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Capitulo 72

Desperté muy temprano. Todos los habíamos hecho. Todos seguíamos dormidos. Todos estábamos desayunando y todos continuamos con nuestra vida llena de problemas.

—Hija, te esperamos afuera —anunció mi padre.

—No demores —advirtió mi madre con esa mirada que te aseguraba que si no saldría en menos de cinco minutos vendría ella misma por mi y no sería muy amable.

Asentí y corrí a recoger mi mochila. Estaba ansiosa pero manteniendo la cordura. Me repetí una y otra vez que todo estaba bajo control.

Todo estaba bajo control x2

Entré a mi habitación y metí en el bolso las cosas más importantes, mi celular, la carpeta con mis buenas calificaciones y el discurso que le daría a Carolina para que crea en mi inocencia. Iba directo a la corte, al menos se sentía así.

—Aquí te voy san Pedro —murmuré decidida al estar a punto de salir de mi habitación.

Antes de salir me fijé en el diario de Beth, que estaba en la mesita de noche. Lo metí rápidamente a mi bolso. No me podía faltar hoy, sentía que me daba fuerzas y ánimos. Era mi amuleto de la suerte.

Me había pasado toda la noche leyendo lo que había pasado en la vida de mi hermana. Era muy interesante. Se había enamorado de un chico. Lo describía como si fuera la persona más perfecta del mundo, creo que exageraba, nadie podía ser tan perfecto en el mundo.

Lo que había leído es que se habían conocido en una fiesta, la fiesta de el cumpleaños de este chico y desde ese día hubieron más encuentros. La verdad que yo no sabía quien podría ser, Beth en el pueblo no se hablaba con muchos chicos y además ni uno era muy perfecto como ella describía, no al menos físicamente como ella decía en su diario, que era poco pero mucho para deducir que era como un Santo de la belleza perpetua.
Como decía, aún no sabía quién era el chico o de donde. Apenas hacía descripciones vagas sobre él.

Sabía que era un chico algo callado y apartado de los demás, de cabello claro y de ojos verdes como la aceituna. También sabía que leían poesía juntos y que la hacía sentir como la chica más feliz del mundo. Estaba muy feliz de que mi hermana hubiera conocido al amor de su vida antes de perderla. Al menos supo que el amor es increíble.

Ella se sentía como yo cuando estoy cerca de Santi.
Sonreí porque hoy sería un día muy bonito. Además, estaba decidida a encontrar al Santo de la belleza perpetua que se robó toda la devoción de mi hermana. Era un nuevo misterio por resolver.

—Lillie —Dorothea me gritó —tus padres siguen esperándote.

Los gritos de Dorothea no entran en el día bonito que debía tener hoy.

—Voy —grité de vuelta.

Salí de casa apurada, con el celular medio descargado y con muchos nervios.

—Dijiste que no demorarías —mi madre me reprochó.

No respondí, era lo mejor que podía hacer ahora.

Llegamos a la escuela, estaba vacía y olía horrible o solo era el humo o las cosas chamuscadas.
Nos encontramos con Mónica.

—Pueden pasar.

Nos anunció con la directora y pasamos. Ella se asombró al no ver a la abuela.

—¿Se nos unirá Victoria?

Mi madre negó.

—No, solo somos nosotros tres.

—Bien —dijo asombrada pero vi un destello de emoción y tal vez, ¿esperanzas?

La abuela seguía tratando de recuperar la tranquilidad en sus empresas que se habían vuelto locas al saber que yo estaría cerca del mandato. Empezaría mi mandato cuando cumpliera la mayoría de edad, que sería el 16 de octubre. En mi humilde opinión, no estaba muy contenta con hacerme cargo de empresas tan exitosas como la de Mila. ¿Qué tal si mandaba todo a las ruinas?

—Bien, hoy 16 de octubre los cito porque necesitamos hablar seriamente sobre Lillie y sus delicados comportamientos inaceptables.

—¿16 de octubre? —repitió mi madre.

