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32: Esa bruja

Esa bruja
Nicolás


—¿Qué hacia esa bruja con Lillie? —pregunté.

Santiago y yo estábamos en completo silencio en el hospital, afortunadamente a mi Estrellita no le había pasado nada malo, es decir, no estaba herida, estaba enterita, pero había algo, no se que, pero algo había cambiado en Lillie, algo en su mirada... algo en ella y podría jurarlo por mi bola izquierda que Camila tenía mucho que ver ahí, la maldad en sus ojos era algo que no podía ocultar a pesar de fingir malestar. Porque mi intuición me decía que todo este escándalo de estar muy mal, no era mas que una mentira, sin embargo, mi dulce e imbécil amigo no sabia y no conocía la verdadera cara de esta loca así que estábamos aquí por ella, quien decía sentirse mal, incluso se tiro al piso en un horrible acto de exageración por querer llamar la atención de Santiago. Es una completa lastima que el doctor nos dijera que estaba completamente bien.

—No lo sé —Santiago parecía agobiado— Camila dijo que quería darme una visita sorpresa y fue una coincidencia el encontrarse con Lillie, solo quiso ser amable con ella y saludarla, pero ha estado en el lugar incorrecto y en el momento incorrecto... ambas.

—Ya, eso le pasa por andar de metida en donde no la llaman —comenté burlón.

Santi me dio una mirada exhausta.

—No es momento de tus comentarios en contra de Camila...

Me calle por unos momentos, Santi casi enloquecía completamente cuando Lillie desapareció, es que el nivel de locura en la que se puso era insana. Pero ya me conocen perfectamente, no podía mantener la lengua quieta por mucho.

—¿Y que más dijo Camila? —pregunté—.  Creí que estaba bien en su retiro en no se que...

—No era un retiro, era un voluntariado en Haití.

—Pues se hubiera quedado en su voluntariado en Haití, aquí nadie la necesita, es más, su presencia estorba —y traté de arreglar lo dicho— porque allá si que ayuda a las personas necesitadas, si, su ayuda es mejor allá.

—No te portes como un idiota, sabes que desde que su mamá falleció no es la misma y trata de llenar ese vacio haciendo miles de cosas.

—Como estorbar aquí —dije tosiendo.

Santi puso sus ojos en blanco.

—Te escuché.

—Creo que no, si lo hubieras hecho no seguiríamos aquí.

—Estas insoportable —me soltó

—Pues no estaría insoportable si estuviéramos con Lillie, no con ella —respondí mirando rápidamente a la mentirosa.

—Basta.

Y yo pretendía continuar discutiendo. Es que Camila es como una bruja, peor que una bruja. Ella es maliciosa y siempre manipula a mi amigo con la excusa de su madre fallecida, si puede que sea algo indolente con ella, pero no me cabía en la cabeza como ella fue la ultima que habló con Lillie antes de que Lillie terminara en su casa destruyendo todo mientras nos culpaba por ocultar la relación de Beth y Santi, no era tan idiota y siempre he sospechado de que Camila fuera la razón de que Lillie nos mandara a todos por un tubo.

—Pueden irse, le daré de alta a la paciente mañana al mediodía —nos informó el doctor.

Santiago como buen amigo no quería irse, pero yo como buen amigo tenía que arrastrarlo lejos de esa chupa sangre.

—Pero te digo, ella vino para arruinarte la vida. ¿Me estas escuchando?

Yo quería intentar hacer entrar en razón a mi querido amigo, pero mi querido amigo estaba buscando quien sabe que.

—¿Qué haces? Me estas estresando con tanta buscadera —solté— ¿Es que acaso estás buscando tu cerebro?

Y Santiago dejo de buscar para darme una mirada matadora, si, en efecto, me dolió la cabeza.

—Ignorare tus comentarios —añadió— ¿Has visto mi celular? Creo que no lo veo desde la mañana.

Y yo casi me atraganto.

—¿Cómo que no lo tienes desde la mañana? —pregunté— entonces ¿quién demonios me respondió al mediodía?

