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Juego terminado

Cameron

Me van a matar. Todos me asesinarán hoy. El director, el entrenador, Dylan y el resto de mis compañeros contaban conmigo. La vergüenza que pasaré será descomunal. Este era el partido más importante de todo el año, no solo representaríamos al instituto, sino a todo Londres. Pero nada de eso me importó anoche mientras tenía el juicio nublado por el placer, de hecho, ni siquiera recordé que tenía un partido hoy.

Esos eran mis pensamientos mientras buscaba desesperado el zapato que me faltaba bajo una atenta mirada gris que me seguía de un lado a otro. Mi vida estará oficialmente acabada en cuanto me vean jugar, si es que acaso puedo llegar a hacerlo. ¿Y qué tal si me tiro por unas escaleras y me rompo una pierna o una costilla? Nadie me culparía del todo si algo así me pasaba y estaba indispuesto para jugar...

—Cameron...

Miré a Dominik, quien había estado todo el rato observándome. Al bajar mis ojos a sus manos solté un suspiro de alivio y caminé hacia él arrebatándole el zapato rápidamente. Cuando me senté de golpe en el sofá no pude evitar hacer una mueca cuando una ráfaga de dolor subió desde mi trasero hacia mi espalda.

Dominik era una bestia insaciable. Después de anoche no tengo dudas de eso. Nunca había visto a alguien tener tanto sexo y seguir queriendo más y más sin agotarse. Algunos de los recuerdos de anoche están borrosos en mi cabeza ya que prácticamente fui yo solo quien se tomó la botella de vino completa. Sentí un poco de bochorno cuando miré alrededor y varios recuerdos explícitos cruzaron por mis pensamientos... Dominik poniéndome contra la pared, yo encima de él en el sofá, los dos en el piso enredados en la manta... Lo habíamos hecho en todas partes y demasiadas veces para ser contadas. Él era todo un maestro en hacer el amor, anoche sentí que estaba en el cielo pero ahora mismo todo aquello se había convertido en una pesadilla de la que no podía despertar.

—Déjame hacerlo yo —llegó hasta mí quitándome el zapato de las manos al ver que estaba batallando para ponérmelo, él se hincó y agarrando mi pie con su cálida mano me lo puso con facilidad, me quedé observando su rostro, tenía pequeñas ojeras y el cabello muy desordenado. Bajé la mirada por su torso desnudo... Su jodido torso lleno de chupetones.

—¿Qué diablos nos pasó anoche? —susurré para mí mismo alcanzando a ver los arañazos que le hice en la espalda, él soltó una risita y me miró con burla, todavía seguía hincado frente a mí.

—¿Quieres que te refresque la memoria? —murmuró arqueando una ceja y agarrando suavemente mi mentón, tragué duro y aparté su mano.

—No te preocupes, creo que ya estoy recordando —respondí sarcásticamente con una sonrisa, él se quedó mirándome.

En sus ojos había admiración y hasta algo de incredulidad, como si no creyera del todo que esto estuviera sucediendo. Me identificaba con aquello, para mí, despertar junto a él después de todo lo que nos dijimos anoche había sido un sueño hecho realidad. Me sentía feliz, aunque nos declaramos nuestro amor con palabras, la verdad era que nuestros cuerpos terminaron por expresar todo lo que sentíamos el uno por el otro. Nunca querría separarme de él. No creía en esas tonterías de tener almas gemelas o una media naranja, pero no sabría describir exactamente lo que siento, era como si mi corazón o mi vida ahora estuviesen enlazados con él, con su existencia, con su bienestar.

Acaricié sus mejillas mientras se me aceleraba el pulso, él cerró los ojos dejándose llevar. No sabía muy bien cómo sentirme con respecto a todo lo que me contó ayer. Estaba muy sorprendido por algunas cosas, molesto por otras pero sobre todo estaba triste. Mi corazón dolía por él y por todas las cosas horribles que tuvo que experimentar. Dominik era la persona menos egoísta que había conocido, siempre puso en primer lugar a su familia antes que a él mismo. Y su madre era todo lo opuesto, ha puesto siempre su sed de venganza antes que a su familia. Ya sabía que ella tenía mucho que ver cuando Dominik me dijo hace unos días que había sido entrenado a tan corta edad.

La noche había sido una montaña rusa de emociones. Por otro lado me alegraba demasiado que estuviese tan enamorado de mí como yo de él, no lo dudé ni por un segundo cuando me lo dijo, lo vi toda la noche en sus ojos; El amor, el temor a perderme, eran los mismos sentimientos que yo tenía hacia él. Aunque sí me pareció un poco extraño que me estuviese acosando desde antes de conocerme. Pero bueno, así era Dominik...

—Ahora sí, buenos días... —dijo contra mis labios abriendo los ojos, sonreí levemente.

—Buenos días —respondí acercando mi boca y dándole un pequeño beso mientras enterraba los dedos en su suave cabello castaño oscuro. —No soy así todas las mañanas, me alteró un poco el asunto del partido... ¡el partido! —exclamé con horror recordando otra vez el importante partido que por alguna razón siempre salía de mi cabeza, él me miró seriamente y se levantó. —¿Qué se supone que voy a hacer? Apenas puedo caminar —dije entrando nuevamente en pánico, él se quedó pensativo, espero que se le ocurra algo pronto o tendrá que asistir a mi funeral.

—Sígueme, te daré unos analgésicos —dijo caminando hacia la puerta después de coger su camisa, lo seguí rápidamente. ¿Unos simples analgésicos van a resolver esto? Lo dudo mucho.

Revisé mi celular mientras salíamos del salón. Mi visión se tornó un poco borrosa al ver las fotos que el entrenador había enviado por el grupo que compartía con mis compañeros. En ellas se veía al otro equipo bajar de un autobús y encontrarse con el director. Ya habían llegado al instituto. Miré a Will sonriéndoles con profesionalidad.

El director... Él era un millón de veces más competitivo que el propio entrenador, a veces todos bromeábamos diciendo que él debía entrenarnos porque siempre nos daba unos eficientes discursos "motivacionales" que más bien parecían amenazas pasivas. Si mi equipo no me enterraba hoy, Will lo hará.

—Mi madre va a matarme —susurré viendo que tenía tres llamadas perdidas y un montón de mensajes de ella. Ni siquiera le avisé que no dormiría en casa. Después de toda la acción de anoche literalmente caí rendido en los brazos de Dominik.

—Contesté una de las llamadas, le dije que estarías conmigo —respondió él muy despreocupado, giré lentamente la cabeza sintiendo un sudor frío bajar por mi espalda. En otra situación mi madre hubiese estado encantada con la noticia, pero ya ella no soportaba ni escuchar el nombre de Dominik.

—Ella te odia desde que te fuiste —lo actualicé, él resopló y me lanzó una mirada altanera, como si fuese imposible que mi madre lo odiara. Fruncí el ceño. Mi dulce madre sabía que todo mi sufrimiento en los últimos meses se debió a él, por eso no toleraría ni verlo. En cambio a Dylan lo adoraba, lo veía como a un hijo más. Se volvieron muy cercanos porque él iba a mi casa casi todos los días cuando Dominik se fue, intentaba inútilmente animarme.

—Tendré que arreglar las cosas con mi suegra —dijo el chico a mi lado con mucha calma, me reí. Sin duda no conoce a mi madre. Ella no lo perdonará fácilmente.

—Suerte con eso, si crees que yo soy rencoroso es porque aun no la conoces bien —respondí mientras le escribía un rápido mensaje a la señora que me dio a luz y que probablemente será quien me mate un día de estos. —¿Dijiste suegra? —pregunté dejando de escribir de golpe al caer en la cuenta de cómo la había llamado, él se rio a mi lado.

—Es lo que dije —respondió con un tono que no daba lugar a replicas, rodé los ojos y sonreí con burla.

—¿Cuándo volví a aceptar ser tu novio? No lo recuerdo —dije maliciosamente llevándome una mano a la barbilla mientras bajábamos las escaleras. Él se carcajeó y sorprendiéndome se acercó de repente tomándome en brazos y posicionándome de espalda a los casi doce escalones que nos quedaban, tragué duro y lo asesiné con la mirada mientras me agarraba con fuerza de él. Tuve un deja vú del día que intercambiamos palabras por primera vez, él había hecho esto mismo pero en los escalones del exterior de la casa.

—¿Esto te trae recuerdos? —preguntó bajando la voz, su mirada estaba llena de deseo cuando bajó una mano por mi espalda y me agarró con firmeza.

—Dominik... —lo llamé con advertencia al mirar hacia abajo, regresé la vista al frente, él arqueó una ceja.

—¿Tengo que preguntarte otra vez si quieres ser mi novio? Para mí nunca habíamos terminado —dijo acercándome a su cuerpo, contuve una sonrisa al oírlo. Él pasó sus labios por mi cuello.

Me halagaba que no me hubiese olvidado en los meses que estuvimos separados y que todo aquello lo haya hecho por mí, pero aún así estaba algo celoso. Me molestaba que hubiese pasado tanto tiempo con esa chica, Tessa. No me preocupaba él, creía en sus palabras de que nunca la vio como algo más que un medio para lograr su objetivo, pero odiaba que ella se hubiese enamorado de él.

Pero, ¿acaso podía culparla?

Pensé viendo los hermosos y cautivadores ojos grises de Dominik. Sonreí un poco. No, no podía culparla. Él era sencillamente irresistible. Y sé, que nunca la miró ni la mirará como lo hace conmigo en este momento.

—Ahora me toca a mí preguntártelo... —cuando dije eso sus ojos se abrieron mucho. Me sentí un poco triunfante. Siempre me gustaba tomarlo por sorpresa, a él, quien creía que podía controlar todo a su alrededor. —¿Quieres ser mi novio? —pregunté contra sus labios, él se rio y me besó respondiendo mi pregunta. Nos besamos lentamente por unos segundos hasta que me alejé al sentir el calor extenderse por mi cuerpo.

—Eso ni me lo deberías preguntar —dijo mirándome a los ojos. —Pero ya que lo hiciste, en unos años me tocará a mí pedirte que te cases conmigo... —afirmó tranquilo bajando las escaleras, lo miré estupefacto, él me guiñó un ojo mientras yo sentía mi corazón casi a punto de estallar. Probablemente dijo aquello jugando...

Me olvidé por un momento del dolor al imaginarnos casándonos en unos años. Moví mi cabeza a ambos lados dejando de inmediato de pensar en eso mientras lo seguía.

—Deberías desayunar algo antes de irte —sugirió viéndome, hice una mueca. No tenía hambre y si comía algo entonces los nervios por el partido me traicionarían y me harían vomitarlo todo.

—Ni siquiera tengo ham... —me callé cuando entramos en la cocina y nos encontramos con Vladimir, Dean y Dylan en el desayunador con caras de zombies mientras comían lentamente. Parece que la fiesta les estaba pasando factura.

—Buenos días —los saludó Dominik mientras caminaba hacia la cafetera.

—Buenos días, Dominik... buenos días, cama... ¡¿Cameron?! —quise matarme cuando Dylan me miró confundido, luego de restregarse los ojos me miró boquiabierto al igual que todos los demás que parecieron haber despertado al notar mi presencia. Me reí un poco incómodo. Dylan me miró de arriba abajo con terror y luego a Dominik, quien tenía la camisa abierta dejando entrever unos cuantos chupones. —No te atreviste... —susurró sin querer creer lo que era evidentemente obvio. Él asesinó a su hermano con la mirada, quien estaba ahora sirviéndose una taza de café con toda la calma del mundo. —Genial, en este punto ni siquiera deberíamos ir a hacer el intento, Dominik se encargó de que perdiéramos antes de comenzar... —masculló rabioso, Dean me miró un poco apenado y preocupado mientras que Vladimir trataba de disimular la gran sonrisa que alcancé a ver en su rostro.

