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Capítulo 7

Maratón 4/4

Monstruos

Basado en los capítulos 81-84 del manga.

-Uhm, estoy buscando trabajo.- explicó la inmortal, relajada, observando al hombre frente a ella.- No tengo a nadie conmigo ni ningún lugar donde quedarme... ¿Podríais ayudarme?- preguntó, sonriendo suave, con ambas manos juntas cerca de su pecho.

El hombre frente a ella la observó. Sentado con las piernas abiertas, con un brazo sobre la mesa y una de sus manos cubriendo levemente su sonrisa mala, la observó de arriba a abajo.

-Será un placer, belleza.

Mio suspiró, sonriendo, tocándose algo el pecho.

-Eso es maravilloso, muchísimas gracias... Me dijeron que aquí me darían un buen lugar y buen trabajo, sabía que sería verdad...

-Todas nuestras empleadas beben conmigo cuando son contratadas, ya sabes, para celebrar.- habló el hombre, sonriendo mientras tomaba un par de vasos y servía de una botella, relajado.- ¿Puedes traerme ese libro de allí?- pidió, señalando tras Mio.

Ella sabía que en ese instante, el hombre aprovecharía para mezclar el licor de la chica con el Nadai, pero sonrió sumisamente y asintió.

-Por supuesto.- sonrió, levantándose y yendo lentamente hacia el libro, tomándolo y fingiendo mirarlo unos segundos antes de regresar.- ¿Este?- preguntó, sonriente, caminando despacio de vuelta. Como sospechaba, ya había uno de los vasos cuidadosamente posicionado delante de su silla.

-Sí, gracias.- respondió el hombre, tomándolo. Lo dejó a un lado y luego alzó su vaso.- Brindemos.

Ella asintió, tomando su vaso y alzándolo también, después acercándoselo a los labios y bebiendo. Al principio, no notó nada demasiado extraño, pero según bebía hasta acabar el licor, empezó a sentirse mareada. La sangre corría aún más caliente por sus venas y llegaba a su cerebro y corazón con rapidez, empezando a causarle una sensación de euforia. El hombre siguió charlando con ella y bebiendo, drogándola en algunos "despistes" que Mio fingía.

Antes de beber, tenía la esperanza de que aquel acto sirviera para mezclarse y pasar dentro sin sospechas, creyendo que aquella droga no podría afectarle demasiado; sin embargo, la euforia y la energía que le daba el Nadai le hicieron replantearse si de verdad no estaba siendo tan afectada.

Cuando empezó a notar los bordes de su visión nublarse, empezó a preocuparse. Intentó mantener la calma y seguir actuando como una pobre chica que buscaba un trabajo en aquel lugar de mala muerte, pero todo se torció cuando vio al hombre levantarse y caminar hacia la puerta.

Mio trató de ponerse en pie, notándose las extremidades demasiado débiles. La puerta se abrió y apareció otro hombre. Era mucho más joven, rubio y con una cicatriz larga pero fina en la frente. Hablaron de algo, pero ahora los sonidos llegaban a Mio de forma distorsionada. Intentó levantarse, pero cayó miserablemente al suelo. Se sentó despacio, alzando levemente la cabeza.

Notó una mano congelada que le agarró del mentón y levantó el rostro. Enfocó levemente su mirada borrosa y oscurecida en el rostro del hombre rubio con la cicatriz. Lo vio hablar, pero no podía descifrar las palabras que oía. Él asintió, y el hombre que la había contratado y otro más se acercaron a Mio. La inmortal, que nunca se había visto tan afectada por ningún licor o droga, se asustó cuando les vio estirar sus manos hacia ella.

Negó y retrocedió un poco, gimiendo y sollozando cuando la agarraron de la ropa y empezaron a desnudarla. Mio empezó a llorar con fluidez, asustada, revolviéndose torpemente y tratando de apartarse, logrando asestar un mordisco a la mano de uno de los hombres. Este se quejó y le giró el rostro de un bofetón, desorientando todavía más a la chica.

Notó las manos agarrarle la ropa y desnudarla. Mio lloró y se encogió, cerrando los ojos y abrazándose a sí misma. Por primera vez, hubo una palabra que sí pudo entender.

