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Capitulo 61

—Hacen bonita pareja —dijo Santiago.

Yo asentí muy concentrada viendo por segunda vez la película de Sherk.

—Se parecen a nosotros —dije yo muy divertida mientras me metía un puñado de palomitas a mi boca.

Santiago empezó a reírse.

—Y quien sería yo? —preguntó sumido en la curiosidad, aunque el ya sabía lo que le esperaba por mi parte.

Me levante un poco y agarre el vaso con refresco que estaba en la mesita de noche al lado de mi cama. Bebí un largo sorbo. Estaba refrescante para mi seca garganta.

—Evidentemente serias el burro —contesté tranquila.

Santi empezó a reírse y hasta me contagió un poco con su alegría.

—Bueno, el burro tiene sentido de humor, es el mejor personaje —dijo levantando sus hombros con egocentrismo —entonces tú serías la dragona.

Eso ya no me gustó tanto, es que, quien quiere ser la dragona? Bueno, en sus principios a todos nos cae mal por ser pesada con Sherk y con Burro. A nadie le caes bien si pretendes o comértelos o quemarlos hasta dejarlos ceniza. Viéndole el lado positivo al personaje de la dragona, es que tenía un temperamento fuerte.

—Claro, soy de fuerte temperamento. Me siento un poco identificada con ella.

Santi se detuvo, seriamente.

—Si, eso no lo negaría nadie.

Detuve mi mano llena de palomitas a mitad del camino. ¿En serio había dicho eso?

—¿Qué estas tratando de decir? —inquirí casi de manera trágica.

Santi me ignoró y siguió prestando atención a la película.
Agarre el control de mi televisor y lo puse en pause, incluso dejé la comida a un lado. ¡LA COMIDA!. No dejas la comida a un lado al menos que sea importante.

—Respóndeme, Santiago —pedí fingiendo un poco de molestia.

Santi me observó con rareza al ver que había puesto en pausa la película.

—¿Santiago? Donde esta el Santi o el amor? —preguntó mostrando dolor —Lillie, me hieres, lo digo en serio.

—Yo nuna te digo amor, eso ya rebasa la ridiculez —trataba de fastidiarlo un poco.

Pero él no se fastidio nada.

—Oye —se quejó como un niño mimado —yo suelo decirte amor.

Yo me hice al olvidada.

—A mi no me llamas así, seguramente es a alguna otra chica.

Me crucé de brazos.

—Otra chica? —estaba divertido —si que te pareces a la dragona.

Yo sonreí orgullosa.

—Si —dije dándole la espalda —pues aún no conoces de verdad mi temperamento de dragona.

Santi empezó a reírse muy divertido.

—Entonces preferiría no conocerlo.

Aunque podía ser muy divertida en ciertas ocasiones, aún pocas personas conocían mi lado oscuro, por decirlo así.

—Si —dije recordando ciertas veces en las que me convertí en la otra Lillie —será mejor que te comportes y así te evites conocerme del todo.

—Bueno, yo si quiero conocerte del todo —su comentario trazó una raya.

—¡Santiago! —me quejé divertida y avergonzada, solo un poco de lo ultimo.

—Que? —se quejó muerto de risa —sabes que contigo soy muy honesto y no puedo evitar decir lo que siento.

—Ahora aprenderás a callarte cuando debes.

Me abalancé a él para atacarlo con mis dedos.

—Lillie —advirtió tratando de no caer en la risa —basta, no más cosquillas... para.

Entonces terminé siendo la víctima cuando Santi recuperó fuerzas y me dejó bajo de él.

—Este es el momento de mi venganza —susurraba —o puede que tenga piedad. Dime tu Lillie, ¿debería tenerte piedad? O... ¿debería besarte? Si me lo preguntas en ambas gano, aunque puedo vengarme y torturare un poco.

Empezó a dejar besos suaves en la piel de mi cuello, era totalmente lento. Era una tortura.
Anteriormente estaba muerta de la risa, ahora estaba más que divertida, estaba caliente como un microondas funcionando toda una hora.

—Suéltame —advertí —¿sabes que tengo conocimientos de karate?

Seguía bajo el poder de Santi, que era ser atacada por sus deliciosos y calientes besos. Incluso, mi piel se erizo de una manera indescriptible.

—No quisiera saberlo —susurró en contra de mi piel —o sentirlo...

