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7

—Qué bien huele. No sabía que usábamos este suavizador para las sábanas—sonrío aún con los ojos y. cerrados poniendo la sabana sobre mi nariz

—Oye si estás despierta levántate ya.

¿La voz de un hombre en mi cuarto–me siento de golpe y pongo la mano en mi cabeza algo dolida. Le miró tapar su cara con una mano rápidamente.

—¿Evans?—estoy confundida—¿Por qué tapas tus ojos?

Él alza su otra mano y con su dedo me señala. Sigo el trayecto de este hasta que...

—¡Aaaaahhhhh!—me tapo con la sabana hasta el cuello—¡¿Qué hago desnuda?! ¿Me tocaste?—siento algo raro en mi intimidad, no duele solo es raro y muy leve—¿Qué me hiciste?

—Ja ahora resulta que yo te hice—aun con los ojos tapados me lanza un pomo a la cama—Es medicina, bebelo. Te ayudará con el dolor de cabeza.

—Esta no es mi habitación—miro alrededor, pienso—pero me suena.

—Este apartamento me lo ofreció tu padre. Es normal que "te suene".

—Y volviendo al tema—tomo el pomo—Puedes mirarme por cierto—agrego y él quita tu mano para cruzarse de brazos y mirarme—¿Cómo es que llegué aquí y terminé desnuda?

—Bueno es una larga historia—arquea una ceja recostándose al marco de la puerta.

Luego de beber un poco del pomo lo dejo en la mesita de noche a mi lado. Levanto un poco la sábana y miró si alimentos traigo ropa interior. Me sonrojó con todo y tapo en un flash mirándole, él se ríe y aprieta sus labios mirando a un lado.

—Creeme, no tuve que ver con eso.

—No me jodas. ¿Por qué rayos estoy vistiendo un boxer?

—Otra larga historia—me mira y luego cierra sus ojos respirando profundo mientras sobre su frente—Resulta que después de la ducha vino la parte más odiada de la borrachera.

—¿Cuál?

Y me contó con estas mismas palabras:

(Recuerdo)

Al salir del baño fui por ropa limpia. Un pulober, short...de repente ella grita. Me asusto y corro al baño, la encuentro con un pomo de shampoo en la mano. Resulta que no gritaba, cantaba "Alive" de la cantante Sia.

—Joder y yo asustándome—reviro los ojos y me acerco, abro la puerta de cristal y le lanzó la toalla—Sale de ahí ya.

—Oye Evans, que estoy en medio de un vídeo clip no me lo arruines que después salgo horrible—dice y continúa.

—Si, hermoso...cantas igualito que la cantante original.

—Gracias mi público—dice inclinándose y la muy idiota se mete la cabeza contra la pared. Confundida pone la mano en su frente—Oigan hay que ampliar más el estudio.

—Que estudio ni nada. Esto es un baño y estás en la ducha.

—Director mi manager me grita—se pone triste—de seguro fue él quien puso esta pared aquí.

Miró al techo resoplando y vuelvo a mirarla, está llorando.

—Ay Dios. Ayuda.

La saqué finalmente del baño y la dejo en la cama, vistiendo un bata de baño encima de su ropa mojada. Voy por la ropa que escogí para ella y al voltearme...¿adivinen?

La chica estaba bailando y mirándose al espejo se comienza a quitar la bata de baño y veo que comienza a bajar su shorts. Eso se supone que es un baile erótico, ay por favor que desastre.

—Sky, detente ya. Todavía estoy aquí.

—Evanssss.

Sonríe ampliamente. Su shorts está por las rodillas y ahora se ve toda su ropa interior. Tiene dibujos de perritos animados, por cierto.

—Estaré afuera, porfavor cámbiate rápido.

Salí y fui a la cocina. Pongo a calentar un poco de agua para hacer un té para mí. Ella me está alterando y no me gusta enojarme. Tomó una botella de plástico con agua fría del refrigerador. El té lo preparo rápido y lo dejo a un lado para darle tiempo. Han pasado varios minutos y no escucho nada, eso me preocupa. Tal vez este dormida, eso es lo que pensé antes de abrir la puerta pero luego...

—Ay Dios mío—abro mis ojos sorprendido, miró el suelo lleno de ropa mía, camisas y...¿eso son mis boxers?

Una de las gavetas, donde guardo mi ropa interior para ser exacto está hecha un lío. La niña traviesa lleva puesto uno y camina por todo el cuarto tarareando para ella, ¿está modelando?. Ella se gira a mi y tapo mis ojos.

—¡Sky ponte ropa ahora mismo!—le hablo fuerte ordenándole.