"Monstruo."

---⛩️---

Hak suspiró un poco, silencioso y pensativo, serio. Su compañero peliverde se giró hacia él.

-¿Qué ocurre, Hak?- preguntó, relajado.

-Esa niña, llamada Lili... No puedo quitármela de la cabeza, por alguna razón...- explicó, en bajo.- Ni a sus dos guardaespaldas...

-Es raro que le prestes atención a alguna chica que no sea Yona.- comentó Jae-ha, intentando meterse con él.

-No te metas con eso.- avisó Hak, serio.

-Vosotros dos, dejad eso para después.- se quejó Kija, algo incómodo. Cada uno tenía, a su lado, a una joven dama de compañía que sólo les ponía atención a ellos.

-Tienes razón, tenemos a un montón de hermosas señoritas a nuestros lados, después de todo.- rió Jae-ha, tomando la mano de la rubia a su lado.- Kija-kun, estás todo sonrojado.- comentó, divertido.

-Cállate.- mandó, avergonzado y hablando duramente.

-Dijiste que este tipo de ambientes no se te dan bien, ¿verdad? Eres tan puro, Kija-kun.- se metió con él, mientras este se tocaba la cabeza y escondía algo su rostro, sudando frío.

-El olor del incienso me está haciendo recordar las peleas que se formaban en los arreglos matrimoniales en mi aldea... Uf... La abuela solía meter chicas desnudas en mi cama...- recordó, encogiéndose un poco.- Abuela... No...

-¿Señor?- inquirió la chica junto a él, ladeando su cabeza.

-Oh, no te preocupes. Está luchando con demonios de su pasado.- rió Jae-ha, tranquilizando a la rubia.- Aún así... Eres tan indiferente, Hak. Eres tan aburrido.- se quejó, el moreno bebiendo del vaso inmutable, sin mirar a la chica.

-Es una lástima que no tengas ningún material para divertirte.

-Cierto es. Quería contarle a Yona-chan todo sobre nuestro viaje.

-A la Princesa no le importa lo que yo haga.

-Me pregunto si eso es verdad...- susurró Jae-ha, observando al moreno con los ojos cerrados.

-Oh, vaya. ¿Están hablando de un amor no correspondido?- se interesó la acompañante de Hak, curiosa.- No me lo puedo creer, eres un hombre tan espléndido.- Hak apretó los dientes y miró a Jae-ha, que giraba la cabeza mientras silbaba y bebía, pensando en la forma en que podría matarlo después.- ¿Por qué no bebes un poco más? Puedes olvidar todo sobre este amor tan doloroso cuando bebes y te olvidas de lo que hay fuera de aquí...- comentó, sirviéndole más, mientras Jae-ha temblaba y se reía ahogadamente. Hak clamó por paciencia para no ahorcarlo allí mismo y miró de reojo a la rubia a su lado.

Era hermosa, pero solamente por el maquillaje que llevaba. En verdad, si uno se fijaba, vería sus dientes y uñas amarillentos y en pésimo estado. Aún así, el moreno asintió leve.

-Tienes razón.- susurró, con la voz algo ronca, inclinándose hacia el rostro de la dama.- Olvidémonos... de las cosas de fuera esta noche...- murmuró, Jae-ha y Kija observando atónitos.- Ojos caídos es muy ruidoso, quiero ir a un lugar más tranquilo.- dijo, observando alternadamente entre los ojos y los labios de la chica, sin separarse de ella. La joven asintió un poco.

-C-claro, por supuesto... Sígame, por aquí...- pidió, levantándose.

Jae-ha inspiró, preparándose para beber, pero derramando el pequeño vaso de sake.

-Ups...

-Oh, no...- se lamentó la chica junto a él.

-Uhm... Me pregunto si estaré algo borracho...

-Quieres que te lleve a una habitación de invitados para descansar?- inquirió la chica, sonriente.

-Oh, está bien... Por cierto... Me gustaría beber "eso" cuando estemos en la habitación.

-¿Qué?- preguntó la rubia, relajada.

-El gran valorado licor local de la Tribu del Agua.- explicó Jae-ha.- Se me ofreció antes una vez, pero... no logro olvidar su gran sabor.