—Si, 16 de octubre —repitió la directora, sin saber cuál era el problema.

Entonces recordé, hoy era mi cumpleaños, de hecho Santi me había deseado un feliz cumpleaños, pero luego estuve leyendo el diario de Beth, luego estaba esto del juicio final y lo olvidé por completo. Era hoy y lo había olvidado.
Mis padres abrieron los ojos, asombrados, al parecer también lo habían olvidado. Se dieron una mirada extraña y luego mi madre se disculpó.

—¿Me esperan un momento? —dijo levantándose de la silla —tengo que hacer una rápida llamada.

La directora arrugó sus cejas pero aceptó sin dudar. Mamá salió rápidamente.
Pasaron veinte minutos cuando aun no volvía. Papá se pronunció.

—Iré a ver qué sucede, debe ser grave para que no vuelva, me aseguraré de eso —dijo saliendo.

Me quedé sola con la bestia. Pasaron cinco minutos más y ninguno volvía. La directora suspiró cansada.

—Empezaré sin ellos —anunció —tengo muchas citas pendientes, Lillie. ¿Estas de acuerdo?

Acepté porque no tenía de otra. Sabía que me arrepentiría pronto.

—Lillie, tus comportamientos no han sido buenos... el día que ingresaste al colegio te lo advertí. Te advertí que no soportaría ninguna molestia por tu parte. Incendiaste la biblioteca, la sala de computación, la de arte y la de música. Los daños son notables, muy notables.

Se escuchaba terrible si lo decía en voz alta y todo junto en la misma oración.

—No incendie nada... no intencionalmente.

Suspiró cansada.

—Lillie, tengo las cosas complicadas —aceptó sin mucha felicidad —tengo a todos queriendo mi cabeza. Ser directora de un colegio con este perfil es difícil. En un desliz y todos quieren mi puesto. Ahora tengo que seguir órdenes de mi superiores... tengo que darte de baja de la escuela.

Se me heló la sangre.

—Yo... no puede hacer eso. Yo no sabía que era una fiesta clandestina, no hasta el final.

—Y quien te trajo a la fiesta?

No podía delatar a mis primos. Y responder su pregunta era como si los estuviera delatando.

—Yo...

—Entraste sabiendo que era clandestina, que estabas invadiendo propiedad privada, no conforme a eso, empiezas un lío enorme. La decisión está tomada.

Me levanté enojada.

—No, no permitiré que me expulse. Esta fiesta no la organice. Esta fiesta ya estaba cuando yo llegue. Yo no ocasioné tal pelea.

—Lillie, también expulsaré a los demás. Creo que a la mitad le daré de baja. Incluido todos tu grupo de amigos... todos tendrán el mismo castigo.

—No puede hacer eso.

Las cosas de verdad estaban mal.

—Lillie, la decisión está tomada. No puedo hacer nada. Estas son decisiones de mis superiores, si yo no las acato, alguien más vendrá a ocupar mi puesto y expulsará a todos sin dudar.

Ya iba a llorar. Todo estaba muy mal y empezaba a creer que no tendría solución.

—Yo... aún nos falta el último año y aún ni hemos terminado este... no puede expulsarnos, no a todos.

Ella abrió sus ojos. Se lo pensó mucho hasta que habló.

—Hay una solución, Lillie.

—¿Cual? Haré todo lo que pueda.

—Puedes... puedes admitir y tomar la responsabilidad de lo que sucedió el sábado. Si lo haces públicamente entonces no tendré que expulsar a nadie. Ni a tus amigos, ni a tus primos. Nadie será expulsado.

—No, porque lo haría? Ya dije que yo no organice nada, yo fui una invitada más.

—Lillie, mis superiores creen que eres la cabeza principal... ellos han estado pendiente en todo el caos que has hecho... desde los brownies hasta lo de la playa...

—Estábamos fuera de la institución cuando sucedieron esas cosas... no pueden culparme por eso, ya es muy tarde.

