Tormenta
Tessa
Me encontraba tirada descuidadamente sobre el sofá viendo una tonta película de comedia y comiendo palomitas cuando escuché mucho alboroto en la sala principal. Rodé los ojos y ni siquiera me molesté en ir hacia allá para ver qué sucedía cuando logré identificar las voces de Nathan y Sebastian, todo era un caos desde que este último llegó. Mi tonto primo de 22 años que estaba empeñado en seguir el camino de locura que habían trazado mis hermanos mayores. Los tres tenían una especie de teoría conspirativa que afirmaba que la madre de Dylan era responsable de la muerte de mi madre y de dos de mis tíos, incluyendo al padre de Sebastian. No podía creer que la madre de alguien tan atento como Dominik haya sido capaz de semejante cosa.
Suspiré soñadoramente recordando los hermosos momentos que viví con él...
Esta noche era la vencida. Pensé mientras admiraba lo bien que me quedaba la ropa interior combinada que me había comprado Stephano y que consistía en un sostén color rojo vino con encaje y unas pequeñas bragas del mismo color. Aunque honestamente me resultaba un poco repugnante y sospechoso que ese psicópata con mirada pervertida me comprara algo tan sexy y provocativo. Solté mi largo cabello castaño y lo removí un poco dándole una apariencia algo descuidada y salvaje. Miré el reloj en la pared, eran casi las doce de la noche por lo que Dominik no tardaría en venir a dormir.
Me tiré en su cama y busqué la posición perfecta para cuando entrara y me viera. Me acosté de lado de frente hacia la puerta apoyando mi cabeza en una mano. Aquella pose no duró mucho, no pude resistir y enterré mi cara en sus almohadas aspirando su olor.
—¿Otra vez, Tessa? —dejé de respirar y solté lentamente la almohada con el rostro ardiendo, cuando miré hacia la puerta me encontré con Dominik allí parado con una ceja arqueada y mirada algo cansada.
—E-Estaba... e-estaba... ¡calentándote la cama! E-Estaba muy f-fría y no q-quiero que t-te enfermes... —dije rápidamente la primera estupidez que cruzó por mi cabeza, él soltó una risita y miró con algo de molestia el pomo de la puerta, el cual tenía el cerrojo dañado permitiéndome entrar siempre que quisiera a su habitación.
—Gracias pero creo que puedo hacer eso yo solo —respondió dejando libre el camino hacia el pasillo, una clara invitación a que me fuera, hice un puchero viendo sus alucinantes y hermosos ojos grises. Me mordí el labio admirándolo de arriba abajo. Dominik era todo un Adonis.
Alejé disimuladamente las sábanas de mi cuerpo para que me viera mejor, pero él ni siquiera apartó la mirada de mi rostro. Fruncí el ceño pero luego sonreí gatunamente.
—¿Por qué no me miras? Sabes que no podrás resistirte... —dije en un sensual susurro mientras me levantaba de la cama y caminaba hacia él, aquello lo hizo soltar un pequeño suspiro. No me consideraba una chica fea, no tenía los senos tan grandes pero sí poseía un buen trasero, que resaltaba aún más por el color rojo de la ropa interior.
—Me atrapaste, no puedo resistirme a tus encantos, ahora... si me disculpas, quisiera dormir... —murmuró con burla adentrándose en la habitación y pasando completamente de mí, lo observé con los ojos entrecerrados. Él me ignoró y sentándose en la cama se sacó los zapatos.
—Aun no me has mirado... —respondí acercándome lentamente a él, Dominik finalmente me miró de arriba abajo con tanto detenimiento y atención que me quedé paralizada. Mi corazón bombeó con mucha intensidad. ¿Finalmente caería? Esta era la sexta vez en la semana que me metía en su habitación, las otras veces me rechazó sin piedad.
—Te he mirado, Tessa, no soy ciego. Pero no hay nada en ti que me resulte atractivo sexualmente hablando ni en ningún otro sentido amoroso. Ya te lo he dicho antes... no tienes que llorar, de verdad no eres tú... soy yo... —las lágrimas salieron automáticamente de mis ojos en cuanto noté que en su mirada realmente no había ningún interés cuando vio mi cuerpo, ahora él me observaba con un poco de incomodidad. Sintiéndome como una tonta salí corriendo de su habitación y después de esa escena comprendí que sin siquiera conocerlo, nunca podría compararme al rubio de ojos verdes que tenía su corazón.
Me entristeció que nunca le hiciera caso a mis insinuaciones pero también me enamoró más la gran lealtad que tiene hacia aquel afortunado rubio. Lo envidiaba más que a nada en este mundo y después de conocerlo esta mañana lo comprendí todo. Cameron era hermoso, parecía un ángel caído del cielo aunque solo físicamente ya que su personalidad era todo menos angelical. Pero me alegraba que Dominik fuese feliz con alguien que le correspondía su amor. Él era una buena persona y merecía la felicidad. Por eso haría todo lo que sea necesario para cuidarlo de mi demente familia.
Mi sobrino Nathan entró en la sala interrumpiendo mis pensamientos y se acercó a mí con cautela, me reincorporé rápidamente al ver el miedo en sus ojos azules. Era uno de los pocos que seguía teniendo sentido común en esta familia. Él tiene 17, solo era un año menor que yo así que aunque era mi sobrino siempre hemos tenido una relación más parecida a mejores amigos. En esta casa vivía con él y con su hermano mayor, Abel, ambos eran hijos de Mick. Aunque mis hermanos también pasaban mucho tiempo aquí así que prácticamente vivíamos todos juntos.
Antes de conocer a Dominik ya sabía sobre la obsesión de mi hermano con los Brown y sobre su patética idea de que Dylan era su hijo perdido. Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver, y Mick era la personificación de aquella frase. Su tóxico enamoramiento por Celine lo ha llevado a engañarse a sí mismo. Siempre tuve un mal presentimiento con respecto a mi hermano, aunque me trataba como una reina nunca pasé por alto ciertos comportamientos sospechosos en él. Como que siempre, antes de irse a dormir, se quedaba viendo fotos de Dylan y de su madre. Nathan y yo descubrimos el mural de fotos que tenía de aquel chico, por esa razón no dudé de las palabras de Dominik cuando me contó todo lo que ha tenido que pasar su familia a causa de mi hermano.
—Tenemos que hablar... Sebastian fue a ver a Dylan y habló con él en el juego que tenía hoy—me susurró el rubio de ojos azules después de sentarse a mi lado luciendo demasiado tenso, me puse en alerta. Yo había ido al juego de esta mañana y en ningún momento vi a Sebastian. De haberlo hecho le hubiese advertido a Dylan que debía tener mucho cuidado con él.
—Vamos a mi habi...
—¡QUIERO QUE LOS REUNAS A TODOS AHORA MISMO! —me callé de golpe cuando Mick entró en la sala hecho una furia, detrás de él venían Sebastian y algunos de los matones que tenía por supuestos guardaespaldas. A mi parecer, mi hermano trataba inútilmente de imitar a Robert Brown, pero más bien parecía una copia china de aquel poderoso y rico hombre. Nathan y yo nos miramos con temor. Mick se veía bastante sudado y sofocado, como si hubiese corrido por dos horas. —Tienen a Julien, esta es la guerra —masculló mirándonos con frialdad, tragué duro. ¿Tenían a mi otro hermano?
—¡¿Cómo pasó eso?! —preguntó Nathan sorprendido, Mick se acercó a él y sin mucho esfuerzo lo agarró bruscamente por la camisa levantándolo un poco del suelo, me quedé estupefacta.
—No te hagas el tonto, sé que lo sabes todo —murmuró con rabia dejándome fría. Nathan empalideció. Todo este tiempo había fingido no saber sobre la obsesión de su padre con Dylan, sabía que era muy probable que Mick ya supiera que estaba haciéndose el ignorante. Supe que esto no acabaría bien cuando Nathan comenzó a reírse como desquiciado.
—Eres un demente, nos has arrastrado a todos a esta maldita vida. Todo lo que le pase a Julien va a ser tu culpa y de nadie más, violador de mierda. Debí matarte desde que mi madre desapareció, siempre supe que la habías asesinado y por eso te he odiado toda mi vi... —un puñetazo directo en la cara interrumpió a Nathan, ahogué un grito y todos miramos con horror como Mick comenzaba a golpear a su hijo sin piedad. En sus ojos se veía un profundo desprecio.
—¡Detenlo! ¡Va a matarlo! —le grité con fuerza a Sebastian al ver cómo Mick descargaba su furia. Sebastian ni siquiera se inmutó, en cambio se alejó un poco para hablar por teléfono con mucha calma. Lo miré con la esperanza de que estuviese pidiendo ayuda o algo así.
—Dice mi tío que reúnas a todos los hombres. Lleva a Abel a un lugar seguro, todo será esta noche... —ordenó él mirándome ahora con desdén. Caminé con rabia hacia Mick y traté de alejarlo de Nathan.
—¡No te metas en esto, Tessa! —gritó él levantándose del piso luego de haber apaleado a su hijo que ahora tenía todo el rostro rojo e hinchado, noté con horror toda la sangre que le salía de la boca.
—¡Eres un maldito animal! —le grité de regreso a mi hermano mientras golpeaba su pecho, él me miró fríamente y me lanzó al sofá con rabia. Me quedé helada. Esta era la primera vez que me trataba de esa forma...
—Ustedes dos, están conmigo o contra mí... —dijo mirándonos con molestia mientras se arreglaba la camisa ahora arrugada. Miré a Nathan, el pobre rubio estaba tirado en el piso llorando en posición fetal, sentí su rabia y su impotencia. Cuando iba a acercarme a él para socorrerlo Mick me agarró por un brazo con fuerza. Ya no podía reconocerlo, en sus ojos se veía lo desquiciado que realmente estaba.
—Prefiero morirme antes que estar de tu lado... —miré boquiabierta a Nathan cuando masculló aquello levantándose a duras penas del piso. El agarre de Mick en mi brazo se aflojó un poco, él miró a su hijo directo a los ojos.
—Tú y tu hermano solo fueron errores. Mi único y verdadero hijo jamás me decepcionaría tanto como tú —respondió mi demente hermano soltándome bruscamente. La expresión de Nathan fue una mezcla de dolor y burla hasta que se fijó en un punto detrás de nosotros y su magullado rostro pareció haber visto un muerto. Seguí su mirada y mi corazón dolió al ver allí parado a Abel, su hermano mayor quien ahora se veía horrorizado. Mick ni siquiera lo miró pero lo escuché maldecir en voz baja.
