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Capítulo 31

¡Nota rápida! Pronto haré un especial "Rompiendo la cuarta pared" donde personajes y lectores podrán interaccionar como en una ouija a través de un mediador: Yop :3

Así que aquí podéis dejarme los que queráis decirles o preguntarles a cada personaje (si preferís, podéis escribirme por privado), y del resto me encargo yo ^^

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Comercio

El Dragón Negro y el Feliz Grupo de Hambrientos se detuvo en una esquina. A pesar de ser bien entrada la tarde, la gente caminaba y charlaba tranquilamente, paseando mientras compraba y admiraba los puestos situados a los lados de la calle. 

-Muy bien.- habló el menor del grupo, poniendo los brazos en jarras e irguiéndose en su lugar. A sus pies había una tela extendida en el suelo, y sobre ella un montón de medicinas y remedios que Mio y él habían hecho juntos la tarde anterior. La gente observaba disimuladamente al gran grupo de personas, compuesta en mayor parte por hombres atractivos y con colores de cabello llamativos.- Ahora es cuando viene la parte importante. Como ya sabéis, estamos en quiebra.

-Lo sabemos.- murmuraron casi todos los demás a coro, a excepción de Shin-Ah y Mio, quien tiró de su capucha hacia abajo al percatarse de la mirada de un par de jóvenes mujeres sobre ella. 

-De alguna manera nos las hemos apañado para tener carne porque sabemos cazar, pero también queremos sal, arroz, armas y ropa, ¿¡no!?

-¡Por supuesto!

-Eso significa que necesitamos dinero, ¡sí o sí! Así que vosotros vais a tener que atraer clientes.- las bocas de Hak, Kija y Yona se abrieron de una forma cómica mientras Jae-ha sonreía pícaro.

-Eh... ¿No sería mejor pasar desapercibidos?- inquirió el moreno, con la cabeza levemente ladeada.

-En otros casos, sí, pero aquí vienen mercaderes, comerciantes y artistas ambulantes de otros países, así que a la gente no creo que les importe siquiera la máscara de Shin-Ah.- el nombrado se mantuvo en silencio.

-Pero nunca he intentado atraer clientes...- murmuró Kija, molestando a Yoon.

-El que no traiga a un solo cliente aquí... no comerá.- sentenció con un tono firme, haciendo que todos se girasen al instante de una forma cómicamente animada y comenzaran a caminar hacia la multitud en buscar de clientela, obedeciendo inmediatamente. 

Mio suspiró, separada del resto. 

-¿Hay que traer clientes o vale con traer dinero?- le preguntó a Yoon, todavía aguantando su capucha sobre su rostro.

-Supongo que mientras consigas dinero está bien.- respondió el menor, colocando bien unas hierbas sobre el cuenco de madera. 

-Bien.- la de cabello violeta asintió y se separó del grupo para perderse entre la multitud.

-Nunca pensé que usaría tácticas de inanición contra nosotros...- se lamentaba Kija en voz alta, caminando junto a los demás. 

-Que aterrador ataque especial.- afirmó Hak, con su usual tono serio.

-Comida~- cantaba el rubio, caminando tranquilo con los brazos cruzados tras la cabeza.

-Sin Yoon no sobreviviríamos.- intervino el de ojos caídos, totalmente realista. 

-Me pregunto cómo se atraen clientes...- murmuró Yona, pensativa. El Ryokuryū habló.

-Déjamelo a mí.

Caminó con su paso tranquilo pero atrayente hacia el par de mujeres que estaba observando a Mio antes. Les sonrió, les dijo unas palabras bonitas y señaló hacia el puesto de Yoon. Los tres caminaron hacia allí y en un segundo Jae-ha las estaba convenciendo de comprar cualquier cosa. 

-Lo vendió.- murmuró la Bestia del Trueno, totalmente sorprendido y confuso.

-Sorprendente.- afirmó Yona, asombrada. 

-¡Tachán! Conseguí dos clientas.- celebró, al regresar con los demás.- ¿Qué tal?

-Tienes unas habilidades extrañas.- observó Kija, genuinamente interesado.- ¿Cómo hiciste eso?

El peliverde sonrió.

-Es fácil. Te acercas a la oreja de una mujer, y...- habló, acercándose a Kija de la misma forma y susurrando algo en su oído. Shin-Ah también se acercó a escuchar. El Hakuryū no tardó mucho en alejarse de él y gritar, totalmente sonrojado y avergonzado.

-¡¿Cómo puedo decir algo así?!- exclamó, a pesar de que el Dragón Azul no parecía haber entendido nada. 

-¿Eh? ¿El qué?- inquirió Yona, curiosa. Hak fingió estar muy ensimismado mirando un puesto junto a ellos.

-No tiene que escuchar eso, princesa.- murmuró algo más que no se llegó a entender.

-Ah... A parte de tu fuerza, tu única cualidad buena es la belleza...- le reprendió Jae-ha a su hermano menor, empujando al peliblanco y al más callado hacia un grupo de mujeres.- Vamos, sonreíd.- pidió, tomando la máscara del Seiryū en un visto y no visto.- Aguanta tres segundos, Shin-Ah.- susurró, haciendo que el nombrado se mantuviese inmóvil presa del pánico al tener sus ojos expuestos durante exactamente tres segundos, mientras Kija mostraba una suave y tímida sonrisa y las jóvenes féminas admiraban sorprendidas a los hermosos rostros frente a ellas. 

Mientras ellas se dirigían hacia Yoon siendo guiadas por el albino, Shin-Ah trataba de estirar sus brazos sobre la cabeza de Jae-Ha para recuperar su máscara, aunque el más alto le decía que sonriera y que conseguiría clientes. Yona terminó acariciando las cabezas de ambos avergonzados dragones una vez Shin-Ah recuperó su máscara y Kija regresó sonrojado. 

-¿Ves, Yona-chan? Trabajaron tan duro para que pudieras felicitarles.- explicó el peliverde, sonriendo.- ¿Ves?, Zeno también trajo a una jovencita...- dijo, antes de girarse hacia el rubio para verlo cargando con una señora muy mayor a sus espaldas, que parecía sonreír con sus ojos cerrados. Yoon parecía bastante contento mientras hacía lo que más amaba hacer, ayudar a los demás con sus medicinas y, de paso, sacarse algo de dinero. 

Jae-Ha obligó a Hak a tratar de conseguir clientas y trató de poner a Yona celosa, como de costumbre, ya que no veía el día en que ambos se dieran cuenta de sus sentimientos (más bien, Yona) y porque amaba ver a Yona celosa. El ex-general logró atraer a bastante clientela, tanto jóvenes mujeres como hombres y ancianos, y Yona sí se sentía algo extraña al verlo rodeado de tanta gente. Sin embargo no dijo nada, sabía que Hak haría cualquier cosa por ella y no quería que el moreno sacrificase su libertad por cumplir sus caprichos. 

Mientras sonreía como el hermano mayor que era, Jae-ha echó a Mio en falta. Miró por los alrededores, para no verla en lo absoluto. Se acercó hacia Yoon y le preguntó, pero estaba muy ajetreado atendiendo a toda la gente y no le pudo responder. 

Le dijo a Kija que iría a dar una vuelta un momento, y este asintió mientras tomaba una manzana junto a Shin-Ah. 

Caminó entre las calles, entre un montón de gente de todos los lugares, y finalmente acabó encontrando una zona menos concurrida. Se internó en algunas calles algo estrechas, encontrándose con un ligero alboroto a lo lejos. Desde allí, sin ser visto por los demás, pudo ver a un grupo de hombres en un bar apartado, riendo y gritando alrededor de una mesa. 

