Capítulo 9
Guardaespaldas.
Basado en los capítulos 85-87 del manga.
-No me puedo creer que esté lloviendo en Sensui...- murmuró Lili para sí, suspirando mientras miraba algo hacia arriba, cubriéndose la cara.- Qué problemático...
La hija del General suspiró de nuevo, abrazándose algo a sí misma mientras pasaba por la calle, pensando en Yona y su grupo, los cuales ya se habían marchado hacía unos días atrás. Sin embargo, se detuvo cuando, al alzar la mirada, se topó de frente con dos hombres, detenidos justo en medio del camino, mirándola con rostros oscurecidos. Lili apretó los labios y se tensó un poco, incómoda.
-¿Qué es lo que queréis?- preguntó, seria, aunque sabiendo que debían ir tras ella por ser hija de su padre.- Decid algo.- insistió, tratando de ser lo más valiente posible. Sin embargo, no esperaba que, al hablar, dijesen aquellas palabras.
-¿Conoces a una chica de pelo rojo...?- preguntó, con voz ronca y áspera. Lili se congeló en su sitio, sabiendo entonces que aquellos hombres no venían del Castillo Suiko.
-No la conozco.- respondió, aunque su tono vaciló ligeramente.- Ahora, dejadme pasar.- dijo, intentando avanzar un paso, nerviosa. Sin embargo, uno de los hombres, el rubio, esbozó una ligera sonrisa torcida y estiró su mano hacia ella. Lili retrocedió un paso, negando con la cabeza.- ¡No me toquéis!- avisó, y al ver que avanzaban unos pasos, se giró y echó a correr. Aquellos no eran hombres de su padre. Eran asesinos enviados a por Yona.
Lili corrió, asustada, escuchando los pasos seguirla. Poco después, uno de los dos hombres movió su espada hacia ella, y si no hubiera sido por que llevaba su mochila a la espalda, probablemente la había herido.
La morena gritó y cayó al suelo, girándose asustada.
-¡Socorro!- exclamó, viendo al moreno alzar la espada. Sin embargo, un transeúnte alzó algo su pie y le puso la zancadilla al segundo asesino, que cayó pesadamente sobre el primero y contra el suelo rocoso.
-Oh, cielos, ¿estáis bien?- preguntó el hombre que portaba un paraguas, tranquilo, mirando a los dos asesinos en el suelo.- Deberíais tener cuidado, con esta lluvia es fácil tropezarse...- comentó, y mientras el asesino rubio gruñía y desenvainaba su espada, el hombre que había protegido a Lili cerraba calmado su paraguas. Y justo cuando el asesino blandió su arma hacia él, el contrario movió su paraguas rápidamente y, certero, presionó la punta de este contra la frente del hombre, deteniéndolo al instante. Su rostro quedó al descubierto, y la lluvia comenzó a acariciar su rostro perfilado y su fino y arreglado cabello rubio. Su expresión era seria.- ¿No es algo peligroso... que unos hombres como vosotros anden sueltos por la ciudad con ansias de sangre?- preguntó. Su voz amable sonaba firme y peligrosa.
El asesino gruñó y empezó a mover su espada frenéticamente, intentando asestarle cualquier corte, pero el joven rubio esquivaba grácil y calmado.
-Cálmate. Realmente te enfadas con facilidad, ¿no crees?
Tras un par de esquives, alzó su paraguas y le golpeó el rostro, alejándolo y obligándolo a dar tumbos hacia atrás, mareado. Cansado del juego, se alejó unos pasos y se detuvo frente a Lili, dándole la espalda a la chica, los asesinos detenidos frente a él.
-¡Te matar...!- gruñó el enemigo, pero antes de poder decir nada, una sombra oscura con dos espadas apareció y cortó rápidamente a ambos.
El soldado de dos espadas y sombrero de bambú se giró hacia el espadachín rubio, envainando.
-¿Estáis herido?- preguntó, serio.
-Wow. Espléndido, Joo-Doh, buen trabajo.- sonrió el rubio, aplaudiendo suavemente. Joo-Doh, el General de la Tribu del Cielo, inspiró profundamente antes de agarrarlo del cuello de la ropa y gritar.
