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CAPÍTULO 5


Las brillantes luces de las decoraciones navideñas iluminan bellamente toda la sala. Al pie del árbol, yacen colocados los regalos que mi padre nos compró. Él está muy contento porque consiguió que Miguel se fuera, pero ni mis hijos, ni yo, compartimos su alegría – es más, los tres tenemos los ojos hinchados de tanto llorar –.

– ¡Mami! – habló Lucía – ¿por qué mi abuelito te obligó a bajar si te sientes mal?

– ¿Por qué será, Lucía? – responde mi pequeño Miguel – hoy es navidad y el abuelo ha invitado otra vez a toda esa gente malvada que sólo viene a molestar a mami.

Mi hijo tiene razón. Desde que las "amistades" de los Arroyo, se enteraron de mi desliz antes de la boda con Sergio, únicamente vienen a burlarse de la ilegitimidad de mis hijos.

Antes tenía las fuerzas para enfrentarlos, pero he llegado a mi límite y si continúo viviendo, es sólo por el tanque de oxígeno y el suero que pasa por mis venas – los cuales me quitaron para ponerme un vestido de fiesta –.

– ¡Quiero ir a la ventana! – mi débil voz demuestra que incluso mis cuerdas vocales están dañadas y la nana Gloria se apresura a cumplir mi capricho –.

En la ventana observo mi reflejo y me sorprendo por el excelente trabajo de la maquillista. Con su habilidad consiguió cubrir mis ojeras y con ayuda de unas gotas mis ojos no se ven rojos. Mi cabello largo cubre el escote de mi hermoso vestido blanco. La tela es fina y más que un vestido de fiesta parece un vestido de novia.

– ¡Hoy te ves más hermosa que nunca, hija! – la voz de mi padre suena emocionada, pero no tengo ánimo para contestarle – sé que te esforzaste en bajar a la fiesta por tus hijos, no por mi orden.

– El año pasado les arruiné la navidad. Esta vez no lo haré.

– Si piensas de esa manera, entonces puedo confiar en que lucharás para recuperarte completamente.

– Me quitaste a la única persona que podría conseguir que desee vivir y aún así piensas que tengo ganas de luchar.

– Creí que tus hijos eran más importantes que cualquiera.

– Son muy importantes, pero recuerda que no sólo soy madre, también soy una mujer, y desde hace seis años me obligué a enterrarla para poder cuidar el regalo más bello que recibí de la vida.

– Si ya habías enterrado a la mujer, ¿por qué ahora no puede quedarse únicamente la madre?

– Porque después de ver a Miguel y de sentir sus besos, sé que no podré conformarme con la mitad de mí misma – las ganas de llorar regresaron, pero la mano de mi padre en mi hombro evitó que lo hiciera –.

– No arruines el maquillaje o decepcionarás a tu regalo.

– ¿De qué hablas?

Mis hijos gritaron emocionados por algo que vieron en la ventana y la curiosidad me hizo mirar también. Cuando vi la silueta de la persona que caminaba hacia la casa, moví mi silla y con la práctica adquirida, llegué a la puerta antes de que se abriera.

Frente a mí apareció Miguel con un frac negro que lo hacía lucir increíblemente guapo.

– ¡Buenas noches, mi amor! – pronunció esas palabras con esa voz que me hechiza y la sonrisa en su cara me dejó hipnotizada –.

– ¡Miguel! – moví mi silla, pero él fue más rápido y en segundos me encontré envuelta por su calidez – ¡mi amor!, pensé que te habías ido para siempre – sin poderlo evitar me puse a llorar –.

– Esa era mi intención, pero tu padre fue a buscarme para que volviera – me soltó un poco y nos miramos a los ojos – ¡no llores más!, las hermosa Ingrid debe estar esplendorosa si es que quiere casarse con este guapo profesor de matemáticas.

– ¿Casarme?... ¿tú?... ¿quieres casarte, conmigo? – todo mi cuerpo tembló de emoción y sujeté su rostro entre mis manos –.

– ¡Acepto! – contesto riéndose –.

– ¡Oye!, esa pregunta debes hacerla tú – le reclamé juguetona –.

– Aquí no importa esa regla... Tú preguntaste, y ahora tienes qué cumplir. No por nada me gasté mis ahorros en este frac, aunque si no quieres que seamos esposos, aún puedo regresarlo a la tienda – hizo el intento de ponerse de pie, pero lo jalé para que volviera a hincarse y lo besé –.

– ¡Ingrid! – dijo con dificultad porque seguía besándolo – esta parte es hasta que nos declaren marido y mujer.

– Tener hijos también va después, pero nosotros ya tenemos dos – quise seguir el beso, pero el carraspeo de un hombre desconocido arruinó el momento –.

– ¡Lamento interrumpir!, pero en navidad hay muchas bodas y luego de la de ustedes tengo que ir a otro lado – dijo el que me parece es un juez –.

– Bueno, señorita Ingrid Arroyo... ¿quieres casarte con este hombre nada guapo, vivir holgadamente conmigo hasta que me reciba de Físico, compre un auto, pueda pagar un viaje alrededor del mundo, le cumplamos el deseo a nuestros hijos de tener más hermanitos, y amarnos hasta que la muerte nos separe? – enumerar tantas cosas le secó la garganta y me reí cuando tosió – ¿qué es lo que te pareció gracioso?

– Es que una de las cosas que me hizo enamorarme de ti, es tu carácter divertido... ¡ya extrañaba tus tonteras! – mis ojos se cristalizaron y Miguel se apresuró a limpiar la lágrima –.

– ¡Perdóname, Ingrid!... te hice sufrir con mi mal humor y por eso siempre estás llorando desde que volví.

– No lloro por eso... te juro que estoy llorando de felicidad.

