¿Por qué volviste?
Tres meses después.
Dylan
Tuve arcadas cuando Will puso ante mis ojos un pequeño pedazo de pulpo frito de las muestras que estaba dando una chica en una esquina del supermercado, saqué la lengua en señal de asco al ver las pequeñas ventosas en los tentáculos del asqueroso animal. Will se rio y se lo llevó a la boca saboreándolo como si fuese un manjar. Los pulpos me han dado asco desde pequeño, los únicos mariscos que tolero son los camarones y los pescados.
—No entiendo como no pueden gustarte, ¡son riquísimos! —dijo muy convencido de ello, rodé los ojos y seguí arrastrando el carrito por el pasillo. Lo veo muy animado, considerando que tuve que rogarle que nos acompañara.
—Son babosos, escurridizos y asquerosamente blanditos —refuté fingiendo un escalofrío, vi de reojo como negaba con desaprobación.
Sonreí mientras tomaba una enorme bolsa de camarones, me alegró encontrar la marca favorita de Dominik.
Esta cena debía ser perfecta. Por fin mi hermano volvía a casa después de tres largos meses. Me quedé muy decepcionado cuando se marchó sin dar muchas explicaciones, no sé exactamente a dónde fue ni lo que estuvo haciendo, no me tragué ninguno de sus cuentos cada vez que lo llamaba y me decía que estaba ocupado con sus estudios en la universidad. Había algo más allí. Si no, ¿por qué ignoró a Cameron todo este tiempo? El rubio había quedado destrozado después de perder todo contacto con Dominik. De nada sirvió que le diera el nuevo número que tenía mi hermano, el camarón se negaba a llamarlo o a tan siquiera enviarle un mensaje. Era comprensible, yo también estaría enojado si Will me dejase de hablar y se marchara lejos sin importarle nada. Además, ¿por qué Dominik se iría sabiendo todas las cosas que hizo Mick y lo cerca que estaba? Era todo muy extraño. Mi hermano nunca me dejaría sabiendo que corro peligro, pero lo más raro aun es que desde que Dominik se fue, Mick también desapareció por un tiempo...
—¿Repíteme por qué debemos hacer nosotros la cena si tienes un séquito de cocineras en tu casa? —volví a la realidad cuando Will habló interrumpiendo mis pensamientos, me reí viendo su expresión de exasperación.
—Porque será más especial si la hacemos nosotros mismos, eso le dará más valor por el esfuerzo que haremos —respondí con calma mientras tomaba una caja de crema de leche. También quería sorprender a Dominik con mis nuevas habilidades culinarias. Sonreí orgulloso de mí mismo.
—Pero si ni siquiera sabes cocinar...
—¿Disculpa? —giré la cabeza lentamente hacia Will y le sonreí tétricamente, él tragó duro y riéndose se alejó rápidamente hacia los vegetales. Ningún vegetal te va a proteger de mí, estúpido. Pensé mientras miraba seriamente las zanahorias con ganas de aventarle una a la cabeza. —Debes admitir que he mejorado bastante en los últimos meses —dije en voz baja tratando de convencerme más a mí mismo que a él, asintió y volvió a acercarse con cautela.
—Es cierto, has hecho platos riquísimos, eso no puedo negarlo. Perdón por lo que dije —no pude evitar una sonrisita cuando escuché eso, él parecía decirlo en serio. Me quedé unos segundos viendo sus hermosos ojos verdes y me contuve de darle un beso. En los lugares públicos no podemos tener muestras de amor. No hasta que me gradúe dentro de un año, cuando eso pase y pueda gritarle a todo el mundo nuestro amor seré la persona más feliz del planeta.
Tras el encuentro que tuve con Mick hace tres meses y después de que me dijera que el bebé que espera mi madre no es suyo, sino de mi padre, comencé a sufrir de ansiedad, la cocina ha sido una de las cosas que me ayuda a controlarla, aparte de pasar tiempo con mi sexy novio.
Mick había decidido cambiar de estrategia después de ver que solo se ganaría mi odio con las cosas que había estado haciendo. No sé quién le dijo que era buena idea enviar a su hermano a intentar matar a Dean, o seguir amenazando a mi madre. Aunque creo que Mick tenía otro motivo oculto para las cosas que hacía, no solo "quererme como su hijo" como me había dado a entender. Las únicas señales que había tenido de él en estos tres meses fueron una serie de mensajes que me envió pidiendo verme otra vez. Mensajes que obviamente ignoré. El último fue hace dos días. Estaba casi ofreciéndole hacerme una prueba de ADN para que viese que no soy su hijo, pero quién sabe qué podría hacerle a mi madre después de enterarse de eso. Podría querer asesinarla, si es que acaso no lo quiere hacer ya.
—Creo que ya tenemos todos los ingredientes, podemos ir a pagar —le dije a Will mientras alternaba la vista entre la lista de supermercado que tenía en mi celular y el carrito de compras que ya traíamos repleto. Los ojos de mi director se iluminaron como dos bombillitos de navidad, me reí entre dientes. Sé que odia venir al supermercado, excepto cuando le dan muestras de comida gratis, ahí sí que es feliz. Abrí la boca con sorpresa cuando vi a Dean venir por el pasillo con las manos llenas de dulces, me acerqué corriendo a él y le quité unos cuantos ganándome una mirada asesina de su parte.
—Nos van a meter presos por comérnoslos antes de pagar —dije con horror antes de llevarme el primer chocolate a la boca, miré con disimulo hacia las cámaras de seguridad en el techo. Ya me visualicé saliendo en algún periódico o en algún video de Tiktok como un ladrón.
—Los están regalando por Halloween así que no importa —en cuanto Dean dijo eso hice un bailecito de victoria y me comí el chocolate mientras abría otro, Will también le quitó uno y se lo comió mientras miraba su celular.
Había olvidado que Halloween era dentro de tres días, todavía no he pensado de qué me disfrazaré este año. El año pasado me disfracé de Sherk y fui la burla de todos. Me preguntaban que si ya no quedaba comida en el pantano, que parecía un Sherk muerto de hambre. En mi cabeza era un Sherk sexy que llevaba una buena dieta pero estoy rodeado de gente sin visión.
Hice un puchero recordando todo eso y miré a Will imaginándomelo con un traje de policía. También se vería bien como doctor o enfermero, bueno, se vería bien con cualquier cosa o con nada...
—Wey, tierra llamando a Dylan... ¿Hay alguien aquí con vida? —pestañeé varias veces cuando Dean pasó su mano de arriba abajo por delante de mis ojos llamando mi atención, me sonrojé al darme cuenta de que me había quedado embobado mirando a Will. —Un segundo más y comienza a babear —escuché como le susurró eso a mi novio, el cual me miró con picardía y con una sonrisa ladeada, con bochorno le quité el carrito de compras y me apresuré hacia las cajas mientras los oía reírse a mis espaldas.
Diez minutos después estábamos llegando a la casa, mientras Will y Dean discutían sobre qué chocolate era mejor, revisé mi celular al sentirlo vibrar, era un mensaje de mi madre.
Tráiganme galletas con chispas de chocolate :(
Hice una mueca y le escribí que ya habíamos llegado a la casa. Últimamente tiene antojos más seguido, nos dijeron que la bebé nacerá el mes que viene. Mi madre se ha estado quedando con nosotros todo este tiempo por las complicaciones de su embarazo. Estos tres meses he mantenido en secreto lo que me dijo Mick, ni siquiera a mi padre le he contado que la bebé es probablemente suya. El único que sabe algo es Will. He estado esperando el momento adecuado para hablar con mi madre, no quería hacerlo antes por lo delicado que estaba su embarazo hace unos meses. Pero en estas últimas semanas la he visto mejor, quizás ya sea hora de obtener respuestas...
Miré a Dean, sé que él y mi padre han estado teniendo problemas desde que mi madre llegó. Según Dean, mi padre sigue sintiendo algo por ella, aunque mi padre se lo ha negado mil veces. Yo no me he detenido a pensar mucho en eso, creo que Dean está un poco paranoico.
En cuanto llegamos a la casa bajamos todas las bolsas y las llevamos a la cocina, miré el reloj en la pared, todavía faltaban unas cuantas horas para que Dominik llegara.
—¿Quieren ver una película? —les pregunté a Will y a Dean mientras las chicas del servicio sacaban todo de las bolsas y lo acomodaban donde iba. En cuanto ellos asintieron sonreí y saqué un enorme envase de helado de menta del freezer, nos servimos un poco en tres platos y caminamos hacia la sala de cine que había en el segundo piso.
Nos encontramos con mi madre la cual estaba acostada en una de las sillas con un bowl de palomitas y con Whisky a sus pies, el perrito de Will se acercó como loco en cuanto lo vio pero luego volvió con mi madre, la cual dejó el bowl a un lado y lo cargó mientras miraba con superioridad a Will al ver que su propio perrito la prefería a ella.