-¡No me lo puedo creer! ¡Eres una desgracia, eres un desastre! ¡Me doy la vuelta dos segundos y ya te has ido por tu cuenta, ¿tanta prisa tienes por ir corriendo?! ¡Y aún por encima, te metes en peleas con matones de mierda solo con un paraguas encima!- ladró, como un perro furioso, señalándolo acusadoramente con el índice. Soo-Won sólo podía reír en bajo, sin mirarlo, rascándose algo la mejilla.- ¡¿Es que nunca te vas a dar cuenta de la posición que tienes?!
-General Joo-Doh... Tu voz es demasiado fuerte.- se quejó el Rey, con una ligera risa nerviosa. Se separó, volviendo a abrir su paraguas e inclinándose sobre Lili, cubriéndola.- Señorita,- saludó, sonriendo amablemente.- ¿estáis bien?
Lili se lo quedó mirando largos segundos, atónita, ambos viéndose silenciosamente. Soo-Won la reconoció, y Lili lo vio reconocerla.
-Oh... Tú eres...- comentó Soo-Won, calmado.
-¡Mis cosas!- exclamó Lili, girándose y yendo a recoger sus materiales desperdigados. Soo-Won, algo sorprendido y con sus grandes ojos abiertos, se agachó para ayudarla.
-Uhm... ¿Es posible que seas...?- empezó a preguntar de nuevo, pero LIli poniéndose de pie de golpe, callándolo.
-Gracias. Me has salvado. Toma.- dijo, lanzándole un collar bastante caro y lujoso de su bolsa.- Cámbialo por dinero en el mercado o algo.- explicó atropelladamente, no queriendo dejarlo hablar.- Bueno, ahora yo me...
-Vaya.- comentó Soo-Won, que había salido de su estupor y ahora sonreía.- Esta es una pieza de joyería muy hermosa. Tiene tanto oro que no podría pertenecer a un ciudadano normal.- comentó, su sonrisa subiendo hasta sus ojos.- Como podría esperarse de la hija del General de la Tribu del Agua, Ann Joon-Gi; la Señorita Lili.- comentó, totalmente satisfecho al ver la expresión aterrorizada y muda de la pelinegra.
Esta, sin decir ni una palabra, echó a correr. Soo-Won rió y la siguió.
-¿Uhm? ¿Qué ocurre? No me digáis que estáis en medio de sus vacaciones secretas.- comentó, divertido y tranquilo, siguiendo su paso.
-¡¿Quién eres?! ¡¿Acaso te envía mi padre para perseguirme?!- exclamó Lili, quien sabía que, en cuanto pusiera un pie en su casa, estaría en problemas. Probablemente, muy castigada.
-¿Perseguirte? ¿De qué estás hablando?- preguntó Soo-Won, aunque con una gran sonrisa.- Un momento, por favor. Permitidme escuchar vuestra historia por un momento.
-Ni de broma. Aunque intentes llevarme de vuelta a casa, no lo haré.
-Estáis equivocada.- calmó el rubio, tranquilo.- Soy un mercader de la capital, de Suiko. Mi nombre es Won. Sólo la he visto un par de veces en la parte baja del Castillo.- mintió, pero lo hacía con tanta calma que parecía sincero.- Oí que Sensui es una ciudad de comercio, así que vine aquí, pero... ¿Qué es lo que le pasa a esta ciudad, exactamente?- preguntó, aquello sí interesando y ralentizando el caminar de la pelinegra.- Quizá la Señorita Lili sepa algo al respecto.
Lili lo pensó, deteniéndose y girándose a mirarlo, silenciosa.
-Entonces... ¿No eres uno de los matones de mi padre?
Soo-Won rió suavemente, cerrando los ojos.
-Así es. Sólo soy un mercader.
-¿Y esos que?- preguntó Lili, señalando a Joo-Doh y a los otros dos soldados, que permanecían callados y serios a un lado.- No tienen mucha pinta de mercaderes.
-Ellos son mis guardaespaldas.- explicó Soo-Won, relajado.- Ya que las cosas han estado tensas últimamente.
Lili dudó, mirándolo con los ojos entrecerrados.
-¿Cuál es tu objetivo acercándote a mí?- preguntó, dudosa.
-Si mi intención fuera haceros algo, ya habría tiempo que lo hubiera hecho.- aseguró Soo-Won, relajado y totalmente sincero.- Sólo quiero saber cómo es la situación por aquí.- explicó, quedándose callado unos segundos. Entonces sonrió y una idea brilló en sus ojos.- ¿Qué le parece esto?- propuso, sonriendo mientras volvía a acercarse y la cubría de la lluvia con el paraguas.- ¿Por qué no nos contratáis como sus guardaespaldas? Por lo que parece, no tenéis ninguno. Además, parecéis estar siendo perseguida por personas un poco violentas. Podría ser peligroso para vos caminar sola. Habéis visto la fuerza de mis hombres. Si vos nos ofrecéis la información... nosotros podremos protegerla.
Lili se quedó pensativa unos segundos, al final suspirando y aceptando.
-Está bien. Os contrataré. Pero aún así, no tengo demasiada información.- comentó, aceptando el paraguas que Soo-Won no paraba de ofreccerle.
-Lo que tengáis será suficiente.- aseguró, sonriendo suave, el rubio.
-Ma...- iba a decir Joo-Doh, recibiendo la oscura mirada de Soo-Won que le hizo tragarse sus palabras.- Me... Señor Won.- se corrigió, agarrándolo de la capa y tirando algo de él hacia atrás para susurrarle nerviosamente al oído.
-Creí que solamente íbais a explorar Sensui. No podemos ser "guardaespaldas" por demasiado tiempo.- avisó, apretando algo los labios.
-No puedo dejar a la hija del General Joon-Gi a su merced. Además, descubrir información de Sensui y Suiko será matar dos pájaros de un tiro.
-¿Qué?- soltó Lili, brusca, cruzándose de brazos.
-Nada. Bueno, en ese caso,- comentó Soo-Won, sonriente, empezando a caminar con el resto.- cuéntenos algo sobre la situación de la Tribu del Agua y de esta ciudad.
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El grupo colorido continuó su viaje. En el lapso de tiempo en que lo hacían, se toparon con un grupo de asesinos que causaba problemas en una aldea, un sospechoso grupo que buscaba a una chica pelirroja. Como ellos eran buenos guerreros, no tuvieron problemas en deshacerse de ellos, aunque no consiguieron obtener ninguna pista que los pudiera guiar hacia donde Hiyou estaba.
En ese momento, pasaban por un pequeño camino de tierra que había entre los árboles. Yoon soltó un ligero suspiro.
-Han pasado dos días desde que los asesinos dejaron de atacarnos.- comentó, pensativo.
-Hiyou sigue escondiéndose.- refunfuñó Kija, serio.
-Estamos perdidos.- suspiró Jae-ha, observando hacia el frente.- No tenemos ninguna pista que seguir.
-Con el próximo, dadme cinco minutos y un cuchillo.- propuso Mio, relajada.
-¿Cómo te sientes?- preguntó Hak a Yona, en bajo.
-Bien.- respondió ella, rápidamente.
-No mientras.- replicó el moreno, girándose para mirarla de cerca.- No hay forma de que te estés sintiendo mejor, sobreesforzándote como estás haciendo.- aseguró, calando por completo a la pelirroja.- Te conozco bien.
-¡Hak!- se quejó ella.
-Quizá podríamos buscar una posada para pasar la noche.- propuso Yoon.- Así puedo revisar tus heridas.
-¡¿Qué?! Estoy bien, podemos seguir durmiendo fuera.
-No podrás moverte en la próxima batalla si estás cansada, Yona querida.
Refunfuñando, la pelirroja aceptó y todos se dirigieron hacia la posada del pueblo, a pesar de exclamar sorprendidos y fastidiados cuando les dijeron que el sitio estaba lleno.
-Lo lamento, los últimos clientes llegaron hace unos momentos.
-Qué rabia. Es la única taberna del pueblo y está llena, ¿cómo es posible?- se lamentó Yoon, suspirando.
-No hay nada que podamos hacer, chicos. Vamos.- animó Yona, y así, los ocho se marcharon, sin siquiera imaginarse que esos últimos inquilinos eran nada más y nada menos que el Rey Soo-Won, acompañado por sus tres guardaespaldas y la propia Ann Lili, los cinco teniendo que compartir la habitación al ser la última libre.
-¡¿Qué?! ¡¿Compartir habitación?! ¡Es enana!
-No podemos hacer nada al respecto, era la última habitación disponible.- explicó Soo-Won, sonriendo con cierta diversión.- Pero será más seguro si nos quedamos todos juntos, ¿no?
