Capítulo 10: Imbécil
Dylan y yo corremos como si nos persiguiera el diablo, hasta llegar detrás del escenario, donde se encontraban las luces y otros materiales.
—Le enviaré un mensaje a Leo de que empiece la función.—Dijo Dylan mientras escribía un mensaje a su mejor amigo—. Dice que en cualquier minuto empezará a suceder.
Él toma mi mano y nos asomamos detrás del escenario a ver la función, todavía no sucedía nada pero una voz resonó en todo el gimnasio.
—Es hora de coronar al rey y reina de la noche.—El director Hollande hablaba y todos vitorearon y aplaudieron. Él sacó un sobre debajo de su saco de vestir y lo abrió, lo leyó meticuloso y dijo:—El rey es....Aiden Jeffrey. Un gran aplauso para él, gente...Prosigamos. Y la reina...., no sé por qué debería sorprenderme, como todos los años, la maravillosa Scarlet.
Los alumnos de vuelta hicieron un escándalo aplaudiendo y gritando a todo pulmón. Me reía solo por la razón de que mi hermanastro había sido nombrado rey junto a Scarlet como su reina. Ellos subieron al escenario. Scarlet parecía estar en su cumpleaños de la gran sonrisa que tenía en el rostro y Aiden, como me imaginé no le importaba demasiado ser nombrado rey de un simple baile. Pero aún así sonreía.
—Quiero agradecer a todos, por este gran momento, de verdad es una gran sorpresa para mí que me eligieran...—Scarlet seguía con su discurso de cordera ingenua—, aprecio mucho este gest...
Los aspersores se encendieron pero en vez de expulsar agua, rociaban el asqueroso líquido misterioso de diez dólares. Luego las bombillas de las luces empezaron a explotar sin detenerse, parecían miles ya que el ruido de la pequeña explosión nunca paraba. Todas la otras luces se tornaron rojas.
En la pantalla detrás del escenario en el que antes se pasaban imágenes de los alumnos ahora había una gran animación de un payaso terrorífico que no paraba de reír con un horrible sonido.
Pude ver a Scarlet gritando furiosa por la broma que interrumpió su momento de fama. Todos rieron por este acto pero luego empezó la preocupación de que ellos también estaban rociados con ese líquido.
—Vamos.—Dylan tomó mi mano y en vez de por ir por el gimnasio para no ensuciarnos, decidimos irnos por la puerta trasera que daba pasó a los vestidores—. Fue genial.
Pude ver la adrenalina recorrer su cuerpo y una sonrisa traviesa en su rostro.
—Sí, lo fue.—Dije, él me miró. Se acercó rápidamente y plantó un beso en mis labios. Uno intenso pero luego se detuvo.
—¿Estás temblando?—Preguntó. Y era verdad, pero era por qué en esa habitación hacía mucho frío.
—No es nada, solo tengo un poco de frío.—Sonreí.
—Oh, ten.—Se sacó su saco y lo puso sobre mis hombros—. Ahora buscaré a Leo para ver si necesita ayuda con algo y luego nos vamos, ¿sí? Podemos ir a mi casa si quieres.—Dylan pregunta un poco cohibido.
—Sí, me encantaría.—Dije sonriendo todavía más. Él asintió sonriendo también y luego dio un beso en mi frente para luego irse en busca de Leo.
Empecé a tararear la canción que se escuchaba a través de las paredes. El vestuario estaba helado entonces sujeté la chaqueta y la cerré más hacia mí para que ninguna corriente de aire entrará; luego puse las manos en los grandes bolsillos y ahí es cuando empecé a divagar.
Dylan. Dylan. Dylan.
Dios, el chico me gustaba mucho. No sé que me había pasado. Me sentía atraída hacia él de todas las formas posibles y esperaba que él y yo llegáramos lejos...
Mis pensamientos son interrumpidos cuando siento vibrar el bolsillo izquierdo. Metí mi mano más profundo y encontré lo que seguramente era el celular de Dylan.
Para comprobar y devolvérselo cuando regrese, lo saqué. La brillante pantalla encendida llamó mi atención y concentré mis ojos en ella unos segundos para descubrir que había recibido un mensajes. Este se mostraban en la pantalla bloqueada, sabía que no tenía que hacerlo pero mis ojos por voluntad propia recorrieron las letras, leyéndolo.
Sabanna: ¿Qué es eso de una chica nueva, Dylan? Allison me contó que te estás acostando con ella. Todos hablan de eso y soy la última en enterarme.
Leí el mensaje con mis labios entreabiertos. De un segundos a otro, el celular volvió a vibrar, mostrando un nuevo mensaje en la pantalla:
Sabanna: Dylan, sé que tuvimos una pequeña pelea. Pero no puedo creer que me estés engañando con otra. Recuerdo muy bien que nunca terminamos. Soy tu novia, no puedo creer que terminaste siendo un cerdo. O tal vez siempre lo fuiste pero no lo vi por ser una maldita idiota enamorada.
Novia.
Esa palabra resonaba en mi cabeza como un megáfono y como una daga en mi corazón. ¿Por eso eran las tantas insinuaciones? ¿Eso era lo único que él quería? ¿Acostarse conmigo, repetir sobrio lo de la fiesta? Yo siempre fui la que decía que quería algo relativamente serio, él solo aceptaba lo que decía pero nunca me habló de lo que quería. Emily seguro me quería advertir de esto pero yo solo la mandé a callar.
—Todo listo, Charlie. Nos podemos ir.—Dylan apareció por la puerta luciendo una sonrisa pero cuando no se la devolví, observó que tenía su celular y luego volvió a mirarme.
—¿Qué mierda es esto, Dylan? ¿Sabanna? No puedo creer que tengas novia.—Digo acercándome molesta a él. Estrellando su celular en su pecho y dejando su chaqueta a un lado, lo miré. ¿Molesta? Estaba furiosa, enojada, dolida, herida. Él se quedó estático unos segundos.
—Charlie, te lo puedo explicar...—Empezó a decir pero lo interrumpí.
—¿Sabanna es tu novia?—Solté directamente, fría y cortante. Dylan quedó callado unos segundos para luego empezar hablar.
—No, bueno, sí. Pero te juro que iba a hablar con ella, no queda nada entre nosotros que rescatar....
—¿Ibas a hablar con ella? ¿Enserio? ¿Y mientras tanto yo servía para tus tardes de aburrimiento? Ni siquiera me dijiste que había alguien en tu vida cuando llegué. Te acostaste conmigo teniendo novia.
—Charlie, ella me había echo daño. Había besado a un chico en esa fiesta, entonces me emborraché y tú estabas ahí...
—Dylan. Solo, para, por favor.—Dije no pudiendo contener mis lágrimas ni un segundo más—. ¿Aunque sea te gusto un poco?
—Charlie, por supuesto que sí.
—¿La sigues queriendo a ella? ¿Aunque sea un poco?—Pregunté. Él tenía la cabeza gacha pero entonces la levantó y mi corazón se quebró. Pude sentir y escuchar la grieta abriéndose. En sus ojos se reflejaba que él no podía contestarme eso. Él aún sentía algo. Por más mínimo que sea, el seguía sintiendo algo al escuchar su nombre. El nombre de su novia.
—Fue un gusto conocerte, Dylan. O al menos creí conocerte.—Dije abandonando el vestuario.
—Charlie, por favor...—No escuché más, salí corriendo.
De un momento a otro, estaba afuera. Con la respiración agitada y mi cara con lágrimas negras por el maquillaje.
Noté que no tenía un vehículo para regresar a casa.
—¿Quieres que te alcance a algún lugar?—Volteé y me encontré con el chico de cabello negro. Will. Traté de limpiar mis lagrimas pero seguro solo empeoró—. ¿Estás bien?
—Sí, bueno, no.—Reí nerviosa—. Pero lo estaré. De todas formas, gracias, pero ya tengo a alguien que me lleve.—Mentí.
—Muy bien, buenas noches, entonces.—Will se despidió con la mano y se fue.
Pude divisar a Aiden en la poca gente que quedaba en el lugar. Estaba junto otras personas sentado en su auto. Suspiré y me acerqué directamente a él.
—Aiden.—Todas las cabezas se voltearon y me recorrieron con la mirada. Seguro parecía una especie de mapache atropellado—. ¿Podemos hablar?
Por suerte, él no hizo ninguna broma y me siguió unos pasos alejándome de esas personas.
—¿Qué pasó, Charlotte? Parece como si te hubieran rescatado del bosque.
—Lo sé.—Cerré mis ojos un segundo—. ¿Puedes llevarme a casa, por favor?
Él me miró un momento, viendo que enserio estaba en mal estado. Hasta había sido amable con él. Él asintió. Se despidió de sus amigos y entramos en su auto.
—¿Quieres contarme?—Él preguntó luego de unos minutos incómodos.
Lo observé y pude ver que tenía un poco de ese líquido asqueroso en su cabello. Sonreí mentalmente pero luego la verdad mató ese momento efímero.
—No tienes por qué tratar de ser amable. En serio.
—Vamos, Charlotte. Sé que no nos llevamos bien y siempre eres un grano en el culo pero puedes contarme.—Dijo sin despegar la vista de la calle.
—Un chico.—Dije suspirando.
—Problemas en el paraíso. Siempre pasa, ya lo arreglaran.
—Digamos que él tenía novia...es decir, tiene novia.
—Oh...—Aiden chasqueó con su lengua y negó con la cabeza—. Eso sí es complicado...
—Sabía que no podrías ayudarme.—Solté un bufido y apoyé mi cabeza en la ventana. Había comenzado a llover.
—Si de algo sirve, mi padre dijo que podía hacer una fiesta este sábado. Tal vez puedas conocer a alguien y...
—Yo no soy como él, no voy inmediatamente tras alguien cuando me siento despechada.—Lo miré frunciendo las cejas.
—Ey, yo solo sugerí que podrías conocer a alguien que no sea un imbécil.—Dijo levantando las manos del volante un segundo.
No hablé más y me dediqué a ver la lluvia caer.
Imbécil. Sí, él había sido uno. Uno que se había ganado mi confianza y corazón y luego admitió que el suyo ya tenía un nombre escrito desde hace mucho tiempo.
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