El se acercaba lentamente hasta llegar a mi boca. Su boca y la mía estaban a punto de rozarse. Estaba a punto de responder a sus deliciosos y apetecibles besos. Ya había besado muchas veces a Santi, se había vuelto uno de mis momentos favoritos, cuando lo tenía cerca a él y también a sus labios.

—Santi —casi solté en forma de gemido.

Entonces cuando estábamos a punto de dejarnos llevar por la pasión, la puerta de mi habitación se abrió de par en par.

—¿Dónde está mi hermana? —Daniel entró sumamente preocupado.

Se quedó plantado sin saber que hacer, al igual que nosotros.
No era un secreto nuestro noviazgo pero ya era raro que nos descubrieran dándonos un par de besos sobre todo en mi habitación, muy despeinados y uno encima del otro.
La situación se podía malinterpretar, aparte de que quería asesinar a mi pariente sanguíneo, que aseguraba ser mi primo.

—Solo tienes que tocar la puerta y luego pasar —dije.

Santi se levantó y se alejó observando a Daniel quien no le quitaba la mirada de encima.
Nos quedamos en silencio, mirándonos.
Yo quería reírme de la incómoda situación.

—Bien... saldré de aquí sin decir alguna palabra.

—Me parece lo más lógico —respondí inmediatamente.

Daniel estaba por salir, pero Nicolás por entrar.

—Estrellita, donde está Pamela? —Nicolás se detuvo al chocarse con la espalda de Dani —¿por qué presiento que entré en un mal momento?

Me levanté de la cama y apagué el televisor. Ellos habían acabado con la diversión.

—Está en su habitación —respondí tratando de mantener la calmas y la furia.

Bueno, tampoco era para tanto, solo tenía que esperar a que se marcharan, me dieran privacidad y en cuanto cerraran la puerta retomar con mi novio, lo que dejamos a medias.

—No, no está en su habitación —Daniel respondió.

—Debería, seguro que Mila está por regresar y se molestará con todos nosotros —dije en tono de reproche.

Últimamente era yo quien cuidaba de mis primos, más bien de que no salieran o que si lo hacían no fueran atrapados por Mila. Mila era un volcán que en cualquier momento podía erupcionar, no quería que su erupción nos arrastrara por el camino, no cuando no están nuestros padres.

—¿Donde está Mila? —Daniel volvió a preguntar.

—No me lo quiso decir —dije encogiéndome de hombros —pero la vi salir hace mucho.

—¿Pamela fue con ella? —Nicolás preguntó.

Yo negué.

—No, no la vi con ella. Ya me pueden decir porque tantas preguntas?

Daniel y Nicolás se dieron una mirada de terror.

—¿Que sucede? —Santiago enfrentó a los chicos.

Ellos se volvieron a mirar, luego a Santiago y por último a mi.

—Desapareció —soltaron entrando en pánico.

Yo quería reírme por sus caras de terror. Quería reírme como lo desgraciada que solía ser, pero ya me parecía que su preocupación rebasaba los límites.

—No desapareció, ella nunca desaparece —me limite a decirles.

Primero, no los quería por aquí perdiendo la cordura y haciéndome perder la mía, que ya era muy poca. Segundo, Pamela nunca desaparece. Nunca.

—Estrellita —Nicolas se acercó a mi, tomándome de los brazos y zamarreándome sin parar — créeme, esta desaparecida. Ella dijo que iría a comprar un teléfono nuevo. No ha vuelto, mira la hora que es!

Eran las seis de la tarde.

—Seguro se quedó en alguna tienda —trataba de calmarlos.

Todos conocíamos a Pamela. Ella nunca desaparece y si llegara hacerlo se delataría a los minutos posteando fotos del lugar donde se encuentra. Al menos eso me decía a mi misma para no contagiarme de la preocupación de los chicos.

—¿Haciendo que? —debatió

—Comprando, ¿que más haría? —respondí sarcásticamente.

Ellos trataban de convencerse de los que les decía.

—Creen que se la llevaron? —Santi preguntó.

Esos dos intrusos se miraron de nuevo y al final empezaron a hablar sin parar, al mismo tiempo y debatiendo sobre sus posibles teorías que explicaban la desaparición de mi prima.
Cabe recalcar que trata de interrumpir la charla para recordarles que hablaban de Pamela, no de un indefenso conejo, pero me ignoraron y siguieron exponiendo posibles situaciones en las que Pamela se encontraba. Debo decir que ellos eran trágicos e imaginativos.