—Que traidor —masculló Will sentándose en una de las sillas de atrás y mirándome para que fuera, me senté a su lado aguantándome la risa. Desde que Whisky conoció a mi madre no se le quiere despegar. Pensé que ella se volvería loca al verlo pero sorprendentemente se volvieron inseparables. Observé a Dean sentarse a unos cuantos asientos delante de nosotros y mirar con un poco de incomodidad a mi madre, esos dos nunca se van a llevar bien, aunque ya han dejado de querer matarse cada vez que se ven.
Mi madre puso una aburrida película romántica, Will y yo nos la pasamos besándonos aprovechando que no podían vernos desde donde estábamos, nos detuvimos y nos miramos con confusión cuando mi madre comenzó a lloriquear y a abrazar al cachorro viendo como moría uno de los protagonistas de esa mala película. Honestamente, esa fue la mejor escena.
—Deben ser las hormonas del embarazo —susurré entre risas, Will asintió y señaló a Dean, el cual iba casi por su quinto sueño. Dean se levantó de golpe cuando escuchamos la puerta abrirse, al mirar hacia allá vimos a mi padre llegar con una cara de cansancio terrible, nos dedicó una mirada a Will y a mí y tras sonreírle levemente a Dean, el cual sonrió como un niño pequeño, caminó hacia mi madre con una bolsa en las manos, ella se secó las lagrimas con un pañuelo y le arrancó la bolsa con desesperación, todos la vimos abrir un empaque de galletas como si su vida dependiera de ello.
—Gragcias —masculló como pudo sin prestarle mucha atención a mi padre y atragantándose con galletas, él la miró por unos segundos y se alejó mientras negaba. Siempre actúa como si no le agradaran del todo los antojos de mi madre, pero siempre la ha complacido en cada uno de ellos. Me quedé pensativo, ¿sabrá que es su bebé? Quizás deba hablar primero con él y luego con mi madre...
Vimos como Dean lo siguió fuera de la sala con una expresión de fastidio. Se molestaba cada vez que mi padre mostraba algún signo de consideración con mi madre. Suspiré. Sigo creyendo que está algo paranoico, no es para tanto, mi padre solo hace lo que cualquiera haría y mi madre ya no parece interesada en llamar su atención o algo así, al contrario, es como si le diera igual todo, parece estar teniendo sus propias batallas internas. Ha estado mucho mas relajada y tranquila desde que mi padre le rompió el celular y le buscó uno nuevo para que Mick ya no pudiera contactarla, ella no ha dejado la casa ni por un segundo en estos tres meses y parece muy contenta con ello.
Miré la hora en mi celular y me paré de un salto del asiento, Will me miró con cara de adormilado, me disculpé por levantarme así de repente y le enseñé la hora, Dominik estaría aquí en dos horas o quizás menos.
—Tengo que comenzar a hacer la cena ahora mismo —dije saliendo apresurado de la sala de cine con él siguiéndome a regañadientes.
—Pidamos pizza... —dijo como si fuese una gran idea, fruncí el ceño y me detuve para verlo.
—Puedes subir a mi habitación a dormir un rato, ¡yo me ocupo de todo! —exclamé con suficiencia y confianza, él arqueó una ceja y bostezó, cuando pensé que se negaría pareció pensárselo y asintió, agarró mi rostro entre sus manos y me plantó un dulce beso en los labios, le correspondí sintiendo mi estómago alborotado y me separé rápidamente cuando me apretó contra su cuerpo y sentí que algo allí abajo se estaba emocionando.
—Aguafiestas —susurró enfurruñado, bufé y tras darle un piquito caminé hacia la cocina, al sentir su mirada sobre mi miré hacia atrás y lo descubrí mirándome el trasero, me hice el indignado y cubriéndome con las manos seguí caminando, lo último que vi fue su sonrisa burlona.
Solté un suspiro pesado cuando entré a la enorme cocina desierta. ¡Manos a la obra! Me dije a mí mismo mientras iba a la nevera y sacaba los vegetales.
Dean
Todo es cuestión de tiempo. No sé cuántas veces me he repetido eso desde que llegó esa mujer. Todo volverá a ser como antes cuando ella se vaya. Pero, ¿acaso se irá? Me pregunté con incertidumbre mientras veía a Robert salir de la ducha con solo una toalla envolviendo su cintura, él me miró y en silencio comenzó a secarse, pasé saliva viendo su escultural cuerpo y con inocencia me acosté en la cama mientras lo observaba, él se rio como si supiera mis intenciones y tras quitarse la toalla y tirarla a un lado se acercó a la cama haciéndome sonreír...
Una hora después abrí los ojos y me quedé mirando al hombre que dormía a mi lado, se veían ojeras bajo sus ojos, sé que ha estado muy ocupado estos días. Me levanté de la cama con un poco de dolor en el trasero, me puse mi ropa y tras darle un beso en la frente salí de su habitación.
Quizás estoy exagerando al sentirme inseguro con la presencia de Celine aquí. Después de todo, el que duerme, besa, abraza, acaricia y está con Robert soy yo y no ella. Pero aún así sentía una espinita en el corazón que me decía que algo pasaba. Debo aceptar que no puedo borrar en tan poco tiempo años de relación y de afecto entre dos personas...
Saqué mi celular y le escribí un mensaje a Cameron preguntándole qué tal estaba al ver que no me había respondido los mensajes anteriores donde le decía que Dominik llegaba hoy, al parecer lo ha superado del todo...
Entré a la cocina y mi estómago gruñó cuando una oleada de deliciosos aromas invadió mis fosas nasales. De mi boca salió un "wau" involuntariamente. Dylan estaba cantando y picando una cebolla, se veía muy contento siempre que estaba en la cocina. Me acerqué a la estufa y mis ojos se abrieron mucho al ver lo bien que se veían unos camarones cocinándose en una especie de salsa blanca, tomé un tenedor y me robé uno mientras Dyan me miraba con satisfacción, en cuanto me lo entré en la boca sentí como mi garganta se cerraba y traté con todas mis fuerzas de no poner una cara de tragedia. Sal y pimienta... ¡Sabía a 1 kilo de sal con 1 kilo de pimienta!
—Ay, no, no, no pongas esa cara... ¡¿Se me pasó la sal?! —preguntó horrorizado mientras se acercaba, como pude asentí, no podía ni hablar del horrible sabor que tenía en la lengua. Él me quitó el tenedor de las manos y probó un camarón, sus ojos se abrieron como botellas al probarlo. —¡A-Agua! Todo se arregla con agua —dijo inseguro, saqué de mi boca el pedazo de camarón y con una risa forzada comencé a negar. ¿Cómo se lo digo sin que le duela?
—Tal vez lo mejor sea comenzar todo de cero otra vez... —le sugerí con un tono casual, el puchero que hizo y su cara de tristeza me hicieron sentir mal. Pero es que no hay forma de que ese desastre pueda arreglarse con agua. —Ni un milagro salva eso —me maldije por pensar en voz alta, él me miró indignado y comenzó a empujarme fuera de la cocina.
—Sal de aquí, tú y tu negatividad es lo que no se salva ni con un milagro —se defendió echándome fuera, me rasqué la nuca y lo miré con algo de pena. Pobre de todos nosotros, hoy nos iremos a dormir sin comer nada...
—¿No quieres mi ayuda? —me ofrecí pensando en los estómagos de los demás, él rodó los ojos y negó, me sacó la lengua de forma burlona y con molestia regresó a la cocina.
Me reí un poco. Las habilidades culinarias de Dylan son por días, un día están bien, al siguiente no.
Mi teléfono comenzó a sonar así que lo saqué rápidamente de mi bolsillo esperando ver el nombre de Cameron en la pantalla, fruncí el ceño al ver un número que no tenía agregado. Contesté con algo de duda. ¿Quién será?
—Hola, Dean. ¿Cómo has estado?
Me quedé helado al escuchar literalmente la voz de mis pesadillas al otro lado de la línea. ¿Por qué?¿Qué quiere? ¿Cómo consiguió mi número? ¿Por qué ha vuelto a aparecer?
—G-Graham.
Escuché su maldita risa burlona y pensé en colgar de inmediato pero me sentía paralizado, sentía que mi cuerpo y mi mente se transportaban a aquella habitación de hospital donde ese supuesto doctor intentó asesinarme hace tres meses.
—¡¿Q-Qué es l-lo que q-quieres?! —exigí saber apretando con fuerza el teléfono, cuando mis piernas respondieron decidí salir al patio para que Dylan no me escuchara, no quiero asustarlo.
—Ay, ¿así me tratas después de tanto tiempo? ¿A mí? Pensé que teníamos una relación especial —fingió lloriquear mientras decía eso, respiré hondo para calmarme, mi corazón estaba casi teniendo un colapso.
—Llamaré a la policía —dije sin más, ya no tenía paciencia para sus jueguecitos, lo escuché resoplar. Como si supiera que no llamaría a nadie.
