Mi dulce herida
Para ser honesto, ya he olvidado la cuenta de las lágrimas que he derramado por el elfo más mezquino, terco y gruñón que he conocido en toda mi vida. Lo único que recuerdo es su dulce mirada que me atrapó en cuerpo y alma antes de partir.
Cuánto hubiera dado porque ni tu ni Rayla hubiesen acudido a ese llamado de asesinato. Y es que para mí, aún amando a mi raza y sintiendo el mismo dolor, me es de más valor tu vida como la de nuestra Rayla que la muerte de un hombre que ciertamente no nos hizo daño directo. Cuando me conociste te dejé muy en claro mi postura en cuanto a la violencia, a la muerte por venganza y sobre todo a esa rudeza tuya donde intentas sobreponerte ante los demás. Sí, eres un buen líder y no tengo el valor de negarlo, pero eso no quiere decir que seas el más sabio de todos para poder prever el camino por el que tus decisiones te llevarán.
¿Recuerdas la forma en cómo nos conocimos? Jamás podré olvidar tus palabras "Ese elfo tan débil es una vergüenza para nosotros. ¿Cómo es que no tiene el valor ni para matar una liebre?" esas fueron tus palabras de antaño, más ahora me doy cuenta y espanto la duda de mi cabeza que sólo fueron para llamar mi atención porque así eres tu; después de destrozar mi orgullo, al día siguiente volviste y con ternura me pediste ser tu amigo.
¡Eras tan tierno!
El sólo tenerte frente a mí, con la mirada baja y tímida, tu voz aunque gruesa estaba tiritando esa vez. En un despiste tuyo pude estudiar tu complexión, tus brazos bien tonificados y ese delicioso color de piel haciendo magia con el tono de tu mirada; absolutamente todo despertó en mi corazón un sentimiento que ninguna otra hermosa elfa pudo hacerlo en otro tiempo. Me había enamorado de ti a causa de ese actuar tan contradictorio y las palabras más deliciosas que podías dedicarme en esos momentos de ternura. Tus negaciones para mí eran más afirmaciones que no te atrevías a confesar, por eso no sólo te hice un par de dagas simples, sino que les diseñé especialmente para ti y si eres más quisquilloso, te darás cuenta que sólo hay un par en toda la aldea.
Debo de admitir que hacer memoria de todo nuestro pasado en estos tiempos trae a mis hombros heridos un dulce velo de paz y consuelo que, siendo más débil y delgado que el algodón, logra como mucho, devolverme el calor y corazón que te llevaste esa noche que prometiste volver. La mala noticia vino a mi además de palabras, con la triste imagen de esa flor cayendo en lo profundo de una fuente que a lo mejor, en mi despiste, pude haber llenado de lágrimas.
Runaan, querido, ¿Recuerdas la vez que fuimos claros con nuestros sentimientos? ¿O tal vez recuerdas la ocasión donde mis celos me cegaron tanto que no acepté que los padres de Rayla eran sólo tus amigos? Tampoco puedo olvidar nuestra noche de las Melodalias; bailabas torpemente pero me atrapaste con la profundidad de los dos mares que tienes atrapados en tus ojos. Colocaste tu diestra en mis caderas, nuestros cuerpos se juntaron tanto que logramos sentir nuestras montañas tan próximas que logré reprimir un jadeo.
Los recuerdos contigo, el amor de mi vida y por quien dejaría de lado el más grande de los tesoros, son tantos que ni siquiera un río sería suficiente para guardarlos sin temor a perderlos en el tiempo o manos de otros seres. Escribir esto representa para mí un gran esfuerzo porque el día de hoy, unos después de tu partida y la desgarradora imagen de sus flores hundirse, aún me muestro incrédulo ante la verdad.
No le tomé importancia a las lágrimas que recorrían mis mejillas en ese momento, sentía caer en la peor de las locuras. El amor con el que intenté vivir en esta soledad pronto se transformó en ira, pero al ver que tu flor tan vencida y que poco a poco el agua se la iba tragando, el temor ganó terreno a la ira, después sobrevino el pesar.