—¿Entonces es cierto? ¿Todas esas locuras que me contó Nathan sobre ti son ciertas? ¿En serio crees que mi compañero Dylan Brown es tu hijo? —preguntó el pelinegro con tristeza, sus ojos se llenaron de lágrimas. De todos los que vivían en esta casa, el único que amaba a Mick de verdad era él.
—Sal de aquí, Abel —se limitó a responder Mick justo cuando un grupo de seis hombres entraron en la sala.
—¡No me moveré de aquí hasta que me des una explicación! —exclamó valientemente mi sobrino mientras las lágrimas inundaban su rostro, Mick lo miró con exasperación y le hizo una señal a uno de sus hombres quien luego procedió a inmovilizar a Abel y se lo llevó fuera del lugar mientras él se quejaba y pataleaba.
—¿Te digo algo? Dylan no es tu hijo de verdad, pero si lo fuera, te odia tanto que sé muy bien que preferiría ser huérfano de padre antes que ser llamado tu hijo... —soltó Nathan de repente con un tono venenoso, abrí los ojos como platos.
¿Quiere morir esta noche o qué? Mick no dijo nada, solo lo miró en silencio. Si las miradas mataran ya me habría quedado sin sobrinos. Pero lo que él dijo es una realidad, y creo que aunque sea muy en el fondo de toda su locura, Mick lo sabía. Dylan lo odiaba y Celine ni se diga.
—Viviré tranquilo sabiendo que la única persona que te importa en esta vida te desprecia tanto o más que yo —dijo por último el rubio mientras caminaba hacia la salida. Los cinco hombres de Mick se pusieron en la puerta evitando que saliera, ellos miraban a Nathan con molestia. La tensión en el ambiente era palpable, yo estaba sudando de los nervios. Nathan era demasiado valiente o ya no le importaba nada más. Mick miró a su hijo y después de rodar los ojos hizo una seña con una mano para que lo dejaran marcharse, suspiré de alivio cuando lo vi finalmente salir de este infierno.
—¿Y tú Tessa? ¿También vas a traicionarme? —devolví mi atención a Mick cuando preguntó eso alzando una ceja, rechiné los dientes con fuerza. Yo también deseaba irme de aquí y olvidar que toda esta locura estaba sucediendo... Pero no lo haría, no hasta averiguar qué rayos planea hacer mi hermano. No podría irme tranquila sabiendo que Dominik o alguien tan inocente aunque algo fastidioso como Dylan corría peligro.
—No, no me iré de aquí —respondí fingiendo calma mientras me sentaba de nuevo en el sofá, Mick me sonrió encantado, en cambio Sebastian me miró con mucha sospecha, tragué duro. Maldito mocoso. Sí él realmente estuvo hoy en el instituto de Dylan, es muy probable que me haya visto advirtiéndole sobre mi hermano.
No... Si ese fuera el caso entonces yo no estaría aquí ahora mismo. Sin duda Mick me hubiese mandado a Japón por la traición.
—Perfecto. Nuestro hermano nos necesita —dijo él sobándose las manos y mirando ahora a sus secuaces, sonreí forzadamente. Al sentir mi teléfono vibrar lo saqué y sentí mariposas en el estómago al ver un mensaje de un número desconocido.
"¿Tessa?". Sabía que era Dominik, mi instinto me lo decía. Me mordí el labio inferior para no sonreír. Aunque me parecía un poco extraño que estuve como loca tratando de contactarlo y justo hoy que estaba sucediendo todo esto él mismo me escribe. Probablemente quiere saber si estoy bien o algo así...
"¿Quién es?". Pregunté haciéndome la desentendida, no pude evitarlo y sonreí. Guardé mi celular rápidamente y le presté atención a Mick cuando lo encontré mirándome mal.
—Como seguía diciendo... hoy es el día que hemos estado esperando. Les recuerdo qué es lo que vamos a hacer. La prioridad es recuperar a Julien pero si hay oportunidad disparen a matar a todos menos a Dylan y a Celine, a ellos debemos capturarlos...
Traté de mostrarme impasible al escuchar aquello ya que Sebastian seguía con los ojos puestos en mí. Los hombres lanzaron un grito de guerra o algo así, no podían negar que eran unos salvajes. Pero aquello era un suicidio. Ellos eran siete sin contar a Sebastian... Y solo el padre de Dylan tenía como diez guardaespaldas para él, esos más los que estaban con Dylan y Dominik o los que estaban en su mansión... Sí, era un suicidio colectivo.
—¿Qué hay de Valentín Sokolov? —preguntó uno de los hombres con el ceño fruncido, arqueé una ceja. ¿Y ese quién es? Los rostros de los demás cambiaron al escuchar ese nombre, no sé si fue idea mía pero pasaron a lucir algo nerviosos. Mick resopló y se encogió de hombros restándole importancia.
—Valentín solo manda a sus lacayos ineptos a hacer sus cosas mientras él se esconde en Rusia con la cola entre las patas, lo de hace un rato fue un golpe de suerte, nos tomaron desprevenidos, pero ahora iremos con todo —respondió él con convicción devolviéndole la confianza al grupo y al parecer logró su acometido ya que todos se veían más seguros.
Miré confundida hacia las ventanas al escuchar el ruido de varios autos y motocicletas afuera, la sonrisa maquiavélica de mi hermano me asustó. Evité mostrar mi temor cuando unos diez fornidos hombres entraron en la sala riendo y hablando con un tono de voz bastante elevado, los observé saludar a mi hermano. Me abracé a mí misma cuando las miradas lujuriosas de algunos se posaron en mí. Noté que la mayoría tenían los ojos rojos, probablemente estaban drogados. ¿De qué cueva sacó a esos cavernícolas? Me pregunté fijándome en los bates con clavos que traían algunos.
Debo advertirle a Dominik.
Mientras Mick hablaba con los hombres saqué mi celular y con las manos temblorosas abrí el chat con Dominik el cual me había enviado un mensaje que solo decía "Ya sabes quién soy".
"Mick tiene a casi 20 hombres reunidos, planea atacar esta noche". Le escribí aquello y se lo envié rápidamente.
—¿A quién le estás escribiendo pequeña zorrita? —solté un grito de horror cuando Sebastian me agarró el brazo con fuerza.
Sentí que se me iba la vida cuando él me arrebató el celular de las manos y leyó el mensaje con una expresión de desprecio.
—¿Quién es este? ¿Por qué estás avisando lo que haremos? ¿Acaso eres una traidora? —me preguntó bajando la voz y mirándome con odio, tragué duro, todo mi cuerpo estaba temblando, miré de reojo a Mick, él seguía conversando con los demás totalmente ajeno a lo que estaba sucediendo. —Mensaje eliminado, sea quien sea no logró ver el mensaje, ahora dime quién diablos es...
—E-Es N-Nathan... e-estoy hablando c-con N-Nathan —respondí titubeando y maldiciendo en mi interior cuando lo vi borrar el mensaje, Sebastian arqueó una ceja y miró nuevamente mi celular.
—¿Y no tienes agregado a tu sobrino favorito? —preguntó con sarcasmo, lo miré mal y le arrebaté el teléfono.
—No tengo que darte explicaciones a ti. Y no soy tan tonta como para traicionar a mi hermano —respondí bruscamente alejando su mano, él sonrió.
—Veremos qué dice él sobre eso... —contestó comenzando a caminar hacia Mick, con la respiración entrecortada me apresuré en borrar todo el chat, también borré el mensaje que le había enviado a Dylan esta tarde. Abrí rápidamente la aplicación de un juego que tenía.
Observé a Sebastian diciéndole algo a Mick al oído. El rostro de mi hermano cambió a uno de incredulidad y algo de dolor, mis labios se secaron cuando lo vi caminar hacia mí.
—Dame tu celular, Tessa —dijo mi hermano extendiendo una mano, se lo di con calma y asesiné a Sebastian con la mirada.
—¿Qué pasa? Estoy jugando —respondí rodando los ojos, Sebastian me miró estupefacto, en cambio Mick se dispuso a revisar mi celular. El peor error de Sebastian fue dejarme con el celular, solo bastó un minuto para deshacerme de toda la evidencia, aparte de que él mismo se encargó de borrar el principal mensaje que me inculpaba. Pero qué más se podría esperar de ese tonto...
—Sebastian dijo que estabas hablando con alguien —comentó ahora mi hermano regresándome el celular y mirándonos, fruncí el ceño haciéndome la confundida, en cambio mi desagradable primo me quitó el celular y comenzó a revisarlo nuevamente.
—¡Yo lo vi! ¡Probablemente borró todo! —contestó desesperado, Mick me miró buscando alguna explicación, resoplé.
—Ese imbécil solo quiere que dudes de mí porque está celoso de que trabajemos juntos contra los Brown. Piénsalo, si realmente tuviese mensajes sospechosos o algo así, ¿por qué no llevarte el celular en cuanto lo vio? No creo que sea tan imbécil como para dejármelo sabiendo que supuestamente puedo borrar todo. Esto es lo que quiere, ponerte en mi contra... —dije con mucha tranquilidad mirando a mi hermano a los ojos y luego a Sebastian como si el traidor fuese él, me dio gusto ver la incredulidad en su mirada sin darle crédito a lo convincente que sonó mi mentira. Mick lo observó con algo de sospecha, luego rodó los ojos.
—Este no es momento para jugar. Vamos a la sala de reuniones —contestó mi hermano regresando a donde estaban sus lacayos. En cuanto se alejó miré con inocencia a Sebastian, el cual parecía querer estrangularme.
—Eres taaaan tonto que me das pena —dije quitándole el celular de las manos y caminando hacia la puerta.
—Sé que eres una traidora, te veías bastante triste después de ese supuesto secuestro, probablemente te gustó ser la perra de Dominik... —contestó él siguiéndome de cerca, apreté las manos en puños y respiré hondo para no abofetearlo.
—Te equivocas... no me gustó, me encantó... —respondí en cambio con una sonrisa, Sebastian empalideció. Me reí. —Anda, ve dile eso a Mick y veremos qué pasa... —lo reté sádicamente sabiendo que no se atrevería a insinuarle a mi hermano que su inocente hermana había tenido algo con su peor enemigo.