—Tampoco exageres, pueden ganar sin mí —mascullé tratando de sonar confiado mientras tomaba la taza que me pasó Dominik. Mi otra vez cuñado y Dean me miraron como psicópatas al escucharme. Suspiré. Eran muy buenos jugando, al igual que el resto del equipo... Pero, nuestros contrincantes literalmente han salido en revistas y periódicos como uno de los mejores equipos de fútbol de todo el país, aunque había rumores de que siempre ganaban utilizando maniobras sucias.

Le di un sorbo al café caliente y miré a Dominik con sorpresa al notar un ligero toque de canela, él me sonrió levemente.

—Ni siquiera muestra remordimiento... —susurró Dylan indignado mirando a su hermano, el cual sonrió aún más y soltó un suspiro.

—Iré por las pastillas, come algo mientras tanto —dijo Dominik saliendo de la cocina no sin antes mirar con burla a su hermano.

Se me abrió el apetito al ver panecillos en la encimera, tomé uno y lo mordí mientras me sentía bastante observado. Me fijé en que era Vladimir quien no me quitaba los ojos de encima, arqueé una ceja y sentí un poco de molestia al recordar que fue su culpa que secuestraran a aquella chica. Si ese secuestro nunca hubiese tenido lugar, entonces las manos de Dominik seguirían limpias.

Los ojos del alto ruso adquirieron un brillo de peligro y sorpresa al ver cómo lo observaba, probablemente ya se dio cuenta de que sé toda la verdad. Vladimir tenía una gran capacidad de percepción al igual que Dominik, supongo que debieron aprenderlo en la academia.

—Parece que la noche fue más larga de lo que creímos —murmuró confirmando mis sospechas, me giré hacia él cuando comenzó a hablar con Dean, quien le sonreía y se reía bastante a su lado. Resoplé. No puedo crucificar a Vladimir, no sabiendo que él era una de las razones por las que Dominik no estaba completamente perdido en la oscuridad. Era gracias a él y a su otro amigo que no conocía, Dimitri.

Aún así me preocupaba por Dean y por la nueva amistad que tenían. Si el padre de Vladimir es realmente uno de los jefes de la mafia rusa y él hasta hace poco era uno de sus mercenarios, entonces era inmensa la lista de enemigos que debía tener. Miré los ojos marrones de Dean, en ellos todavía existía una chispa de inocencia que el padre de Dylan no pudo extinguir...

Me relajé al pensar en Dominik y en toda la confianza que debía tenerle a su mejor amigo, si no, dudo que lo hubiese dejado entrar en su casa y convivir con su familia.

Suspiré desviando la mirada hacia las transparentes puertas corredizas en la cocina, me asombró ver una fina capa de nieve en el gigantesco patio de casi un kilómetro que había en esta mansión. Caminé hacia allá dejando de lado lo que quedaba del panecillo y del café. Al correr una de las puertas Dylan y Dean se quejaron cuando una helada ráfaga de viento entró en la cocina haciendo que me estremeciera.

—¡Cierra eso! ¡Hace demasiado frío! —exclamó Dylan, vi de soslayo cómo se frotaba los brazos. Él y Dean ya traían puestos sus uniformes de fútbol. Hoy era sábado, no teníamos clases, solo el partido.

Cerré los ojos imaginando que estaba en uno de los bosques nevados donde Dominik tuvo que cazar corriendo el riesgo de morir de hipotermia o a manos de algún animal salvaje. ¿Qué estuve haciendo yo en ese entonces? Probablemente estaba en mi casa jugando o haciendo alguna tontería de niños.

—¿Se imaginan tener que jugar así? —escuché que preguntó Dean horrorizado. El campo de fútbol que teníamos en el instituto contaba con un sistema de piso radiante que lo calentaba y que impedía que la nieve o el hielo se acumularan.

—Vamos a bañarnos en la piscina después del partido —sugirió Vladimir encantado. Abrí los ojos y miré hacia la piscina que tenía algunos trozos de hielo. Aquello no debía ser nada para él considerando el infierno de hielo en el que estuvo casi toda su vida.

Me estremecí cuando Dominik llegó detrás de mí y me abrazó agachándose un poco mientras apoyaba su cabeza de mi hombro, me relamí los labios al sentir su respiración en mi mejilla. Los dos estábamos mirando la nieve en el césped y en los árboles. Miré al cielo cuando sentí pequeños copos caer sobre mi rostro. Habían pequeños rayos de sol haciéndose espacio entre las nubes y derritiendo lentamente la nieve. Deseé que ya fuese invierno para que la nieve se mantuviera por más de un día, lo de hoy quizás solo se debía a las bajas temperaturas producto de la tormenta de hace unos días.

Corrí la puerta cerrándola y cuando Dominik se separó de mí lo miré, él me pasó dos pastillas en su empaque y luego fue hacia la nevera. Noté que el trío en el desayunador nos observaban entre sorprendidos y embobados, aunque noté algo de celos en la mirada de Dylan, le sonreí con superioridad.

"Te gané" Gesticulé eso con los labios sin dejar de verlo, sentí satisfacción cuando sus mejillas enrojecieron un poco, él me miró mal pero después dejó caer los hombros con derrota y una pequeña sonrisa apareció en sus labios.

—Toma —miré el vaso con agua que me pasaba Dominik, segundos después me tomé las dos pastillas deseando que fuesen de efecto inmediato.

—Yo quiero ver el partido, ¿estará abierto al público? —preguntó Vladimir encantado.

—No —dije cortantemente sin pensarlo. Ya iba a ser suficiente con pasar vergüenza delante de los demás locales y de mis compañeros.

—Sí puedes ir —me contradijo Dean mirándome con confusión, Vladimir me sonrió malévolamente.

—¿Recuerdas que estaremos ocupados? —le preguntó Dominik apoyándose de la encimera, el ruso soltó un dramático suspiro e hizo un puchero como un niño molesto. ¿De verdad había sido un mercenario?

Me sentí aliviado de que Dominik no fuera al partido, tenerlo allá viéndome solo me pondría peor.

—No tenemos tiempo que perder. Deberías bañarte aquí y ponerte uno de mis uniformes —dijo Dylan seriamente, sentí un poco de ternura mientras que los demás trataron de aguantarse las risas. El pequeño castaño los miró mal.

—No creo que seamos de la misma talla... —le expliqué viendo su cuerpo, el cual era más pequeño que el mío. Los músculos de Dylan solo estaban un poco desarrollados en las piernas, y aún así creo que rompería sus pantalones si me los pusiera, eso o terminaría caminando como un pato.

—Te llevaré a casa, vamos —dijo Dominik abotonándose la camisa y saliendo de la cocina.

—Nos vemos en un rato —murmuré sin muchas ganas mientras lo seguía bajo la atenta mirada de todos.

—Ve preparando tus poderes de persuasión para que Will no nos entierre vivos —alcancé a escuchar lo que Dean le dijo a Dylan.

Salí de la cocina y me apresuré en seguir a Dominik quien ya estaba saliendo de la casa. Cuando salí lo encontré acercándose confundido a un hombre con traje negro que cargaba con un arreglo enorme de rosas azules y una pequeña caja blanca.

—¿Y todo esto, Taylor? —preguntó Dominik frunciendo el ceño y quitándole la caja para ver el contenido, alcancé a ver los chocolates que contenía.

—Son de parte de William Collins para Dylan —respondió el hombre cargando el enorme arreglo que a simple vista se veía demasiado pesado. Sonreí. El director no podía estar más enamorado de Dylan.

—Vámonos, Cameron —dijo Dominik después de poner los ojos en blanco y de regresarle la caja al hombre, el cual siguió su camino hacia la casa. Nos subimos a su auto en silencio.

—¿Qué tanto sabe Dylan sobre las cosas que me dijiste ayer? —pregunté con curiosidad, noté como Dominik apretó un poco la mandíbula mientras conducía fuera de la casa.

—Solo sabe un poco sobre Tessa porque Vladimir le dijo ayer y bueno, amenazó con contártelo si no le aclaraba las cosas —admitió con la vista al frente, me rasqué la nuca.

—¿Y lo hiciste? ¿Se lo aclaraste? —pregunté mirando por la ventana, al escucharlo suspirar supe que la respuesta a eso era un no. —Él todavía no sabe las cosas que viviste en la academia, ¿verdad? —quise saber mientras lo miraba, sus ojos se enfriaron mientras miraba al frente.

—No, y espero que eso se mantenga así por un tiempo —respondió firmemente. Me imaginé en lo culpable que se sentirá Dylan cuando sepa las cosas que tuvo que pasar Dominik gracias a su madre mientras él vivía en una burbuja de felicidad con su padre.

—No quieres que odie a tu madre... —susurré al comprenderlo, Dominik asintió mirándome de reojo. Dylan llegaría a la misma conclusión que yo si Dominik le decía la verdad. Todo esto era culpa de su madre.

—Ellos se reconciliaron hace unos meses por así decirlo, no quiero que eso termine por mi culpa... —declaró Dominik en voz baja.

Me mantuve en silencio sin decir lo que ya ambos sabíamos. Dylan sabría la verdad tarde o temprano. Me pasé el resto del camino escuchando la suave música de fondo mientras mi mente era consumida por pensamientos negativos. Aunque Mick estaba en prisión, Dominik nunca sería libre mientras su madre quiera usarlo como escudo o arma de venganza para matar a ese hombre. Si la mujer se había tomado la molestia de matar a un miembro de su familia cada año, era obvio que no se conformaría con que aquel hombre estuviera en prisión.

—Cameron... —miré a Dominik cuando puso una mano en mi hombro, él me miraba esperando una respuesta, observé mi alrededor con confusión. Ya estábamos fuera de mi casa. —No escuchaste nada de lo que dije, ¿verdad? —preguntó quitándome el cinturón de seguridad.

—No, disculpa, sigo algo preocupado... —me disculpé un poco avergonzado, él se encogió de hombros y acarició mi mejilla, sus dedos eran suaves. Siempre me había preguntado cómo era que un chico tan frío tenía un toque tan cálido, sin duda ayer lo entendí. El verdadero Dominik era así, cálido y atento.

—Te irá bien, ya verás —dijo con confianza, sonreí un poco sin tenerle mucha fe.

—Gracias —murmuré abriendo la puerta de su auto. —¿Cómo sabes donde vivo aho... —me callé al ver su mirada divertida, negué lentamente. —Acosador —dije mirándolo mal, él acercó mi rostro robándome un rápido beso.

—Le diré a Vladimir que pase por ti cuando lleve a los chicos, lo haría yo pero tengo un compromiso —dijo pensativo, me crucé de brazos cuando salí del auto. Iba a negarme pero no lo hice cuando me imaginé caminando por más de diez minutos hacia el instituto con el dolor que tenía. Dominik pareció leer mis pensamientos ya que me sonrió con burla.

—Gracias —me limité a decir con rendición, él se encogió de hombros. Me despedí y comencé a caminar hacia la puerta, miré hacia atrás. Él seguía ahí observándome fijamente, me reí y tras de agitar una mano como despedida entré en la casa.