—En la fiesta estaba presente y fui víctima de tus pastelitos esos... en la playa llevaban nuestros uniformes. Fueron tendencias muchas veces, demasiadas, Lillie —y era verdad —y así como ustedes tienen acceso a las redes, mis superiores también. Han dicho que eres la alumna más revoltosa y que tengo que darte de baja inmediatamente por el honor y el prestigio de la escuela...

Volvi a sentarme, estaba muy impactada. Era como si me hubieran golpeado la cabeza con un martillo.

—Yo...

Ella tenía mucha razón. Todo este tiempo... todos los problemas me estaban explotando en la cara ahora y no sabía como solucionar esto.

—Mi abuela... no lo aceptará. Ella dijo que primero incendiaba la escuela antes de aceptar que me expulsen.

—No. Ambas conocemos a Victoria, ella es capaz de terminar de incendiar esta escuela antes de aceptar que te expulsen, al menos que sea tu decisión —estuvo de acuerdo.

—¿Dónde estudiaré? Me falta poco para terminar el año y dudo que otras escuelas quieran aceptarme con esta reputación que tengo.

Empezó a anotar nombres de escuelas.

—Hay muchas opciones. Anotaré las mejores.

Me entrego el papel. Lo leí.

—Estos son internados... y están a kilómetros de distancia.

—Haré una llamada. Con una llamada mía te aceptarán sin mirar tu expediente, que no es muy bueno que digamos. Lillie, es tu mejor oportunidad en este caso.

—Usted gana más que yo.

—Si, pero tus amigos perderán lo mismo que tú, cuando tienes una gran oportunidad por aceptar. Lillie, esos internados son los mejores del mundo. Son tu mejor opción por ahora. Es más de lo que mereces —continuó —Si te expulso no te aceptarán en otra escuela, perderás el año y lo repetirás al igual que tus amigos. Yo podré conseguir otro trabajo, tú perderás más. Tus amigos también.

Una lagrima se escapó y rodó por mi mejilla hasta caer en mis pantalones negros.
Ella tenía razón. La tenía. Lo mejor que podía hacer era aceptar este trato que me proponía.

—Disculpen la demora —mi madre habló.

Mis padres entraron a la oficina. Ambos más contentos que cuando llegamos.

—Podemos empezar —mi padre anunció.

Me aleje de la conversación. Tenía tantas cosas en mente. No habían muchas opciones. Nosotros no teníamos la culpa, no de todo, pero aún así pagaríamos. No podía dejar que esto pasara. No podía dejar que Pamela sea expulsada, ni Daniel. Tampoco podía dejar que Nicolás llevara todo el peso. No dejaría que Santiago pague por nuestra culpa y que sea echado de la escuela que lo vio crecer, además aquí él lo tiene todo, tiene a sus amigos, a sus profesores con los que se llevaba muy bien, tiene su calificación perfecta. Él está muy bien aquí, él siempre ha encajado aquí.

—¿Eso es todo? —preguntó mi madre.

La directora iba a responder. Yo me entrometí.

—Admitiré todo lo que hice —dije, mire a mis padres con pena —lo siento, pero soy culpable de muchas cosas... y ya es momento de asumir las consecuencias.

La directora tosió disimuladamente.

—Aceptaré mi expulsión —anuncié decidida —lo haré públicamente si es necesario.

Mis padres quedaron totalmente confundidos.

—Lillie, dijiste que no habías hecho nada —mi madre habló.

—Yo... mentí un poco.

Mis padres iban a hablar, pero la directora se adelantó.

—Hay muchas escuelas que aceptarían a Lillie. Les puedo enseñar las opciones.

Después de que a mis padres se les pasara el shock, nos despedimos. Esperé a que salieran.

—Aceptaré. Usted tiene que cumplir con su palabra.

—Lo haré. Nadie saldrá expulsado —aceptó —cuando se marchen llamaré a los padres de todos y les diré que no habrán consecuencias. Solo deberán pagar los daños.

