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Capitulo 59

—¿Que? Suéltalo ya.

Santi giró su cara y prestó atención a la carretera. Él quería reírse de mi.

—No, nada —decía casi que divertido.

Suspire.

—Perdí mi vestido —informé —Bueno, tampoco es que lo perdí tan literalmente, solo tenía que recogerlo hace unos días pero luego pasaron muchas cosas y lo olvidé.

Santiago se mordía la lengua para no soltar la risa.

—¿Olvidaste tu vestido? —decía muy calmado —¿Con que pensabas ir a la boda?

Me quedé en silencio.

—¿No me digas que también habías olvidado la boda?

Negué.

—No —respondí inmediatamente —No lo olvidé solo no estuve muy pendiente con los días.

Eso le causó mucha gracia a mi novio.

—No es chistoso —le aseguré —a penas he recordado que tenía que pasar a la tienda a recogerlo y para el colmo ningún taxi se dignaba a detenerse por mi.

Santiago se giró muy divertido.

—¿Será porque andas vestida como una vagabunda?

Me ofendí. Mucho.

—Sabes prefiero ir a pie que con el chico que dice quererme.

Me estaba quitando el cinturón como si fuera a bajarme con el carro todavía en movimiento.

—Amor —se volteó rápidamente a mi —te estaba tomando el pelo.

Yo entrecerré mis ojos.

—Ah, si?

—Si, te lo juro. Era una broma.

—A mi me pareció que lo decías porque de verdad crees que parezco una vagabunda.

Santi detuvo el carro.

—Sabes que te ves increíblemente hermosa así sea con un saco de papas —aseguró.

Yo empecé a reírme.

—Eres exagerado —le asegure —apúrate que a este paso mi abuela ya estará en la luna de miel.

Santi se acercó y me dio un beso antes de arrancar y continuar feliz y sonriente.

—Te espero aquí —dijo cuando llegamos al estacionamiento.

Me giré incrédula.

—No vas a acompañarme?

Santi se giró.

—Lillie, te puedo amar mucho y todo lo que quieras, pero sabes lo que es entrar a ese lugar? —dijo mirando el mall —de ahí sales con diez dolores de cabeza y una docena de pisadas.

Abrí mi boca iba a refutarle pero él decía la verdad. Entrar al mall los fines de semana era un estrés, siempre había alguien que te pisaba los pies o gente que te hacía dar dolores de cabeza de verlos caminar tan lentos.

—Bien —dije contenta.

—¿Bien? —repitió incrédulo.

Tal vez pensaba que iba a suplicarle que me acompañara.

—Si, es mejor ir sola —aclaré su confusión —cuando ven a una chica sola, te suelen ayudar con las fundas.

Me aproximé y le di un beso en la mejilla, agarre mi bolso y salí del auto.

—Lillie —Santi gritaba tratando de alcanzarme —pensándolo bien sería mejor que ayudara a mi novia con las bolsas.

Yo sonreí.

El centro comercial era fresco a pesar del día caluroso que hacía fuera. Caminamos hasta llegar a la tienda donde estaría mi vestido esperando ya por su preciosa dueña.

—¡Cerrado! —exclamé incrédula.

—¿Seguro que es aquí?.

Al final si era esa tienda donde tenía que recoger mi vestido, al final también descubrimos que habían cerrado la tienda por investigaciones donde supuestamente se lavaba dinero aquí. Pensándolo mejor tuve que hacerle caso a Pamela cuando me dijo que el lugar no le agradaba.

—Yahora que hago? —estaba entrando en pánico.

Estaba casi que desesperada solo por un vestido. ¡Un vestido!
Es que la verdad tenía más miedo de que Mila me armara un escándalo por faltar a la boda de la abuela que por mi abuela Victoria.

—Sabes que? —le hablaba a Santi —compraré uno por aquí.

Todos estaban horrendos incluso para mi y se me estaba agotando el tiempo.

—¿Que haces? —pregunté a Santiago cuando sacó el celular de sus bolsillos.

Se alejó para llamar a alguien y después de unos segundos volvió muy calmado. Me agarró la mano y nos sacó del espantoso lugar inservible.

—Está bien —decía yo —nadie notará si asisto en pijama, además ni pueden decirme nada estaré en mi casa y nadie puede prohibirme nada.