Sebastian me miró con asco y salió de la sala chocando mi hombro con rabia, se veía muy decepcionado y molesto. Crucé los dedos deseando que Dominik haya alcanzado a leer el mensaje que le escribí.
Cuando estuvimos todos en la sala de reuniones levanté una mano luego de que mi hermano explicara su plan sobre meterse en la casa de los Brown. Todos me miraron cuando él me cedió la palabra.
—¿No es demasiado arriesgado hacer eso en su propio territorio? Además, ¿no deberíamos dejarlo para mañana? Literalmente muchos de estos hombres se han quedado dormidos al menos cinco minutos en todo este tiempo... —dije pasando la mirada por los delincuentes que me rodeaban, algunos estaban durmiendo y en los rostros de los demás pude notar que estaban de acuerdo conmigo. Pero mis intenciones iban más allá, quería que Dominik y su familia estuviesen bien preparados, además, no quería que se metieran en su casa. No sabiendo que incluso había una bebé recién nacida allí.
—Julien podría estar muerto ahora mismo mientras hablamos —contestó fríamente mi hermano con la mirada perdida, suspiré. Mentiría si dijera que me entristece que ese abusador probablemente esté muerto. Julien me ha hecho la vida imposible desde que nací, siempre me golpeaba y me insultaba por cualquier cosa. —Pero tienes razón, será mejor mañana cuando estemos más descansados... —por un segundo me sentí culpable cuando vi la mirada de complicidad que me dio mi hermano. Pero rápidamente recordé todo lo malo que había hecho, incluso se atrevió a asesinar a la madre de Abel y Nathan, la cual supuestamente había sido el amor de su vida o eso creímos hasta que supimos sobre Celine Brown. Me horrorizó recordar que actualmente estaba casado con la madre de Shelly, una de las compañeras de Dylan. No había caído en la cuenta hasta ahora pero esa señora tenía cabello castaño y ojos grises, tal como Celine...
—Sí, mañana le daremos a Dominik y a su familia lo que se merecen —dije fingiendo estar muy molesta, Mick asintió.
—Se arrepentirá de haberte secuestrado —contestó acercándose a mí, le sonreí un poco cuando acarició mi cabello. Me dolía traicionarlo pero esto era lo correcto, es lo que nuestra madre hubiese querido. Que estas olas de locura tengan un final.
—E-Estaré en mi h-habitación... —murmuré fingiendo un bostezo, Mick me miró a los ojos, por un segundo me pareció ver destellos de tristeza.
—Buenas noches, Tess —susurró dulcemente, me pareció un poco extraño que me llamara así, no lo hacía desde que era una niña.
Sin darle más vueltas al asunto le dediqué una última mirada y caminé hacia mi habitación. Estaba ansiosa por llamar a Dominik. Le haría prometerme que mis hermanos terminarían en prisión y no en cajas fúnebres, si es que Julien ya no estaba en una. Quería que pagaran por lo que han hecho, pero no deseaba que Mick muriera. Rodé los ojos cayendo en la cuenta de que incluso yo había comenzado a llamarlo "Mick" cuando su nombre realmente era Michael.
Entré en mi habitación y tras asegurarme de que la puerta estuviese bien cerrada saqué mi celular y casi grito de frustración al recordar que había eliminado la conversación con Dominik y que no guardé su número en ningún momento.
Quise golpear mi cabeza contra la pared hasta que caí en la cuenta de que todavía tenía el número de Dylan. Le agradecí al cielo que solo había borrado la conversación de esta tarde. Sin perder el tiempo lo llamé sin importarme que fueran prácticamente las cuatro de la mañana. Esto no podía esperar.
—¿Secuestrada? —me quedé estupefacta al escuchar la voz de William Collins, el director del instituto donde estudiaban Dylan y mis sobrinos.
—¿Por qué tienes el celular de Dylan a estas horas? —pregunté pícaramente sabiendo la respuesta. Supe que había algo entre ellos desde que los vi juntos esta mañana, además de que William también sabe que Dominik me secuestró. Lo posesivo que lucía el director con respecto a Dylan fue lo que terminó por delatar lo que sospeché.
—Porque se lo quité esta mañana en el instituto —respondió él sarcásticamente, rodé los ojos.
—Necesito hablar urgentemente con Dominik —dije sentándome en la cama, William suspiró.
—¿Cómo se encuentra Julien? —preguntó maliciosamente confirmando lo que había dicho Mick. Ellos tenían a mi hermano.
—¿Ustedes van a poner un negocio de secuestros o algo así? —quise saber con curiosidad.
—Tus hermanos merecen más que un secuestro... —murmuró fríamente haciéndome tragar duro. No pude refutar sus palabras.
—Tengo que hablar con Dominik, esto es un asunto de vida o muerte —contesté comenzando a molestarme un poco, escuché a William a lo lejos hablando con Dylan.
—¿Y qué... qué quiere? ¿Qué la secuestren otra vez? Está muy loca... —resoplé cuando escuché a Dylan decir esas cosas con voz muy somnolienta, me levanté y comencé a caminar de un lado a otro cuando escuché murmullos ininteligibles.
—Te estoy escuchando, genio —contesté con fastidio sabiendo que debía estar hablando mal de mí. Mis mejillas se calentaron. En realidad no me molestaría que Dominik me secuestrara otra vez...
—Sí, llévaselo... —casi suelto un suspiro de alivio cuando finalmente Dylan dijo aquello. Me mantuve en la línea por aproximadamente dos minutos.
—Tessa, vi tu mensaje —comencé a temblar cuando oí la voz tan masculina y fría de Dominik.
—Dominik, perdona que te moleste a estas horas. Tuve que borrar tu chat perdiendo así tu número, llamé a Dylan para comunicarme contigo. Mi hermano planea atacarlos mañana, iba a hacerlo hoy pero lo convencí de que mañana sería mejor... —dije mirando al piso, me sentí orgullosa de que mi voz no titubeara. Dominik suspiró y yo lo imité imaginando que lo hacía a pocos centímetros de mi rostro y que podía oler el fresco aroma de su enjuague bucal de menta y eucalipto.
—¿Por qué tuviste que borrar nuestra conversación? ¿Estás en peligro? —sonreí al escuchar sus preguntas. ¿Cómo no amarte si te preocupas tanto por mí?
—Sebastian y mi hermano casi descubren que te estoy ayudando, por eso lo hice —respondí mirando con algo de temor la puerta.
—Tessa... creo que tu hermano ya te descubrió... —cuando Dominik dijo aquello con cautela sentí que mi cuerpo se volvía de hielo.
—¿Q-Qué? —pregunté en un hilo de voz.
—Tu hermano te mintió, no va a dejar su ataque para mañana... —agregó haciendo que se me entrecortara la respiración. Eso no era posible. ¡Yo misma lo escuché cuando lo dijo delante de sus hombres!
—E-Estás equivocado... —susurré deseando que así fuera. Pero Dominik casi nunca se equivocaba.
—Me temo que no. Trata de resguardarte en un lugar seguro y gracias por avisarme.
—Espe... —la llamada se cortó antes de que pudiese decirle algo más.
Salí corriendo de mi habitación y en cuanto lo hice unos brazos me rodearon por la cintura deteniéndome. Era uno de los delincuentes de mi hermano.
—¡¿Qué crees que haces?! —grité con fuerza, él me miró mal sin soltarme. Le clavé los dientes con fuerza en uno de los brazos liberándome así de su agarre. Corrí sin mirar atrás hacia la sala donde antes había estado y sentí que mi corazón abandonaba mi pecho al ver que estaba vacía...
Dean
Me di una cachetada para salir del estado de aturdimiento en el que había entrado al escuchar a Vladimir tocar la puerta. No tenía cara para abrir y verlo a los ojos, no sabiendo las cosas horrorosas y vergonzosas que acabo de soñar con él...
—Dean, solo quiero saber si estás bien... —lo escuché decir al otro lado de la puerta, me rasqué la nuca. Probablemente escuchó el gran grito de terror que solté cuando desperté.
—¡Estoy bien, no te preocupes! —exclamé sentándome en el piso, tenía todo el cuerpo ardiendo. Esta era la primera vez que tenía un sueño de ese tipo con alguien que no fuese Robert, la última vez que soñé con él fue hace años.
—¿Seguro? ¿Puedes abrir la puerta? —me tensé ante sus preguntas, él ya sonaba un poco más lúcido. Si me veía la cara probablemente no tardaría en descubrir lo que había pasado. No respondí. —Yo... quiero disculparme contigo, no debí traer a esas mujeres... —solté un suspiro, por un segundo había olvidado a las mujeres con las que tuvo sexo hace un rato. Quizás aquello realmente me molestó porque estaba celoso...
—No tienes que disculparte por eso, eres libre de hacer lo que quieras —contesté levantándome y abriendo la puerta, ambos pusimos caras de terror cuando al abrirla, su cuerpo, que había estado recostado de ésta, cayó sobre mí. Solté un quejido cuando mi cabeza hizo contacto con el duro piso.
—Perdón, perdón, no pensé que abrirías —se excusó rápidamente levantándose y ayudándome a pararme, lo miré mal. Él me sonrió con algo de diversión pero rápidamente se puso serio al ver que no me causaba gracia. —Como te dije antes, de verdad quiero que me perdones por las cosas que tuviste que ver hoy... —dijo bastante avergonzado, hice una mueca. Me fijé en que su cabello estaba mojado. Probablemente se bañó con aquellas mujeres.
—Y yo te dije que no me importa, es tu vida, haz lo que quieras... solo déjame dormir —respondí fríamente dejándolo algo asombrado, por alguna razón mis ojos se llenaron de lágrimas mientras nos mirábamos fijamente.
—A pesar de todo lo que has vivido sigues siendo un niño, nunca debiste ver eso ni nada de lo que experimentaste con Robert... —sus ojos color miel me miraban con algo de lástima, no dije nada cuando me abrazó, me quedé petrificado mientras pensaba en sus palabras llenas de razón.
—Tú y él no son tan diferentes después de todo, y ahórrate tu lástima que no la necesito —dije alejándome, aquello lo tomó por sorpresa y me pareció ver que incluso lo ofendió un poco, cosa que disimuló rápidamente con una pequeña sonrisa forzada.
—Es triste que pienses que nos parecemos ya que no podrías estar más equivocado, pero nada... buenas noches, Dean. Cuídate mucho... —se limitó a contestar saliendo de mi habitación, lo seguí automáticamente mientras miraba su espalda con algo de confusión. Aquello había sonado como algo más que una despedida temporal...
Justo cuando pensé que iría a la habitación en la que se estaba quedando, él caminó hacia el sofá de donde tomó una bolsa negra que a simple vista lucía bastante pesada. No creo que lleve solo ropa ahí...
Finalmente noté cómo iba vestido. Llevaba unos pantalones y una camiseta negra, además de unas botas militar. Supe que pasaba algo muy malo cuando lo observé abrir un pequeño compartimento de la bolsa y sacar un auricular inalámbrico que posteriormente se puso en una de las orejas.
—¿Qué está sucediendo? ¿Para dónde vas? —le pregunté sin evitar la curiosidad y también algo de preocupación. Aunque fue un idiota esta noche, me seguía cayendo muy bien. Le había tomado cariño demasiado rápido a pesar de saber que era un mafioso asesino.
Vladimir me miró de reojo e ignorándome fue hasta la cocina, lo seguí sin dejar de mirarlo con interrogación.
—Voy a salir de tu vida, ¿no es eso lo que querías? —preguntó sarcásticamente sacando una bolsa de cereal de uno de los estantes.
—Nunca dije eso —respondí confundido, él arqueó una ceja mientras se servía un poco en un pequeño envase de plástico que cerró antes de salir de la cocina, nuevamente lo seguí.
—Dijiste que no soy muy diferente a Robert, y tengo entendido que lo quieres fuera de tu vida, ¿no? Así que como él y yo somos iguales entonces yo también saldré de ella... —contestó tranquilamente mientras guardaba el envase en su bolso, alcancé a ver lo que parecían ser armas en el interior. Lo miré boquiabierto. Cuando él me miró entendió de inmediato que ya sabía lo que llevaba consigo. —Y por esa expresión que tienes ahora mismo es que definitivamente debo salir de tu vida —señaló mi rostro con mucha convicción, pasé saliva.
—¿V-Vas a ir a-a m-matar g-gente? —pregunté sin querer saber realmente cuál era la respuesta. Vladimir sonrió misteriosamente y caminó hacia el ascensor ignorando mi pregunta. —¡Contéstame! —exclamé algo desesperado, él entró en el ascensor cuando se abrieron las puertas, entré rápidamente con él haciendo que se sorprendiera.
—¿Te han dicho que eres demasiado insistente? —preguntó algo irritado, me crucé de brazos. No dejaría que se marchara como hace unas horas, él suspiró. —Te van a ver en pijama... —murmuró mirándome de arriba abajo, me sonrojé un poco. No había caído en la cuenta de eso.
—Me voy a devolver en cuanto me digas qué vas a hacer —contesté rápidamente sin darle demasiado importancia a si estaba presentable o no, Vladimir me acorraló contra la pared del ascensor, mi cuerpo tembló al tener el suyo tan cerca.
—Tú ya sabes lo que voy a hacer, ¿crees que preguntándomelo cambiará la respuesta que ya conoces? —preguntó en un susurro, mi corazón latió muy de prisa cuando él se alejó y me sonrió tranquilamente. Si llevaba todas esas armas y era un mafioso, no era complicado saber qué iba a hacer.
—Mentí cuando dije que tú y Robert no son tan distintos... la verdad es que pensé que eras diferente —murmuré honestamente sintiendo algo de decepción al ver que no ha dejado atrás esas cosas tan horribles que me dijo que ha hecho. Él me miró con algo de molestia, su mirada era ensombrecida.
—Somos diferentes —afirmó entre dientes. —Yo soy peor que él... —añadió con una leve sonrisa triste. Cuando sus ojos se posaron en mí vi mucha pasión en ellos y de pronto el espacio en el ascensor me pareció algo sofocante.
—No tienes que hacer nada que no desees, tu padre no puede obligarte... —susurré sintiendo algo de compasión, él soltó una risita y su mirada lució perdida por unos pocos segundos.
—No tengo opción —me pareció escuchar que susurró eso. —Pero esta noche no estoy siguiendo órdenes de mi padre —dijo luciendo algo más animado, su mirada era algo sádica. ¿Si no seguía órdenes de su padre entonces de quién?
—¿De Dominik? —pregunté algo confuso, Vladimir me ignoró y miró que quedaban pocos pisos antes de llegar a nuestro destino.
—No sé qué pasará esta noche, solo sé que no puedo morir sin haber hecho esto antes...
Mis labios fueron poseídos por los suyos de un segundo a otro, no tuve ni siquiera tiempo de sorprenderme cuando sus grandes manos se cerraron alrededor de mi cintura y sin dejar de besarme me hizo pararme de puntillas para que alcanzara un poco mejor su rostro aunque aún así tuvo que inclinarse. Le seguí el beso dejándome emborrachar por lo suaves que eran sus labios, se sentían como hechos de terciopelo. Había fuego entre nosotros, podía sentir lo caliente que estaba el cuerpo de Vladimir. Él me cargó en sus brazos con demasiada facilidad y me pegó violentamente de la pared justo cuando las puertas del ascensor se abrieron. Alejé mi rostro de él y miré hacia afuera. El lobby estaba vacío.
Él me dejó con delicadeza en el piso, yo seguía estupefacto. No podía siquiera pestañear. Mis labios estaban palpitando.
—Fue un gusto haberte conocido, Hadriel...
¿Qué?
—¿Cómo conoces ese nombre? —pregunté impactado. Mi segundo nombre solo lo conocían mis padres y Dylan, creo que ni siquiera Robert lo sabía. Vladimir me sonrió y salió del ascensor dejándome perplejo. Lo observé caminar hacia la puerta principal del edificio mientras se llevaba una mano al auricular.
Él no me dedicó ninguna última mirada antes de salir y alejarse en la oscuridad de la noche...
Regresé al apartamento sintiéndome en el aire. ¿Cómo es que Vladimir conoce ese nombre? Esa pregunta desapareció de inmediato de mi cabeza cuando sentí mis labios ardiendo, me los toqué recordando aquel tierno pero a la vez candente beso.
"Te gusta el ruso, ¿verdad?". Recordé las palabras de Dylan esta tarde. ¿Es posible que te comience a gustar alguien más sin haber olvidado del todo a otra persona? Esta era la primera vez que me sentía tan confundido. Pero, ¿realmente no había olvidado a Robert? No mentí cuando le dije que sus labios ahora me resultaban amargos...
No podía engañarme a mí mismo diciendo que no me gustó que Vladimir me besara... Y la forma en que me cargó y me tocó... Había visto más masculinidad y erotismo en él en esos dos minutos que en todos los meses que estuve con Robert.
Alejé todos esos pensamientos de mi cabeza por ahora. Había algo más importante que mi confusión sentimental. Lo que había dicho aquel chico ruso me tenía inquieto. "No puedo morir sin haber hecho esto" eso, más las armas que tenía, todo era demasiado alarmante. Tomé mi celular con la mano algo temblorosa y sudada. Dylan probablemente estaba durmiendo. Aún así lo llamaría, él debía saber algo. Si llamaba a Dominik lo más probable es que no quisiera contarme...
Noté con sorpresa que mi mejor amigo se encontraba en línea, lo cual era muy extraño a estas horas. Aunque aquello me quitó la tarea de despertarlo. Le escribí preguntándole si pasaba algo. Era mucha coincidencia que Vladimir se haya ido de esa forma y que Dylan estuviese despierto. Me quedé unos diez minutos viendo cómo me grababa un audio, me mordí las uñas con nerviosismo.
Luego de escuchar en el audio todo lo que había sucedido sentí que me faltaba el aire. No solo temí por la seguridad de Vladimir, sino por la de todos los demás. Llamé a Dylan.
—Iré para allá, no voy a quedarme aquí tan tranquilo —le dije rápidamente mientras entraba en mi habitación para cambiarme el pijama.
—¿Qué? ¡¿Estás loco?! Aquí solo estarás en peligro, es mejor que no salgas en ningún momento de donde estás, alguien podría estar vigilándote —respondió mi mejor amigo con regaño, negué y saqué unos pantalones y una camiseta del closet.
—Dylan tiene razón, aquí solo vas a ser otro blanco más —esta vez fue Will quien habló, pataleé con rabia y lancé la ropa al piso. Sabía que lo mejor era quedarme aquí pero no podía con la ansiedad y los nervios.
—Me va a dar algo si me quedo aquí —me quejé caminando hacia la ventana para ver si avistaba algún movimiento extraño afuera. Suspiré más tranquilo cuando alcancé a ver a dos de los guardaespaldas de Robert literalmente patrullando la calle.
—Esto es lo mejor. Tienes que confiar en que todo estará bien —murmuró Dylan haciéndose el valiente aunque podría jurar que ahora mismo debía estar muriéndose de los nervios y del miedo.
—Tienes razón... —dije fingiendo derrota.
—Ya me tengo que ir, te mantendré al tanto de todo —contestó él antes de colgar.
Tomé mi ropa del piso y me cambié rápidamente. Tenía un muy mal presentimiento. Algo me decía que debía ir con ellos. Rodé los ojos cayendo en la cuenta de lo irónico que era todo esto. Prácticamente rogué para alejarme de aquella casa y ahora mismo no deseaba estar en otro lugar más que allá.
Necesitaba algo con qué defenderme en caso de que me encontrara con alguno de los hombres de Mick.
—Si yo fuera Dominik... ¿dónde guardaría un arma? —me pregunté a mí mismo mientras miraba toda la sala con detenimiento. Probablemente en su habitación, la cual estaba cerrada. Caminé hacia la cocina y abrí todas las gavetas sin tener éxito.
Miré hacia los estantes de arriba y me subí en la encimera, me sentí como un tonto hasta que al abrir una de las pequeñas puertas encontré lo que buscaba. Había un arma detrás de un frasco con frijoles secos. Creo que la escondió aquí detrás pensando en Dylan, el cual nunca alcanzaría este lugar y definitivamente jamás le interesaría siquiera mover un frasco de frijoles.
