Psicópata
Shelly
Yo odiaba correr, eso solo me hacía sudar, cansaba mis piernas y aceleraba mi corazón a niveles alarmantes, lo cual me ponía de muy mal humor. Preferiría mil veces caminar por una hora antes que correr durante diez minutos. Sin embargo... Nunca había sentido tantas ganas de hacerlo como las que tenía ahora. Quería correr tan rápido y lejos de aquí como fuera posible. Tuve que clavarme las uñas en las palmas de las manos para mantener mis piernas bajo control y no salir despavorida por la puerta.
La expresión divertida de Mick evidenciaba que estaba consciente del terror que me había provocado su inesperada llegada. A pesar de todo traté de mantener una falsa fachada de calma, sabía que eso era lo más inteligente que podía hacer por el momento, no tenía a nadie que me protegiera de estos hombres, y aunque todo mi ser me lo gritara, correr no era la mejor opción ahora mismo, tenía el presentimiento de que no llegaría muy lejos.
Nathan, mi hermanastro, se rascó la nuca, nos miró confundido mientras carraspeaba dejándome un poco desconcertada, pero eso no me hizo bajar la guardia, ya no sé en quién puedo confiar.
—¿Dylan Brown? —preguntó el rubio con aparente sorpresa, lo escudriñé con la mirada, él se veía muy perdido, como si no supiera de quién estaba hablando, miré a Mick de reojo, él no apartaba esos inteligentes ojos de mí. —No sé quién es... ¿pero qué tiene que ver con mi padre? —la curiosidad en el rostro de Nathan no parecía ser del todo sincera, eso me dejó con muchas preguntas, pero principalmente con una, ¿por qué Mick no le ha hablado sobre él?
—Nathan, parece que Shelly y yo tenemos cosas que hablar, ¿podrías dejarnos a solas? —me tensé al escuchar al castaño, él me sonrió un poco haciéndome retroceder varios pasos, lo que ensanchó su sonrisa. Sé que sería una mala idea quedarme a solas con él, las palabras de Dominik resonaban en mi cabeza como una insistente advertencia. Es un violador, me había dicho el hermano de Dylan. No me costó mucho creerle, Mick me había dado mala espina desde que lo conocí, su mirada siempre me había parecido sucia, morbosa, perversa, la mirada de un enfermo...
—No me iré a ningún lado, si tienen algo que hablar entonces háganlo frente a mí —los dos miramos a Nathan, el rubio tenía los brazos cruzados y el ceño fruncido. Agradecí más que nunca su típica costumbre de querer llevarle a contraria a su padre, pero también parece que él realmente no está implicado en sus sucias perversiones. Observé a Mick, él miraba con fastidio a su hijo.
Los tres nos quedamos en silencio, ellos parecían estar teniendo una batalla de miradas mientras que yo sentía como gruesas gotas de sudor bajaban por mi espalda hasta terminar en el dobladillo de mi falda.
La tensión en el ambiente fue cortada por mi madre en cuanto abrió la puerta de mi habitación y nos miró a los tres con sorpresa, tragué duro al verla, ¿en qué momento había llegado?
—¿Qué está pasando aquí? —su pregunta salió con un ligero tono de confusión mientras pasaba la mirada por cada uno de nuestros rostros, el primero en reaccionar fue Mick, él le sonrió con mucha tranquilidad.
—Nada importante, yo ya estaba por irme —respondió acercándose a ella y dejándola desconcertada, yo entrecerré los ojos e hice una mueca al verlo agarrar su cintura y besarla con ganas, mi madre le siguió el beso encantada, ella no parecía saber nada del lado oscuro de su esposo...
Sentí una oleada de miedo cuando él me miró fríamente tras apartar sus labios de ella, en sus despiadados ojos había amenaza y maldad, me acerqué instintivamente a Nathan, él no había apartado la mirada de mí.
—No te vayas todavía, traje algo de comer —miré a mi madre con molestia cuando dijo eso, Mick asintió y con una gran sonrisa comenzó a seguirla, no sin antes echarme una seria mirada, me fijé en como se llevaba un dedo a los labios con disimulo, enviándome un mensaje muy obvio, quería que guardara silencio, lo miré mal hasta que su dedo señaló con una sonrisa la dirección en la cual se había ido mi madre. ¿Me está amenazando? Estoy segura de que mi expresión era de odio puro hacia él... aún así bajé la cabeza y me mordí con fuerza el labio inferior mientras contenía las lágrimas.
Caminé hacia mi cama y me senté en ella con pesar, desde aquí podía escuchar las risas de mi madre y de Mick. Desgraciado...
Levanté la mirada al escuchar la puerta cerrarse, miré hacia allá y me sorprendí, Nathan me miraba con preocupación y algo de enojo. Será mejor no involucrarlo en esto...
—Sé perfectamente quién es Dylan Brown.
Casi se me salen los ojos al escucharlo, él se acercó a mí y se sentó a mi lado mientras soltaba un extraño suspiro, su mirada era oscura y triste.
—Ten mucho cuidado, Shelly... él no te dejará en paz ahora que sabes sobre su supuesto hijo... —Nathan confirmó lo que ya sabía, no le di mucha importancia a su advertencia, ahora mismo me interesaba más otra cosa.
—¿Qué sabes sobre Dylan? —pregunté mirándolo con suma atención, él me miró mal al ver que ignoraba sus anteriores palabras.
—Sé que mi padre está tan obsesionado con él que hasta a mí me da miedo, pero no deberíamos hablar aquí sobre eso —susurró mirando hacia la puerta con inseguridad, asentí regañándome mentalmente por ser tan descuidada. Lo primero que había dicho Nathan me había puesto los pelos de punta, y por su mirada preocupada, sé que hay cosas peores relacionadas con su padre y Dylan.
Me levanté y tomé mi celular bajo su atenta mirada, le dejé un par mensajes a Dominik y caminé hacia la puerta con determinación. No dejaré a mi madre a solas con ese hombre.
—Vamos —le dije a Nathan, el rubio me miró con cansancio y se acostó en mi cama, arqueé una ceja.
—Dame un respiro, puedes relajarte, él no le hará nada a tu madre —su tono cargado de dudas me inquietó, negué y salí de allí tras verlo cerrar los ojos.
Al entrar en la cocina me sentí más que incómoda y asqueada, Mick abrazaba por detrás a mi madre mientras que esta servía la comida con una tonta sonrisa, apreté las manos en puños, ella realmente lo quería... pero él solo la estaba utilizando.
Él me miró y se alejó de mi madre, no sin antes darle un beso en la mejilla.
—Shelly y yo arreglaremos la mesa —le dijo mientras tomaba cuatro platos y varios cubiertos de la alacena, mi madre me sonrió dulcemente y asintió, la miré sin expresión alguna. Mi madre era una mujer bien parecida, su cabello negro le llegaba un poco mas abajo de los hombros, sus ojos eran grises como los míos, casi todos decían que éramos idénticas, pero eso era solo en el físico. Mi madre era muy sensible y dulce, confiaba fácilmente en las personas, eso explicaba por qué se había casado con ese imbécil; pero yo no era así, alguien debía cuidar de mi madre, y ya que mi padre no estaba, tenía que hacerlo yo, pero he fallado... No pude evitar que mi madre se enamorara perdidamente de aquel hombre en un viaje de trabajo.