Ni yo me la creía. Estaba en problemas una vez más y no por el vestido, en realidad si, por el vestido y por mi irresponsabilidad. Estaba muy frita y esta vez tenía a mi madre, a mi abuela, a la tía y a Mila para reprocharme por irresponsable.

Santi abrió la puerta del carro.

—Gracias —dije cuando cerró la puerta y se dio la vuelta para aparecer en la suya.

Estaba buscando soluciones prácticas sobre qué prenda ponerme para la boda que empezaría en unas horas.

—Lillie —Santiago me habló —hemos llegado.

—Ah, si —volví a la realidad —gracias por llevarme y también traerme.

Agarre mis cosas y salí del carro. Fue cuando me di cuenta. No estaba en mi casa, no claro que no estaba al frente de un gran hotel.

—¿Se te esta pegando mi demencia?

Santi bajo todo empoderado de su carro, activo la alarma y se puso sus gafas, al llegar a mi lado me agarró la mano y entramos al hotel.
Estaba muy idiotizada hasta que me di cuenta que estábamos en recepción.

—La suite —Santi le respondió al caballero que teníamos en frente.

El asintió y nos dio pase.

Estábamos en el ascensor cuando me detuve a pensar.

¡Dios!

Estábamos en un hotel, íbamos a la suite y lo más importante de todos, estábamos solos.

¡Santi quería consumar nuestro noviazgo en el peor momento posible!

—No Santiago —salí de mi burbuja de pensamientos —¡No pienso entrar a esa habitación!

Santiago se detuvo y se volteó a verme con curiosidad.

—Quiero decir —me aclaré la garganta —sé que tú tienes ganas y yo también las tengo te lo aseguro pero hoy no será posible, mi abuela se casa, mis padres renuevan sus votos, mis tíos también, Dorothea también se casa, no, hoy no podremos consumar nuestro noviazgo.

Santiago se levantó las gafas. Estaba rojo.

—Lillie —se quejó muerto de la risa —no vamos a consumar nada —siguió riendo.

Me sentí avergonzada.

—Como que no? —estaba confundida —de que te ríes?

Santiago seguía riendo muy divertido el desgraciado.

—La señorita Channel —un hombre de cabeza calva que apareció al frente de nosotros —les está esperando, pueden pasar.

Moria de vergüenza, el señor habría escuchado todo lo que dije?

—Entraremos en un momento, Charly.

Santiago se calmó un poco de la risa y Charly desapareció en el interior de la suite.

—Lillie, estamos aquí por el vestido que necesitamos —me aclaró.

Casi me atraganto con mi propia saliva.

—Entonces, no vamos a consumar nada?

Estaba un poco decepcionada.

—No —esta vez negó pero con cierto brillo en sus ojos verdes —aún.

Me crucé de brazos.

—Bien —dije —ni se te ocurra seguir burlándote de mi.

Empezó a reírse de nuevo.

—Te dije que no te burlarás de mi.

—Amor es imposible lo que me pides cuando hace un minuto me has dicho que creías que veníamos a—Seguía riéndose.

Me enoje un poco.

—Bien ríete, pero me aseguraré de que nuestro noviazgo no se consuma nunca.

Santi casi se atraganta. Seriamente me agarro la mano.

—No volveré a reírme de ti —aseguró.

Entramos a la suite, no iba a dar detalles pero el lugar era incluso más hermoso que el resto del hotel.
Una mujer de cabello blanco y ondulado apareció.

—Santiago —saludó a mi novio —cariño hace mucho que no te veía.

Santiago saludó a la señora, que luego reparó en mi. Se quedó boquiabierta, luego me señaló.

—Es está niña la que te tiene enamorado como un loco? —preguntó mirándome de pies a cabeza —Bueno, es bonita pero no tiene sentido de la moda.

Se cruzó de brazos y yo solo podía quedarme quieta. Esta señora me estaba insultando o alagando?

—Lillie —Santi habló —ella es mi tía, Channel —miró a la señora —ella es mi novia, Lillie.

La mujer seguía analizándome de pies a cabeza, luego miró a Santi y luego brincó a mi como un grillo.

—Ay —dio divertida —era broma lo anterior. Es un gusto por fin conocer a la novia de este niñito.

Me abrazó y casi me asfixia. Pero, era la primera vez que conocía a un familiar de Santi, así que sonreí.

Estuvimos charlando un rato, ella era muy divertida y parlanchina.

—Bueno —gritó cuando volvió a la realidad en la que yo necesitaba un vestido —es la hora de hacer un pequeño cambio de vestuario.

A Santiago lo dejamos en la sala de espera, mientras Channel me mostraba todos sus vestidos. Ella tenía muy buen gusto.

—Este sería el ideal para ti —aseguró.

Era un vestido suave, de color durazno sin mencionar la tela, que parecía muy costosa.

—Puedes ir al vestidor y probártelo —me informo.

Su celular empezó a soñar, resopló cansada y se marchó.

Agarré el vestido y fui al vestidor, creí que no me entraría pero al final si entro.
Fui en busca de Channel para que me diera su opinión,pero me encontré a Santiago.

—¿Que? —dije algo divertida al ver su expresión.

Él reaccionó y se quedó viéndome de pies a cabeza.

—Nada —dijo serio —es solo que...

Me crucé de brazos.

—Dilo ya —pedí.

—Te ves preciosa... aunque sería mejor si no lo llevaras puesto, Lillie.

Debo decir que me enrojecí.

—Eres un estupido —le aclaré.

El se acercó y me acorraló en la pared.

—Puedo ser un estupido y quitarte el vestido? —susurró en mi cuello.

Dejo un beso en mi cuello, alborotando miles de sentimientos en mi. Lo empujé y entramos en el vestidor. Fui yo quien dio el primer paso y lo besé. Lo pegue en la pared mientras lo besaba en el cuello lentamente. Muy lento a decir verdad, estaba provocándolo.

—Lillie —susurró.

Me detuve pero esta vez fue Santiago quien me volteó a la pared de espejo. Donde levante mi mirada y veía mientras besaba mi cuello bajando hasta mi espalda. Estaba muriendo de placer.

Tenía su pecho en mi espalda y mi piel estaba muy erizada para cuando empezó a bajar el cierre del vestido. Sus dedos rozaban suavemente mi piel y el vestido estaba a punto de caer dejándome completamente desnuda ante él, hasta que.

—Lillie —llamó Channel —tienes problemas con el vestido?

Santi y yo nos detuvimos inmediatamente. Yo aguantándome la risa pero con el corazón latiendo como en maratón y Santi pálido como un papel.

—No —respondí rápido pero ocultando mi nerviosismo —quiero decir, ya me lo he puesto pero no se, estoy dudando.

Ambos nos miramos rápidamente, nerviosos y sin saber qué hacer.

—Bien, ven aquí y veremos qué tan bien se te ve.

Santiago me detuvo antes de que saliera.

—el cierre —vocalizó.

Espere a que subiera el cierre y le di una mirada suplicante antes de salir.

—Oh —exclamó Channel —pero si te ves hermosa. Este vestido es para ti —aseguró —todas mis clientas han querido comprarlo pero nadie ha sabido lucirlo.

Yo sonreí halagada aunque por dentro estaba muriéndome de los nervios.

—Es precioso debo admitir.

Ella asintió.

—Evidentemente —dijo segura y orgullosa —es uno de los mejores vestidos de mi última colección. Buscaré a mi sobrino para que nos dé una opinión masculina y así te convenza de que te lo lleves.

Entre en pánico.

—No, no es necesario —la detuve.

Es que ya estábamos atrapados por mucho que la detuviera.

—Y porque no? —preguntó Channel, levantando una ceja.

Yo moría de vergüenza y ella ya lo sospechaba.

—eh... yo estaba —estaba tratando de meter una excusa creyente pero el carraspeo de Channel me interrumpió.

—Santiago —habló mirando a mis espaldas —no puedo creerlo.

Yo estaba muriendo de vergüenza, roja como un tomate, no se podía suponer nada de bueno de esta situación.

—Tía, no pienses mal —pidió Santi —he sido yo quien se ha metido aquí.

Yo podía dejar que Santi tomara la culpa de todo, pero no era justo.

—Yo —hablé de inmediato —yo he tenido más culpa que Santiago.

Channel se quedó observándonos a ambos, alternando su mirada, luego se negó entre sorprendida y feliz.

—No —rompió con el silencio —no se preocupen, es más, disculpen a esta entrometida.

Me quede boquiabierta como un pez.

—Tengo que salir, una clienta muy importante me necesita —aseguró mirando su teléfono —Lillie, quédate con el vestido, es un regalo.

Dijo eso con una sonrisa muy brillante y se marchó.

Nos quedamos en silencio unos minutos más hasta que volteé a ver a Santi.

—¿Que ha pasado? —dije aún sorprendida pero aliviada.

Santi y yo nos empezamos a reír.

Llegamos a mi casa y Santi me ayudó a sacar el vestido que reposaba en la parte trasera del carro.
Yo al final no quería aceptarlo, era un regalo muy costoso para mi. Santiago ni siquiera aceptó un no por respuesta asegurando que si su tía me regalaba algo sería mejor aceptarlo que negarlo, al final accedí.

—Uh —dije admirada —todo esta muy bonito decorado.

Santi asintió y subimos las escaleras para ir a mi habitación.

—Me arreglare y luego bajaré —dije cuando llegue a mi puerta.

Santiago se aproximó con intención de besarme pero lo detuve.

—De eso nada —me negué —la última vez nos atraparon.

Santiago hizo un puchero.

—Lillie, solo te pido un beso —se quejó haciendo un puchero

Yo me reí divertida de sus gestos. Segundos después ya más serio volvió hablar.

—No volveré a ponerte en esa situación, Lillie.

Yo no entendía de lo que hablaba.

—¿En cual situación?

—En la que nos atrapan a punto de consumar nuestro noviazgo —al final lo dijo divertido.

Me enrojecí.

—No fue nuestra culpa —dije muy segura —o si?

Santiago lanzó un par de carcajadas. Tomó mis mejillas. Yo me empine un poco, hasta que mis labios rozaron los suyos. Mi objetivo era besarlo pero mi problema era el maldito reloj de la pared que empezó a sonar dando la hora.

—Nos vemos luego.

Dije eso y al siguiente segundo cerraba la puerta en la cara de Santiago. Lo oí lamentarse.

Me di el baño más rápido en toda mi vida. También me peine y milagrosamente no quedo tan horrible. Mi maquillaje fue sumamente sencillo no porque fuera humilde que no quería opacar a las novias, sino porque apenas y me salía bien la raya del delineado.

Al salir al patio trasero quede más admirada con la decoración. Ahí estaban todos nuestros familiares y amigos, atentos a la charla de Malcolm, quien era el padre de la boda. Hoy en día cualquiera podía oficiar una boda.

—Y los novios pueden besarse —exclamó con demasiada felicidad.

Eso ocasionó una ovación de gritos y muchos aplausos.
Nadie se dio cuenta de mi pequeño retraso, así que feliz y fresca como una lechuga fui a por bocadillos.

—Mejor hubieras llegado cuando estuvieran de Luna de miel —dijo Mila.

Casi me atoro con el camarón que estaba pasando por mi garganta.

—Buena idea, abuelita.

Ella entrecerró sus arrugados pero muy bien maquillados ojos.

—¿Donde estabas? —preguntó.

El sonido de su bastón me ponía nerviosa.

—Salí.

Ella levantó una ceja.

—Si, eso ya lo sé —respondió con arrogancia —pregunté a donde fuiste.

Me comí otro bocadito para así ganar tiempo y que alguien me salvara de esta señora.
Nadie vendría a mi rescate, todos parecían muy felices felicitando a los recién casados como para preocuparse de la próxima víctima de Mila.

—Estaba con Channel, la tía de Santiago.

Mila miró algo interesada.

—Y qué tienes que ver con la tía de Santiago?

Me giré en busca de ayuda, no soportaría todo este interrogatorio.

—Oh —exclame asombrada —llegó Jenny.

Fue mi oportunidad de escapar, al menos eso creía yo.

—Lillie —dijo deteniéndome —cuidado con lo qué haces o dices, en esta familia no se aceptan errores.

—Esta familia o tu? —pregunté.

No le gustó mi contraataque y estaba segura que diría algo peor, pero Jenny se interpuso.

—Hola, señora Mildred —saludó con un corto abrazo —Como esta? La veo más bella que ayer. Por cierto, él es mi abuelo. Abuelo, ella es Mildred, la madre de la señora Victoria.

Mila se olvidó inmediatamente de lo que iba a reprocharme, me ignoró y saludó cortésmente al señor.