Me sentí tan devastado que el recuerdo de nuestro encuentro el día anterior a tu partida lo veía tan lejano, como uno de esos cuentos que papá me contaba antes de dormir y que al día siguiente con gran esfuerzo podía recordar sólo el inicio. Mi sangre perdió el calor que tu simple nombre le daba y ahora cada que te llamaba un frío huracanado atrapaba mi cuerpo y lo engarrotaba en el dolor.
Estar enamorado de ti sabía que representaba un gran riesgo pero no puedo echarme para atrás, dentro, muy dentro de mi corazón y haciendo caso omiso a las palabras de los otros elfos ignorantes a la verdadera razón del más honesto amor, sé que estas vivo, que estás en alguna parte llorando por mi, por Rayla; añorando uno de esos besos que te robaba cuando te tocaba cocinar. También estoy seguro de que Rayla no ha traicionado a nadie de mala forma, pues te lo dije querido, "ella es muy blanda para matar a alguien".
Entonces, reaccionaste de la misma forma que las otras veces cuando tocábamos ese tema, frunciste el ceño y con esa mirada fría te dirigiste a mi con un pobre intento de voz aplomada.
"Ya te lo he dicho, no provoquemos otra pelea. La niña quiere ir, además, le vendrá bien pues es hija de grandes guardianes" sonreíste y como verdadero propósito, te despediste de mí con un beso en los labios para salir de casa a vete saber tú donde.
Ya han pasado poco más de cinco soles desde que el estanque quedó vacío con excepción de un sólo adorno, todo mundo entendió lo que esto significaba y pidieron por unanimidad volver a Rayla como un fantasma. Era un alto precio a su corazón tan sensible, pero nuestro pueblo le adjudicó el mote de traidora y tanto tú como yo sabemos cuál es el precio a pagar. Me tiembla el corazón y la mirada se me humedece cuando recuerdo que no pude hacer nada por mi niña... Desde entonces y todas las noches, antes de dormir venía a mi la vieja visión de cuando eran niña y se echaba a reír cuando se burlaba de ti, me lastimaba, me ardía dentro de cada torrente sanguíneo, entonces venía tu voz en medio de tanto diluvio de lágrimas, asegurando que esa noche sólo dormiría tres horas y abrazado a tu almohada intentando pensar que todo era como antes, que nada más abrir mis ojos me encontraría con tu rostro y no con la ausencia del amante.
No quiero que entiendas que intento culparte de algo, eso sería bastante tonto de mi parte porque lo que has hecho ha sido por el bien del pueblo y me atrevería a decir, de mi, pero no es tan fácil llevar esta pena en el corazón que en medio de su terquedad, al final del día y en el crepúsculo, espera verte cruzar esa puerta con Rayla en brazos para escuchar sus aventuras y peleas.
En todo caso y si es menester buscar un culpable, ese bien podría ser yo. Admito en esta misiva que de no haber sido por mi débil personalidad, podría haberte detenido, haber tomado a Rayla de las manos y explicarle que no era necesario hacerlo. Y si ponías resistencia, no habría dudado en gritarte y llevarte a regañadientes a casa, sin embargo, el haber no tiene ni sentido para hombres y mucho menos para elfos.
Con duda mi mano mueve y da vida a estas líneas pero mi corazón está inclinado a una sola verdad, a la verdad de que pronto te tendré en mis brazos, que todo mal entendido será aclarado (sí, sigo pensado de la forma más inocente, como tú decías de mi). Pronto habré de limpiar toda mancha de tu corazón y compartir contigo esas pesadas lágrimas, las cuales seguramente has derramado en medio de situaciones que no puedes controlar.
Volveremos a estar juntos, te lo juro, donde sea que estés, mi corazón estará contigo aún cuando la luna se niegue a iluminar tus ojos, pues de vez en cuando es una envidiosa a tu belleza, lo he notado. Entonces podremos volver a nuestra antigua vida en donde no hay muerte y Rayla estará con nosotros.
Sigo adelante con esa esperanza porque por ahora es lo único que me mantiene vivo. Espero que el cielo que compartimos y que los mares que nos tienen unidos, te hagan llegar mis palabras de algún modo y que sepas que siempre te estaré aguardando. Todas estas lágrimas cobrarán sentido y tus heridas las remediaré con ellas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro