Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 22

Ambientado en los capítulos 67-68 del manga.


Informante.


Las fuertes pisadas resonaban contra el suelo de forma ruidosa y amenazante. 

Li Hazara, al frente de todo, lideraba a su ejército mientras que una larga y ancha fila de soldados marchaban detrás de él, listos para dar sus vidas en la guerra. Unos ladrones pobres que se encontraban cerca de lugar se congelaron ante la imagen frente a ellos. El gran general los vio, quietos, helados de terror ante aquel impotente ejército. Sonrió, pero era una sonrisa llena de locura y maldad, regocijándose de las expresiones de miedo de los ladrones. Atemorizados, huyeron hacia Saika, haciendo volar la noticia de que Li Hazara del Imperio Kai se acercaba para conquistar Kouka. 

---⛩️---

Kija tuvo que correr hasta la inmortal, quien no sabía que Hakuryū estaba siguiéndola. La llamó, haciendo que se girarse a mirarla. 

-¡Mio! Espérame.- pidió, llegando a donde estaba ella. La de cabello violeta le lanzó una mirada a su garra blanca, que permanecía escondida bajo la larga manga de la capa.

-¿Vas a venir?- preguntó, obteniendo un asentimiento del contrario. Ella le miró fijamente unos segundos, haciendo que el contrario se pusiese un poco nervioso ante su atenta mirada. Terminó asintiendo, deslizando su mirada alrededor.- Está bien. Mantén tu mirada abajo y tu garra escondida. Desgraciadamente, ambos llamamos mucho la atención, no como el chico o el Ouryū.- dijo, algo fastidiada, con una mueca en los labios. Suspiró, se bajó la capucha para esconder mejor su rostro y le hizo un gesto con la cabeza.- Vamos.

Ambos echaron a caminar entre las calles atestadas de gente, con la mirada baja, esquivando a quienes no les veían acercarse. Kija estaba algo nervioso, siguiendo a Mio en silencio, tirando siempre de la manga de su brazo derecho para poder esconder su garra blanca. Mio lanzaba miradas a la multitud bajo su capucha, tratando de esconder su rostro todo lo posible. 

Pasaron frente a un puesto de joyas, donde había un hombre peleando a gritos con el tendero. El primero de ellos estaba acompañado de una mujer, que agarraba su brazo nerviosa queriendo salir de allí al ver que la cosa se calentaba. Mio les ignoró y pasó a su lado, siendo seguida por el abino. Kija también les esquivó, siguiendo a la mayor, a pesar de querer saber qué había ocurrido. Siguieron andando hasta que, a lo lejos, Mio pudo ver una cabellera larga y castaña que llamó su atención. Entrecerró los ojos para enfocar su mirada, encontrando al final unos grandes y vivos ojos azules que resaltaban en un rostro moreno, que ella reconoció sorprendida. Alzó las cejas y se detuvo. 

Kija casi se choca con ella, y se asomó para ver si ocurría algo. 

-¿Pasa algo?- preguntó. Mio negó con la cabeza y le miró. 

-No, pero acabo de encontrar la fuente de información más fiable de todo el reino.- afirmó, con una mirada todavía sorprendida. Kija ladeó la cabeza. 

-¿Sí?

Mio asintió, casi distraída.

-Pensaba ir a un bar de unas calles más abajo, donde, al menos la última vez que estuve, se traficaba información. Pero he encontrado a alguien mucho más fiable que está por irse, así que vamos.

La inmortal comenzó a andar, y Kija se apresuró por seguirle el paso, curioso. Vio a un hombre, que ya estaba en sus cuarenta, con un rostro bastante atractivo surcado por una enorme y brillante sonrisa. Tenía unos ojos brillantes, azules, que podía verse en ellos una chispa de inmadurez y alegría que iluminaba allí donde miraba. Tenía el cabello castaño largo, recogido en una coleta a media espalda. El hombre hablaba con otros dos, y soltó una sonora carcajada que fue seguida por las risas de sus acompañantes.

Mio tomó aire mientras se acercaba. Había pasado muchísimo tiempo desde la última vez que lo había visto, y aunque tardó unos segundos, fue capaz de reconocerlo. Aunque a ella no le gustaba alardear de eso, tenía una gran memoria, por lo que los rostros de las personas que alguna vez conoció siempre estarían impregnados en sus recuerdos. 

Tuvo que armarse de valor antes de llegar hasta él. Al ver a dos personas acercarse, el hombre detuvo su conversación para mirarlos. Mio tomó aire y asomó su rostro, de forma que a Kija le pareció tímida, levantando un poco su capucha para dejar a la vista sus ojos verdes. Los ojos azules del contrario escudriñaron su rostro durante unos segundos antes de abrirlos con sorpresa. Su boca formó una pequeña "o" que luego se agrandó en una gran sonrisa. 

