43: Otro traidor
Otro traidor
Lillie Torres
Theo y su amigo el investigador profesional encontraron la caja. Al menos eso estaba entendiendo.
—Espérate, puedes volver a empezar, pero con más tranquilidad.
—Lo siento, es que aun siento la adrenalina. Le resumiré todo. La señora Agosti nunca mencionó que tenia otro hijo, murió a los 6 meses de nacido y fue enterrado en su pueblo natal. Así que, no imaginábamos que tal vez ahí encontraríamos esto —dijo mostrando el cofre— hasta que ella llamó, diciendo que su esposo siempre visitaba el cementerio por su hijo, eso hasta que apareció con una llave misteriosa y nunca más piso ese lugar.
Me dejó el cofre en la mesa.
—Ahora, lo que hay adentro puede ser o algo o simplemente nada.
Pero yo tenía una corazonada, yo sentía que dentro de esa caja había algo turbio, algo raro, algo peligroso.
Saqué la llave de mi bolsillo y la mire y luego mire la cerradura del cofre. Tenían el mismo diseño. En efecto, esta es la caja que tanto nos matamos buscando.
—Por cierto, me enteré lo del ataque en el spa, ¿usted quiere que me encargue de la bruja? —preguntó— perdón, de la señorita Camila.
Y estaba por meter la llave en la caja. Me detuve.
—¿Que? ¿De donde sacaste eso? —pregunté— muy pocas personas me han escuchado llamar bruja a esa bruja, apenas Jenny, Nicolás, Amanda, Santi, Candace y... Pamela, ¿cómo es que tú sabes de ese apodo?
Theo se quedó congelado y empezó a negar. Casi podía decir que iba a tartamudear, pero lo controló con agilidad.
—La escuché el otro día llamarla así —aseguró.
Pero no estaba del todo segura si eso era cierto o no. En fin, metí la llave y de inmediato se escuchó el clic.
Abrí la caja y dentro había una memoria. Hicimos lo necesario para ver el contenido.
—Solo hay un vídeo.
—Voy a producirlo, cierra la puerta, por favor.
Theo acató mi pedido y cerró la puerta. Estábamos en la pequeña oficina del departamento, en realidad no era la gran cosa, apenas y existía un escritorio y un librero con un único libro:
La biblia.
—Ahora lo vamos a... listo.
El vídeo empezó a rodar.
"Hola... lo siento, estoy nervioso, estoy transpirando, estoy... Soy Taylor Agosti"
Y el difunto Agosti estaba presentándose. Estaba realmente preocupado y hasta con miedo, se podia ver en sus facciones lo angustiado que se encontraba.
—Lillie, ¿usted quiere que le de privacidad para ver este vídeo? —preguntó Theo.
—Solo cállate y deja escuchar.
Y eso hizo.
"Un día descubrí que Patrick andaba en cosas raras, así que empecé a seguirle el rastro, todo esto en base a mis sospechas que no fueron realmente mentiras. Él estaba metiendose con la empresa, estaba manchando nuestra reputación. Encontré como evidencia el verdadero libro contable... el libro diario que revela todos los movimientos de una empresa. Así que intenté tomarlos de su escritorio... salió mal y el termino amenazándome con todo. Primero dijo muchas mentiras, trato de convencerme de que esto no es verdad, que a él lo estaban inculpando y que él también quería descubrir la verdad. Supe que todo este mal rollo empezó con la muerte de la presidenta Mila... nadie podía mover un lápiz sin que ella lo supiera, pero con su muerte y con el repentino decaimiento de salud del señor Zac, la empresa se vio débil y vulnerable. Estoy seguro que Patrick no trabaja solo, él y alguien más está detrás de este crimen... estoy contando esto porque puedo, porque estoy vivo, pero no se por cuanto... esto es mucho, es duro... Amor, si estás viendo esto significa que morí de alguna forma, que ya no estoy a tu lado, pero créeme, juro que siempre estaré contigo y tú conmigo. Te amo"
El vídeo terminó y Theo y yo nos miramos instantáneamente.