-¿No sabéis hacerlo mejor?- inquirió una voz conocida, llena de arrogancia y con superioridad, y se acercó lo suficiente como para ver a Mio vencer fácilmente a un hombre que le doblaba en peso y altura a un pulso. En la mesa, a su lado, había un, no tan pequeño, montón de monedas, que Mio guardaba cautelosa. Se había bajado la capucha y mostraba su rostro y parte de sus hombros, haciéndola ver poderosa y llamativa. Todavía llevaba la capa que le cubría la espalda y los costados, y estaba sentada en la silla con una de las poses más relajadas y sensuales que el peliverde había visto. Parecía una reina que tenía todo el lugar bajo su poder y control. 

-¿Qué está pasando?- le preguntó el peliverde a uno de los hombres que hacían corrillo al rededor de la mesa, quien apenas le miró mientras respondía.

-Esa mujer reta a cualquiera a un pulso, al principio el que ganara se llevaba el dinero, pero ahora la gente puede dar más dinero y el que gana se lo lleva todo. Ella no ha perdido ni una sola vez hasta ahora, da igual cuanta gente lo intentara.

-Mira que cuerpo, por los dioses...- susurraba uno a su alrededor, viendo las ropas de guerrera que Mio usaba, que se ajustaban a su cuerpo para permitirle movilidad y agilidad en las batallas. Se marcaban las curvas a los costados de su cintura y la forma de su pecho.

-Ya ha vencido a tantos que el orgullo masculino impulsa a más hombres a jugar.- le dijo al peliverde un joven y delgado chico que parecía realmente animado.- Esa chica es genial.

-Yo jugaré.- dijo otro hombre del montón, dando unos pasos hacia el frente y sentándose frente a Mio, quien tenía las manos juntas sobre su regazo y las piernas cruzadas. Observaba al hombre con una mirada brillante y misteriosa.- Pero quiero más que el dinero.

-¿Qué propones?- preguntó la inmortal, siguiéndole el juego y mostrándose interesada, con una sonrisa ladina en su rostro que hizo que el corazón de Jae-ha palpitara arrítmico.- ¿Hay algo que pueda ofrecerte?

El hombre sonrió, y sacó una bolsa de dinero realmente grande. Los ojos de Mio la observaron por un momento, pero sus resplandecientes ojos verdes se mantuvieron en la mirada del contrario, mientras jugaba distraída con un mechón de su cabello.

-¿Qué te parece un viaje a la Zona Roja*?- inquirió el contrario, sonriendo lascivo. Mio alzó las cejas, sorprendida. 

(Zona Roja*: Barrio que se caracteriza por tener una gran concentración de prostitución y comercio de drogas.)

La inmortal sonrió, tranquila. Colocó su codo sobre la mesa y alzó su mano. 

-Me pregunto qué me voy a comprar con todo ese dinero.- rumió, pensativa. El hombre sonrió y tomó su mano, apretándola con fuerza.

-Espero no hacerte daño, princesa.

-Oh, por favor. Si sólo soy una simple guardaespaldas.- rió, tranquila.

-Tres... dos... uno... ¡Ya!- dio la salida el chaval, emocionado. El hombre comenzó a hacer fuerza, pero su sonrisa se borró cuando su mano no se movió.

-Pero, ¿qué?- murmuró, sorprendido. Forzó aún más su mano mientras Mio se cubría la boca en un fingido bostezo.

-Ah, ¿ya hemos comenzado?- se preguntó, burlona, haciendo sonreír a Jae-ha.- Discúlpeme. 

El contrincante pareció enfadarse un poco, pero dio una sonrisa forzada y bajó la mirada.

-No vas a distraerme, mujer. Que tengas algo de fuerza  no va a cambiar nada.

-¿Tú crees?- inquirió misteriosa la de ojos esmeralda, apoyando su barbilla en la mano libre como si no estuviera haciendo ningún esfuerzo para vencer al contrario. 

Durante unos segundos, Mio le permitió al hombre dar toda su fuerza para tumbar su brazo, su rostro se puso algo rojo y las venas de su brazo se marcaron, pero el brazo de la inmortal no se movió. Ella terminó cansándose de aguantarlo y decidió que era hora de terminar con el espectáculo.