—No recuerdo haber respondido ningún mensaje —respondió— estaba trabajando en la construcción del parque... sabes que he estado muy ocupado con eso y peor con el accidente que casi ocurre esta mañana.

—Si, si trabajas como burro para acabar con ese proyecto. Como sea, yo recuerdo haberte escrito para preguntarte donde demonios estaban mis bigotes falsos y me respondiste con un...

Y le mostré el chat.

—Ya madura... ¿ya Madura? Nunca escribí eso —se quejó mi amigo— te hackearon.

—No, a ti te hackearon o... te robaron.

Salimos del hospital discutiendo por quien tenía razón, estábamos en eso hasta que recordé un detalle muy importante.

—Espera, ¿perdiste el celular esta mañana?

—¿En que mundo vives? Eso fue lo que te comenté hace poco.

Y todo en mi cabeza se revolvió.

—Entonces ¿no viste los mensajes del grupo familiar? —pregunté anonadado.

—¿Mensajes? La última vez que alguien escribió en ese grupo fue cuando mi prima le pidió el perro a Daniel. Fue muy triste, todos en la casa de Victoria amaban a ese perro.

—¿Bizcocho? Así llamaron a ese pobre perro —recordé— pues está en mejores manos.

—¿Mejores manos? —preguntó Santi.

—Upsi —respondí.

—¿No me digas que tú tuviste algo que ver con eso?

—¿Yo?

—Tú... responde.

Y junte las manos, casi listo para rezar. Okey, no había hecho nada malo y no tenía porque temer.

—Bueno, ¿recuerdas que hace unos meses empezaron las peleas de Jenny y Dani?

—Si, ¿que con eso?

—Bueno, que... me robé al perro para que se hablaran de nuevo, pero no me culpes, tenían nueve días sin hablar y ves como se ponía Daniel cuando discutía con Jenny, así que no me lo soportaba de malhumor, así que...

—¿Así que, que?

Me acerqué para confesar mi acto.

—Bueno, que me lo lleve de la casa, solo quería que lo empezaran a buscar y entonces empezarán a hablar por obligación de encontrar al perro.

—Si, pero te salió mal la jugada porque fue por ese mismo motivo que Jenny terminó con Daniel.

—Bueno, todo hubiera salido bien si ese perro no se me hubiera escapado. Yo solo quería arreglar esa relación. Además, no todos querían a Bizcocho, es mas, era sospechoso que Victoria permitiera al pobre perrito en la mansión —añadí

—Pues lo único que hiciste fue arruinar la relación de mi prima. Nicolás, te pido que no vuelvas con tus raros y frustrados planes para separar a Lillie de su novio, peor viendo tu antecedente como "Cupido" más bien eres el antónimo de cupido, pareja que ayudas, pareja que separas.

Casi me ofendo, pero el estúpido tenía razón.

—Esa relación ya estaba arruinada, solo que ninguno se atrevía a aceptarlo —solté con sinceridad—. La ruptura de ellos fue muy triste, entran en el top 5 de momentos difíciles que han pasado en la familia, el top 1 lo encabeza el día en que Lillie llegó diciendo que la engañaste y lo supieras si hubieras visto lo herida que estaba.

Santiago me observo como si hubiera dicho algo en su contra.

—¿Que?

—Hablas como si fuera un monstruo. Nunca le haría daño a Lillie, sabes que todas esas cosas fueron mas que un malentendido.

—No eres un monstruo, solo un cobarde —solté.

Y casi nos vamos de puñete.

—Lo siento, lo siento —me disculpe inmediatamente— se que me he desquitado contigo por el mal día que hemos tenido, lo siento.

Claro que Santi aun estaba molesto, mucho.

—Lo siento, no quería decirlo.

—No —negó— tienes razón, soy un cobarde que ni siquiera puedo pensar en decirle la verdad a la chica que amo.

Nos quedamos nuevamente en silencio. Había arruinado la noche, mas de lo que ya estaba arruinada.

—Entonces, ¿no viste los mensajes del grupo?

—No, pero se que dentro de poco me pondrás al día.

Y así fue.

