado ya 10 años seguía viéndose igual de impresionante el muy maldito.
—“Fue genial, me divertí mucho y gané algunas propinas.”— sonrió el chico.
—“¡Qué bueno!” dijo su madre —“y dime, ¿hiciste algún amigo, cariño?”— Preguntó simplemente por costumbre, sabía que la respuesta a esa pregunta sería la misma de todos los días.
—“Si, conocí a alguien hoy y era Muy interesante”— dijo Leo mientras colgaba su chamarra en el armario de la entrada.
Sus padres se quedaron congelados. ¿Estaban bien sus oídos? ¿Tommy había hecho un amigo?. Sus padres estuvieron a punto de estallar y preguntar por esa persona con lujo de detalles pero se dieron cuenta que sería muy extraño para alguien como su hijo explicar cosas así además sonarían como si en vez de decirles que había hecho un amigo había conseguido esposa. Se calmaron e hicieron sus preguntas sin parecer muy importantes.
—“¿Y en dónde lo conociste?”— Preguntó la madre.
—“En le trabajo”— respondió Tommy quitándose los zapatos.
—“¿Trabaja contigo?”— Preguntó Thomas.
—“No, es cliente en mi ruta”— respondió.
—“¿y qué edad tiene?”— Preguntó Martha viéndose muy inquieta por hacer esa pregunta en específico.
—“Tiene más o menos mi edad, es como medio año menor.”—
Los ojos de ambos padres se iluminaron, casi a punto de llorar.
Entonces el señor Thomas rodeó el hombro de su hijo le preguntó sugerentemente —“¿Y, es un chico... o chiquita?”— Preguntó levantando las cejas un par de veces.
—“Un chico”— dijo Leo viendo a su padre como si fuera estúpido haciendo que se desinflara un poco.
Después de que Martha le lanzara una mirada asesina a su esposo le preguntó a su hijo —“¿y cómo se llama tu amigo?”—
—“Harry Potter”— respondió sin ceremonia.
Al día siguiente.
Leonel volvió con los Dursleys que intentaron convencerlo de amistarse con Dudley. ¿Cómo se libraría de ésto? Salir a andar en bicicleta. Irían a la calle vecina que era amplia y poco transitada. ¿El problema? Harry no tenía bicicleta y las que tenía Dudley, Dios sabe porque alguien le daría una bicicleta a alguien que, obviamente no era partidario del ejercicio, ya no eran funcionales o simplemente Dudley no quería que Harry las tocara. Leonel se dió cuenta que los señores Dursley estaban en contra de Harry, los muy hijos de perra, si estuviera en sus posibilidades los haría pagar por eso pero pensándolo mejor tenía más opciones para hacer que los Dursleys bailaran en sus manos. Por el moment le prestó su bicicleta a Harry, mientras corría del chico jugando a que Harry y Dudley eran policías. El juego fue divertido el primer par de minutos, después de que Dudley se cansara y que propusiera a Harry como el rufián al que tenían que atrapar, tuvieron que ingeniárselas para encontrar algo en lo que los 3 pudieran distraerse.
Leonel comentó que podrían ir a su casa en Blindley Heath para conseguir una bicicleta para Harry ya que tenía un par que nadie usaba ya que eran demasiado pequeñas para el alto muchacho rubio y que serían perfectas para Harry, además que podrían hacer ejercicio. Es verdad que su bicicleta tenía motor pero solo la volvía más pesada de usar cuando estaba apagado, así que era excelente para que Dudley pudiera ser persuadido de no ir, ya que eran 5 kilómetros que definitivamente no estaría dispuesto a recorrer.
Llevaron la idea a los Dursleys y para la diversión de Harry y Leo, Petunia obligó a Dudley a ir con ellos, fue la media hora más divertida del mundo. Por lo menos para Leo y Harry, fue hilarante Ver al seboso Dudley sudando a mares con la cara rosada por el sol y el esfuerzo, pareciéndose más que nunca un cerdo con peluca y sin aliento.