—Ya, ya, relájate. Me he enterado de que hoy llega nuestro querido amigo Dominik. ¿Está por ahí, ya llegó? Si es así ponlo en la línea, los adultos tienen que hablar...
¿Qué? Me quedé estupefacto al oír eso, mi ceño se frunció al notar su lúgubre y serio tono al final. ¿Cómo se ha enterado de que Dominik viene hoy? Pero lo más importante...
—¿Qué tiene una escoria como tú que hablar con él? —dije con todo el odio que pude, si hay alguien a quien odio en este mundo, ese es el doctor Graham.
—Siempre que hablo contigo me pongo cachondo, eres tan valiente, Dean... A veces fantaseo con ese día especial en el hospital, todo eso pudo haber terminado de una manera diferente... Me excita imaginarlo, sé que tarde o temprano volveremos a encontrarnos así...
Alejé el celular de mi oreja al escuchar las asquerosas palabras de ese enfermo. Sin duda ese hombre necesita ayuda psiquiátrica. Sentí como todo lo que había comido en el día comenzaba a subir nuevamente por mi garganta.
—Me harás vomitar, te lo juro. No vuelvas a llamarme y no te vuelvas a acercar a mí o a...
—¡QUIERO HABLAR CON DOMINIK! —me interrumpió con un grito, me estremecí y los pelos se me pusieron de punta. Ya se había enojado. Me llevé una mano al corazón y respiré hondo varias veces tratando de mantener la calma.
—¡DOMINIK NO ESTÁ AQUÍ MALDITO HIJO DE PUTA! —grité con todas mis fuerzas lleno de rabia, perdí el aliento después de aquello, el doctor se quedó en silencio. Es increíble como este hombre puede sacarme de mis casillas. Miré alrededor con temor de que me hayan escuchado, el único que me miraba era un guardia, el cual me veía atónito, me sonrojé de la vergüenza. Él sí que me escuchó.
—Gracias, cuando llegue dile que me llame —por fin contestó el psicópata del otro lado, su tono dulce y amable me hizo mirar el celular con confusión. Es impresionante como puede cambiar de actitud de un momento a otro. Sin más cerró la llamada. Sentí que perdía la fuerza en las piernas, como pude caminé hacia una de las sillas de exterior que había junto a la piscina y me senté.
—Dominik... llega pronto —murmuré para mí mismo lleno de miedo...
Dylan
Al escuchar el timbre solté rápidamente el cuchillo que tenía en las manos y corrí hacia la puerta de la entrada, con una sonrisa enorme abrí la puerta y salté sobre mi hermano en cuanto lo vi, él me abrazó con fuerza al igual que yo, mis ojos se llenaron de lágrimas al esconder mi rostro en su cuello y oler su familiar perfume. Por fin estaba aquí.
Cuando me bajó lo miré algo borroso por las lágrimas en mis ojos, él tenía una gran sonrisa mientras me veía, me restregué los ojos. Se veía un poco diferente.
—Te extrañé mucho, enano —dijo revolviendo mi cabello y entrando a la casa con sus maletas.
—Yo también te extrañé —contesté volviendo a abrazarlo, su pecho vibró cuando se rio. Me alejé y miré todas las maletas que traía consigo, observé detrás de él como seguían sacando maletas, me llevé una mano a la boca sin poder creerlo. —Acaso tú...
—Sí, vine para quedarme.
Solté un grito de sorpresa y emoción cuando dijo eso, él comenzó a reírse nuevamente.
—Mi bebé —mi mamá caminó rápidamente hacia él y lo abrazó, se veía aliviada, Dominik le correspondió el abrazo y le dio un beso en la frente, después vi como le susurraba algo al oído que no pude escuchar pero que hizo que nuestra madre lo abrazara aún más fuerte con una sonrisa.
Sonreí y les di espacio. Tenía muchas preguntas que hacerle a Dominik pero lo haré más tarde, no quiero agobiarlo justo ahora que llegó, debe estar cansado del vuelo.
Arrugué la nariz cuando sentí un olor a quemado. ¡El pan! Salí corriendo despavorido hacia la cocina al recordar que había dejado el pan tostándose. En cuanto llegué apagué rápidamente el horno y saqué la bandeja llena de pan carbonizado, lo puse rápido bajo agua para que el humo no encendiera el sistema anti-incendios. Me estresé y comencé a cortar una nueva barra de pan, puede que me dé tiempo de prepararlo otra vez ya que Dominik seguro querrá bañarse y cambiarse antes de cenar.
Me estremecí cuando sentí unos grandes y fuertes brazos rodearme por la cintura, la piel de mi cuello se erizó cuando Will se inclinó y me dio un beso ahí.
—¿Puedo ayudarte en algo? —preguntó el bello durmiente, me giré y escondí una sonrisa al ver su cara de recién levantado.
—Sí, puedes ir llevando todo eso para el comedor —señalé los platos que ya estaban listos, me llenó de satisfacción ver cómo miraba la comida con mucha sorpresa y hambre. Realmente me esforcé esta noche, tuve que hacer casi todo otra vez porque se me había pasado un poquitito la sal y la pimienta. Admito que a veces me emociono cuando estoy sazonando las comidas. Debe ser mi espíritu de chef apoderándose de mis manos, no puedo evitarlo.
Terminé de cortar el pan y tras ponerle aceite de oliva con ajo los llevé al horno otra vez. La segunda es la vencida.
—¿Puedes encargarte de sacarlos cuando estén listos? Necesito darme una ducha —le dije a Will poniendo ojos de cachorrito cuando volvió, él asintió y se acercó a darme otro beso, comenzamos a besarnos intensamente hasta que escuchamos a alguien carraspear, nos separamos y miré con vergüenza a mi madre, ella estaba sirviéndose un vaso de jugo mientras nos miraba "disimuladamente". —Me iré a bañar —declaré huyendo y dejando solo a Will con mi madre, él me miró como diciendo "¿En serio?". Ellos no se llevan tan mal como antes pero tampoco son mejores amigos.
Subí con apuro las escaleras y entré en mi habitación mientras me iba quitando la ropa, después de tirarla toda en el cesto de la ropa sucia entré a la ducha y comencé mojar mi cuerpo...
Diez minutos después ya estaba fresquecito y cambiado mientras inspeccionaba que todo en la mesa estuviera perfecto. Como era una cena familiar no me arreglé mucho, me miré en el largo espejo horizontal que cubría casi toda la pared del comedor, me había puesto una camiseta gris y unos pantalones negros que me quedaban un poco ajustados.
Mire la mesa, todo se veía muy rico. Cuando los demás comenzaron a llegar alabaron mis creaciones, me hice el humilde diciendo que no era nada, aunque la verdad es que casi pierdo los estribos cocinando todo esto. Nadie sabe lo cerca que estaba de mandar todo a la mierda y de pedir pizza o comida china. La cocina me relaja pero otras veces me da ganas de suicidarme.
Cuando mi mamá llegó le sonreí y ella me devolvió una dulce sonrisa mientras se sentaba a la cabecera de la mesa, observé su bello vestido rosa y su largo cabello lacio, no me sorprendía que una marca de ropa para embarazadas la haya contactado para que sea su modelo después de ver las fotos que publicaba en Instagram. Como siempre, Dean la miró con algo de recelo y mi papá ni siquiera levantó la mirada, sabía que si lo hacía Dean se molestaría.
—Esto está riquísimo —miré a Dominik con algo de bochorno, él se veía encantado mientras probaba los camarones en salsa de coco que hice especialmente para él, sé que es una de sus comidas favoritas. Cuando los demás hicieron comentarios similares sentí que todo el estrés que pasé había valido la pena.
Le sonreí a Will cuando me agarró la mano bajo la mesa y me dijo al oído que todo estaba perfecto.
No pasé por alto que de vez en cuando Dominik se quedaba absorto mirando a la nada, y otras veces se veía algo preocupado por momentos. No sé qué pasó entre él y Cameron pero espero que puedan arreglarlo. Invité al camarón a venir esta noche pero se negó rotundamente, dijo que ya tenía planes pero está más claro que el agua que no quiere ver a mi hermano.
—¿No ves a Dean un poco raro? —la pregunta desconcertada de Will me tomó desprevenido. Dirigí mi mirada a Dean y de hecho sí estaba actuando algo extraño. Él miraba a Dominik con mucho nerviosismo y ansiedad, como si quisiera decirle algo. ¿Qué está pasando que no me haya contado?
Le mandé un mensaje preguntándole qué sucedía, su reacción fue más rara todavía cuando tomó su celular y miró el mensaje, él había empalidecido, lo que confirmó nuestras sospechas. Sí estaba sucediendo algo.
Nada, no te preocupes.
Su mensaje solo me preocupó más. Dean me lo cuenta todo, si no lo ha hecho es porque debe ser algo muy serio y sobretodo malo. La única cosa tan mala que se me viene a la mente es algo relacionado con Mick. Sentí que el jugo me bajaba con pesadez por la garganta y de pronto todo el apetito se me quitó al pensar en que ese loco podría haber regresado.
Solo una mirada bastó para que Will supiera de mis sospechas y miedos. Lo sentí apretar mi mano un poco, lo cual me relajó. Nuestra conexión y el amor que sentimos en uno por el otro van más allá.
En cuanto terminamos de cenar todos pasamos un rato a la sala de estar para conversar, tomé con descuido una copa de vino ganándome una mirada de reproche de mi padre y de Will, les sonreí inocentemente y me la llevé a la boca.
—Quédate esta noche —le pedí a Will con súplica, él sonrió un poco y negó mientras me susurraba que no podía, siempre que se lo pido se niega. Pero entiendo que para él sería incómodo hacerlo con mis padres aquí. —Llévame contigo entonces —sugerí rápidamente haciendo un pucherito, él se lo pensó y después miró un punto detrás de mí.
—No creo que a tu hermano le agrade la idea —se burló con una sonrisa socarrona mientras miraba a Dominik, seguí su mirada y me encontré con la fría mirada de mi hermano sobre nosotros, suspiré y asentí. Tenía que hablar más tarde con él.
—No me iré contigo hoy porque es la primera noche de Dominik aquí pero mañana no quiero excusas... —le advertí, él arqueó una ceja ante mi tono de autoridad y levantó las manos en son de paz, me tomé lo que quedaba en la copa de vino y cerré los ojos unos segundos, me sentía muy agotado de pronto. Esas horas en la cocina ya me estaban pasando factura.
Cuando Will se despidió y se fue sentí un vacío en mi corazón al ver su auto alejarse, si por mí fuera viviríamos juntos, me duele mucho estar sin él. Siempre que me despido de él es una tortura.
Caminé cabizbajo hacia la oficina de mi padre, he decidido hablar primero con él sobre lo que me dijo Mick hace tres meses, algo me dice que sabe algo.
Toqué dos veces a la puerta y en cuanto la abrió su ceño fruncido cambió a una sonrisa cuando vio que era yo, entré y me senté en uno de los sillones que había frente a su gran escritorio negro.
—Dylan, ¿está todo bien? —me preguntó con algo de alarma a la vez que cerraba la puerta y se sentaba en el sillón frente a mí, lo miré fijamente y tomé una bocanada de aire. Espero no arrepentirme de esto.
—Hay algo que no te he contado... Algo que me dijo Mick cuando nos vimos... —dije con seriedad, él pareció sorprenderse por el tema, se quedó en silencio y me miró expectante. Aquí vamos... —Me dijo que la bebé que está esperando mamá es tuya...
En cuanto dije eso sus ojos se abrieron mucho y tras unos segundos de mirarme con auténtica confusión soltó una risa seca, cree que estoy bromeando... Mantuve mi expresión seria para que viese que no había ni una pizca de humor en mis palabras. Pensé que él sabría algo sobre todo esto pero al parecer me equivoqué...
—Eso no es posible... Debe ser otra de sus mentiras, creo que sabría perfectamente si existiera alguna posibilidad de que esa bebé fuera mía, no soy tan descui...
—M-Me dijo que quizás ni tú s-sabías que era t-tuya. Dijo que recordaras la noche de la s-subasta en Milán, ¿eso tiene algún significado para ti? —lo interrumpí nervioso recordando todo lo que me había dicho Mick sobre eso, pero él seguía confundido, parecía estar tratando de recordar algo. Lo observé rascarse la barbilla y la cabeza con confusión hasta que su mirada se quedó fija en el piso y sus ojos se pusieron como platos, luego me miró y abrió la boca asombrado, mi corazón se encogió al ver que algo pareció cobrar sentido en su cabeza.
Esto no puede ser...
Mi padre se levantó del sillón y fue tras su escritorio con prisa, sacó unos papeles de una gaveta y se quedó viéndolos por un tiempo, al acercarme a él vi que eran los reportes de salidas de los meses en los que mi madre probablemente quedó embarazada, según dichos reportes, ellos no se vieron durante meses.
—¿Por qué aquí no sale la subasta de Milán? —preguntó en voz baja, recuerdo que cuando vi esos reportes hace meses tampoco recordaba la subasta. Pero Dominik nunca pasaría algo así por alto...
A no ser que estuviera encubriendo a mamá.
—Dominik... —masculló mi padre con molestia a la vez que salía enfurecido de su oficina, lo seguí de cerca con los nervios a flor de piel. Parece que él había llegado a la misma conclusión que yo.
Él tocó con fuerza la puerta de la habitación de Dominik, el cual abrió unos segundos después luciendo completamente desubicado, pobrecito, parecía que ya estaba durmiendo o que había estado casi en ello. Él pasó la mirada desde mi padre hacia mí sin entender nada, mi padre entró a su habitación al igual que yo.
—La subasta de Milán, ¿por qué no está aquí?
Dominik se quedó en silencio al escuchar la enojada voz de nuestro padre, no se veía muy sorprendido, es como si supiera que esto pasaría en algún momento, él dejó caer sus hombros con resignación y se sentó en su cama mientras miraba a nuestro padre con un poco de culpabilidad. Él lo sabía todo este tiempo...
—Yo le conté todo y le dije que no lo pusiera en la lista —todos miramos hacia la puerta cuando mi madre llegó y dijo eso, ella estaba retando a mi padre con la mirada. Él se quedó estupefacto, se veía dolido y molesto.
—¿Por qué, Celine? ¿Es que no aprendiste la lección con lo que le hiciste a Dylan durante toda su vida? ¿Planeabas hacerle creer a ese hombre que otro de mis hijos era suyo? —preguntó mi padre con mucha rabia en la voz, se notaba que estaba esforzándose por no explotar. Mi madre resopló y lo miró con dolor a la vez que sonreía un poco con frialdad.
—Las cosas que hice las hice para proteger a mis hijos. Mick quería que tuviera "otro" hijo suyo, siempre amenazaba con matarme o con llevarse a Dylan si no lo hacía, me las ingenié para drogarlo todas las noches que quería estar conmigo, nunca estuve con él en los últimos años pero le hice creer que sí. La única vez que he tenido sexo con alguien que no seas tú fue cuando ese imbécil me forzó. Como tarde o temprano se daría cuenta de mis engaños y como ya no soportaba más vivir bajo su obsesión y amenaza, quise decírtelo todo la noche de la subasta, por eso te pedí que me acompañaras a mi habitación de hotel para hablar pero quizás no lo recuerdes pero tú y yo tomamos mucho esa noche... Tú tomaste tanto que una cosa llevó a la otra y pasó lo que pasó. Esta bebé en mi vientre es tuya, Robert. Planeaba decírtelo después pero cuando me enteré de que estabas teniendo una aventura con Dean no soporté la idea de que me rechazaras embarazada por un adolescente así que había decidido criar al bebé yo sola pero todo se complicó demasiado...
Dominik y yo nos miramos con incomodidad deseando ser invisibles o de ser tragados por la tierra, era extraño escuchar sobre la noche en que tus padres concibieron a tu futura hermana. Creo que deberíamos salir y dejarlos hablar solos...
Miré a mi papá buscando alguna señal de desacuerdo con lo que había dicho mi madre pero él parecía haber recordado todo, se veía la perplejidad y la preocupación en su rostro. Él y mi madre se miraban con mucha intensidad, los dos se han hecho mucho daño el uno al otro, eso se notaba a leguas. Eran como la pólvora y el fuego, y por alguna razón sentía que saltaban chispas entre los dos, no tenía claro si de amor u odio... O quizás era un poco de ambas...
Me sequé las manos sudadas de los jeans y agradecí que Dean estuviera en un profundo sueño en su habitación. Nada de esto terminará bien...
Mi padre se quedó ahora mirando la barriga de mi madre, se veía muy culpable y triste. Como si hubiese fallado en la vida. Y no era para menos, debe estar completamente destrozado por dentro.
—Papá... —lo llamé para que se detuviera cuando caminó hacia la puerta, pero él me ignoró y siguió caminando cabizbajo, suspiré. Necesita tiempo para procesar todo esto al igual que yo. Miré a Dominik y a mi madre con decepción. No pensé que podrían estar ocultando algo así. —Sabrá Dios qué más están ocultándonos —susurré con resignación mientras me iba después de mirarlos mal, los dos se veían culpables pero eso ni nada reparará el daño causado. —Me decepcionan —dije antes de salir y cerrar la puerta de un portazo. Mi intención era que se sintieran peor de como se estaban sintiendo. Son unos descarados, nos estuvieron viendo la cara de estúpidos todo este tiempo, por la razón que sea no debieron ocultar eso. No tiene justificación.
Subí hacia mi habitación y miré con lástima hacia la de Dean, caminé hacia allá y abrí la puerta despacio, no me sorprendió ver la cama vacía. Debe estar en la habitación de mi padre...
Cuando se entere de todo esto se le romperá el corazón, pero debe entender que todo eso pasó antes de que él y mi padre estuvieran juntos y que él ni siquiera sabía que la bebé es suya.
Fui hacia mi habitación y tras quitarme la ropa y tirarme en la cama le mandé un mensaje a Will contándole todo el chisme. Él era el único que sabía, seguro se sorprenderá al saber que Mick me había contado la verdad.
Cerré los ojos y me dejé llevar por el sueño deseando que todo hubiese sido una pesadilla...
Cameron
—Déjenlo por allá —le dije a los trabajadores indicándole dónde debían dejar el nuevo sofá que había comprado. Sonreí viendo como había quedado la espaciosa sala de la casa en la que vivía ahora con mi madre y mi hermano.
Fue gracias a él. Mandé a callar la voz en mi cabeza que dijo eso. Aunque sabía que tenía razón. Fuimos capaces de dejar atrás la miserable vida que llevábamos en aquel barrio de mala muerte gracias al trabajo que consiguió mi mamá. Trabajo que misteriosamente le ofrecieron en una empresa sin ella siquiera haber aplicado. Sabíamos que todo había sido plan de aquel chico de ojos grises que me abandonó sin ningún tipo de consideración.
Tomé en mis manos el pequeño portarretratos que mostraba una foto de mi madre, mi hermano y yo. El infiel y abusador de mi padre había recogido todas sus cosas un día y se marchó sin más. Nunca intentamos buscarlo o quisimos saber sobre su paradero. Lo dejamos que viviera solo donde quiera que estaba, ahogándose en alcohol y con las prostitutas en las que le gustaba gastar el poco dinero que ganaba en su mísero trabajo.
No habíamos vuelto a la vida de lujos que teníamos antes de que él perdiera su trabajo, pero vivíamos bastante bien. También conseguí un trabajo para ayudar con los gastos de la casa y con el pago del instituto. Trabajaba en un café cerca de la casa.
No podía quejarme. Esa experiencia de vivir en la miseria por tantos meses me cambió la vida, al igual que lo hizo conocer a Dylan, un niño rico sin complejos y con un corazón enorme.
Conocerlo a él también me cambió.
Por él dejé atrás mi vida de playboy, ya no me llamaba la atención acostarme con las chicas, mejor dicho, no me llamaba la atención tener algo con cualquier persona.
Ya sabía lo que era sentirse usado y desechado, no se lo deseo a nadie. Tampoco quiero ser el que le haga eso a otras personas. Él me hizo abrir los ojos y cerrar el corazón. No dejaré que nadie vuelva a aprovecharse de mí de esa forma.
Las primeras semanas fueron lo peor, no quería salir de mi habitación, no quería comer nada, me pasaba el día pensando en qué fue lo que hice mal. No entendía por qué se había ido así de esa forma. Mis amigos fueron muchas veces a mi casa tratando de animarme pero sin éxito alguno, me dolía ver a Dylan, ver un poco el parecido físico que tenía con él me lastimaba.
Después de un mes comencé a tratar de reorganizar mi vida, pero él estaba en mis pensamientos día y noche, incluso en mis pesadillas y sueños. Soñaba que venía de sorpresa y me decía que todo fue una broma o una prueba... Pero la realidad me golpeaba cada mañana, era como recibir un balde de agua fría seguido de una bofetada de realidad. Sentía como mi corazón iba endureciéndose cada día más, si no terminó volviéndose una piedra completamente fue por mis amigos, ellos evitaron que me terminara cayendo en un pozo sin fondo.
Y ahora, tres meses después, cuando creía que mi vida ya había vuelto a tomar forma y algo de color, recibí ayer la noticia de que él regresaba a la ciudad. Obviamente rechacé la inocente invitación a cenar que me hizo Dylan ayer, sé que no lo hizo con mala intención. Pero no quería volver a verle la cara a su hermano jamás en mi vida.
Media hora después me encontraba en el gimnasio con Harry, el cual me miraba nervioso desde que me vio, parecía estar esperando algún tipo de reacción en mí. Lo ignoré con toda la calma del mundo y tras quitarme la camiseta me acerqué al saco de box que había en una esquina.
—Supongo que ya sabes que él regresó...
—Q-Que regrese, no me i-interesa. P-Para mí ya está muerto —le dije a Harry entre jadeos mientras golpeaba el saco que él estaba agarrando para mí, él me miraba con duda. Como si no creyera mis palabras, y la verdad es que ni yo me las creía en el fondo.
—¿Seguirás diciendo eso después de verlo? —su pregunta me hizo golpear con más fuerza el saco, sentí las gotas de sudor recorrer mi cuerpo, cuando me detuve le sonreí y me aparté un mechón de cabello.
—¿Quién ha dicho que lo veré? —le respondí con otra pregunta, él negó con resignación. Me reí y me alejé de él, caminé hacia el baño del gimnasio y sentí como mi sonrisa falsa se desvanecía al verme en el espejo.
¿Qué tanto puede cambiar una persona en tres meses?
Me pregunté mientras me miraba. Yo había cambiado, y mucho. Mis bíceps habían crecido, mis abdominales estaban muy marcados, mi cuerpo estaba más nutrido, más grande, más saludable, más definido, mi cabello, el cual llevaba ahora recogido en una media coleta, me llegaba hasta los hombros, excepto a los lados, donde lo había rapado casi por completo. Aunque mi físico haya cambiado tanto, el mayor cambio estaba en mi mentalidad. Ya no era ese ingenuo playboy que se dejó engatusar por un hombre de hielo.
Sonreí con suficiencia y después de aproximadamente una hora de entrenamiento me encaminé hacia las duchas tras coger mi toalla y jabón. Me reí cuando escuché a Harry cantar en la ducha contigua, los demás lo mandaron a callar como siempre. El canto de Harry debió ser un arma de tortura en otra vida.
En cuanto salimos nos vestimos con los uniformes del instituto y nos fuimos en su auto nuevo, me sorprendió lo buenos amigos que llegamos a convertirnos, no solo él y yo, sino también todo el grupo de Dylan y Dean. Miré a Harry, su cuerpo también había cambiado mucho, y no era para menos, durante un tiempo no salíamos del gimnasio. Lo usé como escape para no pensar tanto en aquel tipo.
Me despedí del castaño en cuanto llegamos al instituto. Estoy ahorrando para comprarme un auto, el mío tuve que venderlo hace meses. También me faltaba poco para pagarle por completo a Dylan el dinero que me dio para pagar el instituto, le dije que no podría vivir tranquilo sin devolverle el dinero.
—¿Por qué no usas ese dinero para comprarle algún regalo a tu mamá o a tu hermano? —sonreí al recordar sus palabras cuando traté de darle el dinero. Él siempre iba a mi casa con la excusa de que estaba aburrido pero sé que lo hacía para no dejarme solo y para pasar más tiempo con mi familia. Tuve que esconder el dinero en su mochila sin que se diera cuenta, pero al día siguiente me gané una oleada de insultos de su parte pero no me importó. Siempre estaré agradecido con él.
Las chicas no dejaban de mirarme desde que comencé a caminar por los pasillos, las ignoré a todas. Desde que comencé a ir al gym las miradas de las mujeres y de algunos hombres se triplicó, incluso habían profesoras que se me quedaban viendo fijamente. Pero nadie despertaba ninguna emoción en mí.
—Te juro que en la cabeza de ese camarón el pasillo es una pasarela —no pude evitar reírme cuando escuché a Dylan decirle eso a Dean sin ningún disimulo a la vez que me miraba con una ceja arqueada. —Ese botón va a sacarle el ojo a alguien un día de estos —me advirtió dramáticamente el pequeño castaño señalando los botones de mi camisa, resoplé. La verdad es que esta camisa ya me quedaba un poco ajustada, tengo que comprar nuevas que se ajusten a mi nuevo cuerpo.
—Deberías dejar de mirarme tanto, ovejita —dije recostándome de lado de los casilleros, él se rio y rodó los ojos.
—No sé si lo has notado pero todo de ti grita "mírenme" desde que comenzaste a ponerle proteína hasta al agua que te bebes...
Me crucé de brazos y me reí al escuchar eso tomándomelo como un cumplido. Si no él no estuviera tan embobado con el director y si no fuera hermano de él me arriesgaría a tratar de conquistarlo. En estos últimos meses, después de aclarar el malentendido que tenía con su padre, he pasado mucho tiempo en su casa, y todavía cree que no me he dado cuenta de que nuestro director también lo ha hecho. Admito que al principio me sorprendió bastante, cuando Dean me dijo que Dylan ya tenía a alguien ¡no esperaba que fuera nuestro director! Pero se nota que están perdidamente enamorados el uno del otro...