—Es por eso que yo creo que se la llevo un ovni —concluyó Nicolás.

Santiago buscó mi mirada y ya sabía yo que él estaba muerto de risa, aunque la contenía.

—Ella se sabe defender muy bien —defendí a mi prima —además, no creo que se la hayan llevados ovnis, con qué propósito?

Daniel se lo pensó. Luego siguieron debatiendo sobre que Pamela se perdió en el bus, que se rompió una uña y estaba con la manicurista. Al menos, estás tenían más credibilidad.

—Poe que piensan que se la llevaron? —preguntó mi vida.

Quería asesinar a mi vida, porque ya Daniel y Nicolás se estaban calmando. De nuevo, entraron en la desesperación.

—¿Crees que se la llevaron? —Nicolás remeció a Santiago.

—Es decir, ha de estar comprando... —trato de arreglarla Santi.

—Tengo un mal presentimiento como hermano —Daniel exclamó preocupado.

—Chicos —exclamé —se pueden calmar? Están exagerando demasiado.

Una hora más tarde, Daniel y Nicolás se encontraban gritando furiosos al ver que su equipo favorito iba perdiendo.

—Cuanta preocupación veo por aquí.

—Lillie, no seas exagerada, Pamela ya ha de estar por llegar.

Fueron las palabras de aquel hermano preocupado que presentía algo malo.

—Ya es muy tarde, ya no creo que esté comprando ropa.

Si, ahora era yo la preocupada. Había mirado sus redes y no había rastro de ella desde hace doce horas. Yo sospechaba que desde ese lapso ocurrió algo malo con ella. También sospechaba que si no hubiera sido por la excesiva preocupación de Daniel ni hubiera sospechado de la ausencia de mi prima, me sentía mal por ello.

—Deberíamos llamar a la policía? —Santi preguntó, acariciando mis manos, al verme muy intranquila.

Había preguntado a todas las amistades de mi prima, nadie sabía nada de ella. Empezaba a asustarme mucho.

—Si, si quieres que toda la familia aparezca.

Y es que no podía dejar que estas sospechas se volvieran un chisme o peor, que saliera por el noticiero y que luego apareciera Pamela divertida diciendo que somos alarmistas. Sería la razón para que se burlara de nosotros por el resto del año.

—Sería lo mejor, ¿no crees?

Yo negué. No quería que mis padres o mis tíos se nos cargaran por la desaparición de Pamela.

—Lo mejor en estos momentos es que Pamela aparezca.

El reloj antiguo de la pared sonó dando las nueve de la noche.
Los nervios me invadían o llegaba Pamela o llegaba Mila, tenía terror de saber cual llegaría primero o más bien, de que no llegara ninguna.

El celular de Daniel empezó a sonar, sacándome de mis pensamientos.

—¿Por qué no contestas tu celular? —pregunté.

Daniel miró su pantalla y luego la ignoro.

—Es un número desconocido.

No insistí más y la llamada termino. Después de unos segundos volvió a soñar, esta vez me levanté y le arrebate el celular abriendo la llamada.

—Hola? —hablé por el teléfono.

Al otro lado de la línea nadie respondía.

—¿Hola? —volví a hablar.

Había eco en el otro lado de la línea, lo sabía porque oía un par de voces susurrando.

—Tengo a Pamela —habló un hombre —y si no me dan lo que quiero, entonces les va a ir muy mal.

—eh? —me quejé indignada —esta broma no me parece graciosa.

—No es una broma —dijo el hombre —y es mejor que vayas tomando esto en serio o pagarán.

Estaba histérica.

—ME ESTAS AMENAZANDO? —grité al teléfono.

Fue cuando todos me prestaron atención.

—Piensa lo que quieras, Lillie —dijo el hombre —, eso si, si no traen lo que quiero entonces a tu querida prima le va a ir muy mal.

—QUIEN ERES, EH? —pregunté —DONDE YO TE CONOZCA EN SERIO TE VA A IR MUY MAL A TI Y A TODA TU FAMILIA, VERÁS QUE LO PEOR QUE TE  VA A PASAR EN TODA TU VIDA ES METERTE CON MI FAMILIA!

El tipo se carcajeó con sarcasmo.