Cuando llegaron a casa de los Lionheart Dudley desfalleció en el jardín delantero y no se movió, jamás en su vida había tenido que hacer tanto ejercicio.
Harry había sido llevado por Leo en los estribos traseros de la pesada bicicleta de motor por lo que Leo compartió un poco del cansancio de Dudley aunque definitivamente no su condición física.
El chico fue a la casa y regresó con bebidas frías para sus visitantes. Harry aceptó dócilmente su bebida mientras que el jadeante cerdo Dudley apenas tuvo la bebida a su alcance la bebió de un solo sorbo, lo que le provocó un poderoso dolor de cabeza, comenzando a chillar del dolor y llamando la atención, sus alaridos eran escuchados por decenas de vecinos alertando a todos en la manzana.
Al escuchar los gritos rápidamente los padres de Leo salieron a ver quién daba tales alaridos, por un momento pensaron que se trataba de su hijo, de alguna manera recordaron la forma en que había gritado ese Halloween cuando tenía 2 años.
—“Qué pasa?”— preguntó asustada la madre.
—“A quién están matando?”— preguntó el señor Thomas tratando de tomar la situación de una manera más relajada.
—“Tomó su bebida demasiado rápido”— dijo el rubio viendo cómo los gritos de Dudley solo aumentaban.
Parece que le duele dijo la señora Lionheart.
—“No es muy inteligente”— dijo Leonel pero hartándose de él, le tomó de las mejillas, lo hizo mirar en su dirección y le dijo fuerte y claro —“¡Cállate y escucha!” Sobresaltando al niño. —“Cálmate, pon tu pulgar en tu paladar, respira profundamente y calienta tu aliento, el dolor desaparecerá enseguida”— orientó Leonel y el regordete chico lo hizo... más o menos... Falló un poquito en la ejecución. Terminó chupándose el pulgar mientras respiraba agitadamente.
Harry se rió abiertamente de Dudley, mientras tanto el señor Thomas tomó al chico y lo levantó en brazos, haciendo gala de su fuerza, llevándolo adentro para que pudiera tomar algo caliente. Haciéndolo parecer un bebé gigante.
La señora Lionheart miró en dirección donde su hijo se reía con un chico que parecía tener unos 8 años, era pequeño flaco y huesudo, además su ropa parecía como si fuera del otro chico que acababan de llevarse. De repente Tommy jaló al chico y se presentó ante ella.
—“Harry ella es mi madre, Martha Lionheart”— presentó Leo.
Cuando ella escuchó que se llamaba Harry su corazón dió un vuelco. Sin ninguna advertencia abrazó al niño acunándolo en su pecho. Le agradecía en silencio haberse convertido en un amigo para su hijo.
Leo estaba sorprendido, pero creyó que sería una cosa de mamá que la hacía hacer cosas como esta al ver la apariencia del niño.
Por parte de Harry estaba sin habla, nadie nunca, jamás en la vida, lo había abrazado, era el primer abrazo que tenía el privilegio de recibir y no sabía qué hacer o cómo sentirse. Sintió un calor muy fuerte en el pecho y sus pálidas mejillas se enrojecieron.
—“Eres muy tierna y todo, pero Creo que lo estás acosando”— dijo Leo riéndose un poco de su madre.
Ella lo miró con esa mirada que las madres dan, que te hiela los huesos y te pone a rezar todo lo que te sepas o te acuerdes.
Martha soltó a un Harry muy rojo hasta las orejas y sintiéndose un poco incomodo. Ella le sonrió y dijo —“un placer”— a modo de disculpa.
Él simplemente asintió y fue arrastrado de repente, ya que Leo lo agarró del brazo para que fueran al Garage a buscar su vieja bicicleta.
Martha sonrió al ver a su niño comportándose como un chico normal y casi llora de la emoción.
En el Garage habían toneladas de cosas que se habían acumulado a lo largo de los años, la mayoría por culpa de Leo, así que fue un poco difícil sacar la vieja, pero en aún muy buen estado, bicicleta de detrás de tanta basura. Desperdicio de espacio dirían algunos, pero tesoros, diría Leo.
