Capítulo nueve: Ráfaga de verdades
Después de haber estacionado los vehículos, todos entran a la mansión.
Zaiden cambia de idioma al alemán.
—Amor, ¿ya viste los diamantes incrustados en las lámparas y en los jarrones? —pregunta Zaiden.
—Sí, ¿Y qué con eso?
—¿Estás bromeando? —Zaiden lo mira incrédulo ante su pregunta—. Podemos llevarnos los diamantes y ellos jamás lo notarían.
—¡Amor! —Dylan se detiene abruptamente y lo mira con desaprobación—. Ella es como mi hermana, no le vamos a robar nada.
—Como ordene el capitán —dice Zaiden con decepción.
—Robaremos mejores joyas en Alemania —Dylan hace un guiño—. Además, si le pides un par de joyas, seguro te las regalará.
—¡Antes de irnos, le pediré el jarrón de diamantes! —Zaiden confía en las palabras de su novio.
—Además, es más divertido cuando la policía nos persigue. ¿Cierto? —dice Dylan esperando convencer a su novio.
—¡Esas palabras prueban que somos almas gemelas! —exclama Zaiden, ambos se miran con complicidad.
Asher se sorprende al escuchar las confesiones de Zaiden y Dylan en su conversación, finge no entender el idioma en el que hablan para evitar algún tipo de problema.
En breve llegan a la sala de estar. Petra se levanta del sillón.
—¡Ya llegaron mis muchachitos! ¿Qué sucedió? —pregunta Petra, frota sus manos esperando alguna respuesta.
—Larga historia, abuela... —Zaiden toma un pequeño chocolate que se encuentra en la mesa de centro.
—Estamos bien, logramos arreglar el problema —dice el rubio mientras se sienta en el sillón.
—¡Qué bueno, mis amores! ¡Me alegro tanto por ustedes! —exclama Petra soltando toda la tensión en su cuerpo.
—Petra, por favor, llévalos a su dormitorio. Yo tengo que ocuparme de algunas cosas —ordena Melissa —. ¡Por favor, siéntanse como en casa!
—No hace falta, Meli, conozco perfectamente cada rincón de esta mansión —Dylan observa todo a su alrededor .
—Lo decía por Zaiden, no por ti —Melissa saca la lengua, Dylan se desespera, por lo que en cuestión de segundos cae en su juego.
—Yo tengo una pregunta —dice Zaiden, luego alza la mano.
Dylan, al igual que Melissa, dejan de sacar la lengua de manera juguetona y enseguida le prestan atención—. Melissa, dime que afuera no se escuchan los ruidos del interior del cuarto.
—¿Qué? —Cuestiona confundida—. No, no se escuchan.
—¡Yes! —exclama Zaiden, al mismo tiempo hace un gesto de victoria.
—¿Y dónde me quedaré yo? —pregunta Sara.
—¿Vendrás conmigo a mi cuarto? —responde Melissa de manera despreocupada.
—No quiero ser una entrometida entre ustedes dos —dice Sara al ver a su amiga tomada de la mano del pelirrojo.
—Probablemente, lo seas —dice Zaiden, el rubio le da un codazo —. ¡Auch!
—¡No, amiga! ¡Sabes que no es así! —Melissa toca el hombro de su amiga, ofreciéndole la sonrisa más gentil. Aquel gesto le conmueve a Sara.
Melissa abre la puerta de su habitación y Sara se apresura a entrar primero.
—¿Te veo al rato? —Le pregunta al pelirrojo.
—Está bien, preciosa, estaré en mi cuarto si me necesitas y no dudes en llamarme si estás en problemas —Asher acaricia la mejilla de Melissa.
—No te preocupes, estaré bien, corre, ve a descansar —ella sonríe y lo mira con ternura.
—Solo si tú me lo pides —Asher le da un beso en la frente, luego se retira del lugar.
Melissa, sonrojada, cierra la puerta detrás de ella, luego nota que su amiga carga en sus brazos a su mascota.
