Capítulo 5
El Dragón... ¿Dragona?
La chica que se mantenía arrodillada guardó silencio. Yona permaneció quieta, congelada en su sitio sin saber muy bien que hacer. Al final se agachó al lado de la mayor y la miró.
-No quiero ordenarte nada, no como si fueras mi subordinada. Quiero pedirte ayuda para que mis amigos y yo podamos sobrevivir, y ayudar al reino y a su gente desde una perspectiva diferente a la de los reyes.- la contraria no dijo nada.- Por favor, levántate.
El Dragón Violeta, titubeante, se puso en pie junto a ella, y el resto del grupo observó a la extraña mujer frente a ellos.
Era igual de alta que Kija, y delgada aunque no demasiado. Vestía ropas negras y de violeta oscuro, y una larga capa que cubría toda su espalda, sus hombros y sus costados. Era tan grande que podría ser utilizada fácilmente por dos personas.
Tenía el pelo largo, casi hasta la cintura, violeta y ondulado. Sus ojos verdes brillantes mostraban que se mantenía en tensión y deseosa de salir de allí.
-Mio, ¿cierto? Me presentaré bien. Yo soy Yona, la princesa del reino de Kouka. El chico de la alabarda es Hak, mi guardaespaldas.- el nombrado la miró de mala manera, pero la nueva integrante se mantuvo impertérrita y lo ignoró.- El chico que te curó es Yoon.
-Básicamente mantengo a estos idiotas con vida, sin mi morirían enseguida.- interrumpió él, mostrándose, al parecer, orgulloso de ser el responsable del grupo.
-El Dragón Blanco es Kija, el Azul es Shin-Ah, el Verde es Jae-Ha y el Amarillo es Zeno.
-¡Pukyū!
-Y la pequeña ardilla es Ao.
El animal saltó de las manos del Seiryū y se acercó a la mujer. Trepó por su capa y se subió a su hombro, para luego ponerse a jugar con un mechón de su cabello. Ella la ignoró.
-¿Hay algún sitio al que desee ir, ama?- inquirió ella, totalmente carente de emociones. Anochecía, y la luz del sol golpeaba en su rostro inexpresivo.
-No me llames así... Yona está bien...- se quejó la menor, sonriendo algo incómoda. La contraria apretó la mandíbula.- Podríamos hacer aquí el campamento y dormir un poco... Mañana podríamos dirigirnos dónde Ik-Soo.
-¿De nuevo con el monje?- preguntó el moreno, poniéndose en pie y apretándose la venda del hombro.- Queda bastante lejos, ¿en serio tenemos...?
-La ama ha mandado levantar el campamento.- le interrumpió la de pelo violeta.- No debes de interponerte en sus decisiones.
Tras murmurar esas palabras, se acercó a la pequeña tienda donde había estado reposando y tomó una de las mochilas que allí descansaban. Sola, comenzó a sacar las telas, y fue rápidamente ayudada por Kija, Jae-Ha y Zeno. Ella se mostraba visiblemente incómoda y molesta, pero no volvió a decir nada.
Yoon preparó la cena con la ayuda de Yona, y Shin-Ah y Hak fueron en busca de más madera para la hoguera.
No mucho después todo estuvo listo, y la cena transcurrió como siempre. Al principio Mio se negaba a comer, pero lo hizo al instante cuando Yona se lo pidió, y no dijo más. Los demás trataban de actuar con normalidad, pero los que mejor lo hacían eran Zeno y Shin-Ah, en una conversación donde el rubio hablaba y hablaba y el contrario escuchaba en silencio.
Los demás también mantenían alguna que otra conversación, y por mucho que trataban de hablar con la chica nueva, o les respondía con monosílabos o les ignoraba.
Llegó la noche, y ya habían terminado de recoger todo y se disponían para irse a dormir.
Estaban todos despidiéndose, mientras que los Dragones Azul, Blanco, Verde y Hak hablaban para repartirse las guardias. La chica inmortal se acercó, se detuvo junto a ellos y habló.
-Yo haré la guardia esta noche. No necesito relevos.- se dio la vuelta para irse, pero Jae-Ha la detuvo cogiéndola con cuidado del brazo. La mayor le lanzó una mirada oscura, haciendo que él la soltara despacio.
-¿Estás segura? No me importaría hacerte compañía...
-No necesito relevos. Soy inmortal, no necesito dormir.
No sólo ellos la habían escuchado, sino que Yoon, Yona y Zeno también se habían girado para mirarla. Nadie se atrevió a decir nada, mientras que ella se dio la vuelta, con la capa ondeando un poco a su espalda. Se acercó a un árbol que rodeaba el pequeño claro, y se encaramó a él con la misma facilidad que respirar, como si fuera un gato. Subió a una de las ramas intermedias, casi alta, dónde ella podía ver sin ser vista, oculta entre las hojas.
El grupo de abajo se miró algo desubicado, sin saber muy bien qué relación mantener con la chica, y Yona suspiró. Nadie sabía muy bien cómo tratar a la nueva integrante, que tanto se empeñaba en negarse a hacer lazos con los demás tratando de mantener todas las formalidades posibles. Pero, por otro lado, no podían dejarla. Según ella, parecía que no podría alejarse demasiado de Yona hasta que ésta cumpliera con sus objetivos, por lo que tendrían que conformarse e integrarla en el grupo.
Poco a poco, todos se fueron metiendo en sus tiendas. Yoon y Yona dormían juntos, y los Dragones y la Bestia del Trueno en la tienda más grande. Hak fue el último en entrar en la carpa, manteniendo su mirada sobre la chica. Ella, en cambio, observaba la luna, a sabiendas de que el moreno la analizaba con su mirada.
Con un último suspiro, el guardaespaldas volvió a su tienda, y la de cabello violeta reposó su cabeza en el tronco del árbol, mirando el cielo.
Aquella noche oscura, sin estrellas, lo único que el Dragón Violeta podía ver era la luna.
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Había sido una noche fría, y por la mañana todavía perduraba parte de ese viento frío que había tomado protagonismo durante la noche.
Yoon fue el primero en levantarse, y nada más estar fuera no pudo evitar dirigir su mirada a la rama dónde estaba la mujer. Ella seguía allí, en la misma posición, como si no se hubiera movido en toda la noche. Una de sus piernas colgaba por un lateral y la balanceaba hacia delante y hacia atrás, tratando de perder el tiempo de alguna forma.
El pequeño genio hizo una mueca al ver que ella seguía despierta, y al final se acercó al árbol para que le mirara.
-Buenos días, Mio. ¿Todo bien?- dijo, tratando de iniciar una conversación. La chica giró la cabeza lentamente, y clavó su mirada verde en él.
-Buenos días. Todo bien, gracias.- respondió, cortante. El menor hizo una nueva mueca.
-¿Querrías ayudarme a preparar el desayuno? Así no estarías tan sola...
Sin apenas haber terminado de decir eso, la chica dio un salto y cayó al suelo de pie, ágilmente, como si fuera un felino. Miró al sorprendido muchacho con un rostro inexpresivo.
-Como quieras.
Ambos se dirigieron hacia donde quedaban los restos de la hoguera de la noche anterior, y el chico comenzó a tomar alimentos de su bolsa mientras que la nueva integrante encendía una hoguera mucho más pequeña que la de la noche anterior para calentar la comida.
El resto fue levantándose lentamente, llegando a cuentagotas donde los madrugadores terminaban de preparar el desayuno. Zeno no se habría levantado si no fuera por el olor que desprendía la comida, y fue el último en unirse al resto del grupo.
Todos estaban medio dormidos todavía, menos Hak y Yoon, y la de cabello violáceo observaba en silencio al grupo.
Hak la miraba con ojeriza. No confiaba en ella, y todos eran totalmente conscientes de ello sólo por la forma en la que se mantenía en tensión cuando Yona se acercaba a la mujer.
Reanudaron el viaje unas horas después, siendo la de ojos verdes la que cargara también con las bolsas de Yona. No había dicho nada, simplemente había tomado sus cosas y había echado a andar sin preguntar. La pelirroja trató de recuperar su mochila para que no fuera la inmortal la que tuviera que cargar más peso, pero ella se lo impidió.
Después de parar para comer y volver ponerse en marcha, el peliverde decidió hacerle una pregunta a la de pelo largo. Jae-Ha se acercó un poco a la mujer, y Kija la miró desconfiado. La de cabello violeta y él no congeniaban bien, y Kija estaba algo incómodo en su presencia.
-Mio-san... ¿Es cierto que eres inmortal?- preguntó cauteloso, haciendo que todos pusieran atención al momento y miraran a ambos a la espera de la reacción de la chica.
-¿Quieres que te lo muestre?- preguntó en respuesta, con un tono de voz más serio que el habitual.
-No hace falta...- murmuró el peliverde, pero la chica ya estaba sacando un cuchillo de entre sus ropas. Se hizo un corte bastante profundo en la palma de su mano izquierda, deteniéndose.
Todos se acercaron para ver, siendo Zeno y Hak los que se quedasen atrás de todos.
Observaron cómo comenzaba a salir sangre a borbotones, a causa de las venas que habían sido cortadas, y cómo poco a poco el sangrado se iba deteniendo poco a poco. Asombrados, vieron cómo la sangre dejaba de salir por completo, y cómo la herida comenzaba a cerrarse sola. Cicatrizó a una velocidad de vértigo, y luego se cerró tanto que no quedó ni una marca.
-No puedo morir.
-¿Ese es tu poder...?- preguntó Shin-Ah, con su habitual tono de voz. La mayor no respondió.
-Mio... ¿Cuántos años tienes?- preguntó la pelirroja, temerosa. Ella la observó en silencio, sopesando el no decir nada y quedarse callada.
-Ya os he dicho que soy de la primera generación, ama. Soy coetánea al Rey... Rojo, y a sus Dragones.- dijo. Pareció que se tragaba el nombre de Hiryū como si no quisiera nombrarlo.- Dejé de contar los años hace tiempo, no me preocupaba por eso. Nada me importaba.
Se sumió en silencio.
-Pero, si eres inmortal, ¿porqué estabas tan enferma y débil cuando nos encontramos?- preguntó Kija, confuso.
-Porque mi ama me estaba buscando y yo me negaba a cumplir con mi deber como Dragón Violeta.- explicó, hablando despacio.- Trataba de escaparme de esta maldición.
-¿Y por qué no hay rastro del Dragón Violeta en la leyenda?- inquirió Yoon, curioso.- Si estuviste al servicio del Rey Hiryū...- fue interrumpido.
-Yo no estuve al servicio de nadie. Jamás. Fui obligada a permanecer como esclava del Rey Rojo, a luchar a su lado y a moverme por su vida aunque tratara de negarme. Era una marioneta bajo la maldición del mismo Dragón Violeta, quien trató de matarme varias veces. Pero yo nunca quise seguirle, y cuando pude escaparme juré no volver a caer bajo esta maldita profecía.
-Pero...
-Y no me importa aparecer o no en esa profecía, es una tontería y una estupidez. Al fin y al cabo fue el Rey aquel que decidió sellar mi destino, junto con ese maldito Dragón Violeta.
Parecía que iba a decir algo más, aunque apretó la mandíbula. La mayoría podía hacerse a una idea de lo que iba a decir. Y aunque la inmortal se había hecho esa promesa, ahora estaba obligada a vivir por Yona, como lo había estado por Hiryū en su época.
-Discúlpeme, ama, pero deberíamos seguir antes de que caiga la noche. En estas tierras hay bandidos que salen en cuanto anochece y no tienen reparo en matar para robar.
Dicho esto, comenzó andar de nuevo, liderando el grupo como había sido todo el día, tratando de terminar la conversación y sumirse de nuevo en sus pensamientos. Los demás se miraron en silencio y acataron su orden, poniéndose en marcha para seguirla y llegar a algún sitio donde pasar la noche.
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1954 palabras.
Sí, este fue, junto con el anterior, un capítulo doble. Estaba inspirada y así os ayudo a pasar un poco mejor esta cuarentena.
¡Permaneced a salvo, y gracias por leer!❤️⛩️
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