La bicicleta estaba colgando tras una vieja estantería llena de partes oxidadas de automóvil y algunos cubos de pintura. Leo, con mucha dificultad, logró sacar la bicicleta y bajarla hasta que Harry pudiera sostenerla. Harry a penas pudo con el peso de hecho cayó pesadamente en el suelo sobre sus ruedas y asombrosamente rebotó un poco, soltando la capa de polvo acumulado.
Harry contempló la bicicleta como si fuera un tesoro, preguntándose ¿Cómo sería tener algo así para él sólo?. Sin tener que compartir con nadie o que hubiera sido de Dudley antes, que no estuviera medio roto o que pareciera que lo había atropellado un camión.
Mientras Harry vagaba en sus fantasías Leo lo miró, el niño miró con tristeza la bicicleta como si quisiera tener una para sí mismo, lo que le movió el corazón. Definitivamente estaba en sus manos poder hacer ese sueño realidad, ya no por interés sinó por... ¿Clemencia?, no había otra palabra que se adaptara más a ésta situación. También notó la ropa enorme que traía puesta, era vieja y descolorida, casi podía ver agujeros en ella de lo roída que estaba, si antes sintió molestia por el trato que los Dursleys le dieron ahora sentía rabia, si no fuera Harry Potter podría ser cualquiera, nadie merecía vivir así.
Mientras Harry miraba la bicicleta, probaba los frenos y el cambio de velocidades, discretamente, un plan pícaro se maquinaba sobre su cabeza por parte del chico rubio.
De repente una parte de la estantería se movió de forma abrupta y los botes de pintura y otras cosas se derramaron sobre el inadvertido Potter. El pobre niño terminó bañado de pies a cabeza de pintura y otras cosas.
El grito de Harry llamó la atención de la señora Lionheart y fue a ver qué había pasado. Mientras tanto Leo bajó de golpe y casi gritó —“¡Lo siento! Moví el estante y las cosas se cayeron solas! Perdón, perdón! Ahhh no abras los ojos!” Decía el rubio en aparente pánico intentando sacar al ciego, muy sucio y mojado Harry.
—“¿Qué pasó?”—preguntó la madre de Leo muy preocupada.
—“Le cayó pintura encima”— explicó rápidamente el chico empujando a Harry hacía la puerta que daba a la cocina. Rápidamente la señora Lionheart llevó a Harry adentro para ayudarlo a lavarse la cara.
Leo suspiró al ver hacia atrás y el charco de porquería que debía limpiar después, pero por el momento su plan estaba en marcha.
Unos minutos después.
Leo le ofreció a Harry tomar un baño, porque la pintura iba a ser difícil de sacar. Mientras tanto Thomas se ofreció a limpiar el desorden del Garage ya que los productos químicos ahí podrían ser peligrosos, lo que definitivamente Leo apreció mucho. En tanto Leo le sirvió un pedazo de tarta a Dudley quien se rió de la situación de Harry pero lo que no sabía era que le habían tomado una fotografía con la instantánea mientras se chupaba el pulgar simplemente había desactivado el flash para que no lo notara. Martha quiso Lavar su ropa pero Leo la detuvo.
—Pero no entiendo, ¿porqué no quieres que lave su ropa?.”—
Leo miró por encima de su hombro a Dudley para confirmar que estaba distraído con la televisión y su postre como para escuchar la conversación y habló. —“Es parte del plan, dile que la ropa se manchó demasiado y que no pudimos rescatarla.”—
—“¿Plan?¿Qué plan? ¿De qué hablas?”— Preguntó su madre con ese tono que indicaba que exigía una respuesta creíble.
El rubio soltó un suspiro y dijo —“Su situación es mala, vive con sus tíos y son malas personas, él básicamente es un esclavo, tiene que hacer todo el quehacer en el hogar, a penas lo alimentan y nunca ha celebrado un cumpleaños, además, viste su ropa, simplemente le dan lo que el gordo deja de usar, es tan lamentable al punto de doler físicamente.”—
La mirada de incredulidad en la cara de su madre fue algo nuevo de ver para Leo, ella intentó hablar, Pero no sabía cómo tomar la noticia.