—Si eso pasa a tu prima no le va a ir bien.

—Y ME SIGUES AMENAZANDO? —grité incrédula —ERES UN—

Daniel se levantó del sillón y me arrancó el celular de las manos. Salió de la sala mientras escuchaba lo que decía el imbecil del celular. Nicolás apagó el televisor y se apresuró a seguirme.

—¿Que pasó? Lillie, cuéntame que me muero por saber.

Santiago se levantó y siguió a Dani.

—¿Que? ¿Que te dijeron? —Nicolás insistía.

Daniel volvió unos segundos después y tiró un par de cosas de la mesita de decoración, histérico.

—¡Ese animal tiene a mi hermana!

—Que? Qué animal —Nicolás intervino, remeciendo a Dani —¡Dímelo ya!

—Nicolás, suéltame —rechistó Daniel.

—Respóndeme, quien tiene a Pame? —Nicolás estaba desesperado.

Ambos se gritaban, mientras yo no sabía que hacer.

Me acomodaba el cabello, preocupada, intranquila y con el corazón alterado.

—Lillie —llamó Daniel.

Lo miré cuando escuché mi nombre.

—Reconociste su voz?

Negué.

—Es Elio —Dijo con tono borde —Elio tiene a Pamela

Santiago volvió al rato, se veía igual de preocupado, dejó el celular en la mesita

—Quiere 500 en efectivo... —dijo tranquilamente.

Dani, Nicolás y yo nos quedamos pasmados. Quiero decir, yo no tenia más que un ahorro de doscientos dólares, que fueron los que mis padres me obsequiaron por mi cumpleaños pasado.

—Y de donde vamos a sacar tal cantidad? —casi que grite.

—¡Debemos llamar a la policía! —Nicolás entró en desesperación.

Daniel negó dando vueltas como gallina loca.

—No, Nicolás. Ese hijo de... si llamamos a la policía Pamela saldrá lastimada.

—Y si es una cruel broma? —pregunté muy nerviosa —miren qué hay gente muy desquiciada haciendo bromas por todos lados.

—Estas tan segura de que es una broma, estrellita?

—Bueno... —no podía asegurarlo —hay gente desocupada... yo una vez hice una de estas bromas y mira que la gente es muy ingenua y cayó.

Aunque también caí yo, estuve tres dias en la delegación del pueblo, pero no es que haya amenazado a alguien con una navaja, no, así no fueron las cosas. Yo solo quería bromear un poco así que llame al número de una vecina, le dije que tenía a su perro conmigo y que si no me daba diez dólares le iba a ir mal, la señora si cayó pero con la policía y aunque pude salir esa misma tarde, mis padres insistieron en que debía pagar por mis malas acciones. Pague tres días.

—Si, eso debe ser, debe ser una broma de muy mal gusto —me apoyó Nicolás.

—Mi hermana no rebasa esos límites.

Me di media vuelta, pensando.

—Pamela es más loca que una cabra, lo digo yo por experiencia, la otra vez casi nos ahogamos por andar de loquillas.

Solté muy nerviosa, me detuve cuando me di cuenta de lo que había soltado sin querer.

Santiago negó y se levantó de su asiento sumamente asombrado y sin poder ocultar su preocupación.

—¿Que cosa? —Daniel exclamó.

—No entendí —Nicolás nos miró a todos.

—¿Casi se ahogan? —Santiago soltó asombrado.

Negué y me di una vuelta.

—Nooo —dude en si decirles la verdad sería lo más justo. Deduje que no —no, es que estoy muy nerviosa y suelto cosas sin parar.

Todos suspiraron aliviados. Santiago me miraba con sus ojos entrecerrados y con esa mirada que decía "más tarde me lo explicas mejor" yo decidí darle la espalda.

—Bueno, volviendo al tema, puede que sea broma, al menos yo no escuché a Pamela —informé guardando esperanzas —No sabemos si es verdad que esté bajo el poder de este chico.

Nicolás estuvo de acuerdo por lo que empezó a hablar y eso los hizo olvidar del todo lo que dije anteriormente sobre nuestra terrible experiencia en la playa nudista esa.

—Pamela estaba ahí —dijo Santi —él me la pasó.

Daniel se preocupó aún más.

—¿Ella estaba bien? ¿Que te dijo?—indagó intrigado.

—Que no nos preocupáramos, luego la llamada se colgó.