-Lo lamento, pero seguro que hay muchos más hombres mejores que tú deseando llevarme de "viaje a la Zona Roja".- se excusó con una sonrisa, antes de tumbar el brazo del hombre en un solo movimiento sin ejercer toda su fuerza. La gente estalló en gritos mientras que el contrincante recogía su brazo, sorprendido y con su ego herido. Se puso en pie y se marchó, sin decir nada, dejando el dinero en la mesa.- Gracias~- canturreó Mio mientras tomaba el dinero y se estiraba en su lugar.- ¿Alguien más quiere "un paseo por el Barrio Rojo"?

-Yo.

Los ojos esmeralda de Mio revolotearon en el aire hasta encontrarse con los violetas del peliverde, y ella se mostró sorprendida mientras que el contrario se sentaba frente a ella. La inmortal no dijo nada, pero le sonrió incluso con más picardía. 

-¿Crees que puedes vencerme?- inquirió, burlona. Jae-ha colocó su brazo.

-No lo creo, lo haré.

Se miraron en silencio, diciéndose palabras con los ojos, y ella tomó su mano y se colocó en su lugar. Cuando dieron la señal, ambos comenzaron a hacer fuerza, y Mio por un momento lo tomó en serio. No dio toda su fuerza, pero probó la fuerza del peliverde, superior a la de un hombre normal pero mucho inferior a la del Dragón Blanco. Tras un tira y afloja de unos segundos, Mio se dejó ganar, haciendo que Jae-ha sonriera de medio lado. La gente a su alrededor se vio realmente sorprendida, y algunos acompañaron su incredulidad con un jadeo de sorpresa.

-Vaya... Qué lástima...- murmuró Mio, poniéndose en pie y tomando el dinero. Se acomodó el pelo mientras que su compañero repetía su gesto y se levantaba.- Espero que te guste el paseo, ganador.- le dijo, algo seductora manteniendo su rol frente a los demás hombres, caminando delante de él y abriéndose un camino entre los espectadores. Jae-ha rió, sincero.

-He vencido a una hermosa damisela, espero que el agradable paseo pueda recompensarla. 

Ya lejos de los demás, ella rodó los ojos y le dio un suave codazo en el brazo.

-De damisela nada, a mí no me vengas con esas, Ryokuryū.- reprendió, colocándose su capucha una vez doblaron la esquina. El contrario rió de nuevo.

-Que sorprendente ha sido encontrarte ahí, Mio-chan. No creí que serías capaz de estar rodeada de tanta gente sin querer golpear a alguien.

-Pff, como si hubiera mejores cosas con las que sacar dinero en limpio. Aquí o se juega con los puños o con el cuerpo, y me niego a siguiera acercarme al Barrio Rojo.- se sinceró, algo molesta y con el ceño fruncido.

-¿Entonces no hay paseo?- molestó Jae-ha, a pesar de saber que aquello de que había ganado era sólo para que ambos pudieran marcharse.

-Lo lamento en el alma.- murmuró sarcástica Mio, que había dejado de sonreír. El peliverde pensó que echaría de menos a aquella mujer de cabello violeta siendo tan abierta y sensual. 

Ambos llegaron al puesto de Yoon, donde ella le tendió el dinero al menor, haciendo que los ojos de todos resplandecieran. Yona y Hak se habían ido a dar un paseo solos, con algo de dinero que Hak había tomado del pequeño genio, y tras observar puestos y tiendas terminaron en una competición de tiro con arco donde Hak lo apostaba todo por la pequeña pelirroja. 

-¿D-de dónde as sacado todo eso, Mio?- preguntó Kija asombrado, al ver el saco de dinero en la palma de su mano.

-Lo único que tenéis que saber es que no lo he robado.- aseguró ella tras darle el dinero a Yoon, dándose la vuelta para sentarse junto a Shin-Ah y ocultar bien su rostro en su capucha.- Lo he ganado limpiamente.