Cuando agarré el arma supe que no tendría el valor de jalar del gatillo. Sentí un gran peso sobre mis hombros y mucha tensión en los músculos de mi nuca y espalda. Esto no era para mí, ni siquiera sabía cómo usarla, no sabía si con apretar el gatillo bastaba o si debía hacer alguna otra cosa primero. Lo más probable era que la accionara sin querer y me matara a mí mismo por accidente.
Aún así sería de mucha ayuda para intimidar a quien se metiera en mi camino. Temblando como un fideo la guardé en la parte delantera de mi pantalón y emprendí mi camino hacia la puerta que daba a la escalera de emergencias. Nunca podría salir de aquí por la entrada principal, no con la seguridad de Robert, ellos nunca me dejarían abandonar este lugar.
Me dio vértigo cuando salí a la escalera, me aferré con fuerza a la fina barandilla cuando el helado viento golpeó mi rostro.
—No mires abajo, no mires abajo, no mires... —lloriqueé deseando devolverme de inmediato. Estaba en el piso más alto de todo el edificio. Un piso 17. Me tuve que sentar en el estrecho espacio cuando sentí mis piernas flaquear.
Respiré hondo y después de que mi ritmo cardíaco se normalizara cerré la puerta de emergencias y comencé a bajar las escaleras con pasitos de venado recién nacido. Esta era la parte trasera del edificio, todo estaba bastante oscuro y silencioso. La luz de la luna fue la única fiel amiga que se mantuvo conmigo en mi largo recorrido hacia el suelo firme, el cual quise besar cuando llegué abajo.
Corrí hacia la izquierda pensando que probablemente no habrían taxis a esta hora... Casi grito cuando choqué con el duro pecho de un hombre, era uno de los guardaespaldas de Robert, el cual me miraba ahora con una expresión demasiado seria y terrorífica. Lo había reconocido porque su nombre era Sean, muy parecido al mío. Solo que él era todo lo contrario a mí, era alto, pelirrojo, ojos negros y cara de tener un pepino atorado donde no le daba la luz del sol.
—Llévame a la casa —le pedí amablemente sabiendo que perdía el tiempo.
—No te irás de aquí hasta que el jefe lo ordene —respondió él cargándome en un hombro sin previo aviso, comencé a removerme violentamente pero él ni siquiera se inmutó y comenzó a caminar hacia el interior del edificio. No dije nada en todo el camino hacia el ascensor. —Vladimir ya confirmó que el rubio está bien... —lo escuché decir a través del auricular en su oreja, idéntico al que le había visto a Vladimir.
—¿Dónde está Vladimir? ¿Por rubio te referiste a Cameron? —pregunté rápidamente deseando estar al tanto de la situación. Sean me ignoró olímpicamente y después de dejarme en el ascensor marcó una serie de números en el tablero para seleccionar el piso. —Pierdes el tiempo, voy a bajar una y otra vez hasta que me dejen ir —le advertí para ver si aquello lo desanimaba. Él soltó una risita y salió del ascensor dejándome solo.
—Solo tendrás una salida y ya la tenemos vigilada —contestó antes de que las puertas se cerraran. Fruncí el ceño. ¿Cómo que una salida?
Me mantuve pensando en ello hasta que llegué al último piso, sin siquiera salir del ascensor presioné el botón del lobby pero las puertas no volvieron a cerrarse, en cambio los botones se pusieron rojos como si estuvieran descompuestos. Resoplé y salí de allí. Cuando caminé hacia la sala me tiré al suelo de inmediato al escuchar disparos contra las ventanas, esperaba el impacto de los vidrios pero me sorprendió ver que habían aguantado. Estaban hechas de vidrio blindado. ¿Pero cómo habían alcanzado este piso tan alto? Mínimo debían tener francotiradores. Miré hacia el ascensor, me encontraba atrapado aquí. Ni siquiera tuve que salir a buscar a los asesinos, tengo tanta mala suerte en la vida que ellos se encargaron de venir por mí. Como Sean dijo, la única salida y entrada disponible era por la escalera de seguridad que antes había usado como ruta de escape fallida. Si los hombres de Mick subían por ella entonces yo estaría oficialmente acabado.
Saqué mi celular rápidamente del bolsillo al sentirlo vibrar, deslicé mi tembloroso dedo aceptando la llamada que sabía que no tardaría en llegar.
—M-Me v-van a m-matar a-aquí... —le dije tartamudeando por el susto, solté un grito cuando los vidrios de los ventanales se rompieron luego de que comenzaran a disparar varias veces más.
—Cálmate, no te pasará nada malo... —respondió Dominik con una frialdad y una tranquilidad que me dieron ganas de ahorcarlo. Es fácil decir eso cuando no estás atrapado en un apartamento con gente disparando. —Ve al segundo piso y enciérrate en la última habitación que hay en el pasillo —me indicó él como si fuese una tarea fácil.
—Voy a morir —repetí con convicción, Dominik suspiró.
—Trata de hacer lo que te digo, Dean, por favor —dijo con un tono más suave, agarré con fuerza el celular y levanté un poco la vista hacia los ventanales ahora sin cristal. Podía escuchar el intercambio de disparos que estaba teniendo lugar abajo.
—Iré arrastrándome —dije comenzando a arrastrarme hacia el pasillo que llevaba a las escaleras. —¿Dónde está Vladimir? —le pregunté preocupado.
—¿Por qué preguntas por Vladimir ahora? —me detuve cuando escuché la molesta voz de Robert. Dominik me tenía en altavoz...
—No es de tu incumbencia —respondí fríamente retomando mi camino, me pareció escuchar la risa de Will a lo lejos. Con las mejillas ardiendo me levanté en cuanto estuve lejos de los ventanales y corrí hacia las escaleras.
—¿Qué hacen todos aquí? —la voz de Dylan sonó lejana y confusa. —¿Dean? ¿Qué está pasando? —esta vez pude escucharlo con más claridad. Parece que no sabe que están intentando asesinarme... Otra maldita vez.
—Estoy bien, Dylan —respondí cuando lo escuché comenzar a discutir con los demás por no decirle qué pasaba.
—¿Ya llegaste a la habitación? —me preguntó Dominik con algo de incomodidad, me mantuve en silencio y corrí como nunca por el pasillo que me había indicado, cuando llegué a la última puerta noté que era de un color y de un material distinto al de las otras. Era una puerta negra, parecía hecha de metal o de algún otro material resistente, entré y me sorprendió ver que todo era blanco. No había ventanas, las luces se encendieron en cuanto entré, las paredes y el piso eran blancos, al igual que una puerta en la pared del fondo. Solo había un sofá negro, una televisión y un pequeño refrigerador. Cerré la puerta detrás de mí y me asusté un poco cuando una pantalla en ella se prendió, luego escuché cómo se movían los cerrojos internos que parecía tener la puerta. Dominik vivía en el futuro, no me sorprendería que tuviese un plan de supervivencia ya pensado en caso de una tercera guerra mundial.
—Ya estoy aquí... —susurré viendo que no había pomo en la puerta. ¿Cómo se supone que voy a salir de aquí? Toqué la pantalla pero de inmediato me mostró una línea en blanco sobre la cual se leía "insertar contraseña". —¿Cuál es la clave? —le pregunté a Dominik.
—Será mejor que no la sepas, cuando sea seguro podrás salir —respondió él haciéndome enojar un poco. No estaba tan loco como para salir de aquí sabiendo que están lloviendo disparos abajo.
—No te preocupes, Dean. Te voy a contar todo lo que suceda... —murmuró Dylan con complicidad, suspiré. Solo quería que ellos estuvieran bien... Aun tenía un muy mal presentimiento. Es como si supiera que esto no era lo peor que sucedería esta noche...
—Mantente a salvo, Dyl —respondí viendo cómo salía aire cálido de una de las ventilaciones en el techo. Luego de colgar el teléfono me senté en el sofá y pensé en escribirle algún mensaje a Vladimir para ver cómo estaba.
Negué rápidamente. Me he preocupado más por la seguridad de Vladimir que por la de Robert o de alguien más esta noche. ¿Será que realmente me gusta?
Dylan
Me encontraba sentado en la terraza del segundo piso observando con temor cómo estaban todos los guardias esparcidos por los alrededores de la casa. Pequeñas luces en el césped iluminaban un poco todo el perímetro, casi siempre estaban apagadas pero hoy era la excepción. Aunque sabíamos que Mick no era tan tonto como para meterse aquí ya que no lograría siquiera cruzar la puerta de la entrada. Además, su hermano no estaba aquí.
No me giré cuando sentí las manos de Will sobre mis hombros. Me tranquilizaba que estuviese aquí a salvo. Desearía que Dean y Cameron también lo estuvieran. Sabía que a Dean no le pasaría nada en la habitación del pánico o algo así que tenía Dominik en su apartamento. Pero dudaba mucho que Cameron tuviese una similar en su casa...
—Estoy preocupado por Cameron. Era obvio que Mick iría tras los que están fuera de aquí... —murmuré con rabia, Will sobó mis hombros y soltó un suspiro cansado, cuando me di la vuelta vi sus grandes ojeras. Necesitaba descansar después de todo lo que tuvo que pasar hoy.
—Vladimir está con él, no le pasará nada —dijo mi novio en un vano intento por tranquilizarme. No le respondí y contuve mi preocupación para mí mismo para no agregar más peso sobre sus hombros.
Devolví mi atención a los guardaespaldas. Había deseado tanto que todos los problemas con Mick llegaran a un final y ahora todo esto se sentía como parte de una pesadilla.
—¡Al diablo! Tengo que hablar con Dominik, no pueden dejar a Cameron y a su familia en esa casa —solté sin poder aguantarme más mientras caminaba hacia las puertas que llevaban al pasillo, no me detuve a ver la expresión de Will pero sabía que estaba preocupado. Vladimir solo no sería suficiente para detener a todos los hombres de Mick.
—Iré contigo —me sorprendí cuando caminó a mi lado, asentí.
Corrí las puertas transparentes en cuanto entramos. Taylor, el guardaespaldas que tenía asignado, nos siguió también.
—¿Es necesario que me sigas dentro de la casa? —le pregunté viendo de reojo la gran arma que traía colgada alrededor del cuello, demasiado diferente a la pistola que solía traer en su día a día. El pelinegro asintió respondiendo mi interrogante.
—Así es mejor —dijo Will mirándolo de reojo, resoplé.