– ¡Qué alivio!, pero te recomiendo que no sigas haciéndolo.

– ¿Por qué?

– Porque se te está corriendo el maquillaje.

– ¡No puede ser! – giré mi silla para dirigirme al elevador – ¡Gloria!, tenemos que arreglar el maquillaje. La hermosa Ingrid no puede verse mal el día de su boda.

– ¡Señorita! – habló el juez – ¡tenemos que empezar!, si tiene otra cosa qué hacer, mejor regreso más tarde.

– ¡Ni se le ocurra irse! – le grité al tiempo que lo apuntaba con el dedo – este hombre se me escapó hace seis años y por nada del mundo lo dejaré ir de nuevo, así que me espera hasta que me embellezca, o no saldrá nunca de aquí.

Gloria me ayudó a subir a mi cuarto y arregló el desastre que dejaron las lágrimas en mi cara.

En el espejo se reflejó la imagen una mujer feliz, y agradecí al cielo que me enviara a Miguel como regalo de navidad.

La boda empezó veinte minutos tarde – es que, enserio tenía que verme esplendorosa –. La Ingrid del pasado jamás permitiría que la vieran mal arreglada, y aunque he madurado y ya no me comporto tan presumida, el deseo de verme hermosa para Miguel es algo que no puedo evitar.

Mientras lo observo concentrado en lo que dice el juez, varios recuerdos de nuestra relación se amontonan en mi mente... Todas las veces que escogí vestidos glamurosos para presumir en la prepa, en realidad no tenían ese fin. La verdadera razón de tanto arreglo era para gustarle... Pedirle a diario que me hiciera las tareas, era porque deseaba pasar tiempo con él... Burlarme de su apariencia, era miedo a que otros se dieran cuenta de que amaba a un hombre que estaba lejos de los estándares de lo que es hermoso.

Cada momento vivido con él, me demuestra lo mucho que lo amo y la dicha de escucharlo aceptarme como su esposa fue tan grande, que lo jalé para que se hincara y así poder besarlo.

Esa noche de Navidad, bailé – en los brazos de mi esposo –, reí, lloré, abracé y disfruté de la sensación de volver a vivir.

– ¿Qué deseas de regalo de navidad? – me pregunta mi esposo al tiempo que me acomoda en sus piernas para quedar sentados en un columpio del patio – tengo dos opciones y ambos los he ganado con mi trabajo – dijo orgulloso y extrajo unos sobres del bolsillo del frac – el primero es un viaje a Acapulco, y el segundo es un cheque para que cambies tu guarda ropa. Sé bien que odias repetir vestidos, así que me imagino que este es el que elegirás, ¿verdad?

– ¡Miguel!, si te dijera que la Ingrid presumida ya no existe, ¿te decepcionarías? – pregunté con temor – después de todo, te enamoraste de esa mujer.

– Es cierto que me enamoré de tus errores, pero, en los meses que venía a ver a nuestros hijos, descubrí a la nueva Ingrid y ¿te digo una cosa? – asentí con fuerza – me enamoré mucho más que antes.

– ¡Mi amor! – acerqué mi cara para besarlo, pero el grito de nuestros hijos evitó el contacto –.

– ¡Mami, papi!, ¿cuándo van a venir mis nuevos hermanitos? – el pequeño Miguel, preguntó inocentemente –.

– ¡Sí, mami y papi!, ya queremos jugar con ellos.

– Yo... – miré a Miguel con tristeza – no sé si en esta condición pueda darte más hijos... ¡Perdón, mi amor!, debí pensar en esto antes de casarnos, y ahora que lo analizo, seré un estorbo en ese viaje, o en cualquier otra cosa que desees hacer.

– ¡No te angusties, mi amor! – tomó mi mentón para que no desviara la mirada – ya me has dado dos hijos maravillosos y sobre lo demás, nunca te consideraría un estorbo. Eres una gran mujer y hay mil cosas que puedes hacer. Yo te ayudaré a encontrar tu verdadera pasión.

– ¡Esa ya la conoces! – sonreí coqueta –.

– Me refería a otro tipo de pasión – su cara abochornada me pareció linda – ¡vengan niños!, sus papis quieren un abrazo grupal – extendió los brazos y nuestros hijos corrieron a tomar su lugar, uno a cada lado de nosotros – ¡miren al cielo!... ¡todos deben pedir un deseo de navidad a esa hermosa estrella que está ahí! – señaló una luz y en verdad parecía una gran estrella –.

– Pues, yo quiero una hermana – dijo Lucía –.

– Si tú pides eso, entonces yo quiero un hermano.

Los dos se pusieron a discutir y yo recargué mi cabeza en el hombro de Miguel.

– Yo deseo ser un buen esposo y para eso prometo esforzarme mucho en la universidad... ¿tú que deseas, amor?... ya te lo había preguntado, pero no has querido contestar.

– Cada navidad desde que dejé de verte, pedía el mismo deseo... Mi esperanza en navidad era volver a verte. Ese deseo ya se cumplió, pero tengo uno que guardaré en secreto hasta que considere que es tiempo de contarlo.

– Será como deseas, mi amor.

Miguel se fue acercando lentamente a mi cara y de nuevo pude sentir sus dulces labios que ansiaba volver probar desde hace horas.

Aquella noche de navidad aún vive dentro de mis recuerdos por ser la más hermosa de todas, ya que, a partir de ese momento, en mi vida sólo existió la felicidad.

FIN


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Muchas gracias a quienes la leyeron, votaron y comentaron.

Todos los lectores son importantes para nosotros, pues sin su apoyo sería difícil continuar.

MariaMarcano948 gracias por animarme a escribir esta historia.

Que tengan una Feliz Navidad y un próspero año 2022.

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