—Te lo dije —solté— sabía que Patrick estaba detrás de esto y no Bach como nos quiso hacer creer... Dios, significa que Zac no está al tanto de esto probablemente.
—Eso no es todo —aseguró Theo— ve esta herida, me atacaron, al parecer un hombre nos estaba siguiendo, al encontrar el cofre nos atacó. Saben que tenemos esto en nuestro poder, así que... creo que no debería ponerse en peligro.
El reloj dio a las 8 am. Theo se marchó y yo aproveché para darme una ducha.
Mi cabeza estaba echa un lío. Estaba muerta de sueño y mi cuerpo estaba agotado. Me lancé a la cama en cuanto termine de peinar mi cabello húmedo, apenas toqué la cama y mi cuerpo me lo agradeció eternamente.
Hoy sería un difícil día y no podía perder más tiempo aquí, acostada. Me levanté y lo primero que hice fue llamar a mi mejor amiga, le hice tres llamadas perdidas así que recordé que ella y yo nos compartíamos la ubicación en la aplicación del celular y salía que estaba cerca del hospital Saint Thomas.
Volví a llamar, pero igual que antes no hubo respuesta.
—Lillie —Amanda se asomó a la habitación—. Mamá y yo tenemos cosas que hacer, ¿necesitas algo de afuera?
Negué.
—No, yo también tengo que salir... Amanda, ¿le has escrito ya a tu hermana?
—Si, le dije que estaba todo bien, pero que tenía que contarle algo, al final me corto la llamada porque estaban en un museo, o algo así, la verdad no logré entenderle, había mucho ruido.
Yo asentí.
—¿Por qué preguntas?
Negué.
—Nada.
Hoy iba a deshacerme de la mitad de mis dolores de cabeza y esa era el chantaje que me estaba haciendo Camila. Iba a quitármela de encima y ya no podría manipularme. Si, lo medite un poco y tuve suficientes razones para no seguir ocultado un hecho tan viejo como este.
Pase el resto del día trasteando, llevando, trayendo, buscando, limpiando. Theo y yo teníamos ya un plan y era conseguir esos malditos libros, los verdaderos.
Me arreglé y conteste la llamada de Candace.
—¿Esta todo bien en casa? —continuaba preguntando.
—¿Donde están? —pregunté.
—Estamos en el hotel —aseguró— estamos algo agotados, hemos pasado conociendo, viajando, ya sabes, pero ¿no tienes un evento a cual recurrir?
—El aniversario —respondí—. De hecho, ya estoy lista.
—Bien, no quiero quitarte tiempo, suerte.
—Candace —llame antes de que colgara.
—¿Si?
—¿Nicolás está bien? —pregunté algo preocupada.
Ella guardo silencio unos segundos y después habló.
—Si, tan loco como siempre. Nos vemos.
Colgó la llamada y sentí un ligero dolor de estomago.
Yo solo estaba enloqueciendo con tantas cosas en la cabeza, mientras mis mejores amigos estaban de luna de miel.
—Deja de ser una envidiosa —me dije al frente del espejo.
Traía un vestido negro, largo, sencillo, pero elegante. Las ondas habían quedado increíble. Terminé de ponerme labial, tome mi bolsa y salí de casa.
Al llegar, era de esperar un gran evento.
—Has llegado a tiempo —habló Johnson.
—Tenemos que hablar... de algo importante.
Asintió sonriéndole a los invitados. Entonces entró Santiago junto a Camila, la traía pegada como koala.
Ella sonrió al verme.
—Lillie, estas ardiendo —aseguró.
Quería sacarle el dedo corazón. Ella se divertía fastidiándome, pero más se divertirá cuando le cuente todo a Santi.