—Eres igual de paranoico que mi padre —comenté bajando las escaleras, Will se encogió de hombros sin negarlo.
Taylor se detuvo junto a la puerta de la oficina de mi padre, cuando Will y yo entramos todos nos miraron. Pasé la mirada por todos, mi padre estaba detrás de su escritorio con los brazos cruzados y una expresión seria, mi madre estaba parada junto a la ventana mirándome ahora con consternación, Dominik caminaba de un lado a otro mientras hablaba por el auricular en su oreja, y por último, Valentín Sokolov me miraba con una sonrisa.
—Deberías estar en el sótano —dijo mi madre con reproche, negué. Aunque era el lugar más seguro de la casa, lo último que haría sería encerrarme allí sin saber lo que estaba sucediendo.
—Tú también, ¿con quién está Dahlia? —pregunté alzando una ceja. La seguridad de mi pequeña hermana era una de las cosas que me estaban provocando dolor de cabeza.
—Está con Jane —respondió con tranquilidad. Me calmé y miré a Will, quien también lucía más relajado. Jane era la chica del servicio que le informaba a él lo que sucedía conmigo en esta casa cuando mi madre recién había llegado. Aunque era una soplona, la chica sabía pelear demasiado bien. Dahlia estaba segura con ella.
—Vladimir solo sácalos de ahí... —todos miramos a Dominik cuando dijo aquello, aunque a simple vista parecía seguir siendo el mismo bloque de hielo impenetrable que normalmente era, en sus ojos podía notar que ese ya no era el caso. Había mucha preocupación en su mirada e incluso algo de desesperación.
Salí de allí cuando Will se puso a hablar con mi padre. Me frustraba no poder hacer nada para ayudar a Cameron. Sabía que Dominik estaba a nada de salir despavorido por esa puerta para buscarlo él mismo aunque aquello significara caer en la trampa de Mick. Después de todo, solo podía buscar dos cosas con tener a Cameron o a Dean. Primero, o buscaba a alguien con quien hacer un intercambio por su hermano o lo segundo, quería hacer que Dominik saliera a por ellos.
—¿Sabes quiénes están con los Hallanger? —le pregunté a Taylor, él se quedó pensativo por unos segundos pero luego asintió.
—Frank...
—Mi hijo —lo interrumpió Valentín quien había abierto la puerta cuando hice mi pregunta. Me puse en alerta al verlo, él me sonrió levemente. —Es un malcriado pero puedes quedarte tranquilo, va a cuidar de tu amigo —añadió con total confianza, noté de soslayo como Taylor asentía, me sorprendía que incluso él estuviese de acuerdo con ese hombre. Obviamente conocían bastante bien la faceta de mafioso de Vladimir.
—¿Dónde tienes a Julien? —le pregunté aunque algo me decía que no contestaría aquello. Valentín me escrutó con la mirada, parecía estar buscando algo.
—Muy pronto lo vas a ver... —respondió con algo de misterio, alcé una ceja. Will salió de la oficina y nos miró con el ceño fruncido. —Si me disculpan, debo hacer una llamada...
Observamos a Valentín alejarse, los guardias en el pasillo se tensaban a su paso, incluso alcancé a ver un poco de temor en los ojos de algunos y entendí que era yo quien no conocía bien la tenebrosa y oscura fama que acompañaba a aquel jovial hombre.
—No te quedes solo con él —me advirtió Will algo receloso, asentí. Yo mismo había llegado a esa conclusión horas antes. Bostecé, por más que deseaba quedarme completamente despierto, mi cuerpo me gritaba que debía dormir. Literalmente solo pude cerrar los ojos por una hora hasta que la conversación telefónica de Tessa y Will me despertó.
Mi mente se quedó en blanco de un segundo a otro. Estaba tan cansado que ya no podía ni pensar bien. Caminé hacia la cocina con Will siguiéndome. No estaba escuchando nada de lo que me decía, apenas sabía que estaba hablando porque veía su boca moverse.
—Will, espera, tengo demasiado sueño y no entiendo nada de lo que estás hablando —le dije con un repentino dolor de cabeza, él se rio un poco y pasó un brazo por mis hombros antes de tomar una cápsula de café y ponerla en la cafetera. Había pensado en tomarme alguna bebida energética pero el café servirá para despertarme un poco.
—Lo mejor sería que durmieras un poco... pero sé que no lo harás —murmuró él, asentí. Aunque tenga que agarrar mis párpados con cinta adhesiva, pero no podía irme a dormir tranquilamente mientras mis amigos corrían peligro.
Observamos como el café caía en la taza que venía con la máquina, el fuerte aroma sirvió para despejar un poco mi mente. Me relamí los labios cuando comenzó a caer leche caliente en el café.
—¿Vas a querer? —le pregunté a Will alejándome y tomando una taza de la alacena, él negó lentamente.
Tomé la taza y vertí todo el café en ella, le eché dos cucharaditas de azúcar, le di un sorbo e hice una mueca. Le faltaba algo. Dejé la taza en la encimera y caminé hacia la nevera para buscar el caramelo, Will me miraba con una ceja arqueada. Regresé rápidamente con el caramelo y le puse una buena cantidad. Vimos como Dominik entraba en la cocina acompañado de Taylor. Antes de que pudiese ponerle la boca a mi café mi hermano me lo arrebató y comenzó a bebérselo. Lo miré boquiabierto.
—Gracias —dijo él descaradamente antes de echarle más caramelo y marcharse rápidamente de la cocina con algo de distracción. No tuve oportunidad de decir nada, todo pasó demasiado rápido. Will estaba conteniendo una risita.
—Pondré otro —anunció mi novio poniendo otra cápsula de café en la maquina, me masajeé las sienes. Dominik siempre ha tenido esa mala costumbre de llevarse cualquier cosa que yo esté bebiendo o comiendo. —No sabía que a tu hermano le gustara el caramelo —dijo con algo de sorpresa y burla.
—Sí, le gustan mucho las cosas dulces —respondí confesando uno de los gustos culposos que tenía mi hermano el aparente rey de hielo.
Sonreí cuando Will me sirvió el café con caramelo, me lo tomé lentamente mientras él contestaba su celular. Lo miré atentamente. ¿Quién lo llama a estas horas?
—¿Edward? ¿Eres tú? —preguntó mi novio preocupado y confundido, le hice señas para que pusiera el altavoz.
—W-Will... a-auxilio... —me estremecí cuando escuchamos claramente la voz de un adolorido Edward.
—Hola, Will. Dile a Dominik o a Valentín, a quien sea que tenga a mi hermano, que nos vemos en el muelle de St Katharine dentro de una hora, ahí haremos un intercambio. Julien por tu esposo...
Cuando la llamada se cerró Will apretó con fuerza el teléfono y lanzó una maldición, tragué duro. "Tú harás que lo maten" Recordé las palabras de Edward. Ahora el que estaba en peligro por culpa de mi familia era él...
—Tenemos que darle a Julien —dijo Will con rabia, fruncí el ceño.
—¿Y qué te hace pensar que va a respetar el intercambio? Podría matarlos a todos en cuanto vea que su hermano está bien... —respondí imaginando todos los terribles escenarios posibles que podrían desatarse. Mick ya debía tener todo el muelle repleto de hombres. Según lo que dijo Tessa, su hermano había convocado a un grupo considerable de delincuentes. Supuestamente el plan inicial era venir aquí, tomar a Julien, el cual definitivamente no se encontraba cerca, matar a todos y secuestrarnos a mi madre y a mí, o al menos aquello fue lo que nos contó Tessa, pero luego de que la encerraran en su habitación comprendimos que todo aquello fue un montaje de Mick para hacerla creer eso.
—¡No voy a dejarlo con ese trastornado, Dylan!
Cuando Will me gritó di un pequeño brinco por el sobresalto y luego me quedé helado, sabía que estaba muy frustrado y enojado pero tampoco debía hablarme así. Y al parecer se dio cuenta de inmediato ya que me miró con arrepentimiento.
—Lo sien...
—Hablemos con los demás para ver qué haremos —lo corté dejando de lado lo que quedaba del café y caminando hacia la puerta.
—Dylan...
—No tienes que disculparte, Will. Entiendo lo preocupado que estás por él —respondí rápidamente, me abracé a mí mismo cuando intentó tomar mi mano.
No merecía tocarlo o siquiera estar con él. Solo había traído desgracia a su vida...
Cameron
Abrí los ojos al sentirme incómodo, sentí que me observaban. Casi grito del terror cuando encontré a Vladimir parado junto a mi cama mirándome con atención. Él puso una mano en mi boca y me miró con molestia, asentí levemente cuando hizo una señal con su otra mano para que guardara silencio. Mi corazón iba a un millón de latidos por minuto. ¿Qué hacía aquí? ¿Cómo había entrado? Esta última pregunta la respondió el viento que entró por la ventana abierta de mi habitación, ventana que siempre cerraba antes de dormir. ¿Pero cómo no pude escucharlo? Cualquier pequeño ruido podía despertarme.
El alto ruso se metió en mi cama, lo miré estupefacto, él todavía tenía una mano en mi boca, la cual alejó con cautela. Su mirada asesina me decía que no podía hablar. ¿Qué estaba pasando? No dije nada cuando puso la gruesa manta sobre nosotros cubriendo incluso nuestras cabezas. ¿Qué clase de fetiche loco tiene este tipo? Pero sabía que algo muy malo estaba pasando si él estaba tan serio.
Mi corazón se aceleró aún más cuando escuchamos la puerta de mi habitación abrirse lentamente minutos después. Me sentía dentro de una película de terror.
—Tomemos al rubio y vámonos —dijo un hombre en voz baja, comencé a transpirar cuando escuché eso. ¿Quiénes son?
Estaba temblando cuando el tipo agarró la manta y la levantó un poco, en cuanto vimos su cara de sorpresa un disparo en la cabeza hizo que cayera de espaldas, me mordí la mano para no gritar. Vladimir lo había matado. Vi el arma con silenciador que tenía en sus manos y que había sacado de alguna parte. El tipo no andaba solo, el otro estaba en la puerta, al ver a su compañero caer se acercó corriendo pero Vladimir igualmente le disparó en la cabeza. ¡Qué maldita puntería! Quise exclamar pero me contuve al ver toda la sangre y los dos cuerpos en el piso de mi habitación. El ruso no tenía ninguna expresión, no lucía ni triste o arrepentido, no había emoción alguna en su rostro después de haberle quitado la vida tan fácilmente a esos hombres.