Después de ver que mi madre y mi hermano dormían en sus respectivas habitaciones, fui hasta la mía y me quité toda la ropa. Esta casa era tres veces más grande que la anterior, por fin había dejado de sentir que dormía en una lata de atún. Me miré en el espejo del baño y entré a la ducha cuando recordé como Dominik bajó sus labios por todo mi pecho y mi abdomen.

Me bañe cuidadosamente logrando relajar mi cuerpo. En cuanto salí me puse el uniforme sintiendo un atisbo de esperanza cuando el dolor que tenía había comenzado a disminuir.

—¡Caaameron! —me llamó mi madre media hora después. Tomé mi bulto con todo lo que necesitaba y al abrir la puerta casi choco con Dylan, el castaño me miró mal y entró en mi habitación, alcé una ceja.

—Cierra la puerta... —dijo sentándose en la cama y sacando una pequeña cajita de su bolsillo, cerré la puerta con prisa al reconocer lo que era. —Supuse que se te acabó la que compraste, así que nos paramos en una farmacia de camino hacia acá —explicó abriendo la cajita y sacando la pomada fría que me había recomendado hace unos días para el dolor en el trasero.

—¿Nos? No me digas que le dijiste a Dean y a Vladimir que ibas a comprar eso... —dije indignado y avergonzado, él me miró mal y después soltó una risita malvada.

—Como si no supieran que Dominik te rompió el culo... —murmuró levantándose de la cama y pasándome la pomada, lo asesiné con la mirada cuando salió de mi habitación. —Pero no, no les dije lo que era. Ahora, si me disculpas, estaré tomándome un jugo con mi otra mami —dijo sonriendo bobamente y después de mirarme mal cerró la puerta de golpe.

Rodé los ojos y tragándome la vergüenza me puse un poco de la crema. Cinco minutos después tome mis cosas y salí encontrándome con Vladimir y Dean sentados en la sala de mi casa tomándose un jugo de naranja mientras que Dylan y mi madre cuchicheaban en susurros en una esquina.

—Se acabó la reunión, vámonos —dije caminando hacia la puerta.

—Tú y yo hablaremos luego —le sonreí inocentemente a mi madre cuando dijo aquello con un tono serio. —Luke y yo iremos a verlos más tarde —añadió mirando a Dylan y peinándole el cabello.

—No tienes que ir... —dije con incomodidad aun sabiendo que era en vano, ella entrecerró los ojos y negó.

—No voy a perderme el juego de mis niños —replicó antes de darle un beso en la frente a Dylan, él castaño se despidió de ella con un abrazo y como siempre que venía a mi casa salió con una sonrisita y con los ojos brillándole de emoción, y yo como siempre, lo miré mal por robarse a mi madre.

—En serio, ¿a quién fue que saliste? —preguntó Vladimir mirándome confundido y luego a mi encantadora madre cuyos ojos verdes me miraban con mucha preocupación, Dean soltó una risita y todos salimos de la casa. Me dio un poco de risa que Vladimir tuvo que agachar la cabeza para poder cruzar el umbral de la puerta.

Nos pasamos todo el camino hacia el instituto en un silencio sepulcral. Sabía que Dylan y Dean también estaban algo nerviosos.

—Lástima que no puedo quedarme, pero sé que ganarán. ¡Ánimo! —dijo Vladimir con una sonrisa amigable, le sonreímos como pudimos y caminamos hacia la entrada cuando se alejó.

Todavía faltaba una hora para el partido. Nos fijamos en el autobús morado que estaba estacionado en la calle, en la cual ya no quedaban casi rastros de nieve.

—Que tengan su propio autobús no significa que sean mejores —dijo Dean mirando receloso el autobús y cruzando los brazos. Dylan y yo asentimos de acuerdo con él y los tres entramos al instituto.

Todo estaba completamente desolado, atravesamos en silencio uno de los edificios en dirección al campo de fútbol. No tardamos en ver a las personas cuando salimos a la parte trasera del instituto. Lo primero que vi fue a nuestros contrincantes, había unos veinte chicos con uniformes morados observándonos en cuanto llegamos. Pasé los ojos por algunos de ellos, unos nos miraban con hostilidad, otros con burla y algunos con aburrimiento. El año pasado perdimos el partido preliminar contra otra ciudad y por eso nunca llegamos a jugar con los de Sheffield, los cuales, por supuesto, ganaron las nacionales. Pero este año las cosas eran distintas, ahora yo era el capitán, cosa que ofendió a algunos al principio porque apenas era de segundo año. Pero al final todos lo aceptaron.

Miré a su equipo de porristas que practicaban un poco alejadas del resto. Luego miré a nuestro equipo de porristas dirigidos por Abigail, la rubia nos sonrió y agitó su mano frenéticamente en cuanto nos notó, le sonreímos y seguimos caminando hacia donde estaba nuestro equipo. El campo estaba rodeado con extensas gradas que no tardarán en llenarse. Pensé eso al ver que ya habían algunas personas sentadas en ellas.

—Ay, no... —murmuré un poco espantado cuando vi a los miembros del equipo correr hacia mí en cuanto me vieron. Ellos tenían la costumbre de levantarme entre todos antes de cada partido, pero no creo que sea una buena idea ahora mismo...

—¡Cameron! —exclamó Darrell corriendo junto con otros quince chicos.

—¡Alto! —los frenó Dylan poniéndose delante de mí antes de que me tocaran. Todos nos rodearon y lo miraron confundido. —Cameron no se siente muy bien de la barriga, será mejor no molestarlo mucho —dijo en voz baja para que solo el equipo pudiese escucharlo a pesar de que estábamos bastante alejados de los demás. Todos me miraron con los ojos como platos. Temí que aquello les bajara los ánimos pero me sorprendió ver la resolución en sus rostros.

—¡Tenemos que esforzarnos lo más que podamos! —exclamó Abel mientras se ponía unos guantes negros, él era nuestro portero. Todos gritaron un "Crawford" y después alzaron un puño al aire. Todos caminamos hacia nuestro espacio asignado que estaba un poco alejado de las gradas.

Comencé a sudar cuando vi a Will, él estaba trajeado como casi siempre y hablaba con una periodista, por un momento nos miró y logramos ver la amenaza en sus ojos.

—Ahí viene... —susurró Abel asustado cuando el director comenzó a caminar hacia nosotros cuando nos sentamos.

—Ya veo que están todos. Espero que hoy traigan esa copa a las vitrinas del instituto... —dijo con un tono muy animado, todos le sonreímos al ver que hoy estaba relajado, en comparación a los otros partidos. Lo cual era un tanto extraño. —Digo, es lo menos que pueden hacer después de todo el dinero que se invirtió en ustedes durante todo el año... —agregó amenazadoramente aun con esa sonrisa encantadora, tragamos duro. El único que no se veía asustado era Dylan, él miraba a Will con ojitos de amor completamente ajeno al peligro, en cambio el director apenas lo miraba.

—¡Sí, señor! —exclamaron algunos con un tono demasiado serio.

—Toda la ciudad cuenta con ustedes —dijo suavemente antes de dirigirse a un grupo de periodistas que acababa de llegar.

—Bueno, ese fue un buen comienzo... —susurró Kyle sorprendido, todos lo miramos con lástima. Era uno de los nuevos en el equipo. Todavía no ha visto cómo se transforma Will durante los partidos.

—¿Por qué hay tantos periodistas? —preguntó Frederick entre sorprendido y nervioso. Automáticamente todos miramos a Dylan, el cual nos ignoraba y miraba hacia donde se fue su novio.

—La mayoría debe estar aquí para ver a Dylan y también hay rumores de que vendrá el primer ministro... —en cuanto Tyler dijo eso Dylan y Dean se miraron un poco horrorizados. Mierda. Espero que eso no sea más que un simple rumor, lo último que quería era tener a Dean distraído o sintiéndose mal en el partido.

—Eso explica por qué están revisando tanto a las personas —dijo Mike señalando la entrada para el público. Las personas tenían que pasar por un detector de metales antes de ser revisados por unos guardias. Miré a Dylan nuevamente, él se veía un poco culpable.

—Así es mejor. Ya sabemos que no vendrá algún fanático loco con deseos de matarnos si perdemos —intenté bromear un poco, todos se rieron y se relajaron mientras asentían, Dylan me observó con un poco de agradecimiento, en cambio Dean parecía estar al borde de un colapso nervioso. Iba a acercarme a él hasta que vi como Dylan pasaba un brazo por sus hombros y trataba de tranquilizarlo.

—Chicos, vamos todos a los vestidores —dijo el entrenador llegando hasta nosotros con una mirada algo lúgubre, asentimos y lo seguimos bajo las miradas del otro equipo.

En cuanto entramos en los vestidores me recosté de los casilleros y observé a Ian, el entrenador, quien se pasó una mano por el cabello y nos miró con demasiada seriedad.

—Escuché a algunos chicos de Sheffield hablar... irán a por Cameron —declaró mirándome, me encogí de hombros. No sé si fue gracias a las pastillas de Dominik o al espíritu competitivo que siempre he tenido, pero apenas sentía un poco de dolor en el trasero. Estaba casi como nuevo y con muchas ganas de jugar.

—Que vengan —murmuré despreocupado haciéndolos sonreír. Me mantuve en silencio mientras el entrenador hablaba.

—Haz las divisiones —dijo minutos después mirándome, asentí y mencioné los nombres de los que entrarían en el primer tiempo, ignoré la mirada molesta de Dean al saber que no estaría. Pero primero necesitaba saber que estaría bien y que no lo afectaría ver al padre de Dylan en caso de que viniera. Además, quería comenzar con los más fuertes, por eso todos los que seleccioné eran de años superiores, exceptuando a Dylan, él era el único de primer año. A pesar de su personalidad apenas soportable, el chico sabía jugar mucho. Sé que tarde o temprano me sustituirá cuando me vaya.

—Todos ustedes son muy buenos, son el mejor equipo que podría desear. Siempre recuerden que todos somos uno aunque no podamos estar en el campo al mismo tiempo... —dije tratando de animarlos, todos asintieron menos Dean, quien me fulminó con la mirada.

Después de unos minutos hablando me alejé un poco de ellos y me puse unos tapones en los oídos aislando por completo el sonido mientras hacía unos estiramientos. Media hora después se me acercó Sebastián haciéndome señas de que ya era el momento. Con un nudo en el estómago me quité los tapones y se me erizó la piel al escuchar a toda la gente que había afuera, los murmullos eran tan fuertes que llegaban hasta aquí. A lo lejos también se escuchaba la banda del instituto tocando.

—Hora de ganar —dijo el director con una sonrisa después de entrar por la puerta, todos gritaron emocionados y comenzaron a seguirlo.

—¿Cómo te sientes? —me preguntó Dylan cuando se acercó mientras caminábamos por los pasillos.

—Me siento mejor... —afirmé confiado, eso lo hizo soltar un suspiro de alivio. El sonido se hacía mucho más fuerte a medida que nos acercábamos al campo.

Cuando salimos la gente enloqueció gritando, miré impactado como absolutamente todas las gradas estaban llenas, incluso había gente parada a los lados porque ya no quedaban asientos libres. Nunca había visto tanta gente en un partido, la ciudad entera parecía haberse puesto de acuerdo para venir hoy.

Cerré los ojos cuando una secuencia de flashes me cegó, miré a mi lado, Dylan les sonreía encantado a las cámaras cuando un grupo de reporteros se metió en nuestro camino.

—¡Dylan, Dylan! ¿Qué opinas sobre el nuevo miembro de tu familia, la bebé Dahlia? —le preguntó una periodista pegándole el micrófono de la boca, Dylan sonrió.