—¿Cómo se llama? —Pregunta Sara, le da besos a la pequeña gatita.
—Su nombre es Fanny, hace poco la adopté —Melissa se sienta en la cama, a lado de su amiga.
—Vaya... todo en este cuarto sigue igual que la última vez que estuve aquí, excepto esta hermosa gatita —Sara acaricia con delicadeza el pelaje de la minina.
—Sara... ¿Qué fue lo que pasó en el bar? —Pregunta Melissa con una mirada preocupada, sintiendo un hueco en el pecho al percatarse de que la última visita de su amiga, sucedió hace dos años.
—Mis amigos se enojaron conmigo al darse cuenta de que ellos siempre pagaban la cuenta —Sara rueda los ojos, luego continúa con una mirada llena de rabia—. Así que me dejaron sola, con una cuenta imposible de pagar. Un hombre había escuchado todo, así que se ofreció a pagar.
Melissa la mira y escucha con atención.
—Luego me invitó a su mesa con sus amigos, obvio tenía que aceptar, así que conviví con ellos y tomé algunos tragos. Al final, cuando quería irme, ellos no me dejaron. —Sara traga saliva, sus manos comienzan a temblar—. Así que cuando los demás se habían ido, aproveché el momento para marcarte mientras el hombre que me estaba cuidando, estaba distraído.
Sara coloca a la minina en el piso, después toma con fuerza la mano de Melissa. —¡Gracias por venir a rescatarme, no sé qué hubiera sido de mí sin tu ayuda y la de tus amigos!
Melissa la abraza fuertemente, en tanto ella derrama lágrimas en su hombro. Los dedos de Melissa recorren su cabello de corte Mulet.
—Sara, estoy aquí para ti... —Melissa la mira de frente contemplando sus ojos marrones, así como a sus pestañas rizadas empapadas de lágrimas—. No entiendo por qué nos alejamos, pero quiero que sepas que te quiero y te extraño.
—Para ser sincera, tú comenzaste a alejarte de mi Melissa, dejaste de llamarme, dejaste de invitarme a salir, sentí que me abandonaste —dice Sara con dolor. Melissa agacha la mirada al sentir el peso de la verdad —. Pero tengo que admitir que yo también me alejé.
Melissa mira nuevamente a Sara, sintiendo una profunda tristeza al no poder explicarle la verdad detrás de sus acciones, ya que le avergüenza admitir que fue víctima de un abusador.
—Después de graduarnos de la escuela de artes, mi padre comenzó a derrochar dinero en apuestas tontas —dice Sara, suspira profundamente—. Obviamente, nos dejó en la quiebra y con muchas deudas, así que mi madre y yo estamos tratando de salir adelante.
Sara aprieta la mano de Melissa —Ya no soy rica como tú Melissa, por esa razón siempre pido que paguen los tragos, porque tengo deudas que pagar. Sé que mis acciones no son justificables, pero es la única salida para mí.
—Sara ... —Melissa reúne todo el valor que tiene para ser vulnerable con ella —. Yo me alejé de todos porque el hijo del mejor amigo de mi padre me maltrataba física y psicológicamente.
—¡Melissa! ¿Por qué no me lo dijiste? —Dice Sara atónita, siente un intenso ardor en el pecho.
—Porque sentía vergüenza, porque no quería ponerte en peligro —Melissa siente un gran alivio al poder sincerarse con su amiga —. También fue muy doloroso perder a mi padre.
—Lo sé, te vi en el funeral. De hecho tomé distancia porque creí que necesitabas tu espacio, pensé que tal vez mi presencia sería inoportuna —Dice Sara sintiendo un pesar por su amiga.
—Sara, en esos momentos te necesitaba más de lo que te imaginas —dice Melissa, sintiéndose afligida y recordando sus deseos de morir.
—¡Perdóname! —Exclama Sara, le da un fuerte abrazo que elimina el peso del pasado—. No volveré a dejarte sola.
— Sara te extraño, por favor regresa a mi vida —Dice Melissa con emoción.