—Hola, señorita Torres —saludó Santi con formalidad debido a la presencia del señor Zac.
Sonreí un poco al saludarlo. Ellos hablaron muy bien de la decoración del evento y siguieron a sus mesas.
—Creo que eso no le hubiera gustado a mi sobrino —Johnson habló.
Yo le di una rápida mirada.
—Estoy hablando de las miraditas que se dan. Mira, soy viejo, pero no estupido y se perfectamente que no estás enamorada de Félix, ni un poquito, pero ni de chiste. Solo no se a lo que están jugando, pero recuerden que se pueden quemar.
No dije absolutamente nada.
Y así continuo la noche. Terminamos de recibir a los invitados y continuamos con el evento. La mayoría estaba conversando y dentro de unos minutos debíamos subir y dar un discurso. Discurso que yo no había memorizado del todo.
Mis manos estaban temblando cuando recibí la llamada de Theo.
—Lo tenemos —aseguró.
—Revísalo.
—Son los verdaderos y usted no se equivoco con sus sospechas.
Me metí al baño luego de cortar la llamada con Theo. Mis sospechas eran ciertas y Patrick no era más que una rata desvergonzada y peligrosa. En este momento era como una rata con rabia, en cualquier momento podía atacar. Él es una gran amenaza y ni siquiera estaba segura de que tanto sabía él de mi investigación.
—Estas aquí –apareció Camila.
Terminé de secarme la cara y la ignoré. Tire el papel a la basura.
—¿Que quieres?
—¿Yo? Agarrarte del cabello.
Negué.
—Por favor, deja tus locuras para otro momento, si te das cuenta tengo una vida y por lo tanto cosas más importantes que hacer, seguro de eso no sabes nada.
Iba a salir, pero se interpuso.
—Santiago estuvo contigo anoche —habló— y recuerdo perfectamente que te pide lo
contrario.
Suspire cansada.
—No es algo que deba explicarte... porque vamos, ¿que eres para Santi? ¿Su amiga o su hermanita como el aseguró?
Camila iba a levantarme la mano, pero la detuve antes de que pudiera hacerlo.
—Camila, déjate de inmadureces y simplemente o supérame o supéralo.
Salí del baño, pero me siguió por el pasillo.
—Eres más idiota de lo que creía, todos dicen que eres tan inteligente y te alaban como las moscas a la miel, pero mírate, creíste cuando te dije que Santi se acostó conmigo, cuando asegure que él se avergonzaba de ti y cuando...
No pudo terminar.
Le di una cachetada.
—Fue el peor error que cometí en toda mi vida.
Ella iba a responder, pero cerró la boca y sus ojos se engrandecieron como si detrás de mi estuviera al mismo...
Dios mío, que no sea lo que pienso, que no sea quien creo que es.
Me giré y maldije internamente.
—Vaya —soltó Santi demasiado sorprendido— vaya, ustedes dos... no.
Negó y se dio la vuelta. Nos dio la espalda para alejarse de ambas.
—Santi, no es lo que imaginas, estamos bromeando, cierto Lillie —Camila intentaba arreglarla, pero como puede arreglar algo que ya está jodido.
—Santi, espérame, quiero explicártelo —me apresuré a decir.
—Si, queremos explicártelo.
Y Santiago se detuvo y se negó. Estaba furioso.
—No, yo... Dios mío, te consideraba como una hermana y mientras yo confiaba en ti, tú envenenabas la cabeza de Lillie con mentiras... Dios santo, eres tan falsa. De verdad confiaba en tu amistad, Camila. De verdad creía en ti y nunca dejé de apoyarte sobre todo cuando falleció tu madre, de verdad, es que no esperaba que toda nuestra amistad ha sido una mentira.
A Camila no le quedaron ganas de volver a hablar.