—¿Seguro que era ella?

—Si, Nicolás. La escuché perfectamente.

—Y ahora que vamos hacer? —preguntó Daniel.

—Ahora haremos la vaquita —comenté decidida.

Todos me observaron como si no supieran de lo que hablaba.

—Creo que deberíamos decirle a la abuela Mila —decía mi primo —ella podrá manejar mejor esta situación.

—No, no lo pienses. Ella seguramente hará las cosas a su manera y quien sabe cómo lo hará, además no está y no creo que llegue rápido.

—Por qué? Ella te lo dijo? Lillie, respóndeme!

Daniel estaba entrando en colapso y yo pagando por ello al ser remecida.

—No, no me lo dijo —dije soltándome de su agarre. Creo que vomitaré —Pero sé cuando alguien miente, se veía claramente que algo escondía cuando le pregunté a donde se marchaba, ella respondió que volvería pronto, cosa que no era lo que le había preguntado, además parpadeó dos veces antes de decirme que volvería pronto.

—Bueno, esa información no nos sirve mucho, prima.

—Supongo que no, pero influye mucho en lo que haremos a continuación.

—Y qué es eso lo que haremos, Estrellita?.

—Haremos la vaca —volví al ruedo con mi maravillosa idea.

—La vaquita? —Nicolás estaba confundido.

Suspire.

—La vaquita es cuando todos cooperamos para alcanzar un objetivo —puse mis manos en la cintura —claro, hablando en expresiones monetarias.

A todos les pareció agradar la idea.

—Entonces haremos eso que dices, prima.

—Que Lillie sea la tesorera —Nicolás pidió —que? No me gustan los números.

—Y el dinero no? —Daniel debatió.

Nicolás se encogió de hombros.

—Si, pero yo no lo cuento. Contar es para los pobres.

Abrí la boca asombrada.

—Sin ofenderte, Estrellita estrellada.

—Voy a golpear tu pretenciosa cara.

Santiago se interpuso entre los dos.

—Ya deja de molestar a Lillie. Lo que ahora importa es enfocarnos en Pamela.

Yo le saqué la lengua a Nicolás cuando él me hizo una mueca horrenda.

—Cierto. Lillie estás al mando.

—Bien, acepto el poder que me ha sido entregado —dije decidida —tengo el don y la magia para sacarnos de este embrollo a como me llamo Lillie.

Esto ya no era un juego, era una guerra, una guerra con el insoportable de Elio.

—Cuéntanos Lillie, secuestraste a alguien cuando vivías con mis tíos y sabes de estas cosas? —preguntó el estupido de Daniel.

Estábamos saliendo de casa, recogiendo unas cosas y guardándolas en el maletero.

—Claro que no —negué rápidamente —Pero, una vez secuestraron a mi hámster, fui muy inteligente al recuperarlo y no fui obligada a pagar por el rescate.

Se que Pamela no era un hámster, lastimosamente.

—Lillie, estamos hablando de mi hermana, no de un animal.

Íbamos charlando pacíficamente.

—Tampoco te desquites con Lillie, ella solo trata de ayudar con nuestros nervios.

Me detuve antes de que Santiago ocupara el lugar de conductor. Todos los demás ya habían subido al carro.

—No me defiendas —pedí amablemente. Juro que fue amable —yo sé hacerlo sola, además hay que entender, Daniel esta muy nervioso por su hermana, es comprensible, además también soy algo insensible con este tema.

Santiago sonrió, genuinamente.

—No dudo de tus habilidades de defensora —aclaró —es solo que me gusta apoyarte.

Yo sonreí sin mostrar mis dientes. Me puse de puntillas y le di un beso corto en la mejilla. Fue el beso más dulce que he dado en toda mi vida, lo juro.

—Ahora conduce bien y rápido —pedí.

—Lo siento Lillie, es que estoy de los nervios —Daniel se disculpo cuando ocupe lugar en el carro.

—No eres el único —quite fierro al asunto —Bueno, podemos hacer esto, quinientos dólares es bastante pero podemos juntar todo —estaba dando mi charla de motivación —¿Qué? ¿Porque me observan así?

—Súmale tres ceros... a la derecha —aclaró mi primo.

Debo decir que casi me caigo como condorito al saber cual era la cifra real que debíamos de tener en nuestras manos, claro que estuviera en el piso si no se tratara de que ya estaba sentada.