—Está bien. Pero, no quiero una escuela en el extranjero, está bien si es una cercana a la ciudad.

Carolina accedió a buscarme otra opción que no mire mucho mi expediente escolar.
Salí de la escuela con la cabeza un lío, bueno ya no tan liado. Había una luz de esperanza, había una solución y la tomaría aunque me costara pagar todo yo sola. Ya lo había hecho antes y lo haría de nuevo.

—Tengo que ir a un lugar antes —les avisé a mis padres.

Ellos aceptaron y se marcharon. Yo tomé un taxi y le di la dirección de la casa de Santiago. Primero hablaría con él. Él es mi novio y tenía que saber todo lo que haría antes de hacerlo, no porque necesitaba su permiso, de hecho la decisión ya estaba tomada, pero quería sentir su apoyo, quería saber lo que pensaba de todo esto.

Pague el taxi y me paré a la puerta. El señor guardia me dejó pasar la cerca de rejas negras, así que ya iba cruzando en gran jardín, mientras me torcía los dedos.
Iba a tocar la puerta de la casa, pero alguien se adelantó. Era una mujer joven y muy bella de cabello claro y de ojos verdes.

—Quién ... eres Lillie, cierto?

Yo asentí y me dejó pasar sin prestarme mucha atención.
Casi quedo impresionada con la hermosa casa que tenían los padres de Santiago.

—¿Que haces aquí, niña?

Yo me giré algo asombrada.

—Hola —saludé muy nerviosa —Yo, quiero hablar con Santiago.

La mujer dobló sus brazos, desinteresada.

—Mi hijo no está. ¿Para que lo buscas?

Así que era la mamá de Santi. Era preciosa ya lo había dicho y su hijo era una copia de ella, pero versión masculina.

—Tengo que hablar seriamente con él... donde está?

—Salió con su padre, iban de camino a la escuela ya que tiene serios problemas por ti.

Abrí mis ojos, sorprendida.

—¿Que?

—¿Que no eres la nieta de Victoria? —asentí —pues he oído muchas cosas sobre ti... no todas son buenas o dignas de admirar. Eres una chica escandolosa y siempre estás en problemas. Mi hijo nunca se metía en problemas, no como tú... es más, no sé ni porque están juntos si son completamente diferentes. Mi hijo merece algo mejor m.

Le dió una mirada despreciable a mi ropa. Luego me vio a la cara, su gesto no fue muy agradable.
Yo estaba en shock.

—Lo siento, usted se equivoca.

—Mira, no quiero entrometerme en los asuntos de mi hijo, no cuando ya me lo ha dejado claro el mismo —comentó mirando su celular —puedes ver tu celular te dejo muchos mensajes antes de salir.

—Yo... no he recibido ningún mensaje.

—Díselo cuando llegue, estaba muy preocupado —dejo de mirarme y miro a la trabajadora que venía con una caja —Es lo que te pedí?

Ella asintió.

—Si señora, digo, señorita. Esta es la caja que me pidió, está algo polvosa.

Ella la aceptó y revisó rápidamente.

—No, esto no son los papeles que te pedí —soltó enojada —Mariana, muévete rápido y ve a buscar los papeles que necesito.

Mariana se sobresaltó y se estaba marchando cuando volvió.

—¿Donde dejó esto? —preguntó aterrada.

La mujer volvió a ver la caja, con desinterés.

—Es de Santi, déjalas en su habitación, seguro será basura. Que revise él y te de la orden de desechar la basura.

La chica se marchó. Yo revisé rápido mi celular pero estaba sin batería.

—Puede prestarme un cargador? —le pregunté a la mujer.

Ella asintió rápidamente.

—En el cuarto de mi hijo, sigue a la chica.

Me ignoró porque agarró una llamada de su celular.

—Estoy en eso... buscando esos papeles. Bien, iré pronto.

Seguí a la chica, subiendo las escaleras.

—Puede pasar, señorita —dijo ella dulcemente.

