Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

29: Propuesta de matrimonio

Propuesta de matrimonio
Lillie Torres

Y si, había llegado a tiempo a la cena de negocios y si, había salido bien, estaba saliendo mejor de lo planeado, al menos lo estaba hasta que el traidor de Félix estaba arrodillándose a mi lado mientras sacaba una cajita roja de su bolsillo. Y no debía ser bruja para saber que estaba haciendo.

¡Mierda!

—Lillie, ¿quieres casarte conmigo?

Quiero arrancarte la lengua, quise responder, pero todos dentro del maldito restaurante parecía interesado en la estupida escena que montaba Félix. Ante los ojos de los demás éramos unos enamorados empedernidos y no esperaban un "No". La presión me estaba matando.
Miré a Johnson, estaba tan pálido como un papel blanco, al contrario del señor Hamilton quien parecía sorprendido, pero feliz, incluso lo vi sonriendo.

—¿Lillie? —volvió a hablar Félix— ¿Aceptas a ser mi esposa?

Sabía lo que el maldito estaba haciendo, estaba exponiéndome al mundo y así poder obtener lo que quería. Él quería una respuesta positiva y no estaba en posición de negarle nada.

—¡Si, claro, quiero casarme contigo! —respondí obligándome a reír de felicidad.

Félix me puso el anillo y luego me abrazó, porque sabía perfectamente que un beso sería lo suficiente para romper con su perfecto rostro.

¡Iba a asesinarlo en cuanto pudiera!

—Felicidades, chicos —felicitó Hamilton—. Lillie, te veo tan feliz, tan contenta y dichosa.

En realidad me estaba riendo porque quería agarrar ese florero y tirárselo a la cabeza, pero entonces no podía porque recordaba que por esta misma situación estaba en donde estaba, por andar de salvaje.

—Lo estoy, estoy muy contenta con esto —aseguré.

—Si, se nota mucho —respondió Johnson.

Intuía que él no se creía tanto mi felicidad a diferencia de Hamilton. No se como es que continúe tan alegre y parlanchina el resto de la cena. Fingir me resultó difícil porque ahora todos esperaban ver a la prometida del príncipe sonriente y dichosa. No lo estaba, claro que no, así que después de darle un poco de mi actuación, me levanté de la mesa con la idea de huir.

—Lillie, ¿ya te vas? —preguntó Hamilton.

Yo asentí, recién reaccionando a los hechos.

—Mi gata se enfermó —solté.

—¿Tu gata? —preguntó Johnson— no sabía que tuvieras una gata.

—No, es que no es mía —corregí— es de la vecina, pero se fue al extranjero de vacaciones y entonces la dejó a mi cargo. Debo irme, pero disfruten el resto de la noche.

Félix se levantó enseguida.

—Entonces también me despido. Debo acompañar a mi futura esposa.

—¡No! —me apresuré a decir—. Digo, no es necesario, mi chofer está afuera esperándome, así que no es necesario que me acompañes, cariño. Tengan buenas noches.

Y salí casi corriendo del restaurante, mientras trataba de contactar a Gen, su celular estaba apagado y significaba que estaba sola afuera de un restaurante lujoso en el que acababan de pedirme matrimonio. Es que Hamilton podía salir y encontrarme aquí, peor, Johnson y Félix podían aparecer y sin duda me atraparían en la mentira.

—¡Mierda, mierda! —solté mientras daba círculos— es un tramposo de mierda, lo juro.

No tenía a Gen, mi celular estaba por apagarse, estaba a la deriva y por último, adentro seguía mi futuro esposo.

¿Cómo se atrevió? ¿Por qué lo hizo en la presencia de todos?

Seguramente el planeo todo, por eso dijo que quería sorprenderme cuando se suponía que debía estar en Marruecos, no fue a ningún lado porque esta era la mejor oportunidad que se le presentaría y no fui capaz de imaginarme de todo este plan macabro porque estaba tan entretenida en besar al idiota de Santiago.

Me agarré el cabello.

Nadie podía jugar conmigo, nadie podía tenderme semejante trampa en mi propia cena de negocios.

—No, si acepté fue por la presión social adentro —me dije a mi misma—, pero la presión me importa una mier...