-A pulso, diría yo.- rió Jae-ha, por el doble sentido de sus palabras que tan bien se aplicaban a la situación. 

-Supongo que sí.- murmuró, cerrando los ojos y reposándose contra una valla de madera a su espalda. 

-¡Fantástico, Mio!- exclamó Yoon, alegre.- ¡Sabes hacer de todo! Es impresionante...

-Supongo que vivir tanto tiempo acabó enseñándome a la fuerza cómo sobrevivir. No es como si me hubiera esforzado demasiado, de todas formas.- murmuró, encogiéndose de hombros. Los demás volvieron a sus asuntos tras sus palabras, ya que Kija atrajo, sin querer, a más clientes que Yoon tuvo que atender. 

Shin-Ah, junto a la de cabello violeta, la miró en silencio. Tras unos segundos en que Mio sintió su mirada sobre ella, abrió los ojos y le miró.- ¿Seiryū?

-Mio está triste.- habló pausado, haciendo que un leve sonrojo de vergüenza surcase las mejillas de la chica. Zeno, cerca de ellos, escuchó sin mirarles, jugando con Ao a un lado.

-No estoy triste.- negó, apretando la mandíbula y apartando la mirada, ya que el de ojos dorados no se equivocaba. Recordar su vida inmortal, prácticamente sola, le traía malos recuerdos del pasado.- Deja de mirarme.

-Pero, Mio...

-Seiryū.- interrumpió la inmortal, mirándolo. Se observaron unos segundos, pero al final la de ojos esmeraldas tuvo que apartar la mirada.- No digas nada.

Y durante un momento, parecía que él seguiría su petición. Sin embargo, Shin-Ah se abrazó a ella, casi tumbándose en su regazo en el proceso, abrazando el torso de la sorprendida y avergonzada chica que había puesto los brazos en el aire.

-¡Seiryū!- exclamó, sonrojada y desconcertada, poniendo sus manos sobre los brazos del peliazul para tratar de moverlo.- ¿Pero, qué...?

-¡Zeno también quiere un abrazo!- exclamó el rubio, acercándose a ellos para terminar abrazando a la de cabello violeta junto al de ojos dorados.

Mio, sin palabras y sumida en la vergüenza, tiró con fuerza de su capucha hacia abajo para ocultar todo su rostro rojo. No se sentía capaz de decir nada, tímida y ruborizada. 

Kija, que se deshizo de las clientas y pudo regresar con los demás, se encontró con una escena bastante cómica y curiosa. Ladeó la cabeza confuso.

-¿Qué pasa?- inquirió, confuso.

-Ojalá supiera.- murmuró Mio con la mandíbula apretada, no enfadada sino sonrojada. Jae-ha también miró en su dirección y se acercó con una sonrisa brillante. 

-No sé que pasa pero quiero unirme.- Mio gruñó, pero escondió su rostro con más afán. Kija terminó sentándose junto a ellos, todavía confuso, mientras que el peliverde ponía los brazos en jarras y observaba la escena realmente divertido por la escena.

-Atrás, Ryokuryū.- protestó la inmortal, al oír sus pasos.- O acabarás abrazado por siempre a un árbol.- amenazó, hubiendo querido decir algo más desafiante pero sin ocurrírsele nada mejor. 

El peliverde rió a carcajadas.

-Mio-chan es tan divertida.- la nombrada suspiró con fuerza perdiendo la paciencia. 

La contraria, sonrojada, apartó la mirada.

-Calla.

---⛩️---

Un par de horas después, con la caída de la noche, las personas comenzaban a regresar a sus casas. Yoon había logrado mucho dinero, más que nada con la ayuda de Jae-ha y Kija, ya que no había pasado mucho tiempo hasta que Zeno se quedó dormido como un tronco abrazado a Mio y Shin-Ah le copió no mucho después, inmovilizando por completo a la contraria. 