—Este es mi cuarto así que... nope.

—¿Tu cuarto?—me doy cuenta que alucina además.

No tengo de otra más que ir a ella y tratar de no mirar sus senos expuestos. La tomo de los hombros y ella me mira a los ojos.

—Esos ojos—dice adormecida.

—Despierta ya—la lanzo a la cama—O mejor dicho, duérmete ya—tomo la sábana y la tapo hasta el cuello.

—No quiero dormir—dice parpadeando varias veces costando le tener los ojos abiertos por más de cinco segundos.

—Tienes que hacerlo o sino viene el hombre del saco que se lleva a los niños que se portan mal.

Ella me mira seria de repente y yo quedo esperando por su reacción. Bueno por lo menos no cree que exist...

—¿Entonces es cierto que existe ese tipo?—luce asustada.

No puedo con ella. Es impredecible.

—Duerme conmigo y si viene le dices que no me porte mal que me deje aquí.

Qué tontería.

—¿Pero te vas a dormir?

Ella asienta llorosa. No es la forma en que quería hacerlo pero por lo menos se dormirá. Ella se hace un lado y me acuesto a su lado sobre las sábanas mirando el techo.

—¿No tienes frío?—su voz es baja y casi un susurro.

—No.

Si le decía que si tendríamos que compartir y ella estaba semidesnuda. Ella bosteza una y otra vez...no he podido ocultarlo y termino bostezando igual. La miro parpadear lento, vuelve de igual forma pero no llega a abrir sus ojos más de la mitad, otro parpadeo y está vez no los abre más...¿Se durmió?

—Por fin.

(Fin del recuerdo)

Río a punto del ataque al corazón.

—Termina de desayunar—dice sirviéndose un vaso de jugo de naranja y lo pone en la mesa.

—Deja que se me pase la risa—digo casi sin aire—¿En serio hice todo eso?

—Ja, ¿pensaste que había terminado?

—¿Pasó más?

—Bueno...eso...mejor termina tu desayuno—ha evadido mi mirada quiero saber qué pasó después.

—Ay pero sigue contando, me gusta reírme de mi misma.

Él bebe de su vaso y hace un gesto "ya me voy cuenta".

—Te llevaré a tu casa. Debo ir al hospital. Apresúrate.

—¿No me harás los exámenes y análisis hoy?

—No. Anoche bebíste y te embrigaste. ¿Te olvidaste?—toma una servilleta y seca su boca—El hígado tan sólo es capaz de metabolizar 0,12 g/l de alcohol en sangre cada hora.

—Me acabaste de hablar en chino.

—Mínimo 19 horas o 20 talvez. En fin...tres días serán más que suficiente. Te haremos los exámenes en tres días.

—Ay no.

—Ay si—me contradice poniéndose en pie y toma todo de encima de la mesa y le miro lavar y organizarlo todo. Por último lava sus manos y toma las llaves junto a sus cosas—Vámonos.

Debo decir que fue agradable desayunar mientras me contaba todo lo que pasó anoche. Es increíble cómo no me acuerdo de nada. Al menos el según me contó es todo un caballero, no me hizo nada ni se aprovechó.

Estamos en el auto y le miró mientras maneja centrado. Cada gesto que hace, su forma de girar el volante o andar en la caja de cambio. Cada jodida cosa que hacía me encantaba, sus ojos, su ceño frucido.

Él me mira y abro los ojos, me tomo de sorpresa observándole y babeando.

—No quiero que vuelvas a beber, ¿me oyes?—asiento automáticamente—Eso espero. Bájate, estamos en tu casa.

Giro la cabeza al otro lado. Tan rápido, no me di cuenta.

—Oye Evans...

—No me llames así, dime doctor Evans.

—Oye Evans—repito y él pone los ojos en blanco "no pretende pelear"—¿Dormimos juntos anoche?

—Obvio que no. Luego fui a la sala y dormí en el sofá.

Vaya, esperaba que dijera que si. Bueno...me despido y me alejo del auto caminando hacia la reja de dos metros de alto–Creo que la sensación que sentí fue producto de mi imaginación por estar nerviosa.

Luego de alejarse pisé el acelerador a todo. Miré por el retrovisor como entraba y la perdí de vista cuando doble en la próxima calle.

¿Qué si dormimos juntos?...Hubiera ocurrido algo que no debería si seguía a tu lado.–me siento enojado de solo pensarlo.

Suena un celular y lo saco del bolsillo de mi pantalón. Descuelgo y pongo el altavoz.

—Buenos días Evans.

—Hola

—Estoy llegando...dice el conductor que solo son 5 calles. Nos vemos—colgamos a la vez.