-¡No es seguro!- exclamó Lili, negando.- ¡Soy una joven no casada! ¡Si cualquier cosa pasa...!
Soo-Won estalló en risas, moviendo su mano de un lado a otro.
-Tranquila, nunca tendríamos ese problema.- los ojos de Lili brillaron como estrellas rojas, agarrándolo del cuello de la ropa y sacudiendo.
-Eres demasiado brusco. Me molestas.- amenazó, mientras Soo-Won reía. Dejaron de jugar al oír un golpe seco y un grito ahogado, girándose hacia la puerta.-... ¿Qué ha sido eso...?
-Venía de abajo.- respondió Soo-Won, pensativo.- Iremos a ver qué es.- comentó, levantándose, acercándose a Joo-Doh.
-Yo también...- iba a decir Lili, callándose cuando el rubio la miró, con una sonrisa cerrada y un dedo cerca de sus labios.
-Este es un trabajo para los guardaespaldas.- susurró, calmado.
Ambos Soo-Won y Joo-Doh bajaron las escaleras, serios y alerta. El rubio se asomó ligeramente hacia el lugar de donde venía la luz, con mirada y gesto serio.
-Con permiso... ¿Hay alguien aquí...?- preguntó, suavemente. Su mirada reflejó gran sorpresa, sus ojos azules abriéndose de más, cuando se chocó con la oscura mirada verde y brillante de Mio, quien bajó la daga que sujetaba. Tras ella, empujando y apretando a un hombre contra una mesa, se encontraba el Dragón Verde. Los cinco se quedaron estáticos en su lugar, silenciosos y alerta de los contrarios.
-Retrocede.- avisó Joo-Doh, llevando sus dos manos a sus dos espadas. Mio y Soo-Won compartieron una mirada, pero ninguno dijo nada.
-... ¿Vosotros estáis alojados aquí?- preguntó Jae-ha suavemente, ofreciendo una ligera sonrisa.- Lamento haber perturbado vuestro descanso.
-¿Quiénes sois?- preguntó de nuevo Joo-Doh, aún alerta.
-Dos viajeros que íbamos a quedarnos aquí, pero... resultó que noté algo extraño.
-¿Algo extraño?- inqurió Soo-Won, ladeando su cabeza. Jae-ha señaló con su cabeza al suelo, donde había algunas pequeñas botellas blancas.
-Licor envenenado.- explicó, serio, el peliverde.
-... ¿Es Nadai?- inquirió Soo-Won, curioso y pensativo, tomándola y observándola.
-¿Lo conoces?
-He oído algo de ello cuando llegué a la ciudad.- explicó el rey, calmado.
-¡Ay, ay...! ¡Déjame ir...!- se quejó entonces el hombre que Jae-ha sostenía, con el brazo torcido hacia atrás y a un pequeño tirón de descolocárselo.- ¡Yo no sé nada...!
-¿No sabes nada sobre lo que tienes en tu propia tienda?- preguntó Jae-ha, serio.- Y aún así, se lo vendes a tus clientes. ¿De dónde lo has sacado?- preguntó, apretando y torciendo su brazo todavía más, arrancándole nuevos gritos.
-Lo... Lo obtuve de la tienda en la tercera calle... Se llama Utsuro... ¡M-me dijeron que era buen licor...!- se quejó, sollozando.
Jae-ha le lanzó una mirada a Mio, que se mantenía en su lugar, mirando de reojo a las espadas de Joo-Doh, pero al conocer a Soo-Won, suponiendo que el General no sería un problema.
-Este hombre no es un adicto. Obtuvo el licor de otra tienda que sí vende drogas. Si trabaja bajo las órdenes de Hiryou, no podemos dejar que llegue a Yona.- miró de reojo a Soo-Won, quien le miró también, teniendo ambos la misma idea a la vez.
-Bueno, tiremos todo esto.- decidió el Rey, relajado, abriendo la botella y derramándola. Jae-ha se cruzó de brazos, asintiendo.
-Bien, bien. Examinemos todo el licor de esta tienda.- decidió, agarrando algunas botellas de los estantes.
-¡¿Qué?!- se lamentó el hombre, que ahora Mio sostenía contra la mesa.
-Uhm, como no sabemos cuáles están envenenados, deberíamos deshacernos de todo.- propuso Soo-Won, sonriendo, lanzando varias botellas de cerámica al suelo, rompiéndolas todas.
