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Quiero aclarar que en este capítulo habrá mucho cambio de tiempo, pueden ser semanas, meses o años.

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Narrador omnisciente.

Sky tenía 6 años.

-Hija, tu padre y yo tenemos que hablar contigo.

La pequeña de ojos cafés y pelo negro largo a mitad de su espalda estaba sentada en el suelo, se volteó a mirar a su madre parada en la puerta.

-Mamá estoy terminando un dibujo para el abuelo.

Era algo sumamente importante para ella y no podía en absoluto dejarlo a medias. Tenía todos sus colores en el suelo y hojas por doquier. La madre estaba algo indecisa esa tarde y caminó para sentarse junto a la pequeña Stella.

-¿Qué es eso exactamente?

-Abuelo me dijo una vez que cuando era joven y estaba con sus amigos le gustaba ir a la playa, dice que hace mucho no va así que le pinto la playa para que la vea más seguido.

La sonrisa conmovió a la mujer vio cuanto empeño le ponía a su obra de arte.

Pero ella necesita hablar con su hija.

Fue paciente e incluso la ayudó para acortar el tiempo. Rara vez la madre estaba en estos momentos de juego con su hija y a pesar de que a la pequeña no le gustaba que estropearan su dibujo, la dejo, por tener ese recuerdo juntas.

-Terminamos mamá-tomo la hoja y sip saltos riendo, también dió vueltas-se lo enseñaré.

La madre la siguió y vio a Stella trotar como aquellos animados que ve tan seguido. La madre abrió la puerta y el cuarto tenía las luces bajas, el abuelo dormía.

-Abueloooo-ella entró escondiendo la hoja a sus espaldas y el anciano abrió sus ojos-Te tengo un regalo....cierra tus ojos por favor.

El abuelo le sonrió conociendo de sus pequeñas travesuras. La abuela entraba justo en ese entonces y en sus manos una bandeja que contenía la comida de su esposo.

-Pequeña Stella no alteres al abuelo.

-A ver...enséñame esa sorpresa que me tienes-su voz era ronca, temblaba y era débil, le costaba hablar a causa de su falta de aire.

Ella mostró su dibujo por fin y el anciano abrió sus ojos sorprendido y luego sonrió. Tomó aquella obra hecha por la niña entusiasmada que tenía a su lado.

-Hermoso Stellita. Deberías de ser pintora cuando seas grande-dijo la abuela.

-No gracias es muy estresante y me duele el trasero de estar sentada tanto rato-contoda esa sinceridad que emanaba hizo reir a todos.

No faltó el abrazo y un beso enorme cargado de mucho cariño. La persona que más quería contentar era a su abuelo. Su abuelo estaba enfermo luego de un infarto no volvió a ser el mismo. No caminaba, apenas hablaba y también ya tenía una edad muy avanzada.

-Hija.-su madre la tomo de la mano-Tu padre y yo tenemos que hablar contigo.

Finalmente la llevó consigo y junto al padre fueron al jardín trasero donde el terreno era enorme. Sus padres se sentaron en frente de ella, mientras que está sentada en la silla sus pies no tocaban el suelo, así que movía sus pies adelante y atrás como un juego.

-¿Recuerdas los exámenes de hace dos semanas?

-Claro mamá, eso fue luego de que mis pies me dolieron-la madre asienta con la cabeza en afirmación.

-Sobre eso...tienes que saber...-la madre trago saliva forzadamente y respiro hondo guardando las lágrimas que querían formarse-Volverás al hospital...

-¿Por qué?-preguntó inocente.

La mujer miro a su esposo y este entendió que debía ayudarla a decir lo que tanto se le dificultaba.

-Stella-el padre tomo sus manos-Te han diagnosticado de una enfermedad-la niña frució el ceño, no entendía nada-iremos al hospital para que puedan curarte y luego esa enfermedad se irá de tu cuerpo.

-Pero yo no me siento resfriada-dijo alzando sus hombros.

La madre saliendo de su asiento se acercó a ella y puso su pelo tras ambas orejas.

-Cariño no es un resfriado pero tenemos que ir al hospital. Te prometo que nada de lo que te hagan va a doler, por cierto ¿te acuerdas de aquella enfermera?

-Si-sonrió ampliamente-la que me dijo princesa.

-Ella va a estar también, quién por cierto su nombre es Verónica.-al decir eso fue detonar las ganas de que ella quisiera volver a verla, pues la última vez Stella quedó con ganas de seguir jugando.