—“Me enfureció tanto ver cómo vivía que por eso lo invité a mi fiesta de cumpleaños, pero no sabía que tan mal estaba hasta que miré por la ventana. "VIVE EN UN ARMARIO DEBAJO DE LAS ESCALERAS POR DIOS SANTO!”— gritó el chico olvidando que Dudley estaba aún en la sala, aunque el grandísimo cretino seguía idiotizado viendo Caricaturas en la TV.
La cara normalmente amable de su madre cambió a indignación. —“Hay que denunciar a esos tipos a la policía”— dijo con molestia maternal.
—Lo pensé, pero no sería muy inteligente hacer eso.”—
—“¡Pero no podemos dejar que sigan abusando así de él!”—
—“Lo sé, pero denunciarles lo único que haría es enviarlos a la cárcel y sabe Dios dónde terminaría el pobre chico, pero por otro lado pensé en otras opciones para ayudarlo y llenarlo de pintura fue una de ellas.”—
—“No entiendo qué tiene que ver la pintura.”—
—“Voy a darle el viejo baúl que tiene mis cosas viejas.”—
—“¿Las cosas que dijiste que no tiraramos o regalaramos porque te serían útiles en algún momento?”— Preguntó la madre conociendo lo fanático al dinero y al comercio de cosas que su hijo tenía. Su desconcierto fue porque él nunca, y por los cielos podría jurarlo, ¡NUN-CA!... Regalaba nada suyo. Cualquier cosa que haya tenido el título de pertenencia de Thomas Leonel Lionheart o seguía en la casa o lo había reciclado y vendido, sus reparaciones eran el mayor ejemplo. Aún conservaba sus juguetes de bebé, o mejor dicho algunos, ya que se las arregló para venderlos o mejor dicho intercambiarlos por otras cosas al pasar de los años.
—“Así es, normalmente tengo proyectos en los que puedo hacer uso de mis "activos", como llamaba a sus cosas sin usar, para obtener cosas diferentes o dinero, pero ésto es distinto, aunque al principio quería hacer algo así como una especie de inversión a largo plazo ahora mismo no creo que sea el momento de pensar en mí, su vida es miserable, no puedo llamar a ésto caridad porque creo que darle algo para él pueda llamarlo suyo teniendo la vida que tiene sería más bien un acto de misericordia.”—
Las palabras del chico tocaron en el corazón de su madre, de alguna manera sentía que su hijo era alguien frívolo y sin corazón por tratar a todos como un negocio pero escuchar que incluso siendo así podía sentir empatía y compasión por alguien que ni siquiera conocía, al punto de darle algo "gratis". El único concepto que usaba como gratis, eran las bolsitas de condimentos en los restaurantes de comida rápida, tomaba batanes y rellenaba una botella en el refrigerador desde hace años. Definitivamente hablaba mucho de lo que vivía ese niño y de los verdaderos colores en el alma de su hijo.
—“Puede que ésto no te guste pero, además de hacer algo altruista por el bien de Harry, porque me simpatiza y porque me da lástima, también haré ésto por satisfacción personal.”—
Las palabras de su hijo confundieron a Martha pues no sonaba a que fuera algo malo pero un momento después se arrepentiría de desear saber a qué se refería exactamente.
—“Haré ésto por venganza.”—
Los ojos azules de su madre se abrieron con horror. ¿Su hijo, tenía sed de venganza? ¿Qué otra clase de pensamientos oscuros habría en su cabeza?
El chico notó la expresión de su madre así que consoló diciendo —“creo que me excedí un poco con la palabra "venganza" pero mis intenciones no son tan malas como para usarla.”—
—“¡Explícate!”— exigió.
—“Haré que sus tíos paguen por los años que han abusado de él. De la mejor manera posible, quiero que la familia Lionheart sea la benefactora de Harry James Potter.”—
—“No te entiendo”—
—Verás, resulta ser que el director de la empresa de taladros donde papá trabajó alguna vez es el tío de Harry.”—
—“Ese tal Vernon?”—
—“¡Exactamente!”—
—“Pero que yo sepa solo tenía un hijo.”—
—“Es el gordo de la sala.”—
Martha estiró su cuello para ver al chico rubio sentado en la sala, era igual que el repugnante señor Dursley, levantó sus cejas con asco y comprensión y volvió su mirada a su hijo.
—“De hecho nadie sabe quién es Harry, cuando les pregunté a sus vecinos acerca del niño que vivía en el número 4 de Prived drive solo mencionaron a Dudley, nadie sabía que vivía otro niño ahí, lo que quiere decir que para los Dursleys lo más importante son las apariencias. Las de ellos por lo menos, así que haré algo para arruinar eso, no les haré nada, en su lugar haré que Harry sobresalga, si lo ayudamos y apadrinamos la gente lo notará, nuestro apellido aún es importante y si él hace méritos propios nos hará quedar bien mientras que su propia familia, las personas que supuestamente tendrían que velar por su bienestar y desarrollo, simplemente no lo apoyan, los hará ver como la verdadera clase de monstruos que son ante la sociedad. Además de ayudar a Harry, obtendremos un aliado incondicional, si lo motivamos lo suficiente obtendrá becas y premios por lo que el dinero no sería problema, además de restregárselos en la cara a los Dursleys le ayudaremos a alguien, para mí es un ganar ganar.”—
—“Bien, en primer lugar; me das miedo, en segundo; ¿cuanto tiempo te tomó planear todo eso?”—
—“Dos minutos”— respondió el chico.
—Recalco el número 1 de nuevo.—
Después de un rato Harry volvió a bajar vistiendo una camiseta y pantalones de Leonel, quedándole relativamente grandes aunque mucho mejor que la ropa de Dudley. Se veía limpio, Aunque su cabello seguía siendo un desastre.
Harry se veía avergonzado con pintura en su cabeza y dijo —“no pude quitarla”— intentando justificar su apariencia, como si esperara a ser regañado por algo que no fue su culpa.
Dudley se rió de Harry pero una mirada de la señora Lionheart terminó con su buen humor.
—“Lo siento por tu ropa cariño, pero se dañó demasiado”— se disculpó la señora Lionheart.
Harry apareció destrozado por un momento.
—“No te preocupes, voy a darte algo de la mía como compensación“— dijo Leo siguiendo su plan. Vamos a mi habitación.
Dudley y Harry subieron a la habitación de Leonel y se llevaron una gran sorpresa. La habitación estaba plagada de autos de juguete, habían por todas partes, habían estantes enteros llenos con una colección francamente impresionante.
—“Woaaa”— dijo Harry impresionado por tal cantidad de juguetes.
—“¿Porqué tienes tantos cochecitos?”— Preguntó Dudley.
—“Coleccionables, todos Y cada uno de ellos son inusuales, de edición limitada y en los mejores casos únicos. Puede que no lo parezca pero hay personas buscando algunos de los autos en mi colección, simplemente esperaré hasta dentro de unos años para ponerlos a la venta y las personas estarán más desesperadas y pagarán más por ellos. Declaró Leo haciendo enloquecer a los niños. Pero les digo desde ahora, no son juguetes son Artículos de colección así que porfavor no los toquen.”—
Dudley sin pedir permiso, como de costumbre, intentó tomar uno de los autos más grandes, simplemente por curiosidad pero al estirar sus gordos dedos para alcanzar uno, recibió una palmada en la mano Que le hizo aullar de dolor.
—“¡Dije que sin tocar!”—
Y porqué siguen en sus cajas? Acaso nunca jugaste con ellos? Preguntó Harry.
—“Con algunos, pero me enteré que valen mucho cuando son raros así que decidí guardarlos hasta que todos estos estén tan escasos que se vuelvan invaluables. Además me gusta más jugar afuera”— Dijo señalando su pared donde tenía una gran cantidad de fotos y certificados de todos sus logros.