-¡No! ¡Parad!- se lamentó el hombre, sollozando.
-¡Ey! Mira esto. ¡Tiene licor de muy buena calidad! ¡Este es famoso vino de jade!- se sorprendió Soo-Won, sonriendo algo sonrojado de la ilusión.
-¡Increíble! Lo probé una vez antes. ¡Este sí que es un buen licor! Me pregunto si deberíamos quedárnoslo.- propuso, ambos mirándose y riendo a la vez.
-¿Qué está haciendo, tonteando con ese desconocido?- se quejó Joo-Doh para sí, entrecerrando los ojos, mientras Mio apartaba algo la mirada y trataba de ocultar su sonrisa.
-¿De dónde eres?- preguntó Jae-ha, sonriendo, cuando se relajaron.- Esta ciudad tiene tabernas algo peligrosas, deberíais marcharos pronto.
-Gracias por tu preocupación, lo haremos.- aseguró Soo-Won, sonriendo en grande, feliz. Mio vio la mirada de Jae-ha, tomando las cuerdas que había a un lado y atando rápidamente al hombre que sostenía, recogiendo su mochila cuando el peliverde lo hizo.- Entonces, ¿quién...?- iba a decir, callándose al ver cómo ambos se dirigían a la puerta.
-Ya nos veremos.- comentó Jae-ha, abriendo la puerta. Mio se giró hacia Soo-Won, dedicándole una suave sonrisa y moviendo algo su mano hacia él, despidiéndose, feliz de poder haberlo visto de nuevo.
-¡Un momento...!- pidió Soo-Won, sorprendido, apresurándose para salir tras ellos.- ¡Espe...!- iba a decir, pero al salir a la calle, encontrándose allí solo.- No están...- comentó, sorprendido. Parpadeó un poco, alzando entonces su mirada hacia las estrellas.
-Parece que esos dos tenían experiencia investigando el Nadai.
-Había cosas que me hubiera gustado preguntarles...- admitió Soo-Won, con cierta tristeza. Aún así, de espaldas a Joo-Doh y mirando hacia el cielo, sonrió ligeramente, devolviéndole así, en cierta forma, la sonrisa a Mio.
-Won.- llamó Lili, asomándose.- ¿Qué ha pasado?
-Esta posada tenía Nadai...
-¡¿Qué?!
-... Pero no parecía que esté afiliada con Hiryou.
-No había... ¿alguien más?- preguntó, dudosa, la pelinegra.
-Sí, dos personas, que descubrieron que el dueño de la tienda tenía licor.- asintió, girándose a mirarla, sonriendo leve.- Tenían un cabello inusual, los dos. El chico tenía pelo verde, y la chica un bonito color violeta. Los ojos de Lili se abrieron un poco de la sorpresa, quienes los reconoció.
-Esas personas... ¿El chico era alto y tenía ropa del Imperio Kai... y la chica vestía una capa y una capucha...?
-Sí, así es.- asintió Soo-Won, tranquilo.- ¿Los conoces?
-Uhm... Quizá... Son dos de los artistas ambulantes que estaba buscando.
-¿Artistas ambulantes?- preguntó Soo-Won, ladeando su cabeza.- Pues se acaban de ir.
-¡Maldición!- se lamentó la pelinegra, aprentado los puños.
-No te preocupes. Tengo una pista.- animó Soo-Won, sonriéndole suavemente.
-¿Cómo?
-La tercera tienda en la calle Utsuro.- aseguró Jae-ha, mientras Mio se balanceaba en una hamaca improvisada que había colgado.
-Así es.- aseguró Jae-ha; a su lado, Zeno jugando con Ao.- No es donde está Hiyou, pero... el vendedor nos dijo que allí fue donde objetivo el licor envenenado.
-Deberíamos tratar de investigarlo.- propuso Kija, pensativo.- Probablemente podamos encontrar algo más allí.
-Sí.- asintió Yona, pensativa.
-Mañana... iremos a Utsuro.- pensaron ambas Yona y Lili a la vez.
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2871 palabras.
Capítulo ligero, pero graciosete. Dios, amo a Soo-Won y Jae-ha juntos, son tontísimos XD💚💛
En fin, regresé tras los exámenes de final de cuatri. Ya estoy otra vez aquí :D
Nos vemos el mes que viene!💜💜
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