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Quien se enamora primero...

Sofia

Dove era insaciable, nunca creí terminar en algo así, habían pasado un par de meses desde mi cumpleaños, desde aquel momento en el que acepte estar con Dove ella no había querido parar, le gustaba hacerlo en cualquier lugar, en la habitación, sobre el comedor, sobre la barra de la cocina, en su oficina, en la alberca, en la ducha.

Es tan espontáneo pero al mismo tiempo tan rutinario, puedo despertar cualquier día y preguntarme "¿donde se le ocurrirá hacerlo hoy?" Y ella es tan buena en eso, nunca ha hecho que se sienta menos especial, sus manos trazan historias en mi piel, sus labios han recorrido ya todo mi cuerpo un centenar de veces y aún así hacen que se sienta como la primera vez.

Dove es un ser completamente pasional, insaciable, jamás me había sentido tan deseada como cuando estoy con ella, pero también hace que me sienta en parte vacía. No le gusta hablar, no le gusta conocer a las personas, no le interesa que la conozca, pareciera que solo le interesa aquello, esa cosa en específico, y a veces hace que sienta que solo está conmigo por eso, y hace que me sienta medianamente afortunada de poder dárselo y que así no se vaya.

Cada vez sube su intensidad, no es especialmente ruda o agresiva, pero tampoco es especialmente dulce como al principio, es mera pasión lo que expresa, deseo, insaciabilidad.

—¿Te gustaría ir a jugar tennis al club? Lauren insiste en que vayamos —dijo vistiéndose, asentí levemente—. Le confirmaré entonces.

Ni siquiera parecía notar que me afectaba el no saber mucho sobre ella, habían pasado meses ya desde que decidimos dejar de lado el contrato, meses de vivir juntas, y una parte de mi sentía que vivía con una extraña.

Llegamos al club y nos encontramos con Lauren y Camila, mi amiga me saludó efusivamente, desde mi cumpleaños no la veía, sentía que veía cada vez menos a las personas, cada vez menos a cualquiera menos a Dove, veía más a sus empleados y maestros en casa que a cualquier otro, jamás había tenido una vida tan fácil y cómoda, jamás creí que pudiese ser tan frustrante.

—¿Estás bien? —Camila llamó mi atención poniendo su mano sobre la mía, asentí saliendo de mis pensamientos—. No te ves bien, Sof ¿todo está bien con Dove?

—Estoy bien —asentí levemente desviando la mirada hacia donde estaban Dove y Lauren.

—Puedes hablar conmigo, somos amigas, hasta hace unos meses éramos mejores amigas y ahora casi nunca puedo verte ¿qué ha pasado contigo?

—Bueno, es difícil adaptarse a una nueva vida, pero se que si deberíamos vernos más —sonrió.

—¿Todo bien con Dove?

—Si, es excelente todo —solté un suspiro.

—No parece que sea excelente.

—Es solo que... Dove jamás habla de ella, ni de su pasado, ni de lo que ocurre en la oficina, nunca me cuenta nada —me encogí de hombros—. No creo que esto sea parte de una relación sana.

—Creo que deberías hablar con ella y explicarle como te sientes, Lauren me contó que ella no la ha pasado bien desde hace muchos años, sabes que su familia murió —asentí—. Ella me dijo que fue en un accidente horrible, se quedó sola de la noche a la mañana, apenas se había graduado, debe ser difícil para ella abrirse a cualquier persona, Lauren me dijo que ella de adolescente también era un poco difícil, pero jamás tan complicada como lo haces sonar ahora.

—Hablaré con ella —sonreí y solté un suspiro más decidida.

Fuimos a jugar tennis en pareja, Lauren y Camila se tuvieron que ir porque Camila dijo que habían quedado de cenar con su familia. Dove y yo nos quedamos jugando un rato más, no todo con ella era malo o abrumador, solo era... complicado, a veces.

Fuimos a los casilleros por nuestras cosas y al llegar a casa, estando en la habitación comenzó.

—Te ves hermosa con esa falda de tennis —me sonrió acercándose, comenzó a besar mis labios.

Dove me llenaba a momentos, y en otros me hacía sentir que estaba completamente sola, me tocaba como si fuera lo más preciado en el mundo, sus manos vagaban por mi cuerpo por sobre la ropa aún, metió sus manos por debajo de mi falda acariciando mis piernas y la sentí presionar mi centro. Sabía exactamente cómo hacerme jadear, sabía exactamente donde tocar, sabía exactamente cómo hacerme sentir especial, pero también sabía exactamente cómo arrebatarme esa sensación.

Terminamos sin ropa y besándonos en menos tiempo del que se esperaría, jadeaba y gemía a cada toque de su mano en mis adentros, apretaba las sábanas mientras ella aumentaba el ritmo, la habitación no tenía ni un segundo de silencio en situaciones así.

Dove me hacía sentir deseada, hermosa como jamás me sentí antes, pero una parte de mi estaba completamente aterrada sobre el poder que ejercía sobre mi cuerpo y sobre mi mente.

No sabía cómo llamarlo, y no supe lo que era hasta el día siguiente por la noche, Dove me enseño una cosa muy valiosa ese día, invaluable por completo.

—¿Te divertiste ayer? —asentí.

Estábamos cenando, había velas en el centro de la mesa, rosas decorando por igual, le había dicho que quería hablar con ella, y ella dijo que prepararía algo especial.

—¿De que querías que habláramos? —me miró directamente.

—Te he mostrado cada parte de mi —comencé después de agarrar valentía en un suspiro—. Pero siento que no te conozco ni la mitad de lo que me conoces tú a mi... eres mi novia, Dove, somos una pareja ahora ¿no crees que podrías abrirte conmigo? ¿Aunque sea un poco?

Me seguía mirando a los ojos, pero era indescifrable lo que pensaba, creí por un momento que iba a gritar y salir corriendo negándose rotundamente, pero soltó un suspiro.

—Lo siento, es difícil para mi hacer algo así —apretó los labios—. Pero intentaré ser más sincera contigo, y abrirme ante ti —sonreí complacida.

Cenamos en tranquilidad, hablando de tonterías, y por primera vez la vi reír con más intensidad que cualquier otro día, la vi por un segundo ser genuinamente feliz y me sentí honrada de ser la causa de ello, quería conocer a profundidad a Dove Cameron, su pasado, su presente y sus sueños, todo lo que ella fuera.

Parecía que por una noche se había permitido ser libre y despojarse de aquella amargura y tristeza que la seguía a todos lados.

—Alexa, pon música —dijo en voz alta, una melodía suave comenzó a sonar desde las bocinas, extendió su mano hacia mi—. Dije que algún día bailaría contigo —sonreí con diversión y la tomé.

Nos levantamos y comenzamos a bailar de manera lenta, sin prisa, su respiración estaba combinada con la mía, recargue mi cabeza en su hombro mientras ella seguíamos balanceándonos, comenzamos a besarnos, primero lento, después incrementamos la intensidad, hasta que terminamos de nuevo en la habitación.

Esa noche Dove me enseño lo erótico y romántico que puede ser un simple detalle, algo tan simple como una conversación y un baile.

Esa noche pude ponerle nombre a lo que sentía, esa noche fue que supe que era de alguna manera complicada y difícil de entender, amor.

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