—“Bien primero lo primero”— dijo Leo sacando una caja del armario, era de madera y parecía vieja. De la caja sacó una máquina de barbero que parecía ser antigua, o por lo menos de la década pasada. —“¡Vamos a arreglar tu cabello.!”—
Leo cortó el cabello de Harry, de todas formas volvería a crecer, un corte de cabello nunca duró más de un par de horas, no sabía porqué volvía a crecer tan pronto pero no le importaba si quedaba mal, con tal y deshacerse de la pintura prefería ser calvo.
Dudley imaginó que el chico rico haría un desastre con la cabeza de Harry así que olvidó rápidamente el dolor en su mano.
Leo cortó el cabello de Harry y la verdad el resultado fue asombroso, la enorme mata de pelo enmarañado y colorido desapareció dejando a un jovencito muy agradable a la vista.
—“Bien, muy bien, quedó excelente”— dijo el chico mostrando a Harry su nueva apariencia con un espejo de mano.
El niño que vivió miró su reflejo y se quedó mudo, ¿Ese era él? A pesar de que le habían cortado el cabello antes de hecho A Harry le habían cortado más veces el pelo que al resto de los niños de su clase todos juntos, pero no servía para nada, pues su pelo seguía creciendo de aquella manera, por todos lados. A pesar de eso, jamás se vió tan bien, le gustaba su aspecto, aunque lo hacía ver más delgado.
—“¿Qué te parece?”— Preguntó Leo.
—“¿Me veo... Me veo bien? Preguntó temeroso.
—“Pues claro que sí, te lo corté yo...”— declaró ""humildemente"".
Harry volvió a verse en el espejo y seguía sin creerlo, quería que se quedara así para siempre. Sin saberlo Harry hizo algo especial, sintió como un pequeño escalofrío le recorrió el cuero cabelludo. Harry pensó que se trataba de su cabello volviendo a crecer para arruinar ese buen trabajo, se sintió mal al pensar que Leo, al igual que todos los demás, creería que era un bicho raro cuando viera que su trabajo se había ido a la basura. Pero nada ocurrió.
Harry levantó la vista para ver la mata de pelo crecer y enredarse pero no ocurrió. Ésto fue extraño ya que a éste momento ya debería haber crecido. Sonrió por la espectativa de que, tal vez, sólo por esta vez se quedaría tal como estaba por más de una semana.
Leonel había leído los libros, sabía que en el capítulo 2 Vernon regañaba a Harry por su cabello y que no importaba cuánto lo cortaran siempre crecía al instante, si volver de la peluquería viéndose igual era una indicación, quería decir que el rebrote era instantáneo, por lo que sonrió al ver que seguía siendo corto.
Dudley se quedó sin habla, si no conociera a Harry podía pensar que ni siquiera era él.
Leo le sonreía con altivez a Harry, como diciendo "ja, soy increíble" pero frunció el ceño viendo la gafas maltratadas del chico. ¿Qué le pasó a tus gafas?
Sus gafas redondas siempre estaban pegadas con cinta adhesiva, consecuencia de todas las veces que Dudley le había pegado en la nariz. Así que Harry, inconscientemente, miró a Dudley quien le abrió los ojos y apretó los labios como diciendo "mantén la boca cerrada". Volteó a ver a Leo y dijo "las pisé por accidente"
Leo las tomó y las vió de cerca. ¿Ves con estos? Viendo el grado de aumento. "Son de 2,5 vaya que estás malo de la vista, aunque creo que el tío William podría ayudarte, él es oftalmólogo, su clínica está en Surrey heart". Leo tomó los lentes y los puso en su escritorio, era una mesa de trabajo con una lámpara y con un brazo articulado para sostener lupas. Abrió un cajón u sacó un estuche rojo con letras doradas que decían "goodlook" al parecer la clínica de su tío. La abrió y ofreció el contenido a Harry.