—Juntas vamos a salir adelante Meli, volveremos a ser las de antes —Una sonrisa se asoma en el rostro de Sara, sintiendo un hermoso alivio en su corazón.
Ambas sonríen al mirarse a la cara.
—¡Por dios eres un desastre! —Expresa Sara al ver el rimel de Melissa esparcido por todas sus mejillas.
—¡Mierda! ¡Tú estás peor, pareces mapache! —exclama Melissa, se ríe al notar la reacción de su amiga al verse al espejo.
Con unas toallas húmedas, limpian el desastre que hay en sus rostros. De su pantalón, Sara saca un labial rojo con el cual vuelve a pintar sus labios.
Inesperadamente, tocan la puerta, por lo que Melissa concede el permiso para acceder al cuarto.
El tiempo se detiene para Sara cuando de pronto observa a una hermosa mujer rubia entrar a la habitación. Ella lleva puesto un saco azul con el cual luce su espléndida figura. Usa una falda corta pegada a sus caderas anchas, presumido así sus vigorosas piernas. Su voluptuoso cuerpo cautiva a la mujer de ojos marrones.
—¡Señorita Melissa, tengo informes para usted! —dice la rubia.
—¡Adelante, Carol! —ordena Melissa—. Pero antes déjame presentarte a mi amiga.
Sara se levanta de la cama y Carol se pone frente a ella.
—Sara, ella es mi secretaria Carol. Carol, ella es mi amiga Sara —dice Melissa.
—¡Un gusto! — ambas exclaman al unísono mientras estrechan sus manos. Sara se esfuerza por ocultar sus nervios.
Sin más, Carol suelta a Sara y en seguida se dirige a Melissa.
—No respondes las llamadas, ni los mensajes, así que, señorita Melissa, le sugiero que se mantenga más al pendiente —dice Carol, saca una hoja de su folder transparente.
Segundos después, Asher se adentra a la habitación.
—¡Aquí estoy, señorita Carol! —Asher se coloca a lado de Melissa.
—Gracias por venir, ya que eres su guardaespaldas, es importante que te enteres de las actividades de mañana —dice Carol.
—Señorita Melissa, mañana tiene un importante evento. Se llevará a cabo la sucesión como la nueva directora del "Museo Kurt Hyland" —Carol saca más papeles del folder—. Tendremos famosos artistas como invitados, se recibirán nuevas pinturas para exponerlas en el "Museo Kurt Hyland" como símbolo de celebración por la nueva dirección y también será un tributo al difunto señor Kurt Hyland.
Carol le entrega unos papeles a Melissa.
—Este es el itinerario y el discurso de apertura.
—¿Por qué no me informaste antes? —cuestiona Melissa, sintiéndose alarmada por el evento.
—Lo hice, señorita Melissa, pero no se encontraba en casa y no respondía a mis mensajes — explica Carol.
La pelinegra traga saliva.
—Está bien, daré lo mejor de mí —dice Melissa con determinación.
Melissa y Carol terminan de discutir los detalles del evento. Inesperadamente, Lucía irrumpe en el cuarto de Melissa y a toda prisa se dirige a su hija.
—¡Niña estúpida! ¿Dónde estabas? —Cuestiona Lucía, alza la mano con la intención de darle una bofetada en la mejilla.
En un segundo, Asher interviene al detener la mano de Lucía en el aire.
—Gracias, Asher, suéltala, yo puedo defenderme sola —dice Melissa, cierra los puños de sus manos tratando de tomar todas las fuerzas que le faltan.
Lucía ríe incrédula
—¡Asher estás despedido!
Sara y Carol se quedan mudas ante la escena.
—¡No! ¡No puedes despedirlo, madre! —exclama Melissa con exasperación —. Vienes a reclamarme a mí, no te desquites con él, solo está haciendo su trabajo.
—¡Sí! ¡Tengo muchas cosas que reclamarte! ¡Y no creas que estoy molesta, estoy furiosa! —Lucía alza la voz, reflejando en sus expresiones faciales la rabia en la que se consume.
