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Vivir

-Muy bien, ya te encuentras mucho mejor, además de que tu vida no corre peligro pero, ten en cuenta que no puedes hacer movimientos físicos aún muy pesados-

Me explicó la doctora.

-No se preocupe, yo me encargaré de que ella no haga nada hasta que se recupere- Akashi me miraba tiernamente.

-Confiare en usted, con esta hoja irá por la medicación y algunas venidas y gasas limpias para las curaciones de la herida, después de eso tendrá que venir en un mes y si presenta algún cuadro de infección no dude en llamar- asentimos.

La doctora le entregó una hoja con lo antes dicho, ambos nos despedimos de ella dejando nos para poder prepararnos e irnos.

-Ahora bien, te ayudaría a cambiarte pero...-

-¡No hace falta!- mencioné algo alterada y nerviosa.

-Si, eso pensé, es por eso que traje a una de las sirvientas, ella te ayudara- se burló un poco por mi reacción.

-Gracias-

Asintió y salió, a los pocos segundos entró una de las chicas del personal de esa casa. Le sonreí un poco.

Ella me ayudó a desvestirme y dejo una maletita en la cama, la cual tenía mi cambio de ropa.

Me ayudó a ponerme un vestido de color menta, estaba algo flojo. Me puso mis zapatillas y me ayudó a peinarme. Sólo me hizo una coleta alta con un listón del mismo color del vestido.

Me tendió un saco de tela fresca, me lo puse con su ayuda, después de eso me ayudó a sentarme en la silla de ruedas que estaba en la habitación.

Puso la maleta en mi regazo y empujó con mucho cuidado hacia fuera.

-Vaya, te vez muy bien- Akashi me miraba atentamente.

-No mientas, parezco una momia- le sonreí un poco.

-Pero una preciosa, vamos a casa- tomó el lugar de la sirvienta la cual agarró la maleta de mi regazo.

-Estoy lista, quiero salir de aquí lo antes posible- hice un gesto de cansancio.

-Lo que la princesa diga-

Bufe por lo bajo, a veces decía cosas que me avergonzaban.

Me saco del hospital hasta la calle, donde la gran limosina perteneciente a su familia nos esperaba, era tan ostentosa.

Me ayudó a sentarme en el asiento del auto, dejo que el chofer se encargará de la silla de ruedas, la sirvienta también subió con nosotros pero un poco más alejada.

-Akashi, mi padre sabe sobre...-

-No le eh dicho nada, no sabía si querías que le dijera- me miró.

-No, esta bien que no sepa nada, mi padre se preocuparía mucho y dejaría todo, no quiero que haga eso-

-Entiendo, no te preocupes, sólo habló un par de veces pero le dije que estabas con unas amigas y tu teléfono se había quedado en casa-

-Gracias-

-No agradezcas, después de todo yo...-

Lo mire mal, enserio que este hombre jamás se compondria.

-Entiendo, dijimos que basta de echarme la culpa-

-Exacto, a la otra que te escuché decir eso, me iré de tu casa y me regresare a la mía -

-No podrías, apenas y si caminas un poco sola- sonrió nervioso.

-No me retes porque lo puedo hacer, y no me importará el dolor - le sonreí triunfante.

-Esta bien, tu ganas- negó suavemente.

-A todo esto, el partido de Midorima y Kuroko, ¿me lo perdí?-

-No, es dentro de dos días, yo también tengo que ir, son las clasificaciones-

-Yo también ire- comenté decidida.

-No puedes, te quedarás en casa-

-Ire de todos modos, no puedes detenerme-

-Estas lastimada, además es seguro que ganaremos los juegos sin ti-

Lo había dicho algo duro, pero sabía que él se preocupaba por mi. Más sin embargo yo no podía quedarme sentada viendo como mis amigos se enfrentaban los unos a los otros sin más.

Le había echo una promesa a Kuroko, yo estaría ahí dando todo de mi.

-Iré, y no me importará si te enfadas conmigo, no me detendras- mi mirada estaba puesta en él.

Primero cerro sus ojos y negó lentamente, los abrió y me miró.

-Puedo detenerte, pero... eso te alejaría de mi, no quiero hacer eso. Eres muy testaruda-

-Lo aprendí del mejor- sonreí de lado.

-Eh creado un monstruo- se burló.

-Pero se que estas orgulloso de mi-

-Lo estoy, eres lo que yo pedía, la mujer perfecta esta en ti y jamás te dejaré-

-¿Siempre juntos?- pregunté.

-Siempre juntos- me abrazó con cuidado.

Estaba tan feliz. Sentía de nuevo ese calor que tanto había extrañado, su aroma, todo de él.

Habíamos sido egoístas, tenía que agradecerle a Mayuzumi-san, sus consejos siempre fueron acertados.

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