-Uhm, así es... Te lo prepararé inmediatamente.- aseguró la rubia, sonriendo.

-Bien, gracias.- asintió Jae-ha, con voz tranquila, pero mirando de reojo a sus dos amigos con seriedad.- Ah, por cierto. Mientras lo haces... lleva algo a sus habitaciones también.- añadió, observando a Hak y Kija y a sus respectivas miradas serias.

---⛩️---

-La luz me molesta.- soltó Hak, con la voz algo grave, ya a solas con la mujer en la habitación.- Apágala.

-Pero... ¿cómo podrás disfrutar del...?- preguntó la mayor, cortada por las palabras del adolescente.

-Puedo disfrutar perfectamente de un buen licor aunque esté en la oscuridad.- aseguró Hak, quitándole la jarra de la mano. Luego, usando su mano libre, estiró el brazo para acariciarle suave la mejilla, que se ruborizó por su caricia.- Además... La luz de la luna nos bastará.

---⛩️---

-¿Señor...?- llamó suavemente una voz, la mujer observando a Hak caído en el futón. Sus ropas estaban desordenadas y algo abiertas, su cabeza girada a un lado y uno de sus brazos cruzados sobre su estómago. Parecía más que inconsciente.- Señor.

Tras unos segundos de silencio, se asomó al pasillo, junto a las otras dos chicas que acompañaban a Kija y Jae-ha, los dos igual de inconscientes.

-¿Cómo están ellos?- preguntó una, susurrando.

-Ya se han quedado dormidos.

-Bien.- habló un hombre, acercándose a ellas.- ¿Habéis hecho que lo bebieran?

-Sí.

-Eso es raro.- añadió, asomándose a la habitación de Hak.- No deberían quedarse dormidos tan pronto justo después de beberlo.

-Estaban borrachos.- comentó una chica.- En cualquier caso, podrían dormir aquí...

-Enciende la lámpara.- ordenó el hombre, entrando con rostro oscuro.- Me aseguraré.- añadió, bajando su mano hacia Hak.

Justo en ese momento, la mano de Hak se cerró en un duro agarre alrededor de la muñeca del hombre, que sólo pudo soltar una exclamación mientras veía al moreno levantarse, mirándolo serio.

-Tú...- maldijo el hombre, aunque no pudo hacer nada más antes de que Hak tirase de él, le subiese a su hombro y luego lo lanzara directo al suelo. Lo giró y presionó su rodilla en la parte alta de la espalda de él, agarrándolo de las muñecas hacia atrás.- ¡Tú...!

-Por fin apareces.- comentó Hak, serio, mirándolo con ojos oscuros.

-¡Te bebiste el licor...!- tartamudeó el hombre, mientras la chica los miraba aterrorizada, temblorosa.

-Fingí beberlo y lo metí dentro de mi manga. Ella probablemente no me vio porque todo estaba oscuro, sin embargo.

El hombre se asustó y movió la cabeza para agarrar con los dientes un silbato, haciéndolo sonar con fuerza. La puerta se abrió, pero no fueron sus compañeros los que entraron, sino dos jóvenes que cargaban cuerpos de aquellos matones golpeados e inconscientes.

-¿Oh? Lo siento. ¿Estabas haciéndoles una señal a estos tipos?- preguntó Jae-ha, sonriendo, dejándolos caer.

-Sólo les he dado un pequeño golpe. Qué guardias más débiles.- suspiró Kija, cargando tres sobre su hombro.

-Kija-kun, ¿acaso no son tus débiles golpes suficientes para matar a alguien...?

-Como si tus patadas fuesen mejores.- replicó él. El hombre que Hak sostenía empalideció, asustado. Antes de que nadie se diese cuenta, ya estaban todos atados a un poste.

-Vamos a lanzar todo el licor mezclado con Nadai que haya en la tienda.- propuso Hak.

-El incienso de las habitaciones también.- añadió Jae-ha.- No está mezclado con nada bueno. Tened cuidado de no respirar demasiado mientras lo hagáis.

-¿Estos instructores vuestros os obligaban a tomar Nadai?- preguntó hacia las jóvenes, ya habiendo acabado golpeando y dejando fuera de combate a todos los trabajadores de allí.- Los hemos encontrado en otras habitaciones, y no están muy a favor de abrir la boca. Nadie se irá de aquí.- calmó a las chicas.

-¿Y Mio?- inquirió Hak a Jae-ha, mirando alrededor y hablando en bajo. El peliverde pasó su mirada entre las chicas, deteniéndose en aquella cuyo rostro le resultó familiar, siendo con quien había bebido su primera vez.

-Tú...

-El dueño...- empezó a decir ella, dudosa.

-¡A-Rin!- riñó una de sus compañeras.- ¡Para! ¿Sabes lo que te harán cuando se enteren?- preguntó, apretando los labios. Sin embargo, la joven rubia suspiró, bajando algo la cabeza.

-No importa...- aseguró, volviendo a mirar a Jae-ha.- El dueño de Suirei está en el mercado negreo vendiendo Nadai a lugares que acaba de obtener en Shisen. Este no es el único lugar que él controla...

-Entonces, ¿dónde está ahora?- preguntó Kija, pensativo.

-No lo sé.- admitió la chica, suspirando.

-¿Y su nombre o su aspecto físico?- preguntó Hak a su vez.

-Su nombre es Hiyou... Tiene como 35 años, pero... se ve muy joven.- susurró, nerviosa.- Él... Tiene una cicatriz en la frente.

---☄️---

-Cuidado.- avisó el joven, relajado.- Está caliente.- aseguró, soplando algo el cuenco, acercándoselo después a la inmortal.

Mio parpadeó un poco, usando sus dos manos para acunar el cuenco, tomándolo con cuidado y notándolo calentarle las manos. El olor se coló por su nariz y llenó su pecho de calidez.

-Gracias...- susurró la de cabello violeta, viendo cómo el chico le ofrecía una cuchara de madera.

-Ten. No te apresures, la olla sigue llena.- aseguró, sonriendo y sirviendo otro cuenco, uno para sí mismo.

Mio lanzó una mirada a la olla, asintiendo un poco. Patatas cocidas, blandas y dulces; habas, zanahoria, pequeños pedazos de repollo, cebolla, pimientos, puerro, pequeños pedazos de ternera, algunas pequeñas costillas de cerdo, chorizo... Todo mezclado con algunas especias, como tomillo, perejil, pimienta roja, azafrán, sal y un pequeño chorro de vino. La verdad, se veía como un gran espectáculo para el estómago.

Mio tomó la cuchara y tomó algo del potaje. Sopló suavemente antes de llevárselo a la boca, abriendo los ojos en grande, asombrada. Se cubrió algo la boca, observando al chico, incrédula.

-¿Lo has hecho tú...?- preguntó, tras tragar, a pesar de que lo había visto cocinarlo. El chico se rió, divertido.

-Bueno, aquí sólo estamos tú y yo.

-Está buenísimo...- admitió Mio, suspirando un poco.- Gracias...

-De nada.- sonrió él, satisfecho, con sus mejillas levemente ruborizadas.- Hacía tiempo que nadie agradecía una comida que yo he hecho.

-Pues no entiendo por qué, cocinas increíble...- admitió Mio, bajando la mirada a su cuenco y comiendo de nuevo.

-Es que hacía mucho que no cocinaba para nadie.- explicó él, sonriente. Mio le miró y rió suavemente.

-¿Cómo te llamas?- preguntó tras unos segundos, relajada. Su cuerpo estaba caliente y calmaba su corazón. Notaba su hambre disiparse mientras se llenaba el estómago de aquel delicioso y cálido potaje.

-Ax.- se presentó él, sonriéndole, comiendo también.- ¿Cómo te llamas tú?

-Mio.- replicó, tranquila.- Lan Mio.

-Es un nombre muy agradable.- aseguró el joven, sonriente. Se cambió algo de posición, sentándose mejor sobre la mullida hierba.- ¿Y de dónde vienes?

Mio soltó un pequeño suspiro, pensativa.

-He tenido que marcharme.- explicó.- He dejado a gente atrás, pero... No creo poder volver.

Ax asintió un poco, relajado, apoyando su espalda contra el tronco de un árbol.

-Yo también he dejado a gente atrás.- admitió, comiendo tranquilo.- Y tampoco creo volver.

