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¿No es lo mismo?

Dean

No levanté la vista de mi langosta con lechuga, sin poder controlarlo mis ojos se aguaron, daría lo que fuera porque esta noche no acabara.

—Dean —me llamó Robert suavemente, pasé saliva ignorando el nudo en mi garganta y lo miré.

Él estaba observandome, sonrió de lado y acarició mi mano sobre la mesa, yo agarré la suya con firmeza. Él se irá mañana, lejos de mí.

—P-Por favor —le pedí en un susurro mirándolo con súplica, ya no aguantaba más, él se quedó mirándome a los ojos.

Mi corazón se aceleró cuando se levantó sin soltarme, sentí que su mirada me desnudaba, sintiendo mis piernas temblar me levanté de la silla, salimos del salón desierto del hotel en el que estábamos. Para cenar conmigo él reservaba un salón entero, sin miradas curiosas.

Mis mejillas ardieron cuando entramos al ascensor, sentí mi corazon detenerse y mi sangre helarse al verlo presionar el botón de la suite presidencial.

Él agarró mi mentón suavemente, me tranquilicé cuando nuestras miradas se encontraron, no tengo que temer, estoy con el hombre que amo.

Se inclinó y me dio un dulce beso en los labios, cuando yo iba a profundizarlo él se alejó, hice un puchero.

—¿Quieres más que besitos? —preguntó en un susurro a mi oído, mi piel se erizó, asentí con timidez.

Salimos del ascensor y sin soltarme insertó la tarjeta en la puerta, los dos entramos, me mordí el labio con mucha fuerza, miré sin mucha atención lo lujosa que era la sala de estar, desvié la mirada hacia Robert.

Después de cerrar la puerta, él se dio la vuelta y sin dejar de mirarme se acercó lentamente, me gustó ver deseo en su mirada, pero sobre todo amor. Cerré los ojos al sentir sus labios sobre los míos, agarré su camisa con fuerza al sentirlo meter su lengua en mi boca, sentí mariposas en mi estómago, sus labios eran cálidos y deliciosos, le quité el saco de su traje, abrí los ojos cuando bajó sus labios por mi cuello, eso me hizo gemir.

Él apartó sus labios y tomándome de la mano caminó hacia la habitación con algo de prisa, mi respiración se agitó al ver la enorme cama matrimonial, nos quitamos los zapatos.

—Tranquilo —susurró dulcemente cargandome, no pude evitar sonreír, él me dejó con delicadeza sobre la cama.

Quité su camisa lentamente, me relamí los labios y acaricié su marcado torso, él acarició mis mejillas y me besó con suavidad.

¿Realmente esto iba a pasar? Espero no estar soñando.

No es un sueño, acaricié su cabello mientras suspiraba al sentir sus labios sobre mi cuerpo, sentí que estaba en llamas. Robert acarició mi vientre y mirándome picaramente comenzó a bajar mis boxers, mi corazón latía desbocado, mi rostro ardía, él sonrió cuando estuve completamente desnudo y a su merced.

Por primera vez lo haría, y con el hombre que quería.

—Hazme el amor —susurré mirándolo con deseo mientras separaba mis piernas para él.

Robert tragó duro y bajó su mirada por mi cuerpo, luego se acercó y devoró mis labios en un apasionado y desesperado beso. Los minutos pasaban mientras nuestros cuerpos estaban unidos, descubriéndose el uno al otro.

—¿Te duele? —preguntó preocupado y excitado, pasé saliva, me dolía mucho aún así no dije nada y solo lo besé. —Tienes que decirme cuando te duele —dijo mirándome y frunciendo el ceño al ver mi expresión, asentí lentamente y pegué mi frente a su pecho. Él adquirió más seguridad y fuerza tras unos minutos, y poco después llegamos juntos al éxtasis. —Te quiero, Dean.

Mi labio tembló al escucharlo, lo miré y le sonreí aguantandome las ganas de llorar, él me miró con cariño y acarició mis mejillas.

—Y-Yo también te quiero —respondí sinceramente, el sonrió un poco. Aunque yo lo amaba.

Es insoportable. Me paré con dificultad de la cama, y caminé hacia el baño a llorar ignorando la mirada confusa de Robert. Me tapé la boca para callar mis sollozos, las lágrimas surcaron mi rostro.

—¿Dean, qué sucede?

La mano de Robert me agarró del brazo deteniéndome, su voz sonaba preocupada, me giré y lo miré, lo abracé con fuerza, no quería dejarlo ir jamás.