—Lillie finalizó su compromiso con Félix, el príncipe ese. Déjame te digo que todo apunta a nuestro favor, la mayoría de los integrantes de la familia están contentos con esta nueva noticia, excepto por Victoria, pero es la única, así que no importa mucho.

—¿Tú como estás tan seguro de eso?

—Porque después de recibir la noticia, hicimos una llamada grupal en la que estábamos expresando nuestra alegría y felicidad, estábamos en eso hasta que mi tía Aurora dijo que Lillie estaba desaparecida y entonces todo se tornó gris... un momento, tú no estás sorprendido. ¡Tú de alguna forma ya lo sabías!

—Solo un poco.

—¿Solo un poco? Estoy ofendido, como es posible que tú ya supieras de todo si perdiste tu celular por la mañana y la noticia nos fue dada después del medio día. ¿Hay algo que quieras decirme? Porque déjame decirte que las cosas no cuadran.

Santiago sonrió.

—No te diré nada, conociéndote se que eres capaz de publicar la noticia en todos los periódicos habidos y por haber.

—Estas exagerando y me estás ofendiendo, no soy ningún chismoso, solo me gusta estar informado y mantener informado al resto.

Santiago empezó a reírse y fue la forma de decirme que no me contara nada.
Solo podía decir que mi mejor amigo es mezquino.

—Después de todo este caos, ¿ya saben quién secuestró a Lillie y por qué?

Santiago negó, frustrado.

—Huyeron y Lillie no ha dicho nada. Lo poco o mucho que saben los oficiales es lo que Camila ha dicho.

—Y tampoco es como si su palabra sea de fiar o confiar totalmente.

—Ya supéralo, Nicolás.

—No puedo, no me cae bien, lo sabes —admití.

—Tendrás que superarlo y tiene que agradarte porque se quedará con nosotros hasta que regresemos a nuestras normales vidas en casa y cuando digo casa, me refiero a volver a Latinoamérica.

—¡¿Que?! No, no pienso vivir bajo el mismo techo, no de nuevo. Ya fue suficiente convivencia con ella, no me soporta y no la soporto.

—Entonces, no sé donde dormirás.

Me podría ir a vivir con las chicas, se que no podrían negarle techo a este pechito peludo, pero entonces dejaría el camino libre para que Camila hiciera y deshiciera a su antojo y no, no iba a dejarle el camino libre, no cuando Santi y Lillie se llevan mejor. Su aparición estaba arruinando mis planes.

—¿Cómo que no? No pienso darle mi cama, que duerma en el sofá —me quejé.

—Bien, mañana solucionamos el problema de la cama.

Mi ruidosa cama no dejaba de chillar por cada movimiento que daba entre las sábanas, pero no podía dejar de pensar en la entrometida de Camila, esa mujer era tan mala como Teresa, incluso podía cantar esa hembra es mala, esa hembra hace daño, esa hembra te miente, esa hembra te hiere.

—No, no puedo permitir que todo mi esfuerzo se arruine por ella.

Me vestí y salí del departamento en completo silencio, mientras marcaba el número de Lillie, pero no respondía. Entonces, decidí llamar a Candace, también se me apetecía escuchar su melodiosa voz.

—¿Que quieres, Nic? —preguntó molesta.

—Grosera, he llamado para oír tu melodiosa voz y lo único que escucho en tu melodiosa voz es molestia, me duele el corazón.

—¡Son las dos de la mañana!

Miré la hora y maldije.

—Lo siento, no me había dado cuenta de la hora. Seré rápido e iré al punto para que puedas seguir durmiendo, ¿dónde está Lillie?

—¡Creí que llamabas para oír mi melodiosa voz!

—¡También, pero me urge hablar con mi amiga!

Escuché como resopló mientras se tropezaba con quien sabe que.

—Lillie, estas... Lillie no está en su habitación o en el departamento.

—Y ¿dónde demonios está entonces?

—No se, cariño, no ando siguiendo a mi mejor amiga cada segundo, no como otros.

—No estoy siendo intenso.

—Pues veo unas cinco llamadas tuyas en su celular.

—Entonces ¿si está en casa?

—Su celular si, ella no.