—QUINIENTOS MIL DÓLARES? ESE TIPO ESTA MÁS LOCO... —todos esperaban a que continuara, pero no encontraba una palabra para el estupido de Elio —... una cabra?

Todos asintieron al asunto.

—ESTÁ MÁS LOCO QUE UNA CABRA —exclamé de nuevo.

Fue difícil asimilar todo, pero al final todos tratábamos de reunir lo poco o mucho que teníamos en nuestros bolsillos.

Debo decir que no creí que llegar a esa cifra, pero olvidaba cierto detalle importante. Estos si sabían de ahorrar. Y las evidencias se vieron reflejadas en la suma que cada uno donaba.

Daniel coopero con tres mil dólares, resultó que si sabía ahorrar. Nicolás aportó cinco mil y un collar muy fino, decía que fue regalo de una pretendiente que tuvo hace varios años, Santiago me dijo que solo era una viejita que se había enamorado de Nicolás cuando fueron a un acilo en una navidad.

—Basta —se quejó Nicolás —ella solo me quería como a un nieto.

—Te agarró las nalgas —mi amado le recordó.

Yo estaba muriendo de la risa.

—No, espérate Lillie —Nicolás me exigía atención —estos mienten, ella me agarró las nalgas por accidente, ya que era un poquito ciega.

Su aclaración me causó más diversión.

—Ya y luego se lo estaba llevando a la habitación —Santi continuó.

Nicolás miró mal a sus amigos.

—Solo quería darme un tour.

—Por su cama —añadió Daniel.

Estaba a punto de hacerme pis de la risa.

—Ustedes son todos mal pensados —se quejó como un niño.

Y yo continué muerta de risa.

—Por qué paramos? —pregunté asonándome por la ventana.

—No demoro —Santi aviso y se bajó del carro.

Yo mire a Daniel y a Nicolás.

—Está es su casa —susurró Nicolás en secreto.

Yo aún no había tenido la oportunidad de visitar la casa de mi amado, pero claramente se me salían los ojos viendo todo a detalle, al menos todo lo que me permitía las rejas negras.

La casa por dentro poseía un jardín bello y verde, recién podado. La casa era impresionante y eso solo lo decía mirando desde afuera. No imaginaba cómo sería por dentro.

Volvió con una bolsa después de diez minutos. Yo ya había rescatado muchos detalles sobre la casa de el chico de ojos verdes.

—¿Cuánto hay? —pregunté mientras agarraba la pluma y el cuaderno.

Era la tesorera y me lo estaba tomando muy en serio. Ya llevaba una lista de cifras.

—Cuarenta —informó dejando el bolso deportivo negro en mi poder.

—Cuarenta dólares? —Nicolás bufó —Creí que ahorrabas más...

—No, cretino. Cuarenta mil dólares, es lo único que tengo en efectivo, daría más, pero los bancos están cerrados.

La boca casi se me descoloca.

Si eso sonó muy exagerado de mi parte, pero es razonable, estos chicos si sabían ahorrar y yo no podía tener ni dos dólares en mis manos que ya me lo quería gastar en tonterías, si tenía doscientos dólares era por pura desgracia mía ya que se habían quedado atrapados en una caja fuerte que no tenía llave, bueno, si la tenía pero yo la había perdido. A lado de ellos, mi gran cooperación no fue más que una migaja tenía que admitirlo.

—Se dan cuenta que a pesar de todos sus esfuerzos, no completamos la cifra —Daniel comentó, mirando la bolsa con dinero.

Yo hice mis sumas.

—Es cierto —mire a todos —no llegamos a la cifra.

—Eso será necesario para el tipo —Santiago habló —no creo que se ponga a contar todo el dinero.

—Se le llevaría toda la noche.

Nicolás estuvo de acuerdo. Entonces una idea surgió en mi.

—Si utilizamos mi plan, no será necesario el dinero.

Les informe mientras conducíamos al lugar indicado.

—Prima, que tienes en mente?

Estaba muy enojada como para permitir que Elio se quedara con todo nuestro dinero, bueno, el dinero era más de los chicos, pero sería yo quien vigilaría por sus intereses sin fines de lucro para mi.

—Ustedes no se preocupen —me limite a sonreír —de esto me encargo yo.

Iniciaba el plan:

Rescatando a Pamela, chúpamela.

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