Pasaron días y todo pasó cómo los padres le habían dicho. Su pequeña y única hija tenía que estar en el hospital. Le hicieron una serie de exámenes, algunos tuvieron que repetirlos por no salir correctamente y terminó siendo una semana agotadora para la pequeña Stella.

Por fin estando en el cuarto a solas con Verónica todo un día tranquila:

-¿Por qué no me haces tus trenzas?-preguntó a la morena.

-Chiquita si te hago trenzas cómo está puedo lastimar tu fino y hermoso cabello.

-Pero quiero tenerlo así como tú.

La insistencia terminó rindiendo a la mujer y la pequeña sentada en la cama dándole espacio para que la enfermera se sentará detrás de ella. Un rato después.

-Me duele la espalda-dijo pasando su mano y la mujer tras ella sonrió.

-Casi termino, solo falta una.

La puerta se abre y entra la madre con la abuela. Ambas se sorprendieron. Aquella niña siempre tenía su cabello suelto porque así le gustaba y verle llena de trenzas las hizo extrañar.

-Hola mamá, abuela. ¿Qué les parece?

-Estás hermosa pero pensé que te gustaba tu cabello suelto.

-Si abuela pero hay que cambia el look un poquito de vez en cuando. Verónica y si le haces las trenzas a mi abuela...

-No creo que se vea como tú.

-Oye yo soy una vieja sexy-se indigna en juego.

-¿Sexy?-pregunta la niña.

-Guapa-le traduce Verónica.

-Aah-impresionada y asombrada, luego cae en cuenta-Espera...¿guapa?

Mira a su abuela y todas se rien. Para Stella lógicamente tener la cara arrugada y el cabello canoso no era nada sexy, guapa o como más se diga.

Esa tarde la niña fue con la doctora que la atendía y sus padres estaban con ella sentados a cada lado.

-Se llama Amiloidosis. Es una enfermedad que hiere algunos de tus órganos-se dirigió a la Stella.

-No entiendo mamá-los ojitos cristalinos miraron los de la mujer a su lado.

-Las "células malas" atacan tus "células sanas" y la doctora ayudará a que esas "células sanas" no se dejen vencer tan fácilmente.

-Eso es bueno.

Stella entendió rápido y sabía ahora que debía dejarse tratar para poder sanar. Pero sus padres no le decían lo más importante, alarmante y a la vez aterrorizante.

Pasaron semanas y entonces comenzaron con el primer tratamiento. Sus padres pensaban que mejoraría, tenían esa fé de que su hija sanaría. La doctora cada vez les explicaba más a fondo de la situación de Stella y decir en lo que terminaría los tenía con mucho temor. Solo estaba en sus manos alargar la vida de la pequeña.

Estaban devastados. Recordaron cuando apenas se habían casado quisieron tener su familia pronto pero tardaron meses, años. La madre debía de obtener un tratamiento para poder tener el embarazo tan deseado.

Sus planes eran unos pero el destino decidió cuando debería de ser. Cuando no le daban tantas vueltas al tema y se centraron en sus trabajos comenzaron los síntomas. No lo sabían hasta que llendo a su consulta habitual de fertilidad fue cuando la noticia les sorprendió. Estaba embarazada por fin y meses después celebraron la venida de su bebé. Luego supieron algo lamentable y era que la bebé nacida era un milagro; si, era un milagro porque ella no podía tener hijos. Quedaron en parte tristes por esto pero felices por su milagro llamado Stella.

***

Habían pasado meses luego del primer ingreso y los resultados no mejoraban como quería pero al menos la condición de la pequeña no empeoraba.

-Lo siento mucho pero no puedo sanar a Stella como ustedes esperan-le dijo la doctora a la pareja que estaba muy esperanzada rompiendo sus ilusiones-La Amiloidosis no tiene cu...

-¡¿Cómo puede decir eso?!-la señora se altera entristecida y su esposo la toma de la mano-Tal vez puede que hoy no tenga cura pero mañana sí puede.

-Cariño-el hombre a su lado llamó su atención y al verla llorando destrozada la abrazo consolándola.

El hombre conocía claramente el dolor de su esposa pero actuaba fuerte para ser el sosten de la mujer que tanto amaba y no verla derrumbada por completo. Sabía cómo apoyarla en todas las situaciones y momentos.

Volvieron a casa luego de cuatro meses intensos de ingresos y visitas al hospital.

Stella no era solo esa bebé que tanto desearon sino que se esforzaron mucho por traerla al mundo. Así que los padres lucharía y pagarían lo que fuera por ver a su hija totalmente sana.

***

Volvieron a casa.

Stella decidió que quería ir a la escuela, sus padres le preguntaron si estaba segura de eso y esta respondió que solo quería esforzarse. Entonces asistía a clases mientras sus padres no tuvieron descanso en buscar soluciones, doctores que pudieran resolver su problema.

-¡Cariño!-colgando el celular fue corriendo el esposo con su mujer y contento la abrazo repentinamente, tomándola de los hombros la separo para mira sus ojos-El doctor Ángel, ¿te acuerdas? el padre de mi colega Edgar...pues él conoce a un buen doctor que trata con pacientes diagnosticados de lo mismo.

La mujer abrió los ojos sorprendida y salto sobre él alegre. Tendrían que viajar pero pensando que no sería en vano.

-Stella nos iremos de viaje-le dijo a su hija.

La niña cada vez entendía menos de una cosa pero más de otra. Cómo era tan confuso para ella simplemente no le tomaba mucho interés dejándose guiar por sus padres.

***

Una tarde a solo dos días de tomar el vuelo.

El abuelo estaba sentado en su silla de ruedas, la abuela le daba de comer una frutas frescas mientras miraban a su nieta dando vueltas, ¿Bailando tal vez? Solo ella sabía porque daba vueltas y eso la divertía.

¿Se cansó? pues claro, no podía dar vueltas por una hora, ni siquiera por cinco minutos o tres. Cansada cayó al suelo y cruzó sus pies mirando a su abuelo que le sonreía.

-Abuela-la llamó volviéndose confundida y tenía muchas preguntas en su cabecita pero solo formuló una-¿Por qué mamá y papá quieren llevarme a ver a otro doctor?

-Bueno pequeña porque este doctor es mucho mejor.

-Pensé que todos eran iguales y sabían lo mismo.

-Creeme que en algún momento todos pensamos lo mismo pero luego te das cuenta que no. La medicina cambia por día prácticamente y se descubren cosas. No todos los doctores tratan las mismas enfermedades.

-Me gusta ser doctora. Cuando les veo con esa bata blanca se ven como super inteligentes...superhéroes.

***

Dos días después.

Tomaron el vuelo que tomó seis hora y Stella nunca había sentido tanta ansiedad. Era su primer viaje en avión, entre la altura a la que estaba y estar sentada por tanto rato de forma obligatoria eso la tenía ya muy desesperada. Comenzó a llorar porque quería bajarse pero aún restaban dos horas.

Una vez llegaron pasaron la noche en un hotel y a la mañana siguiente sin perder nada de tiempo fueron al hospital. Allí se encontraron con el doctor Ramírez, mismo que tomó el caso de Stella.

-¿Usted me va a sanar?-preguntó la niña a aquel hombre maduro de ojos pardos.

-Eso intentaremos pequeña. Confía en mí.

Stella asentó y piso su confianza en él. Claro que tenía miedo pero sus padres siempre le prometían que no dolería.

Exámenes y análisis, todo para llegar al tratamiento que necesitaba.

-Su caso no es grave-dijo el doctor a solas con los padre de Stella-Ella puede vivir por muchos años ya que la Amiloidosis que posee es ligera y solo en lugares que no traen la muerte tan rápido...

-Pero queremos que sabe. Haga algo-la madre estaba agobiada.

-Cariño-su esposo tomo su mano y mirando al doctor se mostró preocupado-Por favor haga lo posible.

-Lo intentaremos.

***

Pasaron dos meses y era el cumpleaños 7 de Stella. Ella estaba en el cuarto con un suero.

-O sea que no iremos a ningún lado-dijo cabizbaja-pasaré mi cumpleaños aquí.

-Lo sentimos Stella. Cuando salgas del hospital tu madre y yo prometemos que celebraremos en grande.

-¿Lo prometen?-preguntó secando sus lágrimas. Vió a sus padres asentir con la cabeza.

***

Otro mes más en el hospital y estaban todo igual para Stella. Los padres no estaban conformes y le reprocharon al doctor Ramírez.

-Dijo que la sanaría-le gritó la madre de la niña entre lágrimas desesperada y su esposo le detuvo.

-No dije que la sanaría sino que lo intentaría. Señora Beatriz usted busca un Dios no un doctor.

-Lo sentimos doctor Ramírez.

-Nos iremos de aquí-la mujer sentenció-Son unos inútiles.

El doctor se sintió ofendido y el esposo de esta mujer la tomo de la mano llevándola donde estuvieran a solas.

-Beatriz te estás pasando de la raya.

-Tomás ¿cómo puedes estar calmado?

-Stella está bien. No está muriendo...

-¡Si lo está!-está romper en llanto y su esposo le abraza.

-Entiendo por lo que pasas. Yo también me siento desesperado pero tenemos que pensar en nuestra hija. Si ella nos viera así no la pondría mejor.

En ese momento suena el celular de Beatriz y mira que es su madre. Al tomar la llamada queda en shock con la noticia repentina. Ahora deberían volver de todas maneras.

Stella no sabía que ocurría pero cuando llegar a casa vio a su abuela entristecida pero feliz de verla la abrazó.

-¿Abuela?-su nieta correspondió su abrazo pero sabía que algo pasaba-¿Donde está el abuelo?-miro a los ojos de su abuela y está negó con la cabeza cabizbaja.

-Abuelo ya no está aquí Stella. El abuelo está en el cielo ahora.-la abuela dijo acariciando la cabeza de la pequeña.

-¿Entonces no puedo ver el mar como tanto quería?-Stella miro a sus padres quienes negaron cabizbajos. Eso la entristeció mucho.

Esa misma noche la niña estaba en su cuarto, acostada en su cama. Sus padres ya la habían ido a ver y darle las buenas noches.

¿Entonces el abuelo no está? ¿Que quiere decir? ¿No le volveré a ver?-pensba dándole muchas vueltas hasta que cerró sus ojos y se quedó dormida.

***

Los padres tuvieron que volver a su trabajo luego de un año y la abuela quedó con Stella. Ella retomó las clases y ella algo difícil pero iba poniéndose al día.

Al volver a casa siempre llamaba a sus padres que aunque estuvieran ocupados se tomaban unos minutos para saber de su hija. Así pasaron los meses y los padres no dejaban de buscar doctores, rechazaron a muchos.

Una tarde cuando Stella regresaba de clases se encontró con aquella morena. La enfermera que extrañaba por como la trataba y se llevaban tan bien.

-¡Verónica!-recordo su nombre y corrí hasta ella para abrazarla.

-¡Hey! Hola chiquita-beso su cabeza y la abrazo de vuelta.

-¿Qué haces aquí?

-Tus padres. Ellos nos contactaron y pidieron que nos ocuparemos de ti.

-¿Volveré al hospital?

-Me temo que si pero solo por unas semanas.

-Otra vez-se entristeció y bajo sus hombros.

-Ánimo princesa. Mañana vendré por ti-la niña le sonrió.

***

Stella durmió muy bien, todo normal. Estaba amaneciendo cuando ella comenzó a moverse de un lado a otro y otra vez.

Abrió sus ojos y quiso sentarse por algo comenzaba a doler. Ella se retorcía y salió de su cama para ir al baño. Estando allí nada pasaba pero seguía doliendo así que pensó en ir donde su abuela.

Bajo las escaleras lento y comenzaba a llorar porque no podía enderezar su espalda o dolía más en su estómago.

-¿Señorita Stella qué le ocurre?-una empleada pasaba y la vio claramente dolida y se cerco a ella.

-Mi abuela-dijo sollosando y apareció otra empleada quien al ver lo que pasaba fue por su abuela que estaba como cada mañana en el jardín trasero regando las plantas.

Cuando llegamos la abuela Stella estaba aún en los escalones llorando y aquella empleada no se había ido de su lado. La anciana corrió a ella y su nieta la abrazo llorando.

-Tranquila llamaremos a Verónica para que venga por ti.

Y si pasó.

******************

Los padres de Sky se desesperan y es normal. Su hija tiene una fecha límite de vida que les parecía injusto

Sky ha sido valiente y a sabido cómo actuar aún confundida, siendo una niña tan amable.

Muchos meses de tratamiento y luego otros sin ser atendida. Los padres no se daban cuenta de algo. Talvez su ignorancia no les dejaba ver y el desespero les hacía tomar malas decisiones.

La podré pequeña está sufriendo las consecuencias. Eso me parece más injusto todavía.

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