La de cabello violeta había dejado de estar avergonzada cuando ambos dragones cayeron dormidos, y ahora acariciaba suavemente la barriga Ao con un dedo. 

Las luces comenzaron a encenderse y Yoon comenzó a preparar algo para cenar en aquel lugar, algo alejado de la casa junto a la que estaban para no molestar. Hak y Yona llegaron un poco después, y la pelirroja sonrió enternecida al ver a los Dragones inmortales y al más pequeño en aquella situación. Hak y Jae-ha pelearon un poco y Yona ayudó a Yoon a hacer la cena mientras Kija iba en busca de más leña. 

Mio dejó ir a la ardilla cuando en olor de la comida le hizo salir disparada hacia Yona para que le diera algo de comer, y se quedó mirando a la pelirroja desde lejos. 

Bajó la mirada, encontrándose con los Dragones dormidos junto a ella, y su mano aterrizó con suavidad en el cabello rubio de Zeno, que estaba todo sobre su rostro. Lo apartó muy lentamente, esperando que nadie le estuviese mirando, y lo colocó con cuidado en su lugar. El rostro relajado del Dragón Amarillo fue iluminado con la tenue luz de la hoguera. 

Luego, con el corazón palpitando quizá más rápido de lo habitual, quitó la peluca blanca de Shin-Ah, que tanto abultaba e incómoda era, y la colocó a un lado sin hacer ruido. Con las manos temblorosas, estiró las manos para retirar la máscara del silencioso Dragón Azul, y observó aquel rostro tan ajeno pero tan familiar a la vez embelesada. Deseó que abriera sus ojos, deseó demasiado fuerte poder volver a ver aquellos hermosos ojos dorados sobre las inconfundibles marcas rojas. 

Acarició su cabello, sin darse cuenta de que ya no veía al primer Seiryū, no veía el rostro de Abi, sino que su mirada recorría los rasgos de Shin-Ah en toda su plenitud. Ella no fue consciente, pero en aquel momento fue cuando vio por primera vez al silencioso peliazul, cuando por un momento había dejado atrás el pasado y estaba viviendo en el presente. 

Zeno reprimió una sonrisa mientras seguía fingiendo dormir, dándose cuenta de aquello que Mio no veía. La inmortal quería conocer a aquella persona tan extraña, tan familiar pero tan lejana, quería ver sus ojos como si fuera la primera vez, saber cómo había crecido, qué le gustaba y qué lugares quería conocer. Su sangre de Dragón parecía vibrar en su interior, parecía impulsarla a olvidar el pasado y dar un nuevo paso hacia su presente.

Zeno, de nuevo, pensó en Mio. Quiso haberla conocido cuando estaba con Hiryū y sus otros hermanos, y quiso hacerle tantas preguntas como tiempo tenía para hacerlas. ¿También había ella encontrado el amor, quizá estuvo casada justo al igual que él? ¿Cuán lejos había explorado el continente? Dónde estaban las tumbas de sus seres queridos, cómo fue expulsada del castillo Hiryū. Por qué siempre tenía la capa puesta, ¿quizá tenía algún valor sentimental? 

Quería decirle que todo estaría bien, que ya no estaría sola nunca más, ya que ambos eran iguales. Quizá, incluso, ambos podían pasar el resto de la eternidad juntos.

No pudo contener su sonrisa cuando ella volvió a acariciarle el cabello al otro inmortal. Quizá ella no se dio cuenta, ya que siguió moviendo su mano sobre su pelo con suavidad. 

Pronto los más jóvenes terminaron de hacer la cena, y Mio movió a los Dragones que la abrazaban por los hombros con suavidad.

-Seiryū, Ouryū, despertad.- llamó, con su usual tono neutro, como si no hubiera pasado nada.- Ya está lista la cena.

Tras unos segundos, Shin-Ah comenzó a despertarse, y se sentó con lentitud frotando su rostro. Se dio cuenta de que no tenía la máscara, y la buscó a su alrededor para tomarla y colocársela con rapidez, no dejando que nadie viera sus ojos. Miró a Mio, quien le devolvió la mirada por unos segundos. Ella suspiró.