—N-Nada, so-solo abrázame —le pedí sin soltarlo, él puso sus manos en mi cintura y me abrazó cuidadosamente.

—Shh, shh, calmate —dijo arrullandome contra su pecho y acariciándome, eso me hizo llorar aún más, quiero a este hombre para mí.

¡¿Por qué diablos no puedo?!

Él se alejó un poco y me llevó hasta la cama, se acostó sin soltarme, escondí mi rostro en su pecho, él pasó sus manos con suavidad por mi espalda.

Para mí esto es un sueño hecho realidad, nuestros cuerpos desnudos y juntos, después de haber hecho algo tan hermoso y perfecto, me pegué más a él.

—No me dejes, por favor...

Daniel

Le saqué la lengua a la estúpida niñera, ella me asesinó con la mirada y siguió escribiendo como posesa en su celular.

—¿Qué escribes? —pregunté aburrido acercándome más, ella se sonrojó y me miró mal.

—Cosas niñito, sigue viendo los teletubbies o lo que sea —dijo con desprecio, fruncí el ceño. ¿Qué son los teletubbies?

—¿Qué te pasa, perra? —pregunté cruzándome de brazos y entrecerrado mis ojos, eso lo vi en una película, ella gruñó y siguió escribiendo.

Ashley es nuestra niñera desde hace una semana y ya la odio, desde el primer día se la pasa escribiendo cuando papá se va a trabajar, además me habla mal.

Ella tiene el cabello castaño y los ojos marrones y grandes, no es fea pero si malvada, tiene unos pechos enormes, creo que son falsos, ella se viste muy provocativa y cada cinco segundos se pone pintalabios de una pequeña bolita rosa.

—Te dejaré encerrado en el baño si sigues molestando —canturreó con amenaza, fruncí los labios y seguí mirando Bob Esponja.

—Mi novio vendrá, y explotará sus senos falsos —la amenacé tratando de sonar malvado y mirándola de reojo, ella dejó de escribir y sonrió.

Mentí, Harry no es mi novio, pero sabe que mi niñera es una idiota.

—¿Harry? No es tu novio, eres demasiado feo para él...

Sus palabras me dolieron y me enojaron, apreté mis manos en puños. Respiré hondo y me calmé, no le haré caso a esta loca.

—Y tú eres muy fea para mi hermana —dije como si fuera obvio, ella abrió mucho los ojos y se puso roja hasta las orejas, salí corriendo al ver que se levantaba para pegarme.

He notado lo nerviosa que se pone cuando Abigail está aquí, además le hace de comer sin que se lo pida.

Me detuve en las escaleras al escuchar el timbre, bajé corriendo y abrí de inmediato, Harry estaba frente a mí con su linda sonrisa, me sonrojé y lo dejé pasar.

—¡Harry! ¡Llegaste!

Giré el rostro y miré con odio a Ashley, ella es como un pulpo. Se acercó y abrazó a Harry, él un poco incómodo trataba de alejarse, gruñí al verlos.

—Aléjate, Harry no quiere enfermedades —dije jalando el brazo de Harry y alejandolo de ella, él se mordió el labio para no reírse, Ashley me miró como desquiciada.

Tragué duro y sin soltarlo corrí hacia el salón del piano dejando a Ashley con cara de pendeja en el vestíbulo.

—¿Y si luego quiere venganza? —preguntó Harry mirándome con duda, me encogí de hombros.

—No sería la primera —respondí sentándome en el banquillo, él se sorprendió y se rió.

Unas diez niñeras han querido cobrar venganza conmigo, y lo que me hacen se lo devuelvo multiplicado. Te estaré esperando Ashley. Grrr.

—Niño travieso —dijo Harry pícaramente, me sonrojé y sonreí, me aclaré la garganta, sentí mis dedos fríos por los nervios que él me causa.

—¿Y qué aprenderé hoy profe? —pregunté arqueando ligeramente una ceja. Me gustaban estás clases, porque me gusta estar con él.

Harry sonrió nervioso, sé muy bien que él no sabe tocar el piano.

—Pues... porqué las teclas blancas y negras son de ese color —respondió con sabiduría, asentí y le presté mucha atención a mi profesor.

—¿Por qué son de ese color profe? —pregunté acercándome un poco más, él miró mis labios, me sonrojé cuando se relamió los suyos. He estado pensado qué se sentiría besarlos, acariciarlos con los míos.

—Porque las pintaron así —susurró acercándose más, no pude evitar reírme al escucharlo, me incliné más hacia él, nuestros labios estaban casi tocándose.