—La amo, estoy muy feliz por tenerla en la familia —declaró él con tranquilidad. Todos soltaron un "aww" y lo miraron con ternura. Rodé los ojos. Si supieran como era realmente Dylan, un pequeño y malvado diablillo.

—¡Dylan! ¿Por qué ya no haces competencias de comer papas fritas en los restaurantes? —le preguntó un tipo con diversión, los ojos de Dylan brillaron.

—Ya no quiero papas fritas. Este mensaje es para algún restaurante mexicano, quiero que me inviten a una competencia de tacos —dijo él agarrando el micrófono y mirando directamente a la cámara de video que lo grababa. Me pasé una mano por la cara mientras que Dean se estaba aguantando la risa.

—¡¿Tienes alguna novia, Dylan?! —preguntó una reportera con euforia.

—Hay alguien especial en mi vida. No más preguntas —respondió él sin dar más detalles, los reporteros se asombraron cuando escucharon eso pero nos dejaron seguir nuestro camino.

—¡Ca-me-ron! ¡Ca-me-ron! —sonreí cuando los chicos y chicas del instituto comenzaron a vitorear mi nombre cuando llegamos al campo, alcé una mano como saludo y todas gritaron emocionadas.

—Engreído —masculló Dylan rodando los ojos, me reí.

—Mira quién habla —respondí caminando y mirando de reojo como los reporteros nos seguían desde lejos, él resopló.

—Yo estaré en la banca, diviértanse —dijo Dean haciendo un puchero, traté de parecer arrepentido pero él infló las mejillas y se alejó —¡Buena suerte! —gritó desde la banca sonriendo, Dylan y yo nos reímos.

Miré a mi alrededor, cualquiera se sentiría abrumado con tanta gente, pero Dylan se veía muy tranquilo.

—¿Cómo es que no estás nervioso? Muchas de estas personas vinieron solo a verte —quise saber alzando un poco la voz, él miró fascinado a las porristas cuando comenzaron a hacer sus números de entrada en medio del campo.

—Soy una estrella, Camarón... ¿todavía no te has dado cuenta? —dijo altanero aunque alcancé a ver como temblaba levemente, también se veía un poco más pálido de la cuenta. Revolví su cabello lo que hizo que sus ojos azules se posaran en mí. —Mi padre es primer ministro desde hace cuatro años, tuve que acostumbrarme a todo esto... era eso o terminar loco —me explicó devolviendo la mirada a la gente. —Y como Dominik no está cerca puedo brillar más —dijo maliciosamente mientras saludaba a la gente. Me reí por lo bajo. —Tú también deberás acostumbrarte...

—¿Yo? —pregunté confundido. Podía manejar a las personas que me seguían por el futbol pero eso de tener reporteros siguiéndome y haciéndome preguntas personales, no creo que pueda lidiar con aquello.

—¿Qué crees que pasará cuando la gente se entere de que estás con Dominik? —su pregunta me dejó sorprendido. —A diferencia de mí, ustedes pueden vivir su amor abiertamente...

—¿No crees que eso afectaría la reputación de tu familia? —dije pensando en lo terrible que podría ser que la gente supiera que el hijo del primer ministro salía con otro chico, Dylan se rio un poco a mi lado.

—Si se trata de ti no creo que a Dominik le importe eso —respondió con una pequeña sonrisa. Sonreí levemente al escucharlo. Aún así yo no quisiera poner a Dominik en una posición incómoda. Así que, aunque no ocultemos nuestra relación, tampoco se la gritaríamos a los cuatro vientos. Así era mejor.

—Joder... —susurré cuando toda la atención y los gritos emocionados de la gente fueron a un punto en específico. El primer ministro había llegado.

Lo observamos saludar a la gente mientras le tomaban un millón de fotos, estaba rodeado de varios guardaespaldas, Dylan lo miraba con los brazos cruzados. Busqué a Dean con la mirada, él tenía una cara de enojo y rabia mientras miraba al padre de Dylan.

—¡Que empiece el juego! —exclamó el entrenador del equipo contrario minutos después cuando sonó la sirena para que todos fuéramos al campo de juego.

Todos nos pusimos en nuestras posiciones. Ian tenía razón. Algunos de los otros jugadores me miraban fijamente, como si fuese una presa para ellos. Sonreí.

Dylan

El equipo contrario era muy bueno. Pero parecían estar concentrados más en Cameron que en cualquier otra persona. Cameron era nuestro mejor delantero, pero no era el único.

Observé como nuestro capitán corría con dificultad entre los jugadores contrarios llevando la pelota consigo luego de recibir un pase de Darrell. Me mantuve del lado contrario sabiendo lo que el rubio trataría de hacer en cuanto me viera libre. Negué lentamente al ver como intentaban pisarlo descaradamente. Casi todos los ojos de los adversarios estaban en él. Excepto uno, el número 17, era un tipo blanco, alto, pelinegro y de ojos negros que no me quitaba la vista de encima, me miraba con cautela. Sonreí al ver las caras de sorpresa de los demás cuando Cameron pateó la pelota en mi dirección. En cuanto la tuve en mi poder corrí con el tipo de antes siguiéndome de cerca. No dudé en patearla con todas mis fuerzas hacia la portería contraria sin darle tiempo de reaccionar al portero y marcando inmediatamente el primer gol.

El grito de la gente fue increíble, mis compañeros se me abalanzaron encima, me reí cuando me levantaron con facilidad y me lanzaron al aire dos veces. Mis ojos fueron a mi padre, él había saltado en su asiento y gritaba como todos los demás. Se veía muy orgulloso de mí, lo cual me hizo sentir feliz. Después de todo, él fue quien nos enseñó a jugar a Dean y a mí. Me sorprendí cuando a su lado llegaron Dominik y Vladimir, quienes supuestamente no tenían tiempo para quedarse. Ellos estaban sentados en una zona libre de gente, y noté como habían guardaespaldas esparcidos en puntos estratégicos.

Miré a mi mejor amigo, él estaba gritando emocionado desde la banca como todos los demás. Cuando hice contacto con los ojos verdes y felices de Will mis mejillas se calentaron. Aunque todos seguían gritando emocionados y revolviendo mi cabello, mi atención estaba en Will, quería ir y lanzarme en sus brazos pero como siempre, controlé mis impulsos y la pequeña sonrisa que nos dedicamos fue suficiente.

—Debes tener cuidado de ese tipo —miré a Cameron rápidamente cuando dijo eso cerca de mi oído, él miraba fijamente al tipo pelinegro que había notado antes, asentí de acuerdo con él. No era mi imaginación, ese tipo seguía cada uno de mis pasos de una forma algo sospechosa.

Tuve que taparme los oídos cuando las chicas gritaron como posesas de un segundo a otro, miré mal a Cameron, el cual se había levantado el polo para secarse el sudor de la frente dejando a la vista su marcado abdomen. Él les sonrió con diversión haciendo que gritaran aún más.

—Yo no haría eso si fuera tú... —murmuré antes de encaminarme hacia mi posición, él me miró confundido mientras se alejaba. Contuve una risita y no le dije que Dominik estaba aquí. Miré de reojo a mi hermano, él veía a Cameron con una ceja arqueada mientras que Vladimir tenía la mirada pegada en la banca al igual que mi padre.

Regresé a mi posición cuando se reanudó el partido. Las caras para nada amigables de los chicos de Sheffield expresaban su descontento. Tuve un mal presentimiento de repente.

. . .

3-2. Estábamos perdiendo.

Dejé que el agua fría mojara mis labios refrescando un poco mi caliente cuerpo, estaba loco por tomármela toda pero eso probablemente haría que me doliera el estómago. Estaba bañado en sudor al igual que los demás. En unos minutos comenzaría el segundo tiempo. Solo habíamos marcado dos goles, el que hice yo y otro que hizo Darrell.

—Dean sustituirá a Dylan... —dejé de escuchar a Cameron mientras hablaba, me sentía un poco mareado por el calor. Estábamos agotados, miré a las gradas de en frente y me alegró ver que los de Sheffield estaban igual o más agotados que nosotros.

—Lo han estado haciendo muy bien. Le han dado mucha pelea a los otros, y sé que ganaremos hoy —sonreí un poco al escuchar las palabras de Will, me sentí más animado al igual que los demás. —Es muy probable que comiencen a bajar la guardia con Cameron en este tiempo —dijo mirando al rubio, todos asentimos. Contábamos con que sea así.

Aunque Cameron se veía tranquilo, sé lo frustrado que debe estar al tener al otro equipo respirándole en la nuca todo el rato. Miré al pelinegro de antes, el tipo seguía viéndome sin disimularlo.

—Ese tipo todavía sigue mirándome —dije con el ceño fruncido, todos siguieron mi mirada lo que hizo que apartara rápidamente sus ojos de mí.

—Es cierto, y no se te despegó en ningún momento —reconoció Abel pensativo, la mirada de Will sobre el tipo fue asesina aunque no se veía sorprendido, probablemente ya se había dado cuenta.

—Ignóralo, seguro es solo un idiota —dijo Kyle sentándose y limpiándose el sudor con una toalla, los demás asintieron pero aquello no me dejó tranquilo, ni a Will, quien todavía seguía inspeccionando al tipo con la mirada.

—Se me hace conoci... ¡oye! ¡Esa es mi toalla! —exclamó Abel al ver que Kyle estaba usando su toalla, después de arrebatársela los dos comenzaron a discutir. ¿Qué estaba diciendo Abel antes? ¿Conoce al tipo?

—Abel... —lo llamé pero ni caso me hizo, seguía enfocado en discutir con Kyle quien ahora le estaba haciendo una llave alrededor del cuello.

Resoplé cuando Taylor, uno de los guardaespaldas de mi padre, se paró cerca de mí. Él se encogió de hombros como diciéndome que no era su culpa. Miré a mi padre, él hablaba ahora con Dominik, el cual miraba alrededor con detenimiento, como si estuviese buscando a alguien.

—¿Cuánto tiempo lleva Dominik aquí? —preguntó Cameron en un susurro tirándose a mi lado, me reí inevitablemente. ¿Ahora es que lo nota?

—Desde que comenzó el partido... —dije inocentemente, él arqueó una ceja y se cruzó de brazos, observé cómo después le sonrió y en forma de saludo alzó una mano en dirección a Dominik, quien sonrió de regreso al verlo. —¿Están juntos? —pregunté para confirmarlo, él me miró y asintió levemente.

Bueno... Eso no fue tan difícil. Pensé al recordar la noche anterior. Luego de que mis padres reconocieran delante de mí que sí sabían sobre el secuestro que hicieron Vladimir y Dominik, los tres habíamos llegado a la misma conclusión, Dominik estaba fuera de control. Mi madre estaba aterrorizada porque Dominik había hecho algo así sin su conocimiento. Mis padres no son ciegos, ellos sabían que pasó algo entre Cameron y Dominik, así que sugirieron tener al rubio cerca para ver si aquello apaciguaba un poco a mi hermano y lo distraía de cometer alguna otra locura, por eso le ofrecimos un empleo cerca de mi padre.

En mi opinión, creo que Cameron sí era la clave para que Dominik se tranquilizara pero...

Por la forma en que Dominik miraba al chico a mi lado, supe que él también era la llave que podría desatar el infierno que era capaz de crear mi hermano sin importarle las consecuencias con tal de protegerlo.

—Me alegro —dije finalmente sonriéndole, él me miró sorprendido. Sé que entre ellos sucedió algo importante anoche, de repente Cameron ya no parecía querer matarlo y los dos habían dejado de ocultar lo que era evidente a los ojos de todos. Se amaban.

Lo que me hizo pensar que Dominik finalmente había liberado sus demonios y le confesó sus secretos. Y aunque aquello me daba un poco de celos, estaba feliz. Feliz de que Dominik ya sabía que no estaba solo en lo que sea que estuviese pasando en su vida.

—Iré al baño un momento —me levanté viendo la hora en mi celular, todavía quedaban unos minutos antes de que se reanudara el partido. Taylor se acercó más a mí, resoplé. —¿Me vas a seguir al baño, Taylor? —pregunté arqueando una ceja, él asintió seriamente, Cameron soltó una risita. —Próximamente serás tú quien tenga guardaespaldas... claro, si es que no lo tienes ya —susurré en su oído con malicia, aquello borró su sonrisa de golpe.

Después de que Vladimir me dijera que todo el asunto del secuestro fue porque Mick amenazó con hacerle algo a Cameron, supe que Dominik nunca lo dejaría solo. Y más ahora, cuando el doctor psicópata andaba suelto y desesperado por liberar a su hermano.

Caminé hacia uno de los edificios del instituto con Taylor. Agradecí en silencio que me acompañara al ver que todo estaba vacío y desolado. Habíamos dejado atrás el ruido del campo.

—Puedes esperar afuera —dije rascándome la nuca, el pelinegro de ojos cafés entró al baño y salió tras revisarlo rápidamente. ¿Esperaba que hubiese algún asesino serial orinando o algo así?

—Puedes entrar —respondió el gran hombre vestido de negro parándose junto a la puerta como un centinela.

Entré al baño en silencio, en donde solo me eché agua en el rostro. Me llevé una mano al cuello, estaba ardiendo en fiebre. Pensé que el calor se debía al sofoque del partido pero tal parece que es otra cosa.

—Dime qué es lo que quieres... —escuché decir a Taylor justo cuando salí del baño. Él estaba apresando contra los casilleros a una chica castaña que me miró asombrada, tenía los ojos azules.

—D-Dylan...

—¿Y tú eres...? —pregunté un poco sorprendido, ella asesinó a Taylor con la mirada. —Suéltala, Taylor —dije al ver cómo la agarraba, como si fuese un criminal de dos metros. Él me miró de reojo y negó.

—No sabes quién es esta mujer... —masculló molesto mirando a la chica como si la conociera. Entrecerré los ojos viéndola y comprendí todo al notar a quién se parecía.

—Eres Tessa, ¿no? —cuando dije aquello los dos me miraron estupefactos confirmando mis sospechas. Ella era la hermana de Mick que habían secuestrado.

—S-Sí. ¿Puedo hablar contigo? —preguntó luciendo ligeramente nerviosa, me acerqué un poco más. La chica llevaba puesto un largo y elegante abrigo crema, un pantalón negro y unas botas largas del mismo color. Debía admitir que vestía muy bien y que era una chica muy linda.

Hice una mueca de asco. Me maldije a mí mismo por pensar eso de alguien que se parecía y que se relacionaba con el abusador de mi madre.

—Te escucho —respondí fríamente recordando también el chantaje de su otro hermano con exponer mi relación con Will.

—¿Podrías decirle a tu orangután que me suelte? —preguntó molesta, arqueé una ceja al ver que no estaba asustada, más bien lucía bastante molesta.

—Déjala, Taylor... no creo que pueda hacer mucho... —dije con desdén mirándola de arriba abajo, ella me miró un poco irritada cuando Taylor finalmente la soltó. La chica tenía un cuerpo menudo, bastante pequeño. —No te ves muy traumada para haber sido víctima de un secuestro —reconocí cruzándome de brazos, sus mejillas adquirieron un intenso color rojo lo cual me resultó muy extraño.

—¿Dominik te lo contó? —preguntó con un poco de timidez, solté un suspiro al comprender la situación de inmediato. No me sorprendería si me dijeran que la doctora o las enfermeras se enamoraron de Dominik cuando nació...

—No, Vladimir lo hizo —respondí sin sorprenderme al ver la decepción escrita en su rostro.

—Ah... —susurró un poco dolida. Me reservé lo que estaba pensando y que me resultaba bastante obvio. Se había enamorado de mi hermano.

—¿Y bien? ¿Qué quieres hablar conmigo? —pregunté yendo al grano, ella se acercó y me agarró las manos sin previo aviso, Taylor puso una mano en su hombro y la miró con amenaza pero ella lo ignoró completamente. Miré como sus delicadas y suaves manos agarraban las mías.

—Necesito que me des el número de Dominik —me eché a reír cuando soltó eso con súplica.

—Deberías ir a terapia —le recomendé soltando sus manos y comenzando a caminar por el pasillo. Ya casi comenzaría el juego.

—Escucha, al menos dame el tuyo para poder contactarte en caso de que ocurra algo... estoy segura de que mi hermano está planeando algo contra Dominik...

Aquello hizo que me detuviera. Su voz sonaba muy preocupada. Al darme la vuelta me encontré con sus suplicantes ojos azules. Me acerqué a ella hasta estar a pocos centímetros de su rostro, éramos prácticamente del mismo tamaño.

—¿Qué crees que hará el doctor psicópata? ¿No se conformó con chantajear a mi novio? —la interrogué, ella me miró muy confundida por unos segundos.

—¿Doctor? Estoy hablando de Michael... entiendo que lo llaman Mick —murmuró lentamente, mi corazón se detuvo por un milisegundo, me relamí los labios y miré a ambos lados del pasillo, solo estábamos nosotros tres. Taylor se puso en alerta en cuanto escuchó ese nombre.

—¿Qué tanto puede hacer un hombre en prisión? —pregunté con burla fingiendo que no me había afectado escuchar que se trataba de Mick. La expresión de sorpresa de Tessa me hizo sentir mareado.

—Dylan...

—Tessa... —dije con cautela rezando para que no dijera lo que creo que está pensando decir.

—Mick salió esta mañana.

Lo dijo. Retrocedí unos cuantos pasos y sentí que el desayuno comenzaba a devolverse por mi tracto digestivo deseando estar fuera de mi cuerpo. Tessa me miraba con algo de lástima.

—Mientes —dije sintiendo molestia. Aquello debía ser una mentira...

Miré a Taylor, él se veía preocupado. Después de intercambiar miradas se alejó un poco mientras se llevaba el teléfono al oído. Probablemente para averiguar si era cierto lo que decía la chica frente a mí. Devolví mis ojos a ella, ahora se veía muy frustrada.

—Tienes que creerme... no gano nada mintiéndote —declaró como si fuera obvio, entrecerré los ojos.

—No, solo ganas el número de mi hermano del cual claramente estás enamorada —dije sarcásticamente, ella pestañeó varias veces con sorpresa y bochorno. ¿Acaso cree que no se nota? —Lamento decirte que ya no está disponible —agregué con una sonrisa falsa, ella se pasó una mano por el cuello con nerviosismo y asintió.

—Lo sé... —contestó resignada. Miré detrás de mí cuando escuché los pasos acelerados de alguien. Cameron venía trotando levemente, miré de reojo a Tessa, ella estaba cabizbaja perdida en sus pensamientos.

—Dylan, ya casi va a comenzar el juego, creo que será bueno que estés allá en caso de que tengamos que sustituir a algui... —Cameron se calló cuando llegó hasta mí y miró a Tessa confundido, la cual levantó la vista al oírlo, los dos se analizaron detenidamente de arriba abajo, Cameron alzó una ceja. —¿La secuestrada? —preguntó dejándome impactado, Tessa igualmente se sorprendió. Me asombraba que Dominik sí cumpliera su palabra y le haya contado sobre lo que pasó.

—Tú debes ser el rubio de ojos verdes... —dijo Tessa sin dejar de observarlo, Cameron se encogió de hombros, parecía estar disfrutando la mirada algo enfurruñada de ella. —No podría competir contra ti... —susurró la chica con derrota, Cameron no se molestó en negarlo o afirmarlo, pero su expresión de "es obvio" lo decía todo. Rodé los ojos.

—¡Dylan, debemos irnos de aquí! —exclamó Taylor con una dura expresión, lo miré asustado.

—¿Es cierto lo que dijo? ¿Mick está libre? —pregunté rápidamente, cuando Taylor asintió Cameron y yo empalidecimos.

—¿Pero cómo es eso posible? —preguntó el rubio muerto de miedo. Debe estar consciente de que Dominik seguramente encabeza la lista negra de aquel psicópata. —¿Tu padre no puso una denuncia? —me interrogó confundido, asentí igual de perdido que él.

—Sí, por eso no lo comprendo... allá hay cámaras, había pruebas de todo... —dije sintiéndome muy acalorado de repente.

—No fue tu padre quien puso la denuncia —todos miramos a Tessa cuando dijo aquello. Sentí que me faltaba el aire. Hasta donde yo tenía conocimiento, fue mi padre quien hizo la denuncia el día que Mick entró en nuestra casa y lo amenazó con un arma.

—¿Fue mi madre? —pregunté algo incrédulo, Tessa asintió pero Cameron no se sorprendió tanto.

—Ella retiró la denuncia —declaró Tessa dejándonos boquiabiertos, se veía genuinamente preocupada al igual que nosotros.

—¡Cameron! ¡Dylan! —miramos por el pasillo. Aunque mi cuerpo se giró y mis ojos observaron a mi ahora preocupado novio, sentía que mi mente se iba a otra parte. ¿Por qué mi madre, de todas las personas, querría que su violador estuviera libre? ¿Habrá retirado la denuncia para que no saliera a la luz el secreto de mi relación con Will?

Si realmente lo hizo por Will y por mí, aquella decisión fue demasiado precipitada. Además, podíamos haber encontrado soluciones menos drásticas para ese problema. Aquello simplemente carecía de sentido para mí. Pero al parecer para el chico a mi lado no...

Me quedé mirando a Cameron, él parecía haber descifrado el acertijo que tenía ahora en mi cabeza. Y su expresión de horror solo indicaba que la respuesta era todo menos buena.

—¿Qué tanto te dijo Dominik anoche? —pregunté.

—Prácticamente todo —respondió.

Nos quedamos observándonos el uno al otro incluso cuando Will llegó a nuestro lado. En los ojos de Cameron se veía un poco la impotencia, como si quisiera contarme algo pero supongo que Dominik es la razón de que no diga nada más.

—¿Hola? —dijo Will moviendo una mano entre nosotros cortando el contacto visual, él frunció el ceño al verme el rostro. —¿Qué está pasando aquí? ¿Y tú quién eres? —preguntó receloso mirando a Tessa, quien ahora nos observaba apenada.

—Soy Tessa... —susurró tímidamente, Will arqueó una ceja.

—La secuestrada —le expliqué, él comprendió de inmediato, ella se indignó un poco. —Mira, Tessa, te daré mi número... si te enteras de algo más me puedes escribir... —dije fríamente acercándome a ella, la cual asintió rápidamente estando de acuerdo.

—Dylan... ¿qué estás haciendo? —preguntó Will mirándome como si me hubiese vuelto loco, tomé el celular de Tessa para escribir mi número pero Will me lo arrebató de las manos, lo miré mal.

Suspiré resignado y le hice un resumen de todo. Cuando terminé de explicarle su expresión de genuina sorpresa me confirmó que mi madre no había hecho aquello por nosotros, de otro modo, él ya hubiese sabido que Mick estaba libre y dudo que Will aceptara liberarlo aunque fuese por proteger nuestro secreto. Mi novio me devolvió el celular a regañadientes. En completo silencio guardé mi número y se lo devolví a su dueña.

