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Nuevas Reglas

Hospital central de Seúl.

Minutos más tarde, después de varias charlas en el auto, los hermanos Soo por fin llegaron al hospital donde se encontraba su madre. La joven fue la primera en ingresar observando como la mujer se encontraba con los ojos nuevamente abiertos, por fin había despertado tras haberle aplicado los medicamentos que necesitaba.

—Hija, mi hermosa Hara, por fin puedo volver a ver tu hermoso rostro después de días, cuanto te extrañaba.

La mujer estira levemente sus manos a la joven, quien se acercó sin pensarlo dos veces a su madre consagrando un abrazo.

—Madre, qué bueno es verte de nuevo con los ojos abiertos, en verdad estoy muy agradecida con el señor Kim por ayudarnos.

—Oh, ¿en serio fue el señor Kim? Él vino a verme, no hace mucho se fue.

—¿El señor Kim estuvo aquí madre? ¿Te dijo algo? —le mira con cierta sorpresa mientras lleva sus manos a la de su contraria acariciándolas un poco.

—Sí, Harita, él vino a verme y me dijo que volverían tú y Jeong a trabajar para sus hijos.

—Tenemos que pagar bien lo que él nos está brindando, aunque será un poco difícil...

—Lo sé, aún amas a Jung, pero también sé que eres una mujer fuerte y lograrás evadir esas incomodidades, sé que podrás con eso.

—En verdad yo también espero eso madre, porque ahora viviré con Jung de nuevo, no como una pareja claramente, pero el señor Kim llevó a Jeong a la casa donde vivía contigo, y a mí me llevo con Jung.

—Eso no me lo dijo, ¿será que ocurre algo? Eso es algo muy extraño.

—Kang dijo que algo pasaba, pero no nos quiso decir que era, así que supongo que por ese motivo me quieren cerca de mi exesposo...

—Esposo Hara, legalmente no se han divorciado, y no creo que tú te quieras divorciar de él.

—Y al parecer él tampoco de mí, es difícil verlo, porque mi sentimiento se debilitó hace cinco meses cuando me abandono, solo con recordar lo cruel que fue conmigo... Solo por eso me hace sentir tan mal...

La mujer, al notar como los ojos de su hija se cristalizaban, la abraza de nuevo mientras acariciaba su cabello en forma de caricias, depositándole también un beso en la frente. La puerta sonó y Hara se limpió sus lágrimas al ver entrar a su hermano con un jugo de manzana para su madre.

—Oh... ¿Interrumpí algo?

—Claro que no, mi pequeño Jeong, ven y dame un abrazo qué extrañaba verte.

El joven, algo más animado que su hermana, se acerca a la mujer abrazándola y depositándole un beso en su frente, acto por lo que ella sonrió.

—¿Cómo te sientes madre? —le sonríe con ternura.

—Muy bien, y muy agradecida por todo lo que ambos están haciendo por mí. Ustedes, son los mejores hijos que pude tener en la vida, su padre debe mirarlos orgullosos desde el cielo.

—Le prometimos cuidarte, y hasta ahora él nos ha dado la fuerza para hacerlo, a pesar de todo.

Un nuevo abrazo se ejecuta esta vez entre los tres. El silencio los invadió, pero era un silencio cómodo, por lo que al separarse los hermanos Soo empezaron a contarle las novedades a su madre, hasta que por fin la mujer volvió a dormir por el medicamento aplicado, qué juntos la miraban empezando a conversar los dos en lo que esperaban a Kang.

—Hara, ¿ahora si me dirás que ocurrió hoy en la casa? Me tienes muerto de la curiosidad, hermana.

—Cómo te dije por la llamada, volví a ver a Jung... Sabes, se ve igual de cansado que antes... Hasta más demacrado, pero aun así se ve muy guapo... Su mirada de sorpresa y sus preguntas tontas me hicieron sentir incómoda, pero eso no fue lo peor, para mí lo peor fue que el tonto dijo que al vivir con él me volvería a enamorar... Es un tonto de pensar eso.

—¿Y no lo harías? Yo sigo insistiendo que donde hubo fuego quedan cenizas, además que el señor Kim debe saber los sentimientos de su hijo, por eso te llevo de vuelta con él.

—Si me amará ya me hubiera dicho y no se comportara como un desubicado.

—Quizás es muy pronto, además... Kang dijo que tenía un serio problema, no vaya a ser que por eso no quiera ser tan lanzado.

—No lo sé, solo no quiero que te metas en eso... Por qué te conozco Jeong, no debemos meternos en sus problemas, toca ser pacientes.

La joven deja escapar una pequeña sonrisa al notar el puchero de su hermano ante la advertencia cuando la notificación en su celular les dio a entender que Kang estaba fuera esperándoles. Los dos hermanos salen a su encuentro y son llevados a sus respectivos hogares, Hara antes de entrar por la puerta suelta un suspiro, no tenía mucho apetito, por lo que iba directo a las escaleras cuando fue detenida por la voz masculina proveniente desde la puerta que da al comedor.

—Hara, que bueno que llegas, la comida ya la están sirviendo.

—No tengo apetito, he comido antes de llegar aquí.

La joven responde antes de dar un primer paso notando como este negaba, la conocía tan bien que sabía cuándo decía mentiras piadosas, y más que había hablado con Kang quien le informo que no habían comido nada durante el espacio del hospital.