Mio le miró, sonriendo suavemente.

-Entonces, estamos igual.

-Parece ser.- rió Ax, divertido.- Podemos quedarnos solos juntos.

La contraria sonrió, asintiendo también.

-Eso suena bien.

---⏳---

-Traje leña para el fuego.- comentó Mio, entrando en la pequeña casa que ambos habían construído para ellos, mirándolo y sonriendo. Alzó sus brazos llenos de ramitas.- Al menos para prenderlo.- añadió, riendo suave.

-Genial.- sonrió Ax, feliz, acercándose y tomando las ramas.- Luego podemos talar troncos más grandes.

-Sí, vale. Podemos turnarnos. No tengo tanta fuerza.- comentó, rascándose algo la nuca.

-Me parece bien.- asintió el chico pelinegro.- ¿Quieres que empiece yo?

-Uhm... ¿Por qué no descansamos algo ahora?- pidió Mio, sentándose en la hierba, tumbándose junto al río al lado del cual se habían establecido durante aquellos meses.- Hora de dormir.- dijo, riendo y cerrando los ojos.

Ax sonrió, acercándose y lanzándose a ella para empezar a hacerle cosquillas.

-¡Despierta, niña vaga!- exclamó, haciendo a Mio gritar y reír, rodando y cayendo dentro del agua. Se sentó para mirarlo, sorprendida, ambos viéndose y carcajeando.

-Te vas a enterar.- avisó Mio, sonriendo mientras se levantaba. Ax alzó algo las manos, con una sonrisa temblorosa, retrocediendo un par de pasos.

-Te caíste tú sola...

-Ojo por ojo...- avisó Mio, riendo mientras se lanzaba directamente hacia él. El moreno gritó y empezó a correr, riendo, ambos jugando a perseguirse sin preocuparse por nada.

---⏳---

-Mira.- pidió Mio, observándolo silenciosa mientras se mostraba ante él. Sólo recordaba haberlo hecho con tanta libertad frente a Hiryū y los otros Dragones Originales.

Ax se acercó, relajado. Ya la había visto durante casi siete meses, estaba acostumbrado a verla. Sonrió mientras la acariciaba.

-Es muy hermoso, ya te lo tengo dicho varias veces.- admitió, deslizando sus manos por aquella suavidad. Mio sonrió.

-¿Te... gustaría...?- preguntó, sonriendo y ofreciéndole la mano, estirando y destensando algo sus músculos. Él sonrió, asintiendo.

-¿Podrás conmigo?

-Oh, vamos, durante estos meses he estado entrenando, soy mucho más fuerte.- rió ella, divertida.- ¿Confías en mí?

El contrario se acercó, asintiendo.

-Con los ojos cerrados.- aseguró.

Mio sonrió y lo abrazó con fuerza. Los recuerdos de Ax de aquella tarde eran algo difusos. Los múltiples estallidos de colores, el fuerte viento que le golpeaba con fuerza. Su corazón vibraba en su pecho con cada risa que ambos compartían, se saltaba latidos y lo hacía con fuerza. La adrenalina de sentir algo como aquello era ya parte de Mio, pero para Ax, aquella fue una experiencia que se quedó grabada en su piel como si hubiera sido hecha por un hierro candente.

De aquel día en adelante, se sintieron libres como pájaros.

Empezaron a pasar los años. Ax fue creciendo hasta convertirse en un joven de unos veintialgo años, y aunque Mio crecía mentalmente, su cuerpo se quedó estancado en los 17. Ocurrió en el momento en que, un día, notó un ardor en su sangre como si por sus venas corriese fuego y la estuviese calcinando poco a poco.

Aquel fue el día en que Hiryū murió.

---☄️---

Hak, Jae-ha y Kija rebuscaron a Mio por todo el lugar, pero no encontraron rastro de ella. Inquietos al no poder encontrarla, se resignaron a regresar al lugar donde habían dejado a los demás, quedándose entre pálidos y con los rostros ensombrecidos de la rabia y la furia al ver la situación.

Yona estaba tumbada en un futón, vendada. Le habían herido la espalda en una pelea que habían tenido contra el propio distribuidor de Nadai allí, el hombre de quien la chica les había advertido: Hiyou, el hombre con cicatriz en la frente.