Acepté y entré, algo nerviosa. No quería irrumpir en la privacidad de Santiago. Iba a preguntarle a la chica sobre el cargador, pero ya se había ido.

Estaba sola en la habitación de Santiago. Esto era emocionante.
Toque la cama, era suave y todo olía a él. Me tire en su cama y me hundí en la almohada, encontrándome debajo de ella una foto que estaba detrás. La agarre y la vi. Era yo, el día que fuimos de compras con los chicos. Estábamos todos en esa foto. Daniel, Nicolás, Santiago y yo. Esa foto la había tomado Nicolás.

Mire la foto y sonreí. Nunca había visto la foto, el resultado final porque estaba muy ocupada mirando con odio a Nicolás por querer taparme con su cabeza, pero entonces miré a Santiago él estaba mirándome, distraído y sin preocupación por la foto.

Sonreí como boba, pero se me pasó cuando escuché unos pasos. Me levante rápidamente y ordené todo, pero sin querer hice caer la caja que estaba en la cama. Muchas cosas se cayeron al piso, rodando por todo el piso. Recogí varias cosas distraída hasta que agarre un portarretrato doble.

El corazón se me detuvo. La piel se me heló. La sangre desapareció de mis venas.

—Mierda...

Era una foto de Beth y Santiago, ambos abrazados y riendo. Había otra, una donde estaban besándose.

—Mierda...

Solté la foto, rompiéndose y deslizándose debajo de la cama. Recogí todo rápidamente y dejé la caja en la cama. Todo deje como estaba cuando entré. Ordené todo y volví a dejar la foto de nosotros cuatros debajo de la almohada, pero luego la saqué y la guardé en mi mochila.

Salí de esa habitación como si hubiera visto un fantasma, mi hermana lo era. Choqué con una señora mayor. Pero ni siquiera la miré a la cara.

—¡Oh, que sopresa, eres Lillie!

La ignoré y seguí mi camino. Baje rápidamente y torpemente. La mamá de Santiago ya había desaparecido. Estuve aliviada de no topármela cuando ya había dejado claro que mi relación con su hijo no era de su total agrado.

Abrí la puerta principal y al abrir me encontré con Camila.

¿Porque ahora?

—Hola —dijo ella —¿Esta Santi?

¿Como que Santi?

—Tú... qué haces aquí?

Ella sonrió.

—Vengo últimamente... puedo pasar.

"Vengo últimamente" me dolió. ¿Porque todas venían a casa de Santiago y yo no?

—Claro, ya me iba.

Si querer solté un sollozo.

—¿Estas bien? —preguntó preocupada.

—Yo... tengo que irme.

Salí pero me detuvo a mitad del patio principal. Estaba lloviznando.

—Ya lo sabes, cierto?

—¿Que cosa?

—Que tu hermana y Santi fueron novios antes de que ella muriera.

Mi corazón se detuvo. Oírlo de su voz se escuchó mucho peor. Me sentía muy mal.

—Yo... tú... ¿como lo sabes?

—Todos los sabíamos... yo creí que lo sabías por tus primos o por el mismo Santiago... pero luego deduje que no...

Estaba apunto de soltar el llanto. No lo iba a hacer en frente de ella. Pero todo esto empezaba a ser una pesadilla, una pesadilla de la que quería despertar.

—Yo apenas me entero... tengo que irme... adiós.

Otra vez me detuvo.

—Lillie, no te lo he dicho porque —dudó en continuar, pero había pena y lastima en su voz —Santiago me amenazó... yo... yo creí que tú lo sabías, pero luego me di cuenta que no sabías absolutamente nada, me pareció horrible que Santiago no te dijera nada, no cuando se trataba de tu hermana en la cama de él, pero —se detuvo sollozando —él me amenazó, me dijo que si yo te decía algo, le mostraría a todos unas fotos que tiene de mi.

Entonces ya no pude hacer nada más que llorar.

—¿Qué fotos? —pregunté con miedo.

De su respuesta dependía todo. De su respuesta dependía mis sentimientos. Odiaba que todo dependiera de ella en estos momentos.

Ella agachó su cabeza, con vergüenza, pero luego me miró a los ojos que estaban llenos de lágrimas, como los míos.

—Nos acostamos hace unas semanas —sus palabras me abofetearon —yo... no sabía que estaban juntos, él me lo negó muchas veces, lo juro. Entonces yo... he estado muy enamorada de él y... caí como una tonta ante sus lindas palabras, ante su comportamiento de caballero... yo caí como tú, pero a diferencia de ti, me dejé fotografiar desnuda y él... me ha estado amenazando con eso... yo... lo siento, mucho.

—Yo... no se que decir.

Ella se limpió las lágrimas.

—Déjalo... él te ha mentido por mucho tiempo y en tu cara... todos, todos te han mentido... Debe ser difícil ser la burla de los demás.

Lo era. Me sentía como la función de circo más atractiva de todas. M sentía cómo un payaso del que se ríen, solo que esta vez no era un payaso y no solo se reían por algún chiste agrio que contaba, se estaban burlando de mi ingenuidad.

—Como puedo creerte? Yo no te conozco lo suficiente.

Ella puso su mano en mi hombro.

—Lillie, no tendría porque mentirte... él me citó hoy, porque me dijo que hoy sería tu cumpleaños y que estarías castigada y tendría el rato libre... así que quería estar junto a mi.

Ella como podría saber que estaría castigada. ¿Cómo podía saber tantas cosas?

—No se que hacer...Yo estoy confundida.

Ella me dio una mirada llena de lastima. No quería dar lastima. Estaba harta de dar lástima.

—El dijo que iba a dejarte... tu mala reputación afecta su apellido, de hecho a sus padres no le agradas, además se sintió amenazado cuando tus padres le advirtieron sobre ti, sobre si salías lastimada él pagaría... además se sentía bajo presión cuando se dio cuenta que querías conocer más de él, de sus padres, creo que por eso te iba a terminar... mañana.

—Él... él ha estado todo este tiempo contigo?

Ella asintió avergonzada.

—¿Por qué lo has hecho y estás tan fresca admitiéndolo?

—Es porque yo me enamoré de él... como tú. Pero él ha estado jugando con ambas... pero yo he sabido todo, me metí en este juego sabiendo las reglas, tú no, a ti te ha traicionado...

—Contigo.

"Muy inocente pareces ser, pero eres un infiel de mierda" las palabras de Oliver volvieron a mi mente de un patazo.

"Crees que me como tu papel de inocente"Oliver lo sabía.

"Santiago tuvo una novia muy bonita"

"Sus padres son especiales"

"Lillie, hay algo que quiero decirte" Entonces comprendí, él iba a terminarme esa tarde en el parque, pero todos nos interrumpieron. Todos lo sabían... todos menos yo.

Todo esto de verdad estaba pasándome, después de Lucas y ahora esto. Otra vez había sido una estupida que había caído en los juegos de un hombre. Solo que esta vez, esta vez si me había enamorado y ahora.
Ahora solo me sentía traicionada y burlada. Todos me habían pisoteado y yo estaba contenta de la vida. Me habían traicionado. Y lo peor de todo es que me estaba afectando, mucho.

—Tienes que dejarlo —aconsejó —. Tienes que tener algo de dignidad y...

Se detuvo mirando tras de mi.

—Yo veré lo que hago —respondí con ira y enojo, aunque muchas lágrimas rodaban por mi cara.

—Aléjate y ten un poco de dignidad, es lo menos que puedes darte después de que se hayan burlado de ti de esta manera.

Se alejó y cambió de dirección. Estaba saliendo de la propiedad de Santiago cuando ella dijo:

—Oh, hola cariño, te veo otro día.

"Cariño"

Limpie una lagrima más de mi cara y sonreí. No pienso derramar ni una lagrima más. Por nadie. Ni siquiera por él.

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