Estoy a una calle, por lo menos estaré a tiempo.

Luego de estacionarme entro al hospital y camino rápido llegando a los elevadores. Me doy cuenta que va a demorar así que voy por las escaleras de emergencia. Tengo que subir lo más rápido que puedo y llegó al tercer piso. Todos están caminado de un lado a otro y yo voy con el objetivo de entrar a la consulta que me asignaron para trabajar acá.
Ahí está mi bata y la tomo para luego salir corriendo otravez pero no me veo obligado n la necesidad de tomar Blas escaleras. Espero el elevador que me lleve hasta abajo.

—Doctor Evans.

¿Ahora quién?–pienso de mala gana y miró a una enfermera, una de las que me ayudaba ayer a buscar a Sky.

—¿Cómo fue ayer? ¿La encontraste?

—Emm, si lo hice.

—¿Por qué no la trajiste?—me doy la vuelta al escuchar la voz a mis espaldas.

—Verónica. Bueno es que...es complicado hablar de eso ahora—sobo mi nuca.

Las puertas del elevador se abren y entro. Verónica también entra y miró que tiene en sus manos unos documentos.

—Después quiero saberlo todo—murmura cerca solo para que le escuché yo y asiento a la vez que trago en seco.

Al llegar al lobby camino hasta la puerta y no la veo. De repente un taxi se detiene delante de mí. Nos miramos a través del cristal y ella sonríe ampliamente. Abro la puerta por ella y esta sale para ir directo sobre mi.

—Kathya.—la abrazo sin querer hacerlo pero debo corresponderle.

—Te extrañe tanto.

Se aleja de mi. Miro sus ojos verdes y cabello rubio recogido mostrando unos pendientes finos. Viste con un vestido ajustado como siempre y tacones altos.

***

Estamos caminando hacia la oficina del presidente. Tocó la puerta y este no permite la entrada.

—Señor Yensky.

—Que agradable verle doctor Evans—se pon en pie y estaba reunido con alguien más—Te presentó al doctor Otto, el no trabaja aquí es solo una visita pero estudiamos juntos en la escuela de medicina.

Miró al hombre que claramente Iguala su edad y extiendo mi mano para saludarle con respecto.

—Un gusto conocerle.

—Entonces tu eres ese chico prodígio del que tanto se habla. Tengo colegas que me han hablado de ti, el doctor Yensky es uno de ellos.

—Bueno aquí me tiene para servirle en lo que necesite.

—Se que estás ocupado justo ahora. El caso de Stella Kung Yánez, la princesita—dice sonriendo.

—Si—sonrío avergonzado y no sé porque siento de repente un poco de dolor de cabeza. Recuerdo a la mujer detrás de mí.—Señor Yensky quería presentarle a alguien. Ella es Kathya Di Santi, quién faltaba del equipo.

—Señorita Kathya—se acerca y ella extiende su mano para saludarle—o doctora Kathya, ¿cómo prefiere que le llamen?

—Como sea está bien.

—Sea bienvenida y como le dije al doctor Evans, puede sentirse libre de trabajar en nuestras instalaciones.

Kathya es una mujer que siempre causa buena impresión con solo ver si aspecto. Es dos años mayor que yo pero luce mucho más joven. Será porque su pelo que aunque ahora está recogido en realidad llega a su cintura. Sus ojos verdes siempre resaltan por el maquillaje. Sus labios son finos. Su sonrisa es bonita y su cuerpo...en fin, toda una mujer.

Ella firma su parte del contrato. En el que se ve obligada a cumplir con las normas establecidas de este hospital. Trabajará conmigo en la misma consulta. También he recordado lo que pasó aquella tarde del accidente, Kathya ha pedido tener esa libertad de poder operar y atender a otros, no solo a Sky. Me pareció genial.

Estuvimos hablando los cuatro por un buen rato. Fue bueno porque me sentí más cerca del señor Yensky y el doctor Otto también me resultó de agrado. Kathya me miró por un momento y me di cuenta que quería salir de aquí.

Nos despedimos y salimos, para entonces ella bosteza.

—Debes estar cansada. Fueron ocho horas de vuelo. Vamos al apartamento para que puedas descansar cómodamente.

—Si—tomo la maleta y ella solo lleva su bolso. Estando de camino en el elevador ella rompe el silencio—Evans, ¿no tenías que ver a esta chica hoy? Stella.

—Ayer ocurrió algo. Yo mismo le pedí que viniera en tres días.

—¿Tres días? ¿Qué ocurrió?

—Bueno...

No puedo decirle lo que pasó realmente.