—Mildred —saludó el caballerosamente, luego reparó en mi y también saludó —¿Eres Lillie, estoy en lo correcto?

Yo asentí.

—He escuchado muchas cosas de usted, señorita.

—Espero que cosas buenas.

Mildred me dio una mirada acusatoria debido a mi comentario.

—Eh —Jenny se entrometió —Lillie, puedes ayudarme a retocar mi maquillaje?

Yo asentí sin pensarlo.

—Claro, ven conmigo.

Caminamos, alejándonos de Mila y el abuelo de Jenny.

—No lo sabes, pero me has salvado de las garras de esa mujer.

Jenny sonrió.

—Si lo sabía —aseguró —tus gestos y los de ella me ayudaron a suponerlo rápidamente.

Ambas sonreímos divertidas.

—Uh —Nicolás exclamó sorprendido —Lillie trae un vestido, eso es mucho milagro.

Lo golpeé en el pecho.

—No me causa gracia.

—Has traído a tu abuelo y no a mis suegros? —Daniel preguntó.

Jenny se encogió de hombros.

—Mis padres están muy ocupados —respondió.

Nicolás se rio.

—Si, pero trajo al abuelo porque yo la obligue.

Jenny negó.

—No me obligaste —le aseguró a Nicolás, luego nos informó a todos —Cuando Lillie escribió por el grupo que Mila estaría aquí más que un fin de semana, decidimos que.

Esta bien, fue un poco exagerado que yo escribiera a las cinco de la mañana que Mila estaría aquí por un tiempo. No pretendía hacer que entraran en pánico, pero Nicola fue el primero en asegurar que debía dormir en el patio trasero, lo más alejado de Mila. Creí que exageraba, primero porque era Nicolás, un dramático de primera, segundo no conocía mucho a Mila.

—Déjame terminar a mi —pidió Nicolás —nos confabulamos con Jenny, para que traiga a mister Jack para que entretenga a nuestra queridísima Mila.

Pamela se cruzó de brazos.

—Esa mujer es más salvaje que un puma —aseguró —no la quiere ni el diablo, peor tu abuelito que es todo un caramelo.

Todos nos reímos suavemente.

—Por cierto —Pamela volvió a hablar —donde robaste ese vestido?

Me ofendí.

—Más respeto —pedí.

Santiago llegó a mi lado con una copa de vino.

—Es obsequió de Channel —dijo Santi.

Pamela casi se cae patas arriba, hasta Jenny estaba incrédula.

—Espera —dijo asimilando la noticia —hablas de Channel? Channel? La mamá de Jenny?

Mire a Santiago, impresionada.

—Ella es la mamá de Jenny?

El asintió.

—Si, es mi madre, creí que estaba por salir del país.

Santiago negó.

—Estaba por marcharse —aseguró Santi —la llame a tiempo para que Lillie consiguiera algo decente.

Lo empuje suavemente.

—Oye —me quejé —de verdad que mereces un premio por ser el mejor novio jamás visto.

Santi sonrió mostrando sus hoyuelos.

—De verdad que si?

Nicolás resopló.

—Lo decía sarcásticamente —le aclaró a Santi.

Seguimos conversando un rato, ya que me contaban que la madre de Jenny era una modista muy reconocida y querida en Europa. Bueno, al final me sentía única con el vestido que llevaba encima, era de la mismísima Channel. También Jenny me contó que no tenía una relación muy fuerte con su madre, ya que ella estaba constantemente de viaje por su mismo trabajo, a pesar de eso la admira mucho por el talento que posee. Su padre recién se había retirado de su trabajo ya que creía que dejar a Jenny sola por mucho tiempo no era algo bueno.

—Está funcionando —Nicolás susurró entretenido observando a Mila y a Jack.

Ellos estaban riendo, informó riendo. No había visto ni una pequeña pequeña sonrisa de Mila, y ahora ella estaba riendo muy elegante como una dama.

—¿Que traman? —Santi le preguntó a Nicolás y a Jenny.

Ellos se miraron con complicidad.

—No, como crees que estamos tramando algo? —preguntó Jenny.

—Me ofende que piensen mal de mi persona —Nicolás hablo con pena.

Pamela alternó la vista.

—Reconozco cuando alguien miente, así que concuerdo con Santiago, que traman?

Nicolás se rio fuertemente.

—Ay no —dijo divertido —Eres la menos indicada para hablar.

Me empecé a reír fuertemente cuando Pamela le lanzó una mirada mortal a Nicolás.

—Y tú ni te rías —Pamela dijo mirándome mal —también tienes mucho rabo de paja.

Daniel que estaba como mal dormido se estremeció.

—Que paja? —preguntó confundido.

Después de mucho tiempo encontré a la abuela, libre de otras personas queriendo felicitarla.

—Felicitaciones a los recién casados —me acerqué a la abuela para abrazarla.

La abuela estaba muy bella y elegante como era de esperar. Nada de vestidos llevaba un traje blanco y fino ideal para una mujer empoderada.

—Lillie, ese es el vestido que elegimos para ti? —preguntó ella.

Bueno, seguía siendo Victoria.

—Abuela es tu boda, mejor no hablemos de eso —dije haciendo reír a los recién casados —Muchas felicitaciones!

Ella y su recién esposo, me abrazaron y me agradecieron, seguí con mis padres que ellos, ellos estaban demasiados bellos, mi padre de traje y mi madre con un enterizo blanco, elegante y moderno.

—Disculpen, se me perdieron mis padres, los han visto pasar por aquí?

Mi padre se burló, revolviendo mi cabello, desbaratando el peinado que yo misma me había hecho. Tanto esfuerzo lanzado por a borda.

—Ey —me quejé.

—Ahora si estás mejor —respondió mi padre.

Mi madre le brindo una gran mirada reprochable.

—Felipe —se quejó —es un milagro que se haya peinado y vienes tú y lo arruinas.

—Cierto —respondió mi padre —disculpe señorita por haberla despeinado.

—No es para tanto, siempre ando muy bien peinada, es más parece que una vaca me pasó la lengua por la cabeza.

—Uy, si! Claro. Por cierto, Pepe te esta esperando.

—¿En serio? —brinqué emocionada —No estás jugando con mis sentimientos madre?

—No puede quedarse en casa solo, nos iremos por dos semanas, lo cuidarás de la señora con cara de bruja.

Mi padre susurró fingiendo terror al ver a la bisabuela conversando muy coqueta con el abuelo Jack.

Todos empezaron a bailar, era sorprendente que la música estaba buena, es decir, creía que pondrían algo clásico o algún tema de Beethoven, con esos gustos exquisitos que se traía Mila todo se podía esperar.

—Like a virgin, hey. Touched for the very first time — Pamela se acercó a mi, bailando divertida.

Todos estaban en la pista de baile.

—Un baile, señorita? —preguntó.

Pamela y yo fuimos a la pista de baile, bailando a nuestro gusto, haciendo reír a todos incluidos los novios. Me sentía como un payaso en plena función.

No se quien o como o cuando pero termino sonando una canción de Elvis Presley y su sencillo Jeilhouse Rock.

Entonces como mi más grande sueño era bailarlo con esos pasos que salían en las películas antiguas decidí que era momento de sacar a relucir tales pasos. Pamela entendió lo que quería hacer y con la mirada nos pusimos de acuerdo para hacer ese paso tan prohibido.

—Hagámoslo —dije.

Pamela asintió.

El plan era hacer ese paso, donde tu pareja de baile te agarra de la cintura, te levanta y gira a ambos lados de su cintura. Creí que Pamela sabía eso, pero no, ambas terminamos en el piso, porque ambas saltamos esperanzadas de que la otra nos levantara. Eso causó mucha risa a los invitados y estaría muerta de vergüenza si se tratara de desconocidos. Al final del baile termine con dolor en el culo y con  el estómago doliendo de tanto reírme de nuestra estupidez.

Estaba reposando un poco en el sofá, mientras me hidrataba.

—He obligado a todos a eliminar ese video —dijo Santi sentándose a mi lado.

Ese video del que hablaba era en el que se observaba perfectamente mi baile fallido con Pamela. Ella estaba por ahí muerta del dolor.

—Al parecer eres muy eficiente —dije yo —te mereces un premio.

Iba a besarlo pero Nicolás apareció.

—No, aún hay una copia de ese video —dijo divertido, mostrando el video desde su celular.

Verlo me recordaba el dolor.

—Elimínalo por el bien de tu queridísima vida —le pedí muy calmada.

—No puedes hacerme nada si me lo quedo —decía aunque no estaba muy convencido —cierto Santiago?

Santiago no dijo nada. Tal vez Nicolás esperaba que este lo defendiera.

—Bien, lo eliminare porque no tengo espacio de almacenamiento.

Nicolás eliminó el video e inmediatamente se marchó.

—Sabe que ahora es mejor huir y salvar su vida —Santi dijo divertido repartiendo muchos besos en mi rostro.

Él era muy cariñoso y sorprendentemente me agradaba.

Era las dos de la mañana y estaba muy cansada, así que me arrime al hombre de Santi y descanse un poco.

Desperté una hora después, muy recargada y con ganas de seguir con la fiesta.
Estábamos en la pista, esta vez nada de pasos improvisados. Todos brincábamos y bailábamos. Los novios ya se estaban marchando o eso creía cuando Mila llegó a nosotros.

—Hola, cómo que están muy cerca jovencitos —nos decía.

Trataba de separarnos con su bastón.

—Se llama bailar, Mila —le informe.

Asintió sin mucho interés.

—Señora Mila —Santi saludo como el hombre educado que es.

—Santiago, como están tus padres? —seguía la conversa.

Aunque era curioso que recién lo preguntara cuando estuvo todo el rato ignorando nuestra existencia.

—Bien, gracias por preguntar —Santiago respondió con tranquilidad, a pesar que interrumpía nuestro baile.

—Imagino, recuerdo que tu madre no te soportaba cuando estabas bebé, llorabas por todo... parece que ahora ya no.

Santi se rio divertido.

—También recuerdo —seguía Mila — Melina era una bebe insoportable y muy gritona, se metía a la boca todo lo que se encontraba en su camino, le gustaba andar libremente sin ropa corriendo por todos lados.

Ok, ese comentario fue completamente innecesario no se lo que intentaba hacer o conseguir, pero nos estaba avergonzando a ambos.

—Ahí estás madre. —la abuela se junto a nosotros—necesito hablar urgentemente contigo.

—Abuela, no se suponía que ya te ibas? —pregunté curiosa.

La abuela me ignoró, pero esperaba la respuesta de Mila.

—Podrá esperar, estoy aquí conversando con los chicos —le respondió con una sonrisilla fingida.

—No, no puede esperar.

La abuela insistió hasta que convenció a Mila, llevándosela lejos de la fiesta pero Mila se entretuvo con Pamela y Nicolás quienes bailaban, creo que su objetivo era separarlos.

—Madre —la llamaba mi abuela cuando Mila se detuvo más adelante tratando de separar a Jenny de Daniel.

Ella era como el antónimo de cupido.

—En serio corrías desnuda por todas partes?

Golpeé a Santi.

—Oyeeee —me quejé —Mila no sabe lo que dice.

Ambos empezamos a reírnos.

Al final Mila desapareció, todos los adultos desaparecieron y solo quedamos los jóvenes en la fiesta, éramos la verdadera resistencia. Todo estaba fuera de control, bailábamos y gritábamos felices. Santi y yo estábamos cantando en dúo contra Jenny y Daniel, evidentemente los ganadores fuimos nosotros.
Nadir y Nicolás vinieron a mi dirección, ambos con complicidad. Uno me agarró de los brazos y el otro de los pies.

—SANTIIII —gritaba esperando a que alguien me salvara de estos pesados.

Santiago estaba buscando mis dulces favoritos y estos dos se habían dado cuenta.

—Nicolás —dije entre enojada y no muy divertida —sueltame. Nadir verás lo mala que puedo ser.

Nadir me soltó, lo que me ocasionó otro buen golpe. Me levante tratando de luchar con Nicolás, ambos al borde de la piscina. Santiago venia a mi rescate, ya estaba por vencida, pero al final pude retomar mi equilibrio y mande al agua a Nicolás. Santi me agarró de la mano antes de que cayera al agua con Nicolás.

—Lillie —Santiago dijo aliviado cuando me sostuvo.

Y es que no quería terminar agripada por meterme a la piscina a las cinco de la mañana.

Ella maldad del ser humano era tan grande que fue Pamela quien se encargó de terminar el trabajo de Nicolás.

—Lo siento chicos —dijo divertida —pero esta fiesta se traslada a la piscina.

Caíamos al agua.

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