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5: Abre Los Ojos Yugi.

Entre el lecho de sábanas revueltas, se hallaba un diminuto cuerpo y hermoso que se removía lentamente, pues el cantar de los pájaros le estaba despertando.

Yugi, lentamente abría sus ojos con cansancio, se enderezó en su lugar cuando no vio a su esposo a su lado.

— ¿Atem?. — Rápidamente Yugi llevó su mano a su garganta, le dolía, su voz se escuchaba un poco rasposa, como si estuviera ronco. Yugi entonces se sonrojo cuándo varios recuerdos llegaron a su mente; llevó la yema de sus dedos a sus labios, esos, que una noche atrás estaban tan rojos e hinchados  por tantos besos apasionados y profundos.

Se sentó en la cama pensando y analizando cada recuerdo "romántico y sexy" que había pasado anoche, cuando sintió como su cuerpo le empezaba a doler; cintura, las piernas, la espalda y sobre todo el cuello.

Yugi lo atribuyó todo a la noche anterior, pues se había entregado por primera vez anoche. No era de extrañarse entonces.

Se levantó, aguantando la pesadez de su cuerpo, camino lentamente hacia al baño para darse una ducha y salir a buscar a Atem para poder desayunar los dos.

Pero apenas cuando entro al baño se topo luego, luego con su reflejo del espejo del baño.

Incrédulo, se acercó hasta el reflejo del espejo.

Más de cerca pudo apreciar  las marcas, casi mordidas, los pequeños moretes en su clavícula, en sus brazos  y piernas y finalmente el lado derecho de su cuello estaba cubierto por una gaza mientras su garganta estaba roja y llena de cupones pequeños.

Yugi no podía creer lo que su reflejo le presentaba, parecía que alguien lo había lastimado y marcado a su conveniencia, pero su cuello... Ese lugar tan delicado para él, se hallaba cubierto misteriosamente.

¿Por qué?, ¿por qué estaba cubierto?, ¿se habrá lastimado con algo durante el acto sexual?, no. Yugi no recordaba nada de eso, entonces... ¿Por qué?.

Sin quitar la mirada del reflejo, llevó su mano hacia su cuello para quitarse la gasa, sin embargo atrás de él la presencia de cierto lobo se hizo presente.

— No deberías de quitarlo. No aún. —

Atem detiene la acción de Yugi, quién había saltado en su lugar del susto, Yugi no se había dado cuenta de la presencia del moreno que ahora sostenía su mano.

— ¿Por qué?. — Pregunto Yugi sintiendo el contacto cálido de Atem, increíblemente Yugi quito de inmediato su mano de la de él, se alejo un poco de Atem, como si este le transmitiera miedo, inseguridad y terror. Todo de él le daba desconfianza.

Y entonces recordó algo... Algo que golpeó y despedazó  esos recuerdos románticos de la noche anterior.

Recordó como su dulce y romántico esposo, se estaba comportando un poco más brusco durante el sexo, él trataba de hablarle, de hacer que reaccionara pero Atem sólo le respondía con gruñidos que lo hacían poner nervioso y asustado. Yugi pensaba que Atem estaba ensimismado en el sexo que no notaba cuando él le hablaba. Pasado de un tiempo Yugi ya se había acostumbrado a los besos profundos de Atem, a las pequeñas mordidas inofensivas y marcas que Atem había dejado en sus muslos, piernas, pecho y clavículas, ahora lo disfrutaba, disfrutaba del sexo con su esposo. Cuando llegó la penetración, Yugi se había puesto nervioso pero Atem sabía cómo tranquilizarlo y relajar lo a tal punto que cuando penetro a Yugi este solo se quejo un poco para luego gemir quedito debido a las suaves penetraciones, que después pasaron a ser fuertes haciendo que Yugi gimiera  como loco, incluso algunas lágrimas se le escaparon de sus bellos ojos, pero aún así el amatista disfrutaba, hasta que comenzaron a llegar al clímax donde Yugi presenció como los ojos de su esposo se ponían en un tono anaranjado brillante, esto no asustó a Yugi, es más le gusto;pues  de repente se sintió intrigado por aquellos ojos, lo que sí asustó a Yugi fue ver un par de colmillos filosos que sólo vio por un par de segundos antes de que ese par se clavaran en su carne, haciéndolo gritar tan alto que se lastimó la garganta y después terminó desmayado por el contundente dolor.

— Me mordiste. — Susurro Yugi aún sin poder creer lo que recordaba.

— Te prometo que sanará, pero no temas. Estoy aquí para ti. — Decía Atem mientras se encaminaba a Yugi, el tricolor menor se arrincono sólo en una esquina viendo como Atem se le acercaba.

— No te acerques.—

Atem paro de caminar en cuanto escucho a Yugi asustado y con los ojos cristalinos apunto de llorar. Su lindo y pequeño esposo, aquel chico que lo había enamorado a primera vista, lo estaba rechazando y eso dolía. Dolía como si le hubieran a puñalado el corazón.

— No, bebé. No debes de temerme. — Le dijo Atem con voz suave pero Yugi no le creyó.

—¿Cómo puedes decirme eso? Cuándo me lastimaste .—  Contesto Yugi con mucho miedo.

— ¡No...! ¡Yo...! .—

No había excusa que poner, Atem sabía que era verdad lo que decía Yugi. Él lo lastimó , pero no fue a propósito. Todo tenía una explicación del por qué de las cosas.

— Por favor déjame explicarte el porque lo hice.— Le pidió Atem . Yugi lo miro desconfiado. — Por favor.— Suplico una vez más, no se rendiría Atem, no dejaría que el amor de su vida lo mirara como un monstruo el resto de sus días de vida que le quedaban a su lado . Atem no se arriesgaría a perder a Yugi. ¡Jamás!.

Y si lo perdía, se volvería loco.

Por parte de Yugi, este no sabía que hacer, ni como actuar . No le salían las palabras, además tenía tremendo dolor de cuerpo y el cuello le mataba, así que ... ¿Qué más podía hacer ahora?, Solamente escuchar. Porque si se proponía a escapar no podría ni siquiera correr .

— De- De acuerdo... ¡Pero yo haré las preguntas aquí!.—  Dijo Yugi más nervioso . Atem asintió con la ligera esperanza de que su amor le correspondiera y no le rechazara .

No quisiera recurrir a mantenerlo con él por obligación. Por qué eso sería muy malo.

— ¿Qué eres?.— Pregunto Yugi comenzando con esta dulce y drastica historia que le cambiaría su vida.

†Continuará ..

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