Este se había metido con Lili y Yona había salido para protegerla, logrando herir al hombre rubio. Convirtió la cicatriz de su frente en una cruz al hacerle otro corte justo de forma que cruzaba sobre el anterior. Shin-Ah y Zeno llegaron a defenderlas cuando Yona ya había sido herida, ambos sintiéndose culpables de haber llegado tarde. Tetora también estaba herida, con mayor gravedad que Yona.

-¡Princesa...!- exclamó Kija, Jae-ha y él arrodillándose junto al futón, Yoon del otro lado.- ¡¿Cómo se atreven a hacerte esto...?!

-Le hirieron en la espalda...- comentó Yoon, con voz baja y las mejillas sonrojadas. Parecía que había estado llorando.- Afortunadamente, la herida no es demasiado profunda...

-¿Qué ha pasado?- preguntó Kija, entre molesto y serio.

-Un contrabandista llamado Hiyou estaba teniendo una reunión secreta en esta taberna. Coincidió que Yona se topó con él.

-¿Hiyou...?- repitió Jae-ha, alerta.- Ese es el nombre del dueño de la tienda Suirei.

-Y pensar que también está controlando esta posada...- gruñó Kija, molesto.- ¿Qué pasó con él?

-Huyó.- replicó Yoon.- Probablemente ya haya dejado la ciudad.- dijo, en bajo. Apretó los puños que presionaba contra sus piernas.- ... L-lo siento...- se disculpó, inclinándose algo y llorando.- ¡S-si hubiera estado con ella...!- dijo, lo que tanto él como Shin-Ah pensaban, triste.- Pensamos que estaba en el baño con las otras chicas... Lo siento...

-¡Niño!- gritó Zeno, abriendo una puerta.- Ven a tratar a la Señorita de aquí.

-¡Sí!- exclamó él, sorbiendo algo por la nariz y frotándose las lágrimas con la manga de la ropa, levantándose y acercándose.

-¿Alguien más fue herido?- inquirió Kija.

-Tetora-san fue apuñalada.- explicó Zeno, sorprendiendo a los recién llegados.

-¿Qué?- preguntó el peliverde.

-Hemos llamado a un doctor para que mire más atentamente a las heridas.- asintió Yoon.- Es bastante seria. ¡Iré a ayudar!- avisó, yéndose corriendo junto a Zeno.

-¿Cómo pudo pasar todo esto...?- preguntó Jae-ha, apretando los dientes.- Todo pasó tan rápido... y mientras estábamos fuera...

-Y la razón por la que la dejamos aquí fue para que no se hiriese, porque era un lugar seguro...- se lamentó Kija, apretando los dientes.- Y pensar que la principal amenaza se estaba quedando aquí...

Los dos suspiraron y hablaron en bajo, Hak observando a Yona con rostro inexpresivo, en silencio.

Yona durmió un rato más, soñando con cuatro pequeños dragones. El blanco se golpeaba con su cola, el verde mantenía un rostro deprimido, el azul lloraba sin pausa y el amarillo ponía sus dos pequeñas patas delanteras en la espalda de Yona, como si así pudiera curarla.

Ella sonreía y les acariciaba y abrazaba, relajada, diciéndoles que no debían llorar porque no debían preocuparse por ella. Notó la falta de un pequeño dragón violeta, pero por mucho que miró, no lo podía encontrar. Así, tras un rato, se dijo que en el suelo, algo lejos de ella, se encontraba aquel dragón faltante.

Se acercó, sonriendo y mirándolo. Estaba encogido sobre sí mismo como una pequeña pelota escamosa, abrazándose y cubriéndose el rostro. Yona estiró su mano y le acarició la piel escamosa, llamando su atención. El dragón la miró y se acercó, subiéndose a su regazo y encogiéndose allí, cerca de su calor, bajo sus brazos, como buscando seguridad.

Yona le dijo algo que no pudo recordar cuando despertó, igual que una extraña nueva sensación que obtuvo bajo sus dedos mientras lo acariciaba.

Abrió sus ojos, siendo Hak lo primero que vio. Sonrió suavemente, suspirando un poco.

