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Capítulo 8

Estando en el supermercado logro ver la cara de Derek por la sección de lácteos, el esta ahí sin darse cuenta de que lo estoy observando. Lleva un bastón con ruedas color café oscuro, las ruedas en vez de negras son de un café mas claro, admito que nunca antes había visto un bastón así, era sencillamente muy interesante con su diseño tan bien elaborado y los detalles acabados a mano. Tenia en el mango un ojo tallado, muy parecido al del cuadro que vi en su casa ¿guardaran alguna relación?

Derek seguía ahí con sus ojos muertos como siempre, ya me he acostumbrado a esa mirada vacía porque tenía que acostumbrarme, quieralo o no debo aceptar que Derek es invidente. Extrañamente eso me atrae mucho de el, el hecho de que yo pueda verlo y el no reconozca ni mi voz es bastante excitante.

Se ve muy atractivo hoy, lleva puestos unos jeans ajustados y un suéter a rayas -verde con rayas blancas- sostiene en la mano izquierda el carrito de supermercado y en la derecha su bastón, de vez en cuando se aparece Perla con cosas para el carrito como Yogur, leche de diferentes tipos, queso... al parecer y ella tampoco se ha percatado de mi presencia.

Sin mas me acerco hacia donde esta Derek, quien de vez en cuando suelta el carrito para tomar o tocar alguna cosa de un estante. Tratando de sonar lo mas neutral y cortes posible le digo: -Hola Derek ¿como estas? El me mira o más bien aparenta verme y me pregunta -Mónica ¿verdad?.

-Si, pero ¿como sabes que soy yo? -pregunte extrañada-
-Sencillo, tu perfume me lo dijo y reconocí tu voz. -luego añadió- ¿que perfume usas?
-Es... Se llama Titanic. -murmure perdiendo el control por un instante-
-Titanic, yo no hubiera podido escoger otro nombre -luego añadió sonriendo- es como las emociones que experimento cuando te siento cerca, ellas van y vienen como si viajaran en barco.

Con esto ultimo casi me desvanezco pero use toda mi fuerza de voluntad para resistir, si no es porque llega su hermana creo que en ese mismo instante me lanzaba sobre el y no dejaría de besarlo aunque me rociaran gasolina y me quemaran y es que el me hace sentir así como si estuviera ardiendo algo dentro de mi, en lo hondo de mi ser.

-Mónica que sorpresa encontrarte aquí -dijo Perla sacandome de mis pensamientos-
-Si, vine a comprar algunas cosas que necesito.

Ella continuo sonriendo como de costumbre, la verdad y jamas podre acostumbrarme a esa sonrisa de loca, luego dirigiéndose a Derek le dijo:

-Derek vamos al pasillo de las frutas.
-¡los acompaño! -dije pareciendo muy desesperada- esque quiero comprar algunas manzanas -añadí aparentemente mas calmada-
-Claro, ven. -dijo Derek mirando hacia un lado-

En nuestro pasillar por lo dulce de las frutas sentí una sensación muy amarga dentro mio, era pena, en mi eso no suele pasar. El que yo me apene con Derek no es una buena señal puesto que me hace perder el control de la situación y eso me deja en notable desventaja. De repente me preocupaban mis zapatos blancos, mi cabello que caía suelto y bailaba con la brisa, si mi ropa estaba bien -llevaba puestos unos shorts blancos y una blusa suelta azul- y otras cosas triviales. Notablemente Derek causaba cosas en mi desconocidas anteriormente, es como el dijo como si mis emociones fueran en un barco y no pudiera controlarlas y por ende tampoco pudiera controlarme a mi.

-Mónica estas bien -me saca Perla de mis pensamientos-
-Por que no debería de estarlo.
-Esque estas como ida, como ausente.
-No es nada Perla, es solo que estaba pensando en el trabajo.
-¿segura? -inquirió Perla ya molestándome-
-Si Perla, todo esta bien -le dije sin querer parecer grosera- al parecer si se enojo porque se fue y no volvió a preguntarme nada mas.

En cuanto Perla se alejo lo suficiente me acerque a Derek quien se había mantenido al margen de la conversación.

-Mónica te puedo preguntar algo -me dijo Derek con voz suave-
-Adelante -respondí aparentando indiferencia-
El hizo una pausa y algo que no había hecho en todo el tiempo que estuvimos en el supermercado, soltó su bastón y dejando libres ambas manos las situó sobre mi rostro, podía jurar que el podía verme y cuando poso su mirada sobre mis ojos recientemente tímidos lo confirme ¡el me estaba mirando a los ojos! ¡mirando! Las palabras que siguieron su gesto no fueron menos impactantes, rozando sus manos a mi cara y apretando mi cuerpo a una pared -a la que no se como llegamos- se pegó a mi y me preguntó:

-¿Alguna vez haz hecho el amor con un ciego?

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