Toqué con fuerza las teclas graves del piano, me reí al ver que Harry dio un respingo, le sonreí inocentemente cuando me miró mal, desvié la mirada al piano.

Nunca he besado a nadie, si quiero besar a Harry tengo que practicar, con mi mano por supuesto, por más raro que sea lo haré, no quiero decepcionarlo.

—Daniel —me llamó, lo miré y entonces, él me besó.

Sus labios se juntaron con los míos con mucha pasión, abrí la boca por la sorpresa, mi pulso enloqueció cuando su lengua entró con demanda en mi boca, cerré los ojos y como pude traté de seguirle el beso, mis labios se movían con torpesa, mis mejillas ardían y mis ojos estaban aguados, agarré su cuello y lo pegué más a mí, se sentía bien, sentí un cálido cosquilleo en mi vientre.

Tuve que alejarme minutos después, no porque quería, mis pulmones lo exigían. Mi respiración era agitada, me llevé una mano al pecho, mi corazon quería escaparse, miré a Harry, sus labios estaban hinchados y curvados en una sexy sonrisa.

—¿Aprendiste algo, hermoso alumno? —preguntó arqueando una de sus cejas, me sonrojé aún más, no podía regular mi pulso. Harry no se veía decepcionado.

—D-Definitivamente —alcancé a decir antes de unir nuevamente nuestros labios, él se sorprendió y sonrió en mitad del beso, cerré los ojos y lo besé suavemente, esto podría volverse fácilmente una adicción...

Shelly

—Shel, prestame tu shampoo, porfis, el mío se acabó —dijo Melany lloriqueando, después de tomar del shampoo de menta en mis manos y ponerme en el cabello, se lo pasé.

Ella se fue danzando, negué varias veces al ver como casi se caía, masajee mi cabello y miré alrededor, las chicas reían y hablaban mientras se bañaban.

Mis ojos fueron a Abigail, ella estaba al fondo, muy callada bajo la ducha, no podía verla bien por todo el vapor que había, fruncí el ceño al caer en la cuenta de que lleva mucho tiempo ahí. ¿Le pasará algo?

—Toma, gracias —dijo Melany pasándome el shampoo con una gran sonrisa.

Ella se acercó y sin importarle que las dos estuviésemos desnudas, apretujo su cuerpo contra el mío, es una chica pegajosa y caliente.

—Adiós Melany —dije negando y agarrando sus manos cuando iba a tocar mis senos, ella hizo un puchero y fue a agarrarselos a Diana que estaba al lado.

—¡No, pervertida! —exclamó Diana corriendo lejos de Melany, todas nos reímos cuando las dos se cayeron.

Miré a Abigail, ella no las estaba mirando, me inquieté, ella es la primera que anda tocandole las tetas a las otras.

Me quedé cuando las demás salieron, pero aquella rubia no se había movido, estuve un momento con una lucha en mi mente, decidiendo si ir o no.

Suspiré y después de quitarme todo el jabón y el shampoo caminé hacia ella.

—Abigail —la llamé, ella dio un pequeño respingo y se giró, se veía sorprendida.

Luché con todas mis fuerzas no bajar la mirada y ver su cuerpo, a pesar de que ella me miró de arriba abajo con descaro.

—Shelly —susurró con deseo, me sonrojé al escuchar su tono y su mirada devoradora.

—¿Por qué no sales de aquí? —pregunte alejándome un poco, ella estaba muy sonrojada y no dejaba de mirarme ahí abajo, al escuchar mi pregunta se puso nerviosa.

—No es nada —respondió y puso su sonrisa falsa, me crucé de brazos, sus ojos se abrieron mucho al ver como mis pequeños senos subían al hacer eso, solté mis brazos.

—¡Deja de mirarme tanto! —exclamé avergonzada, ella tragó duro y se esforzó en mirarme a la cara. Tuve que ponerme una toalla antes de venir a hablar con esta pervertida.

Me mordí el labio y bajé la mirada por su cuerpo, así estaremos a mano. Mi corazón se aceleró al ver sus grandes y hermosos senos, bajé la mirada por su curvas y me quedé mirando aquella zona de su cuerpo, estaba totalmente depilada y se veía delicada, subí la mirada rápidamente al sentir mi intimidad húmeda.

—Tu también me estás mirando —respondió ella apenada, me hice la desentendida y me relamí los labios.

—No lo hago, ahora dime qué te pasa —dije mirándola a los ojos, ella se pasó una mano por su cabello mojado, se veía afligida, algo golpeó mi corazón al verla así.

—A-Alguien se llevó mi uniforme —dijo en voz baja, me sorprendí y sentí como mi sangre hervía. Estaba muy enojada pero puse una expresión impasible.

—¿No sabes quien fue? —pregunté tratando de sonar calmada, ella negó y se abrazó a si misma. Parecía una pequeña niña asustada en este momento.

—¿Y tus rubias? —pregunté al no ver al ejército con ella.

—Fueron a investigar quien se lo llevó —respondió pensativa. —A-Aunque, Cassidy se estaba riendo mucho mientras me miraba —dijo frunciendo el ceño. Tiene razón, recuerdo que esa zorra no dejaba de mirarla y reírse hace un rato.

—Esperame aquí —dije caminando hacia la puerta.

—Shelly.

Me detuve al escucharla llamarme, me giré, ella estaba jugando nerviosamente con sus manos.

—Déjame tocar tu trasero —pidió devorandome con la mirada, sintiendo mis mejillas calientes la fulminé con la mirada, esa pervertida.

Salí de allí después de echarle una última mirada. Me sequé y me vestí rápidamente, trone mis nudillos y sin secarme el cabello caminé por los pasillos, sonreí al ver a Cassidy más allá.

—Hola zorra —la saludé y cerré con fuerza su casillero, ella se sobresaltó y me miró. Era una pelinegra de ojos verdes, y un intento fallido de ser como Abigail.

—Hola lesbi —respondió sonriendo, apreté los dientes. Abigail demuestra delante de todos el extraño interés que parece tener en mí, y muchos creen que somos pareja.

—Tú tienes algo que quiero, damelo —dije sin más, ella se hizo la sorprendida.

—¿Qué podrá ser? —preguntó llevandose un dedo a la barbilla, respiré hondo, mi paciencia no es de las mejores.

—Dame el uniforme o tus extensiones aprenderán a volar —respondí sonriéndole, ella sonrió aún más, aunque pude ver miedo en sus ojos.

—¿Para que se lo lleves a tu zorrita?

Rechiné los dientes, justo cuando mi puño iba a impactar contra su rostro alguien me detuvo agarrándome del brazo, gruñí al ver a Wesley Patterson.

El chico malo del instituto, él tenía una sonrisa mientras agarraba mi brazo.

—Shelly salvaje, ¿qué te hizo esta hermosa señorita? —preguntó él sonriéndole a Cassidy, la zorra suspiró y actuó asustada, rodé los ojos.

—Suéltame, voy a reventarle la cara a esta perra —dije en un gruñido, sus ojos grises se posaron en mí, lo miré fijamente para que vea que no bromeo, él sonrió aún más y me soltó.

—E-Espera, ¡te los daré! —dijo rápidamente la zorra mirándome con temor, le gruñí, ella con nervios sacó de su mochila el uniforme normal y el de porrista de Abigail.

—Nunca te metas con las cosas de su mujer.

Fulminé a Wesley con la mirada, él estaba mirando a Cassidy, ella soltó una risa de estúpida.

—Entonces si te gustan las chicas —dijo la perra riéndose, rodé los ojos.

—No tanto como a ti te gustan las pollas flácidas —respondí con su tono de zorra, ella se sonrojó.

Todos sabemos como fue que pasó la materia de Historia el año pasado, con ayuda del profesor de casi sesenta años que tenemos.
Wesley comenzó a reírse mientras la miraba, ella lo miró mal y se alejó rápidamente. Miré al chico a mi lado, él era muy alto, tenía el cabello negro y largo, sus ojos eran grises, tenía buen cuerpo y sé que debajo de ese uniforme está lleno de tatuajes, admito que es sexy, demasiado, también lleva la palabra problemas escrita en el rostro, aun así somos buenos amigos.

Negué mirándolo, finalmente decidió venir a clases, caminé de vuelta a las duchas...

—Ya puedes salir —dije en cuanto llegué, Abigail cubriéndose con una toalla salió a los vestidores.

—G-Gracias —respondió tomando su uniforme normal, me encogí de hombros, ella se quedó mirándome.

Mi pulso se aceleró al ver la cálida sonrisa que tenía mientras me miraba.

—A-Adiós —dije y salí rápidamente de allí. Esto le hace mal a mi corazón...

Dylan

Miré a Dean con preocupación, su desayuno estaba lleno de lágrimas, él estaba deprimido porque mi padre tuvo que irse esta mañana.

—Si quieres, hoy no vamos al instituto —dije parándome y acercándome, él me sonrió con felicidad, arqueé una ceja.

—Estoy feliz, anoche hicimos el amor, ¿puedes creerlo?

Mis ojos se abrieron como platos. Dean suspiró y limpió sus lágrimas. Eso me dejó sin palabras, él tenía una sonrisa, aunque se veía triste. Es extraño imaginar a mi padre haciendo eso con Dean.

—Fue hermoso Dylan —dijo mirándome, reaccioné y sonreí, lo que si es hermoso es el brillo que tienen sus ojos.

—Wow, entonces... tuvieron sexo —dije para confirmarlo, no se notaba, él no se veía adolorido físicamente, me sacó la lengua.

—Hicimos el amor —me corrigió él, mi sonrisa permaneció. ¿No es lo mismo? ¿Hay alguna diferencia en follar y hacer el amor?

Por supuesto. No está adolorido porque mi padre fue suave con él.

Hacer el amor, eso suena lindo.

—Lo que digas —respondí sonriéndole...

Dean

Miré otra vez al chico pelinegro junto a los casilleros, sin duda es el indicado.

Flashback.

—Mmm... Came...

—Que no sea Cameron —interrumpí a Abigail, necesito que Will sepa que pueden quitarle a Dylan en cualquier momento.

Abigail miró por un pasillo, luego me observó y asintió, seguí su mirada y abrí mucho los ojos.

—¿Cómo se llama? —pregunté sin dejar de mirarlo.

—Wesley Patterson.

Dylan

Mis dientes castañearon, aun así me llevé el vaso con refresco azul a la boca, estaba casi congelado, temblé del frío.

—Tus labios son azules —dijo Mathew con fascinación al verme por el pasillo, le mostré mi lengua azul y sus ojos brillaron.

—Se lo chupé a un pitufo —respondí, él se sonrojó.

Yo también me sonrojé a pesar del frío al ver que no estaba solo, a su lado estaban los gemelos rubios mirándome con picardía, y junto a ellos un chico alto pelinegro que jamás había visto, cuando levantó la mirada del libro en sus manos vi que sus ojos eran grises, él se quedó mirándome, sus labios se curvaron en una sonrisa divertida, miré disimuladamente a los lados, él estaba sonriéndome a mí, le sonreí un poco extrañado.

—Adiós —le dije a Mathew, él asintió aun sonrojado, me fui bebiendo de mi refresco y sintiendo una mirada sobre mí. ¿Quién es ese chico?

Mientras pasaba por la oficina de Will vi a una estudiante salir de ahí, fruncí el ceño y me detuve en seco al ver que se estaba arreglando el uniforme.

Me calmé al mirar sus ojos llenos de lágrimas, vi como se acercaba a dos chicas más que la miraban con lástima.

—¿Y qué tal? —preguntó una de ellas forzando una sonrisa, me mordí el labio para no reír al ver que la otra comenzó desde ya a consolarla.

—E-Enfureció, tengo detención por tres m-meses —respondió la chica tristemente. Ay, que pena.

Bueno que te pase.

—¡¿Tanto?! —dijo otra sorprendida y casi riéndose, tosí falsamemte y ellas me miraron.

—¿Está el director? —pregunté señalando la puerta, ellas asintieron, las miré preocupado al ver que una de ellas estaba casi llorando. —¿E-Estás bien? —le pregunté aunque mi voz titubeó por el castañeo de mis dientes.

Ella me miró, hizo un puchero y asintió, su amiga la abrazó.

—Ten cuidado, está muy enojado —dijo la otra con advertencia, asentí, les sonreí y ellas me correspondieron encantadas, luego se fueron.

Abrí lentamente la puerta de la oficina, escuché a Will discutiendo, observé que estaba sentado de espaldas hablando por teléfono.

Entré y cerré la puerta despacio y con seguro, bebí refresco congelado.

—Te dije que no hicieras eso... NO, ESO NO JODER...

Di un respingo al escucharlo decir eso con enojo, me acerqué más, él tenía los ojos cerrados y el ceño fruncido, me estremecí por el aire acondicionado.

Dejé el vaso sobre su escritorio, me paré frente a él y acercándome cubrí sus ojos con mis manos frias.

—Que gruñón —susurré en su oído, le di un frío y casto beso en el cuello, vi como su piel se erizaba.

Quité mis manos de sus ojos y me encontré con su profunda mirada, cuando iba a alejarme él me agarró del brazo y me sentó en sus piernas, tomé el vaso y bebí mirando por la pared de cristal la fuerte lluvia de afuera, Will tenía un brazo alrededor de mi cintura mientras discutía con alguien...

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