—Ella es algo....especial. Ya la conocerás.

—Pero cuéntame, ¿cómo es ella?

—Una niña rebelde y fastidiosa—murmuro medio enojado de recordar.

—¿Qué has dicho?

—Una niña decente y cariñosa...eso dije—sonrío forzadamente.

Estornudo.

—¿Me escuchas lo que te digo?—dice Nina en frente de mi.

—Que si te escuché. Tuve que salir porque tenía sueño...o es que quieres ver a tu amiga durmiendo en la calle como una desquiciada y me recojan para llevarme a un manicomio.

—Igualita a tu madre...ya te inventas te la peli.

—Tenía que salir a alguien—levanto mis hombros aceptando el hecho.

Se abre la puerta y miramos a la vez a la profesora entrando y pidiendo que todos fueran a su sitio. Nina se voltea sentándose correctamente y miro a mi lado discimuladamente. Es Ty, quién quita sus audífonos sin que la profe lo note.

Aún me siento incómoda por lo que supe sin querer.

—Sky—puedes leernos el primer frangmento.

—¿Que ha dicho?—arqueo una ceja.

—Que leas pendeja. Solo lee—susurra Nina enfrente de mi.

—¿Qué página?—le susurro y la profesora golpea su mano escritorio!—Ah, que susto—doy un salto.

Mi corazón aún está sano, no me asusté asípienso y en ese momento Nina me pasa su libro discimuladamente.

Comienzo a leer y no sé porque me siento rara. Tocó mi lado de mi abdomen y paso la mano. Me detengo al darme cuenta que no es un dolor de estómago. Tomo mi mochila y disculpándome con la profesora corro saliendo del salón. Continúo corriendo hasta el baño y tomó el frasco de pastillas y lo meto una pastilla a mi boca con desesperación.

Bebo de mi pomo de agua y me quedo sentada en el suelo, no me muevo. Tocó mi cabeza, siento un leve dolor y eso debe ser por beber anoche.

El dolor no se va pero con los minutos siento que pasa. Recuerdo mi cabeza a la pared y tocó mi abdomen donde el dolor ya se esfumó pero...rompo en llanto de repente.

¿Por qué? Pues porque estoy muriendo. El dolor es insoportable y quiero que termine. ¿Para que aplazarlo? He perdido la cuenta de cuántas veces he llorado. Ya no quiero hacerlo más, ya no más.

—¿Por qué me tienes aquí? ¡Dios, si ya escribiste mi muerte porque no simplemente haces que termine de una vez!—hablo enojada entre lágrimas.

Escucho es sonido de la campana, todos deben de estar saliendo para ir a almorzar o...venir al baño. Joder y yo así.

Me pongo en pie rápidamente y seco mis lágrimas cuando miro chicas entrando. Tomo mi mochila en el suelo y corro afuera.

Saliendo del baño me topo con la profesora que estaba en el salón, la misma de la que escapé.

—Acompañame—ordena pero al notar que no está enojada, lo que es normal conmigo, voy tras ella. Llegamos a la enfermería.

—¿Qué hago acá?—pregunto anonadada.

—Gisell cariño, examina a Sky.

—Estoy bien.

—Pero salíste de esa manera. Debió dolerte algo.

—No me dolió nada estoy perfectamente bien.

—Aun así...todos lo sabemos...—miro como desvía su mirada a un lado mostrándose apenada.

—Y no me importa que lo sepan—siento que puedo gritarle pero mejor trato de controlarme—No quiero que ninguno me sienta lástima. Yo soy conciente de la situación por la que pasó, mucho antes de que ustedes me señalaran como la Sky desastrosa.—miro a la doctora—Me siento perfecta.

Salgo a paso apresurado y sin rumbo para ser exacta. Mirando mis pies pisar el suelo choco el hombro con alguien, vuelvo a chocar con alguien más.

—¡Sky!—escucho una voz conocida de un chico y me detengo. Sus pisadas rápidas me indican que está corriendo.

—Ty—digo alzando mi rostro y él nota mis lágrimas.

—¿Por qué lloras?—niego con la cabeza—Oye te estábamos buscando, vamos por algo de comer y beber—asiento.

Caminando junto a él noto la mirada de algunos puesto en mi. Me hace preguntarme si todos saben, espero que no. No quiero decirle a Nina y Ty, tanto tiempo guardando ese secreto.

—Sky, te noto tensa. ¿Quieres decirme?

Niego con la cabeza mirando al suelo. Nunca me había mostrado así de vulnerable antes. Siempre camine con la frente en alto, ¿que me está pasando ahora?