Lo miré con detenimiento, debía admitir que era bastante atractivo. Su cabello castaño era inquietantemente parecido al de Dylan, sus labios eran levemente rosados, sus facciones no tenían ni una pizca de suavidad, él era alto y esbelto, sin llegar a ser muy musculoso, pero lo que más llamaba la atención en él, eran sus ojos.
Sus ojos eran de un color inusual, parecían ser turquesa, al verlos de lejos cualquiera diría que eran azules, pero al acercarse más se notaba que era una extraña combinación de azul con algunas motas verdes.
Regresé a la realidad al ver cómo me observaban esos ojos, con curiosidad, solté un gruñido y tomé los platos que me estaba pasando, resistí la tentación de lanzárselos a la cabeza, él soltó una pequeña risita como si supiera lo que estaba pensando, miré a mi madre. Quería gritarle que huyera, que se escondiera del psicópata que estaba a su lado, pero eso solo la pondría en más peligro.
Ella le sonrió y le pasó una fuente con un apetecible pollo dentro, rodé los ojos y me encaminé hacia el comedor, puse los platos en silencio mientras miraba a Mick de reojo, se me puso la piel de gallina cuando se acercó a la mesa. Al terminar de poner los platos me quedé parada donde estaba, no iba a salir corriendo como una miedosa... a pesar de que eso me gritaban mis instintos.
El castaño se sentó en la cabecera de la mesa y me observó desde allá con indiferencia, ignoré su cambio de humor y me senté en el otro extremo de la mesa mientras lo retaba con la mirada, eso lo hizo arquear una ceja y sonreír un poco.
—Dime, Shelly... ¿te llevas bien con mi hijo? —su calmado tono de voz me dejó desubicada por un momento, me relamí los labios y me relajé en la silla, sonreí con sorna.
—Por supuesto, Nathan y yo somos buenos amigos —respondí con un poco de malicia, su mirada fría aceleró mi pulso. Sé que él no hablaba de Nathan, así como también sé que no debería provocarlo, él es peligroso. Su mirada se volvió inexpresiva, carente de emociones, sentí un poco de pánico. —¿O hablas de Abel? —pregunté con fingida inocencia refiriéndome a su hijo mayor. Cállate, cállate, estúpida Shelly. Ignoré la voz en mi cabeza y le sostuve la mirada a Mick. Sabía que debía callarme ahora mismo, pero mi boca no parecía captar el mensaje de mi cerebro. Mick me miraba sin siquiera pestañear, me inquietó su misterioso silencio.
—Sabes muy bien de quién estoy hablando, el más pequeño de todos... —respondió con la misma paciencia de antes, solo que esta vez su mirada parecía hecha de hielo, supe que ya era suficiente cuando lo vi pasar un dedo por uno de los relucientes cuchillos plateados que estaban a su disposición sobre la mesa, se me secó la boca. ¿Algo que dé más miedo que un psicópata alterado y molesto? Un psicópata que mantiene la calma aunque esté ardiendo de rabia por dentro, esos eran peores... Son impredecibles, más letales y peligrosos. Y desgraciadamente, Mick era uno de esos.
Pero, ¿de verdad cree que Dylan es su hijo?
Supe que cavaría mi tumba si le preguntaba tal cosa... Y su mirada silenciosamente me prometía que lamentaría preguntar eso, estoy segura de que su calma se iría a la basura si me atrevía a hacerlo.
—Él es idéntico a su padre... al verdadero, claro —susurré venenosamente sin poder contenerme, me levanté rápidamente al verlo agarrar el cuchillo.
—¿Shelly?
La voz de mi madre me hizo mirarla, ella estaba parada frente a la puerta del comedor con una bandeja en las manos y con una mirada de extrañeza, desvié la vista hacia Mick, él comenzó a reírse mientras me miraba pero en sus ojos no había ni un poco de humor, había odio, mucho odio. Y en ese momento supe que yo misma había escrito mi nombre en su lista negra...
. . .
—Pasaré por ti en media hora. Será mejor que no te quedes a solas hasta que yo llegue.
Lancé mi teléfono a la cama tras leer el mensaje de Dominik, mi cuerpo finalmente había dejado de temblar en cuanto su mensaje me llegó, necesitaba hablar de todo esto con alguien, Nathan y Mick se habían ido hace horas, pero eso no me había tranquilizado, me sentía observada desde que Mick se despidió, quizás estoy un poco paranoica, ya he mirado unas treinta veces por la ventana y no he avistado presencia alguna, y el mensaje de Dominik no me había tranquilizado. ¿Él piensa que Mick intentará hacerme algo cuando me quede sola? No estoy tan segura de eso, él parecía tener algo de prisa cuando se marchó...
Debe estar haciendo los preparativos de tu muerte. Ignoré la paranoica voz en mi cabeza y salí de mi habitación.
Me permití relajarme un poco al ver que me encontraba solo con mi mamá, la cual estaba sentada en el sofá escribiendo en su laptop, tuve que morderme la lengua para no contarle las cosas que había descubierto hoy sobre su esposo.
—Shel, iré un momento al supermercado, ¿quieres que te traiga algo? —preguntó sin levantar la vista de la pantalla, negué lentamente. Ella estará a salvo mientras no sepa nada...
—Saldré en media hora con un amigo, iré a bañarme... ten cuidado... —susurré esto último tratando de sonar lo más natural posible, ella finalmente me miró con curiosidad.
No consideraba a Dominik mi amigo y dudo que eso llegue a cambiar, algo me dice que él es una persona muy selectiva con sus amistades. En todas las noticias que lo he visto él siempre ha estado rodeado de personas ricas y sofisticadas como su familia. Mi madre y yo teníamos una posición económica aceptable, pero obviamente no estaba al nivel de la que tenía Dominik, las mujeres con las que lo han relacionado son puras bellezas que parecían salidas de revista. Me reí un poco al comparar eso con las noticias que había sobre Dylan, "el hijo del primer ministro trata de romper récord al comer más de dos mil papas fritas en un comedor de clase media", ese era el titular de la última noticia que vi sobre él hace unos meses antes de que nos conociéramos, creía que sólo era un niño mimado que iba a esos sitios por llevarle la contraria a sus padres, pero después de conocerlo puedo imaginármelo perfectamente ahogándose en papas fritas y siendo feliz por ello. Sin duda son como agua y aceite.
—¿Saldrás con Harry? —preguntó mi madre con un tono suave trayéndome de vuelta a la realidad, cuando negué ella se sorprendió y una sonrisita pícara apareció en su rostro, entrecerré los ojos haciéndola reír, fingiendo un escalofrío regresé a mi habitación. No le he contado nada sobre Abigail a pesar de que llevamos semanas saliendo. ¿La razón? Mi novia dice que todavía no está lista para conocer a mi madre...
Comencé a desnudarme en cuanto cerré la puerta, miré por la ventana, afuera estaba lloviznando. Odiaba el clima tan lúgubre, frío y húmedo que predominaba en esta ciudad. Me recogí el cabello y me apresuré a entrar al baño, me daré una ducha rápida, Dominik no tardará en venir...
Me estremecí al recordar los fríos ojos grises de aquel chico, sacudí la cabeza con violencia y entré rápidamente en la ducha dejando salir el agua caliente. Dominik me inspiraba confianza hasta cierto punto, sé que solo quiere lo mejor para Dylan, pero había algo en él que me daba muy mala espina, y todavía no tengo muy claro qué es...
En cuanto terminé de bañarme me enrollé en mi toalla y salí del baño con un poco de distracción, casi resbalo al ver a Mick recostado de la puerta de mi habitación observándome lentamente de arriba abajo con una sonrisa.
—¿Qué h-haces a-aquí? —pregunté horrorizada, él se pasó una mano por el cabello y su sonrisa se borró de golpe tras clavar su fría mirada en mis ojos, sin esperar respuesta corrí hacia el baño, era hora de hacerle caso a mis instintos.
Grité con todas mis fuerzas cuando él me agarró antes de que pudiera encerrarme en el baño, él cubrió mi boca con una de sus manos mientras que yo forcejeaba para que me soltara, mi corazón latía desbocado al sentir su gran cuerpo pegado al mío, pataleé con desesperación cuando me arrancó la toalla dejando expuesto mi cuerpo desnudo, las lágrimas se agruparon en mis ojos cuando me pegó con violencia de la pared.
—Shh, shh, cálmate... solo quiero hablar contigo, Shelly... —su gélida voz sólo logró aumentar el terror que estaba sintiendo, no le creí ni por un segundo, traté de morder su mano cuando él bajó la mirada hacia mis senos, le di una patada al verlo bajarla aún más, sus ojos no me decían nada, su rostro estaba en blanco. ¿Planea abusar de mí? —Estoy decepcionado, creí que debajo de ese uniforme se escondía algo más... apetecible... —ignoré el golpe a mi orgullo y lo miré con rabia, él se rió al verme a la cara, no bajé la guardia. Las lágrimas salieron de mis ojos al mirar hacia la puerta abierta, estaba a solas con este demente... —¿Por qué lloras? Ya te dije que solo quiero hablar, tu cuerpo adolescente no me llama la atención... —soltó con burla mientras apartaba la mano que cubría mi boca, pensé en gritar por ayuda pero la fuerte lluvia de afuera me decía que sería inútil hacer eso.
—S-Si solo quieres h-hablar, deja que m-me ponga ropa... —logré decir con dificultad, él pareció pensárselo hasta que negó lentamente.
—Estando desnuda no pareces ser tan valiente, te quiero sumisa en este momento... —murmuró contra mi cuello haciéndome enojar, traté de mover mis brazos pero sus manos me agarraban con mucha fuerza, apreté los dientes cuando miró nuevamente mi cuerpo desnudo. No le daré el gusto de verme tan asustada... —No eres mi tipo, de verdad estoy muy decepcionado...
—¿C-Cuál es t-tu tipo? No pareció importarte violar a una pobre chica de dieciocho años... —solté secamente al recordar lo que Dominik me había dicho sobre su madre. Mick pareció verdaderamente sorprendido por un momento, luego una sonrisa lobuna apareció en su rostro.
—Si sigues así de desafiante tendrás el mismo destino que ella... —no negaré que sus palabras me dejaron paralizada, él parecía hablar muy en serio, mi cuerpo tembló levemente. Miré el reloj en la pared, faltaban diez minutos para que Dominik viniera a buscarme, espero estar viva o por lo menos entera para cuando él llegue... —Celine era una verdadera exquisitez... y lo sigue siendo, con el paso del tiempo la voy deseando cada vez más...
—¿Por q-qué estás con mi m-madre? —lo interrumpí sin poder evitarlo, noté que su mirada se había suavizado al hablar de la madre de Dylan. Si tanto la desea, ¿por qué se casó con mi mamá?
—Porque es hermosa y me folla bien. Celine es mi muñeca rota, no dudará en matarme en cuanto me vea; pero tu madre... ella me entretiene por el momento —se me revolvió el estómago al oírlo, comencé a marearme al sentir su respiración en mi cuello, él hablaba de mi madre como si fuese solo un objeto de diversión. Tengo que advertirle, no puedo dejar que siga con este hombre... —Ahora a lo que vine... dime, Shelly, ¿qué más sabes sobre mí? —dejé a un lado mi preocupación por mi madre y me concentré en Mick, arqueé. las cejas con sorpresa cuando él se alejó de mí, no dudé en cubrirme los senos de inmediato, él con una mirada expectante se recostó de la pared frente a mí y miró con disimulo por la ventana, yo observé con tentación la puerta. No podría escapar, él me alcanzaría justo como lo había hecho minutos antes. Al mirar al frente me encontré con sus ojos burlones, rechacé la idea de escapar, él sabía que no podría hacerlo, me aclaré la garganta, lo mejor será hacer tiempo hasta que llegue Dominik...
—Sé que eres un psicópata —respondí tras unos segundos, eso pareció gustarle ya que se rió con ganas y asintió, ¿no lo negará?
—Déjame adivinar, quien te metió cosas en la cabeza fue el hijo de Robert... —supe que hablaba de Dominik, me quedé callada, mirándolo con fastidio. No tenía muy claro cuáles cosas me convenía decirle y cuales no... —Si él te dio a entender que soy un psicópata entonces debe ser cierto.... después de todo, un psicópata sabe reconocer a otro de su clase... —sus palabras salieron con un frío tono afilado mientras que sus ojos no se alejaban de la ventana, solté una pequeña risita al pensar en lo que había dicho. Dominik era extraño, misterioso, frío, pero no llegaba al nivel de Mick...
—Dudo que él haya caído tan bajo como tú, él jamás abusaría de una adolescente indefensa, al contrario de ti... —dije ácidamente sin pensarlo, ganándome una mirada asesina que me hizo retroceder. Debo callarme... pero por alguna razón sentí la necesidad de defender al hermano de Dylan...
—Piensa lo que quieras, pero estoy muy seguro de algo... él es peor que yo en muchas cosas... —replicó mirando con los ojos entrecerrados por la ventana, sentí desconfianza. ¿A qué se refiere con eso último?
—¿Qué es lo que quieres de Dylan? ¿Piensas dañarlo a él también? Así como hiciste con su madre... —solté dejando pasar lo que había dicho sobre Dominik, ahora mismo me importaba más la seguridad de Dylan.
Mis palabras hicieron que su sorprendida mirada se posara en mí, él me observaba como si yo hubiese dicho algo absurdo o extraño.
—¿Estás loca?
La confusión se apoderó de mí cuando él preguntó eso seria y genuinamente asombrado, luego regresó la vista a la ventana y sin darme tiempo a pensar se alejó rápidamente de la pared y me miró con el ceño fruncido, mis ojos se abrieron como platos cuando el cristal de la ventana se rompió en miles de pedazos, ¿qué diablos acaba de pasar?
Mick me agarró con fuerza y literalmente me arrastró hacia el baño, mi boca estaba igual de abierta que mis ojos, él me sonrió con sorna, su expresión decía a gritos "te lo dije".
—E-Ese sonido... ¿s-son p-piedras? —pregunté con temor al escuchar varios impactos contra la pared de mi habitación, no sonaban como piedras...
—Son balas... —negué con incredulidad, él alargó uno de sus brazos dejando a la vista una pequeña herida, me cubrí las manos con la boca al verlo sangrar, él hizo una mueca de terror y se encogió de hombros, se hizo a un lado dejando descubierta la puerta cuando el extraño sonido cesó, su mirada me invitaba a salir del baño, tragué duro, tomé una de las toallas que guardaba en un estante y tras cubrirme con ella caminé hacia la puerta con las piernas como gelatina, me detuve en la puerta. ¿Realmente quiero salir? Por la herida en el hombro de Mick ya sabía que él decía la verdad... pero, ¿Dominik fue quien disparó?
Me crucé de brazos y salí, lo primero que vi fueron los pequeños agujeros en la pared, conté cuatro, luego bajé la mirada al piso y casi me caigo al ver los restos de balas, lo cual reafirmaba lo que había dicho el psicópata detrás de mí.
—Fueron disparadas con un silenciador... —murmuró él para sí mismo mientras se acercaba nuevamente a la ventana rota, esta vez con cautela. Él no parecía muy preocupado por la sangre que manchaba su camisa blanca, lo que me hizo pensar que era una herida superficial. —Pero pudo alcanzarme con esta lluvia... maldito... —él seguía hablando para sí mismo, su mirada emocionada y rabiosa observaba la fuerte lluvia de afuera, luego, esos mismos ojos se llenaron de odio, yo me mantuve al margen, no dejaba de pensar en Dominik... Ese desgraciado disparó sin siquiera importarle que yo estuviera aquí también.
"Haré todo lo que sea necesario para proteger a mi hermano", tragué duro al recordar sus decididas palabras...
—Ya me voy, Shelly... después de ver esto deberías reconsiderar en cuál bando vas a estar, para él no significas nada...
—Al igual que para ti, ¿no? —le corté el rollo con molestia, logré ver un destello de rabia en sus ojos, pero lo disimuló bien. Ya sé que no debo fiarme de Dominik, pero ¡rayos! Preferiría mil veces estar con él que con este violador...
—Como quieras... —dijo despreocupado, dejé caer los hombros al verlo acercarse a la puerta. —Una última cosa, no le digas nada de esto a tu madre... —él se quedó en silencio tras decir eso, dejando que su amenaza flotara en el aire, apreté las manos en puños.
—¿O si no...
—O si no tu querida madre sufrirá tanto que terminará suicidándose y tú vivirás el resto de tus días sabiendo que condenaste a tu madre al no poder mantener esa boquita cerrada... —su respuesta tan directa me dejó impactada, cuando él se dio la vuelta pude ver la crueldad escrita en su rostro, jamás lo había visto así. Finalmente muestra su verdadero rostro. —O mejor aun... ¿cómo se llama esa chica rubia que estudia contigo? Ya sabes, esa que está buenísima... a la que visitas a diario... —la descarga de furia que sentí me empujó hacia él, agarré parte de la tela de su camisa en un puño y miré hacia arriba, encarándolo, no retrocedí al ver su helada mirada.
—Te voy a matar, si la tocas... te voy a matar —susurré gélidamente, él me dio una bofetada tan fuerte que me hizo caer de espaldas, ignoré el ardor en mi mejilla izquierda y me levanté, él observó mi rostro con severidad.
—Esa rubia sí que es una belleza, la última vez que vi a una adolescente así la dejé embarazada... y ya sabes esa historia... —su tono morboso logró que gruesas lágrimas bajaran por mis mejillas, lloraba por la rabia que sentía. —Me pregunto si ella terminaría como Celine, siendo una perra fría sedienta de sangre o... si terminaría suicidándose, ¿tú qué dices, Shelly?
Clavé la mirada en el piso y me mantuve en completo silencio tragándome mis palabras al pensar en la dulce e inocente sonrisa de mi novia, ella no podría soportar las depravaciones de este psicópata y yo tampoco podría...
—Buena chica, y otra cosa, lo que pasó con Celine yo no lo llamaría "violación", fue más bien un ajuste de cuentas —no me moví al sentir sus cálidos labios sobre una de mis mejillas, cuando lo sentí alejarse alcé la vista, él me dedicó una última sonrisa antes de desaparecer por la puerta, me dejé caer en el piso cuando escuché la puerta principal cerrarse, abracé mis piernas y lloré sin poder evitarlo, me dio igual sentir las frías gotas de agua impulsadas por el fuerte viento salpicar mi cuerpo. Ese hombre es peor de lo que imaginé, ¿como puede decir que abusar de una chica fue un ajuste de cuentas? No conozco a la madre de Dylan, pero aún así siento empatía por ella y sobre todo, siento pena.
Me arrastré hacia la ventana rota y observé perdidamente el cielo nublado, la lluvia había disminuido bastante, varios minutos después sentí una mano agarrar mi brazo derecho, al darme la vuelta me encontré con los impresionantes ojos verdes de Cameron cargados de alivio. ¿Qué está haciendo aquí?
Mi pregunta se respondió a medias cuando por la puerta entró aquel misterioso chico de ojos grises, él me miró con interés, vi como sus ojos estudiaban mi cuerpo y luego toda la habitación, él se detuvo frente a la ventana rota, a mi lado. El viento movió su cabello castaño con violencia mientras que su mirada se clavó en la calle.
—Shelly, ¿te encuentras bien? —pestañeé varias veces cuando Cameron habló, asentí levemente mientras tomaba su mano para levantarme, él me miró con el ceño fruncido durante unos segundos, miré fijamente sus ojos verdes para que viera que no mentía, él se cruzó de brazos y miró alrededor. Comprendía que él había venido con Dominik, pero... ¿por qué? ¿Cameron también está involucrado en todo esto?
Si la situación fuese otra me hubiera reído al ver su cara de incomodidad cuando sus ojos se detuvieron en la cama mientras que sus mejillas se ruborizaban, esta es la primera vez que lo veo sonrojarse. Una vez tuvimos sexo allí...
—Dominik, ¿por qué disparaste aun sabiendo que yo estaba aquí? —pregunté olvidando rápidamente lo que había sucedido en el pasado con Cameron, di un respingo al ver la fría mirada de Dominik puesta en el rubio, el cual parecía estar muy perdido en sus penosos pensamientos.
—Lo bueno es que estás viva —abrí los ojos como platos al escuchar la insensible respuesta del castaño, él me miraba sin expresión alguna, con el rostro caliente caminé hacia él, sentía que comenzaría a echar humo por los oídos en cualquier momento. ¿Mick tenía razón? ¿Dominik es otro psicópata? —Tranquila, sabía que él te protegería, varias personas lo vieron entrando al edificio, si aparecías muerta el único sospechoso sería él —añadió con toda la calma del mundo, lo miré con indignación. No puede estar hablando en serio...
—Dominik —lo llamó Cameron con reprimenda, los dos posamos la mirada en el rubio, él miraba a Dominik con el ceño fruncido, parecía estar enojado por lo que había dicho, me acerqué a él, no me sentía segura al lado de Dominik.
¿Qué está pasando aquí? Me pregunté al ver como la mirada enfurruñada de Dominik iba hacia mí, me acerqué aún más a Cameron pero esto pareció encender la furia en Dominik ya que su mirada rebosaba frialdad. ¿Le molesta que me acerque a Cameron?
—Shelly —su suave voz me enfrió el cuerpo. —Parece que viste a un muerto, vístete y cuéntame qué pasó aquí... —su tono malicioso y divertido me dejó sin habla por un momento, él parecía impaciente esperando mi respuesta, Cameron soltó un suspiró y negó con pesadez.
—Vamos a estar afuera, Shelly —dijo el rubio caminando hacia la puerta, me sorprendí cuando Dominik lo siguió sin siquiera dirigirme la mirada, sus ojos estaban pegados a Cameron, me quedé confundida cuando cerró la puerta con fuerza al salir.
¿En qué rayos me he metido?
Dylan
Acerqué lentamente la taza de té a mis labios mientras mis ojos no se alejaban de mis padres, los dos estaban hablando sobre llamar a un doctor para que viniera a revisar a mi madre, la cual sentía algunas molestias en su vientre. Eso era algo que me preocupaba, a pesar de que aun no confío en ella no quiero que le pase nada malo a la bebé, ella no tiene la culpa de nada.
Mordí con nervios el interior de una de mis mejillas, había otra razón por la que me preocupaba la bebé...
Aunque no lo admitiría en voz alta... Me emocionaba pensar que tendría una hermanita, se me hincha el pecho con solo imaginarla entre mis brazos. Y por lo que veo no soy el único que se preocupa por ella, pensé al ver a mi padre. Me parecía un poco sospechoso todo el interés que ha puesto en la salud de mi madre. ¿Por qué lo hace? Quería preguntarle eso, y lo haría en cuanto tuviera la oportunidad.
Sacudí la cabeza y me calmé. Observé a mi madre, sus mejillas no podían estar más encendidas, sus ojos tenían un brillo especial mientras miraba a mi padre, me sentí avergonzado, ¿así me veo yo cuando estoy con Will? Mi madre parecía un tomate, ha estado así desde que mi padre se acercó muy preocupado al ver que le dolía el vientre, ella estaba encantada con la atención que recibía de él. Hice una mueca, ¿de verdad sigue enamorada?
Pasé la mirada a mi padre, él parecía totalmente ajeno a la mirada embobada de mi madre, casi dejo caer mi propio té cuando él me miró con molestia. ¿Y ahora qué hice?
—No puedes darle noticias tan fuertes de repente —me regañó, hice un puchero y asentí, él negó varias veces. —Hablaré con Dominik, regresaré en un momento —se despidió de nosotros mientras sacaba su celular, su mirada se quedó por un momento en mi madre, me sentí incómodo cuando se quedaron observándose en silencio, en cuanto mi madre asintió él se retiró sin decir nada más. ¿Qué rayos significa eso?
Mi madre me miró y se sirvió más té, su mano temblaba levemente. Me rasqué la nuca y tomé una galleta de la mesa, ella me sonrió y yo le correspondí sin saber qué decir o cómo actuar. A los dos nos tomará un tiempo estar frente al otro sin discutir ni mirarnos mal.
—Y... ¿qué nombre le pondrás a la bebé? —le pregunté con verdadera curiosidad, ella bajó la vista a su vientre y lo acarició por encima del delicado vestido azul que llevaba.
—Todavía no lo sé, ¿has pensado en alguno? —casi me atraganto al escuchar eso último, la miré fijamente. —Si se te ocurre alguno lindo, me lo dices —la miré como si fuese un extraterrestre, ella se encogió de hombros. Ignoré la felicidad que me invadió y me comí la galleta en silencio. No creí que tuviese derecho de pensar siquiera en un nombre para mi futura hermana.
Me quedé absorto mirando hacia uno de los árboles, las hojas estaban ganando un opaco color naranja, señal de que estaba llegando el otoño, respiré con tranquilidad al sentir una agradable brisa mover suavemente mi cabello, miré al frente y observé a mi madre apartarse varios mechones de la cara, sonreí un poco al ver cómo se movía su largo cabello ondulado, su vestido azul tenía un pequeño escote por el cual se asomaban sus senos, me fijé en el lunar que tenía en uno de ellos, me recordó al cuerpo de Dominik, mi hermano mayor tenía la espalda llena de ellos. Levanté la mirada rápidamente al darme cuenta de que estaba mirándola en esa zona tan fijamente, al encontrarme con su avergonzada mirada sentí mis mejillas calentarse.
Los dos tomamos otra galleta al ver a mi padre acercarse a lo lejos, miré hacia una de las ventanas de la casa y recordé que debía preguntarle algo a mi madre...
—¿Tú sabías algo sobre la intoxicación de Dean? —le pregunté arqueando una ceja, ella se sorprendió y empalideció un poco, su calculadora mirada se fijó en mí, pasé saliva al ver como su rostro se volvía impasible.
—¿Quieres saber si fue idea mía? —preguntó sin titubeos, asentí automáticamente, ella me estaba hablando con seriedad, sentí un poco de alivio cuando negó, aunque su mirada me decía que sabía algo sobre eso. —Pero lo imaginé, cuando vi que Graham estaba aquí atendiendo a Dean pensé que podría hacerle algo malo, pero no dije nada al ver que se veía normal —añadió sin apartar la mirada de mis ojos, pensé en ello por unos segundos. Tendré que preguntarle a Dean qué fue lo que pasó con Graham en el hospital...
—No tienes nada que ver con lo mal que se ha estado sintiendo estos días, ¿verdad? —pregunté entrecerrando los ojos, ella observó de reojo a mi padre mientras se acercaba, luego me miró con calma.
—No soy tan tonta, Dylan... no le haría nada a Dean, aparte de que yo sería la primera sospechosa, ¿qué ganaría con eso? —preguntó recostándose de la silla, en sus ojos relucía la honestidad, ella se quedó pensativa, asentí no muy conforme con su respuesta. Sé que ella es muy interesada y no le gusta hacer cosas que no le darán ningún beneficio, pero ella y yo sabemos perfectamente que hay algo que puede ganar al quitar a mi mejor amigo del camino...
Cuando escuchamos una pequeña vibración ella se irguió con tensión y sacó su teléfono del bolsillo del vestido, por su expresión de terror supe quién la llamaba sin siquiera ver la pantalla, yo también me tensé, cuando ella me miró buscando ayuda no supe que hacer. Quería que tomara la llamada, Mick podría darle más información sobre lo que está planeando, pero puede que hablar con él le haga más daño a su salud...
—¿Qué quieres? —su fría voz me sacó de mis pensamientos, mi madre tenía una mirada sombría y amarga mientras escuchaba lo que el hombre al otro lado de la línea le decía. —Los únicos que se reunirán serán los gusanos en tu cuerpo cuando te pegue un tiro y te mande al infierno —me quedé boquiabierto al escucharla decir eso con tanta tranquilidad y frialdad tras unos segundos. ¿Mick quiere reunirse con ella?
Mi padre, con el ceño fruncido terminó de acercarse, él miraba en silencio a mi madre, la cual soltó una maldición y tras mandar a Mick a la mierda colgó la llamada.
Ella se levantó con una mano en la boca y tras alejarse vomitó a escasos pasos de nosotros, mi padre se acercó y le apartó el cabello del rostro mientras que yo procesaba lo que acababa de ocurrir.
Tomé un par de servilletas y caminé hacia ellos, se las pasé a mi madre cuando terminó de vomitar, su rostro estaba todo sudado, su piel había pasado de estar pálida a estar ligeramente amarillenta.
—Ven, el doctor pronto estará aquí —dijo mi padre con un tono ácido, nos sorprendió ver tanta molestia en su mirada, la cual se veía también un poco perdida. Él agarró a mi madre por un brazo y la llevó hacia la casa. Creo que me he perdido de algo...
¿Por qué está mi padre tan enojado? ¿Es por la llamada de Mick o por otra cosa?
Me pregunté eso mientras los seguía en silencio, los pasos de mi madre eran lentos y torpes, se encontraba realmente mal.
En cuanto entramos en la casa fuimos hacia la sala de estar, él hizo que mi madre se sentara en uno de los mullidos sofás, yo me acerqué con cautela, arqueé las cejas al ver al rubio doctor sacar un estetoscopio de su botiquín y acercarse a mi madre con una sonrisa tranquilizadora. Edward. Me sorprende que mi padre lo haya llamado después de todo lo que ha sucedido, dudo que haya olvidado el chantaje que él y Will le hicieron...
El esposo de mi novio me miró y me guiñó un ojo, yo rodé los míos y enfoqué mi atención en mi madre mientras me mantenía al margen. Algo captó mi atención por el rabillo del ojo, miré hacia la puerta, allí estaba la chica pelirroja del servicio que había visto antes, entrecerré los ojos al verla mirar con mucho interés a mi madre mientras regaba las flores que adornaban un jarrón, al notar mi mirada se puso nerviosa y salió corriendo de la sala. Esa chica me parece demasiado sospechosa. La seguiré...
—Dylan —detuve mis pasos cuando escuché mi nombre, me di la vuelta, mi padre levantó la vista de su teléfono. —Tengo que salir, no sé a qué hora llegaré esta noche, encárgate de cuidar de tu madre y de Dean...
—¿Y Dominik? —lo corté con el ceño fruncido. No he visto a mi hermano desde que fue a llevar a Shelly a su casa, lo cual me parecía un tanto extraño, si no me equivoco, él se irá en unas horas de la ciudad.
¿Estará con Cameron?
—Tu hermano vendrá más tarde, no puedes salir de aquí... —asentí con pesar, ya Dominik me había prohibido salir. Inflé las mejillas, yo tengo que estar encerrado aquí mientras que él hace allá afuera lo que le viene en gana.
—Pero Dominik sí puede salir... —mascullé entre dientes con un poco de resentimiento. Me hubiese gustado ir a casa de Will, no creo que me pase nada malo allá...
—Bueno, a Dominik no lo está buscando ningún psicópata... —puntualizó él dejándome sin nada que responder, asentí con rendición, él me dedicó una suave sonrisa y después de revolver mi cabello se dirigió a la puerta.
Caminé hacia mi madre y me senté en el sofá a una distancia prudente de ella, me fijé en Edward, el rubio y ella hablaban con mucha seriedad, gruñí ver lo atractivo que era ese estúpido. Sabía que él y Will no tenían nada real pero aún así no lo quería cerca de mi novio. Confiaba en Will, pero no en Edward.
Abracé uno de los cojines del sofá y me olvidé del rubio al ver a mi abuela entrar en la sala, ella me sonrió y se sentó en uno de los sillones, su mirada fue a parar en mi madre, ella arqueó una ceja y se cruzó de brazos, mi madre, en cambio, me miró dulcemente y extendió un brazo para acariciar mi cabello, al sentirme observado por todos me sonrojé inevitablemente, Edward se rió y recogió sus cosas, miré a mi abuela, ella estaba asesinando a mi madre con la mirada, tragué duro y me acerqué al doctor ignorando la pelea silenciosa que parecían estar teniendo mi abuela y mi madre.
—¿Y Will? —le pregunté con desagrado, él me observó y sonrió con encanto sacándome una mueca de asco, su encanto se volvió fastidio al ver mi expresión.
—Mi esposo está muy bien, gracias por preguntar —su maliciosa respuesta me hizo entrecerrar los ojos, él se rió y tomándome por sorpresa me agarró los cachetes. —Eres realmente lindo, Dylan, nada que ver con tu personalidad... —soltó con descaro mientras me miraba con ternura, fruncí el ceño y aparté sus manos.
—¿Podrías decirle que venga esta noche? —le pregunté con distracción, él sonrió de una forma un tanto extraña al escucharme. Ya le había pedido a mi novio que viniera esta noche, pero tengo mis dudas de si lo hará o no...
—Claro —respondió Edward asombrándome, él parecía hablar en serio, le sonreí agradecido. —Cuida de tu madre, debe descansar un buen rato... —añadió mientras caminaba hacia la puerta, lo observé marcharse después de despedirse, cuando regresé mi atención a mi madre la encontré mirando fijamente hacia las blancas baldosas del piso.
—¿Dónde está Dominik? —se preguntó con preocupación, miré hacia la ventana.
—Lo mismo me pregunto yo —susurré.
Cameron
Me relamí los labios con algo de nerviosismo cuando Dominik se sentó frente a mí en la sala de estar del apartamento de Shelly, evité la intensa mirada de mi novio y me concentré en mis manos. Sabía que él estaba molesto conmigo, probablemente porque mi vergüenza al ver la cama de Shelly había delatado lo que una vez hicimos ahí... o quizás está enojado por lo que pasó minutos antes...
—No salgas del auto, Cameron —la sorpresa que sentí al escuchar mi nombre salir de entre los labios de Dominik fue opacada por su mirada, en sus ojos grises había mucha seriedad y me arriesgaría a decir que también algo de miedo, no tenía un buen presentimiento. —Solo te traje conmigo porque dijiste que querías saber más sobre mí. Tú me tienes miedo, y después de esto sé que me temerás todavía más... pero, Cameron... perdiste tu oportunidad de huir de mí, ahora no te dejaré escapar... —su delicada caricia sobre una de mis mejillas y su dulce tono no concordaba con su fría mirada, mi corazón palpitó de emoción y miedo, mi sentido común me decía que saliera corriendo cuanto antes, pero sabía que si hacía eso mi corazón se quedaría con este chico, porque ya era suyo...
—No quiero que me dejes escapar, Dominik... y creo que estás exagerando un poco con todo esto... —respondí suavemente tratando de aligerar la tensión, él sonrió un poco y con una expresión un tanto amarga acercó su boca a la mía, su cálido aliento me acarició y me hizo cerrar los ojos antes de que uniéramos nuestros labios en un corto y húmedo beso, todo mi cuerpo tembló levemente al sentir su contacto, cuando abrí los ojos lo descubrí observándome con preocupación, suspiré, era casi imposible tranquilizar a Dominik. —Parece que vas a matar a alguien, haz lo que tengas que hacer, aquí estaré... —murmuré con un poco de diversión, mi novio se quedó pasmado por un segundo, luego soltó una gran carcajada, me quedé embobado observando como se reía, nunca lo había visto reír así, él soltó un suspiro cuando terminó de reírse, se veía un poco más relajado, yo seguía asombrado. ¿Qué le había hecho tanta gracia exactamente?
—Me encantas, Camarón. Volveré pronto —dijo rápidamente echándome una última mirada y saliendo del auto, pestañeé varias veces y lo observé caminar a través de la intensa lluvia, él se situó detrás de un poste de luz y observó atentamente hacia un complejo de apartamentos que no era desconocido para mí, en uno de ellos vivía Shelly. Pero, ¿qué hace Dominik aquí?
Mi mandíbula se desencajó cuando lo vi sacar una pistola de la parte trasera de su pantalón, me restregué los ojos sin darle crédito a lo que veía. Todo rastro de humor había desaparecido de su rostro, su mirada calculadora estaba puesta en el edificio que estaba al cruzar la calle, su mano agarraba con firmeza el arma. Él... ¿realmente iba a matar a alguien? ¿Por eso se reía tanto? Inocentemente acerté y descubrí su oscuro plan.
Mi cuerpo estaba frío y tieso, mi cerebro trataba de procesar o más bien de aceptar que mi novio era un asesino...
Ahora tenía razones de más para estar asustado de él.
Di un respingo cuando lo vi disparar repetidas veces hacia el edificio, casi se me sale el corazón al ver que los disparos habían roto la ventana del apartamento de Shelly. Antes de darme cuenta ya había salido del auto y estaba caminando hacia él con enojo. ¿Qué significa todo esto? ¿Él pretende matar a Shelly?
Solo estaba seguro de algo, no me quedaré de brazos cruzados viendo como matan a mi amiga. Me aparté el cabello mojado de la frente, me odie por sentirme aterrado y fascinado mientras miraba a mi novio, su fría mirada calculadora no había reparado en mi presencia, cuando finalmente nuestros ojos se encontraron me detuve, helado.
No hacían falta las palabras, la molestia en sus ojos me envió un evidente mensaje, debía regresar al auto ahora mismo, su mirada parecía la de un asesino, uno muy enojado...
Pero yo no retrocedí, me quedé ahí parado a pesar de que su mirada me intimidaba, me solté violentamente de su agarre cuando él se acercó a mí y cerró una de sus manos alrededor de mi brazo.
—¿Vas a matar a Shelly? ¿A eso has venido? ¿Eres un asesi...
—Haz silencio y camina hacia el auto si quieres seguir viviendo... —me cortó él con frialdad mientras caminaba con prisa tras agarrarme nuevamente, lo miré con incredulidad y horror.
—¿M-Me estás amenazando? —pregunté impactado mientras él abría la puerta trasera del auto, mi aterrador novio gruñó y trató de meterme en el auto, me resistí con molestia sin importarme el dolor en mi abdomen por los cardenales. —Estúpido, Dominik. Explícame qué rayos está pasando, ¿esperas que me quede callado y tranquilo después de ver lo que hiciste? ¡Shelly podría estar muerta ahora mismo! —caí en la cuenta de esto último a la vez que las palabras salían de mis labios, ignorando a mi fastidiado novio intenté caminar hacia el apartamento, él me detuvo agarrándome por la cintura sin cuidado alguno y literalmente me lanzó al asiento trasero del auto, mi rostro hirvió de la rabia, cuando iba a quejarme él cerró con fuerza la puerta y sacando un pequeño control de su bolsillo activó el seguro de la puerta, intenté quitárselo pero no sirvió de nada.
—Podrías hacer que nos maten a los dos, ahí adentro estarás más seguro y yo estaré más tranquilo —dijo entrecerrando los ojos, justo cuando creía que él también iba a entrar en el auto me sorprendí cuando lo vi caminar hacia una esquina y acercarse a un auto negro, él comenzó a hablar con la persona que estaba ahí dentro. ¡¿En serio va a dejarme aquí encerrado?! ¡Maldito Dominik!
Lo que había dicho Dominik me hizo sentir un poco culpable, pero no lo suficiente como para quedarme sin hacer nada, sabiendo que Shelly podría estar herida. Comencé a golpear con fuerza el cristal de la ventana, pero este era tan duro como una pared, este jodido auto no es normal.
Miré hacia el edificio nuevamente justo cuando un hombre castaño salió de él y se subió rápidamente en un auto, pensé que la escena parecía sacada de una película cuando el auto de la esquina comenzó a perseguirlo a gran velocidad. Comprendí que el objetivo de Dominik había sido ese castaño, no Shelly. Eso me alivió un poco...
Mi resentida mirada se encontró con los molestos ojos de mi novio cuando él me abrió la puerta, sin decir nada salí del auto y caminé apresuradamente hacia el complejo, ahora mismo solo podía pensar en Shelly.
—Cálmate, no la he matado... —apreté con fuerza las manos al escucharlo, él sonaba cortante y no muy preocupado mientras me seguía el paso. ¿Acaso estoy con un psicópata? ¿Cómo puede estar tan tranquilo después de haber intentado matar a alguien?
Al entrar en el edificio el portero y la recepcionista nos miraron con curiosidad, se quedaron en completo silencio mientras Dominik y yo caminábamos hacia el ascensor, ellos no parecían alterados, creo que no se dieron cuenta de lo que pasó en la calle...
Cuando las puertas se estaban cerrando ellos comenzaron a cuchichear sobre el castaño, al parecer había salido con una herida en un brazo, miré a mi lado e ignoré el escalofrío que recorrió mi cuerpo al ver la sádica sonrisita de Dominik, cuando él me miró la sonrisa desapareció y tomándome desprevenido me pegó violentamente de la pared metálica, su anterior enojo había regresado.
—Tú y yo hablaremos seriamente en la casa... —se limitó a decir cruzándose de brazos, lo miré mal y me abracé a mi mismo mientras me situaba en la esquina del ascensor, Dominik observó mis movimientos con recelo.
Salí casi corriendo en cuanto el ascensor se detuvo, sin pensarlo dos veces abrí la puerta del apartamento de la pelinegra...
Me arriesgué y levanté la mirada de mis manos, Dominik me observaba fijamente como el buen novio aterrador que es, él se había levantado y ahora caminaba lentamente de un lado a otro sin dejar de verme, tragué duro y desafié su mirada. Él parecía un depredador rondando a su presa.
Saqué mi celular del bolsillo cuando lo sentí vibrar, mirando a Dominik de reojo abrí el mensaje que su hermano me había mandado, lo leí rápidamente y resistí las ganas de pasarme una mano por la cara con pesar. Guardé el celular y decidí no pensar en lo que había leído mientras regresaba mi atención a Dominik.
—Deja de mira...
—Te veías muy nervioso allá adentro —su comentario me hizo callar, él había dicho eso vagamente aunque su mirada era muy atenta, mi rostro se calentó. Lo que Shelly y yo tuvimos no fue nada importante, pero estar en esa habitación con Dominik y ella fue algo muy incómodo...
—Después de lo que vi, creo que es normal estar así... hay muchas cosas que quiero preguntarte... —dije escogiendo cuidadosamente mis palabras, él arqueó una ceja y soltó una risita sarcástica y seca mientras se apartaba el cabello mojado de la frente, se me secó la boca cuando vi varias gotas de agua recorrer su masculina mandíbula y bajar por su cuello, noté como su mirada iba hacia mis labios. La tensión sexual entre nosotros competía con la incomodidad que habíamos sentido hace un rato.
—Sé que tienes preguntas, así como sé que te aterrorizó lo que viste. Pero, ¿no te habrás puesto nervioso porque recordaste la primera vez que viniste aquí? —quise lanzarme por la ventana cuando preguntó aquello, la tensión sexual había desaparecido, fue sustituida por un frío ambiente que me hizo encogerme en el sofá. No me sorprende tanto que Dominik sea tan directo, he notado que cuando está enojado o celoso no tiene mucha sutileza que digamos...
Pero, ¿él está celoso de lo que tuve con Shelly? Ya de por sí me costaba creer que él estaba interesado en mí...
—¿Estás celoso? —le pregunté en un susurro, él me miró con seriedad, me reí por lo bajo hasta que me di cuenta de algo... —¿Cómo sabes que fue la primera vez que estuve aquí? —pregunté anonadado, esta vez fue él quien sonrió con malicia y miró a Shelly cuando esta salió de su habitación, miré a Dominik con sospecha. ¿Él ha estado investigandome? ¿Debería estar asustado?
Me asusta lo que él pueda pensar sobre mí después de haber visto mi lista no tan corta de conquistas. ¿Qué puedo decir? La mayoría de las chicas creen que soy el más atractivo del instituto, estoy segura de que todas lo pensarían si Wesley y Dylan no estuviesen en el camino...
