Pov Ruggero

Llegué a casa un poco exhausto, eran demasiadas las cosas que me estaban pasando, y sabía que tener a Karol allí no ayudaría mucho, más por las malditas amenazas de Cande. Pero joder, Karol era hermosa y no podía estar lejos de ella, odiaba que se resistiera a mí, y posiblemente lo hacía apropósito para acaparar mi atención, pero no me importaba con tal de tenerla cerca.

Me recosté en mi cama pensando que sería un día nuevo, un día en el que podría cogerme a Karol, bueno, sólo si ella lo permitía.

Pov Karol

Era un nuevo día, y Valentina y Michael se aparecieron por mi casa temprano. Me dieron un conjunto, que según Valentina, pondría a Ruggero muy caliente. Era una falda roja corta en forma de lápiz la cual resaltaba mis curvas, mientras que la blusa era completamente blanca y dejaba ver mis senos un poco, me puse unas zapatillas y planché mi pelo. Además me maquillé un poco, cosa que nunca hacía.

Desayuné y me dirigí a la empresa. Llegué y subí al ascensor, esperando que Ruggero se impresionara con mi apariencia.

Pov Ruggero

Escuché sus pasos apresurados dirigiéndose hacia mí. Entró y la vi, estaba preciosa, como siempre.

—¡Buenos días!

—Toma asiento —le dije, ansioso de ver que cruzara sus piernas.
Ella asintió y se sentó, pero no con las piernas cruzadas, seguro lo había hecho a propósito.

—¿Y qué es lo que quieres que haga?

—Necesito que órdenes unos papeles que dejé en el escritorio, mientras iré a unos asuntos —dije en tono serio, por lo que ella se disgustó un poco.

—Está bien... —sonreí y me marché.

Pov Karol

El día se iba poniendo cada vez más aburrido, no había visto a Ruggero, y tenía que organizar todas esas malditas copias. Escuché unos pasos apresurándose a la oficina, creí que era Ruggero, sin embargo no era él.

—¡Hola! —saludó el chico castaño.

—¡Hola! —le devolví el saludo.

—Lo lamento, creí que estaba Ruggero.

—¡Oh! No hay problema, soy Karol.

—Y yo Agustín —sonrió y me besó la mano con delicadeza—. Disculpa si suena algo apresurado, pero en verdad eres muy hermosa.

—Gracias —me sonrojé, Agustín se acercó demasiado a mí y me alejé rápidamente.

—¡Oh! Lo lamento, tienes una pestaña en tu mejilla —dijo sonriendo, me avergoncé un poco por haber creído otra cosa. Me acerqué un poco a él y quitó la pestaña de mi mejilla.

—¿Karol? ¿Qué haces?  —dijo Ruggero extrañado.