Pasamos por la puerta y en el comedor se escucha la voz de todos. Alzó mi cabeza y noto que comienzan a callar y me miran. Todos los ojos sobre mi.

—¿Por qué no me lo dijiste?—Escucho y miro a Nina, sus ojos están húmedos, estaba llorando—¡Habla Sky!

—¿De, de qué hablas?—mi lengua se traba por un segundo.

—Eres tan mala amiga Sky—es voz, es Mel. Me volteo para verla a mis espaldas y pasa por mi lado entrando al comedor. La sigo con la mirada y se para junto a Nina—¿Cómo es qué no le cuentas tus cosas a tus mejores amigos?

—No entiendo—mis palabras salen tan bajo y tal vez todos piensen que pueden humillarse justo ahora.

—Yo lo escuché—sale una chica de entre todos los que me miran—Ese hombre se lo dijo a la doctora Gisell. Estabas enferma de Ami...no sé qué.

—¿Es cierto, qué vas a morir?—dice Nina comenzando a llorar.

—¿Sky?—miro a Ty a mi lado y su cara me asusta. Ojos tristes, ceño frucido mostrando condición, mandíbula tensa como cuando estás enojado.

—Yo...

Mel comienza a presionarme, me dice a gritos que responda, me insulta diciéndome mentirosa y mala amiga.

No sé qué me pasó. Salí corriendo de ahí con todo. No sé con cuántos choque pero corrí. Lloré mientras lo hacía y secaba cada lágrima mientras pensaba a dónde me dirijo.

Escucho a alguien llamarme y ni idea de quién pudo ser. Corrió por los pasillos y me ví abriendo una puerta donde hay una escalera. No sé a dónde rayos lleve porque nunca he venido, pero siempre hay una primera vez. Subí las escaleras y subí dos pisos, comienzo a cansarme pero veo una puerta cerrada en lo último. No está con llave, solo tuve que girar la manija y abrir.

Es la azotea del edificio. Camino mirando nada a mi alrededor y lo encuentro perfecto para desahogarme y llorar. Dejo mi mochila caer al suelo y lo mi rostro al cielo. Siento los rayos de sol en mi piel, calentando de forma suave, el aire es fresco y se siente bien. El silencio, eso lo necesitaba.

Sobo mi nariz y tomando mi mochila camino conociendo el lugar. Hay cajas enormes donde dentro siento sonidos raros, deben ser generadores o cosas así. Hay varios de ellos.
Me acerco al muro de un metro y medio y veo todo el terreno que abarca el parque trasero. Muchos están allí sentados haciendo lo que acostumbran.

Me entristezco. No importa lo que mire, lo que acaba de pasarme no se me olvida por conocer un lugar nuevo. Mi labio tiembla y tengo que morderlo para ser fuerte pero...imposible.

Rompo en llanto cuando esa pregunto volvió a mi memoria:

¿Es cierto, vas a morir?

Su mirada, Dios esa mirada...justo lo que no quería. Me siento tan mal, mi corazón duele y se me hace sentir basura. Caigo de rodillas y luego me siento en el suelo. Dejo mi mochila de lado y miró una esquina. Se ve acogedor y no da el sol. Con mis rodillas y manos me acerco gateando. En ese rincón me siento segura y me siento para abrazar mis rodillas y llorar. Nadie me ve, nadie puede decirme nada aquí.

***

Escucho la puerta abrirse con fuerza.

¿Quién está ahí?–alzo mi cabeza y seco mis lágrimas. Veo una sombra, hay alguien más.

—Joder—miro a mi lado dos cajas de metal enormes y entre ella una pequeña separación. Corro a esconderme justo ahí.

Si me ven acá puede que sea muy problemático. ¿Quién puede ser?–pienso y me doy cuenta de mi mochila–Mierda lo olvidé por completo.

No escucho pasos o alguien hablar. ¿Será que se ha ido?. Salgo despacio mirando donde había visto la sombra y me pongo en pie sacudiendo mi trasero. Llegó hasta mi mochila y me inclino para tomarla pero me quedo inmóvil. Por la posición en que se encuentra el sol a lado veo una sombra, escucho sus pasos hasta detenerse. Está detrás de mí.

—¿Tú solo sabes volverme loco o qué?

Me volteo rápidamente muy sorprendida de verle, está agitado como si hubiera corrido kilómetros.

—¿Qué haces aquí?

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¿Qué te va pareciendo está historia?

Una vez más te doy las gracias por leer y espero que la estés disfrutando porque ese en mi objetivo. Qué disfrutes y pases tu tiempo entregenid@.

Besos para todos porque les quiero.

Shira

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