Harry vió como en la caja había unas hermosas gafas. Eran ovaladas pero pequenas, la mitad del tamaño de sus gafas actuales, tenían patas doradas con el final de las mismas cubiertas con una especie de material blanco parecía marfil y el armazón era totalmente dorado con el centro de los mismos con ese mismo material color blanco marfil uniendo ambas lentes. Eran hermosas.
Ten usa estas ofreció
Pero yo...
Tranquilo es un préstamo, arreglaré las tuyas, tengo lo necesario para eso pero me tornará tiempo, además estas son de uno de mis vecinos que me pidió arreglarlas pero se fue de vacaciones ayer y olvidó pasar por ellas, tienen la misma graduación así que no te serán molestos.
Harry los tomó con miedo y se los puso. Casi de inmediato un espejo estaba frente a él y su apariencia había cambiado aún más, ya no reconocía al chico frente a él.
Cuídalos dijo Leo para luego ir al armario. Sacó un gran baúl que tenía llantas en un lado, era el que usó para llevar sus producto a largas distancias, ya que tenía un acople para bicicleta.
Bien, busca algo bonito y luego nos avisas, hay zapatos en el fondo del baúl, puedes usar esos, ya no me quedan dijo Leo tomando a Dudley de los hombros y sacándolo de la habitación.
Martha iba a subir con jugo y galletas para los nuevos amigos de su hijo cuando vió a Leo sacando a Dudley de la Habitación.
Qué pasó?
Harry se está cambiando de ropa, comeremos abajo dijo Leo empujando Dudley que intentó tomar una galleta antes de ser empujado.
Unos minutos después, Harry bajó a la sala y parecía una persona totalmente diferente.
Santos cielos te ves tan guapo mencionó la señora Lionheart al ver al nuevo Harry Potter.
Harry traía una camiseta blanca de manga corta que por dentro tenía unas mangas largas hasta la muñeca de color negro, traía pantalones marrones con tenis negros, lo realmente sorprendente Es que la ropa en realidad parecía casi nueva y que en el pequeño cuerpo de Harry se veían sumamente bien ya que eran de su talla.
Harry se sonrojó nunca nadie lo había llamado guapo pero se sentía diferente de alguna manera se sentía bien y que la ropa tendría que verse así. Si Dudley no lo supiera no creería que se trataba de su primo.
Vaya creo que por fin esa ropa sirvió de algo, jeje, si quieres puedes quedarte con el resto. Dijo Leo a la ligera.
De verdad preguntó Harry mientras sus ojos esmeralda brillaron con felicidad.
Claro, hay que bajarlo, lo enganchamos en la bicicleta y te lo puedes llevar dijo el chico rubio.
Media hora después.
Harry, Dudley y Leo se dirigían a casa de los Dursley. Leo remolcaba el baúl gracias al motor de su bicicleta. Harry venía montando una espectacular bicicleta azul metalizado con detalles en cromo mientras que Dudley venía rebuznando como un animal cansado.
Finalmente llegaron a casa de los Dursley y Petunia ya estaba en la puerta esperando a su Angelito y al sucio chico raro de los Potter. Pero se llevó la sorpresa de su vida cuando vió bajarse de una bicicleta que podría jurar que era nueva a un jovencito guapo de cabello negro.
Hola mami Dijo Dudley casi sin aliento, dejando su bicicleta a media entrada.
Hola tía Petunia dijo Harry de forma temerosa haciendo que la mujer casi tuviera un infarto, ¿Éste era ese sucio niño que vivía en el armario? Fue tanto el impacto de su Nueva apariencia que simplemente devolvió el saludo totalmente fuera de si.
Harry desató el baúl y lo llevó a la cochera.
Nos vemos mañana dijo Leo cuando Harry se acercaba para preguntarle sobre cómo se llevaría ambas bicicletas.
Pero, y la bicicleta?
Ah, eso. Puedes guardármela un rato de todas formas voy a regresar para jugar mañana así que no importa si la tienes aquí y se fue dejando a un Harry muy feliz y un par de Dursley muy desconcertados.
Continuará...
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