Capitulo 35
—¿Es mi idea a las veo golpeadas? —mi madre se cuestionaba, ocultando su preocupación.
—Es tu idea, mami —comente sarcástica.
—No, yo también puedo verla golpeada, tus rodillas están raspadas —mi padre expreso de manera preocupada.
Ninguno de mis padres entendían mi sarcasmo.
—¿Estuvieron peleando? —preguntó mi abuela, entrando al comedor —¿Lillie irás con falda a la escuela? Creí que no te gustaba.
No, no me gustaba, pero perdí mis pantalones, no sabía donde los había dejado o si estaban sucios o por ahí sirviendo como trapeador. Además Pamela no me permitió rebuscar bien, entonces fui por mi única opción.
—¿Que le pasó a tus rodillas, sobrina? —preguntó mi tío, él estaba muy bien arreglado y peinado —¿estuvieron peleando?
—¿Por que todos piensan que peleamos?—exclamó mi prima, ofendida.
—Lillie está raspada, parece que se la han arrastrado por toda la casa— mi tía habló, me miró con pena —¿Pamela te sigue molestando?
Negué, aunque tuve muchas intenciones de asentir con la cabeza solo porque ella si tenía la culpa de mis raspones.
—Pueden ya, quitarnos estas esposas? —pregunté mirando con desesperación mis manos.
Digo no fue del todo malo pasar 24 horas con Pamela, es más, empezó a agradarme, pero fue difícil en momentos de comer, bañarnos y vestirnos.
—Al menos pueden contarnos, lo que sucedió- dijo Dorothea, sirviendo chocalate en mi taza con leche.
—En educación física, nos caímos y nos golpeamos, eso es todo, fin— resumí con rapidez.
Al quitarnos las esposas, vimos cómo nuestras muñecas estaban marcadas de un violeta oscuro y con pequeños puntos escarlatas. Se veía realmente escandaloso en nuestras pieles claras como la leche.
—¡Oh! ¡Dios santo!— la abuela se horrorizó—, no creí que se lastimarían de esta forma.!Dorothea trae algo para curarlas.
La abuela dijo, pero al estar libre, salí corriendo del comedor, volví por una manzana y salí corriendo, llevándome a Pamela.
—Ni más querrán castigarnos de esta manera —comente.
Ambas subimos al carro. Malcolm nos llevaba a la escuela.
—¿Y bien? ¿Ya sabemos el sexo del bebe?
Malcom sonrió sin contener su felicidad.
—¡Es un niño! —exclamó extasiado.
Sonreí con alegría. Chocamos palmas e hicimos un pequeño baile de celebración.
—¡Felicidades!, espero nazca fuerte y sano.
Ambos sonreíamos con emoción. Malcolm era una buena persona y merecía toda la felicidad del mundo y no lo decía solo porque siempre me advertía cuando en la casa alguien estaba de mal humor o cuando habían problemas.
—Felicidades, Malcolm —Pamela lo felicitó, sorprendiéndonos.
—Gracias, señorita Pamela.
Al llegar al colegio, sentí alivio por que esta vez era libre. Libre y feliz de haberme liberado de esas esposas dolorosas.
—¡Chicos!— el entrenador nos llamó, al ver que también prestaba atención volvió a hablar— y Lillie. El sábado es el primer partido contra los "los apaches". Es el primer partido y tenemos que ganar, es por eso que esta semana será de entrenamiento fuerte y sin descanso! — gritaba eufórico.
—¿Quiénes son los apaches? Digo su nombre es muy chistoso pero siento un aire de rivalidad por aquí –dije.
—Son nuestros mayores enemigos —Daniel decía, atando los cordones de sus zapatos.
—Son los peores idiotas del mundo —Nicolás exclamó con odio.
—¿En serio? — me interesaba saber más de esta rivalidad.
—Si, son terribles y agresivos, el año pasado le rompieron la nariz a Dani y el brazo a Alejandro.
Alejandro que estaba del otro lado de los armarios, confirmó los hechos.
—Esos idiotas me la van a pagar este año —comentó con enojo.
—No me lo recuerdes, aún me duele — Daniel se tocó la nariz como si sintiera dolor.
Entonces esperaba con ansias para conocer esta rivalidad. Me encontré con Santiago antes de entrar a la cancha, los demás seguían en los vestidores.
—Hola —sonreí lo mejor que podía —¿cómo estás? —pregunté con alegría.
—Bien...y tu? — respondió con un tono seco.
—Soy libre, así que, si, bien.
El entrenador nos mandó a llamar, así que no pude agradecerle por defender mi honor de aquel estupido chico que fue mi novio.
El entrenamiento fue totalmente agotador, mi abdomen dolía, los musculos de mi cuerpo ardían y al finalizar todos sudaban como tapa de olla, mencionando que a cada paso que daba sentía las piernas temblorosas y frágiles.
Al llegar a casa me bañe y me senté en el escritorio para hacer tareas, ya muy tarde, Pamela entró a mi habitación, asustada.
—¡Hice algo muy malo!
Seguí sentada en mi silla. Haciendo las tareas.
—¿Golpeaste a alguien?
—No, ¿porque golpearía a alguien?
—Envenenaste la comida y ahora todos están muertos? — intente adivinar.