Decidí volver adentro y tenía pensado decirle: "Idiota, primero llueven hamburguesas y luego me caso contigo"
Estaba tan decidida que no divisé el hombre que tenía en frente. Llegó un desconocido me agarró del brazo y me llevó directo a un carro, un carro muy sospechoso con vidrios polarizados.

¡ME ESTABAN ROBANDO!

Mi noche no podía ir tan mal. Iba a gritar, pero el hombre ya me estaba metiendo al carro, cerró la puerta con seguro y desapareció.

—Lillie, debemos hablar —soltó el demonio que tenía a mi lado.

Y del miedo y susto lancé un puñete al aire, escuché un quejido y rápidamente mi mano empezó a doler. Así que tan al aire no cayó el puñete.

—Suéltame, suéltame, ¡llamaré a la policía! —advertí a mi enemigo—. Espera, ¿Santiago?

Y si, no sé quién, si Dios, el karma o tal vez el demonio, no se quien manipulaba mi vida, pero al parecer se divertía con tantas desgracias a mi nombre.

—Espera, veo estrellas —pidió tiempo para reaccionar al golpe.

—¡Y verás a Dios si no me abres la puerta!

No, no estaba para seguir aguantando este tipo de sorpresas. ¡Es que todos los hombres en mi vida querían llegar así con sorpresas!

—Amor y paz, amor y paz —pidió.

—Nada de amor y paz, me estabas secuestrando y eso es un delito.

—Chantajear también es un delito —respondió.

—Mira, en mi vida no te andes metiendo, espera ¿que? —pregunté asustada— ¿¡tú que sabes!?

Santiago encendió la luz del carro y entonces vi un poquito de sangre en su labio. Me hice la ciega y mire la ventana. No soportaría otro cargo, o chantaje.

—Esa noche empujaste a tu novio por las escaleras, pero cierto, aún no salían, ni eran novios. Eso hasta la mañana siguiente que aceptaron salir, ¿no es cierto?

—¿De dónde sacas tanta imaginación? —pregunté riendo, obligatoriamente.

—Lillie, puedes contarme la verdad —susurró con más cercanía.

—¿Cuál verdad? —pregunté a la defensiva.

Y entonces él sacó su computador y el vídeo de la memoria USB empezó a reproducirse.

—Oye, yo conozco este USB.

—Y esto seguro que este vídeo también conoces.

Entonces entendí todo. El vídeo empezó a producirse, en efecto, el vídeo también me era conocido. No era nada más, ni nada menos que el mismo vídeo con el que Félix me amenazó hace unos días. El muy sin vergüenza me envió esa memoria USB con el fin de recordarme lo que había hecho y que por esas acciones tenía que obedecer todas las ocurrencias que le salían del mate.

—Un momento, esa memoria es mía. ¡La robaste de mi habitación!

—No, no me metí a tu habitación a robar nada, aunque parezca mentira llegó a mi poder por obra del destino y de una forma limpia, sin robar ni nada.

—¿Te duele la nariz? —pregunté con seriedad.

—¿Qué? —preguntó confundido.

—La tienes tan larga como la de Pinocho —aseguré.

—Espera, ¿qué tengo tan larga? —preguntó sonriendo coqueto.

Y mi cara empezó a arder. Sentía mis mejillas calientes.

—¡Eres un cochino, Santi!

—No he dicho nada, tú si, pervertida.

Y empezó a reírse, burlarse de mi.

—¡Ah! —chille— estar a tu lado es imposible. Pero, volviendo al tema principal, necesito que me devuelvas esa memoria.

Iba a tomar lo que me pertenece, pero Santiago fue más veloz. Alejó el computador de mi.

—Primero necesito que le des una respuesta a mi pregunta y luego puedes llevarte la memoria, hasta la computadora, si es lo que quieres, pero respóndeme.

—Nariz, me refería a tu nariz, tan larga como la de Pinocho —me hice la desentendida.

—Esa pregunta no, la otra.

Pero con Santiago es imposible cerrar un tema, más cuando tiene tantas dudas. Aunque siendo sincera, Santi no parecía tener dudas, las tenía todas claras, simplemente quería que yo le dijera la verdad. Quería escucharla de mi boca.