—Y tu —me miró directamente, un poco más y me señalaba con el pulgar—. Lillie, no se que me duele más, si las mentiras que creíste de la boca de Camila o el hecho que no hayas dudado ni un poco de mi, no quisiste escuchar la verdad de mi boca... yo... fue suficiente, esto es insano para todos.
—Espérate, detente, por favor —le pedí— yo, yo te iba a contar todo, solo que...
—Ya es muy tarde para eso, Lillie.
Se marchó. No me dio oportunidad de seguirlo porque Theo llegó.
—¿Que ha pasado aquí? —preguntó al ver a Santi irse de aquí como alma que lleva el diablo.
Negué y me aguanté las ganas de llorar. Estaba siendo todo muy difícil... ser adulta es un asco, era eso o yo era demasiado imbecil para manejar bien las cosas.
—Esto es lo... —pregunté agitada.
—Si, aquí está todo —afirmó.
Agarre el maletín y entré. Pase al lado de Camila, quien se había quedado congelada sin superar todo lo que había pasado.
Entré y me encontré con la novedad de que Johnson ya estaba en el centro, hablando.
—Sin duda cada año es diferente, cada dia se aprende algo nuevo, cada día hay retos más difíciles y sin embargo, estoy orgulloso del equipo que tenemos.
—Creo que era tu discurso —comentó Theo.
—En este preciso momento me da igual que haya tomado mi discurso.
Deje de oír el resto, había perdido mi oportunidad de hablar, era mi derecho y sin duda lo había perdido y lo merecía.
Estaba buscando a Patrick, juraba haberlo visto por aqui.
—¿Lo has visto? —pregunté.
—De hecho, lo estoy buscando.
—Yo también, pero no logro encontrarlo.
Theo iba a responderme, pero un mensaje llego a su celular.
—Debo irme es importante... espera, tenemos que hablar con Johnson.
—Ve, se nota que es importante —hable—. Tengo a Johnson enfrente. Hablare con él cuando todo esto termine. Tu vete.
Theo se marchó y yo me quede pensando en muchas cosas.
Supe que el discurso había terminado cuando los aplausos empezaron.
Muchas personas saludaron a Johnson, se acercaron a él rodeándolo.
El resto de la noche parecía continuar de lo mejor. Todos estaban disfrutando del evento.
—Lillie —saludo Johnson, nuevamente.
—Hay algo que debo mostrarte.
—¿Ahora?
—Ahora.
Creí que se negaría, pero esta vez aceptó.
—Vamos a una habitación más tranquila.
Lo seguí y al entrar a una habitación, más bien parecía oficina levante el maletín y lo abrí.
—Quiero que sepas que no estoy feliz de mostrarte esto.
Y le entregue el vídeo de Agosti
—Los últimos tres años la empresa se ha visto afectada por... solo míralo con tus propios ojos.
Johnson metió la memoria en su computador y miró con atención. Al terminar el vídeo puse sobre la mesa los libros.
Se tomó un cuarto de hora analizando todo. Al final, se quitó los lentes y negó.
—Carajo, como no pude darme cuenta —se lamentó.
—Creo que ahora el problema está en Patrick, el está trabajando con alguien más, es solo que no hay nada más sobre algún compinche.
Johnson negó. Se levantó de la silla, cerró el computador y lo agarro.
—Ese traidor me las va a...
Abrió la puerta y si, en efecto, el traidor estaba frente a nosotros. Al parecer también traía una pistola que sacó de la parte trasera de su pantalón.
—Eh, hablábamos de otro traidor, no de ti, Patrick —murmuré sonriendo con nervios— cierto, Zac.
—No, estamos hablando del traidor que tenemos en frente.
Llámenme cobarde, miedosa, lo que sea, pero al menos trataba de alejar de nuestro camino a Patrick, que al parecer quería fulminarnos como si de cucarachas se tratara. De todas formas mi intento se frustró con la valentía de Zac, mientras a mi solo me tocaba rezar.
Hola, Diosito, es Lillie de nuevo.
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