—Hay más, quédate aquí y no hagas ruido —dijo él levantándose de la cama ágilmente, me echó una ojeada antes de caminar hacia la puerta. Como iba todo vestido de negro parecía que se camuflaba con la oscuridad, a excepción de su rostro, donde se veía claramente su blanca piel y sus brillantes ojos color miel.
—¡Espera! ¿Qué hay de mi madre y mi hermano? —le dije con mucha preocupación, él me miró mal y se puso un dedo en la boca para que me callara. Me levanté de la cama, debía saber que mi familia estaba bien.
—¿Por qué están tardan... —Vladimir le disparó en el pecho al hombre que entró por la puerta, también le cubrió la boca con la mano para que no gritara mientras moría. No reconocía al ruso, ¿de verdad era el mismo tipo que horas antes estaba borracho y hablando con mi madre como si fuesen mejores amigos?
—Tres abajo, quedan dos afuera... —dijo él tocándose un auricular luego de dejar el cuerpo en el piso. —¿Hay cámaras? —le preguntó a alguien, segundos después lo vi sonreír un poco y sin decir nada caminó hacia la sala. Lo seguí y lo observé sacar otra arma detrás de sus pantalones, luego abrió la puerta de la entrada y sin emitir ni una sola palabra les disparó simultáneamente a dos hombres que había afuera. —Limpien todo este desastre —murmuró cuando cuatro tipos salieron de un auto que había estado más allá estacionado.
—¿Vas a decirme qué significa todo esto? —pregunté casi vomitando después de haber visto tantas muertes en poco tiempo. Vladimir me miró fijamente y me hizo un resumen de todas las cosas que habían pasado esta noche.
—Debemos sacar a tu madre y a tu hermano. Nos inventaremos que hay una alerta de tormenta o algo así y que todos deben evacuar la ciudad. Ve despiértalos...
—No voy a dejar que mi hermano vea esos cuerpos... —dije rápidamente cruzándome de brazos. No pienso dejar a mi hermano traumado de por vida.
—¿Cuáles cuerpos? —preguntó Vladimir sorprendido, miré hacia la entrada de la casa donde ahora no habían señales de lo que había sucedido. Noté más allá como los hombres subían grandes bolsas negras en la parte trasera del auto. Ellos hablaban en ruso tranquilamente, como si estuviesen sacando la basura o haciendo alguna cosa trivial.
Hice una mueca cuando uno de los hombres salió de mi habitación con una aspiradora gigante y equipo de limpieza. ¿En qué momento había entrado? Probablemente ya no quedaba ni una sola gota de sangre en el piso. Todo aquello me aterró, lo fácil que Vladimir mató a esos hombres y lo sencillo que fue para los demás deshacerse de cualquier evidencia. Como si esos intrusos nunca hubiesen venido...
—Así hacemos las cosas en Rusia —dijo él disfrutando claramente de mi terror. Si antes creía erróneamente que Dominik era frío y despiadado, resultó que su mejor amigo es algo completamente peor. Mi novio todavía tenía gran parte de su humanidad, solo había matado a una persona en su vida y aunque lo negara, sabía que aquello lo había afectado bastante. Pero Vladimir mataba gente como si se tratara de mosquitos. —Ahora, ve y despierta a Anny. Nos vamos —me ordenó recostándose de la pared.
No me quedó más opción que asentir a regañadientes e ir a levantar a mi madre y a Luke. Lo que más deseaba ahora mismo era estar entre los brazos de Dominik. El cual se estaba volviendo loco probablemente. Pensé eso al ver las cincuenta llamadas perdidas que tenía de él. Había dejado mi celular en silencio, por eso no las escuché.
—¡Trae las llaves de tu auto! —exclamó Vladimir cuando abrí la puerta de la habitación de mi madre.
Cinco minutos después me encontraba en la sala convenciendo a mi madre de que la alerta de tormenta era algo muy serio. Ella no se veía muy convencida, aún así agarraba con mucha preocupación la mano de Luke, el cual se había quedado dormido en el sofá.
—Básicamente todos nos ahogaremos si nos quedamos aquí —dijo Vladimir dramáticamente, aquello horrorizó un poco a mi madre. Lo miré mal. Tampoco era necesario hacer que entrara en pánico... —No hay tiempo que perder —agregó un poco impaciente, lo observamos cargar a mi hermano y caminar hacia el garaje.
—Pero debería ponerme otra cosa, ¿a dónde iremos exactamente? —se alarmó mi madre viéndose el pijama que tenía, un pantalón ancho y largo y una blusa de tiros. Pero aquello no era mejor que el pantalón corto y el camisón que yo traía puesto.
—No hay tiempo de cambiarse, ya va a comenzar a llover o a nevar, quién sabe —contestó Vladimir de una forma tan convincente que por un segundo también creí que la historia de la tormenta era real.
Lo seguimos al garaje, él puso a mi hermano en el asiento trasero del auto, mi madre subió a su lado. En cambio yo me senté en el asiento del copiloto. En cuanto estuvo fuera de la casa, Vladimir aceleró como si no hubiese un mañana. Mi madre estaba pegada al asiento con una mano en el pecho.
—Si no nos mata la tormenta entonces nos matarás tú —respondí agarrando con fuerza el cinturón de seguridad, él se rio un poco.
—Deberías tenerme más confianza —se limitó a decir mientras pisaba el acelerador. A estas horas no había ni un solo auto aparte de nosotros en las calles, lo cual era una gran ventaja.
Pensé antes de tiempo.
Las luces de dos autos que venían detrás captaron mi atención por el retrovisor, me tensé de inmediato al ver que se acercaban a una gran velocidad. Vladimir miró a través del espejo.
—Agárrense —nos advirtió antes de disminuir la velocidad un poco y girar bruscamente en una calle, miré de reojo a mi madre pero ella estaba mirándonos con interrogación mientras Luke dormía a su lado.
—¿Creen que soy estúpida? ¡Tienen un minuto para decirme qué sucede! —dijo con fastidio, tragué duro. Será mejor que lo sepa, sabía que no se tragaría del todo esa historia de la tormenta.
—Nos están persiguiendo unos matones —soltó Vladimir sin ningún tipo de delicadeza, mi madre abrió los ojos como platos y miró hacia atrás, donde a lo lejos se veían los autos.
—¿Por qué? —preguntó ella frunciendo el ceño.
—Digamos que la familia de su yerno tiene muchos enemigos —se limitó a decir el ruso girando en otra calle, mi madre se quedó callada y pareció comprender algo.
—¿De eso hablaba Dimitri esta noche? —preguntó ella lentamente, Vladimir la miró sorprendido y luego se rio un poco.
—¿Nos escuchaste? Pensé que estabas borracha —dijo él aun sorprendido, mi madre se encogió de hombros. ¿Dijo Dimitri? ¿El otro amigo de Dominik? Probablemente hablaban de la cena o parranda que tuvieron todos hace unas pocas horas.
—¿Y si nos disparan? —preguntó ella un poco atemorizada a pesar de que con todas las vueltas que había dado Vladimir perdimos a los hombres.
—Este auto está blindado —respondió el ruso con tranquilidad, mi madre soltó un gran suspiro de alivio. —Además tiene un gps, pronto vendrán refuerzos en caso de que pase algo... —me aclaré la garganta con incomodidad al escuchar eso.
—Todavía no tiene el gps puesto... —dije en un susurro, Vladimir me miró como si hubiese dicho algo terrible.
—"Estoy en la calle Ellesmere, pronto volveré al camino, hay dos autos siguiéndome. Ya tengo a los Hallanger" —lo escuché decir en ruso, o al menos creo que eso fue lo que dijo.
—"Todavía no me dices hacia dónde nos llevas" —dijo mi madre en su mismo idioma, Vladimir la miró muy impactado. El segundo esposo de mi abuela era ruso así que ella lo aprendió y enseñó a mi madre, la cual me hizo tomar un curso a mí también aunque no lo dominaba tanto como ella.
—Eres una caja de sorpresas, Anny —murmuró Vladimir con una sonrisa, mi madre le sonrió de vuelta. Rodé los ojos. Los dos se distraían fácilmente, debería recordarles que nos perseguían unos asesinos. —Ya casi llegamos, iremos a la casa de los Brown —dijo él retomando el camino por la carretera, miré atrás. El rostro de mi madre pasó a estar rojo, la miré algo preocupado.
—¿No es ese el principal punto de ataque? —pregunté. Aunque deseaba ver a Dominik tampoco quería poner en el ojo del huracán a mi madre y hermano. Vladimir resopló.
—Solo para alguien que sea lo suficientemente estúpido —respondió con burla.
—¡Regresaron! —gritó mi madre mirando hacia atrás, seguimos su mirada y efectivamente, ahí estaban los dos autos.
Vladimir aceleró y se desvió de la carretera por el camino que llevaba al residencial privado. Los dos autos nos siguieron poco después sin dudarlo.
—"Todavía vienen dos detrás. Estoy casi llegando a la primera puerta" —dijo a través del auricular agarrando el guía y conduciendo como todo un profesional, mi madre y yo nos quedamos atónitos cuando vimos a tres hombres armados frente a la puerta que daba paso al residencial. En cuanto la puerta se abrió por completo y cruzamos, esta volvió a cerrarse. Miré atrás, los hombres estaban en medio de la calle, mi madre le cubrió los oídos a mi hermano cuando abrieron fuego y destruyeron las gomas de los autos haciendo que se desviaran de la calle. Los observamos acercarse a los autos descarriados cuando finalmente se detuvieron. Antes de que pudiésemos ver qué hacían con los conductores los perdimos de vista. Aunque era obvio que los matarían.
—¿Qué está pasando? —preguntó mi hermano restregándose los ojos al despertar, mi madre lo abrazó y le acarició el cabello mientras le decía que todo estaba bien. No nos sorprendimos cuando Luke volvió a caer dormido.
Miramos al frente cuando Vladimir condujo rápidamente por la calle hasta llegar a la última y más grande mansión en este lugar. Afuera de la gran puerta eléctrica había cinco hombres, tampoco pasamos por alto los otros guardaespaldas a lo largo de toda la calle privada. Finalmente entendí lo que había dicho. Este era el lugar más seguro para estar...