-No me lo puedo creer. ¿En serio eres tú? No puede ser. ¡Ha pasado una barbaridad de tiempo!- exclamó. Pareció que iba a decir algo más, pero le lanzó una mirada a sus acompañantes y luego volvió a mirar a Mio.- Esto se merece un buen trago. Además, tienes que contarme muchas, muchas cosas.- pasó un brazo sobre los hombros de Mio, quien se tensó un poco al principio. El de cabello castaño miró a los hombres.- Tendremos que dejar esta conversación para más tarde, amigos, acaba de llegar un milagro venido del cielo el cual no pudo dejar pasar. Encontrarse con esta mujer es tan complicado como tratar de entrar al Imperio Kai y salir con la cabeza sobre los hombros.- Kija alzó las cejas ante aquella sinceridad en sus palabras, que acompañaba con una sonrisa inocente, mientras que la de cabello violeta suspiró y bajó su capucha de nuevo.- Ven, hablemos de negocios.- le dijo a la chica, y comenzó a andar llevándola con ella.  

Kija les siguió, aunque parecía que el hombre aún no había reparado en su presencia. Cuando se hubieron alejado lo suficiente, en una esquina donde no había tantas personas, se detuvo, tomó a Mio por ambos brazos y la puso frente a él. La observó de arriba a abajo, todavía gratamente sorprendido, y luego levantó un poco su capucha para poder observar bien su rostro. 

-Wow... De verdad eres tú...- dijo, sin poder creerse lo que veía. La mayor volvió a bajarse la capucha y dio un paso atrás, situándose al lado de Kija.

-Sí. Ha pasado un tiempo.- habló, calmada, poniendo los brazos en jarras. Kija la observó.

-¿¡Un tiempo!? ¡Por el Dios Rojo, la última vez que te vi yo tenía catorce años! ¡Catorce años!- exclamó, haciendo que el Hakuryū le lanzase una mirada sorprendida.

-Sí... No creí que volvería a verte. Con los sitios donde te metes creí que te habrían cazado y matado hace mucho.

-Sigo siendo igual de escurridizo que siempre, incluso a mis cuarenta y ocho años.- aseguró, guiñando un ojo azul.

-Han pasado treinta y cuatro años y no has cambiado nada, al parecer.- afirmó la chica. 

-Yo no habré cambiado, ¡pero tú sigues exactamente igual! Mira lo largo que está mi pelo, ¡tendrías que haber venido antes!- Kija ladeó la cabeza confuso, y Mio suspiró.

-La última vez que nos vimos juró que no se cortaría el pelo hasta que yo volviera a buscarle.- le explicó, rodando su mirada.- De todas formas, es imposible encontrarte en un solo lugar, siempre estás moviéndote por todo el reino.

En aquel momento, el moreno se fijó en la presencia del albino, y le miró sorprendido como si acabase de aparecer frente a sus ojos.

-¿Estás con ella?- le preguntó, ladeando la cabeza. 

-Sí, yo...

-¡Mio!- exclamó el contrario, cortando al Dragón Blanco.- ¡Yo iba a casarme antes contigo! En cuanto te pasase de altura, ¡ibas a acceder a ser mi mujer!- exclamó, con una mueca infantil como un niño con una rabieta que no encajaba con sus cuarenta y ocho años. Bajo la capucha, la inmortal no pudo evitar que sus mejillas se tornasen algo rojizas, pero lo ignoró y desvió la mirada. Kija también se sonrojó, aunque mucho más notablemente que su compañera, y abrió la boca sorprendido y sin palabras.

-No estamos casados, ni siquiera...- trató de explicar, aunque fue interrumpida. Kija estaba demasiado avergonzado y confuso como para contestar.

-¡De igual forma! ¡Yo iba a ser tu novio antes que nadie!- la contraria suspiró.

-Tampoco es mi novio, sólo somos compañeros. Estamos con un grupo mucho más grande, y no tengo o tuve ningún interés romántico desde hace milenios.- murmuró la última parte, algo tímida. Hakuryū se sintió extrañamente satisfecho al verla actuar de aquella forma más tímida, menos seria y dura, que era como se comportaba normalmente. También, el hecho de oír que Mio no tenía ningún sentimiento romántico por él mismo o alguien del grupo, le hizo sentir un poco extraño, aunque no sabía por qué. 

-¿No?- preguntó el de ojos azules, girando su cabeza hacia el otro lado.

-No.- afirmó la inmortal. 

-¿Entonces te casas conmigo?

-Olvídalo.- respondió ella casi sin dejarle terminar, haciendo que el contrario estallase en carcajadas. Kija no acababa de entender bien aquella extraña relación entre esos dos. 

-Bueno, si no me equivoco, no estarías aquí con un grupo si no fuese por algo, ¿no?- preguntó, algo más serio a pesar de conservar su sonrisa calmada.- No te gusta eso de andar en grupo.- Mio no dijo nada ante su afirmación.- Entonces vamos, busquemos un lugar algo más privado para hablar. Por ser tú, no te cobraré nada. 

El hombre sonrió y se dio la vuelta para caminar entre la gente de la calle. Kija le lanzó una mirada a su compañera, algo nervioso. Ella no le miró, y casi como adivinando sus pensamientos, le calmó.

-Tranquilo, lo conozco. Puedes confiar en él. De alguna manera, con catorce años se las apañó para descubrir que no podía ser dañada. Vamos, quizá pueda darnos algo de información interesante.- dijo, y comenzó a seguirlo. El de cabello blanco, algo más tranquilo tras oírla, también la siguió. 

Los tres terminaron en un bar apartado, donde había algunas personas, pero todas estaban enfrascadas en sus conversaciones y totalmente ajenas al resto. El hombre de ojos claros pidió algo de sake, y les pidió a sus acompañantes que también bebiesen, aunque los dos lo rechazaron. El de cabello castaño entrelazó sus manos sobre la mesa y miró a la inmortal.

-Y dime, Mio. ¿Qué es lo que buscáis? ¿Oíste sobre la princesa pelirroja y su supuesto asesinato? Un informador me dijo que eso de que ha muerto no es cierto, y que le segundo hijo del jefe del Fuego, Kan Tae-Jun, la ha visto con un grupo de extraños bandidos.- tanto Mio como Kija se tensaron, tratando de pasar desapercibidos. Sin duda, por mucho que la inmortal confiase en su extraño amigo, sentía la necesidad de mantener a Yona escondida de todo y todos. Pensó que sería por la sangre de Dragón en ella. Kija se removió en su lugar y Mio trató de desviar la conversación.

-Sí, algo así oí. Pero nosotros buscamos información sobre Saika. 

-¿Saika?- inquirió el contrario. Mio asintió.

-Sobre el ejército, Kan Soo-Jin, y, sobre todo, su relación con el Imperio Kai.- el de ojos azules compuso una mirada de preocupación, y la miró en silencio.- Sung-joon. Por favor.- pidió la inmortal. El nombrado suspiró. 

-Claro que te lo diré, me lo estás pidiendo tú... Pero esa información es peligrosa.- los Dragones se tensaron en sus asientos.- Li Hazara...- bajó un poco la voz para continuar.- Ya lleva unos años donde permite que Kan Soo-Jin entre en el Imperio Kai. He tenido informantes que han visto que se reunían , y dos de ellos han oído que puede estuviesen planeando un ataque.

Mio se irguió, aunque mantenía su mirada en la mesa. Puso a prueba sus hipótesis y comenzó a decir lo que ella no dejaba de pensar.

-Un ataque a Kouka. Han hecho un pacto. Soo-Jin piensa revelarse contra el Rey con todo su ejército y la ayuda del Imperio del Norte, y repartirse Kouka entre ellos. Los de la Tribu del Fuego siempre han tenido muy presentes a los dioses de la leyenda, y muchos de los líderes se consideran como los legítimos reyes de Kouka, alegando que tienen parte de la sangre divina del Rey Rojo. Y, debido a esto, piensa dejar que parte del reino sea destruida y sumida en guerra y muerte, para hacerse con el poder.- hablaba en voz baja, lento, pero segura de sus palabras. Alzó la mirada y la posó en los ojos azules del castaño.- ¿Es eso, no?

Sung-joon asintió, serio. Mio se tensó ante eso.

-Pero, eso sólo significa que...

La puerta se abrió de golpe, interrumpiéndola. Un hombre, escuálido y asustado, recorrió el lugar con la mirada, apresurado. Cuando divisó al hombre castaño amigo de Mio, corrió hacia él. Le susurró algo al oído, nervioso. Kija y Mio vieron como el recién llegado temblaba. Sung-joon se puso de pie de golpe, poniendo sus manos sobre la mesa. Los Dragones le observaron, intrigantes y algo preocupados.

-Vosotros dos. Tenéis que salir de aquí, ya.- se separó de la silla y dio unos pasos hacia una puerta trasera. Mio también se levantó.- ¡Vamos!- apremió, al ver que no le seguían. Kija se apresuró a acercarse a Mio y ambos salieron de allí, rápido.

-¿Qué ocurre?- inquirió el albino, preocupado. El hombre le miró. Debido a su mirada de inquietud, Mio pudo imaginarse sin equivocarse qué era lo que ocurría. 

-El Imperio Kai ha traspasado la frontera.

---⛩️---


2227 palabras.


¡Hola! Quería saber si los capítulos se os hacen cortos... porque a mí se me están haciendo cortos al escribirlos, pero tengo miedo de alargarlos y de que os parezcan pesados :( 

¿Os gustaría que siguiesen con esta longitud o que los escriba algo más largos? 


Espero que estéis bien y que podáis seguir bien. ¡Cuidaos mucho, y gracias por leer! 😊❤️


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro