17. 3/3
Salió el sol a la mañana siguiente y Stella fue a ver a su doctor, allí ella recibió una buena noticia:
—Puedes volver a casa la próxima semana. He hablado con tus padres y dijeron de estar aquí en unos tres días.
Volverá a casa y eso es bueno pero...no vería a Lybia. ¿Cuando la volvería a ver?, ¿la próxima semana tal vez?
Stella volvió al cuarto y entró entusiasmada, vio a su compañera de cuarto aún acostada. Estaba de lado y no veía su rostro pero al notar que está se movió acomodando la sábanas para cubrirse más pensó que estaba despierta.
—Lybia, iré a casa la próxima semana. Pronto terminan las vacaciones y tenemos que hacer algo divertido antes de...—se quedó inmóvil al no escuchar una respuesta—¿Lybia?
Se acercó y bordeó la cama hasta llegar a ver su rostro. Estaba sudando y arrugaba su nariz y frente, se abrazaba y aferraba a la sábana como buscando calor.
—Ey, ¿estás bien?
Al abrir sus ojos sus pupilas eran pequeñitas y Stella tocó su mejilla. Al sentir su temperatura tan alta alejo su mano.
—Estas muy caliente Lybia.
—Sky...no m siento nada bien.
—¿Dime qué sientes?
—Duele...todo...duele.
Lybia quería ir al baño pero no podía apenas caminar. Decía que sus rodillas dolían, sus tobillos. Bueno, todo en realidad.
—Toma mi mano.
—Creo...que necesitaré más que una mano—se le sentía al hablar como el aire que respiraba no le era suficiente.
Stella se acercó para abrazarla y juntas fueron al baño. Dejo a su amiga sentada junto a la taza y está estaba muy decaída.
—Iré por ayuda—dijo para salir corriendo.
Al salir no tardó ni tres minutos en encontrar a alguien. Doctor o enfermero a ella no le importaba eso, solo quería que vieran el estado de Lybia r hicieran algo. Volvieron devuelta y este hombre al entrar primero noto a Lybia en el suelo. Tenía vomito en su ropa, suelo y convulsionaba un poco. Stella grito su nombre asustada y este la tomo para llevarla a su cama y presionar el botón rojo.
—¿Estará bien?
—¡Niña aléjate! Ahora vendrá más ayuda.
Y así fue. La ayuda llegó en un minuto mientras que Lybia temblaba inconsciente.
Tomaban su pulso y quitaron su mano ropa para sucia. Apartaron a Stella y al hacerlo está choco su espalda con alguien más.
—Chiquita.
—Verónica—dijo llorando—¿que le pasa?
—Salgamos para da aquí para que ellos puedan tener más espacio.
Apenas pasaron a través de la puerta Stella se detuvo. Quería quedarse cerca. Realmente no quería ir lejos pero Verónica no la dejaría parada junto a la puerta. También tenía que dijeran algo que ella pudiera escuchar y la entristeciera.
—Acompañame a buscar unas cosas y volvemos.
Ella aceptó acompañarla pero algo la quería mantener cerca de Lybia. Por un momento pensó que algo le decía que no fuera, que debía estar con ella, pero confiaba en que su amiga era fuerte y mejoraría como las veces anteriores.
Verónica se quedó conversando con una de sus compañeras de trabajo. Quería hacer tiempo para retrasarse y así al volver todo ya había terminado y no asustar a Stella.
Pasaron unos pocos minutos y la desesperación la consumía.
—Verónica, ya quiero volver.
—Deja que busque unas cosas y...
—No soy tonta. No es algo importante de seguro. Vamos ahora o saldré corriendo tras Lybia.
Verónica sabía que ella sería capaz. No es la primera vez que escapa y hace lo que quiere.
—Esta bien. Vamos.
Stella toma la mano de la morena apresurando su paso y al doblar el pasillo ve a lo lejos acercarse una camilla que salía del cuarto. Detuvo su paso y cuando pasaron por su lado rápidamente ella alcanzo a ver claramente quien estaba en esa camilla.
—¡Lybia!—se asustó y miro a Verónica mientras su amiga era llevada con urgencia—Verónica ¿A dónde la llevan?
—Ve al cuarto iré a preguntar.
Fue la hora más larga de toda su vida. Verónica llegó con un rostro algo...apenada de decirle.
—¿Cómo está?—preguntó preocupada.
—Lybia a empeorado su condición. Me temo que no estará en este cuarto...por un tiempo.
—Pero ¿por qué?
—Tuvo una crisis fuerte y fue llevada a terapia intensiva. Allí la cuidarán todo el día y durante la noche.
—¿Estará sola?
—Si.
Stella sabía que a Lybia no le gustaba la soledad. En su interior algo se removía y no la dejaba tranquila.
—¿Puedo verla?—Verónica negó—¿Al menos visitarla un par de minutos al día?—volvió a tener una respuesta negativa.
***
Stella camina de un lado a otro. No quiere estar sentada a esperar. Han pasado tres días y solo sabe que Lybia está en igual condición.
—Esto me está matando.
Algo tenía que hacer, salió del cuarto pero antes tomó su celular y audífonos. Puso música y fue al parque. Allí estaba sentada en una banca mirando al edificio del ala A de pediatría. Sabia que su amiga eataba en algun lado ¿pero dónde?
Pauso la música y vio unas estudiantes pasar frente a ella. Le surguo la idea de preguntar dónde era la sala de terapia intensiva del ala A y estás le dieron la dirección.
Stella trato de recordar y siguió por dónde entendio pero...
—Maldición. Este hospital es un laberinto pero voy a memorizarlo.
Ella entró en un lugar repleto de enfermeras y enfwrmeros doctores y doctoras caminando de un lugar a otro y Stella quedó totalmente cogelada. Uando vuo un carte encima de una puerta ancha. "Terapia intensiva".
—Lo encontré. ¿Aquí está Lybia?
—Niña ¿qué haces aqui?
Un enfermero se acercó y junto a él una doctora.
—No puedes estar aquí—dijo la doctora.
—Solo quiero ver a alguien.
—Perdona pero no puedes...
—Al menos dígame cómo esta ella se llama Lybia y hace tres días la ingresaron aquí, en terapia.
—Si se quién es—responde la doctora y el enfermero vuelve a su trabajo—Ella esta delicada pero estable.
—No puedo verla.
—Me temo que no, deberias irte antes que alguien con un caracter mas fuerte lo haga.
Por lo menos se había encontrado con alguien amable, algunos tienen mal carácter por las horas de trabajo, el estrés y las otras cosas que vienen en el paquete como médicos.
Stella obedeció y volvió. Recordó el camino y llegó a su cuarto cabizbaja. Pateo la plata de la cama frustrada y se dejó caer de espaldas en el colchón.
—Tan cerca y tan lejos.
Pensaba que podía hacerlo en la noche, escapar como solía hacerlo con Lybia. Sería la primera vez que lo hace sola.
Llegó la noche en un abrir y cerrar de ojos. Stella tomo dos botellas de agua y sonrió al pensar imitar a su amiga. Ahora sería el momento perfecto y salió de su cuarto sigilosa. Miró el pasillo a ambos lados y corrió de puntitas hasta doblar en la esquina y sabía que al fondo junto a los elevadores había una mujer.
Ella lanzó el pomo y tapó su boca evitando ser escuchada al reír. Aquella enfermera pensaba que vivía una peli de terror en vida. Stella corrió y fue por las escaleras hasta el primer piso. Al salir habían trabajadores
—Bien ahora sí estoy jodida.
No se le ocurría nada pero si Lybia estuviera con ella ¿qué hubiera hecho?
Las personas estaban conversando entre si pero igual podían verla, si salía corriendo o caminando igual llamaría la atención.
—Me da igual, ya me las arreglaré.
Stella salió como cohete y atravesó el lugar. Claramente la vieron y gritaron que de detuviera y Stella obviamente aceleró más todavía y salió por la puerta. Se encontraba en el parque y se escondió tras un árbol. Vió a algunos que la estaban buscando y ella se sentó en el suelo evitando que la vieran. Gateo detrás de los arbustos vio la otra puerta que la llevaría dónde quería.
—Se siente genial romper las reglas—aonrio juguetona. Ya sentía el sabor de la adrenalina.
Pudo entrar por la otra puerta y se escondió tras una columna. Y encima de ella...tachan, una cámara de seguridad.
—Se que no me queda mucho pero no pierdo nada por intentar llegar, si tan solo pudiera verla...
—¡Allí está!
—Uy mierda—abrio sus ojos cuando vio que ianpor ella y salió de su escondite para correr por las escaleras subió al segundo pido y abrió—Uy mierda.
Repleto de médicos de un lado a otro.
—Bien Stella, valiste madres.
Salen detrás de ella quienes la perseguían y la sujetan por la fuerza.
—Sueltenme, yo solo quiero verla.
Otros se acercaron preguntándo qué pasaba. Stella estaba asustada y desesperada pero decía su motivo y dejaba en claro su preocupación. No podía verla y quería hacerlo. Solo decían que estaba bien pero sabe que no lo está, sino ya hubiera vuelto al cuarto con ella.
Pero no le dijeron nada novedoso, "Lybia estará bien", eso decían. La llevaron devielta a su cuarto y advirtieron de no volver a hacerlo. Stella sentía impotencia y estaba enojada, una muy mala combinación.
—
Lybia—pronunció su nombre pensando en ella.
Al otro día. Tocaron a la puerta y Stella ya estaba despierta, se sentó en la cama mirando a Verónica con una bandeja.
—Ay no Verónica—reviró los ojos—No soporto la comida de hospital.
—Entiendo pero debes comer algo. Supe lo que hiciste anoche. ¿Te volviste loca Stella?
—¿Qué parte de quiero verla no entienden?
—Chiquita, ella...está malita justo ahora.
—Quiero verla.
—Sky, no pue...
—Verónica por favor. —le interrumpe—Literalmente ella es lo único bueno que me ha pasado en todo esto...por favor—tomó sus manos rogándole.
—Bueno, está bien. Veré que puedo hacer.
Esas eran las palabras que Sky quería escuchar y sonrió agradecida.
***
Quedó parada totalmente inmóvil. Mirando el picaporte y su mano se movió lentamente, giro de este y entró con temor. Tenía dudas en poner un pie dentro, pero quería hacerlo así que respiro profundo. El frío penetraban por sus poros de su piel y sentía hasta mis huesos. Era una sensación escalofriante.
Ese sonido...bip, bip, bip...lo único que se escucha.
Sky vió a su amiga acostada. Estaba despierta, sus ojos estaban puestos o n vista a la ventana. Detalló su condición física, tenía una mascarilla de oxígeno. Máquinas a cada lado. No tenía idea de para que era cada una pero dejó de preguntarse sobre eso.
—Lybia—llamo por su nombre y está tan solo movió sus ojos de forma débil. Se notaba la perdida de vitalidad que solía tener.
—Sky...¿qué haces...aquí?—apenas le entendía y tomaba aire con cada palabra.
—Verónica fue quien habló por mi y... aquí estoy—se acercó a paso lento algo incómoda. ¿Qué podía decirle?
Noto en su antebrazo un catéter que conectaba a una bolsa de suero. Sujetó su mano con cuidado de no moverla demasiado en caso de que le doliera.
—¿Cómo te sientes?—acarició sus nudillos.
—Bien...y...mal.
Sky sonríe leve y toca su mejilla.
—Estás fría. Te taparé un poco más.
Tomó la sábana y tapó hasta su pecho.
—Tengo...sed.
Sky tomo agua y le ayudó. Cuando hubo bebido el agua tosió un poco. Su amiga temía que le doliera y la ayudo a ponerse cómoda en su cabeza.
—¿Sabes? Tengo ganas de comer esas gambas que comimos la otra vez.
—Puedo llamar para conseguirlas por ti.
—Perfecto pero...no creo que pueda...comerlas y...no me dejes... sola ahora. Odio estar...sola aquí.
Sky miró su mano volviendo a tomarla y mordió su labio entristecida. Lybia noto esa expresión y ella conocía su realidad, estaba bien si su miga quería saber lo que fuera.
—¿Quieres decirme algo, cierto?
Asentó apenada y miró sus ojos decaídos con ojeras notables y oscuras. "¿Que se siente estar aquí?", le pregunto tratamudeando. Tenía muchos temores justo ahora: lastimarla físico o emocional de era lo que más predominaba.
—¿La verdad? Horrible. Me siento... fatal.
—Pero tranquila, ocurrirá un milagro y despertarás de esta pesadilla—quería animarla, de alguna forma sacarle una sonrisa pero...
—No hay milagro, Sky. Está es...mi realidad. Moriré y siento...que cada vez está más cerca.
—Se siente triste escuchar eso de ti—Sky sentía tristeza, mucha. Quería sujetar fuerte su mano.
—Sky. Eres la única...y mejor amiga...que he tenido.
Lybia cierra sus ojos y arden un poco a causa de esas lágrimas que comenzaban a formarse. Era duro pero tenía que aceptarlo. No le quedaba mucho tiempo, no sabía cómo, pero lo sabia.
Sky toca su mejilla y no fue posible contener sus lágrimas. Su amiga estaba tan delgada, tenía ojeras y un cuello fino, sus manos tan delgadas como una persona anciana y deteriorada.
—No quiero—Sky muestra una actitud optimista pero esas lágrimas no podía esconderlas de todas maneras—No es justo. Eres tan joven. Tienes que ir a la universidad, tener amigos, enamorarte y vivir tanto...
—Hazlo por mi. Voy a desearte suerte desde donde quiera que esté.
—Lybia. Odio esto...no me gusta nada. No mueras.
Sky ya no podía reprimir ese temor. Sus manos temblaban sujetando la de Lybia. Lloraba, quería ser ruidosa pero aún así se aguanto, tenía miedo por su amiga. Quien la miraba solo con una expresión débil, no sabía que quería exactamente con mirarla.
Lybia dejo caer un par de lágrimas y su respiración era algo difícil para ella, por suerte tenía esa máscara de oxígeno.
—No mueras Lybia—dijo ahogada en su propio llanto silencioso. Su amiga solo le sonrió.
—Te deseo... muchas cosas...lindas Sky. Tú eres un cielo...de persona.
—Lybia—Sky apretaba su agarre. ¿Por qué se sentía aún más aterrador?
—Sky...yo...te quiero...mucho.
—Yo más Ricitos de Oro.—su voz fue quebrantada nuevamente por el llanto.
Su amiga que miraba sus ojos dejo de moverlos. Sky no entendía.¿Por qué la miraba así, que quería? El pitido de la maquila se extendió yeso la hizo estremecer por el miedo. ¿Qué pasa? Miró el pecho de su amiga detenido, no se expandía y encogida como hace unos minutas
Sky detalló como aquellos ojos estaban literalmente desenfocados a un plano como si mirar más allá de ella.¿Detrás? Se volteo rápidamente y no había nada, pero, ¿y si lo hubiera? no puede verlo.
Aterrada miró la mano que aún sujetaba a su amiga. La soltó. Retrocedió llorando y cayó al suelo tropezando con sus propios pies, tan asustada. Pensaba que la muerte iría luego por ella.
—No, no...nooooo—gritó y a pesar de estar su espalda contra la pared ella seguí queriendo retroceder. Ese pitido sonaba sin detenerse y tapó sus oídos con fuerza.
La puerta se abrió de golpe y Sky tapó su rostro llorando ruidosa.
—No quiero morir. Noooo. No vengas.
¿Qué pensaba ella? La muerte.
Sky sentía que unos brazos la sujetaban y gritó descontrolada agitando sus manos golpeando lo que fuera o quién fuera. Eran una enfermera y un enfermero que trataban de ponerla en pie para llevarla fuera, pero se les deficultaba. Ella realmente estaba temblando y no abría sus ojos, completamente aterrada de ser la próxima.
Apareció Verónica y corrí arrodillándose a su lado, la llamo varias veces por su nombre y la abrazo fuerte. Esto solo hizo que dejará de gritar, pero continuaba temblando y llorando, la abrazaba aún más fuerte de lo que aquella mujer lo hacía.
—Tranquila chiquita.—trataba de hacerla sentir segura pero la que está en sus brazos repetía en murmullos bajos "no quiero morir".
¿Qué paso luego? Stella fue obligada, a la fuerza, a ir a su cuarto y de camino ella se ponía muy difícil. Terminaron por sedarla y así fue como lograron calmarla. La llevaron dormida de vuelta a su cuarto.
Al deapertar en la tarde casi siendo de noche todos aquellos bellos recuerdos desaparecieron de golpe y solo tenía aquella imagen de su amiga muerta.
Verónica la escuchaba gritando y pasaba las noches con ella.
—Chiquita tienes que calmarte.
—Pero se fue...—dice llorando desgarradamente—...por un momento la tenía tomada de la mano y al minuto siguiente su mano soltó la mía... ella murió así...de repente, sin mas, sin un aviso...Lybia...
La mujer la abrazó y Stella lloró hasta que se cansó de hacerlo y se quedó dormida.
Semanas y meses sin poder dormir a menos que fuera a base de medicamentos. Pasaron los años y solo tuvo que aprender a vivir con ello olvidando aquella horrible imagen y la reemplazo por los buenos momentos que pasaron juntas.
***
Presente.
Estaba todo oscuro a mi alrededor.
—Sky—escuche y me di la vuelta luego de haber reconocido esa voz.
La miré, tenía su pelo rizado como cuando la vi por primera vez y me sonrió hermosamente como solía hacerlo.
—Que grande estás. Wao—estaba asombrada de verme.
Sonreí y caí arrodillada. Ella tomo mi rostri y me abrazo, mi cabeza coincidía casi con su pecho.
—¿Lybia? ¿Realmente eres tú? Te extraño ¿sabes?
—Sky vive.
¿Cómo sabía lo que realmente hay en mi? Lo que guardo tan en el fondo.
—Da igual. Si voy a morir ¿para qué tener esperanza? Ninguno puede salvarme. Se acabó. Solo espero poder ir donde tu estás.
—No digas eso. Vive y disfruta cada momento porque son un regalo.
—No tengo motivos para aferrarme a este mundo.
—Ya vendrán. Espera y vive cada momento.
Sentía su mano en mi cabeza sobándome suave y abrí mis ojos lentamente. Ese techo no es el de habitación ¿Estoy en el hospital? Miro a mi lado a la mujer que me ha acompañado mas que mi propia madre.
—Verónica.
Ella era quién tocaba mi cabeza.
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Ahora conoces su pasado y la razon de muchas cosas de su presente.
¿Qué crees que pasara en el futuro?
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