Los hombres de Valentin y de Robert debían estar trabajando juntos ya que he visto muchas caras nuevas en este corto tiempo. Nos abrieron la puerta de inmediato. Vladimir condujo por el camino que llevaba a la casa, alcancé a ver guardaespaldas repartidos por todo el jardín y en los alrededores de la pared que delimitaba todo el lugar. Mi madre estaba literalmente con la boca abierta viendo el mini palacio en el que vivían Dylan y Dominik. Me dio un poco de risa, ya que mi expresión fue igual la primera vez que vine.
—Y vinimos en pijama... —murmuró avergonzada. Entendí por qué había estado tan sonrojada al recordar que su amor platónico era el padre de Dylan.
—A estas horas todos deben estar en pijama —respondió Vladimir dándole ánimos aunque había algo de diversión en su expresión. De haber perdido el tiempo cambiándonos nos habríamos encontrado con esos matones en mi casa y quién sabe lo que habría pasado.
Notamos de inmediato a Dylan sentado en uno de los escalones de la entrada con un guardaespaldas cerca de él. El castaño levantó la mirada en cuanto escuchó el auto y se acercó corriendo luciendo muy aliviado. Cuando salí pensé que me abrazaría ya que me encontraba cerca de él pero se dirigió de inmediato a abrazar a mi madre. Rodé los ojos. Me acerqué a Dominik cuando salió por la puerta, él dejó caer sus hombros como si se hubiese quitado un gran peso de encima. Sin decir nada me abrazó con mucha fuerza.
—Lamento mucho que tengan que pasar por todo esto —nos dijo cuando se separó de mí, se veía culpable. Mi madre negó varias veces y le dio un pequeño abrazo.
—No es tu culpa que existan personas tan terribles en el mundo —le respondió como consuelo, Dominik le sonrió un poco.
—Entremos —dijo Vladimir cargando con mi todavía dormido hermano. Creo que el mundo podría estarse acabando y Luke seguiría durmiendo.
Miré a mi madre cuando ella agarró con fuerza mi brazo, podía sentir sus manos heladas por los nervios. Negué varias veces y puse una mano sobre la suya para que se tranquilizara. Sus ojos verdes brillaron con admiración cuando Celine salió de repente por una puerta luciendo un impecable y formal atuendo, ella caminaba con tanta elegancia que parecía estar en una pasarela.
—Es más bonita en persona —susurró mi madre mirándola de arriba abajo con una tímida sonrisa, Celine nos miró con sorpresa y se acercó de inmediato.
—Buenas noches, casi buenos días... —nos saludó ella riendo un poco viendo la hora en su celular. Le regresamos el saludo —Usted debe ser Analise, soy Celine, la madre de Dominik y Dylan. Me alegro que estén todos bien, la familia debe estar reunida en estos momentos —mi madre y yo la miramos un poco sorprendidos de que ya nos considerara parte de su familia. Aunque creo que algo tenía que ver el parecido que teníamos con su fallecido hermano.
—Sí, soy Analise Jillmart —dijo mi madre estrechando su mano, todos arqueamos una ceja al escuchar que utilizó su apellido de soltera. Sabía que odiaba ser llamada con el apellido de mi abusador e infiel padre.
—Es un placer. Deben estar agotados, pueden ir a descansar a las habitaciones y no se preocupen por nada, nos ocuparemos de todo este problema —nos tranquilizó con un tono confiado, mi madre asintió sonriéndole.
—No tengo nada de sueño, si hay algo en lo que pueda ayudar no duden en decirme —dijo amablemente ofreciendo su ayuda, Celine le sonrió.
—Señora —miramos a una chica pelirroja que había venido por un pasillo. Se veía un poco agotada.
—Si me disculpan, tengo que atender a Dahlia...
—Es tu bebé, ¿no? ¿Puedo verla? —preguntó rápidamente mi madre con ilusión. Quise decirle que se controlara.
—Claro, vamos —dijo Celine encantada, las observamos marcharse con la pelirroja mientras hablaban de cosas de bebés.
—Bueno, nunca pensé que algo así sucedería... —murmuré dándome la vuelta para ver a Dominik, el cual miraba con mucha atención su celular, al escucharme levantó la vista y me miró confundido. Probablemente no vio nada de lo que pasó.
—Llevaré a tu hermano a una habitación —respondió Vladimir subiendo las escaleras, observé a Dylan seguirlo luciendo un poco nervioso.
—¿Dónde está Dean? —le pregunté a Dominik al recordar que se estaba quedando en su apartamento. Y si esos hombres fueron tras mí, probablemente harían lo mismo con él.
—Está seguro. Haré que lo traigan mañana cuando haya amanecido —respondió él guardándose el celular, se veía muy estresado.
—¿Hasta cuándo estaremos aquí? —le pregunté en voz baja, él suspiró y me atrajo hacia su pecho.
—Probablemente hasta mañana —contestó con un tono extraño, entrecerré los ojos.
—¿Qué harán para persuadir a Mick? ¿Le devolverán a su hermano? —Dominik negó cuando pregunté eso. Si no le van a devolver a su loco hermano, ¿entonces cómo saldríamos de todo este embrollo?
—No te preocupes por nada de eso, confía en mí —contestó acariciando mi cabello. —Te llevaré a mi habitación para que puedas dormir...
—Ni siquiera podré cerrar los ojos —contesté como si fuera obvio. Dominik me miró con duda. —Recuerda tu promesa... —le susurré cuando entramos en la sala donde su padre se encontraba sentado en el sofá. Me pareció importante recordarle su promesa de que no mataría a nadie más, no me importaba si alguien más se encargaba de Mick. No quería que él lo hiciera. Dominik no era como Vladimir o como esos guardaespaldas que mataban sin pestañear.
—Lo recuerdo —respondió él dejándome un poco más tranquilo.
—Buenas noches, Cameron. ¿Ya es lunes? —dijo su padre con una sonrisa tranquilizadora cuando me vio, me reí un poco. Sin duda no imaginaba que terminaría viéndolo a estas horas, y mucho menos estando yo en pijama. Vladimir mintió cuando dijo que todos estaban en pijama, el único que estaba así era Dylan. Pero su padre y Dominik llevaban camisas y pantalones de vestir como casi siempre.
—Ha sido un día muy loco —murmuré sentándome un poco lejos de Robert, todavía me seguía intimidando bastante. Él asintió y miró con algo de molestia hacia la puerta de la cocina donde me sorprendió ver al famoso Valentín. Supe que era él por los ojos.
—Una noche fresca, Cameron —dijo aquel hombre rubio con mucha calma sentándose a mi lado, podía sentir la tensión que había entre él y Robert. Y lamentablemente yo me encontraba en el medio. No me sorprendió demasiado que él supiera quién era yo. —Todavía queda media hora, Dominik. Ven, siéntate y charlemos como en los viejos tiempos —le sugirió palmeando el espacio a su otro lado, Dominik negó mientras seguía viendo su celular. Lo que dijo Valentín pareció molestar a Robert ya que lo estaba mirando como si quisiera arrancarle la cabeza.
—Voy a verificar que todos estén en sus posiciones. Quédate aquí, Cameron. No tardaré —dijo mirándome y luego se marchó antes de que contestara. "¡Noooooooooo, no me dejes aquí!" Quise gritarle eso.
—Dominik, siempre tan perfeccionista y cuidadoso, le enseñé bien —soltó Valentín con un aparente tono inocente aunque en sus ojos se veía la malicia, Robert resopló.
—Dudo que haya aprendido eso de ti —contestó mi suegro en voz baja.
—¿Dijiste algo, Robert? —preguntó el ruso.
—No, nada —respondió él con una sonrisa falsa.
Me rasqué la nuca. Podría levantarme e irme con alguna excusa pero me sentía demasiado nervioso e intimidado por ambos como para siquiera mover un dedo. Debí haber aceptado irme a dormir a la habitación de Dominik cuando pude.
—Padre —dijo Vladimir entrando en la sala y mirando a su padre fríamente, el cual se sorprendió un poco pero después sonrió con ganas, se veía muy feliz de ver a Vladimir.
—Hijo —lo saludó con mucho afecto en los ojos, Vladimir lo miró mal. —Tenemos mucho que hablar, pero será luego —agregó, los dos se miraron en silencio con bastante intensidad. Había temor en los ojos de Vladimir, en cambio su padre todavía lo miraba con afecto. Sentí una vibra extraña provenir de los dos.
—He pensado en redecorar toda esta casa, todo está hecho al mal gusto de Robert... —la tensión se rompió cuando Celine y mi madre entraron en la sala, tuve que cubrirme la boca para no reírme al escuchar lo que estaban hablando, por la sonrisa maliciosa en los labios de aquella mujer supe que lo había dicho en un tono tan alto a propósito, en cambio Robert solo la miró mal. Mi madre se sonrojó hasta las orejas cuando lo vio, él se quedó unos segundos algo confundido hasta que me miró y pareció asociar quién era.
—Buenas noches... —susurró mi madre. Sentí un poco de vergüenza ajena. Creo que le va a dar algo...
—Buenas noches, Robert, un placer —la saludó cuando se acercó y estrechó su mano, mi madre se presentó y tomó su mano con nerviosismo. Desde aquí me llegó el olor a sudor.
—Analise... —dijo ella con algo de brusquedad soltando su mano, quise tirarme por el balcón. Robert se veía un poco sorprendido. Mi madre desvió la mirada rápidamente hacia Valentín, el cual le sonrió con chulería desde donde estaba.
—Dos mujeres hermosas que le alegran la vista a cualquiera —dijo el hombre con coquetería, aunque mi madre se rio un poco, Celine lo miró con algo de fastidio, lo que ensanchó su sonrisa. Parece que logró lo que buscaba.
Robert hizo una mueca, se notaba que estaba hasta la coronilla de Valentín. Él se volvió a sentar en el sofá bajo la acosadora mirada de mi madre. Celine le susurró algo al oído y ella se rio con mucha fuerza. Luego ambas se marcharon. Me quedé un poco confundido. Definitivamente no esperaba que se llevaran bien.
—Ya que nos relajamos un poco...
Todos miramos a Valentín cuando se levantó luciendo serio de repente.
—Vámonos. Es hora de terminar con esto.
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