Dean me dijo que él también tiene pareja, aunque siempre que le pregunto por eso cambia de tema y se pone sospechosamente nervioso. ¿Quién será? Todavía no lo he descubierto.
—Nunca fallas en hacerme reír —dije revolviendo su cabello, él fingió enojarse, cuando sus intensos ojazos azules se quedaron mirándome fijamente con curiosidad supe lo que venía.
—Oye, Cameron.. ¿ya has habla...
—Me voy, tengo clases —lo interrumpí forzando una sonrisa y caminando lejos de ellos antes de que terminara esa pregunta. Vi de reojo como cuchicheaban mientras me miraban, me sentí incómodo. No dejaré que la llegada de ningún imbécil desorganice mi vida.
Después de clases fui a mi casa a cambiarme para irme a trabajar. Tras darme un baño relajante me vestí. Me puse el fino pantalón negro de vestir de mi uniforme y una camisa blanca que también me quedaba un poco ajustada, peiné mi cabello y después de ponerme un poco de perfume tomé la bolsa en la que siempre guardaba mis cosas y salí a las frías calles.
El elegante café en el que trabaja quedaba a unas dos calles de mi casa, solo trabajaba allí medio tiempo. Las ganancias no eran muy buenas, pero recibía jugosas propinas que me dejaba la gente rica que frecuentaba ese sitio.
En cuanto llegué entré por la puerta del servicio y saludé a mis compañeros, tras guardar mis cosas en mi locker me puse el delantal negro y tras tomar mi libretita comencé a trabajar, no había mucha gente hoy.
Observé la decoración del lugar, era un local muy recatado, las paredes estaban pintadas de crema, una de ellas tenía un fino papel tapiz blanco con negro, que combinaba con las lujosas y coquetas mesitas blancas del lugar, del techo colgaban unas largas e impresionantes lámparas que estaba encendidas en todo momento, las paredes de enfrente que daban a la calle estaban hechas completamente de cristal, dejando a la vista la pequeña zona de mesas exteriores que había.
—Cam, mesa 5 —salí de mi ensoñación al escuchar a Lauren hablar, mi compañera de trabajo. La alta pelinegra me miró y sonrió dulcemente, asentí de inmediato y me encaminé a la mesa 5.
—Buenas tardes, ¿qué se les ofrece el día de hoy? —puse mi voz mas encantadora al acercarme al grupo de cuatro chicas que me había tocado atender, pude ver como las mejillas de dos de ellas se encendían al verme de arriba abajo con descaro, reprimí una risa. Hoy tendré buenas propinas...
—Yo quiero un cappuccino con leche de almendras e infusi...
"Buenas tardes".
Mis oídos dejaron de escucharla cuando sentí una punzada en el corazón al oírlo, mi respiración se entrecortó y mis labios se secaron. De pronto sentí que todo a mi alrededor comenzaba a dar vueltas. Con disimulo giré un poco la cabeza y casi sentí que perdía el control de mi cuerpo cuando lo vi.
A unas cuantas mesas de distancia se había sentado aquel desgraciado, mi corazón latió como nunca antes mientras mis ojos lo inspeccionaban, él también había cambiado. Y vaya cambio...
Su cabello se veía un poco más largo y algo rizado, se había dejado la barba de hace como tres días, lo cual le daba un aspecto mucho más maduro y me atrevería a decir sin duda alguna que se veía demasiado sexy así. Sus hombros se veían más anchos y tonificados, todo él parecía sacado de alguna revista o novela turca. Maldito.
¿Cómo puede alguien pasar de bueno a más bueno? Debe haber un límite, pero ese hombre lo sobrepasó hace tiempo.
Su vista estaba puesta en el menú frente a él, pero de pronto su mirada subió e hizo contacto con la mía, sus fríos y hermosos ojos grises se llenaron de calidez al verme, mi cuerpo se estremeció y sentí que me faltaba el aliento cuando una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro que parecía tallado por los mismos dioses. Lo observé quitarse el abrigo sin dejar de mirarme y con una sonrisa le dirigió la palabra a Camila, la mesera que lo atendía y que se lo estaba comiendo con la mirada, rodé los ojos y con todas mis fuerzas dejé de mirarlos y enfoqué mi atención en las chicas frente a mí.
Sé que vino aquí solo para molestarme. De tantos cafés que hay en esta ciudad, ¿por qué más elegiría este?
Sentí como la molestia iba reemplazando todo lo que había sentido hace un momento. Recordé todo lo que sufrí los últimos meses y con eso me bastó para ignorar la intensa mirada que sentía sobre mí.
—Disculpen, ¿pueden repetirme sus órdenes? —me disculpé avergonzado con las chicas, ellas soltaron risitas bobas y me repitieron la orden que escribí rápidamente en la libreta. Mi letra perfecta se había convertido en garabatos que parecían escritos por un niño pequeño, y con razón. Aunque aparentara calma y serenidad por fuera, sentía mis nervios descontrolados por dentro, me sorprendía que pudiese siquiera seguir agarrando el lapicero. —Volveré en un momento —dije abrazando con fuerza mi libretita, como si fuese mi ancla para mantener la cordura.
Me di la vuelta y evitando a toda costa hacer contacto visual con Dominik le pasé a libreta a Lauren, la cual vio la orden y comenzó a preparar todo. Todavía podía sentir esos ojos grises sobre mí, con valor me di la vuelta recostándome un poco de la barra con fingida confianza y efectivamente, descubrí a Dominik mirándome de arriba abajo lentamente, o más bien devorándome con la mirada, a pesar de mi nerviosismo arqueé una ceja y traté de mirarlo con todo el desprecio que pude, la risita que soltó me hizo creer que sabía lo mucho que me estaba esforzando por mirarlo así, rechiné los dientes con rabia y miré a Lauren.
—Voy a salir un momento, necesito respirar —le dije sin pensármelo dos veces, ella asintió con algo de preocupación y confusión. Me quité el delantal y tras entrar a la cocina salí por la puerta del servicio.
Cuando estuve afuera respiré hondo varias veces y cerré los ojos, el frio viento hizo que poco a poco recuperara la calma. No dejes que ese idiota te controle. Me repetí varias veces.
—Yo también me alegro de verte, Cameron.
Me di la vuelta de inmediato al escucharlo tan cerca de mí, mis ojos se encontraron con su pecho, con el ceño fruncido retrocedí varios pasos y tragué duro cuando el aroma de su cuerpo y de su perfume llegó a mí, de repente mi mente me traicionó y me transportó a las veces que nuestros labios se habían juntado en apasionados besos. Los ojos grises que hace meses estaba loco por ver estaban posados sobre mí en este momento y me miraban como si yo fuese la única persona que quedara en el mundo. Pero no volveré a caer nuevamente en su juego.
—¿Qué haces aquí? —pregunté con desdén sin dejarme llevar por esa mirada tan seductora, por ese hombre tan atractivo que tenía mi corazón hecho un lío. Él pareció sorprenderse un poco por mi tono, solté una risa. —¿Esperabas que te recibiera con los brazos abiertos? ¿O quizás querías que te preparara una fiesta de bienvenida? —dije con risa y algo de amargura, su expresión se volvió seria, la sonrisita en sus labios había desaparecido.
—No, pero tampoco esperaba que reaccionaras así. ¿Podemos sentarnos y hablar tranquilamente un rato como personas adultas? —preguntó ahora mientras se cruzaba de brazos, negué rotundamente con la cabeza. ¿Acaso él me abandonó como una persona madura y adulta? No. Se fue sin darme explicaciones, como si estuviera huyendo.
—No tenemos nada que hablar, Dominik. Tú hiciste tu elección hace tres meses, no quiero volver a verte la cara nunca más en mi vida... —mentí con fastidio mientras pasaba de él y caminaba de regreso al restaurante, cuando su mano agarró uno de mis brazos y me haló hacia su cuerpo sentí que todas mis defensas comenzaban a fallar, con los ojos muy abiertos me quedé viendo su rostro que estaba a unos pocos centímetros del mío viéndome fijamente, sus helados ojos grises me miraban con tal intensidad y afecto que no tuve fuerzas para alejarme. Dios, esa barba le quedaba de maravilla...
—Deberías trabajar más en tu actuación —susurró sobre mi boca con una sonrisa ladeada que casi me hizo derretir, ignorando todo el alboroto que había en mi cuerpo como pude puse mis manos en su pecho y lo alejé con violencia, pero eso no quitó la sonrisa de su rostro. —Parece que alguien ha estado ejercitándose —dijo entre risas mientras recorría nuevamente mi cuerpo con su mirada, luché contra mi cuerpo para no sonrojarme pero fue en vano cuando sentí el calor extenderse por mi rostro. Lo miré, mi cuerpo todavía no era nada en comparación con el suyo, el cual era obvio que llevaba años trabajando para llegar a ser lo que era hoy.