-Lo lamento.- se disculpó, apartando la mirada.- Sólo pensé que era incómoda dormir con ella.

El contrario negó con vehemencia, se colocó su peluca blanca y se puso en pie.

-Ouryū, arriba.- repitió Mio hacia el rubio, que había vuelto a caer dormido. La inmortal suspiró.- Hakuryū, quítamelo de encima, por favor.- pidió, cansada. 

Kija se acercó, y ladeó la cabeza. 

-Tengo una idea.- dijo, yendo hasta donde Yoon había dejado desatendida la comida por un segundo y tomando un trozo de carne. Regresó y lo puso cerca del rostro del inmortal.- Zeno, la cena está lista.

El olor lo atrajo como antes había hecho con Ao y el Dragón  Amarillo se levantó con los ojos chispeantes. 

-¡Zeno tiene hambre!

Mio se estiró, lista para ponerse en pie cuando vio cómo el de la máscara le tendía una mano. La de cabello violeta la tomó, tras mirarlo por unos segundos, y Shin-Ah la ayudó a ponerse en pie.

-Gracias.- dijo, mientras recolocaba su cabello y su capa. El chico asintió. 

-A Mio le gustan los abrazos, ya no está triste.- intervino, con su pausada voz, logrando un leve sonrojo en el rostro de la nombrada. Jae-ha se sorprendió de verla colorada, y desde la lejanía se preguntó qué demonios acababa de decirle el más callado para avergonzarla, quizá estando algo celoso.

-Seiryū es muy inteligente y amable.- dijo, antes de girarse para caminar con los demás, seguida por el de cabello azul, con una suave sonrisa bajo su máscara. 

En la cena, todos parecían disfrutar de las conversaciones y risas sintiendo una cómoda seguridad de estar en el lugar correcto, quizá de estar por fin en casa. 

---⛩️---

4216 palabras. 

Hola! Hay otra cosa que me gustaría preguntaros, algo importante, así que me gustaría que me dierais vuestra opinión.  ^^

Justo con este capítulo se cierra un arco del manga, por eso es un poco corto :')

Ahora, siguiendo el manga, viene uno de mis arcos favoritos, el del nadai en Shisen, la Capital de la Tribu del Agua. [Para aquellos curiosos, comenzando sobre capítulo 77 y to' pa' lante hasta el arco de Sei que termina sobre el 122, puedes encontrarlo en Tumangaonline en castellano. De nada ;) ] En resumidas cuentas, aparece Lili, que a pesar de no ser un personaje principal tiene sus buenos momentos, y el grupo de Yona debe terminar con el tráfico de una potente droga, el nadai, que circula en la Tribu del Agua. Hak y Soo-Won se encuentran y, sin hacer spoliers, las cosas se ponen muy intensas.

Luego viene la batalla donde por fin el verdadero poder de Zeno se revela (capítulos 98 y 100), y eso sí que lo añadiría en el fanfic ya que es esencial.

Hay muchos momentos que me encantan de este arco, pero quisiera saber vuestra opinión:

Hasta ahora he estado siguiendo el manga, más o menos, para que se viera un poco cómo pasa el tiempo y para que Mio se pueda adaptar al grupo. Sin embargo, podemos saltar a la acción (que me muero por eso); pero si os gusta la dinámica de los últimos capítulos podría seguir ambientándome en el manga durante un poco más.

Otra opción que pensé es pasar ahora a la siguiente parte que tengo planeada, y al terminar la historia agregar esos capítulos correspondientes a este arco. No sé, eso ya es vuestra opción.

Dejadme saber lo que más preferís y yo me adaptaré a lo que os guste más. Lo escriba o no, voy a releer esos capítulos del manga porque me encantan 😂😂

En fin, agradezco vuestros comentarios y opiniones, y también que hayáis leído hasta aquí. ¡Cuidaos! Escritora, out! ❤️❤️

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