Capitulo 63
—Creo que deje mi estómago en aquel lugar —Nicolás habló algo mareado.
—¿Alguien está herido? ¿Están bien todos? —pregunté tomando aire.
Mire a todos, pero fue Santi quien me agarró de la cara y me besó. Fue un beso apasionado y delicioso. Sentíamos la adrenalina, nuestros corazones acelerados. Aún seguíamos con vida, de milagro.
—LILLIE MIRA LA CARRETERA —Pamela gritó nerviosa.
Me separé de Santiago, divertida.
—Lo siento —me disculpe —ahora entiendo a Nina cuando casi nos lleva directo al abismo.
Pamela empezó a reírse histérica.
—Creo que por ustedes tendré pánico de tomar el volante.
Los chicos se nos quedaron viendo un rato, sin entender de lo que hablábamos. Sentía la mirada de Santi clavada en mi perfil.
—Cual abismo? —inquirió.
Yo sonreí nerviosa, Pamela igual.
—Un juego. Hablamos de un juego.
—Si, es uno de esos de realidad virtual —Pamela apoyó.
—Pues como que juegan mucho con esas gafas —Daniel comentó extrañado.
—Pues son bonitas y divertidas. Es como muy real, cierto Lillie.
Yo asentí sin despegar la mirada del camino.
—Una vez te oí decir que esas gafas son una asquerosidad —Nicolás abrió su bocota.
Pamela le pellizcó el brazo.
—Eso fue antes de descubrir que podíamos simular muchas realidades.
—Como la de ahogarse en la playa? —preguntó Daniel.
Era una pregunta capciosa. Trate de buscar la mirada de Pamela y hacerle saber que estábamos al borde de caer en nuestras mentiras.
—Tengo mucha hambre —grité antes de que ella pudiera decir algo —Pamela, esos tipos te alimentaron?
Ella negó, pero supo que trataba de evitar que respondiera a las preguntas de Daniel.
—Hermana, ¿estás bien? —preguntó este —¿Esos tipos te hicieron algo?
—Estoy bien, gracias por salvarme de ese animal de Elio —suspiró cansada —¿que le hiciste? Dime qué le diste un buen puñete.
Todos posamos nuestras miradas en Daniel.
—Lo rocié gas pimienta en el rostro...
—Gas pimienta? —repitió Nicolás incrédulo.
Sonreí con orgullo.
—Yo lo dejé en el bolso... creo que estaba expirado, espero que el motociclista no se quede ciego...
—Eso es lo poco que se merece— Nicolás respondió— quieren ir a comer?
—Creí que el estómago lo habías dejado botado— Santi le recordó.
—Así fue, pero el susto ya me devolvió el apetito.
—Comparto la opinión con Nico —mi primo hablo.
—Entonces iremos a algún restaurante, no se diga más. Por favor, señorita conductora puede llevarnos a un restaurante de comida rápida?
Yo iba a aceptar la petición de Nicolás, pero entonces recordé a cierta anciana molestosa.
—No —me negué y escuché quejidos —Mila no estaba en casa cuando salimos, pero eso no quiere decir que aún no esté, es más, estoy muy segura que ya ha de estar poniendo el grito al cielo y buscándonos con la policía.
—Mila no sabe nada de lo qué pasó?
—No, hermanita.
—Esto es un secreto de estado, nadie puede hablar de esto, podríamos meternos en más problemas.
—Santiago tiene razón —Comentó Daniel.
—Y que haremos si ese tipo vuelve y con más odio? —pregunté preocupada.
—No se preocupen, de eso me encargo yo— Pamela comentó, dejándome mas preocupada que antes.
Llegamos a casa, escondiéndonos de cualquier persona del servicio.
Entramos en silencio a la sala de entretenimiento.
Nos sentamos en los sillones, pedimos comida y pusimos una película de comedia simulando que no hicimos nada o más bien que no estuvimos rescatando a Pamela de un secuestro. Incluso estábamos muriendo de la risa con la película.
—Aún están despiertos —Mila entró, mostrándonos una descontenta mirada —Señores ustedes dos deberían estar en sus casas durmiendo, ven la hora que es?
Miramos la hora, una de la mañana.
—Abue, donde estabas? —Pamela preguntó, dejando de lado la funda de palomitas.
—Estas no son horas de llegar —comentó Dani —es muy peligroso estar fuera a estas horas, abuelita.
—Exacto, ni siquiera te reportaste para hacernos saber que estabas bien, nos preocupamos muchísimo —reclame con naturalidad.
Mila se vio alto atrapada por nuestros reclamos, pero con naturalidad le quitó importancia.
—Estaba ocupándome de algunos asuntos de adultos. Ustedes dos —señaló a Santi y a Nicolás— deberían estar en sus casas, es muy tarde, así que supongo que pueden quedarse esta noche, pero —dijo en tono de advertencia —en las habitaciones de invitados, estaré observando todo. Todo. Buenas noches.
Dicho eso, desapareció.
Solté el aire que estaba reteniendo en mis pulmones.
—De la que nos salvamos —Pamela dijo suspirando. —Iré a dormir, estoy muy cansada...
Pamela dejó la comida a un lado y se marchó de la sala.
Habían cosas que no encajaban en todo esto. Según Pamela, Elio era su novio, pero, no me convencía que el novio la secuestrara y pidiera dinero a cambio, haría mis preguntas, si, pero no ahora que aún tenía al Jesús en la boca.