Aparté la mirada y la clavé en mis zapatos. Una parte de mí realmente lo odiaba.
—¿Crees que tienes derecho a desaparecer de la vida de la gente sin dar ninguna explicación o señal de vida y después regresar como si nada hubiera pasado? —pregunté con seriedad mientras levantaba la mirada. ¿De verdad se puede ser tan cínico y descarado para hacer algo así? Por un segundo vi una genuina expresión de dolor en su cara que rápidamente fue reemplazada por la máscara de frialdad que casi siempre parecía llevar puesta.
—Todo tiene una explicación, Cameron. Lo hice para protegerte —en cuanto dijo eso comencé a reírme a pesar de la seriedad que él tenía. No puede estar hablando en serio.
—No me hagas reír. ¿Para protegerme de qué? Déjame adivinar, ¿de ti mismo? —pregunté arqueando una ceja y llevándome un mano a la barbilla fingiendo estar pensativo, él hizo una mueca y soltó un suspiro mientras se masajeaba las sienes, no pasé por alto las ojeras que tenía, parecía que llevaba un mes sin pegar un ojo.
—No...
—¡Cameron! —la molesta voz de mi jefa no lo dejó seguir hablando, miré hacia la puerta del restaurante y vi a la pequeña señora con cara de ogro observándome con los brazos en jarra, maldije en voz baja. —¡Te quiero aquí en menos de cinco minutos! —exclamó antes de entrar y cerrar la puerta con fuerza. La única razón por la que esa señora no me ha despedido es porque sabe que muchas clientas solo vienen aquí durante mi turno, nunca le he caído bien.
—Ya no me interesan tus excusas, Dominik. No te vuelvas a acercar más a mí, ya he pasado página —me felicité a mí mismo por lo convincente que había sonado aquello, aunque a él pareció divertirle un poco, puse los ojos en blanco.
Se lo tiene muy creído, piensa que sigo a sus pies. Puede que en el fondo sea así aunque intente engañarme a mí mismo pero algo lo tengo claro, nunca se lo daré a demostrar o volveré a estar vulnerable ante él. Pero sé que tengo que mantenerlo alejado de mí, no sé cuánto pueda resistir...
Miré sus labios inconscientemente. Diablos. Me moría por ir hacia él y estamparlos contra los míos.
¡Sin duda debo alejarme de él!
—Sabes que no has podido olvidarme en tan poco tiempo —su voz tan grave y profunda hicieron que mis pezones se endurecieran y mi piel se erizara. El se veía completamente convencido de lo que estaba diciendo. Y no estaba para nada equivocado...
—Lo hice —respondí con el mismo tono que él había usado, su mirada mostró desafío, parecía estar retándome a retractarme. Como pude me acerqué a él mientras le mantenía la mirada, quería borrarle esa sonrisa burlona de su rostro. —Incluso tengo novia.
Me va a tragar el infierno por mentiroso.
Pero logré lo que quería cuando susurré eso cerca de su rostro, su mirada se volvió gélida y su sonrisa se borró de golpe. Mi cuerpo se estremeció ante el miedo que sentí por unos segundos cuando su expresión se oscureció.
—Mientes —cuando dijo eso tuve ganas de decirle que sí, que todo era una estúpida mentira que me había inventado en el momento pero pensé en mi corazón, en todo el daño que él le había causado y en todo lo que podría hacerle si se daba cuenta de que todavía seguía loco por él.
—No estoy mintiendo, pero si no me quieres creer ese es tu problema, no el mío —dije un poco nervioso mientras me alejaba y caminaba hacia el restaurante, lo miré de reojo para ver si me estaba siguiendo pero él seguía en la misma posición de antes con una mirada que asustaría al mismísimo diablo, tragué duro. ¿Por qué tuve que inventarme algo así? Es como si hubiera olvidado por un segundo que estaba hablando con un tipo que no dudaría en matar a cualquiera que se cruzara en su camino.
—¿Quién es? —me detuve al escuchar su pregunta, por su tono sabía que estaba ardiendo en furia por dentro.
—N-No tengo por qué decírtelo —respondí, mi voz titubeó un poco al principio pero me recompuse rápidamente. —Adiós, Dominik —dije entrando al restaurante y viéndolo por última vez, un escalofrío recorrió mi nuca, la frialdad en su mirada parecía no tener límite. Se lo merece. Pensé antes de cerrar la puerta y volver a mi triste realidad.
En cuanto la cerré solté un suspiro de alivio y sentí como todo mi cuerpo se calentaba, estaba muy nervioso todavía, con el corazón desbocado. Todavía lo amaba. Ya lo sabía pero al verlo otra vez, al estar cerca de él pude confirmarlo.
Lo amaba con locura.
Y me odié por eso.
Con el rostro más caliente que un horno me puse nuevamente mi delantal y comencé a trabajar bajo la curiosa mirada de mis compañeras y de mi jefa.
Maldito Dominik.
¿Por qué regresaste?
Dylan
Dean y yo nos miramos asustados cuando Dominik cerró la puerta de su auto de un portazo y aceleró como loco. Había llegado unos veinte minutos tarde a recogernos del instituto, supongo que nuestra madre lo obligó a hacerlo. Pero él estaba actuando extraño, parecía que comenzaría a echar humo por las orejas en cualquier momento. Quería preguntarle qué le pasaba pero todavía seguía molesto con él por haber ocultado la verdad sobre el embarazo de nuestra madre, además sospechaba que su molestia tenía algo que ver con Cameron. Sabía que algo así pasaría, Cameron sufrió y cambió mucho desde que Dominik se fue, no creo que llegue a perdonarlo fácilmente... Si es que siquiera llega a hacerlo.
—¿Sabes qué le pasa? —me preguntó Dean en voz baja mientras miraba como Dominik apretaba con fuerza el volante, me encogí de hombros y negué. Miré a mi mejor amigo. Todavía no sabe que la bebé es de mi padre, no sé cómo ni en qué momento contárselo...
Tal vez debería dejar que sea mi padre el que se lo cuente. ¡Exactamente, Dylan! Me felicité a mi mismo mentalmente por mi gran idea. Dejaré que sea mi padre el que se encargue de eso.
—¿Por qué sonríes así? —quité la sonrisa que inconscientemente se formó en mi rostro cuando Dean me habló. Debo aprender a controlar más mis emociones. Si algún día asesino a alguien ni siquiera necesitarán interrogarme para saber que fui yo, con solo verme la cara bastará.
—Por nada, por nada —respondí sacando mi celular y cambiando la música de la radio, me gané una mirada fulminante por parte de Dominik, lo miré mal. Yo no tengo la culpa de lo que el camarón le haya hecho.
—¿Saben quién es la novia de Cameron? —cuando escuchamos eso Dean y yo nos miramos y con toda la fuerza del mundo luchamos para no explotar de la risa, le hice señas de negación a Dean. ¿Novia? ¿Cameron? Vaya chiste.
—No deberíamos decírtelo —dije con un tono misterioso y resentido, Dominik me miró con rabia y frenó de golpe en una luz roja haciendo que me fuera hacia delante, si no fuera por el cinturón de seguridad habría salido volando hacia el asiento del copiloto. —Genial, ahora vamos a ser asesinados porque el camarón ya tiene una camarona... —mascullé con burla y malicia, Dean no aguantó y comenzó a reírse como loco, yo le seguí la risa. El único que parecía que estaba en un funeral era mi hermano mayor.
—No se dice camarona... aunque esa chica es tan linda que vendría siendo más bien una langosta —dijo Dean siguiéndome el juego, me reí aún más fuerte y vi de reojo a mi hermano.
Había pasado de echar humo por los oídos a desprender hielo por los ojos, dejé de reírme de golpe y le di unos suaves codazos a Dean para que ya parara de reírse al ver a Dominik observarnos con frialdad. Dean se agarró a mi brazo con miedo. ¿Por qué Cameron le dijo que tiene novia? Si buscaba molestarlo lo logró...
—Quédate un momento, Dean —me extrañó que Dominik dijera eso cuando llegamos a la casa, Dean y él se miraban con mucha seriedad de repente. ¿Qué me están ocultando ahora? Recordé que Dean se había estado comportando raro en la cena de anoche, aunque dijo que no pasaba nada sabía que era una mentira.
Los dos me miraron esperando que me fuera, hice una mueca de indignación y me fui con la frente en alto. Más tarde le sacaré la información a Dean.
En cuanto entré a la casa subí a mi habitación y salí al balcón, Dean y Dominik salieron del auto minutos después, Dean entró en la casa pero mi hermano se quedó apoyado en su auto viendo hacia el cielo, cuando nuestras miradas se encontraron él me dedicó una dulce y triste sonrisa que no le devolví, suspiré y entré en la habitación al sentir que comenzaban a caer gotas de agua del cielo. No lo perdonaré tan pronto.
No me gusta ser así con él pero se lo merece. Ya va siendo hora de que deje atrás todos esos secretos que tiene, lo único que logran es hacerle daño a los que lo rodean.
Me quedé estupefacto cuando vi a una ardilla sentada casualmente en mi cama, con lentitud caminé hacia mi escritorio y tomé un libro, después en cámara lenta fui hacia el balcón y abrí la puerta corrediza para que saliera, la estúpida ardilla solo me observaba con atención. Con el libro me acerqué a ella y comencé a hacerle señas para que saliera pero la muy tonta no parecía entender.
—Que... salgas... —dije con fastidio perdiendo la paciencia, cuando acerqué más el libro a ella comenzó a correr haciéndome gritar y correr como loco por toda la habitación con temor de que se me subiera encima.
Corrí hacia el balcón cuando ella comenzó a perseguirme, no me importó que hubiese comenzado a llover a cántaros de un momento a otro, cuando la ardilla por fin salió me sentí aliviado a pesar de que estaba todo mojado. Miré hacia abajo y me sorprendió ver a mi hermano todavía afuera, estaba mojándose pero eso no parecía importarle, su mirada estaba clavada en el piso, se veía miserable y decaído. Creo que nunca lo había visto tan así, siempre trataba de mostrarse fuerte e indestructible ante las situaciones. Sentí lástima.
Bajé corriendo al primer piso y salí de la casa a encontrarme con él, no pareció notar mi presencia hasta que le piqué un brazo con un dedo, ahí fue cuando me miró y mi corazón se rompió en mil pedazos, a pesar de que llovía mucho pude ver como salían lágrimas de sus ojos ahora rojos, se veía tan agotado, mental y físicamente.
—Ya estoy cansado.
Después de decir eso dejó caer su cabeza en mi hombro, lo abracé dejando atrás el enojo que tenía con él. Ha estado cargando con mucho peso él solo, incluso él tiene un límite y creer que Cameron tiene una novia fue solo la gota que derramó el vaso.
—V-Vamos adentro o n-nos vamos a e-enfermar aquí afuera —dije con los dientes castañeando del frío, además de que las gotas de agua se sentían como cuchillos clavándose en mi piel. Él asintió y sin soltarlo caminé hacia la entrada, donde Jane, la chica del servicio pelirroja que Will había traído a mi casa, nos recibió con una cálida sonrisa y con toallas en las manos. —Gracias, Jane —le dije mientras la tomaba, Dominik también se secó y me miró con cansancio.
—Me bañaré e iré a la cama un rato —asentí cuando dijo eso, parecía un niño pequeño agotado.
—Más tarde hablaremos... —le dije mirándolo significativamente, él asintió de acuerdo. Haré que me cuente todo lo que pasó y que está sucediendo realmente.
Lo observé caminar cabizbajo hacia su habitación, sonreí levemente de lado. Algo me decía que había una explicación lógica detrás de su marcha repentina hace tres meses.
En cuanto entré en mi habitación tomé mi celular y le puse un mensaje a Cameron.
"Entonces, ¿Cómo dijiste que se llamaba tu novia? Lo olvidé 🤔" —le envié eso con sarcasmo, a los dos segundos recibí muchos emojis de risa de su parte.
"No perdió el tiempo en preguntarte" —su respuesta me sonó muy burlona, admito que al principio todo este tema de la novia falsa me dio risa pero después de ver cómo estaba Dominik, ya no me hacía nada de gracia.
"Él está muy mal. Nunca lo había visto así..." —le dije eso con intención de que reconsiderara la idea de seguir con esa mentira.
"Yo también estuve muy mal durante meses, Dylan".
Después de leer ese mensaje dejé el celular sobre la cama y entré al baño para ducharme. Por lo visto Cameron no cambiará de opinión fácilmente. ¿Por qué a veces las personas que más se quieren son las que más daño se hacen?
Celine
—¡Maravillosa! ¡Hermosa! ¡Eres una completa obra de arte!
No pude evitar reírme al escuchar las porras que me hacía el fotógrafo. Me hacía sentir bien. Me recosté mejor en el elegante sofá blanco fabricado en cashmere, me fascinó como el blanco hacía resaltar aún más el largo vestido rojo que llevaba. Me llevé una mano a mi vientre hinchado mientras me tomaban más fotos.
—Bien, tomémonos un descanso de veinte minutos para comer. Celine, eres perfecta —me ruboricé a escucharlo alabarme nuevamente.
—Creo que exageras un poco pero gracias —dije levantándome y acercándome a uno de los espejos.
Habían montado todo un set de fotografía en la sala, esa fue la única condición que puse cuando me pidieron ser la modelo de una marca de ropa para embarazadas. No me sentiría segura fuera de esta casa...
Cuando todos se fueron a la cocina para almorzar me miré al espejo y sonreí, el maquillaje que me habían hecho resaltaba mis ojos grises pero sin lucir exagerado, peiné un poco mi largo cabello que ahora caía ondulado sobre mi cuerpo hasta terminar casi en mi trasero. Debería cortarlo un poco. Pensé mientras lo miraba, siempre me había gustado llevarlo largo. Baje la mirada al escote del vestido, no era tan pronunciado pero aún así se lograban ver un poco mis pechos, los cuales habían duplicado su tamaño en estos últimos meses de embarazo.
Acaricié mi barriga y sentí como mi pequeña bebé me daba una patadita haciéndome reír, levanté la mirada inmediatamente al sentirme observada, me encontré con la penetrante mirada de mi esposo.
—Robert... pensé que hoy estarías trabajando fuera —dije un poco nerviosa, podrían pasar mil años y aún así estar en la misma habitación que él me pondría un poco alterada.
Lo observé negar y sentarse en el sofá con pesadez.
—Terminé temprano, no sabía que iban a firmar una película aquí —dijo con algo de confusión y diversión al ver todo lo que habían montado, me reí y me senté en otro sofá, lejos de él. Parecía haberse calmado un poco, pensé que no me dirigiría la palabra en un buen tiempo tras enterarse de que la bebé es suya.
Solo le había contado a Dylan que me habían pedido ser modelo. Pensé en mi dulce niño y sonreí. No creí que a Robert le interesara algo que estuviera relacionado conmigo, eso me lo dejó claro muchas veces cuando vine a vivir aquí.
—No es una película, me pidieron ser modelo para una campaña de ropa de embarazadas —le expliqué con mucho orgullo y felicidad, nunca pensé que me considerarían para algo así. Él se sorprendió y asintió comprendiendo. Me revolví incómoda y me sentí desnuda cuando su mirada recorrió todo mi cuerpo con disimulo.
—Qué raro que no me hayan dicho nada los de seguridad... —escuché que dijo eso confundido sin dejar de mirarme.
No me gustaba que me mirara así. Porque me ilusionaba. Él me miraba así y al rato estaba nuevamente con aquel niño revoloteando a su alrededor. Por el bien de mi corazón y de mi bebé decidí olvidarme del amor de mi vida.
Cuando lo veo pienso en todas las cosas que atravesamos juntos, en todo el amor que nos teníamos, pero todo eso se ve arruinado en cuanto veo a Mick...
No pienses en él, no pienses en él.
—I-Iré por u-un poco d-de jugo —dije levantándome con un poco de dificultad. En realidad no quería jugo, solo quería escapar de su intensa mirada.
—Quédate sentada, te lo traeré —me sorprendió aquello, con las mejillas calientes me volví a sentar.
No es la primera vez que él me trata bien, incluso antes de saber que es nuestra hija la que está en mi barriga, siempre me traía todo lo que le pedía o le insinuaba que quería. Me reí al recordar cómo le escribí un mensaje a las 12 de la noche diciéndole que quería pollo frito, y no sé a dónde fue pero media hora después había regresado con un cubo lleno de pollo frito. Siempre fue así conmigo, incluso cuando estaba embarazada de Dominik y de Dylan, los peores antojos los tuve cuando Dylan estaba dentro de mí, eso explicaría muchas cosas...
—Gracias —dije en voz baja tomando el vaso con jugo que me estaba pasando, él se quedó un rato mirándome, había cariño en su mirada aunque tratara de negarlo. Cuando sus ojos bajaron a mi barriga la acaricié y sabía perfectamente que él también quería hacerlo. —Puedes acariciarla si quieres —fingí no darle mucha importancia a eso, aunque me moriría si lo hiciera.
No me sorprendió mucho cuando después de haberlo pensado por unos segundos, negó y se alejó, parecía estar luchando consigo mismo. Suspiré.
—Pero que bonita reunión familiar...
El vaso cayó de mis manos rompiéndose en mil pedazos y derramando el jugo por toda la alfombra, mis ojos fueron primero a Robert; el cual se veía más sorprendido que yo, los dos miramos hacia la puerta. ¿Cómo entró aquí?
—Mick... —dije muerta de miedo. Cuando nos miramos de repente sentí que volvía a tener 16 años cuando toda esta pesadilla comenzó...
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