—¿Y en dónde carajos se metió? Necesito hablar con ella urgentemente.

Escuché bostezar a Candace y me sentí netamente culpable por interrumpir sus sueños, pero bueno, esta situación era urgente y requería rapidez.

—Amanda, ¿sabes dónde está Lillie?

Escuché un quejido.

—Dice que está en el bar —repitió mi amada— ¿cómo que está en el bar a estas horas de la noche?

Empezó a renegar de su amiga con su hermana, pero entonces recordó mi llamada.

—Esta en el bar de la calle 13, así que ve a buscarla y tráela a casa, gracias.

Cerró la llamada antes de que pudiera darle los besos de dulces sueños.

Abrí la puerta de aquel bar mencionado por Candace. Era un simple bar, tranquilo y con canciones muy tristes. Lillie estaba en frente del barman, pidiendo más alcohol.

—Oh, Nicolás eres peor que una garrapata en las bolas... en las bolas de un pe —y vomitó en un plato, al recuperarse sonrío—. Ven aquí, amigo mío. Señor, sírvale dos a mi amigo.

Y no pretendía tomar, pero tampoco podía dejar a Lillie bebiendo sola.

—Solo uno y luego nos vamos —informe.

—Como tú digas.

Dos horas mas tarde...

—Y entonces la mandé a volar sin querer —conté.

Y Lillie estaba muerta de la risa sosteniendo su estomago.

—¡¿Empujaste a mi mejor amiga?! Dios, eres más torpe que yo —soltó riendo.

—Si, pero luego lo arreglé rápidamente. Hubieras visto lo increíble que fui, la dejé enamoradisima.

Y Lillie no paraba de reír.

—Bueno, es un milagro que Candace no te haya propinado un buen golpe.

Y seguía muerta de risa hasta que empezó a llorar. ¿Espera en que momento?

—¿Qué? ¿Qué pasó, Lillie?

Y vi lágrimas en los ojos de mi mejor amiga.

—Estoy enamoradisima de él —confesó.

Y no fue necesario dar un nombre para saber de quien estábamos hablando.

—Él también está enamoradisimo de ti, créeme, Lillie.

—Perdí años, años por la estúpidas mentiras que creí.

—Si, ¿de que mentiras estábamos hablando? —pregunté asustado— ¿cómo te enteraste de las mentiras?

Y seguramente Santiago creería que yo le había contado todo, pero no, juré que nunca le contaría a Lillie lo que él me contó hace años.

—Ella misma lo confesó todo —me dijo.

Grandes lágrimas brotaban de sus ojos y simplemente me partió el corazón. La única vez que vi a Lillie así de mal fue en su cumpleaños número dieciocho, yo creí que estaba llorando de alegría por la sorpresa, pero luego ella misma soltó que estaba enterada de la dichosa relación que tuvo Santiago con Beth. Dios, cada que lo recuerdo me arrepiento de no haber desmentido todas esas cosas.

—Camila lo confesó todo y lo dijo como si no estuviera confesando como destruyó y arruinó mi vida.

Y entonces me confundí.

—¿Que tiene que ver Camila con todo esto?

Y Lillie empezó a hipar.

—Dijo mentiras sobre Santi y yo las creí.

—¿¡Que!? ¿ESA BRUJA HIZO ESO? —pregunté molesto— claro, es que lo sabía. Sabía que esa bruja es de lo peor en este mundo.

—Pero sabes que es lo peor, Nicolás —preguntó molesta—. Le creí, le creí a esa víbora y perdí a Santi por años... años odiándolo, pero él terminó siendo inocente... un momento... pero Santiago confesó, él aceptó cada mentira que Camila había soltado, así que... ¿que demonios ocurrió esa día? ¿Que ocurrió el día que me marché y por qué Santi admitió esas mentiras?

Lillie se veía tan confundida y dolida, sin entender nada de lo que había pasado años atrás. No la culpaba de sufrir por el pasado, es más, desearía poder contarle todo, pero lastimosamente eso no me incumbía.

—Creo que es mejor volver a casa, Estrellita.

—No quiero volver a casa. Señor, deme dos más, gracias.

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