-Hak... Has vuelto...

El moreno la miró, inclinándose algo hacia ella.

-¿Cómo os encontráis? ¿Queréis que llame a Yoon?

-Estoy bien.- respondió ella, mientras Ao pelaba un cacahuete para darle a Yona.- ¿Dónde están los demás?

-Yoon está atendiendo a Tetora.- replicó Hak.- Los Dragones están intentando rastrear al contrabandista que escapó, Hiyou. Ese es el hombre que trabaja con el Nadai en Suirei y que ayudó a distribuirlo. Y no incluye solamente a Suirei. Toda la ciudad está corrupta por el comercio del mercado negro.

-Uhm... Ya veo...- murmuró Yona, en bajo, cansada.- ¿Tetora estará bien...?- preguntó, despacio.

-Yoon dijo que nunca la dejaría morir, así que estará bien.- replicó Hak, viendo a Yona girarse e intentar levantarse.

-Porfavor, no os mováis. Decidme qué necesitáis.

-Sólo quiero algo de agua...- comentó Yona, sorprendiéndose cuando Hak la tomó cautelosamente de los hombros, en un semi abrazo, sentándola con cuidado. Ella estaba desnuda, a excepción de las vendas que cubrían su abdomen y pechos, por lo que no pudo evitar sonrojarse al sentir las manos de Hak pro su piel. Este se quitó la parte exterior de su túnica ys e la puso a ella, cauteloso. Le colocó las manos en el regazo de la chica y luego, aún abrazándola para sostenerla, le acercó un pequeño vaso de agua a la boca.

-Por favor, dejad vuestro cuerpo a mi cuidado.- pidió en un susurro, hablando extremadamente cerca de ella, acelerando el corazón de la menor y haciéndola atragantarse al beber, sonrojada.

-¿Puedes?- preguntó Hak, tras acercarle un pañuelo.

-S-sí.- susurró ella, avergonzada.- De alguna forma... hoy estás actuando muy amable, Hak.- comentó la pelirroja, sonrojada.

-Imposible.- replicó él.- ¿Ha habido acaso alguna vez en que no haya sido amable?

-Eres un bocazas.- resopló Yona, negando un poco.- Uhm... Hak...- murmuró tras un tiempo, silenciosa.- He luchado con una espada. He intentado seguir lo que me enseñaste, y funcionó.- comentó, sonriendo, alzando algo su cabeza hacia él.- Si no me hubieses enseñado, hubiera estado en problemas. Así que, Hak...

Sin embargo, el chico tenía un rostro algo oscurecido. Ver a Yona herida, le mataba lentamente como si estuviera envenenado. Yona le miró, apretando los labios y bajando la cabeza, apoyando algo esta en el hombro del chico.

-He... bebido suficiente.- susurró, derramando algunas lágrimas. Hak se preocupó.

-¿Princesa? ¿La herida os duele? ¿Debería llamar a Yoon...?

-¡No...!- respondió ella, sollozando.- ¡No es nada...!

-¿Nada?- preguntó Hak ,confundido.- Pero, estáis llo...

-Hak, ¡no has hecho nada mal...!- explicó ella, mirándolo con algunas lágrimas.- Así que... no deberías... tomar sentirte responsable por mis heridas... Esta es... mi herida...- explicó, recalcando el posesivo.

Hak se mantuvo unos segundos en shock, luego suspirando y cerrando los ojos, bajando su cabeza y apoyándola suavemente en la de Yona.

-No seas absurda...- le susurró, apenas con un hilo de voz.- Eres demasiado importante para mí...

---⛩️---

4082 palabras.

Wao.

Así que así se siente regresar... 😅😅

Hola a todo el mundo. Your big fat hero is back jajajja

Lamento el tiempo desaparecida. Voy a intentar llegar al final, lo prometo. De verdad me disculpo por haberme ido y no haber regresado antes, o no haber avisado. Pero prometo que esta vez im here para intentar llegar al final.

Os quiero, por mucho tiempo que haya pasado. Agradezco a los que hayáis llegado hasta aquí a pesar del tiempo que ha pasado. Sois la única razón por la que volví.

Nos leemos el mes que viene 💜

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