—Hay que cancelar el juego —miré a mi novio cuando dijo eso pensativo, negué rápidamente con la cabeza al ver que Cameron también asintió.

—No, no y no —respondí algo rabioso, Will me miró ahora con mucha determinación. Odiaría que el juego se cancelara por los asuntos inconclusos que tenía mi familia con ese psicópata. —Mick aun cree que soy su hijo, ¿no? —le pregunté a Tessa, ella asintió de inmediato. Will y Cameron me miraron expectantes. —Entonces él no hará nada en el juego porque eso me haría odiarlo más, además Abel también está jugando hoy —agregué usando la lógica, Will y Cameron no se mostraron tan convencidos pero Tessa sí.

—Es cierto, dudo mucho que haga algo hoy —dijo la castaña cruzándose de brazos.

—¿Y por qué decidiste aparecer hoy ofreciendo tu ayuda y diciendo que tu hermano planea algo? —preguntó Will mirándola con algo de molestia, ella me miró.

—No he podido contactarme con Dominik y este era el único día en el que podría acercarme a ti sin que tengas mil guardaespaldas atrás... —explicó mirando de reojo a Taylor, quien se veía bastante molesto. Cameron estaba asesinando a Tessa con la mirada, probablemente por haber reconocido que ha tratado de contactar a Dominik.

—¿Terminaron? Tengo que sacarte de aquí ahora mismo —dijo Taylor seriamente, me solté de su agarre cuando puso una mano en mi brazo.

—¿Dominik o mi padre te dijeron que me sacaras de aquí? —pregunté para saber y llamarlos ahora mismo, Taylor negó lentamente. —Entonces volveré al juego —dije comenzando a caminar e ignorando las miradas de incertidumbre que tenían Will y Cameron. —Deberías irte  —le sugerí a Tessa mirándola de reojo, ella se quedó pensativa.

—Quizás él tenga razón y debas irte, podemos continuar el juego con Dean sustituyéndote —dijo el rubio caminando a mi lado y mirando de reojo hacia atrás, lo miré con curiosidad ignorando completamente sus palabras.

—¿Dominik te dijo algo sobre mi madre? —pregunté saliendo nuevamente al campo con él y Will a ambos lados y Taylor detrás, Cameron tragó duro, por como desvió la mirada al suelo supe que Dominik sí le contó cosas que yo también debería saber. —¿Por qué Dominik no habla conmigo? —susurré frustrado viendo hacia donde estaban sentados mi hermano y mi padre. Aunque mi padre lucía sereno, Dominik y Vladimir estaban alerta, al vernos los dos parecieron relajarse un poco.

—Vendré en un momento. Si pasa cualquier cosa rara no dudaré en cancelar todo esto —dijo Will con el celular en la mano, los dos asentimos. Mi director me miró fijamente por unos segundos, cuando bajó la mirada a mis labios suspiré y me alejé rápidamente hacia la banca donde estaban los demás. Aquí había demasiada gente observando y tomando fotos, debemos mantener nuestro papel.

—Debe ser muy difícil tener que controlarse así delante de la gente —murmuró Cameron sentándose, forcé una pequeña sonrisa y me senté a su lado.

—Vale la pena... además en el futuro todo será diferente —dije sintiendo que mis mejillas comenzaban a calentarse, Cameron se quedó observándome pensativo pero luego se encogió de hombros y se quedó mirando al piso.

—¿Y esas caras de tragedia? —preguntó Dean con burla llegando hasta nosotros, Cameron me miró de reojo de una forma significativa. Interpreté su mirada como si quisiera que no le dijera a Dean lo que pasó. —¿Está todo bien? —quiso saber mi mejor amigo ahora preocupado, le sonreímos como pudimos.

—Sí, ya va a comenzar el juego... vamos —le dijo el rubio levantándose, todos lo imitaron, me sorprendía ver lo animados que estaban a pesar de que estábamos un punto abajo. Miré al frente cuando el otro equipo entró al campo. Ellos también lucían con bastante energía.

Miré mi celular cuando vibró. Había recibido un mensaje que solo decía "Gracias." Supe que era de Tessa así que guardé su número deseando que sus buenas intenciones sean honestas. Aunque en sus ojos vi que sí había amor cuando hablaba de mi hermano. Lo miré, él se veía confiado lo cual me relajó bastante. Ya debe saber que Mick está libre, y si está así de tranquilo es porque debe tener todo bajo control o sabe que Mick no hará nada en el partido.

Los gritos de la gente me hicieron devolver la mirada al campo.

Se reanudó el juego.

Dean

Imagina que estás jugando sin público alrededor. Imagina que no está observándote el hombre que amas y que traicionó tu confianza. Ni el extraño amigo extranjero que se ha ganado tu aprecio en tan poco tiempo. Me dije eso mientras corría al lado de un chico desconocido que llevaba la pelota. El chico pelinegro que parecía tener algún tipo de interés en Dylan, era bueno con los pies, no habíamos podido quitarle la pelota y ya estaba bastante cerca de nuestra portería. Estaríamos acabados si lograba hacer un gol. Alcancé a ver la rápida mirada que le dio a uno de sus compañeros así que cuando el chico parecía dispuesto a lanzar la pelota hacia la portería, me arriesgué a creer que se trataba de una finta, un engaño para hacernos fallar. Hernnan y Darrell cayeron en ella pero yo me mantuve en mi posición y logré interceptar la pelota cuando el chico se la lanzó a su compañero, lo escuché murmurar una maldición mientras que la gente lanzó gritos de emoción. Corrí en dirección contraria con la pelota mientras me perseguían.

Amaba el fútbol. La adrenalina que sentía al tener la pelota en mi poder me hacía sentir vivo. Miré alrededor mientras corría. Había demasiados jugadores adversarios entre la portería y yo. Nunca lograría anotar así. Al ver que Hernnan estaba libre le pasé la pelota, el pelirrojo corrió con ella como si su vida dependiera de ello, sabía que buscaría a Cameron. Hernnan tenía tres jugadores delante, la gente enloqueció cuando tiró la pelota entre las piernas de uno y logró llegarla hasta Cameron. Las caras de incredulidad de los chicos de Sheffield no tenían precio. Cameron corrió esquivando los intentos de los demás por quitarle la pelota, corrí con el rostro bañado en sudor. El famoso rejuego de Cameron con la pelota logró que dos de los chicos de Sheffield cayeran en el suelo al resbalar cuando creyeron que el rubio iba a hacerle un pase a Sebastián. La gente estaba eufórica cuando Cameron pateó la pelota con tal fuerza y precisión que logró meter un gol a pesar de la distancia que aun tenía con la portería.

Él gritó. Todos gritamos.

Todos corrimos hacia el rubio y lo levantamos. Maldije al olvidar que él tenía el cuerpo adolorido, me alejé levemente mientras los demás lo lanzaban al aire. Aunque por la sonrisa en su rostro creo que ya no le dolía nada...

—¡¡Ca-Me-Ron!! ¡¡Ca-Me-Ron!! —gritaron las personas y las porristas con mucha emoción. Me causó un poco de gracia ver como Abigail y las demás chicas formaban una "C" con sus brazos y ladeando un poco la cabeza.

Sin quererlo miré de reojo a Robert. Tanto él como Vladimir y Dominik estaban parados de sus asientos con sonrisas en el rostro, probablemente saltaron de la emoción al igual que toda la gente. Sentí un poco de envidia al ver la expresión de Dominik. Yo también quisiera que alguien me mirara así, con tanto amor y orgullo.

Sonreí al ver que Cameron también lo miraba ignorando el vitoreo que le hacían todos. Recordé los partidos pasados, en donde el rubio disfrutaba enormemente de la adoración de todos, ahora solo parecía importarle la atención de una persona.

3-3. Estábamos empatados.

Todos miramos al grandulón que entró al campo sustituyendo a alguien del otro equipo. Era un tipo alto y enorme, estaba muy fuerte y literalmente parecía tener treinta años.

—¿Siquiera es un adolescente? —preguntó Darrell leyéndome la mente, Cameron y los demás lo miraron impactados. Parece que los de Sheffield estaban tan desesperados que han sacado la artillería pesada.

Busqué a Will con la mirada, el director estaba de brazos cruzados hablando con el entrenador del equipo contrario, no necesitamos ni acercarnos para saber que hablaban del gigante con cara de asesino que entró. El tipo era rubio, sus ojos eran negros y fríos, y su expresión era seria, incluso tenía arrugas bajo los ojos y en la comisura de los labios.

—Ese tipo debe tener como cuarenta años —susurró Abel. Por los murmullos de descontento de la gente, sabía que todos opinaban lo mismo.

—Ese salió de la preparatoria cuando mi abuela conoció a mi abuelo —murmuró Kyle.

—Hablaré con el director —dijo Cameron antes de trotar hacia donde estaba Will, me asusté al ver la casi imperceptible mueca de dolor que hizo. Debe ser una tortura jugar tal y como estaba... Pero aún así estaba dando lo mejor de él.

Y por eso era el capitán. Pensé mirando su espalda mientras se alejaba.

Mientras él hablaba con el director miré a Dylan, quien se veía bastante preocupado mientras hablaba con su guardaespaldas. Sabía que estaban ocultándome algo, él y Cameron se veían muertos de miedo hace un rato.

Rodé los ojos. Odiaba que me ocultaran las cosas aunque crean que así me protegen. ¿Por qué siempre piensan que soy demasiado débil para afrontar la verdad?

—Según la identificación que le mostraron al director... ese chico tiene 18 años... —las exclamaciones de indignación del equipo no tardaron en hacerse oír cuando Cameron llegó y dijo aquello, ni siquiera él se veía convencido de que aquello fuera verdad. —Pero no se desanimen, solo quedan unos veinticinco minutos de juego, debemos desempatar y evitar que marquen en el tiempo restante —agregó el rubio tratando de subirnos el ánimo, todos asintieron. —Además dudo que pueda moverse bien con ese cuerpo tan grande —murmuró Cameron haciendo que algunos soltaran unas risitas.

—No creo que tenga la intención de moverse mucho... —le susurré al ver que el tanque humano no apartaba los ojos de nuestro capitán. Lo miraba como si quisiera cocinarlo y comérselo, literalmente. Su mirada era tan fría y extraña, pero Cameron no parecía ni inmutarse.

—¡Comencemos! —gritó el entrenador. Todos fuimos a nuestras posiciones.

Quince minutos después solo veía las caras preocupadas de mis compañeros rodeándome mientras estaba en el suelo húmedo retorciéndome de dolor. El árbitro le sacó una tarjeta roja a la bestia que había entrado al juego, logré ver como el tipo abandonó el campo con una expresión de rabia en el rostro. Él nunca tuvo la intención de jugar...

Lo usaron para sacar a Cameron del juego.

Hace casi dos minutos había visto las intenciones del tipo de abalanzarse sobre Cameron en cuanto el rubio entró en contacto con la pelota, no dudé en meterme en su camino creyendo que así lo detendría pero fue bestial la forma en que me arroyó como si se tratara de fútbol americano. El tipo debía tener unas cinco veces mi peso, sentí que me había caído encima un costal lleno de hierro, no podía siquiera enderezarme del fuerte dolor que tenía.

Grité cuando me pusieron en una camilla para poder transportarme. Me dolía respirar al igual que las costillas. Dejé de escuchar los gritos preocupados a mi alrededor cuando todo se volvió negro de repente y perdí la consciencia.

Cameron

Cuando terminó el partido nadie del equipo lucía feliz a pesar de que ganáramos. Dylan entró a sustituir a Dean y en menos de diez minutos marcó el gol que definió nuestra victoria. Todos estábamos en el pasillo frente a la enfermería esperando las noticias sobre el estado de Dean.

No habían señales de Dominik, en cuanto terminó el partido desapareció. Miré el mensaje que me había dejado. "Estuviste increíble". Esas dos palabras me habían hecho demasiado feliz. Vladimir era el único que estaba aquí, el ruso estaba sentado en una de las sillas de espera mientras escribía en su celular, aparté la mirada cuando me vio, pude ver la sonrisita que tuvo.

Todos nos acercamos rápidamente a Will cuando abrió la puerta de la enfermería, él nos miró con mucha lástima y tristeza, mi corazón se detuvo.

—Dean no volverá a caminar después de esto... —dijo seriamente, mis ojos se llenaron de lágrimas. Esto era mi culpa...

—¿Es en serio? —las ganas de llorar desaparecieron cuando un adolorido Dean apareció al lado del malvado director que ahora se reía, todos lo asesinamos con la mirada.

—¡Casi me da un infarto! —exclamó Dylan abrazando a Dean, el cual nos miró un poco avergonzado.

—¿Y ganamos? —preguntó tímidamente con el rostro lleno de tierra.

—¡Ganamos! —exclamamos finalmente disfrutando la agridulce victoria que tuvimos.

Me alegraba ver que podía levantarse por su propio pie y que no fue tan grave lo que le hicieron. Lo observé alejarse un poco para hablar con Vladimir.

—Dylan... —lo llamé al ver al final del pasillo al tipo que no había dejado de verlo en toda la mañana. En la parte trasera de su camiseta se lograba leer un Michaelson. Dylan se paró a mi lado y lo miró con el ceño fruncido. Era obvio que el tipo quería hablar con él.

—No lo hagas —ambos miramos a Will cuando se paró detrás de nosotros, él miraba hacia abajo para ver a su novio a los ojos, Dylan negó lentamente.

—Abel dijo que le parecía conocido, tengo que ver si está relacionado con Mick —dijo Dylan mirándolo fijamente, Will miró al chico con desconfianza.

—Iré contigo —respondió cruzándose de brazos, Dylan negó rápidamente.

—Si vas conmigo entonces seguro no querrá hablar... —contestó muy seguro, Will lo miró con desaprobación. Cuando Dylan me miró di un pequeño respingo. —Cameron me acompañará —dijo ahora agarrándome de un brazo. Will me miró por unos segundos pero luego asintió.

Tragué duro y caminé con Dylan por el pasillo, observamos como el chico salía por la puerta después de mirarnos, me rasqué la nuca y miré la hora en mi celular. En unas dos horas tenía que presentarme a mi nuevo trabajo como asistente del padre de Dylan. Aun no se lo había dicho a Dominik, no puedo esperar a ver la cara que pondrá cuando me vea...

Cuando salimos del edificio Dylan y yo nos detuvimos en medio del patio cuando el chico extraño también se detuvo. Él se dio la vuelta y se acercó a nosotros. Miré alrededor y me sorprendí un poco al ver más allá al guardaespaldas de Dylan, ni siquiera había notado que nos seguía. Dylan levantó una mano deteniéndolo cuando él iba a acercarse al desconocido, el guardaespaldas lo ignoró y se mantuvo cerca del chico, a una distancia en la que evitaría cualquier movimiento extraño que quisiera hacer.

—¿Quién eres? —preguntó Dylan con fiereza, el chico arqueó una ceja y sonrió un poco.

—Eres tal y como había imaginado —dijo complacido, Dylan y yo nos miramos confusos. Entonces él sí sabía de Dylan antes del partido...

—¿De dónde sabes quién soy? —lo interrogó el pequeño castaño, el desconocido rodó los ojos.

—Eres el hijo del graaaaan primer ministro que tenemos, ¿quién no te conoce? —dijo sarcásticamente mirando a Dylan con burla. —Y tú eres el afamado capitán del equipo pero sobre todo... la debilidad de Dominik, el único Talón de Aquiles que tiene aparte de su familia... —agregó mirándome muy curioso de arriba abajo. —Debes moverte muy bien para tenerlo a tus pies de esa forma —Dylan se mostró más indignado que yo al escucharlo decir eso, tuve que agarrarlo cuando pensaba acercarse al tipo y golpearlo.

—Tranquilo, Dylan. No me ofenden las palabras de personas tan irrelevantes que ni conozco —dije muy calmado, el chico me miró mal.

—Dale un mensaje a tu madre —contestó mirando a Dylan a los ojos, los dos nos sorprendimos, lo que pareció gustarle al chico ya que sonrió. —Dile que ya lo sabemos... y que pagará por cada muerte hecha en su nombre... —agregó con un tono oscuro, su mirada se volvió algo psicótica. Mi pulso se aceleró al comprender sus palabras, el chico se alejó rápidamente después de darnos una última mirada.

Miré a Dylan, él se veía muy confundido y con razón, no sabe que su madre ha estado matando a un miembro de la familia de Mick cada año. Dominik debía hablar con él pronto o su desconocimiento lo pondrá en más peligro.

—¿De qué muertes está hablando? —preguntó el castaño para sí mismo.

—Deberíamos hablar con tus padres o con Dominik... —le sugerí rápidamente, él asintió de acuerdo.

—¡Vladimir! —lo llamó Dylan al verlo salir al patio, el ruso se acercó a nosotros y sonrió un poco.

—Tendremos que dejar para después la celebración por el partido, tengo que irme —se excusó el ruso cuando llegó a nuestro lado, Dylan arqueó una ceja y le contó lo que pasó con el chico, Vladimir comenzó a reírse después de oírlo. —No pueden ir por ahí creyendo o tomándose en serio todo lo que dice la gente, hay muchos locos que deberían estar encerrados... —dijo entre risas, entrecerré los ojos. Algo me dice que intenta despistar a Dylan o algo así. Dylan lo miraba sorprendido de que no le creyera. —Si me disculpan, tengo cosas que hacer... —se despidió con una sonrisa de burla que me pareció muy forzada.

—Pero... —dejó a Dylan con la palabra en la boca y se marchó rápidamente después de mirar con fijeza a Taylor. —¿Te tragaste todo eso? —preguntó incrédulo, me encogí de hombros y negué.

—Repito, deberías decirle a tu madre o a Dominik —le sugerí sintiéndome mal por saber la verdad y no poder contárselo.

—Eso haré... —dijo antes de despedirse y regresar a donde estaba Dean, suspiré y le escribí un mensaje a Dominik diciéndole lo que sucedió hoy primero con Tessa y con ese extraño chico.

Caminé hacia el campo para ver si mi madre seguía aquí, no la vi durante el juego pero sé que no se lo perdería por nada. Vi más allá a los guardaespaldas del padre de Dylan rodearlo y caminar con él hacia la salida mientras los fotógrafos lo seguían como buitres. El hombre se veía bastante fastidiado y algo preocupado.

—¡Cameron! —me giré al escuchar a mi hermano pequeño llamarme, él corrió hacia mi mientras mi madre lo seguía con un paso más lento mientras miraba embobada como se marchaba el padre de Dylan a lo lejos. —Eres el mejor y Dylan también estuvo muy geniaaaaal, voy a ser como ustedes cuando sea grande —me reí cuando Luke dijo eso después de que lo cargara, mi madre finalmente me prestó atención y me miró emocionada cuando el primer ministro salió de la vista.

—Felicidades, hijo —me dijo peinando mi cabello, sonreí más cuando los tres comenzamos a caminar hacia la salida del instituto.

—Cameron... —los tres miramos a Jack, uno de los hombres que trabajaba para Dominik. Él fue quien me llevó al apartamento de Dominik hace unos meses cuando mi padre me golpeó. Miré con horror a mi madre, ella observaba al hombre con intriga. —Do..

—Hola, Jack. ¿Qué te dijo Dylan? —lo interrumpí rápidamente tratando de salvar mi pellejo al ver que iba a decir Dominik. Jack me miró un poco confundido pero luego pareció entender, mi madre nos miraba con sospecha.

—Dylan me pidió que te llevara a tu casa —afirmó con una sonrisa siguiéndome el juego, mi madre sonrió encantada cayendo en la mentira.

—Qué considerado es mi niño —dijo ella siguiendo a Jack, suspiré y abracé con fuerza a Luke mientras lo llevaba en brazos. En algún momento ella tendrá que enfrentar a Dominik o al menos aceptar que nos queremos aunque se haya equivocado en el pasado.

Me mantuve en silencio todo el viaje mientras pensaba en el peligro que corría Dominik. Probablemente Mick querrá pagarle a Celine con la misma moneda matando a sus familiares. La noticia de que ella retiró la demanda me sorprendió pero también me asustó en sobremanera, ya que eso solo podrían significar dos cosas desde mi punto de vista.

Lo primero, que Celine ya perdió por completo la cabeza.

O, lo segundo, que el tiempo de Mick ya había llegado a pesar de que estábamos a varios meses de distancia de la fecha de muerte que la mujer había elegido para los familiares de aquel hombre.

—Gracias, Jack —le dije cuando nos dejó en mi casa, el castaño de ojos negros me sonrió.

—Estaré cerca por si me necesitas —contestó muy serio, resoplé.

—¿Ahora eres mi guardaespaldas personal? —pregunté con un poco de fastidio, él se rio levemente. Dylan no jugaba cuando dijo que esto pasaría.

—Son tiempos difíciles, Cameron. Y si algo te pasa, Dominik lo pagará con todos nosotros —dijo volviendo a su tono de seriedad, me resigné. —Pero tu guardaespaldas personal es Frank, debe andar por aquí también —añadió rápidamente con burla antes de acelerar. Negué varias veces y agradecí que mi madre ya estuviera dentro de la casa con mi hermano.

Miré alrededor detenidamente tratando de encontrar a Frank pero no tuve suerte. Debía estar bien escondido. Regresé al interior de la casa para darme un rápido baño e irme a mi nuevo trabajo. Estaba muy nervioso, no sabía qué esperar, ni siquiera estaba seguro de que todo esto era una buena idea. Aunque así podría estar más tiempo con Dominik y estar al tanto de todo lo que estaba ocurriendo, además de la descomunal cifra que ganaría.

Me bañé rápidamente quitándome toda la tierra y el sudor que tenia. Aunque el trasero me dolía un poco, no era nada comparado a como estaba cuando desperté.

Tomé la carta de renuncia que guardaba en un cajón dentro de mi closet. Finalmente se la entregaría a la bruja del café. Hace semanas que la tenía impresa, deseaba desde hace tiempo dejar aquel abusivo trabajo. Y hoy era finalmente el día.

Me despedí de mi madre y fui directo al café que no quedaba tan lejos de mi casa. Entré por la puerta principal llamando la atención de todos, Lauren, una de mis compañeras, me miró con emoción, probablemente ya sabía a qué había venido.

—¡Cameron! ¡Llegas una hora tarde! Tienes dos segundos para ponerte tu maldito uniforme —me gritó la señora pelirroja detrás de la barra, miré alrededor, como no había ni un solo cliente ella sacaba a relucir su verdadera forma de ser.

—He venido a entregarle mi carta de renuncia —dije poniendo el sobre con fuerza sobre la barra. La señora se puso roja de la rabia pero luego empalideció. Todos mis compañeros estaban silencio observándome.

—¿R-Renuncia? —repitió ella como si no entendiera la palabra, alcé una ceja.

—Sí, renuncio a este infierno... y agradezca que no le pondré una demanda por maltrato laboral —murmuré disfrutando su cara de terror.

—¡No puedes renunciar! ¡Tú me suplicaste por un trabajo! ¡¿Y así es como me agradeces?! —dijo con fastidio. Resoplé. Me sorprendía que estuviese diciéndome esas cosas, pensé que estaría feliz de que me marchara.

—Usted es una abusadora, ya no tengo que aguantar sus maltratos —reconocí dándome media vuelta para irme. —Les deseo suerte a todos —dije mirando a mis compañeros, todos me sonrieron orgullosos.

—¡E-Espera! ¡Te daré un aumento! ¡Te voy a tratar mejor! Pero no te vayas... —me sorprendí cuando la señora se aferró a mi brazo, la miré impactado. ¿La bruja malvada que me humilló mil veces estaba ahora suplicándome?

—Ah, ya entiendo... —murmuré cayendo en cuenta de que este café se llenaba de chicas durante mis turnos. —Ya no vas a usarme para tener más clientes —declaré alejando sus regordetas manos de mi brazo, ella me miró estupefacta.

—Volverás aquí suplicándome que te perdone, ya lo verás... —dijo ella con resentimiento, me reí sin gracia y salí de allí deseando no volver a poner un pie en aquel lugar.

Después de haber cerrado ese oscuro capítulo sin mirar atrás, tomé un taxi hacia el barrio privado donde vivía Dylan.

Era casi imposible llegar caminando a este lugar, estaba un poco alejado de la ciudad. Me sorprendió que con decir mi nombre me dejaran entrar al residencial. Caminé durante unos quince minutos mientras miraba las mansiones que aparecían a lo largo del camino, la distancia entre cada una de ellas era muy extensa. Solo este residencial tenía el tamaño de una ciudad entera.

El trasero me dolía cuando finalmente llegué frente a la puerta eléctrica que había al final de la calle que hace unos minutos no parecía tener fin. Al decir quién era me revisaron y abrieron la puerta para mí, suspiré cansado al ver el largo camino que todavía me quedaba por recorrer hacia la casa de Dylan.

Caminé arrastrando los pies y casi me desmayo justo cuando llegué a la enorme puerta de la entrada. Toqué el timbre y de inmediato una chica del servicio me abrió.

—El señor lo está esperando en su oficina —dijo ella mirándome con algo de pena. —¿Quieres un poco de agua? —preguntó la pelinegra, asentí rápidamente, ella me sonrió y comenzó a caminar, la seguí sin dudarlo.

Dos minutos después me encontraba bebiéndome hasta la última gota de agua del vaso. Tomé una servilleta que me pasó la chica y después de agradecerle me sequé el sudor de la frente.

—Ven, te guiaré a la oficina —asentí después de dejar el vaso en la encimera. Mientras la seguía me miré en uno de los espejos que había en un pasillo, la camisa azul oscuro que llevaba me quedaba bien. No sabía que tan formal debía venir en este trabajo.

—¿Henry? —la chica y yo miramos hacia las escaleras cuando una señora habló, ella me estaba mirando impactada y con tristeza. La había visto en la fiesta la noche anterior, creo que es la abuela de Dylan. Ella subió rápidamente las escaleras sin decir nada más haciendo que la situación fuera aún más extraña. Miré a la chica del servicio con interrogación pero ella se veía igual de confundida.

—Prosigamos... —dijo después de aclararse la garganta. Miré alrededor un poco desorientado mientras la seguía. ¿Haremos como que eso no pasó?

Me detuve frente a una puerta olvidando aquel raro momento cuando mi guía se detuvo, ella me sonrió nuevamente y tras señalar la puerta, se marchó. Respiré hondo y toqué varias veces, poco después una chica rubia vestida de negro la abrió, ella me miró algo sorprendida pero se hizo a un lado para dejarme pasar.

Quise darme media vuelta y regresar por donde vine al ver la reunión que estaba teniendo lugar aquí. Habían varios guardaespaldas sentados y otros estaban parados, Vladimir también estaba aquí, él me notó de inmediato y me sonrió al igual que el primer ministro. Me decepcionó un poco no ver a Dominik.

—¡Cameron! Adelante... —dijo mi nuevo jefe con una mirada amigable, saludé en apenas un susurro y caminé hacia él. —Ya todos ustedes lo conocen, Cameron será mi nuevo asistente a partir de ahora —declaró alzando un poco la voz mientras sacaba de una gaveta una libreta y un lapicero. Miré alrededor y me sentí desnudo al saber que seguro todos me han investigado.

Vladimir tenía los ojos desorbitados al escuchar aquello, luego me miró con una gran sonrisa maliciosa.

—Toma, no tienes que estar nervioso. Ahora estamos por comenzar una reunión, siéntate en algún lado y escribe los puntos más importantes... —dijo Robert bajando un poco la voz y pasándome la libreta y el lapicero. Su mirada era compasiva, como si estuviera completamente consciente de los nervios que tengo. Tomé las cosas que me estaba pasando.

—Gracias... —murmuré sorprendido por lo amable y empático que se veía. Un poco desubicado busqué un asiento con la mirada mientras algunos cuchicheaban viéndome. Ignoré las palmaditas que dio Vladimir a su lado y caminé hacia un banquillo que había al fondo.

—Es el chico de Dominik...

—Sí... se dice que es su novio...

Ignoré los cuchicheos y me senté ocultando mi rostro de las miradas curiosas con la libreta. Agradecí que delante de mí estuviesen parados dos guardias enormes.

—¡Cameron! —ignoré el extraño sonido con acento ruso en un intento de susurro que provino de algún lado de la oficina. ¿Será que los mosquitos ahora hablan y son rusos?

—Bien, comencemos la reunión.

Todos los murmullos cesaron y mi corazón enloqueció cuando escuché esa voz después de que se abriera la puerta. Alcancé a ver a mi novio con algo de dificultad entre los guardias que tenía delante. Dominik lucía serio y sus ojos destilaban frialdad.

—Hasta ahora sabemos que Mick anda libre y muy enojado al igual que su hermano, si todos leyeron el informe, deben saber por qué razón Mick no tardará en buscar venganza por sus familiares fallecidos... podemos idear un plan para apaci...

—Hay que matarlo —Dominik interrumpió a Vladimir cuando estaba hablando, contuve la respiración al escucharlo. En sus ojos grises había mucha determinación. Sus palabras eran en serio.

—No haremos eso. Debemos encontrar la forma de devolverlo a prisión pero que esta vez no sea Celine quien ponga la demanda —dijo Robert contradiciéndolo, Dominik negó lentamente.

—Sabes que esas son solo soluciones temporales, no podemos sentarnos a esperar a ver quién asesina a quién primero. Entiéndelo, el tipo sabe que sus familiares han muerto por orden de mi madre, él no se detendrá hasta hacerla pasar por lo mismo... —declaró Dominik como si fuese obvio, me aterró ver como todos los guardaespaldas asentían de acuerdo con él.

—No nos vamos a precipitar...

—Lo mataré yo mismo de ser necesario —cortó Dominik a su padre con frialdad, fruncí el ceño.

—No vas a matar a nadie, Dominik —dije levantándome y apartándome de los guardias que obstaculizaban mi vista, mi novio me miró impactado por unos segundos.

—¿Qué haces aquí? —preguntó sorprendido, dirigí la mirada a su padre, el cual me observaba agradecido.

—Soy el asistente de tu padre —declaré señalándolo, Dominik lo miró por unos segundos con mucho fastidio.

—¿Podemos hablar un momento afuera, Cameron? —preguntó ahora fingiendo que mantenía la calma aunque se veía la furia en sus ojos, me encogí de hombros y asentí caminando hacia la puerta.

Salí de la oficina con él siguiéndome. Miré su espalda cuando me agarró una mano y se alejó un poco de la puerta. Él se dio la vuelta y me miró expectante. Como esperando alguna explicación.

—¿Desde cuándo trabajas para él? —preguntó confundido. —¿Y por qué no me lo habías dicho?

—Desde hoy... y no te lo dije porque sabía que te ibas a poner así... —afirmé arqueando una ceja, él suspiró y se pasó una mano por el cabello con frustración.

—Esta es su forma de querer controlarme, lo sé... —murmuró para sí mismo, lo miré mal.

—Y vaya que sí necesitas control, no puedes ir por ahí matando gente, ¿te has vuelto loco? —pregunté bajando la voz y mirándolo con desaprobación, él resopló.

—Sabes cuál es la situación, no puedo dejar que Mick ande por ahí queriendo literalmente matar a mi familia —se justificó agarrándome suavemente por los hombros, negué lentamente.

—No quiero que lo mates... —dije pensando en él, en que seguiría perdiéndose en la oscuridad si seguía con esos planes de asesinarlo. Dominik me miró fijamente y llevó un mechón de cabello detrás de mi oreja, ya se le estaba haciendo costumbre hacer aquello.

—Tengo que protegerte —susurró ahora acunando mi rostro en sus manos, negué.

—Puedes protegerme de otra forma —respondí agarrando sus manos, él suspiró. No quería su protección si eso significaba alejarlo cada vez más de su humanidad. —Prométeme que encontraremos otra solución, siempre hay otras opciones... —le pedí sin apartar la mirada, él me miró con seriedad y me atrajo hacia su cuerpo apoyando su mentón de mi cabeza. —Dominik... —murmuré contra su pecho, él gruñó.

—Te lo prometo —dijo alejándose un poco, lo miré sorprendido de que hubiese aceptado. Me miró con derrota. —Pero, si no hay más opciones entonces lo mataré —añadió alzando una ceja.

—Buscaremos otras —respondí decidido, él negó varias veces y sorprendiéndome juntó nuestros labios en un pequeño beso.

—Estuviste muy bien en el partido, estoy orgulloso de ti —dijo contra mis labios, me reí un poco avergonzado, sus ojos grises brillaban con felicidad, lo abracé y sonreí.

—Gracias...

Dylan

Observé a mi madre dejar a Dahlia en su cuna y acercarse luego al gran ventanal de la habitación de la bebé. Seguía esperando una respuesta a la pregunta que le hice hace apenas unos segundos.

—Respóndeme mamá, ¿por qué quitaste la denuncia? No me digas que fue por Will y por mí. Quiero saber la verdad —pregunté nuevamente acercándome a ella, en el reflejo del ventanal alcancé a ver su fría y despiadada mirada.

—Porque esto ya debe llegar a su final, Dylan —respondió dándose la vuelta. —Después de tener a Dahlia comprendí que no puedo dañar su vida siguiendo una tonta venganza, ya fue suficiente con arruinarlos a ti y a tu hermano. No me quedan años de vida suficientes para compensar todo lo que les hice pasar... —dijo con los ojos llenos de lágrimas, tragué con dificultad al sentir un nudo en la garganta.

—¿Qué fue lo que le hiciste a Dominik? ¿Y qué quieres decir con que esto debe llegar a un final? —pregunté en un hilo de voz, la mirada de mi madre se ensombreció. Conozco el infierno que ella me hizo pasar durante toda mi vida, pero nunca supe si Dominik tuvo que pasar por uno similar o peor aunque a simple vista ellos eran los mejores amigos, siempre con su complicidad y su secretismo.

—Señora, disculpe... —los dos miramos a la puerta cuando Jane se detuvo en el umbral.

—¿Qué sucede? —preguntó mi madre acercándose a ella.

—Su invitado acaba de llegar.

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