Capítulo único
Un día normal para una joven de veinticuatro años que caminó por las calles con la mirada perdida. Recorría el centro sin mirar a nadie, ya nada le importaba, sin embargo, en ese mismo día tenía decidid ir a dar una vuelta por ahí para tratar de entretenerse.
Al caminar por enfrente de una tienda de ropa, entró para mirar ropa al menos, no le importó la ropa sólo quería olvidarse de todo. Así que, mejor salió de ahí.
Siguió su caminó hasta que choco por accidente con una persona, la cual no vio por andar divagando por su mente distraídamente. La persona que chocó con ella, era una persona morena con estatura chica, pues le ganaba por diez centímetros como de edad. Un año exactamente porque tenía veinticinco años.
Era su ex.
Él como ella se sorprendieron al volverse a ver después de un año de romper su noviazgo por culpa de él. No dudo en saludarla cordialmente, pero ella no respondió intentó ignorarlo, pero él no evitó notar su tristeza.
―Aurora, ¿Qué tienes? ―preguntó mirándola con extrañeza.
―Nada ―respondió con su voz fría.
―No te creo ―comentó―. Porque no se te esa mirada brillante que siempre tenías, así, como tu sonrisa característica. ¿Te sientes bien?
Ella no supo que responder y rompió a llorar enfrente de él, no podía mantenerse firme, porque le dolía tanto lo que estaba pasando. No evitó Felipe abrazarla para darle confort.
― ¿Quieres charlar? Podemos ir por un café.
―No… creo. Además no…
―Anda, no te haré nada… te lo prometo por mi garrita.
Ella asintió soltándose de su abrazo para ir por el café, aunque dudó al principio, pero era mejor sacar todo que, guardárselo. Además ¿Qué puede pasar?, pensó al caminar a su lado. Pero mejor fueron al Kioxo por que no tenían el suficiente dinero. Entraron para tomar asiento y cuando se sentaron en ese lugar dónde se encontraba el revistero él sonríe, y preguntó:
― ¿Recuerdas aquí?
―Sí, cuando te golpeaste con el revistero ―contestó con una sonrisa, no era como las de siempre, pero al menos fingía felicidad aunque el notó que no.
―Y, me sobaste la cabeza muy preocupada. Eso sí te reíste de mí todo el día.
―Eras accidentitos Valencia ―dijo Aurora, y no evitó reír―. También te caíste en el banco y me tiraste la nieve encima.
―Fue un accidente y tú me metías el pie cada rato, Gallegos.
No evitaron reír los dos. Ahora estaban recordando su primera cita en el Kioxo y durante toda su estancia en el centro. Además se prepararon el café, estaban sentados ahí y ella le platicó lo que había pasado con su pareja actual. Felipe Valencia la escuchó en cada palabra que decía.
―…pues me dejo aquí y… la verdad no sé cómo me siento ―concluyó con un suspiro.
―Sabes algo ―comenzó a decir él con una seriedad―. Creo que estás siendo egoísta. Él tiene el mismo derecho que tú de viajar.
―Yo viajo a unas cuantas horas, pero él se fue al extranjero a 24 horas en carro y tres en avión…
―Lo sé ―asintió―Pero toma en cuenta que, sigues siendo egoísta. Déjalo si no regresa no fue tuyo, algo así dice el dicho―la toma de la mano―. Él si cumplirá su promesa, te lo aseguro, algo que yo no hice.
―Disculpa… No…
―Quiero disculparme contigo ―interrumpió Valencia aparentando sus manos―. Por no hacerte feliz, no cumplir las miles de promesas que tú quisiste, los malos tratos, ¡por todo! Sé que no me perdonarás, pero quiero hacerte sentir mejor y…
―Te perdonó. Acuérdate que vivir con rencor es malo ―dijo tapándole la boca. Ella sonrió de nuevo ahora su mirada era alegre ahora y la sonrisa le volvió ser la de antes―. Gracias por escucharme. No sabía que encontraría un buen amigo en ti.
―No, gracias a ti. ―La soltó de las manos―. Ahora me siento mejor… y yo tampoco sabía que encontraría una mejor amiga.
―Sí.
Ahora él le platicó sobre sus asuntos personales. Los problemas que tenía con su nueva pareja y le estaba pidiendo consejos de cómo mantener la relación con su nueva mujer porque no quería cometer el mismo error que había hecho con Aurora.
―Pues dile que la quieres, dale regalitos chiquitos, pero no costosos ―aclaró Aurora con una sonrisa―. Chocolates de esos de Ferrero Rocher de chocolate blanco o Kisses de los pequeños…
»También, dile en las mañanas cuanto la quieres, mándale su mensaje todos los días y visítala mucho, no siempre porque la enfadaras. Además, a nosotras nos gustan los abrazos y nos gusta los hombres cursis. Dile poemas, dedícale canciones y sobre todo: RESPETO.
―Ok, ok… gracias. ―Sonríe tomado un sorbo de café, y dijo lo siguiente―: Creo que todo lo que me dijiste lo hace contigo él, ¿verdad? ―ella sonríe y asiente―. Te deje en buenas manos, aunque tengo ganas de decirle de cosas por dejarte aquí.
―Sí. Pero esperaré hasta que vuelva ―lo abrazó―. Gracias por todo, amigo.
―De nada ―respondió sonriendo, pero se vuelve su mirada sombría que hizo que ella se asustará―. Sabes, si te hace llorar o te vuelve a dejar, me avisas para golpearlo ―se ríe.
―Claro, yo le diré con mucho gustó.
Los dos se rieron. Después se despidieron los dos para irse cada quien por su lado, pero mejor decidió acompañarla a su casa, ellos venían platicando de su vida después de años, Felipe seguía estudiando Ingeniería Civil, pero ahora jefe de una construcción por lo de su servicio Social constitucional y Aurora era egresada de la Pedagogía en dónde ejercía en una escuela privada como profesora de Secundaria dando español.
Al fin llegaron a la casa de Aurora y se despidieron los dos para seguir con sus vidas; pero antes de marcharse hicieron otra cita de amigos para seguir frecuentándose. Para seguir siendo amigos.
Aunque en el fondo del corazón de Felipe seguía latiendo por ella, tenía celos del novio actual de Aurora porque la trataba mejor, pero él sabía que era feliz con él aunque, ahora estaba pasando por una etapa normal que de seguro paso lo mismo con él cuando se ausento por tanto tiempo atrás, sin embargo, aprendió algo nuevo: «Es mejor dejar ir a la persona para que sea feliz con otra persona, y así tu ser feliz al par».
Ella también aprendió que no hay que ser egoístas con tu pareja, porque todos tienen derecho de ser feliz como tú. Pero también aprendió que los ex novios pueden ser los mejores amigos aparte los que supuestamente tienes, porque, a pesar de todo, ellos te apoyan en todo.
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Hola, hola, les traigo este pequeño relato, la verdad, me sentí mejor escribiéndolo porque en realidad no me pasó eso ni nada, pero es para una persona que estuvo conmigo siempre: Gracias amigo. Por ayudarme C.C. y E.A.A.S. tú también te llevas el agradecimiento porque eres argüendero hasta la muerte en pocas palabras chismoso.
¿Ustedes se harían los mejores amigos de sus ex? Yo tengo uno y créenme son geniales.
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