Miré hacia el espejo en la pared y no pude evitar mirarme desde varios ángulos, me sentí un poco conforme con mi aspecto al notar lo bien que me veía a pesar de estar todo empapado, mi pequeña sonrisa se desvaneció mientras me fijaba más en lo mucho que había cambiado en unos pocos meses, estaba más delgado, mi rostro se veía más pálido y lánguido, no me veía tan mal... pero ahora solo soy una sombra de lo que solía ser. Suspiré mirando mis vacíos y tristes ojos verdes. Sabía que iría de mal en peor si la situación económica de mi familia no cambiaba...
—Camarón, ¿necesitas un tiempo a solas contigo mismo? —asesiné a Dominik con la mirada cuando soltó eso burlonamente, mis mejillas se calentaron cuando noté la preocupación en su mirada, centré mi atención en Shelly a la vez que ignoraba la mirada de Dominik. No debería darle más preocupaciones, ya parece tener demasiadas...
—Iré al grano... Mick vino aquí solo para ver qué tanto sabía sobre él, ya sabe que no estoy de su lado, amenazó con hacerle daño a mi madre y a mi novia si me metía en su camino, tengo miedo... pero no lo dejaré salirse con la suya. Debemos parar a ese hijo de perra antes de que acabe con todos nosotros, su hijo Nathan puede ayudarnos, no sé si Abel, su hijo mayor, está al tanto de que a su padre le falta un tornillo, pero lo averiguaremos pronto... he quedado con Nathan en un café a las afueras de la ciudad, si nos vamos ahora llegaremos en media hora, así que démonos prisa... —Shelly hablaba rápidamente mientras se ponía un abrigo, yo me levanté y me mantuve en silencio. ¿Quién es ese Mick? Dominik miraba pensativo a Shelly, no pasé por alto que su mirada se había suavizado un poco cuando la pelinegra mencionó a su madre y a Abigail, negué varias veces. Estoy seguro de que Dominik es más suave que un osito de felpa en el interior... —Y Dominik... pagarás por la ventana de mi habitación... —replicó Shelly dándole una última mirada a mi novio, el cual se encogió de hombros y después de mirarme caminó hacia la puerta.
—Vámonos —se limitó a decir Dominik mientras me miraba, esperé a que Shelly saliera para acercarme a él.
—¿Quieres que vaya contigo? Como viste, no estoy dispuesto a seguir tus órdenes a ciegas —le susurré con un poco de nerviosismo y en voz baja para que Shelly no escuchara la conversación, Dominik arqueó una ceja y se acercó peligrosamente a mí, tragué duro cuando tuve su rostro a pocos centímetros de mí, todo mi cuerpo reaccionó a su cercanía, cuando me estremecí él sonrió complacido, rodé los ojos. Él estaba muy consciente de cuánto me afectaba tenerlo cerca.
—Ya sabía que sería difícil controlarte... pero aun así quiero que sigas conmigo... —él me respondió con susurros, sentí un cosquilleo en el estómago al ver la suavidad que había en sus ojos, los cuales me observaban con necesidad, casi suspiro. ¿Dominik me necesita? Pensé en el mensaje de Dylan y mi corazón se aceleró.
—¿Por qué? —pregunté tímidamente sorprendiéndolo un poco. La respuesta parecía obvia, su mirada parecía gritar que me él me necesitaba... Pero con Dominik nunca se sabe...
—Porque no nos veremos en mucho tiempo... —no dejé que la decepción se notara en mi rostro cuando él murmuró eso en mi oído tras unos segundos en silencio. Dominik... ¿por qué eres así? Me pregunté silenciosamente a mí mismo.
Sus palabras se clavaron como una daga venenosa en mi corazón, sentí que el dolor tocaba mi alma, me llevé una mano al pecho y respiré hondo. Dominik me miraba con curiosidad y algo de inseguridad, me reí por lo bajo sin gracia alguna. ¿Cómo pudo meterse tan profundo y en tan poco tiempo en mi corazón?
—¿Estás seguro de eso? Me pregunto cuánto soportarás estar lejos... deberías dejar de engañarte a ti mismo, Dominik —le susurré al oído poniéndome de puntillas, sonreí un poco al ver como se le erizó la piel, sentí el calor que emanaba su cuerpo, sé que si lo toco sentiré lo caliente que estaba. Cuando me alejé me encontré con sus ojos cargados de deseo, tentación y sorpresa, seguro no se esperaba aquello.
Yo estaba muriendo internamente de la vergüenza que sentía tras haber dicho eso, pero, sé que tenía razón. Hay algo que tengo muy claro, Dominik quiere follarme, y algo me dice que esperar no se le da muy bien. Además...
"Tienes que ser atrevido con él, tienes que darte cuenta de que está loco por ti y debes aprovecharte de eso, Camarón. ¡Reconoce tu poder! Haz que le sea imposible estar lejos de ti".
Eso decía el mensaje que Dylan me había enviado hace unos minutos. Y parece que el pequeño castaño no estaba tan equivocado...
Dominik se había quedado mirándome como los niños pequeños observan sus regalos de navidad. Sonreí con inocencia y salí por la puerta rozando su cuerpo a propósito.
—¿Vienes? —le pregunté a mi novio, él se apartó el cabello del rostro y devorándome con la mirada me siguió, no soporté su penetrante mirada sobre mí así que la desvié hacia Shelly, ella había estado pendiente de su celular todo el tiempo, cuando nos acercamos su acerada y rencorosa mirada se posó sobre Dominik. Los tres entramos en el ascensor mientras Shelly se quejaba y yo huía de la mirada excitada de mi novio.
Será un largo día.
. . .
Mis ojos no se apartaron de la ventana mientras Dominik y Shelly me contaban toda la historia del tal Mick y Dylan. Tenía náuseas, y sentía miedo... Me asustaba lo que podría pasarle a Dylan, él no merece nada de esto. No hay dudas de que ese Mick debería estar en prisión por las cosas que ha hecho... Pero parece que Dominik no cree que eso sea suficiente...
Miré a mi novio, él conducía con sus fríos ojos puestos al frente, tenía la misma mirada que cuando le disparó a la ventana de Shelly. Esos ojos no son los de alguien que solo quería herir o incapacitar a otro... No, esa era la mirada de un asesino.
Di un respingo cuando me miró de repente, quedé fascinado e hipnotizado por la belleza de sus ojos grises, nunca podría cansarme de verlos... Y más cuando su helada mirada parecía derretirse... Como ahora.
Y entonces supe que no debía temer de él...
Dylan
Mordisqueé la pajilla de mi malteada unas veinte veces mientras mis ojos ansiosos y nerviosos no se despegaban de la puerta del elegante restaurante en el que me encontraba.
Es una mala idea, Dylan. ¡Es una terrible idea! Esto es demasiado estúpido, incluso para mí.
Mi mente no dejaba de repetirme eso. Debería irme a casa cuanto antes, me matarán en cuanto noten que me escapé... Bueno, si es que salgo con vida de esto...
Justo cuando me levanté para irme la puerta del restaurante se abrió dejando ver a un alto, trajeado y sorprendentemente atractivo hombre castaño que clavó su azulada mirada en mí logrando dejarme estático, me sentí presa del miedo cuando él se abrió camino hasta mi mesa con la seguridad de un rey, sus labios se curvaron en una encantadora sonrisa, reaccioné cuando lo tuve en frente, el miedo fue sustituido por rabia al recordar que este hombre había abusado de mi madre y había mandado a matar a mi mejor amigo.
—Mick... —por un momento no reconocí mi propia voz tan cargada de odio y resentimiento.
El hombre frente a mí dejó de sonreír.
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