—Sabes que es malo mentir, Hara, considero que si vamos a vivir juntos creo que deberíamos empezar a llevarnos bien, o si no la convivencia será extraña.

—No nos llevamos mal Jung, solo no tengo apetito... Es todo, estoy cansada aún del viaje.

—No has comido nada desde que saliste de Estados Unidos, además... La cena se ve deliciosa, acompáñame Hara, que la mande a preparar especialmente para ti.

La sonrisa de Jung era encantadora, por lo que ella asintió un poco rendida, quizás al ver la comida el hambre le vuelva. Los dos entraron al comedor, notando que se encontraban ubicados los platos y un par de velones; eran unas deliciosas pastas a la boloñesa en compañía de una copa de vino y unas rodajas de pan con mantequilla.

—Vaya, veo que aún no se te olvidan mis gustos.

—Jamás olvidaría que la pasta es tu platillo favorito. —el joven sonríe separando la silla para que tome asiento. —Después de ti.

Una sonrisa se formó en los labios de la joven quien se acomodó en el asiento mirando la mesa, recuerdos invadieron su mente que fueron las palabras de Jung llamándola en reiteradas ocasiones que la volvieron a poner con los pies en la tierra.

—Hara, ¿te encuentras bien?

—Sí, Jung... Solo estoy algo cansada por el tema de mi madre y el vuelo.

—Cierto... ¿Cómo sigue tu madre? Mi padre me dijo que le están dando la atención necesaria para su recuperación.

—Ya se encuentra mejor, en verdad te agradezco tanto, así como a tu padre por ayudarnos con mi madre y su salud, hoy después de varias semanas la pudimos ver con los ojos abiertos.

—Eso me alegra mucho, su madre es muy fuerte, saldrá de esta y sabes que cuentas conmigo para todo. —la sonrisa se notaba sincera, por lo que la chica solo sonrío en respuesta empezando juntos a comer. —Hara, por cierto, en esta casa hay un par de reglas que me gustaría compartirte ahora que vivimos juntos.

—No me digas que pusiste reglas mientras no estaba —deja escapar aquella risa encantadora mientras lo mira. —Te escucho Jung.

—Vivía solo, pero son reglas sencillas, de hecho, son tres. —sonríe mientras se acomodaba en el asiento dándole un sorbo antes a su copa de vino. —Primero, no se permite que invites a personas que no conozca, no me agrada traer extraños a mi casa. Segundo, no puedes traer hombres a los que les llames la atención, y, por último, nos iremos siempre juntos y cuando estemos en casa vamos a comer juntos; son reglas sencillas.

Hara no pudo evitar dejar escapar una carcajada y más por el semblante de seriedad que Jung mantenía en su rostro, para él no había dicho nada gracioso.

—Esas reglas te las acabas de inventar, ¿no es así? Es una excelente broma Kim.

—No es broma, ¡te lo digo en serio Hara Soo!

Una nueva carcajada dejó escapar la joven, por lo que este se apoyó en la mesa poniéndose levemente en pie. La sonrisa de la chica se convirtió en una mueca divertida, haciendo la misma posición de su contrario.

—Y si incumplo tus reglas, ¿qué harás Kim?

—La pregunta sería que no te haré Soo...

Hara se recompuso y dio un par de pasos hasta posicionarse frente de Jung, a pesar de tener menos altura, ella sabía bien como tratar con hombres como él, lo hizo mucho en las juntas en el pasado cuando no quería que su esposo se metiera en problemas.

Su mano la posiciono en el pecho de Jung y con un empujón lo hizo sentar nuevamente en la silla para tomarlo del mentón con cierto dominio, acercando sus labios a una distancia considerable mientras lo miraba directamente a los ojos.

—Quisiera ver eso, porque no me vas a amenazar... Tus estúpidas reglas solo las cumplirás tú, no te hagas el listo conmigo Jung Kim, te conozco como la palma de mi mano.

Un sonido proveniente de la puerta los hizo separar, era Yona que dé la impresión por verlos, había dejado caer la bandeja metálica que traía en sus manos, Hara simplemente la miro con el mismo desdén de la primera vez recomponiéndose antes de mirar a Jung.

—Nos vemos mañana, que descanses, toca madrugar para ir a la empresa.

Su sonrisa era interna, Hara sabía lo que causaba en Jung, después de varios meses en sus ojos se veía esa intensidad en él, ver a Jung sumiso era extraño, pero su expareja lo lograba poner, quizás si no fuesen sido interrumpidos fuese pasado algo más que simples palabras.

—Debes tener más cuidado Yona, y dejar de mirar lo que otros hacen. —su voz sonaba ronca levemente por su molestia.

—Lo siento, señor Kim, eso no ocurrirá de nuevo, que tenga buena noche.

La joven sale disparada en dirección a la cocina sin siquiera esperar una respuesta de su jefe. Jung se puso en pie subiendo a pasos lentos las escaleras hasta visualizar la puerta de la habitación donde Hara se encontraba.

—Serás mía de nuevo... Te lo aseguro Hara, no resistiré a darte, aunque sea un beso, por mucho tiempo... —deja escapar su suspiro antes de ingresar en su habitación, la noche sería larga. 

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