—Iré a dormir.
Me despedí de todos, llegando a mi habitación. Quería tener la oportunidad de alcanzar a Pamela y preguntarle de cómo estaba, si no había pasado nada malo, pero cuando subí al segundo piso, sus luces ya estaban apagadas. Iba a entrar a mi habitación cuando Santiago me detuvo.
—Ey... estas bien?
Me giré y me lo encontré caminado a mi dirección.
—Lo estoy —mire la puerta de Pamela —, me preocupa ella.
—Quien diría, al principio ambas se odiaban y ahora, ahora te pusiste en peligro por ayudarla... eres muy buena, Lillie.
Sus manos removieron el cabello que se entrometía en mi rostro.
—Tampoco, la iba a dejar con ese tipo... Tenia que defenderla ya que ella no podía.
Santiago sonrió, su mirada me tranquilizaba, me traía paz.
—Si te hubieras visto —parecía entre divertido y orgulloso —Pareces muy indefensa pero ambos sabemos que no es así...
—¿Creías que era indefensa?
—No, eso lo tengo bien claro desde que te conocí, recuerdas? —asentí, avergonzada —peleando por mi asiento.
Me cubrí la cara, divertida y avergonzada, recordando cuando peleé aquel lugar que no era mío.
—Eres tan impredecible... me encanta tanto eso de ti.
—¿Que tanto? —susurré.
—Demasiado...
Su voz era irresistible, fuerte y seductora.
Estaba cayendo en sus redes, como una pequeña e insignificante mosca caería en las telarañas de una araña. A milímetros de su boca, me distancié.
—Iré a dormir, hasta mañana.
Santiago se rio, dejándome ver esa atrayente sonrisa.
—Que sueñes con los angelitos, dulce Lillie.
Besó mi frente y se marcho, dejándome con ganas de besarlo por todas partes, aunque si lo hice más tarde cuando todos dormían y cuando la lluvia caía.
***
—Hola...
Pamela entró a mi habitación, algo reprimida.
—Hola, pasa.
Eso hizo, se sentó al borde de la cama. Me preocupaba verla en ese estado.
—¿Podemos hablar?
—Cuéntame lo que quieras.
—Estuve muy asustada con lo que sucedió, se que no parece. Estoy muy agradecida contigo, por arriesgarte tanto por mi.
—Tonta, cualquiera haría eso por ti, bueno, no todos, creo que a la mayoría tratas mal...
—Lo se, por eso estoy muy agradecida contigo.
—Me contaras toda la verdad?
Asintió, sabía perfectamente a lo que me refería.
—Elio nunca fue mi novio, no tengo tan malos gustos.
—Entonces?
—Yo le pagaba para que disimulara ser mi novio... lo hice porque quería ver celoso a Nicolás.
—Por qué querías verlo celoso?
—El dijo que nunca se enamoraría de alguien como yo... alguien desagradable, yo... quería hacerle ver que si podía, entonces me encontré con Elio y le propuse dinero a cambio de fingir interés por mi.
—Pamela, no tenías que hacer tal cosa, eres increíble y además mírate, eres una belleza —decía la verdad — y si Nicolás no corresponde a tus sentimientos es porque algo en él está mal.
—Por favor, Lillie, ambas sabemos que soy una pesadilla para todos... ellos tenían razón y yo misma caí en mis mentiras...
—Pero que dices?
Yo estaba totalmente confundida, tanto que dejé de ordenar mi ropa para poder entender todo.
—La pelea en el bar ese de cuarta —aclaró —enojo mucho a Elio y a mi, así que rompí el trato, le dije que no lo vería nunca más...
—El trato era salir y ya?
Negó.
—El trató era pagarle 500.000 dólares.
De dónde iba a sacar tal cantidad, eso quería preguntarle pero preferí no tocar ese tema.
—Y entonces decidió tomarte como rehén?
Asintió.
—Sabes —dijo con lágrimas en los ojos —de verdad creí que funcionaria y qué Nicolás vendría a mis pies rogando por amor.
La abrace porque sentí que eso era lo más correcto, a pesar que quería darle el gran sermón.
—¿Sabes? Admiro mucho tu relación con Santi, ustedes se quieren mucho, se nota cuando se miran... ojalá algún día pueda tener algo así y que sea correspondido.
Sonreí tontamente, sintiendo miles de mariposas retorciéndose en mi estómago.
—Tranquila, todo llega a su tiempo... aquí, entre nos, antes de salir con Santi, fue toreada.
—A que te refieres?
—Es decir me pusieron los cachos, mi novio de aquel momento, fue terrible y me enojé mucho, hice cosas realmente locas por desquitarme.
—Parece razonable —estuvo de mi parte —Lo odiabas por traicionarte, nadie te puede culpar.
—Odiaba más la razón de verlo besándose y restregándose en frente de mi casillero, uf! De pensarlo me repugna.
—Bien, te creo y esto que tiene que ver conmigo? Cual es la moraleja?
—En realidad, ninguna, sólo quería hacerte reír y olvidar de tus deslices, creo que funcionó.
Pamela se apresuró a abrazarme fuertemente. Me tomó desprevenida, pero al final también la abracé.
—Gracias, Lillie —susurró —eres la mejor prima que he podido tener... en serio, perdóname por portarme como una estupida cuando llegaste a esta casa.
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