—No, ¿porque haría algo así? — puso sus ojos en blanco y sus brazos en la cintura.
—Eres Pamela, alguien te fastidia y ya estás preparando su muerte —hablé con sinceridad.
—Me difamas...¡Hice algo peor! —chilló aterrada.
Era la primera ves que la veía así de aterrada, intentando no comerse todas las uñas y con los ojos más expresivos en todo este tiempo, en fin, se veía mal.
—Bueno, ya suéltalo y cuéntame—ya era momento de preocuparse.
—¡Bese a Nicolás!—salto a mi cama.
Casi me caigo de mi asiento. Bueno si me caí pero me levante rápidamente. Confundida.
—¿Cómo? ¿Lo besaste en la mejilla?
Negó.
—¡En la boca! — exclamó, preocupada pero luego sonrió como una loca.
—¡Qué!
—Ellos estaban jugando y—
La interrumpí.
—¿Ellos? ¿Santiago está en la casa?
—Si, están con Daniel, jugando...bueno Santiago estaba hablando con una mujer por teléfono, parecía contento y algo coqueto.
Casi me desmayo.
—¿Con una mujer? ¿Quien? ¿La conozco? — la rellene de preguntas.
—Lo bese en la boca, que he hecho, no podré volverlo a ver en la cara— se cubrió la cara con una almohada y gritó por encima de ella—, ¡ah! ¡Pero no pueden culparme sus bellos ojos negros que enamoran me, me hipnotizaron y luego lo besé!
—¡Está hablando con una mujer!— a este punto ya ninguna se estaba escuchando —¡No puede ser, me lo están robando bajo el mismo techo donde vivo!
Ambas gritábamos la triste e insoportable situación por la que pasábamos.
—¡Creo que no le gusto!
—¡Tengo que decirle que me gusta! —balbuce —bien, iré con ellos.
—Me dirás si Nicolás ha comentado algo de lo que sucedió.
Asentí y me fui en busca de mi amor, digo, amigos. ¡Ah! A quien engaño Santiago me gustaba más que para amigos.
—Daniel tienes mi... — fingí—Hola, no sabían que estaban aquí, que sorpresa.
—Querida Lillie, se que mi belleza te deja cegada pero tu primo el desgraciado ese se ha ido —dijo Nicolás— aborrezco a tu primo, nos ha dejado por una chica...
Le di palmaditas en el hombro, mientras él fingía estar afligido por el comportamiento de Daniel.
—¿Donde está? Quiero que me devuelva algo que tiene y que necesito.
—Que cosa, puedo buscarla —se ofreció
Yo solo veía como Santiago se reía por el teléfono, es más, no había notado mi existencia en la habitación. Maldito... y hermoso hombre.
—Un borrador de fresa.
—¿En serio? Ja,ja,ja— se burló, bueno no se veía afectado por el beso con Pamela —Lillie, siempre dire que eres la diosa que ilumina mi existencia. Iré a buscar tu borrador de fresita a su mochila.
Nicolás de forma muy amable, buscaba la mochila de Daniel, luego recordó que estaba en la entrada, fue en busca de ella, dejándome con Santiago y a solas.
—Con quién te ríes tanto?—pregunté buscando entre las cosas de Dani, no sé qué buscaba pero me ayudaba para no verme como una loca.
—¿Que buscas? — ignoró mi pregunta.
—No vas a responder mi pregunta?
Encontré un chicle pegado en un libro de filosofía.
—Hablaba con una amiga — aclaró.
—¿Dijiste novia? — volví a preguntar, fingiendo estar distraída.
—Dije amiga.
—Claro, lo siento es que no se entendió muy bien. —Dije mientras buscaba debajo de la cama.
Si, si tenía que actuar como loca, al menos tenía que hacer bien el papel.
—Lillie, puedes dejar de buscar eso que tanto buscas y prestarme atención?
Papacito te prestaría hasta mi alma, pero... no claro que no le prestaría mi alma, solo me estaba poniendo algo eufórica y enojada.
—Claro, cuando lo encuentre.
Santigo se movió y de pronto su cara apareció por el otro lado de la cama, me asusté y grité como una demente.
—No vuelvas hacer eso!— advertí—Parecía esas escenas de las películas de terror, esas que me asustan.
—Y que luego también te encantan?
De qué estábamos hablando? Porque me pareció que ya ninguno hablaba de los géneros de las películas.
—Si y es que no puedo evitar amarlas y temerles.
Asintió, acercándose lentamente, luego con sus delicadas manos, tomó la mía, haciéndome erizar involuntariamente. Noto mi reacción pero no dijo nada respecto a ello.
—¿Y esto? —Se veía afligido.
—Todo castigo te deja una marca —me burle de mi misma —, esta es la mía.
Estaba aún morada y se veía aterrador y doloroso, aunque no me dolia mucho. Si me echaba una rápida mirada al espejo, se podía ver como a una muchacha que la atropelló un camión y que luego fue el juguete de un gato. Si me veía muy golpeada, supongo que esa era la razón de su pena al verme.
—¿Te duele? — susurró y casi me desmayaba con su fragancia.
—Un poco — también susurre, idiotizada por sus hermosos ojos y la ternura de su mirada, no me contuve y de improvisto me acerqué a él y...
Lo besé.
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