—¡Entiendo que estés furiosa conmigo, pero madre por una vez en tu vida, comprende que estoy pasando por el momento más bajo de mi vida! —Melissa siente una profunda desesperación.
—¿Y crees que yo no? ¿Puedes pensar en mí? —dice Lucía, Melissa se queda muda ante sus palabras—. ¡Maldita mi suerte, Melissa, ya tienes que madurar, ya tienes que asumir tus responsabilidades!
Melissa se llena de rabia, al escuchar aquellas palabras rebosantes de cuchillas filosas.
—¡Acabo de perder a mi padre! ¿Puedes entender eso? —Hay un profundo dolor en cada una de sus palabras. Cansada de pelear, Melissa se aproxima a la puerta.
Lucía cae de rodillas al ver a su hija alejarse de ella, Asher, Carol y Sara le ayudan a levantarse.
—No te vayas, hija... —Susurra Lucía, lo que hace que Melissa se detenga—. Sé lo dolorosa que fue la pérdida de tu padre, a mí también me duele.
Lágrimas caen del rostro de Lucía.
—Hija, yo también te necesito, no puedo sola... —Melissa corre hacia su madre y la abraza con fuerza.
—Perdóname si he sido dura contigo, pero ya no sé qué más hacer... —Expresa Lucía, sintiendo un hueco en el pecho.
—¿Qué ocurre madre?
—Mi empresa está en la quiebra y lo único que nos queda, es el museo que nos heredó tu padre —Lucía mira detenidamente los ojos de Melissa —. Hija, ahora eres la heredera de todo lo que dejó tu padre. Sé que es difícil, ya que tu padre se encargaba de todo, pero ahora tú debes de asumir la responsabilidad.
Lucía sostiene con fuerza las manos heladas de su hija.
—¡No estás sola, hija, aún me tienes a mí! —exclama Lucía con desesperación—. ¡Necesito que tomes las riendas de tu vida!
—Y yo necesito que ya no seas tan dura conmigo. No quiero una socia, quiero una madre —Dice Melissa con lágrimas en los ojos—. ¿Puedes darme eso?
—¡Perdóname hija! ¡No es mi intención lastimarte! Es el estrés y todos los problemas que tuve que resolver —Confiesa Lucía con un rostro afligido—. ¡Voy a ser una mejor madre, lo prometo!
—Y yo te prometo que me esforzaré en ser la mejor directora del museo Hyland—Dice Melissa, sintiendo un empoderamiento inquebrantable.
Lucía abraza a su hija como si su vida dependiera de ello, le da un abrazo desbordante de perdón y amor.
—¡Ay no! ¡Ya les dimos un horrible espectáculo! — Exclama Lucía al ver a su empleada y a la amiga de su hija petrificadas en la esquina de la cama.
—¡No se preocupe, señorita Lucía! —exclama Carol.
—Descuide, son cosas que pasan —Dice Sara con una risa nerviosa.
—¡Vamos a cenar algo para mejorar el ambiente! —Lucía sale del cuarto junto con las dos mujeres.
Antes de salir de la habitación, Asher abraza Melissa por detrás, envolviéndola en sus brazos.
—Estoy orgulloso de ti, fuiste muy valiente... —El ángel le susurra al oído.
—Tú me das la fuerza necesaria para ser valiente, así que gracias por eso... —La mujer dice con dulzura.
Ella retira los brazos de Asher, luego se posa frente a él. Melissa siente un gran alivio al sumergirse en los amorosos labios del pelirrojo.
Se percibe a sí misma fuerte, capaz de superar cualquier obstáculo, porque a su lado se encuentra alguien que la cuida, la protege, pero sobre todo le ofrece su amor. Y el amor es la fuente de energía más poderosa que existe en el mundo. Mientras Asher permanezca a su lado, esa energía la mantendrá con vida y sacará la mejor versión de sí misma.
Continurá...... 🥀
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