—No quieres, ni necesitas saber la verdad...

—Te equivocas, si quiero y lo necesito, Lillie.

—Pues que pena, no diré nada, okey.

Y pensaba quedarme muda, pero Santiago si que sabía hacer hablar a las personas.

—Es lamentable, entregaré esto a la policía y probablemente iras a la cárcel, tal vez a la policía si le dirás la verdad porque si no lo haces te quedarás muchos años en una celda... sería lamentable ver en los anuncios "La reina del desastre acaba en prisión"

Y si, sabía que así me llamaban en Twitter, de hecho, en todos lados era conocida como la reina del desastre. Es que ni me podía quejar, el apodo me encajaba perfectamente.

—Eres odioso, ¿te lo han dicho?

—Me gusta que me lo digan, sólo si viene de ti.

—Te estás tomando muchos atrevimientos, Santiago.

—Me preocupo por ti, Lillie.

—Pues no lo hagas, no necesito que nadie se preocupe por mi, ni que trate de meterse en mis asuntos.

—Solo quiero ayudarte.

—No lo hagas, Santi —pedí—. Si estoy en problemas, los solucionaré yo misma. No necesito a nadie.

—Lo sé, pero...

—No hay peros, solo déjame en paz.

Y Santiago desvío la mirada.

—No puedo, no puedo alejarme de ti o sacarte de mi corazón, Lillie.

Me quedé sin palabras y lo supo, por eso continuó hablando.

—Sin embargo, si yo tengo este vídeo, es muy probable que dentro de poco otras personas lo obtengan.

Y entré en nervios.

—No puedes hacer eso —solté—. Fue un accidente, pero en el vídeo parece de todo menos un accidente y no pretendas intentar utilizarlo a tu favor porque no puedo con dos chantajistas.

Me tapé la boca, aunque ya no servia de nada porque ya había soltado un secreto.
Santiago no parecía sorprendido, de hecho parecía tan mimado y dichoso sonriendo.

—¿Qué? ¿Por qué esa risa estupida? —pregunté ofendida.

—Nada.

—¿Que te parece gracioso? —pregunté molesta.

—Nada.

—¡Mientes!

—Ya lo sabía, es que hasta un ciego puede ver que entre tú y Félix no hay nada, no hay amor, ni una relación real.

Me crucé de brazos.

—Pues todo el mundo si se lo cree.

—Yo no —respondió.

—Como sea, los mentirosos no pueden engañar a los mentirosos. Ambos se identifican rápidamente, tal vez por eso no creíste en mi relación falsa con Félix.

—Lillie, el tipo ese te esta chantajeando con denunciarte por ese accidente, ¿cierto?

—Si, que si —respondí tensa— Fue un accidente, pero está ese vídeo y ese vídeo dice que no fue un accidente.

—¿Por qué lo empujaste? —preguntó.

Y entonces recordé y no pude evitar callarme.

—Él enloqueció, empezó a jugar a la parejita sin siquiera consultarme y para variar no podía parar y abofetear su mejilla en frente de todos los presentes en mi fiesta de cumpleaños porque estaba su tío, Johnson me ha odiado desde que nos conocimos y no quería darle razones para echarme de la presidencia.

Y Santiago sonrío, esta vez mostrando sus dientes.

—¿De que te ríes, imbecil?

—Entonces, ¿no lo quieres?

—¡ME ESTÁ CHANTAJEANDO, POR SUPUESTO QUE NO!

—Bueno, entonces vamos a solucionarlo.

—No puedes, ni yo puedo. No hay evidencia, más que esa —dije mirando el vídeo— y no es evidencia que me beneficie.

—Buscaré, Lillie. Encontraré esa evidencia, lo prometo. Solo tienes que dejarlo antes de que llegue a lo último y lo he visto suficiente para saber que no tiene vergüenza ni dignidad y utilizará este vídeo hasta el último segundo que pueda.

Me giré, quedando frente a él.

—Ya es muy tarde —solté casi a punto de chillar.

—Claro que no, cariño.

Levanté mi mano izquierda a la altura de mi cara.

—El engreído me propuso matrimonio esta noche.

Santiago miró mi dedo, mi dedo que estaba decorado con un gran anillo de diamante.

—Y aceptaste...

—Fue una emboscada. Tenía en frente a Hamilton, a Johnson, si me negaba era capaz de acusarme de intento de asesinato. Sabía bien lo que hacía, él lo planeo todo, estoy casi 100% segura.

Santiago estaba callado y pensativo.

—Ves, incluso tú sabes que no tengo salvación alguna. Será la cárcel o el matrimonio... aunque pensándolo bien será mejor ir a la cárcel, estaría libre... Dios, no, es la misma cosa. Seré prisionera de una u otra forma.

Me cubrí la cara, porque no quería que mis lágrimas estuvieran al aire libre. No quería que Santiago me viera tan vulnerable, aunque confesarle esto a alguien era tan aterrador como liberador.

—Tranquila, Lillie —dijo Santiago, abrazándome—. No iras a la cárcel, ni al altar, mucho menos al altar, peor con ese tipo. Dios, no es ni digno, es un chantajista y cree que es inteligente al chantajearte, pero se equivoca.

Me separé de los brazos de Santiago, no porque estuviera incómoda, de hecho, si me hubieran dicho que los brazos de Santiago me consolarían después de aceptar el anillo, pues no me hubiera molestado tanto en aceptar la propuesta de matrimonio.

¡Pero Lillie!

Mis pensamientos estaban tan revueltos que ya hasta admitía estupideces.

—Si, pero y que tal si mañana aparece diciendo: "Vamos, Lillie, he decidido que hoy nos casamos". Él sabe que no puedo negarle nada.

Santiago se quedó callado como si algo bueno tuviera en mente.

—¿Que? —pregunté asustada.

—¿Amanda tiene un blog?

—Si, es un blog que nadie ve, apenas obtiene dos visitas y esas visitas son de Candace y mía, eso porque somos obligadas a crear trafico en su red. El punto es que... ¿Tú como sabes que Amanda tiene un blog?

—¿Qué tipo de blog es?

—No se, chismes o algo así, lo graba todo. De hecho, tiene esas camaritas que se ponen en la ropa, un día infiltró una de esas camaritas en mi ropa cuando visité una discoteca en donde bailan esos hombres mientras se quitan la ropa en el proceso del baile.

—Pero Lillie —soltó Santi.

—Basta, Candace y yo estábamos pasando por mucho y solo queríamos divertirnos. No acepto críticas... espera.

Y entonces pensé lo mismo que Santiago cuando hizo la pregunta. Amanda podría tener ese vídeo, el vídeo de la fiesta de mi cumpleaños. Santiago entendió mi silencio.

—Amanda filmó esa noche.

—Si, pero no ha editado nada, dijo que tenia muchas horas grabadas porque después de que empujara a Félix se olvido de cortar la grabación así que fueron como 15 horas de grabación y con diferentes cámaras. La cosa es que encontrar ese vídeo será difícil e incluso existe la posibilidad de que Amanda no grabara nada que me sirva de ayuda.

—Lillie, no me importa mirar 15 horas de grabación, mas si se trata de ayudarte a deshacerte de ese... príncipe chantajista.

Y de alguna manera acepté su ayuda. No creí que de todas las personas que conocía, Santiago fuera el que me ayudara.

—Entonces, buscamos ese vídeo y si el vídeo no sale a nuestro favor, pues tendríamos que dejar sin evidencia a Félix, Lillie.

—Creo que será imposible, tiene muchas copias repartidas por quien sabe donde.

Santiago me tomó la cara para asegurarse de que estuviera escuchándolo.

—Entonces encontraremos cada uno de esos vídeos y los destruiremos —aseguró convencido— Dios, eres Lillie Torres, eres tú quien domina al mundo, no quien se deja dominar.

Y no se que fue, pero algo dentro de mi cambió o ¿volvió?

—Tienes razón —admití sorprendida—. Terminaré con Félix ante de que él termine conmigo, lo juro.

Y esa noche, después de una pedida de mano en público, después de ser raptada por mi ex, después de casi perder, acepté pelear y más que todo, volví a tomar las riendas de mi vida. No permitiría que Félix jugara conmigo como si se tratara de una muñeca.

Nota: ¿¿les emocionó este capítulo tanto como a mi??

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro